Diego Celorio Morayta Diego Celorio Morayta va néixer a Mèxic Districte Federal, de pares mexicans. Els seus pares són Gonzalo Celorio Blasco -mexicà- i Yolanda Morayta Ramírez -mexicana-. Els seus avis paterns van ser Miguel Celorio -mexicài Virginia Blasco -canària-; i els avis materns Miguel Morayta -madrileny- i Itàlia Ramírez -mexicana-. L'avi matern Miguel era odontòleg i en la guerra va ser cap dels serveis d'odontologia de l'exèrcit republicà. Quan va concloure la guerra se’n va anar a França, va estar a Perpinyà i a París. Després es va anar a New York on va treballar sis anys de cirurgià i després es va anar a viure a Mèxic on va conèixer a l'àvia de Diego. L'avi patern Miguel era diplomàtic va estar destinat a l'Havana, on va conèixer a l'àvia Virginia que s'havia traslladat amb la seva família des de Canàries. Es van casar a Cuba i més tard es van traslladar a Mèxic. Diego i el seu germà Gonzalo van anar al Colegio Alexander Bain, Diego va decidir residir a Barcelona en l'any 2001 . Diego Celorio Morayta nació en México Distrito Federal, de padres mexicanos. Sus padres son Gonzalo Celorio Blasco -mexicano- y Yolanda Morayta Ramírez -mexicana-. Sus abuelos paternos fueron Miguel Celorio -mexicano- y Virginia Blasco -canaria-; y los abuelos maternos Miguel Morayta -madrileño- e Italia Ramírez -mexicana-. El abuelo materno Miguel era odontólogo y en la guerra fue jefe de los servicios de odontología del ejército republicano. Cuando concluyó la guerra se fue a Francia, estuvo en Perpignan y en París. Luego se fue a New York donde trabajó seis años de cirujano y después se fue a vivir a México donde conoció a la abuela de Diego. El abuelo paterno Miguel era diplomático estuvo destinado en La Habana, en donde conoció a la abuela Virginia que se había trasladado con su familia desde Canarias. Se casaron en Cuba y más tarde se trasladaron a México. Diego y su hermano Gonzalo fueron al Colegio Alexander Bain, Diego decidió residir en Barcelona en el año 2001. 1
Entrevista Me llamo Diego Celorio Morayta. Soy nieto de exiliado republicano por parte de madre, aunque también nieto de española no exiliada por parte de padre. Mi abuelo materno se llamaba Miguel Morayta y Ruiz. Un madrileño republicano que se vio obligado a exiliarse. Mi abuela, Italia Ramírez Corona, con quien se casó, es mexicana, hija de chiapanecos de ascendencia italiana. Por el lado de mi padre, mi abuela fue Virginia Blasco Milián y mi abuelo Miguel Celorio Carmona. Ella era de origen cubano, aunque nació en Islas Canarias durante un viaje, que entonces eran en barco y duraban varios meses. Mi abuelo, que era mexicano, la conoció en Cuba y se casaron. Vivieron después en Estados Unidos y posteriormente a México, pero todo esto mucho antes de la Guerra Civil. ¿Qué sabes de tu abuelo materno? Él nació en Madrid a principios de 1900. Era odontólogo y estuvo muy comprometido con el bando republicano en la guerra. Entiendo que fue Jefe de los servicios de odontología del ejército republicano. Esto lo sé por algunas investigaciones que hemos hecho porque en realidad en casa de mis abuelos, cuando era pequeño, no se hablaba mucho de la guerra ni del exilio. Era un tema del que mi abuelo simplemente evitaba. Mi abuelo vivió toda una aventura porque salió de España rumbo a Francia, en donde pasó por Perpignan, los Pirineos Orientales y luego a París. En el 43 emigró a Nueva York, en donde fue cirujano del New Heaven Hospital de Yale University, y años después viajo a México. Supongo que en esas huidas intempestivas en las que no necesariamente sabes en dónde vas acabar, algo muy propio del exilio. El abuelo Miguel Morayta En México se casó con mi abuela. Años después se separaron durante un periodo largo y un periodo triste supongo, porque mi abuelo desapareció un poco del mapa familiar. Pasó mucho tiempo. Es una historia extraña porque yo realmente no supe que mi abuelo existía hasta tiempo después. Un día mi madre me dijo “hoy vas a conocer a tu abuelo”, yo tendría quizá 7 u 8 años y hasta ese momento no me había caído el veinte de que yo tenía un abuelo, un abuelo materno. Quizá yo era muy pequeño y tampoco me explicó por qué de repente aparecía mi abuelo en la vida. Tengo muy grabada la imagen de la tarde cuando conocí a mi abuelo.
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No conocí a mi abuelo paterno porque murió cuando mi padre era un niño. Mi padre hablaba mucho de él, eso es cierto, y estuvo muy presente en la historia familiar, pero no llegué a conocerlo mas que por historias. ¿En tu casa entonces no se ha hablado de las cosas del exilio, de la guerra? No, digamos en mi familia materna no. Era un tema que no se tocaba para nada, sobre todo a partir del momento en que apareció mi abuelo otra vez, y regreso a vivir a casa de mi abuela. Fue muy raro conocerlo tardíamente, y supongo que ahí fue cuando a mí se me despertó la curiosidad de qué era eso de la guerra, del exilio. Supongo que el descubrimiento de mi abuelo, y las preguntas que surgían, hicieron que no lo viera como un hecho lejano e histórico, sino como algo muy directo, que de alguna manera me involucraba. Pero bueno también yo era pequeño y no tenía mucha idea de nada, aunado a que no recuerdo que mi abuelo tocara el tema nunca. Supongo que era doloroso para él. Por ejemplo, entre los primos, sus nietos, sabíamos que tenía un par de balas de la guerra en el cuerpo y eso desde luego nos daba muchísima curiosidad e inquietud y queríamos saber cosas, pero no era un tema del que se pudiera preguntar mucho. ¿Qué nombramiento tiene tu abuelo? Buscando información, encontré que mi abuelo, que heredó el nombre de su abuelo, fue antiguo rector de la Universidad de Madrid y Gran Maestre del Gran Oriente de España, de la masonería española… Esto creó otra inquietud, tampoco sabía nada de la masonería, por ejemplo. Son estas cosas que empiezas a oír de pequeño y que no sabes necesariamente qué quieren decir. ¿Me estás hablando de tu tatarabuelo? Sí, mi tatarabuelo, es decir, el abuelo de mi abuelo. Mi abuelo nació en Madrid en 1909 y se gradúo en Odontología en la Universidad Central de Madrid, fue uno de los fundadores de la Federación Universitaria Escolar, de donde después fue presidente. La boda civil Contestando la pregunta sobre mi abuelo, durante la Guerra Civil presidió el sindicato de odontólogos, fue Mayor médico provisional y jefe de los servicios de odontología del ejército republicano.
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Tras la guerra se fue a Francia. Después consiguió huir a Nueva York en donde fue cirujano dental en el New Haven Hospital en Yale University y 6 años después se fue a vivir a México que es donde conoció a mi abuela. Como exiliado político en 1948 fue dentista en el Instituto Nacional de Cardiología de México y después se dedicó a la cirugía maxilofacial y a la práctica odontológica. En 1945 juró adhesión a la República, publicó numerosos trabajos en su especialidad y llegó a ser presidente de la Federación Odontológica Mexicana. Promovió y participó en la primera campaña contra el cáncer organizada en la UNAM, de donde fue catedrático y fue miembro de la Academia de Estomatología de México, y Director de la revista “Asociación Dental Mexicana” y murió de cáncer en México el 19 de septiembre de 1981. Entonces tu abuelo combatió en la guerra. Combatió, sí. Unas de las pocas anécdotas que yo recuerdo, aunque ya había muerto mi abuelo, es cuando una tarde de repente tocan el timbre en casa de mi abuela. Era un antiguo compañero de combate, que tenía prácticamente desfigurada la cara y quien contó que se había tardado mucho tiempo en rastrear a mi abuelo, y lo estaba buscando para agradecerle, porque según lo que contó le había explotado una granada en el frente y mi abuelo le cosió la mandíbula con alambre, como pudo. Quería agradecerle haberle salvado la vida. Esas eran pequeñas pistas que oíamos o de las que nos enterábamos por terceros, no por mi abuelo. En esa misma época tuve un mayor conocimiento del exilio por parte de mi padre. A pesar de que él no era hijo de exiliados, era un tema del que hablaba muchísimo porque muchos de sus profesores e instituciones académicas y culturales que marcaron su vida, provenían de alguna manera del exilio republicano. Miguel Morayta paseando Mi papá hablaba constantemente del exilio. Recuerdo que nos hablaba, por ejemplo, del barco Sinaia, nos hablaba de sus profesores en la UNAM, de la huella del exilio en la música que oíamos, en la literatura, innumerables personajes, en la cultura, en fin.
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Oíamos mucho del exilio, pero lo curioso es que no lo oíamos de primera mano, es decir, en casa de mi abuela que era una familia proveniente del exilio. Ahí no se hablaba del tema. El ambiente en tu casa ¿cómo era? ¿Se comía de todo? Se comía de todo, aunque predominaba lo mexicano. Pero también con mucha influencia española. Mi papá contaba que mi abuelo, su suegro, no cocinaba, no movía un dedo en la cocina pero sí dirigía la preparación de la comida. Los domingos se solía preparar paella y mi abuelo iba a comprar los ingredientes al mercado, eso sí, pero luego, mi abuela y sus hijas cocinaban y mientras mi abuelo las dirigía. No hacía realmente nada de la cocina, pero aseguran que si él no dirigía el proceso la paella no quedaba igual de buena. La gastronomía española sí estuvo muy presente siempre, ahí sí por ambos lados de la familia. El bisabuelo, Miguel Morayta Aunque yo en realidad, cuando conocí a mi abuelo, en este tema era una tristeza, porque lo conocí ya grande, cuando tenía el cáncer de laringe, y en la última fase no podía comer ningún tipo de comida sólida. Lo conocí en la etapa de decadencia, poco antes de morir. Ahora me duele mucho no haberlo conocido antes, y no haber hablado de estas cosas con él poder conocer su historia, pero en fin, me tocó su última etapa. ¿Tuvieron relación con amigos republicanos? Sí, mi abuelo sí, siempre tuvo su grupo de amigos republicanos, se veían con frecuencia, de alguna forma se arropaban, pero fue la etapa que a mí no me tocó vivir con él. ¿Tu abuelo cómo sale de Francia? ¿Cómo llega a EU? No sé, supongo que en barco, sé que llega a Nueva York. Me acuerdo que de las pocas anécdotas que se iban colando, me contaban que cuando llegaron a Nueva York no tenían absolutamente nada. Se metían al cine y antes de que terminara la función se escondían debajo de los asientos para pasar la noche ahí en el inverno y a la mañana siguiente salían y lo volvían a hacer cada noche. Y tu abuela paterna, que era la española, ¿cómo llega a México? Ella llega con mi abuelo paterno, que era mexicano. Era diplomático y en algún momento estuvo destacado en la Habana, en donde se enamora perdidamente de mi abuela.
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Y tu abuela había nacido en España y se había ido a Cuba. Originalmente la familia era cubana, pero en estos viajes largos, que duraban meses le tocó nacer en Las Palmas de Gran Canaria y pasó ahí los primeros años de su vida y, sí, luego regresaron a la Habana, que es donde conoce a mi abuelo y en donde se casan. A mi abuelo lo trasladan después a otra adscripción y mi abuela se va con él. ¿A qué colegio fueron ustedes? El bachillerato en el Alexander Bain y la carrera en la UNAM. ¿Cuando estudiabas en el Alexander tenías algunos amigos de hijos de exiliados o algo por el estilo? No, realmente no. Al menos no concientemente. Fuera de la escuela sí, sobre todo por amigos de mis padres, digamos. Pero realmente no tuve un grupo de amigos con el común denominador de ser hijos o nietos de exiliados.
El colegio Alexander Bain Quizá lo tuve más adelante, por una novia de origen vasco, hija de exiliados, y entonces ahí sí, la relación amistosa, desde sus abuelos hasta ella, giraba en torno a amigos del exilio. ¿Qué estudiaste? Comunicación gráfica en la UNAM, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. ¿Trabajaste en México? ¿Tu vida universitaria y profesional está influenciada por gente del exilio? Sí, trabajé en México vinculado a gente del exilio, con la que me relacioné más directamente. Por ejemplo, alguien fundamental en mi elección vocacional fue sin duda Vicente Rojo. ¿Tú ya conocías España antes? Sí, había venido por primera vez en el 93 o 94. Justo cuando acabé la preparatoria, vine con mi padre a Madrid y Barcelona.
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¿Qué te trae a vivir a Barcelona? ¿Cuánto tiempo llevas aquí? Llevo 5 años y medio. Tenía un gran interés en Barcelona por el ámbito editorial. Sabía que la ciudad es una cuna de la industria editorial por excelencia, que muchas editoriales tenían su base aquí, por lo que me interesaba mucho. Lo hice saber a los cuatro vientos. Yo en México trabajaba en el grupo editorial Santillana, y posteriormente se dio la coyuntura de venir a Barcelona en donde me dedico a la gestión cultural. ¿Has tenido inquietud de conocer los lugares de origen de tus abuelos? Sí, claro. Hice hace unos años un viaje a Asturias, justamente a Celorio que es un pueblo chiquitito. Aunque mi familia realmente no venía de Celorio, venía de un caserío en LLanes, que está junto. Fue una visita muy emocionante. Son 20 casas, como trojes, en una colina. Después he ido también Madrid, buscando la casa de mi abuelo, pero aun no la he encontrado. No he tenido tiempo de hacer un rastreo muy profundo, pero cuando voy procuro averiguar algo más. La verdad es que mi padre ha hecho mucho el trabajo previo a esta búsqueda de los orígenes. Ya había ido a Celorio, detectó cuál era la casa de su abuelo. Hicimos también un viaje a la Habana, ahí ya tenía perfectamente detectada cuál era la casa de su madre, la historia y demás. Justamente es lo que retrata en esta última novela que acaba de publicar, “Tres lindas cubanas”. Ahí viene la vida de su madre, entreverado con la cuestión política cubana, pero es fundamentalmente una historia familiar. ¿Qué piensas de Cataluña y de los catalanes? Creo que la pregunta es muy amplia e implica muchos matices, ¿no? Desde mi punto de vista, la experiencia de mi estancia de 5 años y medio aquí es muy positiva. Quizá para opinar sobre Catalunya en el contexto, por ejemplo, de España, necesitaría una experiencia de vida similar a la que he tenido aquí, en otra parte que me permitiera comparar. Ha sido sin duda una experiencia muy buena. Siento que me he entendido muy bien con los catalanes. No creo en clichés, pero es cierto que en términos generales es gente más seria, y quizá no tan cercana de entrada como en otras regiones de España, y quizá sí es más difícil acercarse a ellos, desde un criterio latinoamericano. Pero eso también es una virtud. Como yo soy también un poco así, no soy particularmente extrovertido, pues me he ajustado muy bien, y a lo largo del tiempo he hecho amigos entrañables. Y en cuestiones laborales también. Es cierto también que por mi trabajo tengo que ver mucho con mexicanos en la cuestión cotidiana y mi trato con los catalanes es fundamentalmente a nivel institucional y laboral, pues es a lo que me dedico y así ha sido mi experiencia. Pero he hecho muy buenos amigos que estoy seguro de que perdurarán.
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¿Qué es lo que más valoras de tu vida en Barcelona? En un inicio lo que más valoré de entrada fue la posibilidad de poder tener una experiencia de vida en otro lugar. Creo que hubiera sido una experiencia igual, bueno no igual, igual de importante a nivel personal simplemente tenerla, fuera en Cataluña, o en cualquier otro lugar del mundo. Barcelona es una ciudad que me gusta mucho, que disfruto mucho, que me gusta caminar. Siento que he hecho muy buenas migas con ella. Tiene que ver también la visión literaria en el asunto, es una ciudad de la que he leído mucho y yo funciono mucho así, me encanta estar en una ciudad que he leído, que he visto a través de libros. Me encanta ese punto que te permite vivir la literatura. Pero también es cierto que viniendo del DF a veces la encuentro un poco pequeña. En un buen sentido. Demasiado perfecta y también extraño un poco el caos. Aquí es tan perfecto que salgo de mi casa y Mª. Carmen la del quiosco de periódicos me dice “Buenos días, Diego”, camino calle y media, pasa el autobús 64 me deja aquí enfrente, me bajo, entro. Todo marcha muy bien y ya de principio esto es una ventaja, te estoy hablando de la vida cotidiana en general. A base de perfección puede volverse monótona en la cotidianidad. Aunque sí, echo mucho de menos el caos, lo simpático, lo divertido, lo imprevisible del DF, creo que eso es lo que más he extrañado. Pero ha sido una experiencia muy buena que me he planteado como un paréntesis y eso hace que la disfrutes mucho, que te concentres en lo bueno y que trates de sacarle el mayor provecho posible, al ser una experiencia sensacional y efímera. ¿Qué piensas de lo que el gobierno ha hecho sobre las cosas de los refugiados en general? ¿La ley de la memoria histórica? Hombre, a mí me parece fundamental que se tome en serio. Aún no conozco tan a fondo todos los puntos concretos, conozco algunas propuestas, no todas, pero lo que pienso en términos generales es que todo lo que se haga es importante. Creo en la importancia de tener una memoria histórica, de rescatarla y de explicar una serie de cosas, es decir me parece fundamental y en términos generales me parece una iniciativa invaluable que entre más dinámica y más nutrida sea, mejor. La tumba de Miguel Morayta
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¿Consideras que van atrasados? ¿Que se ha hecho lo suficiente? No podría determinar cuál es el tiempo de maduración histórica para que una cosa tan atroz como la Guerra Civil pueda ser vista a distancia y reivindicada, y que pueda verse desde un punto de vista justo, no sé cuál es ese tiempo, pero yo creo hace falta hacer planteamientos al respecto, y por supuesto no olvidar. Yo creo que hay que poner mucho empeño en eso. Creo que hay cosas que no se han reivindicado como se debería. ¿Diego qué ha significado para ti ser hijo de exiliado en tu vida y en tu personalidad? Aunque no hijo pero sí nieto del exilio, estoy convencido de que me ha aportado un modo de entender las cosas que definitivamente no las vería igual o seguramente no las veo igual de no haber sido así, porque a fin de cuentas tu historia y tu experiencia, -aunque en este caso no haya sido en primera persona, al no vivirlo en carne propia- , que puede ser transmitido, en el modo de pensar, en el modo de valorar muchas cosas, de ver la historia, de ver la actualidad. Entonces ¿qué significa para mí? Yo creo que es parte de todo, es parte de la personalidad, es parte de la manera de ver las cosas, de valorarlas, de sentirlas, y de explicarte muchas otras. Yo creo que prácticamente cualquier aspecto de la vida está formada por la mentalidad de haber crecido con unos antecedentes, llamémosle históricos, que te marcan profundamente desde luego y que te dan una visión particular de las cosas. Es parte de quien soy y como veo todo a mi alrededor.
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