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Los sábados de ABC
SÁBADO 10/12/2005
ABC
PROPUESTAS Y LUGARES Las noches de Berlín aspiran a recuperar un pulso perdido. El local más importante y ambicioso acaba de abrirse. Lleva el nombre de Goya y acoge un bar de pinchos, un «txoko» y un restaurante de cocina moderna vasca
La organización desarrolla 130 proyectos sanitarios anuales, por un valor cercano a los 25 millones de euros
Los «médicos voladores» no son un grupo de trapecistas, sino una ONG de africanos y para africanos que funciona con gran eficacia
Una cena con sabor africano
A
veces nos preguntamos qué hacen los africanos para cuidar de sí mismos. Sabemos que necesitan ayuda de forma ineludible, pero las noticias que llegan de aquel continente suelen ser tan malas siempre, que nos invade la tentación de tirar la toalla o de reprochar a los africanos —sobre todo a los pueblos del área negra— sus propias dificultades. Y es que una de las cosas peores que le sucede a África es que el torrente de datos negativos ahoga los éxitos, los esfuerzos y las esperanzas de quienes pelean por cambiar los acontecimientos. ¿Que qué hacen los africanos para cuidar de sí mismos? Lo que pueden, aunque las circunstancias políticas no suelen favorecerles. Pero cuando encuentran una salida la aprovechan como pocos. Un ejemplo es el de la Fundación Africana para la Medicina y la investigación, más conocida como AMREF Flying Doctors. Se trata de una ONG, pero no es otra generosa y esforzada ONG «blanca» y occidental, sino con sede en África (Nairobi, Kenia) y gestionada por los propios africanos. Creada en 1957 por profesionales de la medicina, es la principal ONG sanitaria sin ánimo de lucro, aconfesional y apolítica que opera en el continente. Cuenta con oficinas permanentes en Etiopía, Tanzania, Uganda y Sudáfrica, además de Kenia.
Sus 600 profesionales, en un 95 por ciento de los casos africanos, combaten el SIDA, que es el azote más atroz y espectacular, pero no el único —ahí están la tuberculosis y la malaria—. Otro campo de trabajo es el de la prevención y las condiciones hidrosanitarias. AMREF forma profesionales de la salud, y ha creado un laboratorio sobre las enfermedades más características africanas, de referencia para los países del área. El apellido «flying doctors», o médicos voladores, se lo ha ganado la ONG con el servicio aereo que transporta profesionales, quirófanos y medicamentos a zonas de difícil acceso. En España cuentan con delegaciones y asociados que conocen el trabajo de la AMREF. Pero necesitan más: más asociados y más dinero. A corto plazo, para un programa de atención a adolescentes y enfermos de SIDA de los barrios marginales de Addis Abeba , en Etiopía. Y para lograrlo han organizado el próximo 13 de diciembre, a las 21.00 horas una cena-cóctel en el restaurante Arola del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. La cena la servirá Sergi Arola, con fondo de música africana. La entrada es de 100 euros. AMREF. Pío XII, 57. 28016 Madrid. Tel: 913430211, amref@fundacionamref. org
Berlín: la noche se llama Goya B
POR RAMIRO VILLAPADIERNA CORRESPONSAL EN BERLÍN
erlín ha hecho siempre esquina con la noche en la plaza de Nollendorf y adyacentes callejones de luz sesgada. Pero tras la brillante inauguración del Goya, parece que incluso en esta capital informal la noche vuelve a ser un ejercicio sofisticado, en la estela de aquel Berlín weimariano, ajeno a la crisis mundial y el auge del nazismo, que enloquecía en este mismo local por escuchar a los prodigiosos Comedian Harmonists, cuya ironía y velocidad vocal impresionarían hoy a un rapero, sobre todo si tuviera que declinar en alemán. El III Reich deshizo a los Harmonists —la mitad judíos— como aniquiló para el resto del siglo aquellos breves años en que Berlín fue la capital del mundo que narró Isherwood, al menos la más febril e histriónica, con la mejor ciencia pero también los mejores cabarets y canciones como «Veronika, der Lenz ist da», «Blauer Engel» y «Falling In Love Again». «Berlín vuelve a salir de noche» es ahora el lema y compromiso del nuevo club «Goya», que aspira a figurar en la
agenda del ancho mundo junto a La Perle de París o el Heaven de Londres. El Goya abre sus puertas en el que fue teatro «am Nollendorfplatz», en el picante y cabaretero barrio de Marlene Dietrich, local dirigido en tiempos por Erwin Piscator y que luego fue el Metropol de los 70, donde actuaron David Bowie e Iggy Pop, y finalmente un decadente caseron abandonado en la prisa de la reunificación.
Tirar el champán Es justo aclarar que la noche berlinesa ha seguido siendo notoria por marcar el espíritu de su tiempo, ese «Zeitgeist» que dicen, como cuna del tecno alemán, refugio de la subcultura de los 80, del cyberpunk y la electrónica a principios de los 90, finalmente joven república «cool» y bohemia de los 2000.
Pero la coincidente crisis económica había restado glamour a esta deshinibida capital cultural que evita cuidosamente creer que lo es de nada. La noche sorteó la crisis cediendo a la frugal moda de plantarse en tal o cual club ilegal «ultra fashion», colándose en un edificio en obras con posible intervención policial: Lo contrario al «bling, bling» extravagante y gangsteril de otras capitales. Berlín carecía de un sito donde sacar 500 euros y encargar que corriera el champán. Prueba inusual de la estrechez es que el Goya, un ambicioso empeño del conocido noctámbulo local Peter Glückstein, ha invitado a sus futuros clientes a convertirse en accionistas, y 2.500 han comprado paquetes a partir de 4.000 euros. Cuatro años de trabajos y 11 millones ha costado reconvertir el Metropol, edificio guillermino de 1906, diseñado por Albert Fröhlich y ahora transformado por el renombrado Hans Kollhoff. El resultado emana un chic frío: entre el purismo zen, en elegante blanquinegro, y el barroco de las 12 columnas y 13
El «Goya» está pensado para disfrutar con la música, la decoración algo fría, y la cocina vasca