LA TERCERA Sábado 20 de septiembre de 2008
Curso: Gestión Integral en la Empresa - Clase 8
Coleccionadores de problemas En Chile, la inversión en innovación es 14 veces menor que en Israel, 12 veces menor que en Suecia, 8 veces menor que en Corea y la mitad de Nueva Zelanda. ¿Cómo revertir este desempeño? Véalo en esta clase. Si bien en Chile hay una clara conciencia sobre la necesidad de contar con un mayor número de empresas innovadoras, el número de compañías que innova aún no sobrepasa el 0,2% del total de las empresas nacionales. Parte importante de nuestra limitación se debe a que sabemos poco sobre la actividad del innovador. Entonces: ¿en qué consiste innovar? Yendo directo al grano, propongo que innovar parte por preguntarse sobre los problemas que hasta ahora no han tenido solución. Me refiero a una solución efectiva, persistente en el tiempo y económicamente viable. Aunque la mayor parte de nosotros rara vez hace una pausa duradera para contemplar lo que no tiene solución, la primera tarea del innovador consiste justamente en preguntarse sobre los problemas sin solución o lo que T. Kuhn (1962) llamó anomalías. En su libro clásico, “La estructura de las revoluciones científicas”, Kuhn postuló que la ciencia evoluciona por saltos y no de forma continua. Esto
digma dominante, sino que en base a un nuevo conjunto de principios. Posteriormente Spinosa, Flores y Dreyfus (1997), localizados en medio de la ebullición innovadora de Silicon Valley, refinaron la noción de anomalía de Kuhn para dar cuenta de la innovación no sólo en la ciencia, sino que también en la empresa, la sociedad y la política. Coleccionar anomalías es, por lo tanto, la primera condición para innovar. No es una tarea fácil, ya que el innovador necesita encarar con éxito dos obstáculos poderosos. Primero, la indeterminación. Al principio los problemas no se presentan de forma nítida. El innovador necesita entonces convertir sus intuiciones iniciales, que le indican que está frente a algo anómalo, en un problema bien formulado, comprensible para sí mismo y comunicable a otros. Al igual que hacen los artistas con su obra, los innovadores dibujan, conversan, experimentan con prototipos, escriben y hacen presentaciones para
Luis A. Sota Consultor internacional de empresas, experto en gestión e innovación. Economista de la Université ParisDauphine, Francia. Presidente ejecutivo de Vision Consulting Chile y Director de Vision Consulting International.
Las tarjetas de crédito de las tiendas por departamento solventaron el acceso generalizado de las familias de bajos ingresos a la parafernalia de la modernidad, masificando el uso de la antigua práctica del “fiado”. porque los “científicos normales” sólo se fijan en los problemas que tienen solución dentro de los cánones aceptados, lo que él denominó “paradigma”. Al hacer esto, pasan por alto aquellas observaciones que no pueden ser explicadas por el paradigma imperante, las que rápidamente son desechadas como “anómalas” y caen en el olvido. Entonces, la innovación se produce cuando un “científico revolucionario” se fija en esas ocurrencias “anómalas” y las explica no en base al para-
formular el problema que los atrae en términos que les permitan buscar una solución. Esta etapa puede ser prolongada y durar incluso décadas. Segundo, el normalismo. El sentido común imperante opera como un magneto que atrae con fuerza los problemas con solución conocida, o probable, y repele los problemas sin solución aparente. Ineluctablemente, cuando alguien se obsesiona con una anomalía, la mayoría de la gente le aconseja que “no trabaje tanto”, que “no le busque la quinta pata al gato” y que “se dedique a lo que sabe”.
Prácticas marginales Muchos podremos detenernos momentáneamente en problemas sin solución, pero no nos convertimos en innovadores hasta que comenzamos a trabajar activa y constantemente en su solución mediante la aplicación de prácticas marginales. ¿Qué son las prácticas marginales? Se trata de aquellas prácticas que no son parte de la norma en una cultura o en una industria, que han caído en el olvido o que nunca han llegado a ser parte de lo que se valora y se practica en una industria. De hecho, las prácticas predominantes son justamente aquellas que dejan sin solución los problemas que captaron la atención del innovador. De acuerdo con Spinosa et al. (1997), es posible considerar tres fuentes de prácticas marginales: 1) Prácticas del pasado que han caído en el olvido y que saltan al estrellato cuando un nuevo problema anda en busca de solución. Innovaciones de este tipo son las tarjetas de crédito de las tiendas por departamento en América Latina. La anomalía que estas tarjetas solucionaron fue el acceso generalizado de las familias de bajos ingresos a la parafernalia
de la modernidad. Para esto “resucitaron” y masificaron la antigua práctica del “fiado”. 2) Prácticas que son estándares en otras industrias pero que son desconocida en aquella donde el innovador se propone resolver su anomalía. Un ejemplo clásico es McDonald’s. En los años 50, su fundador, Ray Kroc, se fijó en la anomalía que implicaba la larga espera entre el pedido y el momento que le servían el plato al comensal en un restaurante. Recurriendo al enfoque taylorista de la producción en serie, inexistente en la preparación de refacciones, inventó la industria de la comida rápida. 3) Espacios de prácticas y disciplinas emergentes que se cultivan en circuitos muy restringidos de laboratorios y comunidades de iniciados. Uno de los ejemplos más recientes de este tipo de innovación es el navegador de Internet que Netscape puso a disposición del público en 1995. A Jim Clark, un veterano de Silicon Valley, la anomalía que llamaba su atención era la imposibilidad de transmitir y editar archivos entre computadoras de diferentes tipos a través de una red abierta. Para resolverla, identificó a un equipo de estudiantes de la Universidad de Illinois que, dirigidos por Marc Andreessen, en 1993 habían desarrollado el navegador Mosaic, la “tecnología marginal” que Clark necesitaba. El emprendedor reclutó a Andreessen, lo transformó en cofundador de Netscape y el resto es historia. La innovación surge entonces de la puesta en marcha de un círculo virtuoso entre anomalías y prácticas marginales. Por un lado, el contacto del innovador con las prácticas marginales influye en su mirada y la hace más proclive a la captación de anomalías. Y por otro lado, al fijarse y comprometerse para dar solución a una anomalía, el innovador se ve obligado a explorar el mundo en búsqueda de prácticas marginales que le permitan experimentar soluciones hasta ahora desconocidas.