Viejo Pavo

Vincent Van Gogh y Marilyn Monroe Mi barranco de los 70s

Viejo pavo por: Degnis Romero ¿Pa’ qué te digo que no, si sí? Acabo de cumplir los sesenta y seis otoños (porque si digo primaveras paso a ser el hazmerreír); pero como te digo esto, te digo lo otro: He sido fuerte como la roca, aguantador; aunque aquí donde me ven, me siento agotado y consumido. He sido usado y desechado por cuanta mujer le ha dado la gana, me han tratado como objeto sexual. Me aman, me dejan y me recogen a su antojo. Aunque siempre me acuerdo de aquel dicho: Mejor desgastado que oxidado. Sin embargo, en mi caso particular la cosa ya ha tomado matices intensos, porque últimamente ando como carretera vieja, sin entrar en mucho detalle. 1

Resplandecí en este mundo el día 27 de agosto de 1943 y, cosa contradictoria, soy del signo Virgo. Me defino como analítico, perfeccionista, desconfiado, intuitivo, frío (no frígido), metódico, estudioso, irascible, reservado, inseguro y tímido, de lo que se aprovechan las damas para atropellarme. Desde que era mozuelo he sido víctima de féminas seductoras, subyugantes y avasallantes. Sobre todo a partir de los años setenta, cuando comenzó a arreciar el chaparrón de la furia pasional en la generación de veinteañeras, con el cuento del Amor Libre y el canto de Trino Mora con Libera Tu Mente y Sé Tú Mismo(a), todo para Mi Tristeza. Es así, porque muchas se derretían escuchando al Henry Salvat con Las Brisas de Pamplonita y me obligaban a tarareársela. ¡Había que calárselo! A otras tantas se les iban los tiempos con los Punto Seis y Chiquilina, ¡Criiistooo! La mayor parte de esa década estuve en el mismo plan romanticoide en contra de mi voluntad; adicionalmente era pasto de la lujuria de unas criaturas que gozaban con las canciones e interpretes de moda: Jeanette, Soy Rebelde; Elio Roca, Como Deseo Ser Tu Amor; Carlos Javier Beltrán, Que Seas Feliz; Silvana di Lorenzo, Me Muero Por Estar Contigo; Mocedades, Tómame o Déjame; Roberto Carlos, Detalles; Los Diablos, Un Rayo De Sol; Los Terrícolas, Vivirás; Heleno, No Son Palabritas; Los Pasteles Verdes, El Reloj; King Clave, Los Hombres No Deben Llorar; Santabárbara, Charly; José José, El Triste; Los Ángeles Negros, Como Quisiera Decirte; Nelson Ned, Si Las Flores Pudieran Hablar; y muchísimas más.

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Algunas vibraban cuando sonaba la canción que se identificaba con su propio nombre, entre las que estaban: Eva María, La Formula V; Lisa Ya No Eres Tú, Nicola di Bari; Nohelia, Nino Bravo; Mary Es Mi Amor, Leo Dan; entre otras. Por cierto, ¿Qué será de la vida de Gimeno y Mis Lágrimas? Menos mal que desde el mismo año 1970 también pululaban individuas súper chéveres, que eran apasionadas a otro tipo de baladas emergentes que se esparcieron en los primeros años de esa prolífica década. Esa música copó la escena con interpretes y canciones así: The Hollies, He Ain’t Heavy, He’s My Brother; The Guess Who, American Woman; Melanie, Lay Down; George Baker Selection, Little Green Bag; The Brotherhood of Man, United We Stand; George Harrison, My Sweet Lord; Marmalade, Reflections of My Life; Ten Years After, I’d Love to Change the World; Dusty Springfield, Son of a Preacher Man; The Ides of March, Vehicle; Shocking Blue, Venus; Bee Gees, How Can You Mend a Broken Heart; Carole King, It’s Too Late; Roberta Flack, Killing me Softly with His Song; Demis Roussos, Forever and Ever; y un bojotón más. Luego, a partir de 1973, me puse a la moda disco con Love Unlimited Orchestra de Barry White y Let the Music play, o Love’s Theme. Las pavas me estrujaban en The Flower Discotheque y otras, hasta que llegó la Fiebre del Sábado por la Noche, con Travolta y compañía. A mi me tocaba tratar de Stayin' Alive como los Bee Gees, así llegué al fin de la década. Ha sido difícil adaptarme a las exigentes doncellas y al glamour del ambiente, para estar a tono con la moda y el look personal, pero las relaciones siempre fueron pasajeras.

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En 1972 tuve la suerte de caer en manos de una catira espectacular que todavía tenía las secuelas de hippie de los sesenta y que casi no cabía en los chorcitos recortados de blue jean que usaba. La tipa, además y gracias al creador, era rockera; ese año me secuestró para llevarme al concierto de Tierra Rara (Rare Earth) en Valencia, donde escuchamos I just want to celebrate y otras, lo que resultó algo apoteósico. Era la primera vez que se presentaba un grupo extranjero de esa envergadura en este país y, para complemento, estuvo de telonero el Grupo Syma con su éxito I don’t know why. Con la catirrucia la pasé de maravilla; nos íbamos de rumba los sábados a Maracay y nos instalábamos en la discoteca La Hipotenusa (lugar magnifique). Se bailaba Mami Blue y Children, Children o cualquier otra movidita, mientras yo me adormecía en los catetos adyacentes de la mujer. Los domingos íbamos a ver el béisbol (temporada que ganó el glorioso equipo caraquista) y, cantando Escaleras De Tu Mente de La Fe Perdida, ligábamos que alguno bateara la escalera. El resto del día y buena parte de la noche era Tiempo Para Amar, al ritmo de Azúcar, Cacao y Leche. Pero al año siguiente se fue para los States y me dejó como la versión Alone Again de Los Tres Tristes Tigres, Solo Otra Vez. Desde entonces caí en las garras de lobas que me han vuelto polvo cósmico, y de un tiempo a esta parte la cosa se ha puesto pelúa. Lo que se me acerca son las veinteañeras de los años setenta y ya no estoy para esos trotes. ¡Qué vao! ¡No me la calo! Me voy para USA, me compro una Harley, hago la Ruta 66 y me levanto una gringa de los 70s.

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