Taller Películas.docx

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Taller análisis de películas – Terrorismo y guerra humanitaria – Películas trabajadas: Carlos y La noche más oscura – Por: Juan Diego Agudelo Molina En estas dos películas se abordan dos formas de terrorismo que siguiendo a Bellamy denominamos “terrorismo de zona gris” (Carlos y el Frente popular para la liberación de Palestina -FPLP-) y “terrorismo claramente definido” (Osama Bin Laden y Al Qaeda). Además en La noche más oscura se aborda una táctica de inteligencia militar, uso de la fuerza excesiva, o utilización de terror con fines utilitarios, más difícil de conceptualizar, que Zolo sin tapujos llamará terrorismo de Estado (CIA y Estados Unidos). Independientemente de la valoración, graduación y diferenciación moral de ambos fenómenos terroristas, tanto las acciones del FPLP como las de Al Qaeda se adecuan a lo que Münkler llama “estrategias político-militares” ante el enfrentamiento bélico de fuerzas de poder asimétricas. La lucha de Carlos por la causa palestina a través de bombas o del secuestro era una forma de enfrentarse clandestinamente a una fuerza bélica superior (Israel y sus aliados). De igual modo, la lucha de Al Qaeda contra el mundo occidental a través de atentados con bombas, o el célebre 11-S, es una estrategia militar para enfrentar bélicamente a un adversario infinitamente más poderoso (Estados Unidos y en general los Estados occidentales). Más que el enfrentamiento físico, esta estrategia bélica consiste en el debilitamiento psicológico del adversario, a través de acciones que les demuestren a los combatientes y a las bases sociales de apoyo que por superior que sea su capacidad armamentística, ante un ataque terrorista nadie está seguro. Es la creación de terror, miedo y zozobra colectiva lo que hace de las acciones de estos grupos actos terroristas. Ejemplo de esta estrategia asimétrica es la dirección de ataques terroristas por parte de Bin Laden desde la absoluta clandestinidad, a través de intermediarios y prácticamente en el anonimato después del 11-S, que generaron terror en la población destinataria (Atentados de Londres de 2005 y atentado del Islamabad Marriott Hotel de 2008). Otro asunto importante que se evidencia en las películas, y que concuerda con la conceptualización del terrorismo por parte de varios autores (Hoffman, Laqueur, Münkler), es que las organizaciones terroristas, más que el enfrentamiento físico, buscan la visibilización de una causa, a través del efecto publicitario y del valor simbólico de los medios empleados. Por ejemplo la toma de los ministros de petróleo miembros de la Organización de países exportadores de petróleo -OPEP-, liderada por Carlos, más que un ataque directo para debilitar actores armados enemigos, tenía en efecto político y simbólico: la publicitación de la lucha palestina. De igual modo, la destrucción de las torres gemelas por parte de Al Qaeda tenía una poderosa carga simbólica: no se trataba solo de destruir valiosos bines inmuebles, o de asesinar miles de personas, sino de atacar un símbolo estadounidense, de

desestabilizar las expectativas económicas, en síntesis, de atentar contra “la frágil textura psíquica de las sociedades altamente desarrolladas” (Münkler). En las películas también se reflejan los elementos que Bellamy y Walzer, desde la perspectiva moral de la guerra justa, asocian al terrorismo. Tanto el FPLP como Al Qaeda violan las reglas de la guerra, de la convención bélica, o en términos más generales del código político, es sus acciones militares. El estallido de bombas en lugares públicos, al que recurren ambas organizaciones como medio de promover sus objetivos, es un violación flagrante de las reglas de la guerra, en tanto es indiscriminado y causa como efecto la muerte principalmente de no combatientes o de personas no directamente responsables del conflicto armado. Respecto a la perspectiva histórica, el terrorismo de Al Qaeda claramente pertenece a esa nueva forma de terrorismo internacional de carácter fundamentalista. Los ataques de Bin Laden tienen repercusiones y alcances trasnacionales, y la magnitud de estos ataques y el carácter religioso fundamentalista radical de sus reivindicaciones hacen difícil dar cuenta de un tercero a interesar. Por el contrario, si bien las acciones del FPLP también tienen alcance internacional, las reivindicaciones no son exclusivamente religiosas, sino que hacen parte de una lucha social, política y militar más amplia. Las acciones de Carlos no están dirigidas contra “infieles”, ni siquiera contra enemigos, sino que su principal destinatario es un “tercero a interesar” (Münkler), es decir, aquellos que se identifiquen con la causa. Las declaraciones que se les exigía pronunciar a los rehenes de Carlos buscaban convencer de la justicia de la causa palestina al mayor número de personas. Finalmente, es necesario referirnos a las tácticas norteamericanas en Afganistán y Pakistán frente a prisioneros pertenecientes o relacionados con Al Qaeda, específicamente a los métodos de tortura empleados para obtener información sobre los que se hace tanto énfasis en La noche más oscura. Estas tácticas no parecen reunir muchas de las características que muchos de los autores trabajados en el curso atribuyen al fenómeno terrorista (A excepción de Zolo). En primer lugar son ejecutadas directamente por una agencia oficial de un Estado, que goza de reconocimiento internacional, y que en términos jurídicos e incluso morales puede hacer uso de la fuerza para velar por la seguridad de su población y, desde ciertas perspectivas, de la seguridad de toda la humanidad. En segundo lugar están dirigidas principalmente contra combatientes de un actor armado que ha atacado a dicho Estado y que razonablemente se espera que vuelva a atacar. En tercer lugar, los autores de estas tácticas gozan de evidente poderío y superioridad militar frente a los destinatarios de las mismas, por lo que no se cumple el criterio de la asimetría de fuerzas. Finalmente, más que la intención de enviar un mensaje simbólico o de producir un efecto psicológico en el adversario, la tortura busca conseguir información. Sin duda la tortura debe ser reprochada moral, política y jurídicamente, incluso puede constituir un crimen de guerra, pero esto no la hace per se una acción terrorista.

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