Profesorado de Educación Superior en Lengua y Literatura I.E.S. N° 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo” Primer cuatrimestre de 2018 Sistema y políticas educativas Docente: Galarza, Daniel Alumna: Rodríguez Chiarini, Alejandra Parcial Domiciliario 1) Considerando el texto de la ley 1420 y los videos y bibliografía puestos a disposición, analice la forma en que se resolvió la cuestión de la laicidad y sus fundamentos. Para empezar, es importante señalar que cuando se debate la ley 1420 en el Congreso Nacional, el problema principal que estuvo en juego fue el de la laicidad de la educación pública. El 11 de Abril de 1882 se convoca el Congreso Pedagógico Nacional, en dónde católicos y liberales debaten sobre muchas de las características posibles para el proyecto de ley educativo. El único punto en el que no se llegó a acuerdo fue, justamente, la laicidad. Los católicos argumentaban que una escuela atea provocaría una catástrofe moral en la educación y en la sociedad. Por el otro lado, los liberales pensaban que la enseñanza de religión en las aulas era un retroceso, que fomentaría la intolerancia y excluiría a los extranjeros, que por esos años eran tantos. Opinaban que la laicidad ayudaría a establecer relación con otras naciones, a seguir fomentando la inmigración y que contribuiría al progreso de la nación. Vale la pena destacar que la noción de progreso de la Generación del 80, justamente venía de la mano de la ola de la modernidad a la que se habían subido los intelectuales de la época. Los congresistas católicos finalmente se retiran del Congreso Pedagógico, pensando que así lograrían romper el mismo. Claro que estos contaban con el apoyo de las maestras mujeres asistentes al congreso. Para sorpresa de los católicos, las maestras decidieron que era más relevante seguir discutiendo en el congreso sobre la modalidad de clases, la pedagogía a seguir, los programas educativos que retirarse en pos de defender la moral católica. Cuando los catòlicos se retiraron, el tema de la laicidad dejó de discutirse y ese punto fue el único que se trató cuando el debate se llevó al Congreso
Nacional, al momento de tratar la ley. El proyecto de ley presentado por los católicos incluía, al igual que el liberal, la gratuidad, la gradualidad, el carácter común y la obligatoriedad de la educación, pero agregaba, por supuesto, la educación religiosa. Se entreveía en el proyecto católico, la idea de Nación como algo subordinado
a las instituciones heredadas del período colonial, en
particular, de la Iglesia. Esto se enemistaba con el proyecto modernizador liberal, que planteaban un Estado moderno que organizaba el conjunto de las instituciones y todas estaban subordinadas a él. Esta idea está ligada al uso de la educación como instrumento de control, sobre todo teniendo en cuenta la creciente inmigración. Debían convertir a los inmigrantes en ciudadanos Argentinos primero que nada por ende, el Estado debía tomar el único rol protagónico en la formación de esos individuos. Debían quitar control a la iglesia para fortalecer el joven Estado nacional. Finalmente, luego de la votación en el Congreso, triunfa la postura liberal. A pesar de eso, se concede a la iglesia el permiso para dictar clases de religión, solo por ministros autorizados y únicamente a los niños de sus respectivas comunidades, fuera del horario escolar. 2) Caracterice el desarrollo de la educación secundaria entre 1860 y 1905. Como primera medida, es imperativo decir que la educación secundaria, durante el período de 1860 a 1905, fue desarrollándose sin una ley que la regulara, que le diera un marco legal integral a las diversas ofertas que surgieron. Por esta razón, además de no ser obligatoria y de su oferta relativamente escasa, el crecimiento de la matrícula durante estos años avanzó muy lentamente. En 1870 se fundaron los primerios colegios nacionales en cada una de las 14 provincias que formaban parte del territorio entonces. Esto fue producto, entre otras cosas, de las presiones ejercidas por sectores medios y altos que querían especializarse y continuar sus estudios. La idea de los colegios nacionales era que fuesen proveedores de un panorama de cultura general y preparatorio para la universidad, para los más pudientes. De esta manera, formar las facultades individuales de los hombres. Por esta razón, los colegios tuvieron, en esta época, una impronta primordialmente humanística. Luego, se incluyó una modificación
en la que, en el último año, los estudiantes tendrían asignaturas relacionadas con las distintas carreras por las que mostraran aptitudes o intereses. Algo a destacar es el fuerte control que tenía el Estado sobre la educación secundaria. No solo en cuánto a los planes de estudio, sino también en cuánto a la designación de sus autoridades y profesores. Incluso el Estado logró regular también la enseñanza privada, que le permitía ampliar la oferta, abaratando los costos. El asiduo control estatal puede interpretarse de manera algo ingenua y pensar que lo que estaba de fondo era un interés genuino por mejorar la calidad de vida y promover el ascenso social de los sectores medios. Pero se debe tener en cuenta la coyuntura política del momento: el modelo agroexportador instalado por la misma élite dominante a la que beneficiaba y la restricción del acceso a la vida política a la mayor parte de la población nos estarían indicando que el control estatal de la educación secundaria no estaba movido por el mero altruismo, sino que tenía otros intereses. De hecho, la creación de institutos de formación secundaria aumentó muy lentamente durante estos años, luego de los construidos en 1870, y su creación estuvo concentrada casi únicamente en las grandes ciudades. Esto, pensando que el control estatal sobre la educación secundaria era casi total, puede interpretarse únicamente como un interés, por parte del Estado de formar solamente a las élites del país y no brindar una real posibilidad de ascenso social, ni siquiera a quienes pudieran pagar y alcanzar ese nivel educativo. Se trató de un interés político, que se vio reflejado en la política educativa que se llevó adelante: al restringir el acceso a los niveles superiores de la educación, se restringía el acceso al conocimiento y con ello al poder. Esto es claramente distinto a lo que sucedió con la educación primaria y al interés político detrás de la creación y expansión de este tipo de escolaridad: unificación de conocimientos e inculcación de los conceptos y valores naciones para así fomentar el sentimiento de la identidad argentina, en un contexto de mucha inmigración. La restricción del acceso a la educación secundaria fue una de las tantas estrategias que implementó la élite dominante para poder mantener restringido el acceso de los crecientes sectores medios criollos a cargos de poder.
3) Analice la política educativa durante el peronismo considerando las transformaciones socioeconómicas y las formas de accionar del Estado desde la década de 1930.
Podemos comenzar aclarando que, incluso previamente a la década de 1930, Argentina ya había comenzado un inciepiente proceso de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). Esto se relaciona directamente con las políticas proteccionistas llevadas adelante por el Estado, producto, entre otras cosas, de un cambio de paradigma fuerte a nivel mundial: el cambio de EEUU como potencia mundial, lugar antes ocupado por Inglaterra. El crecimiento de la ISI, demandó nuevos perfiles técnicos que el sistema educativo aún no podía suplir en la cantidad requerida. Luego de la crisis del ’29 y con el comienzo de la segunda guerra mundial, los precios de las materias primas suben, pero para el momento de la primera presidencia de Perón, la industria nacional tenía ya un mínimo desarrollo, el suficiente al menos para que la educación técnica, tanto media como universitaria, cobrara una importancia cada vez mayor dentro del período peronista. A diferencia de lo que pasó en otros momentos históricos al respecto de la educación, la demanda de técnicos y obreros calificados de esta etapa y las reformas educativas que se hicieron en pos de suplir esa demanda, respondieron directamente a las necesidades del mercado y la industria del momento, no fueron el resultado de una planificación estatal. Durante los primeros años del peronismo no se crean demasiadas instituciones de Artes y Oficios, sino que la intención es hacer valer y aprovechar las ya existentes. Años más tarde, se crea la Universidad Obrera Nacional (UON) cuyo propósito era formar profesionales entre los trabajadores, para dar respuestas a esta demanda creciente de la industria. Se trató de un sistema educativo paralelo al formal, cuya crítica más acabada fue la de que perpetuaba la brecha preexistente entre trabajadores y burgueses en la sociedad: el hijo del obrero seguiría siendo obrero (y asistiría a la UON) y el hijo del intelectual burgués, seguiría siendo intelectual (y asistiría, por ejemplo, a la UBA). Por otro lado, otro de los fenómenos de la época fue un creciente antipositivismo, que después de la guerra y la crisis, ya no cree que la ciencia sea el camino inequívoco al progreso. Esto tiene su consecuencia en la educación, a la que se tilda de ‘enciclopedista’ y se pretende en ella un retorno a lo espiritual. Se busca
entonces un balance entre los conocimientos puramente académicos y la formación espiritual. La iglesia ve en este fenómeno una oportunidad y el primer Plan Quinquenal de Perón ratifica la instrucción de enseñanza religiosa en las escuelas públicas (había sido sancionada durante el gobierno de facto de Ramírez, del cual Perón participa activamente). Ademàs, en este Plan se introduce el concepto de justicia social en la educación que dialoga con la Doctrina Social de la Iglesia. Luego, en el segundo Plan Quinquenal, esta es suplantada por la Doctrina Nacional Peronista, exhaltando las figuras de Perón y de Eva, mezclándolas con valores ético-morales y hasta símbolos religiosos. Este tipo de mensajes, insertos en el ámbito de la escuela, sobre todo primaria, trajo muchos debates al respecto de la inserción de la política en la escuela. Los sectores que defendieron al gobierno peronista debatieron que la escuela nunca es objetiva y ‘apolítica’, sino todo lo contrario. Desde mi humilde parecer, creo que la discusión sobre política no puede más que suceder en el ámbito educativo. La considero inevitable y beneficiosa. Pero que esta no debe tener màs propósito que lograr que alumnos y docentes cuestionen sus propios roles y sus preceptos e ideas, y sobre todo, fomentar el debate. Creo que eso, muy lejos se encuentra que un niño escriba veinte veces en su cuaderno ‘Evita me ama’ o ‘Perón me cuida’. En cuanto a la reforma Constitucional de 1949, cabe destacar varios aspectos relacionados a cuestiones antes mencionadas. Por ejemplo, en la nueva reforma se establecen, en relación con la doctrina social de la iglesia, las becas para alumnos “capaces y meritorios” que no puedan afrontar económicamente sus estudios. Por otro lado, atribuye a la familia el rol principal a la hora de la educación de los hijos, poniendo al Estado como colaborador de esta y de las ofertas académicas privadas. Esta reforma establece además una educación diferenciada para quienes vivieran en zonas rurales: a estos les acerca una capacitación profesional ‘en las tareas que el mercado laboral necesita en esas zonas geográficas’. Por último, dada la coyuntura actual que se vive en el momento en que este trabajo es redactado, me resulta interesante destacar la educación que ofrece esta constitución a las mujeres: formarlas para las tareas domésticas. Aunque la ley de Enseñanza Religiosa fuera derogada, en la alianza con Perón la iglesia consigue otra ley que resulta ser muy conveniente para los sectores
católicos. Con la ley del Estatuto Docente de Establecimientos Privados, el Estado Nacional comenzó a financiar al sector privado, para equiparar los salarios docentes que realmente eran cuantiosamente más bajos. Aun así, el sector privado no logró liberarse de los controles estatales que le fueron impuestos. De todas maneras, la iglesia consiguió fondos estatales para financiar sus propias escuelas, beneficio que conserva aún hoy. Más tarde, este sector apostaría a la formación, incluso de sus propios docentes, para poder impartir, en sus escuelas, financiadas estatalmente, la educación católica de manera transversal por la currícula. Otra característica importante del período peronista a nivel educativo es que la matriculación creció en todos los niveles, sobre todo por la promoción de la inclusión de los niños en edad escolar. Aun así, contradictoriamente, durante el mismo período se amplía la edad de los menores habilitados para trabajar a 14 años. Previamente, los menores de 18 años no podrían trabajar 8 horas, sino que podían trabajar un máximo de 6 horas diarias y 36 horas semanales. Esta modificación de la ley también afecta el nivel de instrucción que dichos menores debían alcanzar para poder ser empleados. Previamente, los menores debían completar la primaria para poder trabajar. El gobierno periodista modifica esta ley y asegura que un menor puede trabajar 8 horas y está obligado, en sus tiempos libres, a terminar sus estudios primarios. Claro que el encargado de constatar que el menor asistiese a clases, era nada màs y nada menos que su patrón. Este cambio en la legislación del trabajo infantil está puramente alineado con los intereses del mercado y no con una preocupación genuina del Estado por la formación educativa de los niños.