Aída Albert Estevan Aída Albert Estevan va néixer a Mèxic Districte Federal de pares alacantins. Els seus pares són Juan Albert Lillo i María Asunción Estevan Brau. Els avis paterns van ser José Albert i María Lillo -alacantins-, i els avis materns José Estevan i Aurora Bravo -alacantins-. L'avi patern José era mestre i republicà, va estar pres a Alacant més d'un any. El seu fill José, que també era mestre, simpatitzava amb el PSOE, va estar en el front, va ser capità d'artilleria i va haver de sortir cap a França on va estar internat en un camp de concentració i després va sortir a Mèxic. Des de Mèxic va reclamar al seu germà, el pare de Aída, que havia fugit cap a Portugal declarat pròfug del servei militar. El pare de Aída va sortir amb avió a Mèxic, els dos germans van reclamar als seus pares José i María i tots van acabar a Mèxic. L'avi matern José, era d'esquerres i també es va exiliar, primer a França i després a Mèxic; es van quedar a Espanya l'àvia Aurora i la mare María Asunción que va estudiar medicina. L'avi José en l'any 55, va enviar diners perquè la seva dona Aurora i la mare de Aída, María Asunción poguessin anar-se a Mèxic. Els pares de Aída es van conèixer a l'Hospital Español a Mèxic DF, on María Asunción estava treballant i cuidava a l'avi patern José. Aída i els seus germans Juan i José Luís, sempre van anar al Colegio Moderno Americano. Aída va decidir residir a Barcelona l'any 1996. Aída Albert Estevan nació en México Distrito Federal de padres alicantinos. Sus padres son Juan Albert Lillo y María Asunción Estevan Bravo. Los abuelos paternos fueron José Albert y María Lillo -alicantinos-, y los abuelos maternos José Estevan y Aurora Bravo -alicantinos-. El abuelo paterno José era maestro y republicano, estuvo preso en Alicante más de un año. Su hijo José, que también era maestro, simpatizaba con el PSOE, estuvo en el frente, fue capitán de artillería y tuvo que salir hacia Francia donde estuvo internado en un campo de concentración y después salió a México. Desde México reclamó a su hermano, el padre de Aída, que había huido hacia Portugal declarado prófugo del servicio militar. El padre de Aída salió en avión a México, los dos hermanos reclamaron a sus padres José y María y todos acabaron en México. El abuelo materno José, era de izquierdas y también se exilió, primero a Francia y luego a México; se quedaron en España la abuela Aurora y la madre María Asunción que estudió medicina. El abuelo José en el año 55, envió dinero para que su mujer
Aurora y la madre de Juan, María Asunción pudieran irse a México. Los padres de Aída se conocieron en el Hospital Español en México DF, en donde María Asunción estaba trabajando y cuidaba al abuelo paterno José. Aída y sus hermanos Juan y José Luís, siempre fueron al Colegio Moderno Americano. Aída decidió residir en Barcelona en el año 1996.
Entrevista ¿Me dices por favor tu nombre, el nombre de tus papás, el de tus abuelos y de dónde eran? Me llamo Aída Albert Estevan, nací en la ciudad de México, mis padres se llaman Juan Albert Lillo y mi madre María Asunción Estevan Bravo, yo sólo conocí a mi abuela, que se llamaba Aurora Bravo, de parte de mi madre. Todos mis abuelos eran de Alicante, es más me cuentan mis padres que ellos se conocían en Alicante. Mi abuelo por parte de mi padre, sé que era una persona muy de activa, era profesor, se llamaba José Albert Rico y estuvo mucho tiempo dando clases en una escuela que se llamaba Campoamor, en Alicante. Era una persona que la gente admiraba mucho porque sabía hacer muchas cosas, era carpintero, profesor, hacía vino, cocinaba, sabía de todo. Mis abuelos tuvieron dos hijos, mi padre y mi tío Pepe, se llevan 17 años entre ellos, mi tío Pepe es el mayor y fue también profesor en Orihuela. Con la Guerra Civil, mi tío sobre todo estuvo muy involucrado, fue teniente del ejército republicano y en su momento fue el único de la familia que sale a Francia refugiado, estuvo en un campo de concentración y de ahí sale a México, me parece que en el Sinaia. El abuelo de Aida, Jose Albert Mi padre y mis abuelos se habían quedado en España, cuenta mi padre que mi abuelo estuvo en la cárcel, casi un año, en lo que es ahora la diputación de Alicante. Mi padre, como estaba en edad de hacer el servicio militar y no quería participar, se fue a Portugal y ahí pedía ayuda a los cuáqueros, para que le financiaran el viaje a México, porque se quería ir pero no tenía dinero. Hasta que al final su hermano lo reclama y le manda dinero para el pasaje y más o menos por el 45 se va en avión a México. Más adelante,
ellos dos estando en México reclaman a mi abuelo y a mi abuela María y ellos también se van a México a vivir, esto yo creo que habría sido por el 46. Esto por parte de tu padre y después ¿por parte de tu madre? Por parte de mi madre, ella me ha contado que su padre estaba en el Partido Comunista en la época de la guerra y que tuvo que salir también a México, lo que no sé es cómo sale. Llega a México y pierde bastante contacto con mi madre y con mi abuela, finalmente tiempo después mi abuela decide que se van a México a reencontrarse con él. Salen en barco, creo que fue en el 52, pero mi madre ya tenía una carrera aquí, ella había estudiado Medicina, ya era mayor, bueno tendría unos 23, 24 años y ella sale por insistencia de mi abuela porque ella no se quería ir. No tengo más información de la vida de mi abuelo.
El abuelo José con sus alumnos Con la guerra, la familia de mi abuela materna estaba muy dividida, como sucedió con tantas familias, ella tenía algún hermano que estaba en el bando de los nacionales, algún cuñado también y su marido era ‘rojo’, ella misma era una gente muy activa, aunque no participó políticamente, pero siempre, por ejemplo cuentan que escondía mucha gente del bando republicano en su casa y a la vez también iba al Castillo de Alicante, donde estaba encerrado su hermano nacionalista para darle de comer, y todo el mundo conociéndose finalmente, pues era un pueblo. ¿Cómo vivieron ellos el exilio? Mi madre lo vivió mal, mi madre realmente nunca se quiso ir a México, ella tenía una carrera aquí, prácticamente iba a desarrollarse profesionalmente, tenía su vida muy
hecha, realmente no fue con gusto, fue llevada por su madre y entonces ella no lo vivió bien y siempre con mucha añoranza. Añoranza que les duró toda su vida, pues después de una larga vida en México, acabaron hace unos 9 años, más o menos, volviéndose a vivir en Alicante. Por parte de mi padre él realmente quería irse, quería reencontrarse con su hermano y luego llevarse a sus padres, él vivió muy bien en México, se integró, tuvo un trabajo, amigos, se desarrolló muy bien. Yo creo que mi padre estuvo muy contento en México, y sobre todo muy agradecido con el país. ¿Cómo se conocen tus padres? Mi madre trabajaba en el Hospital Español, dice que fue de las primeras mujeres que trabajó ahí como doctora y digamos quien vendría a ser después su suegro, estaba enfermo, estaba internado, entonces mi madre era su doctora y fue por eso que conoció a mi padre, bueno las familias ya se conocían desde Alicante, pero ahí realmente empezó la relación, se hicieron novios y se casaron. ¿Tus padres tenían vida política en México? No, ni mi padre, ni mi madre, con ninguno de ellos viví la vida política de España, a lo mejor con el que más, pero tampoco tuve mucha relación era con el hermano de mi padre, que participó directamente en la guerra, mi tío Pepé, pero yo era pequeña, él era 17 años mayor que mi padre y tampoco hablé mucho con él, él era la parte política de la Guerra Civil en México para mí. ¿Sabes si tu abuelo y tu tío siguieron trabajando de profesores en México? Sí, sé que en algún momento, sobre todo mi abuelo, formó parte de los inicios del Colegio Madrid y estuvo dando clases ahí, me parece que hasta el 54, mi tío también fue profesor de ése Colegio muchos años. ¿En qué colegio estudiaste? En la Escuela Moderna Americana. ¿Sabes por qué no te metieron al Madrid? Supongo que mis papás pensaron que no querían que nosotros viviésemos esa dualidad les había marcado a ellos, de España y México, de estos dos mundos, supongo que preferían que nos integráramos a México, que finalmente era el país en el que vivíamos. Y bueno, ellos nos decían que habían escogido esa escuela porque tenía buen nivel académico y sobre todo para aprender bien el inglés. ¿Tú tenías vida política? No, yo creo que mi generación no fue una generación con mucha conciencia política en general. En todo caso participé cuando estaba en la universidad en el conflicto político que hubo, con el CEU, aunque yo estaba en la UAM, Universidad Autónoma Metropolitana, tampoco estaba directamente en la UNAM, pero participamos en varias
marchas.
La avenida de Campoamor en Alicante ¿Por qué viniste a Cataluña? Sobre todo quería estudiar fuera, quería vivir fuera de México una temporada, pensaba que era importante y vinimos a Barcelona concretamente porque mi marido insistió mucho en el tema, que si salíamos fuera de México a él lo que le apetecía era venir a Barcelona, él tenía una relación más directa por su familia. Y ya lo que culminó fue que al solicitar la beca me la dieron para Barcelona. Por otro lado mi hermano vivía acá, ya tenía años viviendo y eso facilitaba el venir a Barcelona, también tengo tíos y primos aquí. ¿Te has dedicado o has encontrado alguna cuestión acerca de tus raíces, de visitar donde nacieron tus padres, tus abuelos? Sí, pero en mi caso, lo que siento es que desde que llegué, si bien me sentía como española que venía a España y eso me daba mucha ilusión, al llegar a Barcelona me pareció como si Barcelona no fuera España, como si Barcelona fuera sólo Cataluña. Yo me imaginaba que al venir uno se reencontraría con su parte española, pero Barcelona no me lo ha hecho sentir así, es como si el hecho de tener raíces en Alicante, hiciera que mis orígenes estaban allí y no en España en general, era como esa sensación de no ser de Barcelona, había una clara diferencia entre Valencia y Cataluña, cosa que no lo tenía tan claro antes de venir acá.
Realmente cuando hemos reencontrado la familia, los lugares, todo esto, ha sido en Alicante, yendo a los pueblos donde mis padres habían vivido de pequeños, yendo a unas casas que ellos llamaban las “casas del señor”, que eran como unas cuevas donde vivían en verano. Yendo a todos estos lugares y a todos estos pueblos de la infancia de mis padres, sí, viendo a la familia que no habíamos visto en años, buscándola en los pueblos, sí, pero en Alicante. Aquí en Barcelona, no hay una historia concretamente que me ligue a la ciudad. ¿Viniste entonces por una cuestión académica, sólo? Veníamos a estudiar, y nos apetecía vivir una vida diferente a México, probar una nueva vida y seguir estudiando, el tema académico nos daba mucha ilusión, aunque bueno, no era precisamente que Barcelona fuera lo mejor para antropología, pero bueno estaba bien ir a estudiar fuera, nos daba opción de darnos un espacio para estudiar y dejar de trabajar, pero sobre todo eran las ganas de vivir un tiempo fuera de México antes de establecernos. ¿Por qué decidieron quedarse? Esa decisión yo creo que se fue dando con el tiempo, no fue una decisión muy clara, sino que nos fuimos sintiendo muy a gusto aquí, fuimos sintiendo que nos gustaba Barcelona que era un lugar muy agradable para vivir, que vivíamos bien, que nos gustaba la calidad de vida, que había cosas que realmente valorábamos mucho comparadas con México y que realmente no nos apetecía volver, y entonces empezó a darse una situación en donde yo continué estudiando, Jorge buscó trabajo y vimos la posibilidad de quedarnos. Aunque nunca fue una decisión de que “nos quedamos”, sino que íbamos diciendo, “bueno, pues estemos un rato más”, y así, y ese rato más culminó cuando las niñas nacieron y dijimos “bueno ya es prácticamente un hecho que ya estamos instalados aquí y que vivimos bien, ¿no?”. Aida con su abuela Aurora ¿Qué piensas de Cataluña y de lo catalanes? ¿Después de vivir 10 años aquí o desde el principio? Bueno a grandes pasos el recorrido. Bueno es que yo creo que sin duda mi llegada fue muy difícil, sí cuando llegué, pero ahora estoy muy bien. Mi entrada fue un choque fuerte porque notaba cuando llegué que estos estereotipos -estereotipos que ahora entiendo-, eran de alguna manera ciertos: que era un lugar donde la gente era digamos ‘fría’, que no se enrollaba contigo, que iba más
a la suya, que miraban más por ellos, que tenían una forma de ser un poco distantes, que no era fácil integrarse, tenía también que ver con el idioma, que tampoco entendía de entrada lo importante que podía llegar a ser, tenía que ver con que yo me sentía diferente y que yo sentía que ellos no valoraban mucho esa diferencia, más bien había como cierto rechazo, fue un choque inicial. Inicial, porque conforme ha pasado el tiempo entiendo que la forma de ser de los catalanes no es que sean ‘huraños’ o ‘distantes’, no, sino que realmente es un tema cultural. La familia de Jorge que vive aquí es así, porque es una forma de ser, una forma de ser más seca, más directa, que eso también a la larga lo agradecí, el que la gente fuera bastante sincera, bastante directa, que no había hipocresía, eso lo agradecí mucho, comparado con México, que la gente te dijera de entrada como creía que eran las cosas y que te hablaran directo, al grano. Entendí que era difícil hacer amigos, pero los amigos catalanes que he hecho son entrañables absolutamente y de una confianza absoluta, a lo mejor me costó más, pero ya que los tienes ves que son igual de cariñosos, entiendes que la forma de ser no es tan abierta y lo entiendes, como digo, creo que tiene que ver con una forma cultural. Entiendes que el tema del idioma es una cosa importante para ellos, que es una forma de identificación cultural y lo entiendes y ves que es importante, ya no lo ves como algo negativo, sino al contrario, lo valoras, y uno ha hecho un intento por hablarlo y por entenderlo, por estar dentro ¿no?. Ahora también hay una parte que sin duda noto, aunque bueno es difícil esto porque caes en estereotipos, pero bueno, Barcelona tiene una parte superficial, concretamente la ciudad, más de fashion, de diseño, de imagen exterior, que de entrada puede impresionar, apantallar mucho por lo bonito que es todo y lo cosmopolita, pero ya penetrando un poco es bastante más “pueblerino” y como “añejo”. Aunque bueno, también pueblerina en el buen sentido de la palabra, pero es más el contraste por el hecho de que te venden una imagen que luego tampoco realmente es. Aida con sus hermanos Juan y Jose Luís Pero en general, haciendo un balance, yo creo que es una ciudad muy agradable para vivir y la gente es muy sincera y recta. Y al final, este balance es el hecho de que estamos aquí. ¿Te has sentido integrada? Claro tú llevas 10 años, pero desde que llegaste hasta este momento ¿te has ido integrada? Bueno, el proceso de integración ha sido difícil, y esto yo creo que ha sido más por mí,
por mi personalidad, que por la sociedad, sería injusto adjudicarle a los catalanes problemas míos, que pueden ser más de timidez. Yo creo que por ejemplo, Jorge mi marido se integró perfectamente y así como él se integró, me podía haber integrado yo. A veces uno no se integra y es más por uno mismo, pero bueno, yo creo que de entrada no te lo ponen fácil. En mi vida universitaria, siempre me vieron como una estudiante mexicana que tarde o temprano se iría, nunca se imaginaron que me podría quedar a vivir, como que no te abren las puertas con la idea de que te quedes. Yo creo que mi integración se dio, aunque ha sido más bien paulatina, con el tiempo, pero mi integración yo creo que se dio sobre todo con el nacimiento de las niñas, con el hecho de que ellas realmente son catalanas, de nacimiento, ¿no? Y al estar ellas en el colegio y al ir creciendo y con todo el grupo de amigos de padres del colegio, ahí es donde sí absolutamente me he sentido integrada. Bueno, también el colegio de ellas es un colegio bastante de extranjeros, de gente de fuera y eso también ha hecho que muchos seamos un poquito de fuera. No sé como hubiera sido en un colegio catalán. Pero en resumen te diría que ahora que sí, que estoy integrada. Aída con su papá y sus hijas ¿Ha sido fácil conseguir trabajo? No, aunque tengo que admitir que no he hecho grandes esfuerzos para buscarlo, de entrada ya me ponía yo mis propias trabas, ‘no sé catalán, no tengo experiencia aquí, ya soy mayor, etc.’, tengo que admitir que no he estado mucho por la labor. ¿Qué es lo que más valoras de Cataluña? De Barcelona valoro que es una ciudad que me gusta mucho para vivir, muy caminable, muy paseable, muy atractiva para transportarte, que tienes el mar, que tienes un paisaje urbano que me gusta mucho, me gusta la calidad de vida, que te permite, pues un poco lo mismo, tener una vida tranquila, segura, que tienes una seguridad en el sentido de que no hay la violencia o la inseguridad de México que te hacen vivir con miedo, aquí no, aquí puedes vivir tranquila y teniendo niños también es muy tranquilo, el no tener el miedo constante a que les pase algo a tus hijos. Valoro que Barcelona es una ciudad, dentro de lo que cabe, bastante intercultural y me gusta eso, hay movimiento, es una ciudad dinámica y es una ciudad que tiene muchos
eventos culturales, una vida rica culturalmente. ¿Y de la gente? ¿Qué valoras de ellos? Valoro lo que he dicho, que es sincera y es directa, que cuando es no, es no y cuando es sí, es sí, pero eso a la vez me ha costado mucho, porque no noto un calor humano que te pueda cobijar, que notes una fraternidad o una cosa así rica de la gente, no sé, de bienvenida o de estar integrado, no creo que suceda esto tanto a nivel general, a nivel particular de amigos sí, pero a nivel general no. ¿Estás en contacto con otras personas como tú, con hijos de exiliados? Bueno, salvo algunas excepciones no, excepciones que me vienen más bien de Jorge, de su pasado en el Madrid, es él quien vincula a gente que tenga que ver con el exilio. Pero no, porque los mexicanos que conozco, que no son muchos, a propósito, son mexicanos que no tiene relación con el exilio. Más bien ha sido relacionarnos con gente de aquí, de Barcelona. ¿La gente reconoce tu origen de hijo de exiliado, te preguntan, saben de dónde viene? La gente con la que yo me llevo es gente de alrededor de 40 años y muchos de ellos profesores, sí tienen un conocimiento y una conciencia de lo que fue la Guerra Civil y el exilio y charlamos mucho aunque creo que eso es diferente a con la gente joven. Reconocen mi caso, saben la historia del exilio, de México, etc., pero por otro lado siempre me ven como extranjera, nunca me reconocen como española a pesar de que mis padres son españoles y que viven aquí, siempre para ellos seré una mexicana.
Aida con su marido Jorge ¿Qué ha sido para ti ser hija de exiliados? Yo creo que por un lado ha sido vivir en dos mundos, pertenecer a dos culturas, dos países y esto siempre, esto crea la sensación a la vez de no pertenecer a ninguno, sin embargo no lo veo como algo malo, lo veo como una ventaja, lo veo como un plus, como un más a más, que te da una visión mayor, una visión más amplia, entonces te permite relativizar, comparar y esto te da una visión del mundo más amplia de dónde estás y no vivir los localismos.
A mí me gusta esto, me gustaría también y trato de transmitírselos a mis hijas, esta visión de mundo, de que el mundo es amplio y de que no sólo está el lugar donde vivimos o donde nacimos, sino que hay más, eso por un lado. Y por otro lado creo que me transmitieron, yo creo que por el tema del exilio como tal, una gran capacidad de lucha, de entereza, de salir adelante y de valores. Mis abuelos eran unas personas muy rectas, mis padres también lo son y sobre todo en México contrastaba mucho porque para ellos las cosas siempre se tenían que hacer bien hechas, digamos este tema de las ‘mordidas’ en México, ellos lo odiaron, lucharon siempre con ello y entonces esta entereza de que las cosas se tienen que hacer bien y del camino recto y de luchar y de salir adelante y empezar de cero, estaba siempre presente. Mi familia, sobre todo mi abuela, han sido personas muy luchadoras, muy enteras, que se forjaron sus vidas a base de esfuerzos y este carácter, estos valores, que en gran parte yo creo que son consecuencias del exilio, nos los transmitieron y bueno se los agradezco infinitamente.