ALGO MUY COMUN Carlos Peña Oye Lucía, y ¿este vestido? - Preguntó Jaime con áspera voz. Ella que estaba terminando de secarse el cabello, sentada frente a su espejo, no le escuchó por el ruido de la secadora. Jaime tomó el vestido y se plantó frente a ella, cuando los ojos de Lucía se cruzaron con los de jaime, este le aventó el vestido sobre sus piernas y le repitió la pregunta en forma más brusca: -Te pregunté que ¿qué diablos es este vestido? Ella apagó la secadora, - Jaime ¿qué te pasa? - preguntó ella, sorprendida. Jaime se pusó rojo, no era la primera vez que encontraba vestidos asi en el guardarropa de su esposa, vestidos que él no le había comprado, pero este era el más fino que había hallado y quería respuestas, desde que Lucía había empezado a trabajar, la veía rara, como ocultandole algo y eso le molestaba demasiado... era la hora de aclarar las cosas. - Te lo voy a repetir por útima vez, Lucía, ¿de dónde salió este vestido? - Esta vez el tono de su voz era fuerte y violento. -Jaime, lo compré hace dos días, en la tienda de ropa, ¿por qué? - respondió ella con voz quebrada. ¿Asi?... y... ¿Por qué no me lo habías enseñado?... y los otros.. ¿También los compraste en la tienda de ropa? - Su tono fue sarcástico. ¿Los otros? - preguntó ella, tímidamente. Si - grito Jaime... Los otros malditos vestidos que tienes escondidos en el guardarropa... Son varios, ¿Crees que no los había visto?... Lucía, dime, Lucía, ¿Para qué y por qué están esos vestidos aquí? -Jaime, no comprendo... ¿Por qué estas tan alterado?... Esos vestidos los he comprado yo, los necesito para mi trabajo, tengo que vestirme bien, estar presentable, es un banco Jaime, por Dios, no voy a ir a ese lugar como me visto para ir de compras.- respondió ella calmándolo. Jaime se mordía la lengua... No creía eso de que "-Yo compré esos vestidos"- algo le decía que aquello escondía otra cosa, y cuando a él se le venía una idea así, es porque era verdad. -Dime- dijo, volviéndose hacia la ventana del apartamento- ¿tienes los recibos de compra? -No, no los tengo- dijo ella. -Jaime, ¿qué tienes?... ¿A qué viene todo esto?... Es tarde, tengo que apresurarme sino llegaré tarde... mira, mi amor, no tengo tiempo de hablar contigo en este momento, alcaramos las cosas cuando vuelva... ¿si?- Lucía se acercó amorosamente a su marido, que se apoyaba con ambos brazos al marco de la ventana... mirando al suelo, respirando ahogadamente... Ella le dio un beso en el cuello... volvió a su espejo, terminó de peinarse, se dio un toque de maquillaje, se pusó sus medias, el vestido, se calzó los zapatos, tomó su bolso y salió del apartamento... ya en la
puerta a punto de salir... vio a su marido que no se había movido un milímetro... -Jaime... hablamos cuando regrese... ¿si?... por favor. - su voz sonaba suplicante. La puerta se cerró... y Jaime quedó solo en la habitación... Le temblaba el cuerpo, se sentía muy mal, tenía ganas de gritar, de romper algo... pensaba y pensaba... "Lucía... he sido un buen esposo... lo sé, te he dado todo lo que has querido, hasta donde me ha sido posible, yo sé que tu deseo de ser madre no ha podido realizarse y sé que el doctor estúpido ese, dijo que era yo el del problema, pero tú y yo sabemos que no es posible, sé que perdí mi trabajo hace poco y que tuviste que empezar a trabajar en ese banco, pero tú sabes que no es mi culpa que ahora esté desempleado, tengo mi orgullo y el hijo del director te miraba de una manera que no podía tolerarlo, por eso le partí la cara... sé que te sientes lejos de tu familia, que te hace falta ver a tus padres y a tu hermano, pero ya sabes, ellos su vida y nosotros la nuestra, tu madre siempre entrometiéndose, aconsejándote en mi contra, nunca lo escuché pero sospechaba, y tú sabes que cuando sospecho es porque es verdad, tu padre, un inepto, lo siento, es tu padre pero ya ves... siempre tildándome de borracho e irresponsable, él no sabe nada de mi, de mis problemas, de mi manera de ser, no es mi padre, no tiene nada que decirme, por eso fue que aquella vez estuve a punto de golpearlo, fue cuando intervino tu hermano, ese tarado señorito que siempre ha tenido todo en las manos, se atrevió a insultarme y tú sabes que a mi nadie me grita en la cara, por eso le dí su merecido, y encima de que yo había sido la víctima, todavía querían que pagara el hospital, no señor, él se lo buscó... Lucía, sólo tú me quieres, sólo tú me comprendes, no quiero perderte... no quiero, NO!... Lo de la maestra del gimnasio fue algo que pasó y ya... tú lo comprendiste... uno es hombre y la carne es débil... me perdonaste... claro que no era la primera vez... lo de Carmen la esposa del ingeniero fue por las copas, tú sabes, uno borracho comete errores, y aquello con Sofía pues... eran cosas del pasado, novia de juventud que no había visto en años y además fue ella la que me sedujo.. eso te lo expliqué muchas veces y me perdonaste... eres un ángel... siempre buena conmigo... me recuerdas a mi madre en algunas ocasiones, papá... bueno, mi padrastro llegaba borracho y le pegaba, le gritaba, le arrancaba sus cabellos... y ella siempre callada, sumisa, una buena madre ella... yo sé que en algunas ocasiones te he puesto la mano encima mi Lucía, pero no como lo hacía mi padrastro, no... además yo tengo mis razones, tú sabes que me gusta ser atendido, mi ropa limpia, mi comida bien hecha, y luego con estos dolores de cabeza que me dan... el ruido, Lucía me vuelve loco... y a veces me he puesto de nervios con tus cosas y no queda alternativa. En el sexo no te he fallado... he venido borracho y te he cumplido, y eso no lo hace cualquiera... lo que dice el doctor es idiota, esa patada que me dio mi padrastro cuando era yo un muchacho no creo que me haya afectado. Por favor Lucía no quiero seguir pensando en esos vestidos... yo sé que a alguno de esos maricas que trabajan contigo le gustas... lo huelo, lo siento, lo sé... te están proponiéndo cosas y tú las estas aceptando... lo sé... este dolor de cabeza es tu culpa, maldita sea... Además, te recuerdo que aunque no estemos casados, el compromiso es igual, hasta que la muerte nos separe... Y no me voy a casar, para no darle gusto a la bruja de tu madre... vieja alcahueta... en mi casa decido yo, yo y nadie más que yo... Estas rara Lucía... muy rara... esos vestidos, esas medias, esos zapatos... ese bolso... tanto cuidado con el pelo, con el maquillaje... ¿Para qué te maquillas?... seguro que para coquetear... para verte bonita con el que te regaló los vestidos... maldita sea... Pero de mí no se burla nadie... Me dejaste solo, me abandonaste... No vas a volver... lo sé... y tú, Lucía eres mía y nada más que mía... Una mujer es de su hombre... así decía mi padrastro, así lo dicen mis hermanos y así lo digo yo... porque asi es como debe ser... Ya te dije, Lucía... hasta que la muerte nos separe..." Las venas de las sienes de Jaime estaban hinchadas. Se dirigió al baño. De detrás del depósito de agua del sanitario, sacó una caja de zapatos, la abrió y sacó de adentro una pistola y varias balas que allí
guardaba. Colocó las balas en la recámara del arma, le puso el seguro y se la calzó en la cintura. Se dirigió al lavabo, abrió la llave del agua fría y se empapó la cara... se vio al espejo... "Maldita perra, de mi no te burlas"... su pensamiento se hundió en sombras profundas. En la mañana siguiente, se podía leer en el periódico matutino: "UNA CAJERA DEL BANCO CENTRAL FUE MUERTA DE DOS BALAZOS, LA TARDE DE AYER, POR EL QUE PARECE ERA SU COMPAÑERO DE VIDA. EL INDIVIDUO FUE ACRIBILLADO POR LA POLICIA LUEGO DE HABER ABIERTO FUEGO CONTRA LOS SERVIDORES PUBLICOS. YA SE HA ABIERTO LA INVESTIGACION PARA DETERMINAR LAS CAUSAS DE ESTA TRAGEDIA APARENTEMENTE DE RAZGOS PASIONALES." Una nota más, una nota común en los diarios de cualquier país... Un drama privado que se hace público sólo hasta que ya no hay marcha atrás. ¿Hasta cuando?