Conocemos Los Elementos Del Texto Narrativo.docx

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SESIÓN DE APRENDIZAJE TÍTULO: “LOS TEXTOS NARRATIVOS Y SUS ELEMENTOS” DATOS INFORMATIVOS INSTITUCIÓN EDUCATIVA ÁREA DOCENTE

“ENRIQUE MILLA OCHOA” COMUNICACIÓN JAVIER SOLSOL CARHUANCO

GRADO TRIMESTRE / BIMESTRE UNIDAD

5TO I

01

SECCIÓN DURACIÓN FECHA

B 2 HORAS

III.- PROPÓSITOS DE APRENDIZAJE COMPETENCIAS Y CAPACIDADES

DESEMPEÑOS

Escribe diversos tipos de textos en su lengua materna.

Escribe diversos tipos de textos con algunos elementos complejos y con diversas temáticas; a partir de sus conocimientos previos y en base a otras fuentes de información.

ENFOQUES TRANSVERSALES

Enfoque intercultural

Organiza y desarrolla las ideas de forma coherente y cohesionada. Adecúa el texto a la situación comunicativa Utiliza convenciones del lenguaje escrito de forma pertinente Reflexiona y evalúa la forma, el contenido y contexto del texto escrito IV.- VALORACIÓN DE LOS APRENDIZAJES CRITERIOS DE EVALUACIÓN

Participa en la redacción de su texto narrativo.

EVIDENCIA DE APRENDIZAJE Escribe un texto narrativo con coherencia.

ACCIONES OBSERVABLES Describe las características de los diferentes tipos de textos.

INSTRUMENTOS DE VALORACIÓN

Lista de cotejo.

V.- ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO DE CLASE Momentos

Motiva ción

Inicio

Propósito didáctico

Estrategias Reconoce características de textos narrativos y los escribe. Leen: Los tres astronautas.

Saberes previos

- Realizan la comprensión del texto con ayuda de una ficha. ¿Cuál es la estructura del texto leído?

Conflicto cognitivo

- ¿Qué tipo de texto hemos leído? ¿Cómo lo sabes? - Se presenta el tema: Texto Narrativo. - Se entrega a cada grupo diferentes tipos de textos para que los describan (narrativo, descriptivo e informativo). A través de lluvia de ideas definen texto narrativo y enumeran los elementos del texto narrativo, partes del texto narrativo. - Realizan actividades de aplicación: * Leen “El Zar y la camisa” y completan un mapa semántico. * Luego un estudiante voluntario relata un texto narrativo de su preferencia. - Responden: ¿Crees que es importante escribir textos narrativos? ¿Por qué? - Se invita a los estudiantes a escribir un texto narrativo. - Elaboran plan de escritura

Desarrollo

Materiales y recursos - Textos - Fichas - Hojas - Cuentos - Pizarra

Momentos

Cierre Tarea o trabajo en casa

Materiales y recursos

Estrategias - Imaginan la historia que les gustaría contar. Se dan sugerencias. - Escriben sus textos narrativos y los ilustran. - Intercambian sus textos y se coevaluán. Realizan las correcciones y elaboran la versión final. - Se concluye la sesión reforzando la importancia de los textos narrativos. Realizan metacognición: ¿Qué aprendí? ¿Cómo lo aprendí? ¿Cuáles fueron mis logros? Escriben textos narrativos y los colocan en el portafolio.

VºBºSUBIDIRECTOR

DOCENTE

LOS TRES ASTRONAUTAS Era una vez la Tierra. Era una vez Marte. Estaban muy lejos el uno de la otra, en medio del cielo, y alrededor había millones de planetas y de galaxias. Los hombres que estaban sobre la Tierra querían llegar a Marte y a los otros planetas; ¡pero estaban tan lejos! Sin embargo, trataron de conseguirlo. Primero lanzaron satélites que giraban alrededor de la Tierra durante dos días y volvían a bajar. Después, lanzaron cohetes que daban algunas vueltas alrededor de la Tierra, pero, en vez de volver a bajar, al final escapaban de la atracción terrestre y partían hacia el espacio infinito. Al principio, pusieron perros en los cohetes: pero los perros no sabían hablar y por la radio del cohete transmitían solo "guau, guau". Y los hombres no entendían qué habían visto y adónde habían llegado. Por fin, encontraron hombres valientes que quisieron trabajar de astronautas. El astronauta se llama así porque parte a explorar los astros que están en el espacio infinito, con los planetas, las galaxias y todo lo que hay alrededor. Los astronautas partían sin saber si podían regresar. Querían conquistar las estrellas, de modo que un día todos pudieran viajar de un planeta a otro, porque la Tierra se había vuelto demasiado chica y los hombres eran cada día más. Una linda mañana, partieron de la Tierra, de tres lugares distintos, tres cohetes. En el primero iba un estadounidense que silbaba muy contento una canción de jazz. En el segundo iba un ruso, que cantaba con voz profunda "Volga, Volga". En el tercero iba un negro que sonreía feliz con dientes muy blancos sobre la cara negra. En esa época los habitantes de África, libres por fin, habían probado que como los blancos podían construir, casas, máquinas y, naturalmente, astronaves. Cada uno de los tres deseaba ser el primero en llegar a Marte: El norteamericano, en realidad, no quería al ruso y el ruso al norteamericano, porque el norteamericano para decir "buenos días" decía How do you do y el ruso decía zdravchmite. Así, no se entendían y creían que eran diferentes. Además, ninguno de los dos quería al negro porque tenía un color distinto. Por eso no se entendían. Como los tres eran muy valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo. Descendieron de sus astronaves con el casco y el traje espacial. Y se encontraron con un paisaje maravilloso y extraño: El terreno estaba surcado por largos canales llenos de agua de color verde esmeralda. Había árboles azules y pajaritos nunca vistos, con plumas de rarísimo color. En el horizonte se veían montañas rojas que despedían misteriosos fulgores. Los astronautas miraban el paisaje, se miraban entre sí y se mantenían separados, desconfiando el uno del otro. Cuando llegó la noche se hizo un extraño silencio alrededor. La Tierra brillaba en el cielo como si fuera una estrella lejana. Los astronautas se sentían tristes y perdidos, y el norteamericano, en medio de la oscuridad, llamó a su mamá. Dijo: "Mamie". Y el ruso dijo: "Mama"

Y el negro dijo: "Mbamba" Pero enseguida entendieron que estaban diciendo lo mismo y que tenían los mismos sentimientos. Entonces se sonrieron, se acercaron, encendieron juntos una linda fogatita, y cada uno cantó las canciones de su país. Con esto recobraron el coraje y, esperando la mañana, aprendieron a conocerse. Por fin llegó la mañana y hacía mucho frío. De repente, de un bosquecito salió un marciano. ¡Era realmente horrible verlo! Todo verde, tenía dos antenas en lugar de orejas, una trompa y seis brazos. Los miró y dijo: "grrrrr". En su idioma quería decir: "¡Madre mía!, ¿Quiénes son estos seres tan horribles?". Pero los terráqueos no lo entendieron y creyeron que ése era un grito de guerra. Era tan distinto a ellos que no podían entenderlo y amarlo. Enseguida se pusieron de acuerdo y se declararon contra él. Frente a ese monstruo sus pequeñas diferencias desaparecían. ¿Qué importaba que uno tuviera la piel negra y los otros la tuvieran blanca? Entendieron que los tres eran seres humanos. El otro no. Era demasiado feo y los terráqueos pensaban que era tan feo que debía ser malo. Por eso decidieron matarlo con sus desintegradores atómicos. Pero de repente, en el gran hielo de la mañana, un pajarito marciano, que evidentemente se había escapado del nido, cayó al suelo temblando de frío y de miedo. Piaba desesperado, más o menos como un pájaro terráqueo. Daba mucha pena. El norteamericano, el ruso y el negro lo miraron y no supieron contener una lágrima de compasión. Y en ese momento ocurrió un hecho que no esperaban. También el marciano se acercó al pajarito, lo miró, y dejó escapar dos columnas de humo de su trompa. Y los terráqueos, entonces; comprendieron que el marciano estaba llorando. A su modo, como lo hacen los marcianos. Luego vieron que se inclinaba sobre el pajarito y lo levantaba entre sus seis brazos tratando de darle calor. El negro que en sus tiempos había sido perseguido por su piel negra sabía cómo eran las cosas. Se volvió hacia sus dos amigos terráqueos: -¿Entendieron? –dijo-. ¡Creíamos que este monstruo era diferente a nosotros y, en cambio, también él ama los animales, sabe conmoverse, tiene corazón y, sin duda, cerebro también! ¿Todavía creen que tenemos que matarlo? Se sintieron avergonzados ante esa pregunta. Los terráqueos ya habían entendido la lección: no es suficiente que dos criaturas sean diferentes para que deban ser enemigas. Por eso se aproximaron al marciano y le tendieron la mano. Y él, que tenía seis manos, estrechó de una sola vez las de ellos tres, mientras con las que tenía libres hacía gestos de saludo. Y señalando con el dedo la Tierra, ahí abajo en el cielo, hizo entender que quería hacer conocer a los demás habitantes y estudiar junto a ellos la forma de fundar una gran república espacial en la que todos estuvieran de acuerdo y se quisieran. Los terráqueos dijeron que sí muy contentos. Y para festejar el acontecimiento le ofrecieron un cigarrillo. El marciano muy feliz se lo metió en la nariz y empezó a fumar. Pero ya los terráqueos no se escandalizaban más. Habían entendido que en la Tierra como en los otros planetas, cada uno tiene sus propias costumbres y que sólo es cuestión de comprenderse entre todos. FIN

El zar y la camisa – León Tolstoi Había una vez un zar que estaba muy enfermo. Un día hizo saber a sus súbditos: – “¡Daré la mitad de mi reino a quien me cure!”. Entonces todos los sabios se reunieron para tratar de curarlo, pero ninguno supo cómo hacerlo. Sólo uno de ellos, muy anciano, les comunicó: – Haced saber al zar que únicamente existe una forma en la que podría recuperar la salud: “Si se encuentra un hombre feliz sobre la tierra y le ponen su camisa al zar, este se curará”. El zar ordenó que buscaran a un hombre feliz por todo el mundo. Sus enviados recorrieron todos los países, pero no hallaron lo que buscaban. No había ni un solo hombre que estuviera contento con su vida. Uno era rico, pero enfermo; otro estaba sano, pero era pobre. Y el rico y sano, se quejaba de su mujer o de sus hijos. Todos deseaban algo más y no eran felices. Un día, el hijo del zar pasó por delante de una pobre choza y oyó que en su interior alguien exclamaba: – “Gracias a Dios he trabajado, he comido bien y ahora puedo acostarme a dormir. Soy feliz, ¿qué más puedo desear?” El hijo del zar se llenó de alegría e inmediatamente ordenó que le trajeran la camisa de aquel hombre, para llevársela a su padre, y que le dieran a cambio de todo lo que quisiera. Los soldados entraron a toda prisa en la choza del hombre feliz para quitarle la camisa, pero se sorprendieron al descubrir que aquel hombre era tan pobre, que ni siquiera una camisa tenía.

SESIÓN DE APRENDIZAJE TÍTULO: “LOS TEXTOS NARRATIVOS Y SUS ELEMENTOS” DATOS INFORMATIVOS INSTITUCIÓN EDUCATIVA ÁREA DOCENTE

GRADO TRIMESTRE / BIMESTRE UNIDAD

“ENRIQUE MILLA OCHOA” COMUNICACIÓN ENRIQUE TPIANA GOMEZ

5TO I

01

SECCIÓN DURACIÓN FECHA

C 2 HORAS

III.- PROPÓSITOS DE APRENDIZAJE COMPETENCIAS Y CAPACIDADES

DESEMPEÑOS

Escribe diversos tipos de textos en su lengua materna.

Escribe diversos tipos de textos con algunos elementos complejos y con diversas temáticas; a partir de sus conocimientos previos y en base a otras fuentes de información.

ENFOQUES TRANSVERSALES

Enfoque intercultural

Organiza y desarrolla las ideas de forma coherente y cohesionada. Adecúa el texto a la situación comunicativa Utiliza convenciones del lenguaje escrito de forma pertinente Reflexiona y evalúa la forma, el contenido y contexto del texto escrito IV.- VALORACIÓN DE LOS APRENDIZAJES CRITERIOS DE EVALUACIÓN

Participa en la redacción de su texto narrativo.

EVIDENCIA DE APRENDIZAJE Escribe un texto narrativo con coherencia.

ACCIONES OBSERVABLES Describe las características de los diferentes tipos de textos.

INSTRUMENTOS DE VALORACIÓN

Lista de cotejo.

V.- ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO DE CLASE Momentos

Motiva ción

Inicio

Propósito didáctico

Estrategias Reconoce características de textos narrativos y los escribe. Leen: Los tres astronautas.

Saberes previos

- Realizan la comprensión del texto con ayuda de una ficha. ¿Cuál es la estructura del texto leído?

Conflicto cognitivo

- ¿Qué tipo de texto hemos leído? ¿Cómo lo sabes? - Se presenta el tema: Texto Narrativo. - Se entrega a cada grupo diferentes tipos de textos para que los describan (narrativo, descriptivo e informativo). A través de lluvia de ideas definen texto narrativo y enumeran los elementos del texto narrativo, partes del texto narrativo. - Realizan actividades de aplicación: * Leen “El Zar y la camisa” y completan un mapa semántico. * Luego un estudiante voluntario relata un texto narrativo de su preferencia. - Responden: ¿Crees que es importante escribir textos narrativos? ¿Por qué? - Se invita a los estudiantes a escribir un texto narrativo. - Elaboran plan de escritura

Desarrollo

Materiales y recursos - Textos - Fichas - Hojas - Cuentos - Pizarra

Momentos

Cierre Tarea o trabajo en casa

Materiales y recursos

Estrategias - Imaginan la historia que les gustaría contar. Se dan sugerencias. - Escriben sus textos narrativos y los ilustran. - Intercambian sus textos y se coevaluán. Realizan las correcciones y elaboran la versión final. - Se concluye la sesión reforzando la importancia de los textos narrativos. Realizan metacognición: ¿Qué aprendí? ¿Cómo lo aprendí? ¿Cuáles fueron mis logros? Escriben textos narrativos y los colocan en el portafolio.

VºBºSUBIDIRECTOR

DOCENTE

LOS TRES ASTRONAUTAS Era una vez la Tierra. Era una vez Marte. Estaban muy lejos el uno de la otra, en medio del cielo, y alrededor había millones de planetas y de galaxias. Los hombres que estaban sobre la Tierra querían llegar a Marte y a los otros planetas; ¡pero estaban tan lejos! Sin embargo, trataron de conseguirlo. Primero lanzaron satélites que giraban alrededor de la Tierra durante dos días y volvían a bajar. Después, lanzaron cohetes que daban algunas vueltas alrededor de la Tierra, pero, en vez de volver a bajar, al final escapaban de la atracción terrestre y partían hacia el espacio infinito. Al principio, pusieron perros en los cohetes: pero los perros no sabían hablar y por la radio del cohete transmitían solo "guau, guau". Y los hombres no entendían qué habían visto y adónde habían llegado. Por fin, encontraron hombres valientes que quisieron trabajar de astronautas. El astronauta se llama así porque parte a explorar los astros que están en el espacio infinito, con los planetas, las galaxias y todo lo que hay alrededor. Los astronautas partían sin saber si podían regresar. Querían conquistar las estrellas, de modo que un día todos pudieran viajar de un planeta a otro, porque la Tierra se había vuelto demasiado chica y los hombres eran cada día más. Una linda mañana, partieron de la Tierra, de tres lugares distintos, tres cohetes. En el primero iba un estadounidense que silbaba muy contento una canción de jazz. En el segundo iba un ruso, que cantaba con voz profunda "Volga, Volga". En el tercero iba un negro que sonreía feliz con dientes muy blancos sobre la cara negra. En esa época los habitantes de África, libres por fin, habían probado que como los blancos podían construir, casas, máquinas y, naturalmente, astronaves. Cada uno de los tres deseaba ser el primero en llegar a Marte: El norteamericano, en realidad, no quería al ruso y el ruso al norteamericano, porque el norteamericano para decir "buenos días" decía How do you do y el ruso decía zdravchmite. Así, no se entendían y creían que eran diferentes. Además, ninguno de los dos quería al negro porque tenía un color distinto. Por eso no se entendían. Como los tres eran muy valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo. Descendieron de sus astronaves con el casco y el traje espacial. Y se encontraron con un paisaje maravilloso y extraño: El terreno estaba surcado por largos canales llenos de agua de color verde esmeralda. Había árboles azules y pajaritos nunca vistos, con plumas de rarísimo color. En el horizonte se veían montañas rojas que despedían misteriosos fulgores. Los astronautas miraban el paisaje, se miraban entre sí y se mantenían separados, desconfiando el uno del otro. Cuando llegó la noche se hizo un extraño silencio alrededor. La Tierra brillaba en el cielo como si fuera una estrella lejana. Los astronautas se sentían tristes y perdidos, y el norteamericano, en medio de la oscuridad, llamó a su mamá. Dijo: "Mamie". Y el ruso dijo: "Mama"

Y el negro dijo: "Mbamba" Pero enseguida entendieron que estaban diciendo lo mismo y que tenían los mismos sentimientos. Entonces se sonrieron, se acercaron, encendieron juntos una linda fogatita, y cada uno cantó las canciones de su país. Con esto recobraron el coraje y, esperando la mañana, aprendieron a conocerse. Por fin llegó la mañana y hacía mucho frío. De repente, de un bosquecito salió un marciano. ¡Era realmente horrible verlo! Todo verde, tenía dos antenas en lugar de orejas, una trompa y seis brazos. Los miró y dijo: "grrrrr". En su idioma quería decir: "¡Madre mía!, ¿Quiénes son estos seres tan horribles?". Pero los terráqueos no lo entendieron y creyeron que ése era un grito de guerra. Era tan distinto a ellos que no podían entenderlo y amarlo. Enseguida se pusieron de acuerdo y se declararon contra él. Frente a ese monstruo sus pequeñas diferencias desaparecían. ¿Qué importaba que uno tuviera la piel negra y los otros la tuvieran blanca? Entendieron que los tres eran seres humanos. El otro no. Era demasiado feo y los terráqueos pensaban que era tan feo que debía ser malo. Por eso decidieron matarlo con sus desintegradores atómicos. Pero de repente, en el gran hielo de la mañana, un pajarito marciano, que evidentemente se había escapado del nido, cayó al suelo temblando de frío y de miedo. Piaba desesperado, más o menos como un pájaro terráqueo. Daba mucha pena. El norteamericano, el ruso y el negro lo miraron y no supieron contener una lágrima de compasión. Y en ese momento ocurrió un hecho que no esperaban. También el marciano se acercó al pajarito, lo miró, y dejó escapar dos columnas de humo de su trompa. Y los terráqueos, entonces; comprendieron que el marciano estaba llorando. A su modo, como lo hacen los marcianos. Luego vieron que se inclinaba sobre el pajarito y lo levantaba entre sus seis brazos tratando de darle calor. El negro que en sus tiempos había sido perseguido por su piel negra sabía cómo eran las cosas. Se volvió hacia sus dos amigos terráqueos: -¿Entendieron? –dijo-. ¡Creíamos que este monstruo era diferente a nosotros y, en cambio, también él ama los animales, sabe conmoverse, tiene corazón y, sin duda, cerebro también! ¿Todavía creen que tenemos que matarlo? Se sintieron avergonzados ante esa pregunta. Los terráqueos ya habían entendido la lección: no es suficiente que dos criaturas sean diferentes para que deban ser enemigas. Por eso se aproximaron al marciano y le tendieron la mano. Y él, que tenía seis manos, estrechó de una sola vez las de ellos tres, mientras con las que tenía libres hacía gestos de saludo. Y señalando con el dedo la Tierra, ahí abajo en el cielo, hizo entender que quería hacer conocer a los demás habitantes y estudiar junto a ellos la forma de fundar una gran república espacial en la que todos estuvieran de acuerdo y se quisieran. Los terráqueos dijeron que sí muy contentos. Y para festejar el acontecimiento le ofrecieron un cigarrillo. El marciano muy feliz se lo metió en la nariz y empezó a fumar. Pero ya los terráqueos no se escandalizaban más. Habían entendido que en la Tierra como en los otros planetas, cada uno tiene sus propias costumbres y que sólo es cuestión de comprenderse entre todos. FIN

El zar y la camisa – León Tolstoi Había una vez un zar que estaba muy enfermo. Un día hizo saber a sus súbditos: – “¡Daré la mitad de mi reino a quien me cure!”. Entonces todos los sabios se reunieron para tratar de curarlo, pero ninguno supo cómo hacerlo. Sólo uno de ellos, muy anciano, les comunicó: – Haced saber al zar que únicamente existe una forma en la que podría recuperar la salud: “Si se encuentra un hombre feliz sobre la tierra y le ponen su camisa al zar, este se curará”. El zar ordenó que buscaran a un hombre feliz por todo el mundo. Sus enviados recorrieron todos los países, pero no hallaron lo que buscaban. No había ni un solo hombre que estuviera contento con su vida. Uno era rico, pero enfermo; otro estaba sano, pero era pobre. Y el rico y sano, se quejaba de su mujer o de sus hijos. Todos deseaban algo más y no eran felices. Un día, el hijo del zar pasó por delante de una pobre choza y oyó que en su interior alguien exclamaba: – “Gracias a Dios he trabajado, he comido bien y ahora puedo acostarme a dormir. Soy feliz, ¿qué más puedo desear?” El hijo del zar se llenó de alegría e inmediatamente ordenó que le trajeran la camisa de aquel hombre, para llevársela a su padre, y que le dieran a cambio de todo lo que quisiera. Los soldados entraron a toda prisa en la choza del hombre feliz para quitarle la camisa, pero se sorprendieron al descubrir que aquel hombre era tan pobre, que ni siquiera una camisa tenía.

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