Daniel Medvedov
BIENESTAR
MADRID 2009
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Las fuentes del bienestar están cerca. Muy, muy cerca. Busca una plaza en la ciudad, cierra los ojos y camina, camina lentamente, sin miedo. No vas a tropezar con nadie, te aseguro. Cuando tienes los ojos cerrados, el Ser toma las riendas. Claro que hay que despertar. Retorna a ese punto neutro de la caja de velocidades de tu cuerpo, es el centro del Ser. Desde allí las cosas se ven bajo otra perspectiva. Dinero, salud, amor – ya estamos hasta las narices con ese refrán sobre los requisitos de la felicidad. Yo lo cambio por paz, silencio, dignidad. Si encuentro a alguien en paz, si alcanzo percibir su silencio y si llego acaso a sentir la dignidad que rodea a todos aquellos que están realizados, me basta. Atenta vigilancia, alerta máxima, concentración. No te disfraces con las ropas del apuro. No seas agonioso. Calma, las cosas llegan a su cauce espontáneamente, sin tu intervención. Es algo automático, suave, firme, fluido. A lo mejor tienes que estallar en mil sentimientos, el mundo te va a enrollar y desenrollar con todos los hilos de los tejedores y con los cabos de los marineros, pero no temas, hasta tienes derecho de fluir, dejarte fluir, sin apenas moverte. Me encanta visitar a mis amigos que rebozan de bienestar. Salgo de sus recintos con una gota para mi, también. Y luego la reparto a los desatinados, puedo compartirla con extraños, es una fuente inagotable. Cuando se vuelve cascada, remonta un ruido de grandes aguas, como un zumbido de abejas, como gorjeo de niños que aún no saben hablar, como trino de pájaros bul-bul – CATADUPA. Escribía Georg Christoph Lichtenberg, por los años 1770 – “ Un excelente amigo mío me confesó una vez que, cuando se sentaba con mucho apetito ante un plato bien servido, sentía siempre en su interior la viva esperanza de que alguna vez llegaría a ser un gran hombre. Este sueño lo ha defraudado. No ha llegado a ser un gran hombre, pero sí uno muy bueno y provechoso.” (G.C. Lichtenberg, /F499, Breviario de Aforismos, Círculo de Lectores, Barcelona, 2000, Trad. De Juan del Solar, Pág. 146)
Ese amigo suyo era él mismo, no lo dudo. La meta es el anhelo y en ello se funden miles de deseos. Anhelar no hiere a nadie, no te hace daño, no molesta. Tienes derecho de un anhelo, pues no se puede anhelar en cantidad, sino en calidad. Hay un campo de estudio de la Semiótica llamado “Métodos cualitativos”. Alguna vez he dictado esta materia en una universidad católica latinoamericana. Era un postgrado de Comunicación Social y todos los alumnos tuvieron que hacer un trabajo que consistía en cien preguntas. No les he pedido responder a ninguna de ellas. Pero el sólo hecho de preguntar fue para cada uno un verdadero parto.
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Cuando les separé las preguntas en diez clase – preguntas sobre la familia, preguntas sobre la salud, preguntas sobre el dinero, preguntas sobre el estudio, preguntas sobre el amor, preguntas sobre el trabajo, preguntas sobre el juego, preguntas sobre la creatividad y el cambio, preguntas sobre el mundo mágico y preguntas sobre la existencia – entonces respiraron en calma. Eran sólo diez preguntas sobre cada uno de estos temas cruciales. Quien respondía era el profesor. Y reunidos todos los trabajos, digamos que eran más de treinta, descubrí que la mayoría de las preguntas ¡eran las mismas¡ Sólo tuve que responder a cien, y luego repartir las respuestas a cada uno. ¡Era un método cualitativo! Reducir la cantidad a la cualidad. ¡Qué juego tan curioso ocurre en el uso de la u en la palabra cualidad! Los cubanos han transformado la cantidad en cualidad en la expresión ¡Te quiero cantidad! Uno de los métodos para descubrir el bienestar es transformar la cantidad en cualidad. Otro método es reducir al mínimo los compromisos. Todos tenemos obligaciones y deberes y tales cosas no se pueden reducir, al menos que se cumplan. Luego, también, gozamos de nuestros premios y sufrimos nuestros castigos, es natural. Y ser natural es, tal vez, lo más difícil de todos los acontecimientos. Cómo actuar en una situación ha sido, desde siempre, un dilema para todo individuo. No se puede decir como peo se sabe que hay diez maneras de enfrentarse a una situación: 1. Aceptarla con generosidad y calma 2. Quedarme firme, sin moverme 3. Adaptarme a ella, y, tal vez pagar una aduana, hacer un trato, salir del paso a través de un negocio entre las partes 4. Estudiar el fondo de las cosas allí involucradas, bucear hasta las honduras de sus causas, investigar el origen y las fuentes del desamparo que ocurre por doquier, buscar una solución 5. Romper, explotar, luchar ferozmente pero en calma, actuar con vehemencia, pero no con ira, combatir, a través de la defensa y del ataque, con estratagemas bien calculadas y táctica bien aplicada 6. Trabajar, laborar, construir los cimientos de una edificación desde la cual tendremos el amparo y baluarte de nuestros argumentos 7. Jugar, inventar una broma, tomar la situación como un chiste, y con el arte de la música y de la danza, escabullirnos por el resquicio menos advertido por los demás 3
8. Cambiar drásticamente hacia otro espacio y tiempo, crear nuevas vías de escape, poetizar los apremios y saltar los obstáculos, volando, corriendo, deslizándonos, mudando la piel como un tigre 9. Implorando las artes secretas de la tradición y del folclore, en ese trance es preciso saber que todo es mágico, y, en consecuencia, hay que emular a los antiguos y solicitar apoyo del mundo hermético de los poderes visinvisibles 10.Dejarse en manos de lo Sublime, el apoyo sutil de todo lo vivo, que ni siquiera necesita ser solicitado, pues bien sabe lo que cada uno, en su interior, mide y pide Con ese arsenal en nuestras manos, estamos listos para actuar. Aunque hayas leído muchos libros, aunque hayas viajado por muchos países, aunque tengas muchos años y el cabello blanco, no es seguro que hayas entendido y comprendido cabalmente lo leído, lo visitado y lo vivido. Por tanto, se requiere una cierta modestia natural para mostrar y demostrar tu experiencia y el gracioso consejo de los años. Tampoco necesitas escribir grandes y gruesos libros para ostentar tus conocimientos. Un libro grueso es un ladrillo, tanto para el autor, como para el lector. Con cien páginas te basta para decir todo y más. Y el que lee tampoco necesita cien páginas para darse cuenta que el texto es un desastre. Adopta el principio de la economía: con pocas palabras, basta. El bienestar que genera una lectura graciosa es más importante que todos los conocimientos ventilados a los ocho vientos. Soy partidario del bienestar. Pertenezco a la peña de los mercachifles del bienestar. Nos reunimos a las doce del mediodía, aunque sea de noche. Venimos todos de Oriente y vamos hacia Occidente, para encontrar un guía que nos ilustre. Y de repente, desde las filas mismas de nuestra peña singular, surge un baquiano, que andaba incógnito a nuestro lado, y no guía hacia los Campos Elíseos del bienestar, la Makaronesia de los mitos, el País de Ningunaria. Me hace mucha gracia saber que este era el nombre antiguo de las Islas Canarias, en el mundo de Odiseo, de Mister Nadie, de Mac Giver, del Capitán Nemo. Me despido con un limerick:
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Había un hombre en la Isla de Malta Era Caballero del Bienestar Se las pasaba comiendo trozos de palta Y parecía un Oso Polar
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