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Sociedad
LUNES 3/4/2006
ABC
EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE KAROL WOJTYLA 쮿 ACTOS EN EL MUNDO
| Rusia |
| Estados Unidos |
| India |
Misa solemne en la Catedral de Moscú
Un homenaje de oraciones y música
Tributo de fieles de otras confesiones
Unas 600 personas asistieron a la misa solemne que en la Catedral de la Virgen de la Inmaculada Concepción de Moscú celebró el arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz. La ceremonia de la catedral contó con la presencia del cuerpo diplomático, del Patriarcado de Moscú y de representantes de otras confesiones.
En Estados Unidos, fue la música la que rindió tributo a Juan Pablo II. Dos conciertos de órgano se celebraron en la catedral neoyorkina de San Patricio. En Washington, el centro cultural Juan Pablo II organizó una jornada de conmemoración con misa, conciertos y conferencias sobre el legado del pontífice polaco.
La Iglesia Católica de la India reunió a fieles de diversas confesiones. Cientos de personas, entre las que se encontraban líderes políticos, sociales y religiosos, acudieron a una concentración en Nueva Delhi. Allí se recordaron los logros de los 26 años de pontificado del Papa que «encarnaba la paz» y «reconocía el valor de las otras religiones».
Más un gracias tranquilo, menos lágrimas, que un año antes, cuando miles de polacos parecieron quebrarse en la plaza vieja de Cracovia y en las calles de toda Polonia, a las 9:37
Varsovia llora lágrimas de Verdi por su Papa TEXTO: RAMIRO VILLAPADIERNA ENVIADO ESPECIAL
VARSOVIA. Ayer música, poesía, flores y, naturalmente, miles de misas, subrayaron que para muchos Juan Pablo II es ya «un grande» de la reciente historia del mundo, pues «contribuyó definitivamente a cambiar el mundo», como adujo ayer su largo tiempo secretario y hoy arzobispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, ante el presidente de la república y el gobierno en el santuario de Lagiewniki. «Descienda tu Espíritu Santo y cambie la tierra, ¡esta tierra!», había sonado aquí en la plaza de la Victoria de Varsovia, en junio de 1979, en lo que es considerado la chispa del proceso que condujo al desplome del comunismo en Polonia y en el mundo. A los propios polacos les había invitado en cambio a «romper las cadenas del miedo», algo que iba cambiar pronto su relación con la policía. Ayer en la misma plaza, hoy de Pilsudski, se volvían a escuchar las palabras y las miradas volvían a encenderse, esta vez aguadas de lágrimas. Es impresionante la de horas que pueden pasar los polacos escuchando discursos y homilías de Juan Pablo II, no cabe duda de que para ellos hablaba un idioma especial.
tado trompetista, titular en la Deutsche Oper y en la Filarmónica Arturo Toscanini de Maazel, subrayaba «el honor de la confianza de Plácido y el significado de ser dirigido aquí y en un día así por un español». «El Réquiem es impresionante para la ocasión, ya ha visto qué bien ha sonado», dijo Baeza al término y antes de salir para Múnich con la Bayerische Rundfunk: «Independientemente de cuánto crea cada cual, no hay duda de la grandeza de este Papa y su significado para el mundo». La noche anterior había tocado en Roma, bajo Stelvio Cipriani, en el homenaje a Juan Pablo II del presidente y altas autoridades de la república italiana. En Varsovia, la embajadora italiana, que patrocinó el «Réquiem», dijo «agradecer a Polonia que diera al mundo un Papa así». Juan Pablo II era recordado con distintas ceremonias por toda Polonia. Todas las ciudades acordaron celebrar marchas de jóvenes, ese nuevo público que el Papa supo reconocer y reconectar con la Iglesia y sus enseñanzas. Los momentos más significativos fueron el Réquiem en Varsovia, la marcha de jóvenes en Cracovia que concluyó con la conexión por satélite de Benedicto
XVI ante la ventana de la antigua habitación del Papa, y actos en Gdansk y en Wadowice, el pueblo silesio donde nació. Ante la iglesia de Sta. María, donde Wojtyla fue bautizado en 1920, 8.000 personas celebraron una misa al aire libre por la pronta beatificación. «El golpe ha pasado», decía en la plaza central de Varsovia una pareja de estudiantes de ingeniería, Edyta y Maciej. «El vacío se ha ido llenando con sus enseñanzas, ahora es más fácil pensar sus palabras». La gente dice rezarle ya habitualmente: «Que proteja a nuestra familia», «que no olvide a Polonia», «que no lo abandonemos», eran algunos de los motivos. En Cracovia, el cardenal Dziwis recordó cómo «supo vivir plenamente en un mundo moderno y complejo» sin dejar de ser cristiano, incluso cuando le llegó «la cruz con aquel disparo». El sábado, un tribunal concluyó la recogida de testimonios para su beatificación, durante una misa pública en el castillo de Wawel por el propio cardenal Dziwisz. Los documentos, que incluyen el testimonio del general Jaruzelski o de Lech Walesa, fueron entregados a Slawomir Oder, postulador de la causa. Que aquí todos dan por hecha.
Con pompa y júbilo En el anexo Wielki Teatr, Varsovia lloraba ayer lágrimas de Giuseppe Verdi, un ejercicio no exactamente fúnebre, con pompa sí, como gusta en polaco, y con ese júbilo mediterráneo, muy católico pues: la muerte cercana, pero sin nihilismo, con todo su melodrama y su guiño de vieja amiga. Plácido Domingo dirigía ante las autoridades del país la «Misa de Réquiem» del patriota italiano, un autor que también prefería al pueblo a las élites. Magnífico el programa cantado por Adriana Damato, Cornetti, Beczala y Nikitin, en el que el plañir de las trompetas era limado poco a poco por la serenidad de los violines. La típica solemnidad polaca apenas ocultaba la sensación de fiesta, como señalaba uno de los jóvenes solistas de trompeta más solicitados en Europa, Martín Baeza Rubio (Almansa, 1972), llamado por Domingo para este homenaje. «Esto no es un funeral, la gente celebra en las calles e iglesias». El repu-
«Un Papa del pueblo» «Este Réquiem es una oración en su recuerdo», dice a este diario Plácido Domingo; «antes rezábamos por él y ahora podemos rezarle a él», añade emocionado mientras en Varsovia recuerda a ABC su experiencia con el Papa: «He cantado en tres ocasiones para él, en México, en el Central Park de Nueva York y en el Vaticano». También conserva en la memoria los dos encuentros privados que mantuvo con aquel Papa que «amaba realmente la
música y el arte», como lenguajes universales. En opinión de Plácido Domingo, Juan Pablo II «es el Papa más joven, más llano, más del pueblo que hemos tenido nunca»; una persona que entendía el anhelo de ideales de los jóvenes y «se hizo una estrella para ellos». La última vez que el tenor y director cantó para el Pontífice fue en 2002 en Ancona, «una cantata para la paz, que había escrito él mismo». Y dice que lo recordará como «una de las personali-
dades más importantes del mundo y posiblemente de la historia», de ahí el honor de «ser hoy parte de ese recuerdo», dirigiendo el principal acto del homenaje a Juan Pablo II que se ha organizado en Polonia. En esta fecha, Domingo tenía que haber estado cantando en París; posteriormente se habló de que dirigiera el «Réquiem» de Mozart en el Vaticano, pero Benedicto XVI optó por un programa «de recuerdo profundo», sin espectáculo.
Fieles polacos homenajearon a Karol Wojtyla