Santa Rosa de Cabal, febrero 17 de 2006 “Me lo dejaron cachorro y a mi lado se hizo perro”
Hermana, quién quita que Lucas solamente se trasformó:
A lo mejor se encuentra en algún sitio, así como cuando la oruga tornase mariposa, puede que Lucas sea ahora un bebé que se apresta a volar. O tal vez, como narraba El Abuelo, siendo conciente de que ya pasó a otro estado y despojado de su forma material: ¿se fué a la orilla del mar?.
¿vaya uno a saber? Asi pues, hermana, en unión de almas contigo y con Diego quiero compartir estas líneas con mucho amor y queriendo la vida que es el diario morir. Guillermo, el mismo que fue el de la moto, la niña y la pistola, ya muerto? O todavía viviendo todas esas muertes?
Elegía en la muerte de un perro Miguel de Unamuno La quietud sujetó con recia mano al pobre perro inquieto, y para siempre
fiel se acostó en su madre piadosa tierra. Sus ojos mansos no clavará en los míos con la tristeza de faltarle el habla; no lamerá mi mano ni en mi regazo su cabeza fina reposará. Y ahora, ¿en qué sueñas? ¿dónde se fue tu espíritu sumiso? ¿no hay otro mundo en que revivas tú, mi pobre bestia, y encima de los cielos te pasees brincando al lado mío? ¡El otro mundo! ¡Otro... otro y no éste! Un mundo sin el perro, sin las montañas blandas, sin los serenos ríos a que flanquean los serenos árboles, sin pájaros ni flores, sin perros, sin caballos, sin bueyes que aran... ¡el otro mundo! ¡Mundo de los espíritus! Pero allí ¿no tendremos en torno de nuestra alma las almas de las cosas de que vive, el alma de los campos, las almas de las rocas, las almas de los árboles y ríos, las de las bestias? Allá, en el otro mundo, tu alma, pobre perro, ¿no habrá de recostar en mi regazo espiritual su espiritual cabeza? La lenuga de tu alma, pobre amigo, ¿no lamerá la mano de mi alma? ¡El otro mundo! ¡Otro... otro y no éste! ¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro, a sumergir los ojos en los ojos que fueron tu mandato; ve, la tierra te arranca de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria! Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida? ¡El otro mundo!... ¡El otro mundo es el del puro espíritu! ¡Del espíritu puro! ¡Oh, terrible pureza, inanidad, vacío! ¿No volveré a encontrarte, manso amigo? ¿Serás allí un recuerdo, recuerdo puro? Y este recuerdo ¿no correrá a mis ojos? ¿No saltará, blandiendo en alegría enhiesto el rabo? ¿No lamerá la mano de mi espíritu? ¿No mirará a mis ojos? Ese recuerdo, ¿no serás tú, tú mismo, dueño de ti, viviendo vida eterna? Tus sueños, ¿qué se hicieron? ¿Qué la piedad con que leal seguiste de mi voz el mandato? Yo fui tu religión, yo fui tu gloria; a Dios en mí soñaste; mis ojos fueron para ti ventana del otro mundo. ¿Si supieras, mi perro, qué triste está tu dios, porque te has muerto? ¡También tu dios se morirá algún día! Moriste con tus ojos en mis ojos clavados, tal vez buscando en éstos el misterio que te envolvía. Y tus pupilas tristes a espiar avezadas mis deseos, preguntar parecían: ¿Adónde vamos, mi amo? ¿Adónde vamos? El vivir con el hombre, pobre bestia, te ha dado acaso un anhelar oscuro que el lobo no conoce; ¡tal vez cuando acostabas la cabeza en mi regazo vagamente soñabas en ser hombre después de muerto! ¡Ser hombre, pobre bestia! Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente; al ver morir tus ojos que me miran, al ver cristalizarse tu mirada, antes fluida, yo también te pregunto: ¿adónde vamos? ¡Ser hombre, pobre perro! Mira, tu hermano, ese otro pobre perro, junto a la tumba de su dios, tendido, aullando a los cielos, ¡llama a la muerte! Tú has muerto en mansedumbre, tú con dulzura, entregándote a mí en la suprema sumisión de la vida; pero él, el que gime junto a la tumba de su dios, de su amo, ni morir sabe. Tú al morir presentías vagamente vivir en mi memoria, no morirte del todo, pero tu pobre hermano se ve ya muerto en vida, se ve perdido y aúlla al cielo suplicando muerte. Descansa en paz, mi pobre compañero, descansa en paz; más triste la suerte de tu dios que no la tuya. Los dioses lloran, los dioses lloran cuando muere el perro que les lamió las manos, que les miró a los ojos, y al mirarles así les preguntaba: ¿adónde vamos?
Si la muerte pisa mi huerto: Si la muerte pisa mi huerto ¿quién firmará que he muerto de muerte natural? ¿Quién lo voceará en mi pueblo? ¿quién pondrá un lazo negro al entreabierto portal? ¿Quién será ese buen amigo que morirá conmigo, aunque sea un tanto así? ¿Quién mentirá un padrenuestro y a rey muerto, rey puesto... pensará para sí? ¿Quién cuidará de mi perro? ¿quién pagará mi entierro y una cruz de metal? ¿Cuál de todos mis amores ha de comprar las flores para mi funeral? ¿Quién vaciará mis bolsillos? ¿quién liquidará mis deudas? A saber... ¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario? ¿Quién me hablará ente sollozos? ¿quién besará mis ojos para darles la luz? ¿Quién rezará a mi memoria, Dios lo tenga en su Gloria, y brindará a mi salud? ¿Y quién hará pan de mi trigo? ¿quién se pondrá mi abrigo el próximo diciembre?
¿Y quién será el nuevo dueño de mi casa y mis sueños y mi sillón de mimbre? ¿Quién me abrirá los cajones? ¿quién leerá mis canciones con morboso placer? ¿Quién se acostará en mi cama, se pondrá mi pijama y mantendrá a mi mujer, y me traerá un crisantemo el primero de noviembre? A saber... ¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario? (Joan Manuel Serrat)
http://www.me.gov.ar/efeme/diaanimal/niebla.html Rafael Alberti.
Muerte: Legar el sentido que quise dar a mi vida no me consuela nada. Sólo se vive
una vez. Aquellos que dejan tras de sí objetos de afecto personal, y especialmente aquellos que han cultivado un sentimiento de solidaridad respecto a los intereses colectivos de la Humanidad, mantienen en la víspera de su muerte un interés tan vivo como en el esplendor de su juventud o salud. Mis objetos pasan a ser inútiles y sin historia. Miedo: El hombre no consigue mirar de frente a la eternidad a sangre fría. Es más duro asumirla que padecerla. Cuando la muerte nos toca de cerca reaccionamos como si no la hubiéramos visto nunca. Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte. (Leonardo Da Vinci). El no haber hecho nada de nuestra vida aumenta nuestro miedo a la muerte. Aprende a vivir y sabrás morir bien. Se puede morir tranquilo si uno ha cumplido su vocación. Si es duro vivir, morir no lo es menos. Quien no teme a la muerte ¿Qué puede temer? De nada sirve hacerla presente, remarcar la brevedad de todo. Nada hay de terrible en no vivir. Elimina el ansia de inmortalidad. Suprime el miedo. Sin sensación no hay bien ni mal. ¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte. (Marlene Dietrich) | Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos. (Bertrand Arthur William Russell) | Estamos "programados" para envejecer y morir. Sometidos a los achaques del cuerpo, constantemente sentimos también miedo, sea un temor vago e inconcreto o apremiante (quizá más vago e inconcreto al comienzo de nuestra vida consciente, para hacerse más apremiante con los años) Ese miedo es el eco de la conciencia temporal de nuestro destino de seres arrastrados hacia su fin. (F.Savater) | Un miedo difuso es es el fondo afectivo de nuestro ser, la tonalidad afectiva fundamental. El miedo siempre está ahí. Una nadería y tenemos miedo, pues esa "nadería", ¿quién sabe?, quizá no es nadería, quizá es ya la muerte. (Marcel Conche) Vida/duración: El lapso de una vida es insignificante. Nacer es comenzar a morir. El común de los hombres que no sabe qué hacer con esta vida, quiere otra, que no acabe nunca. A pocos les resulta suficiente la duración de una vida. Cuantos más años se tienen, más se ve cuán importante sería el no tener tantos. Es inútil cuestionar o lamentar lo que nos viene impuesto. Entregarse a las diversiones no equivale a saborear la vida. Para Heidegger, como para Borges (¡por eso quería refutar el tiempo!), estar hechos de tiempo significa estar abocados a la muerte, resbalar sin tregua hacia ella. ¡Qué poco nos importaría el tiempo en ninguna de sus formas o medidas si nos creyésemos inmortales! Nos desentenderíamos de él como los niños pequeños, que nos dicen "¿te acuerdas de ayer...?" y se están refiriendo al verano pasado... ¡o a esta misma mañana! La temporalidad es la
conciencia de nuestro tránsito hacia la muerte y del tránsito hacia su acabamiento o ruina de las cosas que más amamos. Por eso nos urge, por eso nos angustia, por eso nos empuja a la melancolía ... o al desafío. Ser temporales (sabernos temporales) es siempre vivir "poco", pero también proporciona un sabor fuerte, intenso, a la brevedad vital que paladeamos. La vida nunca puede dejarnos indiferentes porque siempre se está acabando: y el acecho de la muerte vuelve desgarradoramente interesante el más insípido de los momentos. (F.Savater) Igualdad: La pálida muerte lo mismo llama a las cabañas de los humildes que a las torres de los reyes. (Horacio). La muerte llama, uno a uno, a todos los hombres y a las mujeres todas, sin olvidarse de uno solo -¡Dios, qué fatal memoria!-, y los que por ahora vamos librando, saltando de bache en bache como mariposas o gacelas, jamás llegamos a creer que fuera con nosotros, algún día, su cruel designio. (Camilo José Cela)
Ni sombras: Lo ridículo es no parar de hablar de la muerte, de la que lo único que sabemos es que es y está. La muerte no existe, me digo muchas veces, recordando la de cada uno, la de todos ellos: simplemente se deja de vivir. No ha una "Dama del alba", ni un Segador de Guadaña, ni un jugador de ajedrez; ni ese ángel que esculpen sobre algunas tumbas con el dedo puesto sobre lo labios. Pide silencio. No le hagamos caso: es solo un mármol hecho por un hombre y una superstición. No queremos callarnos... No hay Mas Allá, no hay fantasmas, ni sombras ni nada. Ni Infierno, ni Juicio Final, que son un par de horribles canalladas para atarnos al miedo... No hay ni siquiera ese "se" impersonal. La Nada, que es una imaginación, tan absurda como el Todo. (Eduardo Haro Tecglen)
Matilde Urrutia, aquí te dejo lo que tuve y lo que no tuve lo que soy y lo que no soy. Mi amor es un niño que llora: no quiere salir de tus brazos, yo te lo dejo para siempre... (Pablo Neruda)
Pequeña Muerte Fue una pequeña muerte tu partida. Una muerte pequeña que me crece cuando imagino a veces que estás cerca y me obstino en dar vueltas por las calles y regreso a mi casa con la lluvia cayendo y me asalta tu voz en la noche sin horas. Claribel Alegría Flor de hielo. José Martí: Mírala: Es negra! Es torva! Su tremenda Hambre la azuza. Son sus dientes hoces; Antro su frente; secadores vientos Sus hálitos; su paso, ola que traga Huertos y selvas; sus manjares, hombres. Viene! escondeos, oh caros amigos, Hijo del corazón, padres muy caros! Do asoma, quema; es sorda, es ciega: -el hambre Ciega el alma y los ojos. Es terrible El hambre de la muerte! (Versos libres 1882) La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene. Jorge Luis Borges Un viaje es una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que nos es ofrecida en el interior de la otra. Aprovechémoslo. Paul Morand. La muerte se paga viviendo. Giuseppe Ungaretti La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que tuvimos. Mario Rojzman
El matrimonio es la vida o la muerte; no hay término medio. (Bertrand Rusell) He meditado a menudo sobre la muerte y encuentro que es el menor de todos los males. Francis Bacon La lucha justa te vuelve valioso, la muerte en la lucha te vuelve eterno. La primera condición para la inmortalidad es la muerte. Stanislaw Jerzy Lec Cuando no se teme a la muerte, se la hace penetrar en las filas enemigas. Napoleón Bonaparte De la suerte y de la muerte no hay quien escape. No existe la muerte, sólo cambian las condiciones de vida. La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor. Séneca Duerme con el pensamiento de la muerte y levántate con el pensamiento de que la vida es corta. ¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo
amenace a uno con la inmortalidad. Jorge Luis Borges Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin. Rabindranath Tagore Cuando uno no sabe aún lo que es la vida, ¿cómo podría conocer lo que es la muerte? Confucio Cuando contemplo el sagrado liao wo mis pensamientos se vuelven hacia aquellos que me concibieron, que me criaron y que ahora descansan. Les devolvería todo lo que me prodigaron. Pero, al igual que el cielo, son ya inabordables. (Huston Smith)
The end. Jim Morrison: As I look back over my life I am struck by post cards Ruined Snap Shots faded posters Of a time, I can’t recall This is the end, beautiful friend. This is the end, my only friend. The end Of our elaborate plans. The end Of everything that stands, the end. No safety or surprise, the end. I’ll never look into your eyes again. Let’s just say I was testing the bounds of reality. I was curious to see what would happen. That’s all it was: just curiosity. (Jim Morrison, 1969)
Cuando yo me vaya...: Cuando yo me vaya, no quiero que llores, quédate en silencio sin decir palabras, y vive recuerdos, reconforta el alma. Cuando yo me duerma, respeta mi sueño por algo me duermo, por algo me he ido. Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada y casi en el aire con paso muy fino búscame en mi casa, búscame en mis cartas, entre los papeles que he escrito apurado. Ponte mis camisas, mis sweaters, mi saco, y puedes usar todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, cuando haga frío, ponte mis bufandas. Te puedes comer todo el chocolate y beberte el vino que dejé guardado. Escucha ese tema que a mi me gustaba, usa mi perfume y riega mis plantas. Si tapan mi cuerpo no me tengas lastima; corre hacia el espacio, libera tu alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara, besa bien la tierra, toma toda el agua, y aprende el idioma vivo de los pájaros. Si me extrañas mucho, disimula el acto. Búscame en los niños, el café, la radio, y en el sitio ése donde me ocultaba. No pronuncies nunca la palabra muerte. A veces es más triste vivir olvidado que morir mil veces y ser recordado. Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y sigue su marcha. La llama encendida no se va a apagar por el simple hecho de que no este más. Los hombres que viven no se mueren nunca, se duermen a ratos, de a ratos pequeños y el sueño infinito es solo una excusa. Cuando yo me vaya extiende tu mano y estarás conmigo sellado en contacto y aunque no me veas, y aunque no me palpes sabrás que por siempre estaré a tu lado. Entonces un día; sonriente y vibrante sabrás que Volví para no marcharme... http://www.mgar.net/ser/muerte.htm
Como en estas ocasiones suele hacerse eso de buscar consuelo, démosle oportunidad a esa inclinación y pensemos con el siguiente poema lunfardo, que Lucas en su fase previa a su trasformación, no llevó la suerte del siguiente can hermano de los parias: El perro flaco ´Lunfardo´ Poem Music: Lyric: Celedonio Flores Esquelético, hambriento, el pobre tiene los ojos tristes y el andar calmoso, a ratos a la sombra se detiene en procura de un poco de reposo. La turba de pilletes atorrantes lo acosa a cascotazos despiadada, él los mira con ojos suplicantes y continúa su infeliz jornada... ¡Esta rabioso!, grita una chicuela que pasa en dirección para la escuela, y huye del can, llorosa y asustada. Y por instigación de una vecina, el botón de parada en una esquina le acelera su marcha hacia la Nada
Un abrazo y un beso, GAG
p.s. una milonga: Con mi perro Milonga Music: Aníbal Troilo Lyric: José María Contursi
Play while reading Voy más cansao que mi perro, que es la sombra de mi sombra. (bis) Por veinte caminos muertos anduve con él a solas. Los ojos llenos de sueño, de tierra y de malas horas. Voy más cansao que mi perro, que es la sombra de mi sombra. Me lo dejaron cachorro y a mi lado se hizo perro. (bis) Se fue templando de a poco como se templó su dueño. Carbón de rabo los ojos y ahora tiene gris el pelo. Me lo dejaron cachorro, y a mi lado se hizo perro. No me ha quedao ni el recuerdo, ni el dolor de tantas cosas. (bis) La luna cubrió el sendero y sigo con él a solas. Ni amor, ni pingo, ni apero, ni rastros de aquella tropa. Me queda sólo mi perro, que es la sombra de mi sombra.