La muerte del Gral. Sandino paso a paso Por Nicolás López Maltez Academia de Geografía e Historia de Nicaragua La Estrella de Nicaragua—febrero 2005 edición 302 Al final de la Primera Parte, comentamos: Presionados por el Gral. Somoza los 15 Oficiales de la Guardia Nacional, por unanimidad, estuvieron de acuerdo de ejecutar al Gral. Sandino esa misma noche del 21 de Febrero de 1934. Y firmaron el acta que la historia ha recogido con el nombre de «La muerte del César», acta que firmaron los 15 oficiales presentes en la reunión, y también la firmó el Tnte. G.N. Abelardo Cuadra que llegó un poco tarde («Eran 15 asesinos y conmigo 16», escribió Cuadra después); pero Somoza no firmó el acta. «¿Quién iba a ser el ingenuo que protestara o le dijera a Somoza que no firmaría la muerte de Sandino?», se preguntó Abelardo Cuadra, y expresó: «¡Ahí mismo lo hubieran jodido!». Los Oficiales G.N. que firmaron «La muerte del César», fueron: 1) Gral. Gustavo Abaúnza Torrealba (dueño del periódico El Centroamericano, de León); 2) Cnel. Samuel Santos (abuelo del actual Secretario de Relaciones Internacionales del FSLN del mismo nombre); 3) Mayor Alfonso González Cervantes, 4) Captn. Lizandro Delgadillo (que dirigió la ejecución); 5) Captn. Francisco Mendieta, 6) Captn. Policarpo Gutiérrez (apodado «El coto Gutiérrez», por haber perdido un brazo en la guerra contra Sandino); 7) Capitán Carlos Tellería, 8) Capitán Diego López Róiz, 9) Tnte. Federico Davidson Blanco, 10) Tnte. José A. López, 11) Tnte. Ernesto Díaz, 12) Tnte. César Sánchez, 13) Tnte. Abelardo Cuadra Vega, 14) Camilo González Cervantes (amigo de juventud de Somoza, que al firmar era empleado civil de la Guardia Nacional); 15) Un oficial de apellido Zelaya, cuyo nombre es ilegible en la firma y 16) Gral. Anastasio Somoza García, que ordenó a todos firmar, aunque su firma no la estampó en el documento. «Se redactaron dos actas» continúa narrando Abelardo Cuadra
«la primera la redactó el Capitán Francisco Mendieta, que era medio escritor, pero escribió todo de tal manera confusa que parecía que la orden de asesinar a Sandino la daba el Presidente de la República. Cuando se hizo esta observación, Somoza dijo que había que redactarla nuevamente. La segunda acta fue redactada por el Gral. Gustavo Abaúnza, que fue aprobada y es la que todos firmamos». El texto del acta es el siguiente: Cuartel General Guardia Nacional de Nicaragua Managua, Nicaragua. Los suscritos, miembros del Estado Mayor de la Guardia Nacional y altos oficiales del mismo cuerpo. CONSIDERANDO que el país pasa por un momento de angustia proveniente del nodesarme de las fuerzas del General Sandino, quien se había comprometido a efectuarlo el 17 de febrero pasado, valiéndose de subterfugios e imposiciones que van en mengua del buen nombre del Gobierno de la República y del Ejército que es la salvaguardia de las instituciones patrias; CONSIDERANDO que no nos cabe el derecho de deliberar, pero sí de robustecer la acción de aquél que tenemos como Jefe superior a fin de que él, en sus procedimientos, esté respaldado por la opinión unánime de los jefes y oficiales subordinados a su comando, ACORDAMOS dar un voto de confianza al Jefe Director de la Guardia Nacional, General Anastasio Somoza, a fin de que sus gestiones se encaminen a sacar avante el buen nombre de la República, de nuestro eximio Gobernante Dr. Juan B. Sacasa y de la Guardia Nacional, único cuerpo armado de la República, que es el sostén de las instituciones nacionales. Firmado de nuestra espontánea voluntad en la ciudad de Managua, a los veintiún días del mes de febrero de mil novecientos treinticuatro, a las siete de la noche. Somoza García citó a estos oficiales diciéndoles: «Ustedes son los de mi confianza», así nos lo testificó Abelardo Cuadra y continuó: «Nos dijo que iba a llegar a las 6 de la tarde, pero llegó dos horas después, y las palabras conque inició su interlocución fueron: “Vengo de casa del Ministro Americano, Arthur Bliss Lane, a quien
le he consultado el problema nacional, y le he expuesto que Sandino es un factor que interrumpe la tranquilidad nacional, quiere dividir la República de Nicaragua en dos territorios, uno de ellos bajo su absoluto mando; el Ministro está de acuerdo en que eliminemos a Sandino. Por eso los he reunido a todos ustedes y les pregunto: ¿qué dicen ustedes?”». Abelardo afirma en su narración: «Yo soy tan sincero, que en mi obra “Hombre del Caribe” confieso mis crímenes: yo asesiné a un hombre; y si yo no me cubro, ¿por qué voy a cubrir a los demás? Si yo había peleado contra Sandino en la montaña, enfrentando mi destino a otros destinos, me mataban o los mataba yo; pero asesinar así a Sandino, me pareció un terrible crimen, muy deleznable y cobarde». «Yo no estaba supuesto a estar en la reunión, pero Somoza me mandó a llamar con el Tnte. César Sánchez: “Dice el Gral. Somoza que te espera a las siete de la noche en su oficina”. Yo llegué ignorante de lo que se iba a tratar, a pesar de que veía la situación política muy tensa. Cuando llegué me encontre sólo con Oficiales de alta categoría que hablaban de cosas muy diversas sobre la situación, pero no se mencionaba nada sobre matar a Sandino. Como a las ocho de la noche llegó el Gral. Anastasio Somoza, y dijo lo que ya les narré: “Vengo de reunirme con el Ministro Americano, Arthur Bliss Lane...”». «Somoza propuso que Sandino fuese capturado cuando bajara de La Loma de Tiscapa, después de su reunión con el Presidente Sacasa; simultáneamente propuso que fuera atacada la casa de don Sofonías Salvatierra, Ministro del Trabajo del gobierno de Sacasa, porque ahí se hospedaban los Generales que andaban con Sandino». «Somoza planeó su coartada organizando un recital de la peruana Zoila Rosa Cárdenas en uno de los salones del Campo de Marte donde están invitados los Oficiales de la Guardia Nacional y sus esposas. Se comisionó al Capitán Lizandro Delgadillo para que con una patrulla de Guardias fueran los encargados de detener el automóvil de Sandino cuando bajara de La Loma de Tiscapa, donde estaba la Casa Presidencial. La única calle o avenida de bajada era la que entonces se llamaba la Avenida del Campo, que pasaba entre el Campo de Marte y el cuartel de El Hormiguero».
«Entre El Hormiguero y la Imprenta Nacional, que ya no existe, había un predio muy montoso y bastante alto, ahí se metió el Capitán Delgadillo disfrazado de Cabo con ocho Guardias, a esperar la bajada del carro de Sandino». «Después de la reunión con los oficiales, cuando ya estaba firmada el acta y preparado el plan para capturar a Sandino, el general Somoza se fue a la Casa Presidencial donde participó en la reunión donde estaba el Presidente Sacasa y el Gral. Sandino». «A esa hora Somoza ya había dado órdenes para que se controlaran todas las llamadas telefónicas, para que de la Loma de Tiscapa no saliera ninguna llamada, sólo entraran llamadas, para evitar que el Presidente diera contraórdenes a la hora de capturar a Sandino y tratara de evitar su ejecución». «El General Somoza se disculpó en la reunión de Casa Presidencial, explicando que se retiraba temprano porque tenía el compromiso del recital en el Campo Marte. Efectivamente se fue al Campo Marte a estar en el recital, donde cientos de testigos le verían cuando sonaran los balazos». «El Capitán Lizandro Delgadillo, jefe de la operación de capturar y ejecutar a Sandino, ordenó al Sargento Juan Emilio Canales, que después fue ascendido a Capitán y más tarde a Coronel, que cruzara el automovil Ford con placas G.N.5, bloqueando la Avenida del Campo enfrente del lote montoso donde estaban escondidos Delgadillo y los Guardias que emboscarían a Sandino. El Ford G.N.5 era un carro como eran los de la época , primitivo, sin vidrios en las ventanas y tenían un techo de lona». «Canales puso cruzado o sea oblicuo el Ford bloqueando la pasada de carros y quedó como un vigía para observar la bajada de las luces de los vehículos que salieran de La Loma de Tiscapa». «Después de la cena, Sandino se quedó conversando con el Presidente Sacasa, con su esposa María, los hermanos del Presidente, Antíoco y Federico Sacasa; el padre de Sandino, don Gregorio Sandino, don Sofonías Salvatierra, don Salvador Calderón Ramírez, el Gral. Horacio Portocarrero, el Jefe del Estado Mayor de Sandino, Gral. Francisco Estrada y el General Juan Pablo Umanzor. Hablaron de formar una compañía para la explotación de minas de oro en las cercanías de Wiwilí y el General Sandino les enseñó muestras de oro de esos lavaderos». Como a las diez de la noche, el General Sandino se despidió del
Presidente y los demás. Abordó el automóvil del Ministro Sofonías Salvatierra junto con su padre don Gregorio y sus generales Estrada y Umanzor. La otra persona en ese automóvil era el chofer de don Sofonías cuya identidad no recuerdo». «Conversando con el Presidente Sacasa, sobre el tema del nombramiento del Jefe Político de Las Segovias, se quedaron el que estaba propuesto para ese cargo, Gral. Horacio Portocarrero y don Salvador Calderón Ramírez, asesor del Gral. Sandino». «Cuando el Sargento Juan Emilio Canales vió las luces del automóvil que bajaba de La Loma de Tiscapa, avisó a la patrulla que comandaba el Capitán Lisandro Delgadillo. Mientras tanto Canales que tenía bloqueada la calle con el Ford G.N.5, fingió que estaba inflando una llanta del carro, pero en vez de aquellas bombas manuales de aire que se usaban entonces, lo que tenía era una ametralladora subThompson». «Al llegar el carro donde viene Sandino, el chofer le pide vía al supuesto chofer del carro cruzado que era Canales, quien inmediatamente les apunta con la ametralladora y les grita: “Manos arriba”. Los generales Estrada y Umanzor, que vienen junto al chofer en el asienteo delantero, se pistolean, o sea que sacan sus pistolas, pero Sandino les pone la mano y les dice: “Un momento, esto es una equivocación”, y yo digo en mi declaración: “La fortuna, mujer al fin, en ese momento le volteó las espaldas a Sandino”». «Entonces Sandino agregó:» «“Yo voy a arreglar la situación”, y dirigiéndose a Canales le dice: “Qué es lo que pasa, yo soy el General Augusto César Sandino”, y al escuchar esto salió Delgadillo con su patrulla de Guardias emboscados y le gritaron:» «“Si a vos es que te queremos hijueputa, manos arriba o los tiramos aquí mismo, entreguen las armas”. Todos fueron desarmados». En ese momento llegó otro automóvil que también bajaba de La Loma de Tiscapa. Era el carro de la joven Maruca Sacasa, hija del Presidente Sacasa, que iba a dejar a dos amigas a sus casas. Una de estas amigas era Matilde Bonilla Solórzano, que años más tarde contrajo matrimonio con el Dr. Luis Manuel Debayle Sacasa, cuñado de Anastasio Somoza García. En Miami ella nos confirmó
que este episodio narrado por Abelardo Cuadra es exacto. Ella nos dijo que vió pasar capturado a Sandino enmedio de los dos carros y las luces le iluminaron cuando lo llevaban a El Hormiguero y le vió la pistolera de cuero vacía, iba tranquilo y los Guardias estaban muy nerviosos. Agregó doña Matilde que Maruca Sacasa le reclamó a los Guardias y estos le contestaron mal. Este episodio lo confirma Abelardo Cuadra en la grabación que nos hizo. Estas son sus palabras: «En en momento de la captura viene bajando Maruca Sacasa, hija del Presidente y pide vía, pero no le dan pasada, entonces Maruca se baja indignada y se dirige al grupo de Guardias que ella no conoce: “Qué pasa, qué pasa, soy la hija del Presidente de la República”, entonces un Guardia que no supe si fue uno de los oficiales o un raso, le contestó con una barrabasada insolente: “Me cuelgo en la punta de las bolas a la hija del Presidente de la República”. Esto nos da una idea del estado deprimente de las relaciones entre Somoza y Sacasa, y la forma en que Somoza irrespetaba al Presidente, como una vez que me dijo al pasar el Presidente Sacasa durante un acto: “Miralo Abelardó, ese es mi prisionero de confianza”». «A Sandino, sus dos generales, don Sofonías y a su padre los meten custodiados en el portón de El Hormiguero. Ahí Sandino pregunta por orden de quién los capturan y los ultrajan». «Se llevan a Sandino en el camión G.N.1 y el Capitán Delgadillo se lleva al subTeniente Carlos Eddy Monterrey, que no asistió a la reunión porque era un subteniente descolorido. Y se los llevan al barrio Larreynaga, que estaba a las afueras de Managua, un barrio despoblado». «La misión de Delgadillo y su grupo era matar a Sandino; y Policarpo “El Coto” Gutiérrez junto con Davidson Blanco, con otro grupo, llevan la misión de atacar la casa de Sofonías Salvatierra. Convienen los dos grupos que cuando se oigan las descargas que matan a Sandino, disparen contra los jefes y soldados de Sandino que están dentro de la casa de Salvatierra». «Como yo cursé cuarto año de derecho, Somoza me nombró Fiscal Militar para que me encargara del proceso entero de la detención y muerte de Sandino y compañeros. Todas las declaraciones: la del chofer, las sirvientas de la casa de Sofonías Salvatierra, de don Gregorio Sandino, de Sofonías Salvatierra, la
de los Guardias que fusilaron a Sandino y sus generales; la de los que atacaron la casa de Salvatierra, en fin todas, completamente todas las declaraciones, llevan la firma de Abelardo Cuadra Vega o sea mi firma». «Cuando van transportando a Sandino y sus dos subalternos en el Camión G.N.1, el Sargento Segundo Somarriba, que es uno de los custodios de Sandino, quien va sentado con la espalda pegada a la cabina del camión, me dijo que Sandino llevaba las manos puestas en las rodillas y que le pareció que iba haciendo las cruces y que iba fijando las miradas en cada uno de los Guardias, sosteniéndolas fijamente por un momento, y me dijo Somarriba que hasta entonces le pareció que Sandino era un hombre especial, muy singular». «Llegaron al lugar en el barrio Larreynaga, un lugar oscuro y desolado, donde había un camino de carretas. Delgadillo le dice a Sandino que se baje. Y Sandino le pregunta: “¿Es que de verdad que me quieren matar?” Y Delgadillo le respondió: “Esa es la orden superior que tengo”». «Sandino era Masón Grado 33 y Delgadillo era Principe Rosacruz 18, como lo soy yo; entonces Sandino le apeló a la Masonería y Delgadillo le dijo que no podía hacer nada; pero Sandino también apeló ante Delgadillo recordándole Sandino que había sido su superior en la Guerra Constitucionalista Liberal y habían combatido juntos contra los Conservadores. Sandino reconoció a Delgadillo, y se lo recordó, que había sido un Capitán bajo las órdenes de Sandino en el combate de Las Mercedes en 1926. Y le pidió que los dejara en libertad. En eso hizo mucho más énfasis Sandino ante su ejecutor que del asunto de la Masonería. Entonces Delgadillo le dijo:» «“Mire General, voy a mandar un correo a ver si Somoza da la contraorden”». «En efecto, Delgadillo mandó a Juan Emilio Canales a decirle a Somoza que la ejecución estaba lista y que si había nuevas órdenes. Cuando llegó Canales al Campo de Marte donde se desarrollaba el recital, yo estaba al lado de Somoza y el emisario le habló al oído. El Gral. Somoza, sin un solo gesto en su rostro, y hasta un poco sonriente para disimular ante la concurrencia, le dijo a Canales:» «“Decile a Delgadillo que él tiene sus órdenes, y que las cumpla o me va a tener que responder a mi o que se aliste”. Eso yo lo escuché personalmente en forma directa y clara. Canales se puso pálido y se fue».
«Mientras llegaba el emisario, a Sandino y sus dos generales los tienen rodeados y parados en el camellón del camino carretero. Sandino pidió agua y se la negaron; después pidió permiso para ir a orinar, y uno de los Guardias le ripostó: “¡Orínese aquí, rejodido!”. Entonces fue el Gral. Francisco Estrada el que terció diciéndole a Sandino: “General, no les pida nada a estos hijueputas, deje que nos tiren”». «Con la llamada de atención de Estrada, el Gral. Sandino recuperó su condición de hombre de guerra, comprendió que todo está terminado, se metió las manos en las bolsas delanteras de su pantalón y después de unos segundos de meditación dijo su útima frase:» «“¡Jodido, mis líderes políticos me han embrocado!”» «Llegó Juan Emilio Canales, le dijo al oído a Delgadillo el mensaje de Somoza, y el Capitán Delgadillo habló con el subteniente Carlos Eddy Monterrey y le dió estas instrucciones:» «Mirá: vos te vas a volar a Sandino. Yo voy a estar allá, y señaló un punto un tanto retirado, cuando yo dispare mi pistola, vos disparás y das la orden de disparar al pelotón. Delgadillo no quería ver cuando mataban a Sandino por un asunto de la Masonería y porque había sido su jefe en la Guerra Constitucionalista Liberal de 1926». «Sandino se sentó en el camellón de tierra que forman las ruedas de las carretas, y acto seguido también se sentaron Estrada y Umanzor». «Monterrey sacó su pistola y se paró como a metro y medio de Sandino, le apuntó a la cabeza y esperó el disparo conque Delgadillo daba la orden de la ejecución». «Monterrey de dijo a los Guardias: “Cuando yo dispare, ustedes también disparan”. Monterrey estuvo atento al disparo de Delgadillo y cuando sonó el balazo, Monterrey disparó su pistola y atravezó la cabeza de Sandino de la sien izquierda a la sien derecha, casi simultáneamente dispararon todos los Guardias del pelotón, mataron a Estrada, a Umanzor, y al General Sandino. Y se terminó todo aquello». «En el otro escenario, cuando el Capitán Policarpo “El Coto” Gutiérrez y Davidson Blanco escucharon las descargas conque mataban a Sandino, atacaron de inmediato la casa de Sofonías Salvatierra».
«Sócrates Sandino, hermano de padre del General, se defendió a lo macho, muy valiente, como todo un hombre. Estaba leyendo en la casa, cuando escuchó los primeros disparos y comenzó a disparar. Reisparos y comenzó a disparar. Resistió el ataque desde una ventana con su revolver y logró herir a un Guardia, pero los atacantes eran muy numerosos y lo balacearon, fue a morir a la cocina sobre un cajoncito donde quedó doblado. Santos López logró saltar una tapia y recibió un balazo de refilón en una nalga. Más tarde le llevaron a Somoza la ametralladora de Santos López que había dejado en Teustepe, Boaco y le informaron que llevaba la herida engusanada». «Sócrates hirió a un Guardia que apodaban “Cususa”, el balazo le entró entre “cuero y carne” en el brazo que sostenía el rifle. Fue el único herido de la Guardia». «Los cadáveres del Gral. Sandino y compañeros fueron subidos al camión que los había traído, pero Delgadillo tenía sus órdenes, y esta es la primera vez que lo digo, Somoza no se iba a quedar conforme conque le dijeran “Ya los matamos y los enterramos”, sino que Somoza quería ver el cadaver de Sandino, y lo vió». «En el mismo camión G.N.1 subieron el cadaver de Sandino y compañeros y fueron llevados a un lugar apartado del Campo de Marte, donde el Gral. Somoza constató que el Gral. Sandino estaba muerto, después fueron subidos de vuelta al mismo camión, pasaron llevando los cadáveres de Sócrates y de un muchachito, hijo de la empleada doméstica, que murió de un balazo en la cabeza. A todos se los llevaron a los terrenos del Aeropuerto Xolotlán, cerca del entonces Hospicio Zacarías Guerra, donde Delgadillo tenía órdenes de enterrarlos». El dato de que el Gral. Somoza García quizo comprobar personalmente que el Gral. Sandino estaba muerto, y por tanto ver su cadáver, es un dato nuevo, sumamente interesante e importante. Concordamos con Abelardo Cuadra en que Somoza no se iba a conformar conque el Capitán Delgadillo le informara: «Ya matamos a Sandino y ya lo enterramos». Somoza estaba consciente que la consolidación de su poder dependía de asesinar a Sandino y además asumir la responsabilidad del crimen, como en efecto la asumió, no ante el pueblo nicaragüense, sino ante el poderío norteamericano que
posteriormente casi inmediatamente después le consolidó y le transmitió todo el poder sobre la Guardia Nacional y sobre Nicaragua. Con el asesinato del Gral. Sandino, quedaban vengados los soldados norteamericanos que murieron en Nicaragua luchando contra Sandino y su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional durante casi seis años, sin que los militares interventores con toda su fuerza aérea y toda su maquinaria de guerra lograran derrotarle. Debe evaluarse que todo el trabajo del Cnel. Henry Lewis Stimson ejecutado con su autoridad sobre el Presidente Adolfo Díaz y sobre el Gral. José María Moncada, gracias al pacto de El Espino Negro, fue abortado y frustrado por el Gral. Sandino que no solamente se negó a entregar sus armas, sino que declaró la guerra a Estados Unidos, representados por los Infantes de Marina que ocupaban Nicaragua. Seguramente que Stimson nunca olvidaría a Sandino ni le perdonaría. Después de este comentario, continuemos con el testimonio del exTnte. G.N. Abelardo Cuadra Vega: «Yo estaba a cargo de las comunicaciones de esa misión y permanecí al lado de Somoza, quien me tenía mucha confianza y me quería como a un hijo, entonces yo le pedí que me trasladara a constatar los entierros, en mi calidad de Fiscal Militar de las Investigaciones sobre la captura y muerte de Sandino y compañeros; además había tenido un altercado con el Capitán Tellería; y Somoza me concedió el traslado y me mandó al aeropuerto». «Cuando yo llegué al aeropuerto ya estaban ahí todos los cadáveres, el de Sócrates, el del muchachito, de Umanzor, de Estrada y de Sandino». «Al primero que me acerco es al cadaver de Sandino. Tiene la camisola y el pantalón por la portañuela y sus genitales inflamados. Me entra la sospecha de que lo han golpeado y llamo a los Guardias encargados de los cuerpos y les reclamo el haber ultrajado el cadaver del Gral. Sandino, y uno de ellos me explicó:» « “Vea Teniente, cuando él murió, nosotros lo cogimos de las manos y los pies, lo balanceamos y lo “hamaqueamos” para subirlo al camión, y como el camión es de estacas, y el cuerpo cayó una de las estacas y le golpeó los testículos, por eso se le ven inflamados”. Efectivamente yo miré una gota de semen en la punta del glande, y una mosca le entraba y le salía por la boca
que la tenía abierta». «Observé el cuerpo del Gral. Sandino, bien formado, pequeño, simétrico, sus espaldas bien proporcionadas, fibroso. Vi el cadaver del Gral. Juan Pablo Umanzor, le había entrado un “chorro” de balas al nivel de la oreja que lo atravezaron y le quedó un hueco del tamaño de un vaso, y el Gral. Francisco Estrada tenía diversos balazos en el cuerpo. Los Guardias le quitaron sus anillos, que eran baratos, de esos que venden en el mercado. El Sargento Segundo Somarriba le quitó al cadaver de Sandino un anillo de brillantes, y le quitaron su reloj, que lo cogió otro Guardia. Todo lo vendieron como ‘souvenires’, y el reloj lo compré yo, y a mi me lo quitó mi exesposa que vive en California». «Años después de la muerte de Sandino y compañeros, cuando me encontraba preso después que Somoza me había condenado a muerte un Sargento de la Guardia que no me quiso dar su nombre, me dijo: “Teniente, usted no se acuerda de mi, pero yo lo conozco a usted muy bien. Cuando nos quisieron bajar el sueldo en la Guardia Nacional, yo era raso y usted fue el único que defendió a los Guardias”. Después platicando y platicando llegamos al tema del asesinato de Sandino y le dije que yo sabía adónde estaba enterrado, y le conté sobre los entierros en el aeropuerto Xolotlán; pero el me sorprendió diciéndome:» « “Ahí los tuvieron, pero después los sacaron y los fueron a enterrar a la finca Santa Feliciana, detrás de la casa hacienda, cerca de Tiscapa. Se lo digo porque yo fui uno de los Guardias que abrió la tumba en el monte de la finca. Esa acción la dirigió el Capitán José Somoza, hijo del General, y decía que era para que la gente no hiciera romería a curiosear adónde estaba enterrado Sandino”». «Ese Sargento me pareció sincero, y talvez por eso es que no encontramos los restos de Sandino cuando los buscamos en los terrenos del aeropuerto Xolotlán, donde yo creía estaba seguro del lugar del entierro, pero si los sacaron y los trasladaron a Santa Feliciana, pues ya no se sabe en qué lugar de la hacienda quedaron los restos del General Augusto César Sandino...»