La Tortura

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Daniel Medvedov

La TORTURA Imaginación Perversa Monografía 1998/2009 Caracas/Madrid

Lema: Me duelen tus palabras, me duelen tus golpes, me duele tu dolor . . . He aquí el REGRESO del PROGRESO de Heráclito: la legalización de la tortura, el veto de George W. Bush a la ley votada por el Congreso de EUA que prohibía los actos de tortura y en especial el llamado ‘waterboarding”. El derecho de “veto” del Presidente es un acomodo jurídico que legitima, con alevosía y perversión, una acción vergonzosa dirigida en contra de los principios y valores universales de la dignidad humana. Pregunté a alguien en la calle que opinaba sobre eso. La respuesta fue categórica: “Es un asco.” Una vez, Carlos Zerpa me regalo un libro espeluznante: Su titulo era - han adivinado – “Historia Ilustrada de la Tortura”. “Ese texto es para que lo guardes en tu casa, mejor que en la mía, pero acomódalo con cuidado, pues revienta el animo del mas pintado”. Lo escondí en la biblioteca, en uno de los peldaños inferiores y lo tapé, no se como, para que no entrara en manos de los niños. Desde entonces, nunca lo abrí, ni siquiera para escribir esta monografía.

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La tortura, que usa la violencia física, moral o intelectual, para arrancar confesiones, para castigar a los culpables, para intimidar a los que se oponen, o para satisfacer el odio y el placer de contemplar el dolor ajeno, es una perversión abominable, y como tal, contraria al respeto de la persona y de la integridad del ser humano.

Exceptuando los casos de prescripciones médicas de orden estrictamente terapéutico, las amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral ontica, universal. Estas sesenta y tanto palabras sobre la tortura,

Estas sesenta y tanto palabras sobre la tortura,corresponden al apartado 2297 del Catecismo de la Iglesia Católica (Edic. Trípode, Caracas, 1993, Pág. 529). No hay otras referencias en este libro que contiene más de setecientas páginas. ¿Son acaso necesarias? ¿Es obligatorio discurrir tanto sobre un tema escalofriante que seca la boca y aflige el ánimo del más pintado? ¡Pues sí! 3

He tenido que aceptar, en mi fuero interno, escribir un trabajo sobre el tema antes mencionado y luego de contemplar sus horizontes oscuros, tal vez llegamos todos a la conclusión que el hecho de emitir opiniones sobre algo que sólo se conoce de oídas y a través de lecturas, resulta siempre un despropósito superficial y poco denso. Es esto lo mismo que pensaba Job, el afligido, cuando recibía y escuchaba en su pocilga, los consejos de sus amigos, que le imputaban el hecho de tanto quejarse. “Hijos de puta . . . “– pensaba Job, seguramente. . . A pesar de todo, el dolor es un fenómeno resonante: si mi congénere tiene dolor y sufre, como una lira cuyas cuerdas no son tocadas pero vibran con la resonancia de los instrumentos que al lado suenan, yo también sufro. Y mi sufrimiento es de una serena piedad, ya que se que el dolor es un maestro de enseñanzas secretas,... en eso está la paciencia de los sabios, como rezan esas célebres palabras del Apocalipsis de Juan. No puede hablarse de la tortura sin dejar en el escenario al protagonista de este teatro existencial: El Dolor. Curiosamente, el término TEATRO proviene de un verbo griego, tarattein, cuyo sentido es perturbar. En tiempos antiguos, el tormento era el término para designar la tortura que se hacía sufrir al acusado para obtener la confesión. Por extensión, la expresión viene a significar el dolor vivo que sufre una criatura. La palabra ha entrado en el mismo léxico social: es el estado de malestar físico, moral o económico que produce el estar atormentado. El término dolor posee un carácter indefinible, pero demasiado familiar para necesitar ser definido como efecto de ciertas sensaciones.

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El dolor es sinónimo de sufrimiento y por ende de tortura. Durante mucho tiempo se creyó que todo estímulo sensible demasiado intenso era doloroso. No hay nada de eso: un sabor, un olor pueden ser desagradables, pero no dolorosos; el dolor sólo interviene cuando la sensibilidad no específica de la mucosa resulta excitada. Un relámpago deslumbrador nos hace sufrir a consecuencia del espasmo del esfínter irídeo; un sonido violento, por espasmo de los músculos tensores del tímpano; pero el propio mensaje visual o auditivo nunca es factor de dolor físico. (Cfr. Lipton. S., The Control of chronic pain, pag. 3 passim, Edit. E. Arnold, London, 1979)

Por extensión, el dolor moral es un sentimiento penoso resultante de la insatisfacción de las tendencias, o deseos individuales. Decía Andrés Maurois ( L’Instinct du bonheur, XXIII.) que la mayoría de nuestros dolores, los morales, naturalmente, proceden de que tenemos palabras para describirlos. . . Les damos cuerpo, e incluso un cuerpo que no es el suyo, porque las palabras de todo el mundo no corresponden nunca a nuestros sufrimientos, que son una especie siempre nueva y distinta. Pasaba yo una vez al lado de un parque y de repente, arrimada a un árbol, una mujer lloraba diciendo en voz baja:”. . . Nadie sabe mi dolor. . . Nadie sabe mi dolor. . .” Era cierto . . . En el marco del DOLORISMO, teoría que afirma la superioridad innegable del enfermo, sobre el sano, en cuanto a la riqueza del fuero interno y a las enseñanzas a sacar de él sobre el problema primordial de las relaciones entre lo físico y lo moral, se podría escribir un libro entero.

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Esta sola expresión es digna del más atento examen. (Cfr. Teppe, J., Apologie sur l’anormal ou Manifestye du Dolorisme, 26, 1a. de., 1935, Paris) La tortura no es más que un caso particular de la teoría del dolor. Otros casos particulares como el sadismo y el masoquismo no tienen más que un valor folklórico y pasajero en la grave línea del infligir dolor a través de la tortura. La tortura establece la existencia inexorable de la ecuación TORTURADOR - TORTURADO. El esquema y sus términos constituyen la matriz de complejos grafos de conexión entre uno y el otro de los involucrados en ese binomio de triste memoria. Para comprender a fondo el problema de la tortura, habría que penetrar hondamente en el núcleo del dolor. La consideración del dolor a través de los tiempos El dolor y la tortura son tan antiguos como la humanidad. Los testimonios primitivos se refieren al dolor y a las formas de aliviarlo. En el Génesis se afirma que el hombre padece dolor por culpa de su caída. Los mitos antiguos hablan del dolor de los dioses: el dios del Sol soportó las enfermedades dolorosas de la ancianidad; Isis tuvo una inflamación cardíaca; Horus fue picado por un escorpión y tuvo una dolorosa afección ocular; Dionisio y Esculapio no pudieron nacer de modo natural, sino mediante una primitiva cesárea practicada estando sus madres conscientes. Pero el dolor proviene del bien, según Platón (Timaeus, 69) Este es la ventaja de tu dolor - dice Platón en Gorgias - que vas a sanar. . 6

(Gorgias, 478) Para los antiguos, el dolor era un demonio: el demonio del dolor de oídos tenía enormes orejas, el de la gota era una gigantesca y espantosa araña; el del dolor de muelas era un gusano roedor; y había un pájaro maldito que picaba y hacía enfermar la cabeza, el cuello, los miembros y otras partes del cuerpo. La asociación del dolor con los demonios puede encontrarse desde los tiempos bíblicos un demonio causó dolor al Rey Ur. En el Medio Evo se llegó a afirmar, en Wurzburg, que trescientos noventa y nueve demonios tomaron la posesión del cuerpo de una muchacha produciéndole un gran dolor. Era una legión, pues . . . La historia del sufrimiento humano pasa de la prehistoria a la antigüedad, por los babilonios, los egipcios, los chinos, los hebreos, los griegos y los romanos y, finalmente, a través de la Edad Media, a los tiempos modernos. Junto al dolor, se desarrolló, además de la cirugía para aliviarlo, la perversa y sofisticada visión de la tortura: se buscaban los límites del dolor para que el afligido no pierda el conocimiento y participe así al coloquio más espeluznante de una enfermiza imaginación humana. Homero habla del arte quirúrgico como un don de Quirón, hijo de Cronos y Philyra y el más sabio de los centauros. Hammurabi, el primer rey de Babilonia, estaba versado en el manejo del bisturí (especie de cuchillo curvado quirúrgico) tanto como en el de la espada, y operó cataratas oculares y abscesos hepáticos. La cirugía antigua implicaba un nuevo dolor: el del cuchillo. Los que la practicaban tenían que ser despiadados, según testifican las palabras de Celso en el siglo I d.J.C.: “Resuelto a curar al paciente confiado a su cuidado, el cirujano tiene que ignorar los gritos y las súplicas y realizar su trabajo sin tener en cuenta las quejas” (Cfr. Prescott, Fr. El Control; del Dolor, Ed. Oikos-Tau, 7

Barcelona,1967, pag.16 passim) Causa total espanto leer las descripciones de las operaciones llevadas a cabo en los tiempos clásicos e, incluso las practicadas en Europa en fechas posteriores por los barberos - cirujanos. Se sujetaba al paciente atándole con correas las manos y los pies a una silla, o a una tosca mesa operatoria. En plena conciencia, veía descender el cuchillo del cirujano, o el incandescente cauterio. No podía moverse, sino solamente gritar. Si era lo bastante afortunado para desmayarse de dolor, o de miedo, el cirujano podía continuar su trabajo sin interrupción.

¡Pero qué abismo existe entre los gritos del paciente y los gritos del torturado! Incluso intervenciones menores, como la reducción de una fractura o la extirpación de una muela, podían ser muy dolorosas. La segunda de las citadas fue, de hecho, utilizada como método de tortura o castigo. Dos santos, santa Apolonia y san Blas, fueron atados a columnas, extrayéndoseles los dientes para hacerles abjurar de su religión. (Ibid., Pág.17) Mil años más tarde, el rey Juan de Inglaterra hizo arrancar los dientes a un ciudadano de Bristol, reacio a entregar diez mil libras a las arcas de la corona. (Ibid.) Durante largos años se realizaron intentos para aliviar y dominar el dolor por medios sicológicos. Paralelamente con las investigaciones por parte de los que querían eliminar o aliviar el dolor, habían otros que buscaban como infligirlo mejor y con más sutileza! A su vez, los sufridores investigaban la vía para dominar el dolor y el sufrimiento, todo ello dirigido hacia otra vertiente filosófica, que los primeros.

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Los estoicos pensaban que ello podía conseguirse mediante el repudio del dolor por la razón. Poseidonio, un notable seguidor de esta escuela, hospedó a Pompeyo en Rodas, cuando este sufría un ataque de gota, cuyo dolor fue controlado por lo que hoy llamaríamos autosugestión, auto-hipnosis o meditación trascendental. El matemátic o Blaise Pascal se sumergía en problemas filosóficos y matemáticos cuando sufría un fuerte dolor. Padecía un grave dolor abdominal, que puede ser que estuviera producido por un cáncer del estómago. Emmanuel Kant, el famoso filósofo alemán, que también sufría de dolor gástrico, era capaz de soportarlo concentrándose en alguna idea, como por ejemplo, el nombre de Cicerón y todas sus asociaciones. “De esta forma - afirmaba - me es posible distraer la atención y el dolor se mitiga pronto. Cuando los ataques se repiten y alteran mis sueños, considero este remedio de máxima utilidad “(Ibid., Pág.19) El mismo Kant en su Antropología, afirmó que el dolor es un estímulo para la acción y que sin él, la humanidad carecería de vida. El filósofo Nietzsche defendía, incluso, que favorecía la conservación de la especie. (Ibid.) Hay dos pasajes en la Biblia donde podemos encontrar la memoria de la tortura. Sin embargo, los estudiosos descubrieron que la traducción - ¡estaba equivocada!: Los amonitas, torturados La crueldad prohibida

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Sacó además el pueblo que estaba en ella, y púsole debajo de sierras, y de trillos de hierro y de hachas de hierro. e hízolos pasar por hornos de ladrillos; y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de Ammon ( 2 S. 12:31, RV) Sacó también al pueblo que estaba en ella, y cortólos con sierras y con trillos de hierro y seures. Lo mismo hizo David a todas las ciudades de los hijos de Ammón (1Cor. 20:3, RV) Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced el bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed pues misericordiosos como también vuestro Padre es misericordioso (Lc. 6:35,36, RV) A pesar de las crueldades que los amonitas habían empleado contra los israelitas ( Cfr. 1S 11:2;Am. 1:13), en realidad, los cautivos de Amón no fueron ni torturados ni muertos. Lo que ocurre es que la traducción de la Vulgata, de ambos pasajes de la izquierda, es incorrecta, así como la transmisión del original del segundo de estos textos. Dice Davidson (Sacred Hermeneutics, Developed and Applied, Octavo, Stuttgart, 1843, pag. 516) , “- En base a la actual lectura de Samuel, el significado no puede ser “púsolos por 10

debajo”, sino solamente “los puso entre”. Chandel ( Life of David, ii 227-238, Oxford,1853), y otros exponen la razón del error en el pasaje de Crónicas : la palabra vayya’sar, - aserró, sería un mero error de copia por vayya’sem, - los puso, como en Samuel. Esta última palabra se encuentra en siete de los mss. compulsados por Kennicott. El gran parecido de las dos palabras, especialmente si la última letra, mem, estaba imperfectamente formada, da cuenta del error del copista. Por ello, no hay evidencia alguna de que David sometiera a los cautivos a tortura. El significado es que los puso a trabajar, tal vez a trabajos forzados del tipo más humilde y laborioso. David podía ser implacable, pero no era cruel. Si dio muerte a algunos, pudo haber sido a los guerreros capturados.

Conclusiones Si el analista, o el moralista, o quien sea, se basa en tales aseveraciones y elucubraciones, las consecuencias éticas pueden llegar a ser desastrosas. Este es otro tipo de tortura: la tortura de los intelectuales que se ahogan en palabras, conceptos, símbolos y categorías. En la Biblia hay más de doscientos cincuenta figuras de estilo que jamás deberían traducirse ad litteram. Las ideas, aseveraciones y opiniones sobre cuestiones de moral, tanto fundamental, como especial, deben estar basadas en vivencias, experiencias, o en la revelación. Cada una de esas categorías tiene su nivel axiológico y así serán juzgadas. El que busca en los libros, o supone eso o lo otro, está expuesto al peligro inevitable de los disparates menores, en los más felices casos, y si no, al extravío de muchos,

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cosa que es más grave de lo que, por lo general, se suele creer. Algunas consideraciones éticas sobre la tortura Es costumbre de criticar a Galileo Galilei por el hecho de haberse retractado de sus ideas, por miedo a la tortura. Nadie tiene derecho a criticar la debilidad humana frente al dolor: sin la ayuda divina, no hay quién se salve y salga ileso de sus garras. Al enfrentarse a la tortura, uno debe saber de antemano y muy claramente, el valor de su propia vida y el peso de aquello que se le pide revelar, o de lo cual abjurar. Sin pedir ayuda interna al Señor del Dolor, que todos los cristianos conocen, sin pedirle fuerza para enfrentar ese inmenso desafío y para resistir el embate de la tortura, nadie puede resistir. Al solicitar ayuda para soportar, si acaso decidimos no revelar nada de lo que se nos pide, se establece un límite natural del dolor y el desmayo, o lipotimia, anula toda tortura. A veces, hay que morir - dicen los indios americanos. Sólo con la ayuda de la luz divina puede uno resistir todas las pruebas de la tortura y de cualquier otro obstáculo. Si Giordano Bruno eligió ese comportamiento y Galileo el suyo, tales actitudes opuestas sólo permiten al observador decir: “Esto es un hecho... Esto es así . . .” No caben aquí comentarios de ética, o moral falsaria, como el célebre criterio del arrimado, el KIBITZ de una partida de ajedrez en la cual eres sólo un observador. Cada quien decide el tamaño de sus compromisos, valores, deberes, obligaciones y debilidades, o la altura, u hondura, de sus culpas. . . La carta de Galileo Galilei donde el científico se retracta de

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sus ideas, es citada como ejemplo de cobardía y flacidez del alma. El hecho de comentar eso con tales criterios es mucho más grave de lo que podría suponerse. ¿Quién es el Juez de nuestras actitudes y/o errores? ¿Un hombre? ¿Una mujer? No. El Juez es el Señor y en su misterio, resuelve El, todas las ecuaciones. Giordano Bruno tenía razón y se portó como tenía que portarse. A su vez, muchos años más tarde, Galileo Galilei, también tenía razón y actuó según su conciencia le indicaba y le dictaba que actuara. Cuando a Nicolás de Cusa le preguntaron los discípulos, en 1300, por qué había dicho antes una cosa y luego otra, el respondió lo siguiente: . . .Cuando dije aquello, tenía razón. Ahora, afirmo lo contrario y también tengo razón. . (Cfr. Cusa, La Docta Ignorancia, passim) Nosotros, meros observadores de las desgracias de la historia, sólo tenemos derecho de contemplar los hechos y respetar la condición humana del afligido o del extraviado. Fulano cantó - se dice en la jerga de los torturados y de los torturadores, cuando alguien habla, al ser torturado, de los secretos que le han sido confiados. Nunca se dice “fulano traicionó, o fulano nos vendió. . .” Estas son mis conclusiones a un torturador trabajo sobre la tortura con el cual torturaré al lector de esta materia y que Dios nos guarde a los dos y a todos de ese mal de cuyo nombre no quiero acordarme. . . Amén ¡Ah ! – me había olvidado. A mi también me da asco el veto de Bush a la ley del Congreso americano, que prohíbe la tortura. ¿Que puede haber en la consciencia de un individuo como ese?

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En mi libro ARQUETIPOLOGIA, donde se discurre sobre cosas que hay en el lenguaje y no existen en la lengua, y al contrario, sobre cosas que hay en la lengua y no existen en el lenguaje, los que desean, encontraran lo siguiente sobre el Dolor: El Principio Universal de SALUD (En griego "Yghieía")

Cuando alguien estornudaba, los antiguos griegos respondían: "¡Yghuieía"! Los pitagóricos eran más escuetos: en vez de nombrar la palabra que designaba a la salud, dibujaban en el suelo la letra Y. El sentido era el mismo. Todos estamos acostumbrados a compaginar la salud con la enfermedad. Se da el caso de que la "enfermedad" es, en veracidad, un contra-principio y como tal, no existe en el lenguaje, a pesar de estar presente en la lengua. Tampoco existen en el lenguaje la "tristeza", el "malestar", el "pesimismo", o el "sufrimiento". Aún así, los humanos siguen estando tristes, tienen un sinnúmero de "malestares", siguen "enfermándose", "sufren" y muchos padecen de "pesimismo". En el plano arquetípico de los principios universales, la Salud es un arquetipo y su estructura es regida por un modelo lógico-teórico. Este modelo no es una "forma", sino una "fórmula":

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El Optimismo es un estado de "contentura" y "contentamiento" intelectual, anímico y corporal, que se traduce en la posibilidad de operar en ocho estratos de la vida social humana (OPTO es "ocho" en latín): el ámbito educativo y la familia, el ámbito corporal y la salud, el ámbito comercial y el dinero, el ámbito del estudio y de la investigación, el ámbito social de la conquista, tanto de la conquista política como de la amorosa, el ámbito laboral de la construcción, el ámbito lúdico del juego y de la recreación, y el ámbito de la creación, o de la poesía. Una persona que posee "salud" en todos estos planos, registros, o niveles del diario convivir, es optimista, es decir "total" y "plena", si recordamos el que "ocho es todo". El optimismo es un estado de plenitud salutífera. Tanto el Placer, como el Dolor, deben ser aguantados y soportados. Charly García, el genial y loco cantautor argentino, sugería en una de sus canciones, ("El Aguante"), que en el "aguantar" se debe "aguantar" diez veces:

AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE, AGUANTE . . .

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Desde los principios parten y se ramifican una cantidad innumerable de variantes. Con todo, siempre se retorna al origen y en la idea seminal descansa toda variante léxica y conceptual. A veces, el Placer y el Dolor se manifiestan, a menudo simultáneamente, como en el caso de los golpes casuales en los codos, (el nervio “alegre”) o en las rodillas. Como metáfora de unión de los dos aspectos simbólicos del Dolor y del Placer, tanto el Soportar como el Aguantar conllevan hacia el prototipo palpable y patente de la Salud, el OPTIMISMO. En el Optimismo y en el Bienestar, dos estados del Ser, se percibe el principio intangible de la SALUD. La Salud es un estado natural del Ser. Todo Ser es "saludable", a pesar de que sufra dolor, o goce del placer. Se dice que el tigre no se permite jamás mostrar el dolor y, aún padeciéndolo, se presenta delante de sus observadores como si no lo tuviera. Sería "ideal", es decir "arquetipal" el que el Ser Humano aprenda esto del tigre. Entre otras, una de las leyes de los principios universales es la siguiente: TODA VARIANTE, TODO CONCEPTO, Y TODA CATEGORÍA, POR MÁS AMBIGUA QUE PAREZCA, TIENE SU ORIGEN EN UNO DE LOS PRINCIPIOS UNIVERSALES Y SUS OPERADORES Aún en el caso de los contra-principios, el proceso de retorno a las raíces arquetipales sigue el mismo camino, hasta encontrarse con el modelo teórico. Al reconstruir su estructura, el usuario descubre uno por uno, los aspectos simbólicos, la metáfora, el prototipo y, por último, la idea.

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El contra-principio queda así aislado y se percibe con claridad meridiana su aspecto antagónico, al comparársele con los cinco elementos del modelo teórico. Como nos hemos dado cuenta, todo lo que estamos afirmando, "tiene" y "no tiene" valor universal. En la medida en que usamos operadores arquetípicos, nuestras palabras tendrán un insospechado potencial natural de convicción. Pero, al mismo tiempo, es muy posible que nuestras palabras sean meras variantes de los contra-principios y, en consecuencia, el valor energético y trascendente de aquello que estamos diciendo es mínimo e improcedente. A ello se refiere Heráclito, en las primeras palabras de su fantástico libro resucitado: "De este LOGOS, que siempre existe, los hombres permanecen ignorantes, antes de haberlo escuchado y aun después que por primera vez lo escuchan; porque, aunque todas las cosas según este LOGOS se originan, aseméjense aquéllos, sin embargo, a los insipientes, pues tantean por medio de palabras y de obras semejantes a las que yo empleo, cuando separo cada cosa según la Naturaleza y explico en qué consiste. Mas a los otros hombres se les oculta cuanto hacen despiertos, del mismo modo que olvidan cuanto hacen dormidos" Es ácido el Oscuro. No cabe la menor duda que sus palabras se refieren a un estado general de los humanos: hablan cosas que no entienden y operan con términos que designan de modo erróneo, aspectos arquetípicos de la naturaleza. Los necios usan las mismas palabras que los sabios: no existe una ley que prohíba eso.

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El LOGOS que Heráclito nombra aquí es la misma "razón" y "medida" de las cosas. El que bebe de la fuente del lenguaje no padecerá de la enfermedad de las palabras y podrá dilucidar de inmediato entre lo real y lo ficticio. No basta con saber hablar: hay que escaparse de toda una sarta de despropósitos cuando usamos las palabras. Este fenómeno ocurre en cualquier lengua natural, ya que el lenguaje es la fuente universal de todos los ríos de las lenguas. El mar de las palabras recibe los miles y millones de términos creados por el Ser Humano y cada uno nada en este espacio sonoro, como auténticos peces callados en las ondas del océano. En ese mar "océana" están nadando todas las palabras de todas las lenguas. Los navegantes son poetas y los barcos representan los libros escritos por los seres humanos, acuarios y piscinas de palabras que, a ratos, dicen todo, y otras veces, están huecas de cualquier sentido. ¿Cuantos no han naufragado en el mar de las palabras? El puerto de esas orillas representa el modelo lógicoteórico de los principios universales. A todas esas, algunos preguntarán dónde está la medicina. He considerado a la medicina como un arte de aguantar y una ciencia de soportar, un caso particular de la metáfora de la salud. Cuando Heráclito afirmaba, en el fragmento 111, que la Enfermedad hace dulce la Salud y el hambre la hartura, como la fartiga el descanso, se refería al único principio de Salud, cuya presencia hace desaparecer todos los estados antagónicos de su modelo. En cuanto al "placer", tenemos que saber que diferente es el placer del caballo y el del perro y el del hombre, conforme a lo que Heráclito dice (F. 9), pues los asnos

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preferirían la paja al oro, ya que la comida es para los asnos más agradable que el oro. El médico siente un inmenso placer al lograr la mejora de los enfermos, aunque el bien y el mal sean una sola cosa escribe Heráclito (F. 58). Pues los médicos, que cortan, queman y torturan ferozmente a los enfermos, en todas partes, pretenden, aun sin merecerlo, recibir su paga de los enfermos, habiendo producido por igual la mejoría y los dolores. (Ibid.) Al equiparar al bien con el mal, el sabio sugiere que lo que la gente llama "mal" no es otra cosa que el propio "bien" y, por tanto, el contra-principio se anula.

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