I.
INVESTIGAR TRES CASOS DONDE LA RESPONSABILIDAD SE HA QUEBRANTADO.
La responsabilidad social tiene muchas interpretaciones como consecuencia de las distintas visiones que condicionan su actuar, las acciones asociadas a esta práctica se direccionan generalmente a empresas, olvidando que este enfoque resulta ser un tema estratégico para repensar en las intervenciones de desarrollo social y bienestar integral de las comunidades. La responsabilidad social resulta ser una nueva visión, que debe estructurarse con criterios, metodologías y prácticas que permitan a las empresas, la sociedad civil y el estado, accionar de manera
co-participativa
en
el
desarrollo
de
los
pueblos
y
el
país.
La presente investigación expone la importancia y necesidad de realizar acciones de responsabilidad social bajo el enfoque y metodología de intervención de la psicología comunitaria. Se describe cuatro elementos que comulgan entre ambas prácticas: se resalta la comunidad como sujeto y objeto de intervención; las razones éticas de los trabajos; los efectos de dichas acciones sobre la transformación social y el rol de los profesionales socialmente responsables. La palabra corrupción significa literalmente hacerse pedazos, es porque la corrupción es una pérdida total o parcial de la perdida de los valores éticos, morales de la persona para sustituirlos por una acción de satisfacción personal, está claro, a costa de abusar de personas con menor posición en la pirámide
social de aprovecharse
de
situaciones que
responsabilidades que nos proporcionen un beneficio.
nos
deslinden
de
1. LA CORRUPCIÓN MATA. La corrupción y el derecho humano a la salud: El caso del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS)
Este estudio tiene como objetivo fundamental demostrar que la corrupción impacta en la vida de las personas. Que a través de la corrupción se drenan cantidades de recursos financieros y de otro tipo, que están relacionados con las condiciones de vida de las personas, sobre todo de las más excluidas. La corrupción en el sistema de salud mata de manera más directa. La ausencia de medicinas, de una cita, la postergación de una cirugía, la imposibilidad de contar con un medicamento, entre otros, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Esto fue lo que pasó, como consecuencia del desfalco del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). Durante el escándalo de corrupción en el IHSS se denunció que cerca de unas tres mil personas pudieron haber perdido la vida, por esta situación. Sin embargo, ante un hecho tan dramático y repudiable, hasta el momento no se ha realizado ninguna investigación seria que lleve a los tribunales a los autores de la élite política y económica que están detrás de uno de los más grande latrocinios en el sistema de salud hondureño. El daño que han causado los diferentes actos de corrupción en la dignidad del pueblo hondureño ha sido, sin lugar a dudas, de consecuencias letales. A tal grado, que han incidido en los bajos niveles de competitividad, en la erosión de la seguridad jurídica, desproporcionada desconfianza de la ciudadanía en la clase política, acentuada desigualdad y exclusión social. Lo anterior ha vulnerado sistemáticamente los Derechos Humanos de los hondureños y hondureñas; las explicaciones acerca de la persistencia de la corrupción en países como Honduras, son diversas. Pero en general, giran en torno a dos tipos de explicaciones, las culturalistas y las institucionalistas. Para las culturalistas, se trata de sociedades en que la corrupción es parte de su cultura, y para las institucionalistas la corrupción se produce porque las instituciones estatales son débiles. En el caso de corrupción del IHSS se involucró una red de familiares, ex empleados y ex directivos del IHSS que montaron una estructura organizada (mediante empresas fachadas), contratos sobrevalorados para extraer los recursos del IHSS. Para entender más a fondo uno de los actos de corrupción más condenados por la sociedad hondureña se analizarán las siguientes redes: 1) Personas visibles e involucradas en caso de corrupción del IHSS. Delitos imputados. 2) 11 empresas de maletín involucradas en el desfalco al IHSS. 3) Soborno por coimas de la Empresa Compañía de Servicios Múltiples S de R.L.
COSEM a ex empleados, ex funcionarios y ex directivos del IHSS. 4) Testaferros identificados por el Consejo Nacional Anticorrupción 5) Red familiar: amantes, esposos y exempleados. Esta red de personas involucradas en el acto de corrupción del IHSS ha puesto en evidencia que diversos actores (políticos, empresarios, ex empleados y familiares de los mismos) fueron capaces de dilapidar los recursos del IHSS dejando a su paso efectos nocivos no solo para el Seguro Social y para sus afiliados, sino para el Estado de Honduras que lo terminó de colocar como una de los países más corruptos de la región, con una escasa aplicación de la justicia, ya que según diversos sectores de la sociedad hondureña aún falta por descubrir a los verdaderos autores “intelectuales”. Bancos comerciales del país estuvieron involucrados en las transacciones de pagos a empresas identificadas como de “maletín o fantasmas” que se utilizaron para drenar y lavar activos provenientes del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). En el Informe de la Comisión Interventora del Seguro Social, coordinado por Vilma Morales se identificaron cinco bancos: Ficohsa, Atlántida, Bac, Lafise y Continental; que realizaron pagos mediante líneas de crédito según registros contables encontrados por la Comisión Interventora lo cual deja en evidencia que dichos bancos facilitaron el descalabro financiero del IHSS. Hasta ahora se ha identificado que el descalabro del IHSS en gran medida la concretó una red familiar donde estaba involucrados, padres, hijos (as), hermanos (as), esposas, amantes, cuñados, amigos y parientes que diseñaron empresas fantasmas, crearon una red de testaferros, sobrevaloraron contratos y servicios que el IHSS no recibió, adquirieron bienes ostentosos y viajes de placer. Estos construyeron una red de testaferros que acumularon, y compraron propiedades de alto valor tanto en el extranjero como en el país. Los que han sido identificados como los “autores intelectuales” formaban parte de la dirección, administración, finanzas, compras del IHSS, que actuaron en complicidad con empleados de rangos inferiores para desfalcar los recursos financieros de los derechohabientes. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos y la misma MACCIH han señalado que existen “autores intelectuales” de la elite política y económica, que están mucho más arriba de quienes tenían cargos de dirección en el Miembros de la junta directiva del IHSS, actores políticos, miembros de la empresa privada, y prestadores de servicios, actuaron en complicidad mutua, pagando “coimas” con el fin de acelerar pagos de contratos sobrevalorados. Por otro lado, miembros de la junta directiva y empresarios que fueron identificados
cómplices en el caso del IHSS, no fueron sometidos a procesos de investigación, ni fueron enviados a la cárcel, simplemente la justicia hondureña les impuso medidas alternas a la prisión. La estructura de la red de corrupción funcionó también en una relación de alto nivel, de tipo político-empresarial con la junta directiva del IHSS que tomaron decisiones para drenar las arcas del Seguro Social. A lo anterior se suma actores ocultos por la complicidad del gobierno que tenía conocimiento de dicho escándalo y no actúo de manera inmediata y oportuna. En declaraciones y tratados internacionales sobre derechos humanos se reconoce el derecho humano a la salud. La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre establece: Toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad. La Constitución de la República de Honduras reconoce como función del Estado asegurar el derecho a la salud para todas y todos los habitantes de Honduras al disponer expresamente que: “se reconoce el derecho a la protección de la salud. Es deber de todos participar en la promoción y preservación de la salud personal y de la comunidad. De conformidad con la Ley del Seguro Social y por mandato constitucional, el Estado, los Patronos y los Trabajadores están obligados a contribuir al financiamiento, mejoramiento y expansión de la seguridad social, tanto en las zonas geográficas del país, como en la incorporación de los diferentes sectores que componen la sociedad hondureña; y a tal efecto, el IHSS16 se constituyó en un servicio público con carácter obligatorio de aplicación gradual y progresiva, conforme lo dispone la Constitución de la República y los Convenios sobre esta materia suscritos y ratificados por el Estado de Honduras con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
2. Shell provoca en Nigeria un desastre ambiental 20 veces peor que el Prestige La mayor petrolera que opera en Nigeria, Shell, ha derramado en los últimos 50 años en el país un millón y medio de toneladas de petróleo, lo que supera en 20 veces la carga del mayor desastre ambiental de España, el Prestige (77.000 toneladas). La angloholandesa Royal Dutch Shell opera en el país africano desde mediados de los años 50 y se ha convertido en la empresa más contaminante de Nigeria, un país que principalmente vive de la agricultura y de la pesca.
Desde el año 1960, cuando comenzaron las exportaciones del petróleo nigeriano, se ha generado un promedio de 600.000 millones de dólares de beneficios, que en definitiva fueron repartidos entre las petroleras multinacionales y el Gobierno del país sin que los ciudadanos vieran mejoradas sus condiciones de vida gracias a estas ganancias. Mientras la elite política nigeriana y los empresarios extranjeros prosperaban, el porcentaje de población pobre pasó del 28% en el año 1890, al 66% en 2000, ya que la catastrófica contaminación día a día destruía más recursos naturales del país, que para la mayor parte de su población eran la única fuente de ingresos y alimentación. En 2009 Shell fue denunciada ante un tribunal estadounidense como cómplice de estas ejecuciones ilegales declaradas como asesinatos, por haber instigado, planeado y financiado las violaciones, destrucción de la propiedad, torturas y asesinatos realizados por el Ejército nigeriano en las tierras de los ongoni durante los años 1993 y 1994. Sin embargo Shell no fue declarada culpable debido a los vínculos demasiado débiles entre EE.UU. y la petrolera, como para que esta fuera juzgada bajo la legislación de ese país.
El segundo juicio al que fue llevada la compañía tuvo más éxito para la acusación. En agosto 2011 el Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA) acusó a Shell Nigeria de llevar décadas provocando una contaminación grave a causa de los vertidos de petróleo en el territorio de los ongoni, al que dejaba sin recursos para sobrevivir y donde generaba malformaciones, leucemia y muertes prematuras entre su población. De acuerdo con los análisis de los expertos la tasa de contaminación en los pozos de la petrolera superaba en 900 veces el nivel permitido por la Organización Mundial de la Salud. La sentencia fue desfavorable
a Shell, que fue obligada a rehabilitar la tierra y el agua contaminadas por el crudo y compensar a la comunidad con 1.000 millones de dólares de indemnización. Sin embargo, por el momento la compañía no ha satisfecho ninguna de las exigencias. Otros intentos de juzgar a Shell fuera de Nigeria, ya que el Gobierno corrupto del país sigue ignorando el caso, tampoco tuvieron mucho éxito. No obstante, un aldeano de la pequeña comunidad de Oruma del Delta del Níger ha logrado demostrar la responsabilidad de Shell en la polución de su zona, y la petrolera fue condenada de nuevo a limpiar y reparar el territorio, además de pagar una indemnización económica, exigencias que, al igual que la del juicio de PNUMA, aún no ha satisfecho la empresa.
La ONG Amigos de la Tierra ha lanzado una campaña de presión social en el ciberespacio tratando de obligar a Shell a responder por los efectos de la contaminación que ha provocado en Nigeria y cumplir con todas las obligaciones prescritas por los tribunales. Responsabilidades de Shell La responsabilidad social de Shell está enfocada en cinco áreas: Con los accionistas. Proteger la inversión de los accionistas y proporcionar un rendimiento a largo plazo que sea competitivo respecto del de otras compañías destacadas de la industria. Con los clientes. Conseguir y mantener clientes desarrollando y proveyendo productos y servicios que ofrezcan valor en términos de precio, calidad, seguridad e impacto ambiental, los cuales cuenten con el apoyo de la pericia tecnológica, ambiental y comercial necesaria. Con los colaboradores. Respetar los derechos humanos de los colaboradores y proporcionarles condiciones de trabajo buenas y seguras, así como términos y condiciones de servicio competitivos. Promover el desarrollo, crear un entorno de trabajo inclusivo en el que cada empleado tenga la misma oportunidad de desarrollar sus aptitudes y talentos.
Con quienes hace negocios. Buscar relaciones de beneficio mutuo con contratistas, proveedores y empresas conjuntas, y aplicar los Principios Generales de Negocios de Shell u otros principios equivalentes en esas relaciones. Con la sociedad. Realizar negocios como miembros corporativos responsables de la sociedad, cumplir con las leyes de los países en los que se opera, expresar apoyo a los derechos humanos fundamentales de conformidad con la función legítima del negocio y dar la importancia adecuada a la salud, seguridad y medio ambiente.
3. EL CASO VOLKSWAGEN Y EL FRACASO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL El caso Volkswagen representa, a todos los efectos, el fracaso absoluto de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). No hay paliativos posibles: hablamos de una manipulación consciente, conocida a todos los niveles de la compañía, intencionadamente diseñada para obtener un plus de competitividad con el que hacer frente a la pujanza de otros competidores, y que consiguió poner a la marca en el trono de su industria a nivel mundial al tiempo que se publicitaba como ecológica y envenenaba todo el planeta. Una ausencia total de ética en ingeniería, que ha llevado ya a la dimisión no solo del CEO de la compañía, sino también de cargos como el director de I+D en Audi o el responsable de motores en Porsche, que puede llegar a más marcas, y que únicamente deja una evidencia clara: es completamente imposible que el departamento de RSC no supiese nada de todo esto. La cadena de mando que lleva desde el desarrollo de las líneas de software que establecían la condición que ponía el vehículo en modo test de emisiones y que lo devolvían a modo circulación, al “modo sucio” cuando el test terminaba están perfectamente auditadas, y las pruebas internas completamente documentadas: todas las responsabilidades pueden ser trazadas, y abarcan ya no a toda la compañía, sino a todo el grupo. Una demostración más de que la única manera de hacer software es hacerlo abierto, que cualquiera pueda inspeccionar su código: el software se ha convertido en el verdadero punto débil que escapa al control. Hablamos de un motor, de algo completamente tangible, no de una interpretación o de un matiz. Un motor que emitía cuarenta veces más contaminación que lo que
debía, y que una marca conscientemente decidió camuflar para que lo disimulase cuando lo sometían a pruebas. Ni el directivo de RSC más idiota del mundo podría alegar que no sabía nada del tema: o no sería creíble, o demostraría que su trabajo no tenía sentido y, en realidad, era una simple táctica de distracción publicitaria, una estúpida sección que nadie en realidad se va a leer y solo sirve para decorar la memoria corporativa. Esa, es la gran realidad: en la inmensa mayoría de las empresas, la RSC se reduce a poner un directivo, habitualmente con cierta aura de respetabilidad, al mando de un departamento que simplemente se dedica a responsabilidades de lavado de imagen, a hacer simplemente que las cosas parezcan bonitas por encima de todo, aunque en realidad estén tan lejos de serlo como en el caso que nos ocupa. En un derroche de ingenuidad, nos hemos engañado pretendiendo que las empresas podían ser capaces de autorregularse y responsabilizarse de sus prácticas de RSC, cuando la terca realidad nos indicaba claramente que todas sus acciones, salvo las meramente simbólicas, se orientaban únicamente a la maximización del beneficio por todos los medios posibles. Volkswagen decidió de manera completamente consciente que no importaba envenenar a todo el planeta emitiendo cuarenta veces más óxidos de nitrógeno que la cantidad legalmente permitida, si haciéndolo conseguían situarse como la primera marca de automóviles del mundo. Sencillamente, no importaba. Los paralelismos con la industria tabaquera son impresionantes, y se asientan sobre una tristemente sólida base social: del mismo modo que muchos fumadores estaban dispuestos a creerse que en realidad el tabaco que inhalaban no era tan dañino, millones de conductores ahora prefieren seguir emitiendo conscientemente a la atmósfera gases claramente nocivos para todos con tal de que no empeore la aceleración de su vehículo. Esa, y no otra, es ahora la preocupación de la inmensa mayoría de los propietarios de un Volkswagen diesel: “¿qué voy a tener que llevar mi vehículo a revisar y como resultado le van a bajar las prestaciones? Pues como no me obliguen, no lo llevo”. Mientras el problema más grave, envenenar el planeta y a sus habitantes, es algo que no vemos directamente, que no es tangible y que no tiene por qué tocarnos directamente a nosotros, la caída en las prestaciones de nuestro vehículo es algo que notamos cada vez que salimos de un semáforo, y supone un precio que, aunque parezca increíble y completamente irracional, no estamos dispuestos a pagar. En realidad, el problema de la RSC es ese: pedir a unas empresas que se autorregulen y a unos directivos que se comporten como si estuviesen por encima de la realidad social. Algo hemos hecho muy mal cuando el común de los mortales ve la RSC como algo prescindible, superfluo, como un conjunto de buenos deseos que únicamente prevalecen cuando no interfieren con el beneficio económico o
con la deliciosa sensación de la espalda que se pega al respaldo del asiento cuando pisamos el pedal hasta la tabla. La forma en que las empresas han gestionado la RSC hasta el momento convierte a sus responsables en una especie de mojigatos a los que, en realidad, se pone en su puesto únicamente para que hagan bonito, y a los que, ante cualquier conflicto de intereses, basta simplemente con recordarles quién paga su sueldo. El caso Volkswagen es la prueba evidente de que la RSC debe reinventarse desde su base. Debe tener esquemas de responsabilidad completamente trazables, que aseguren que los responsables terminarán directamente a la cárcel cuando se infrinjan determinadas cuestiones. Tendrán que convertirse en puestos muy bien pagados debido a las responsabilidades que tendrán que asumir, y con presupuesto para desarrollar los esquemas adecuados para averiguar todos los detalles de lo que ocurre en unas empresas que han demostrado no ser suficientemente responsables como para controlarse a sí mismas. La RSC ha fracasado. La evidencia del caso Volkswagen es tan importante, tan palmaria y tan brutal que debería llevar a que todas las compañías revisasen sus prioridades y repensasen el funcionamiento de ese departamento. Que se preguntasen si algo así podría llegar a ocurrir en su empresa, porque es muy posible que se encuentren con un sí tan triste como atronador. Que su empresa esté tan dispuesta a engañar, mentir y matar a personas a cambio de un beneficio empresarial como lo ha estado Volkswagen.