VIDA PERFECTA Carlos Peña La vida había sido buena con él, no le había colmado de riquezas, tampoco le había dado el porte necesario para aturdir a cualquier mujer y seducirla con el simple hecho de verla, pero había sido benigna con otras cosas que eran más importantes. Por ejemplo el cuidado y el amor de sus padres siempre estaban presentes, había nacido con la buena estrella de una inteligencia bien definida, la virtud de la paciencia era casi un don en él y su serenidad ante cualquier eventualidad era tal que hasta a él mismo lo sorprendía. Nunca sufrió por la falta de una amistad, en momentos difíciles el apoyo incondicional de muchos estuvo siempre a su dispocisión. Lo rodeaban personas que siempre apreciaban sus dones y que en algunos casos le aconsejaron para mejorar las que tenía de la mejor manera posible. El amor de pareja llegó a su vida en el justo momento y lo colmó de dicha. Encontrar a aquella mujer, fue hallar un tesoro, su contraparte perfecta en todos los aspectos. Y la llegada de sus hijos, representó un paso más de una vida de lo más dichosa que humano alguno pudiese soñar. Era un hombre con un espíritu extraño, para los estándares "normales". Y así todo lo que hasta ahora había sido su existencia caía en lo positivo, tranquilo, pacífico y amoroso... Pero en realidad, para él mismo no era de esa manera. Se daba cuenta perfecta, de que tenía lo que muchos otros deseaban. Pero él carecía de algo que de tenerlo, hubiese visto su vida como algo más que perfecto. Su capacidad cognitiva era muy amplia. Su inteligencia, casi un ser aparte con el que podía penetrar en los rincones más oscuros de su conciencia. Su paciencia le brindaba la paz interna que le permitía la observación directa y tranquila sin prisas y sin tensiones, lo que le ayudaba a la argumentación profunda y su serenidad le hacía llegar a conclusiones doblemente meditadas y conscisas... Escuchar una sinfonía lo elevaba a universos personales completamente alejados del universo físico... el aleteo de una mariposa alrededor de una flor lo golpeaba en los sentimientos de una manera brutal... la espalda torcida, la mirada inocente, las palabras simples de aquellos seres unidos en cuerpo y alma a la tierra, al mar... a una causa común, le arrancaba lágrimas honestas y dolorosas que le hacían sentir un nudo en la garganta imposibilitándolo incluso de poder hablar... Admiraba a los seres sensibles que expresaban sus sentimientos en prosas y poesías, a los seres que habían sido excluídos injustamente de la normalidad de la sociedad, por poderes políticos o religiosos que en su momento ordenaban el cause de la vida pero que no valían
como humanos ni la décima parte de aquel que condenaban. Gustaba de lecturas simples y profundas por igual, los escritores le parecían dioses colosales, rodeados de aureólas espectaculares, cuyo paso por este mundo había sido lo mejor que pudo suceder, seres que salieron del molde común para brillar por sí solos y dejar su herencia intelectual como muestra de que el humano es más que una máquina biológica de procreación. Razón por la cual, idealizaba, rendía culto, idolatraba a los libros. Le gustaban las ideas provocativas que revolucionaron el pensamiento. Sus héroes predilectos no eran los inventados en películas o seres imaginarios del populacho o seres reales pero torcidos por la historia y los mitos... eran aquellos que lograron romper los esquemas, barrer las creencias, crear conciencias, derrumbar sistemas, lograr cambios... todo en base a ideas revolucionarias que se apoyaban en hechos y evidencias lógicas unas e irrefutables otras... Se lamentaba en muchos casos, el haber nacido en estos tiempos modernos, pero tan vacíos de esa clase de hombres y mujeres que tanto admiraba... Se sentía fuera de sincronización con su tiempo y eso le frustraba por momentos... se consolaba pensando en que su tiempo era el tiempo justo para saber de ellos... Y todo esto... esa sensibilidad un tanto exagerada... esas lágrimas que brotaban al ver la formación de una galaxia, el eterno buscar de comida de una caracol, la canción popular cantada por el último miembro de una tribu desaparecida, las palabras expresadas por la desdentada boca de la abuela más querida de una aldea perdida en un país olvidado, las luchas de un grupo etnico por el derecho a reclamar sus tierras contra una sociedad establecida por la fuerza y la injusticia... todo eso... no era compartido por su familia... Comprendía por supuesto, que cada persona tiene su grado evolutivo, su dosis de percepción, su nivel de suceptibilidad, su rango de inteligencia y su capacidad de comprensión, a la par de su manejo personal de la sensibilidad... El amor, no le faltaba... era atendido como un rey en sus necesidades... era escuchado. En todo lo que es lo llamado normal, superficial, rutinario... lo que va por encima... lo obvio... no había problema... Se sentía incompleto... solitario... incomprendido... Los que parecían ser capaces de tener iguales sentimientos en relación a aquellas incertidumbres estaban muertos hacía mucho tiempo... Pero en su actualidad, solo veía sombras... un mundo lleno de sombras... regidas por sombras... procreando sombras... naciendo y muriendo como sombras... El mismo se sentía una sombra... Nunca había sentido la falta de amor... pero moría por falta de amor... Nunca había sentido soledad... pero la soledad lo envolvía...
Era querido, respetado, escuchado.... pero no sentía el cariño, ni el respeto... y sus palabras ni siquiera tenían eco. Entendía que en realidad no había razón para que todo esto sucediera... pero aquella mentalidad... nacida de una inteligencia que era un ente aparte, castigador... demasiado lógico y alucinantemente analítico... que se perdía a propósito en un segundo en retorcidas imaginaciones en las que tiempo y espacio eran reducidos a sus mínimas expresiones y luego elevadas a sus máximas potencias, no le permitían usar en su propia vida, la lógica que encontraba en otras... Y a esto agregaba el pensar que en su vida, aun faltaba mucho para llegar a un final de manera natural... Lo tenía todo... y no tenía nada...