Olimpus Novela By Ismael Berroeta

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  • Pages: 135
OLIMPUS Novela

Ismael Berroeta

-

Santiago de Chile - abril de 2007 –

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Capítulo primero

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El color.

Estaba caluroso. Los resplandores de la luz que me rodeaba me empujaron a entrar. Me senté a una de las mesas distribuidas aquí y allá. Un individuo gordo, de mejillas encarnadas, aire amistoso y abierta sonrisa se acercó donde yo estaba.

- ¿ En qué lo podemos atender ?. Usted parece nuevo por aquí.

- Siento sed. Quisiera un refresco, por favor.

Sin abandonar su aire amable, se dirigió a una de las meseras y ordenó:

- ¡ Rosa !, ¡ ven a atender a nuestro cliente ! -. Y, volviéndose nuevamente hacia mí, señaló: - Ella se ocupará de usted, le ofrecerá lo mejor que tenemos.

La muchacha era joven, de estatura mediana y contextura fuerte.

- ¿ Desea usted cenar ? -, preguntó sonriendo detrás de su rostro rubicundo.

- No -, le respondí. - Quisiera beber algo. ¿ De qué son esos jugos de frutas que veo desde aquí ?. Parecen ser iguales.

- De ningún modo -, señaló la joven. - Tenemos una gran variedad. Frutilla, frambuesa, granadina, sandía, cereza...

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3 - Es cierto, el cansancio y la sed me ponen distraído -, dije para salir del paso. La verdad es que siendo todos del mismo color no habría podido distinguirlos, aún mirándolos más de cerca.

- Tráigame el que sea, pero bien frío.

No me pude quejar. El jugo resultaba delicioso. No tardó en acosarme el hambre, por lo cual volví a llamar a la mesera.

- Podemos ofrecerle jugo de tomates. Además, pizza con jamón, salame, ají y también con rodajas de tomate, por supuesto.

- ¿ Hay algo más ?.

- Productos del mar. Cangrejos en su caparazón y, además, camarones a la parrilla.

- Prefiero la pizza.

Debo confesar que la pizza estuvo exquisita. Por su parte, el encargado no había dejado de observarme y, al terminar mi cena, se dirigió hacia donde estaba.

- Le ha gustado la comida, ¿ no es así ?. ¿ Y qué me dice de nuestra villa ?. Seguramente permanecerá usted unos días por aquí. Mi nombre es Rojas -, agregó, extendiendo abierta hacia mí su mano derecha como cuando alguien quiere presentarse así mismo.

No le contesté de inmediato. Ni la cena ni el delicioso jugo de frutas habían logrado quitarme la

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sensación de ... no, no era calor, tal vez una especie de bochorno, quizás el sobreestímulo de

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una cierta luminosidad purpurina que se desprendía del interior del restaurante. Todo contribuía, el color rojizo de los jugos de frutas que burbujeaban, el escarlata del zumo de tomates, el encarnado del ají sobre la pizza, los caparazones de los camarones y cangrejos en las mesas vecinas. Incluso los rostros encendidos de los dependientes.

- Debo irme, pero no quisiera partir de inmediato -, le respondí, mientras me dirigía lentamente hacia la puerta. - Debo quedarme hasta conocer...

- ¿ Hasta conocer qué ? -, preguntó el gordo de rostro encarnado y amable.

Traspasábamos la puerta hacia el exterior del local y, afuera, el sol de la tarde brindaba un tono carmesí al paisaje.

- Hasta conocer lo que se debe conocer -, dije en forma evasiva. - Saber el por qué de las cosas.

- Mi lema siempre será acoger bien al forastero. Más todavía, lograr que el visitante se quede para siempre con nosotros. Somos un pueblo pequeño, estamos creciendo y los necesitamos a ustedes.

Su tono gentil y esa amabilidad que jamás lo abandonaba me hicieron disminuir la tensión y la falta de confianza que me recubría en esos casos. Pensé ... ¿ y si ésta es la oportunidad de saber ?. Al fin y al cabo, cuando te encargan una misión si no arriesgas nada no podrás llegar a algo.

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- Venga, tenga la bondad de seguirme -, señaló con aire decidido. - Avanzando tan sólo

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trescientos pasos por esta misma calle llegaremos a lo alto de la colina. Es un sitio espléndido para dominar desde allí todo el lugar.

Caminamos sin prisas por entre las filas de casas de ... ¿ eran ladrillos ? ... color bermejo. Hileras de ciruelo rojo en flor se alzaban en las amplias aceras, destacando como una procesión la pendiente en subida de la calle. En las ventanas había macetas con hiedras y geranios que lucían desafiantes sus flores como llamas. A poco andar, nos detuvimos en la plazoleta de la cima de la colina. La visión panorámica de un entorno de colores, ¿ o color ?, violentos se extendieron ante nuestros ojos como una llamarada. Mi anfitrión infló el pecho con orgullo al presentar a su tierra natal.

- Allí, hacia la derecha, usted puede apreciar aquellas plantaciones de frutos escarlata. Son nuestras tomateras. Un poco hacia el centro, ¿ ve usted ?, se destacan los granados. ¡ Qué hermoso color púrpura !. A la izquierda, en esas montañas que brillan como ascuas están los yacimientos de cobre nativo, casi puro.

- Es notable todo esto -, dije, por mostrarme seguro de mí mismo. Mi interlocutor prosiguió entusiasmado.

- ¡ Mire como luce el bermellón de los albaricoques y melocotones ya maduros !.

Sin darme cuenta, impresionado, dejé escapar una pregunta. - ¿ Todo es rojo ? -, musité.

- Todo. Todo del primer color del espectro solar -, expresó con absoluta seguridad.

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Mi vista se volvió hacia las casas y edificios. Unas pocas banderas se agitaban al viento en el

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frontis de algunas viviendas. Mi atención se detuvo en unas y otras.

- ¡ Vamos hacia allá !-, exclamé repentinamente. Y, sin poder contenerme, a grandes zancadas me acerqué a los gallardetes. En medio de sus fondos como la grana reconocí los emblemas. En unas banderas lucía una cruz esvástica. En otras, una hoz y un martillo.

-

¿ De dónde aparecieron esos emblemas ? -, pregunté

sin quitar la vista de los trapos

flameantes.

El gordo, siempre amable, respondió:

- Los crearon los que vinieron del Tercer Planeta. Son bonitos, ¿ no es verdad ?.

- Pero, ¿ cómo ?, ¿ cuándo ? -, dije con gran esfuerzo, casi sin poder dominar mi curiosidad.

- Llegaron hace mucho. Déjeme recordar. Ummm..., ... Sí. Fue en el siglo XX, si usamos su medida del tiempo. Los habían expulsado. Venían huyendo injustamente perseguidos, así dijeron. ¿ Usted es uno de ellos ? . ¿ También viene de la Tierra ?.

El gordo y yo nos miramos de frente. Me quedé sin abrir la boca ni hacer un gesto. Él intentaba aclarar quién era yo y de dónde venía. Si lo aclaraba, daría la alarma y aquello podría significar mi fin. Por mi parte, yo intentaba comprender la lógica de la información que iba recibiendo. Los seres y el lugar donde me encontraba ¿ eran reales ?, ¿ me hallaba en un mundo tangible y lineal o en uno donde primaba la relatividad del acontecer ?. Intentaba casi vanamente comprender y, al mismo tiempo, conservar mi vida, pues de esto último dependía que pudiese informar a mis

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superiores. Aparenté tranquilidad, casi indiferencia, aunque presentía que me había delatado

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a mí mismo.

- No soy uno de ellos -, dije secamente, pronunciando clara y lentamente cada palabra. - Sin embargo, ¿ dónde se encuentran ?. Quisiera hablarles -, expresé con tono seguro.

- Lamentablemente, ya no están aquí -, contestó el gordo.

- ¿ Qué fue de ellos ?.

- Las cosas ocurren y luego se olvidan. La gente viene y se va. Todo pasa en esta vida. Así les ocurrió a ellos -, dijo el gordo sin perder su aire bonachón.

- Seamos concretos -, le dije, mirándolo fijamente. - ¿ Se fueron ?, ¿desaparecieron ?, ¿ se esfumaron ?.

¿ Dónde podían ir, si su tecnología primitiva apenas fue capaz de traerlos

hasta aquí ?.

-

No se altere usted.

No quise eludir sus preguntas. Esos terrícolas eran gente débil,

derrotada. Sus jefes aparentaban un aire dominador. Les hubiera gustado esclavizarnos. Sin embargo, nuestra civilización es fuerte. Digamos que, al final, los absorbimos.

Las últimas frases fueron dichas en un tono sarcástico, casi siniestro. Por mi parte, sentía que había comprendido. Debía terminar con la misión encomendada. Un agente de seguridad intergaláctico debe mostrar el mayor desapego. Ni temor, ni odio, ni entusiasmo. Solamente ser. Luego, no caben los sentimientos, ni siquiera las sensaciones.

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- Volvamos a su restaurante, Rojas. Quisiera pasar al toillette.

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- Con el mayor agrado le acompañaré -, dijo el gordo. - Ante todo, la comodidad y el buen servicio para mis visitantes.

Una vez solo en el toillette y a salvo de miradas indiscretas, hice funcionar el microcomputador que había almacenado mis registros mentales. La información comenzó a ser procesada y de inmediato transmitida a través del microemisor. A los pocos segundos, la maquinilla anunció una interferencia. La puerta del toillette se abrió. No era solamente el gordo. Eran varios. Manos firmes me cogieron.

- De verdad lo sentimos -, dijo el gordo.

- Hay que hacerlo -, dijo otro.

- Lo necesitamos -, expresó otra voz.

- Hay que conectarlo a los procesadores, igual que a los anteriores -, se oyó a alguien.

Me condujeron rápidamente hacia una especie de jardín. Una reja metálica cubierta de azarcón se cerró estrechamente sobre mí, impidiendo moverme. Turgentes y vigorosos ejemplares de rosales, hiedras, claveles y geranios de hermosas flores encarnadas se inclinaron sobre mi cuerpo. Extendieron sus ramillas y hojas, sus zarcillos. Sus elementos de succión penetraron profundamente en mi piel, mi carne, mis tejidos todos. Absorbieron de manera eficaz. Confirmé personalmente que necesitaban el fluido de mis arterias y venas. El planeta y ellos me necesitaban. Yo era para ellos su vida y ... su color. Poco antes de que cayera el fin, como una cortina,

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alcancé a ver los rostros lívidos y satisfechos del gordo y de los otros, a la luz sanguinolenta del atardecer. -o-

En la Estación de Seguridad Intergaláctica de la Tierra comenzó a recibirse un mensaje. El Sr. Receptor Inferior informó al Sr. Responsable Mayor sobre la comunicación lanzada por el agente Rog Helios.

- Gran Responsable, el informe es breve, pues la señal ha sido interferida.

- ¿ Qué dice ? -, preguntó el Responsable Mayor.

- "MARTE ES ROJO PORQUE...".

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Capítulo segundo

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Balbuceos.

¿ Despertar o nacer ?. ¿ Sentir que era y no era al mismo tiempo ?. ¿ Tener un solo cuerpo o disponer de muchos ?. ¿ Ser testigo de la vida y también de lo inerte ?. En un instante, innumerables sensaciones e interrogantes se agolparon en él, retorciendo su ser simultáneamente único y múltiple.

No sentía calor ni tampoco frío. Era él luz, pero estaba ciego. Se enteraba de todo, sin embargo no era capaz de oír. Disponía de la cualidad de bajar en el momento que ascendía.

Su primer nacimiento había sido marcado por el dolor de salir a un mundo concreto y limitado. Este segundo parto era una impulsión hacia lo indefinido, lo ambiguo, lo infinito.

Le pareció que subía por el tallo de un geranio y que su mismo yo era el fuerte y nítido olor de los tejidos vegetales. Sus manos eran flores por cuyos pétalos, que se extendían como dedos, transitaban los insectos. Se abría paso por las gelatinosas celdillas internas de un rosal. Era hoja y espina, tallo y savia. Bajaba por las raíces hacia los intersticios de la tierra, abrazando a los gusanos, los hongos, las bacterias. Pudo ser parte de los granos de arena y de las partículas de arcilla, llegar al humus blando y tierno con su aroma a descomposición y madera húmeda. Alcanzó a besar el polvo de la tierra, los elementos, las moléculas.

Podía pasar de un zarcillo a una rama, de una hiedra a un cerezo. Era testigo de la madurez de los frutos y, en el preciso momento, de la caída de una hoja. En los ires y venires se podía sentir

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otras presencias, tal vez como la suya, susurros, lamentos, desconciertos, extravíos y ...

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temores. ¿ Quiénes eran ?. ¿ Habían sido absorbidos como él, para nutrir al planeta ?.

La necesidad se abrió paso. Siendo el que era, sería lo que quisiera ser. Se impuso la unidad, lo indiviso en su dispersa individualidad. Los recuerdos de su vida anterior se fueron presentando. Chispazos de memoria, fragmentos de experiencia, pedazos de prácticas pasadas, fuéronse uniendo, mezclando, hasta formar el mural completo de lo pretérito.

Había podido recordar las cosas y las actividades realizadas en el pasado. Sin embargo, ¿ quién era él ?.

- Ruego a la Potencia Universal que rige los destinos del Todo que señale quién soy -, pensó, concentrado.

Y ese deseo fue tan intensamente manifestado que los vegetales en los cuales estaba integrado se agitaron, temblaron en kilómetros a la redonda.

- Ruego, ruego, rogar ... rogar, rog.... ¡ Mi nombre es Rog ! -, y una chispa de esperanza dio algo de serenidad a su ser.

Esa mañana, eran recibidas las primeras energías de la estrella solar. El simple hecho de sentir la presencia del astro provocó que otras palabras acudieran como un torrente a su memoria...

- Sun, sol, soleil, helios .... Mi segundo nombre es ... ¡ Helios !.

Una profunda satisfacción lo invadió. Se aproximaba a saber quién era. Sin embargo, ¿ qué hacía

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allí ?. ¿ Por qué se encontraba en ese ambiente cuya vibración denotaba un torturante

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color rojo ?. Sentía claramente la carencia de una empatía entre sí y el entorno marciano. Transcurrieron las horas. Gastó el tiempo en comprobar su capacidad de desplazarse y su facultad de conocer. La primera, era fantástica, no sólo por su velocidad sino porque se basaba esencialmente en su voluntad. Donde quería ir, allí estaba en el tiempo que había decidido demorarse. La segunda, era sorprendente, por cuanto podía definirse como una comprensión directa de las cosas y sus relaciones. Así pasó el día, conociéndose en su nuevo ser. La oscuridad trajo consigo el firmamento plagado de astros. Entre la multitud de centelleos, muy pronto recordó las constelaciones. La ausencia de parpadeo de algunos astros le recordó el sistema planetario. Sus sentidos captaron la presencia del Tercer Planeta. El albedo azul-verdoso que emanaba de la Tierra hizo que sus recuerdos se afianzaran, como si un armonioso acorde enlazara con el resto de una melodía inconclusa.

Sus hermanos terrestres lo habían enviado. Sus superiores le habían dado una misión. Tenía que comunicarles que se encontraba allí y debía entregarles la información que poseía. Pero, ¿ estaba vivo o estaba muerto ?. Poco importaba. Simplemente, comunicaría que estaba. Debía lograrlo y sin que lo supiesen los seres del planeta rojo.

Dentro de su propia orfandad era poderoso, pues podría recorrer el planeta entero si así lo decretaba. De raíz en raíz, de rama en rama, de hoja en hoja se desplazaría el nuevo yo.

Se introdujo en las profundidades del suelo, en kilómetros de huecos e intersticios, adosado a las partículas, provocando acidez en un lugar, alcalinidad en otro; interrumpiendo un proceso químico en un sitio, acelerándolo más allá. Provocó hambre en algunos bacterios, estimuló a otros a entrar en latencia. En ciertas partes, los vegetales no pudieron absorber el nitrógeno, mientras que en áreas más distantes no podían satisfacer su necesidad de fósforo.

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- He decretado que queden inertes el cadmio, el cobalto, el boro y el manganeso -, fue una

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de las órdenes susurradas por Helios a las plantas de la zona del norte.

- Ordeno que aquí se produzca un exceso de rubidio, litio, potasio y magnesio -, fue la orden que se recibió en la zona del sur.

Y así, por todas partes, lo normal se alteraba, lo establecido se interrumpía, lo extraño se imponía, lo uniforme se trocaba en variedad. Ningún ser, ningún vegetal fue dañado. Tan sólo fueron cambiando sus colores. En ciertos territorios los tomates acentuaron su tono escarlata. En otros, colindantes, los melocotones permanecieron intensamente amarillos.

- Hermanos del Tercer Planeta, ¡ reciban mi mensaje de auxilio ! -, clamó Helios en su silencio.

-o-

En la Estación de Seguridad Intergaláctica de la Tierra, el Sr. Receptor Inferior se presentó ante el Sr. Responsable Mayor con el último informe espectroscópico sobre el planeta rojo. La eventual pérdida de los recursos invertidos en la última misión así como las vidas de los tripulantes, eran una preocupación que se reflejaba de manera evidente en la mirada de este último. En especial, la desaparición del comandante Helios la sentía particularmente dolorosa, no en vano había sido su alumno en la Academia.

- Gran Responsable, el informe sobre la presencia de nuestro agente es negativo.

- ¿ Quién lo ha elaborado ? -, preguntó el Responsable Mayor.

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- Ha sido el Sr. Ayudante Ínfimo -, precisó el Receptor Inferior.

- ¿ Ese funcionario tiene Licencia de Transporte Espacial ? -, interrogó el Responsable Mayor. - Respeto sus eones de sabiduría, Gran Responsable, pero no veo la relación ...

- Si carece de licencia, su vista no está capacitada para distinguir los colores de las señales de navegación, estimado Receptor Inferior. Observe usted mismo las placas espectroscópicas de carácter biótico e infórmeme de inmediato -, fue la orden del Gran Responsable.

- Una observación rápida permite distinguir puntos de diferente color sobre la vegetación habitualmente uniforme de Marte -, dijo en forma apresurada el Receptor Inferior.

- ¡ Quiero que esas manchas de las placas sean procesadas ahora mismo en el computador y obtener de ellas alguna conclusión !.

- Es lo que hago en este instante, Gran Responsable.

- ¿ Que dice el modelo de simulación ? -, preguntó el Responsable Mayor.

- " Origen de coloraciones diversas: vegetal. Grandes manchas anaranjadas sobre fondo rojo. Manchas más claras presentan distribución racional en franjas.

Forma de las franjas

asimilable a letras de alfabeto."

- ¿ Se distingue algo que pueda interpretarse como una palabra ?.

Como el Sr. Receptor no contestaba, el Responsable Mayor leyó directamente.

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15 - "M A M A".

Capítulo tercero

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16 El arca de la armonía.

El esfuerzo realizado para comunicarse con su raza con el fin de manifestarle que aún existía, lo dejó exhausto. Cuando se es energía o algo así como un plasma de densidad ínfima no es posible sentirse cansado, en el concepto humano de agotamiento de las fuerzas. Digamos, más precisamente, que su yo daba cuenta de una dispersión excesiva.

Una calma absoluta reinaba en las vastas extensiones del Planeta Rojo en las cuales Helios se encontraba presente.

¿ Cómo saber si sus congéneres habían sentido su presencia ?. ¿

Estarían decidiendo darle alguna instrucción, una nueva misión ?. ¿ Lo daban por muerto ?. ¿ Podría, a su vez, proyectar hacia ellos los conocimientos, los secretos que ahora poseía de este entorno ?.

Decidió finalizar la divagación centrada en sí mismo y abrir su sensibilidad a lo externo. Desde uno de los márgenes del amplio territorio en el cual se hallaba disperso, empezó a sentir una presencia extraña y diferente y, sin embargo, familiar. Era conveniente identificarla.

Comenzó a proyectarse hacia ese lugar. Fue abandonando paulatinamente los parajes cubiertos por la fulgurante vegetación marciana, hasta llegar a concentrarse en una zona mineral, donde las manifestaciones de vida eran claramente escasas.

Un objeto de grandes dimensiones, en su mayor parte constituido por componentes metálicos y en menor medida por algunas sustancias orgánicas procesadas, se alzaba sobre el suelo árido que reverberaba al final de la tarde. Era la nave.

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17 Lo más semejante a un sentimiento humano agitó su ser. Allí estaba, poco a poco cubriéndose de polvo. Tal vez no estaba lejos el día en que las tormentas llegarían a sepultarla, agregando capa tras capa de partículas.

Suavemente fue rodeando el cuerpo del móvil, ahora quieto. Su energía llegó a cubrirla exteriormente de forma completa, semejante a una inmensa red envolviendo un gran pez.

Esa había sido la embarcación interestelar que, maternalmente, había albergado a los cosmonautas en su vientre, en el transcurso de distancias que el ser humano puede registrar pero no entender. Había sido la nave-madre. Ahora, al acogerla en su propio seno, venía él a ser como el padre-nave.

Las antenas emisoras y receptoras aún se erguían en su dorso. Una de ellas, todavía giraba en torno a su eje dispuesta a captar información y enviarla a los ordenadores del interior. Se deslizó por los conductos y recorrió milímetro a milímetro los cables que bordeaban las aristas de los estrechos y largos corredores. Una luminosidad verdosa y, a veces, azulada, nimbaba los objetos, muebles e instrumentos.

Sus electrones fueron ingresando lentamente en los acumuladores del navío, hasta que un chasquido, seguido de una fuerte vibración, hizo que un rumor, cual una ola, recorriera los niveles, las secciones, las escaleras, los ductos. Se activaron los instrumentos, paneles, pantallas.

El radar reproducía en un visor, una vez más, las formas semi-desérticas del ambiente que rodeaba la nave. Relojes digitales, múltiples facetas, indicaban tiempos, mediciones, cómputos,

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recogidos por numerosos sensores balbucientes los cuales, atropellándose, atiborraban de

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información a los procesadores: temperaturas, humedades, radiaciones, diferencias de potencial, composiciones gaseosas del exterior, del suelo e incluso de las formas vivientes, eran ingeridas y deslizadas hacia el aparato digestivo de los computadores.

En medio de toda aquella parafernalia producto de la cultura humana, llamó su atención un aparato de forma cúbica con abundantes botones y una mini-pantalla digital. A diferencia del resto, no se había puesto en marcha. Dos pequeñas cajas oscuras, de forma similar a la anterior, con numerosísimos y minúsculos orificios se encontraban a cada lado de la caja central. Su energía se descargó sobre la tecla del conmutador de la caja central. La pantallita se iluminó, mostrando letras, dígitos y un registrador de intensidad. Una onda comenzó a expandirse a partir de las cajas laterales, rebotando en la atmósfera interior de la nave. Por oleadas, la vibración fue dominando su estructura electrónica. Su voluntad fue cediendo hasta depender en forma total de la sugerente onda sónica, la cual lo empujaba dulcemente hacia otra dimensión... -o-

Sólo sombras rodeaban a la nave. Una escotilla entreabierta dejaba escapar un rumor suave y armonioso. Si un oído humano hubiera estado presente, habría escuchado:

- Aaa ro-rooo mi neee-ne, aaa ro-rooo mi-soool...

-o-

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19 Capítulo cuarto

El cerco.

Mis intentos por comunicarme con mi especie. O con mi creador. O con quienes me enviaron, habían resultado vanos. No pude saber si ellos lograban percibirme en actividad ni tampoco alcancé a captar el menor indicio de Su Palabra. ¿ Era el impedimento de mis propias limitaciones ?. ¿ Es que yo soy desde siempre y nunca fui creado ?. El Creador, ¿ Es o No Es ?. O simplemente, ¿ se necesitaba más tiempo para que pudiera establecerse la comunicación ?.

Me sentí obligado a abandonar las divagaciones. Paulatinamente, tanto mi velocidad de raciocinio como mi desplazamiento se tornaban más lentos. El imperativo de recuperar energía comenzaba a imponerse. Opté por no pensar. La mejor alternativa era obrar de manera intuitiva.

Espontáneamente, me auto impulsaba a fluir hacia una zona de abundante vegetación. Me sorprendí de la fuerte e inconsciente atracción que ejercía sobre mí la presencia vegetal, la cual se manifestaba desde los primeros momentos que había podido captar mi actual estado etérico o energético.

El intenso y estimulante aroma de una gran extensión plantada de tomateras actuó como condicionante para concentrarme en esa área. Abandoné el suelo, ascendí por las raíces, me deslicé por el interior de kilómetros de estrechos capilares que conducían la savia. El instinto de conservación me empujaba a distribuirme en las hojas, especialmente aquéllas más

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expuestas a la fuerte luz solar del mediodía. Mi yo se encontraba distribuido en algunos

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miles de metros cuadrados de láminas foliares de plantas de tomates.

Pocos instantes después, una grata sensación de bienestar se apoderó de mí. Oleadas de energía se incorporaban a mi ser, haciéndolo más fuerte, aumentando la potencia de mis capacidades. Las ondas que integraban mi estado actual se habían acoplado en forma paralela a los procesos de fotosíntesis y una ínfima parte de los electrones de la luz solar asimilada por las plantas iba pasando a constituir mi organismo actual. Expuesto en términos simples, algunos electrones de la luz del sol no eran captados por el proceso fotosintético, sino que eran desviados en mi provecho. El proceso era lento para no dañar en lo más mínimo a mis benefactoras.

No había terminado aún de recargar toda mi potencia, cuando una vibración de desagrado o alerta turbó a las plantas que me hospedaban. Es extraño, pero era la primera vez que me hacía partícipe del pánico vegetal.

Una presencia animal iba rodeando rápidamente el área donde me encontraba. Varias filas de individuos estaban destruyendo la vegetación. Tuve que ceder terreno. En forma casi desesperada busqué disponer de una imagen de los atacantes. En medio del tomatal se erguía un árbol de varios metros de altura aunque de escaso ramaje. En uno de los tallos más elevados se encontraba posada un ave, muy parecida a una lechuza. Mientras fluía por el árbol, envié intensas vibraciones de amor al pájaro. Logré su calma. Ingresé a su organismo y dispuse para mí de su aguda vista.

El paisaje no ofrecía nada de temible. Un grupo de campesinos, organizado en cuadrillas, se aprestaba a la cosecha. Su aspecto era rústico, con un aire alegre y confiado. Miré al que venía

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adelante de todos y parecía ser el jefe. Mi sorpresa fue indecible. Un rostro anguloso, de

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mirada serena, labios finos de casi imperceptible sonrisa. Había visto antes a ese alguien, en mi infancia. ¡ Era el bondadoso marciano de los programas de televisión ! . ¡ El señor Spock !. Con gestos dignos y armonizados parecía pedir que me aproximara.

- Rog, acércate. Soy tu amigo Spock. Te ayudaremos en lo que sea necesario.

Como nada parecía encajar en un modelo lógico, decidí prescindir de la visión óptica de mi ocasional hospedador. Simplemente, dejé que el conocimiento de lo circundante viniera hacia mí. Esta vez la percepción fue muy diferente. No había tal señor Spock. No se sentía a los cosechadores de aire campechano. Al contrario, me llegó una oleada de odio, de perversidad, de sentimientos agresivos. Unos cuerpos que ondulaban y se arrastraban silenciosamente, babeantes, atacaban a las plantas devorándolas con avidez. Un apretado grupo de babosas gigantes pretendía destruirme acabando con las plantas que eran mi base de sustentación.

Esta vez no perdí la serenidad. Supe de inmediato que mi refugio era el sector del árbol raquítico. Su escaso desarrollo, así como el de las plantas que lo rodeaban, se debía a la elevada salinidad del suelo. Las babosas y los caracoles no resisten el exceso de sal. Tal como lo había anticipado, los atacantes se retorcieron sobre sí mismos al llegar a este lugar e, incluso, mantuvieron una prudente distancia.

Miré también por los ojos del pájaro. Los agresores estaban quietos. Sin embargo, se percibía su ira. Uno de ellos se adelantó. Era el individuo gordo, de mejillas encarnadas y aire amable.

- Rog, sabemos que estás por aquí. No tienes más alternativa que entregarte. No queremos hacerte daño. Al contrario, nos gusta acoger bien a los forasteros. Ocuparás un lugar entre

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nosotros.

En ese momento comencé a intuir parte de lo que ocurría. Sin embargo, me resultó imposible hacer encajar completamente todas las piezas de ese rompecabezas. Una cosa es que los marcianos tomen o tengan formas variadas, absurdas, incluso de elementos y personajes conocidos previamente por el observador, pero algo muy distinto es que se vean manifestaciones de amistad y exista odio bajo esa cubierta. No podía ser, ésta última, una característica directamente atribuible al Planeta Rojo. El hombre gordo (o la babosa-jefe) señaló:

- Rog, sabemos lo que estás pensando. Así es, lo adquirimos de ustedes, los del Tercer Planeta. ¿ Recuerdas quienes llegaron aquí en el siglo XX ?. ¿ Los seres humanos expulsados en las guerras internas de la misma humanidad ?. Traían el discurso de la paz, el respeto por la vida y la felicidad de Marte a flor de labios. Mas, por debajo, su corazón sólo conocía una ambición y una crueldad sin límites. El Planeta Rojo los absorbió y asimiló todo lo que había en ellos..., tanto lo bueno como la negación de lo bueno.

Mientras el hombre gordo gesticulaba su amabilidad bajo el ardiente sol del mediodía, descubrí que un ducto de drenaje atravesaba subterráneamente el campo en esa zona. Me deslicé hacia él. Ingresé por sus miles de orificios y me dejé escurrir dentro de la tubería.

¿ Era el rumor de los líquidos que evacuaba el dren o fue una carcajada inhumana lo que se dejó sentir en el eco de sus paredes ?

-o-

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23 Capítulo quinto

Helios II.

Mientras la embarcación interplanetaria ingresaba a la atmósfera del Planeta Rojo, el Sr. Localizador Elemental recordó, una vez más, las instrucciones que brotaban de la voz del Sr. Receptor Inferior. Las frases salían sin prisa de su boca, de forma monótona, sin pausas ni inflexiones marcadas. Era imposible distinguir si ello correspondía a un armonioso desapego del acontecer o a una mecanización espiritual provocada por largos años de desempeño burocrático.

- Localizador Elemental, su misión consiste en desplazarse desde el Tercer Planeta hasta el Planeta Rojo. Lograr un descenso exitoso, sin comprometer su embarcación. Ubicar al comandante Rog Helios o lo que haya quedado de él. Recopilar la información obtenible a partir de las acciones desplegadas por dicho individuo o las que se consideren útiles a partir de otro origen. De ser posible, hacer ingresar en el móvil al agente y traerlo, sea como fuente de información viviente o sea como resto perecido.

- Honorable Sr. Receptor -, expresó el Localizador. - Quisiera saber por qué razón debo ocuparme sólo del agente Helios. No está en mis registros el hecho de haberse enviado una expedición con tripulación unipersonal. ¿ Ha ocurrido algo con los otros miembros ?.

- Lo mismo nos preguntamos nosotros, apreciado Localizador. Los mensajes recibidos señalan que los otros habrían muerto o algo así. Se concluye que existiría uno que otro cuerpo

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criogenizado.

- Esa situación fue informada por quién, ¿ por el propio Helios ? -, inquirió el Localizador.

- Efectivamente. Y no sabemos las causas. Por esto, no podemos descartar ninguna posibilidad, ninguna alternativa y ninguna responsabilidad.

- ¿ Ni la del mismo Helios ? -, preguntó el Localizador.

- Así es -, señaló el Receptor Inferior, sin manifestar el más mínimo gesto con su rostro impasible, ni trasuntar la más leve emoción.

En tanto se difuminaba de sus recuerdos la silueta esmirriada y opaca del Receptor Inferior, el Localizador volvió al presente para prestar más atención a los instrumentos que registraban el amartizaje. La maniobra era lenta. Marte iba agrandándose más y más frente a sus ojos. Poco a poco, el planeta dejaba ver los detalles de su paisaje.

- ¡Qué distinto del Tercer Planeta! -,

pensó para sí. Y recordó los tonos azulado y verdoso de su planeta natal, los rizos de las nubes de vapor de agua dentro del océano de aire. La dignidad y la paz inherentes a la presencia de la vida se desprendían de las formas armónicas de la Tierra. - Bueno, así lo sentimos los humanos -, se comentó a sí mismo. - Probablemente, la Tierra resultaría repugnante para un marciano, tan horrible como siento yo al Planeta Rojo.

Dio inicio al programa de exploración. Confirmó la existencia de zonas bióticas así como de grandes extensiones de constitución mineral y totalmente carentes de vida. Lo que más estimuló su curiosidad fue el hecho, hasta entonces no explicado, de existir vida sin haberse confirmado la presencia de agua. Y ... esa vegetación tan extraña, de refulgentes tonos

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encarnados. Tanto destacaba su color y su forma, que casi parecía vida animal más que

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vegetal.

Después de recopilar la información básica, el programa indicaba que debía continuar explorando los territorios deshabitados o con formas de vida sencillas o elementales. Así lo hizo. Fue guiando a la máquina por los territorios desérticos.

No fue necesario que transcurrieran demasiados días marcianos para que diera con ella. Un sentimiento de satisfacción y de alivio le provocó el hecho de encontrarla. Casi se podía decir que lo había estado llamando. Le pareció que encontrar la nave expedicionaria era como la promesa ansiosamente esperada.

Fue acercándose con cautela. El fuselaje se encontraba intacto. La superficie lucía brillos que solamente la mantención dada por una tripulación acuciosa y dedicada pueden obtener. El crepúsculo le permitió distinguir ventanas y escotillas iluminadas. El detector biótico confirmó la presencia de vida activa en el interior. Pulsó el botón comunicador vida-vida. A los pocos segundos, la pantalla expresó: BIENVENIDO. Había seres humanos en el interior y le habían contestado. Se sintió algo más relajado. Se encaminó directamente hacia la rampa-portezuela que comenzaba a desplegarse desde un costado de la nave yacente.

Después de pasar por el vestíbulo de esterilización, destinado a impedir el ingreso de microorganismos a la nave, el Localizador pasó a la sala de recepción. Allí, le esperaba un ser humano de baja estatura, joven, de aire simpático y gestos comunicativos.

- Bienvenido a bordo del Egosum VII, honorable Localizador. Soy el teniente de vuelo Rom Hantik -, dijo el tipo sonriendo, al tiempo que hacía el saludo de los exploradores galácticos.

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26 -

Traigo saludos para ustedes, teniente -, murmuró el Localizador. - Saludos del Tercer Planeta. ¿ Se encuentran ustedes bien ?.

- No sólo bien, honorable Localizador. El medioambiente del planeta rojo ha resultado tan acogedor que nadie quisiera moverse de aquí. Diría que hay algunos miembros de la tripulación que incluso han olvidado a sus familias.

- No me parece mal. Espero, eso sí, que no hayan olvidado su misión.

- De ningún modo, señor. El comandante Rog Helios no es un hombre que permitiría que eso ocurriera.

- La Alta Dirección jamás ha dudado de eso, teniente Hantik. ¿ Puedo saludar al comandante ?.

-

Pasemos a la sala de la tripulación y allí podrá presentar su saludo inicial por el visocomunicador.

- Después de usted, teniente.

Mientras el teniente Hantik le precedía por el pasillo, el Localizador sacó sin prisas el detector biótico y con la mayor tranquilidad apuntó a la espalda del cosmonauta, apretando el botón identidad. Con el rabillo del ojo pudo leer: CONFIRMADO 99 %. No se trataba de androides, lo cual le dio más aplomo.

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En la sala de la tripulación se encontraban otros cosmonautas, concentrados en diferentes

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tareas. La reacción fue la habitual en la gente del espacio. Le hicieron un saludo sólo cuando el teniente anunció en voz alta su presencia. En breves instantes, se iluminó la pantalla del comunicador y en ella apareció el rostro de un hombre maduro, algo tosco, de mirada serena y gesto relajado.

- Lo saludo afectuosamente en nombre de toda la tripulación, honorable Localizador-, dijo el comandante Helios por medio del comunicador.

- Agradezco su saludo, comandante. Reciba usted el mío y el de la Alta Dirección.

- Teniente Hantik, muestre al Sr. Localizador Elemental el alojamiento de los visitantes y luego indíquele dónde se encuentra el transportador. Lo espero en la sala de comando, ubicada en el nivel siete. Hasta pronto.

El teniente guió al Localizador hasta el alojamiento de visitantes y, enseguida, se dispuso a acompañarlo hasta el transportador.

-

No es posible ingresar con armas ni instrumentos de detección a la sala de comando, honorable Localizador. Deberá dejar su cinturón aquí.

- Me extraña que no sepa, teniente, que el grado de Localizador Elemental me permite hacerlo -, mintió imperturbable el Localizador y se dirigió con absoluta seguridad al transportador. Pocos momentos después, el Localizador entraba al transportador y la puerta se cerraba tras de sí.

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-o-

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- Todo está listo, hermano -, comunicó el marciano - teniente.

- ¿ Quedó algo de él ? -, interrogó el gordo.

- Nada. El transportador nunca lo llevó al nivel siete. Lo condujo al triturador de basura espacial. La presión y la temperatura borraron hasta sus rastros más mínimos. Creo que nunca se dio cuenta de nada.

- No podía ser de otra manera. Todos los humanos son iguales -, sentenció la babosa-jefe.

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Capítulo sexto

Sub Marte.

Rog Helios podía disfrutar de su estado actual. Gozaba del privilegio de tener una mente sin disponer de un cerebro. Las ventajas eran ostensibles. Lograba centrar su atención de manera permanente, a voluntad, sobre un objeto de pensamiento. No gastaba tiempo en divagar o ensoñaciones.

Disponía de un poder casi absoluto sobre la dirección de sus ideas.

Si lo

deseaba, se mantenía en el presente. Si lo estimaba necesario, proyectaba imágenes mentales sobre el futuro. El tiempo casi no transcurría dentro de sí, mas bien, ondulaba a su alrededor.

Rog había transformado a la nave en su vivienda, si puede aceptarse forzadamente la necesidad de un albergue para alguien sin cuerpo denso. Se ligaba a ella como una forma de no olvidar de donde provenía y de mantener la esperanza de que, algún día, el aparato atrajera a quienes la habían creado, los terráqueos.

Pasaron los días. Se iban acumulando la arena y el polvo arrastrados por las tormentas, cubriendo poco a poco la masa del navío. Sin embargo, a contrapelo de la monotonía de aquél escenario, se dejó sentir una presencia. Helios pudo captar, al comienzo débilmente y, luego, con certeza, los desplazamientos de un ser en los alrededores de la Egosum. Inicialmente, fue en los restos de instalaciones y aparatos de medición que habían abandonado los expedicionarios, diseminados en torno a la nave. Se acercaba en forma cautelosa, miraba

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hacia todos lados, volvía a avanzar. De pronto, el viento hacía golpear la arena contra

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alguna desvencijada cabina de latón. De un salto, echaba a correr hasta poner una buena distancia entre sí y la nave. Una y otra vez, como los intentos de un simio por vencer el temor a lo desconocido hasta sobrepasar su propia barrera mental ante lo nuevo. Al final de unas horas, se atrevió a tocar el casco de la nave.

Afuera, solo se oía el ulular del viento y el repiquetear de las arenas contra los paneles metálicos. El ser se acurrucaba junto a uno de los patines de la Egosum. Sus ojos pestañeaban, miraban a derecha e izquierda,

enseguida, se cerraban y apretaban con

fuerza, cada vez por momentos más largos. En tanto, la tormenta seca azotaba aquellos parajes con la violencia impasible del poder absoluto. Tantas horas transcurrieron, que el cansancio acabó por sumirlo en un profundo sueño. Al despertar, intentaba alejar la somnolencia de sus ojos y desentumir sus extremidades. La nave y la sombra que proyectaba se le habían hecho familiares. Deseaba creer que no se encontraría con un peligro. Con todo, con las luces del amanecer, le pareció comprender que no todo estaba tal como el día anterior. Claro que no lo estaba. Rog Helios había desplegado la rampa y la puerta abierta de la Egosum parecía un hocico con la lengua estirada. ¿ Entraría ?.

La previsión de Helios no falló. El ente acabó por entrar. Despacio, con sigilo, observando atentamente en su derredor, penetró en las solitarias dependencias.

- ¡ Atención !. Tenga la bondad de ingresar en la sala de asepsia auxiliar.

Había sido el altavoz ligado a las barreras automáticas contra la contaminación exterior. El sonido del parlante provocó una salida estrepitosa y aterrada por parte del visitante, quien no se detuvo hasta unos quinientos metros, dejándose caer en una hoquedad del terreno,

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fuera de la vista de los inexistentes ocupantes del navío. Sin embargo, en todos los

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animales, la constatación repetitiva de un hecho provoca el acostumbramiento. El visitante no significó una excepción a esta regla. No solamente logró ingresar al navío, sino que perdió el temor a la voz electrónica e, incluso, siguió las instrucciones de aseo personal según la rutina establecida en la sala de asepsia. El cumplimiento de esta última norma le permitió el paso hacia el interior.

La curiosidad que demostraba pronto encontró un cauce bastante pedestre. Al poco tiempo, quedó claro que su búsqueda tenía por objetivo la comida. Se instaló a sus anchas en la unidad de alimentación de la tripulación de la nave. Fue seleccionando los alimentos y consumiéndolos con avidez y placer. Después del banquete, buscó un lugar apropiado para descansar. Helios fue guiando telepáticamente su búsqueda facilitándole el acceso a los dormitorios. Logró llegar hasta ellos, donde escogió uno de los primeros y se acomodó, durmiendo relajadamente. Rog no pudo quedar más satisfecho con semejante decisión. De esta forma, podía

usar el instrumental de a bordo que se disponía para monitorear el

estado de salud de los tripulantes cuando éstos se encontraban descansando en sus alojamientos. El uso de esos equipos le permitiría obtener una imagen bastante completa de su huésped. La primera actividad fue capturar la información. Obtuvo las medidas de su cuerpo, su masa, densidad, estructura corporal, características del flujo sanguíneo, determinación del sexo, edad, perfil bioquímico, etc., etc. El examen fue completado mediante el registro de sus ondas mentales durante varias horas, con la finalidad de obtener índices de su inteligencia, su equilibrio síquico y descripción de sus últimos estados emocionales. La información fue procesada en el ordenador y los resultados dejaron a Helios profundamente interesado.

El módulo identificador señaló que se trataba, sin lugar a dudas, de un ser humano,

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originario del Planeta Tierra, de sexo femenino, en un estado de salud precario, con

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signos evidentes de desnutrición. Su piel estaba dañada por la radiación ultravioleta. Su estado emocional era deplorable, posiblemente con una severa alteración psíquica. ¿ Quién era exactamente ?. El identificador había procesado placas de sus huellas dactilares y placas maxilo-dentales. Después de algunos minutos, se desplegó el informe más preciso. Había una elevada probabilidad que se tratara de Salomé Silverstein, casada con un riquísimo empresario del sector minero. Este último había financiado una expedición con el fin de iniciar la explotación de minerales radioactivos en Marte. Al perderse todo contacto con su gente, organizó una segunda misión, esta vez encabezada por él mismo y acompañado por su esposa. De esta segunda aventura se había perdido toda huella desde hacía diecisiete años terrestres.

La mujer no tardaría en despertar. Rog estaba obligado a decidir si le daba a conocer su presencia o si se mantendría en la clandestinidad. Le pareció que lo último no proporcionaría ventajas para nadie. En primer término, a pesar de su actual condición, él era el responsable de la nave y el jefe de la expedición, por lo cual, si alguien iba a hacer uso de esas instalaciones, tendría que realizarlo bajo su autoridad. En segundo lugar, había muy pocas probabilidades que hubiese otros seres humanos en ese territorio, de

lo que se podía

deducir que ni ella ni él tenían otra alternativa que la mutua colaboración. En consecuencia, estaba decidido.

Tomaría

contacto con ella, aún a riesgo de asustarla o provocar un

rechazo de su parte. ¿ Cómo hacerlo ?. Su consistencia etérica le impedía comunicarse por los medios habituales de una persona dotada de cuerpo biológico denso. Tendría que utilizar los equipos y elementos de la tecnología moderna disponibles en la nave. Ingresó a la CPU del ordenador principal. Separó la información disponible sobre Rog Helios que había en los archivos y utilizó los programas audiovisuales para crear una imagen de sí mismo que se proyectara en pantalla, en forma animada, con las mismas características faciales que había

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poseído antes. Asimismo, se conectó al programa parlante para crear un sonido de tipo

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vocal para sus ideas. Lo probó y, para su propia satisfacción, el resultado fue excelente. El dispositivo mezclador de sonido le permitió borrar las entonaciones y falsetes propios de los robots primitivos. El producto fue una voz varonil, armónica, rebosante de matices sonoros y giros idiomáticos, más apropiada para un actor profesional que para un astronauta. Ojalá hubiese podido hablar así en los viejos tiempos, sin ese tono afónico que se les ponía a los cosmonautas que habían aspirado polvo lunar.

Helios sintió que la mujer se despertaba. La dejó desayunar. Le facilitó el ingreso a la sala de estar de la tripulación. Encendió la pantalla del viso-comunicador y transmitió su imagen. Se dirigió hacia ella.

- Buenos días. Espero que haya podido descansar bien.

Hasta Rog llegó la sorpresa generada en el alma de la mujer. Y, para su propia sorpresa, le llegó seguida de una oleada de alegría y amor.

- ¡ Axel !. ¡ Axel, eres tú !. ¡ Eres tú !.

Sintió que la mujer lloraba con sollozos bajitos. Sin embargo, ella se recuperó rápidamente.

- Sabía que vendrías a buscarme. Siempre lo supe. Por eso te esperé y te esperé … ¡ Ah !. ¡ Si supieras lo que he pasado !. No puedes imaginártelo. Lo he enfrentado todo y he resistido hasta las peores experiencias… No se las desearía ni a mis propios enemigos…

- Y … ¿ cómo está su esposo ? -, se aventuró a preguntar Rog Helios.

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34 - ¡ Oh !. Pero, ¿ qué te ocurre , Axel ?. ¿ Por qué me tratas de usted ?. Pareces tan serio y tan distante. ¡ Bien !. En castigo te llamaré por tu apellido. Siempre te disgustó. ¿Qué me dices ?.

- Lo lamento, no quise ofenderte. Preguntaba por tu esposo…

- ¡ Ah !. ¡ El buenoparanada de Luis !. Si te importa, aunque no puedo entender por qué, te diré que está muerto y bien muerto. Su horrible cabezota no podrá reunirse más con su cuerpo. Los desarrapados lo condenaron a muerte y lo ejecutaron. Te contaré que le hicieron un simulacro de juicio. ¡ Si lo hubieses visto balbucear explicaciones a los jueces !. Menos mal, murió dignamente según dicen.

- ¿ Pudiste ver su cuerpo ? -, preguntó Rog, para hilvanar alguna conversación que le diera más pistas.

- ¡ No !. No me lo permitieron. ¡ Mejor !. Si no valía la pena ver su figura en vida, ¿ para qué ver sus despojos sangrientos ?.

- ¿Quiénes lo mataron?.

- ¡ Pero que frágil esa memoria !. Lo sabes … ¡ Sí, lo sabes !. Es otra de tus bromas. Siempre lanzaste frases extrañas para hacerme reír. ¡ Iajajá !.

- ¿ Su propia gente lo hizo ? -, indagó Helios.

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- Claro que fue su propia gente. Mejor dicho, la que alguna vez había sido su propia

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gente. No en vano fue su rey …

- ¿ No serían los marcianos ? …

- ¿ Marcianos ?. ¿ Qué marcianos ?. ¿ Otra de tus bromas, amor mío ?. ¿ Los marcianos serán los súbditos del rey de Marcia ?. ¡ Iajajajá ! -, rió ella estridentemente.

- Sí, ha sido otra de mis bromas, evidentemente -, dijo la figura de Rog Helios a través del viso-comunicador. - ¿ Me puedes dar los nombres de quienes lo mataron ?.

- ¡ Ufff... !. ¿ Para qué recordar eso de nuevo ?. Si lo que importa ahora es que tú y yo nos hemos reunido finalmente . ¿ No te parece ?.

- Me gustaría saberlo, no tanto por él, sino por tí misma. Con seguridad son los mismos que te hicieron sufrir tanto…-, expresó Helios astutamente.

- ¿ Qué otros podían ser ?. Deberías recordarlos, pues tú los has conocido estos años… Dantón, Robespierre, Marat, Fuché, el Obispo de Autun y toda esa cáfila de enajenados mentales … ¿ Por qué eres cruel y me haces recordar situaciones tan tristes y humillantes ?.

- Te ruego me perdones. Conversaremos estos temas en otra oportunidad. Lo que importa ahora es que puedas descansar y reponerte -, dijo Helios. - Te ves fatigada, enferma -, agregó, aunque no podía “verla” con ojos humanos.

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- Tienes razón, Axel querido. Seguiré tu consejo … ¡ Caj, caj, caj ! -, la interrumpió la

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tos. - He tragado toneladas de polvo … Descansaré lo que más pueda … ¡ Aaaah ! -, suspiró. - Qué felicidad que estés conmigo …

La mujer fue durmiéndose lentamente. Rog desligó la pantalla. La entrevista lo había preocupado. Se encontraba frente a un singular rompecabezas. Ella se encontraba enferma, pero también muy agotada por la escasez de alimentación y las tensiones soportadas permanentemente en un mundo hostil. El descanso y una dieta apropiada le darían fuerzas para reponerse. Lo adecuado sería que pudiese ser atendida por el médico-robot de a bordo. Sin embargo, la evidente alteración síquica que presentaba no hacía aconsejable su intervención… Quizás se aterrara ante la presencia del autómata. Rog decidió atenderla y guiarla él mismo, dependiendo de sus posibilidades personales y de la voluntad de la huésped.

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Rog Helios captó que su visitante despertaba, se erguía y comenzaba a desplazarse por su dormitorio. Encendió el viso-comunicador para saludarla. Sintió que la mujer emitía una onda de temor y desconcierto. Claramente se encontraba presa de una gran angustia. Tensa, observaba nerviosamente a uno y otro lado.

- Buenos días. ¿ Has descansado bien ? -, dijo el cosmonauta a través del parlante.

Ella dio un respingo y miró hacia la pantalla temblando, con los ojos agitándose para no perder de vista ni a su interlocutor ni a la entrada de la habitación.

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-

Salomé, ¿ cómo se siente ahora ? -, expresó Rog a la mujer, la cual lo miró

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boquiabierta.

- ¿ Cómo sabe … miiii … nooommmbre ? -, respondió ella, arrastrando cada palabra en voz muy baja.

- Es obvio que todos los integrantes de las expediciones interplanetarias están registrados. Gracias a eso he podido identificarla.

- Yyy … ¿ quiénnn eesss uusstteeedd ? ….

- Soy el comandante de esta nave, la Egosum VII. Le he permitido entrar porque me pareció que usted se encontraba en dificultades.

-

- Le repito, ¿ cómo se siente en estos momentos ?.



- Puede confiar en mí. Dentro de esta nave se halla en un espacio amigo, libre de cualquier daño.



- Salomé, cálmese. Vuelva a tomar sus alimentos y medicinas, tal como lo hizo ayer.

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38 - ¿ Ayer ? … -, dijo la mujer, algo menos temblorosa.

- Así es. Durante las últimas horas ha estado descansando. Bueno, si no desea conversar ahora, la llamaré más tarde.

- No -, dijo ella. - No corte la comunicación. No se vaya, no quiero estar sola. Me parece que he estado sola mucho tiempo -, agregó, arrugando la frente y haciendo muecas nerviosas.

- Como usted quiera. Vamos, sírvase su desayuno. Para obtenerlo, basta con retirarlo del panel que se encuentra frente a usted.

Ella así lo hizo, comiendo lentamente, como si estuviera dominada por un gran sueño. Al terminar, se quedó inmóvil, con la vista perdida, fija, mirando sin ver por encima de la bandeja.

- ¿ Salomé ? -, aventuró a decir el comandante.

La mujer volvió lentamente la cabeza hacia la pantalla y fijó los ojos como si careciera del don de la vista. Después, muy despacio, volvió a su postura anterior, indiferente a todo. Rog optó por dejarla tranquila y cortó la comunicación.

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- ¡ Qué bromazo me ha gastado la vida ! -, pensó Rog. - Aislado en estas soledades,

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obligado a permanecer semioculto de agresores carentes de toda piedad y, además, encerrado en esta nave con una orate.

Muy luego, tomó una decisión. No pensaba gastar su tiempo exclusivamente haciendo las veces de siquiatra. Tanto a él como a la loca les vendría bien realizar algún tipo de actividad. Cada uno sacaría algún provecho. La mujer podría hacer frente en mejor forma a sus crisis y él podría reunir información útil para los que vinieran. Se dirigió al viso-comunicador.

- ¡ Buenos días !. ¡ Qué alegría verla, querida amiga ! -, expresó a través de la pantalla.

- ¡ Axel ! -, respondió la loca. ¡ Qué bueno que me llamaste !. Te extrañaba tanto, tanto como no puedes imaginártelo.

- Veo que has recuperado tus energías y tu fuerza de vivir …

- Estoy ansiosa de verte personalmente. ¿ Por qué no has venido a saludarme tú mismo ?.

- Te pido que comprendas. Mi salud no ha estado buena. Padezco de una enfermedad contagiosa que adquirí en la guerra. Deberías mantenerte alejada de mí durante algunos días. Ya verás como acabarás por acostumbrarte.

- ¡ Oooh !. ¡ Qué pena, qué pena, mi Axel querido ! -, se quejó ella con amargura.

- Sin embargo, no todo es imposible. Quiero proponerte que salgamos en una misión de exploración. De esta forma, podrás mostrarme los territorios que has conocido, sus

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características, animales, plantas. En fin, todo lo que sepas.

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- ¿ Me estás proponiendo volver a salir allá afuera ?. ¿ A ese mundo tan hostil ?.

- Efectivamente. Reconoce que pronto te sentirás encerrada en esta nave como si fuese la cárcel. Y, si hay peligros, estaremos para socorrernos el uno al otro.

- Tu propuesta no me parece atractiva, Axel...

- Bueno, nunca me ha gustado presionar a las personas y, menos aún, a ti. Sin embargo, mi decisión ya la he tomado. Si no deseas acompañarme, saldré solo.

- Pero, ¿ no me has dicho que estás enfermo ?. Podría afectarte más aún...

- Agradezco tu preocupación, pero lo que padezco no se agravará ni se curará si voy a explorar a los alrededores.

Hoy mismo, estableceré el programa de la misión y

comenzaré a realizarlo mañana antes del amanecer.

- Axel querido, sabes que jamás me he negado a tus deseos pero, por favor, comprende que aún estoy cansada. Ve tú si quieres. Te acompañaré en una próxima salida. ¿Está bien?.

La mujer le previno una y otra vez respecto de los peligros que lo acecharían y, así, con grandes demostraciones de afecto por su parte, Rog Helios se retiró a preparar la salida.

-o-

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41 Uno de los puntos que más interés ofrecía a la curiosidad de Rog Helios era la red de cavernas que se entrelazaba en las profundidades del monte Olimpus. Una importante razón imponía su estudio:

la superficie del planeta albergaba condiciones tan adversas para la vida de los

animales superiores que debía disponerse de una alternativa subterránea para la instalación de una colonia en forma permanente.

Muy atrás había dejado a la Egosum, conteniendo a su circunstancial y bizarra visitante. Era aún de noche.

Al frente, al acercarse, se iban agrandando las cuencas fosforescentes y

redondeadas que testimoniaban la entrada de las cavernas. ¿ Por qué y quién producía esa luz ?. ¿ Las habitaban seres inteligentes ?. Pronto amaneció y el paisaje mostró un aspecto de violento contraste respecto de la noche. La montaña servía de fondo rojo-anaranjado y las entradas a las cuevas lucían sus huecos de un tono azul-violeta oscuro. No parecía existir vida en los alrededores. Rog se desplazó hacia el interior, ondulando su ser etérico a lo largo de paredes y corredores que rasgaban las entrañas de aquel mundo.

Las características tan

particulares de los minerales que constituían los muros permitían que una cantidad importante de luz penetrara hacia el interior, acumulándose energía incluso bajo la forma de calor. Sin embargo, muchos corredores y rincones permanecían sumidos en la penumbra. A ratos, oleadas de vibraciones, de naturaleza acústica, llegaban hacia él. A un ser humano común y corriente le habrían provocado un sentimiento de temor, pero para Helios eran simplemente un dato más de la realidad. Por su longitud de onda no le cupo duda que eran sonidos emitidos por algún ser viviente, quizás alguna clase de aullidos. Al cabo de unas horas de avance, comprendió quiénes podían haberlos producido.

Precisamente, en aquellos rincones sombríos, se agrupaban

extraños seres. Eran grupos o manadas de bichos del tamaño de perros pequeños. Disponían de tres patas, dos delanteras y otra posterior. Contaban con una abultada cabeza, similar al redondeado sombrero de un champiñón. Aunque carentes de ojos, disponían de una enorme

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boca, que se abría y cerraba nerviosamente, dejando entrever agudos dientes, por entre

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los cuales goteaba una baba viscosa y rojiza. A pesar de su movilidad, no se trataba de animales superiores sino de entes de naturaleza fúngica.

Helios se alegró de circular entre ellos

careciendo de un cuerpo humano. Fácilmente habrían podido cortar una mano o un pie a un mamífero terráqueo de una sola dentellada.

Sin hacer mayor caso de ellos, prosiguió su

descenso por los túneles hacia el vientre de Marte.

A medida que se adentraba más en las cavernas fue tornándose mayor, en forma proporcional, el deseo de Helios de avanzar más adentro aún. ¿ Y si aquellas fisuras de la corteza marciana profundizaban de tal forma que pudieran conducirlo hasta el centro mismo del planeta ?. ¿ No sería esa una hazaña que ningún ser humano había logrado y que ningún ser vivo había experimentado ?. Continuó descendiendo sin interrupción. La presión y la temperatura llegaron a extremos que ni los más resistentes bacterios podrían haberla soportado. Una sensación de poder, de capacidad y de voluntad sin límites se iba apoderando de Rog Helios. Él iba a hacer realidad aquello que jamás pasó de ser una divagación de los novelistas del siglo diecinueve. Su avance no era fácil. Los espacios se iban reduciendo cada vez más. Los túneles ya no eran más que grietas estrechas. La presión lo obligaba a disminuir la distribución de sus finas partículas y a comprimirse sobre sí mismo. Por otra parte, simultáneamente, la elevada temperatura de varios miles de grados, tendía a provocar una expansión, con efectos tan contradictorios con los de la presión que comenzó a perder la noción de dónde estaba y hacia dónde se dirigía. Estaba experimentando en forma directa el Caos originario del cual hablaban las viejas leyendas. Sin embargo, nada le importó.

Se había apoderado de él un vértigo, un placer jamás

experimentado, un goce infinito de su propia capacidad, que lo obligaba a seguir hasta el centro del planeta. La meta estaba cerca. ¿ Qué importaba que la meta y el fin fueran en definitiva idénticos ?.

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- ¡ ALTO ! ¡ NO DEBES SEGUIR ADELANTE !.

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Un mensaje sin voz, impregnado de autoridad, llegó hasta él, emitido desde un punto que se encontraba en todas partes.

Lo increíble fue que no le provocó sorpresa, sino una ira

incontenible por sentir que algo se interponía con su voluntad. No quiso escuchar.

- ¡ ALTO, HIJO MÍO ! ¡ NO DEBES SEGUIR ADELANTE !.

Junto con el segundo llamado sintió que se trataba de una orden imperiosa dirigida a su ser más íntimo. Sin embargo, sin detenerse, contestó con arrogancia:

- ¿ Quién se atreve a oponerse al avance de Rog Helios?.

- ¡ALTO, HIJO MÍO ! ¡ DEBES DETENERTE ! -, insistió el mensaje, al tiempo que sentía la presencia envolvente de un halo de energía, instándolo a prestar atención al llamado.

Le pareció que su voluntad se desdoblaba. Una parte de ella le exigía que pospusiera sus planes y se volviera a dialogar con el emisor del mensaje. La otra, se había debilitado y perdía el anhelo de seguir al centro de la gravedad. La lucha fue desigual. La agresiva voluntad de llegar a la meta terminó por doblegarse enfrente de una fuerza que invitaba a ser necesariamente considerada.

- ¿ Quién me llama a detenerme ? -, contestó en forma más serena.

- NOSOTROS.

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- ¿ Quién es NOSOTROS ?.

- NOSOTROS SOMOS LOS QUE SOMOS.

- ¿ Quiénes son ustedes ?.

- SOMOS LOS QUE SOMOS.

- Me ha llegado un mensaje imperioso de armonía y de paz, que ha resultado imposible de rechazar. ¿ De dónde proviene vuestro poder ?.

-

NUESTRA FUERZA PROVIENE DEL UNO, DEL TODO.

DE AQUÉL QUE NINGUNA

PALABRA PUEDE NOMBRAR.

- ¿ Por qué me han impedido seguir adelante ?.

- ES NUESTRA OBLIGACIÓN AYUDAR A QUIEN SE DISTINGUE POR SUS VIRTUDES AUN CUANDO HAYA TOMADO UN CAMINO EQUIVOCADO.

- Me pareció que iba por un camino correcto...

- ESTABAS ENCEGUECIDO POR LA SOBERBIA. CREÍAS QUE PODÍAS HACER TODO LO QUE TE PLAZCA. POR ESE CAMINO IBAS HACIA TU DISPERSIÓN DEFINITIVA.

- ¿ Cómo ?. Sean más claros en sus afirmaciones.

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- TE ENCONTRABAS EN LA PROXIMIDAD DE LA GRAVEDAD CERO. ES EL PUNTO

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DONDE CUALQUIER ENTIDAD SE ESPARCE EN TODAS DIRECCIONES SIN LOGRAR RECUPERAR JAMÁS NUEVAMENTE SU UNIDAD.

- Yo no soy cualquier entidad. Me parece que dispongo de poderes superiores a los simples mortales.

-

LOS ÚNICOS CAPACES DE SOPORTAR FUERZAS SEMEJANTES SOMOS LOS QUE HEMOS ALCANZADO LA ILUMINACIÓN. NUESTRA IDENTIDAD SE ENCUENTRA POR ENCIMA DE LA MATERIA Y DEL TIEMPO. ¿ PRETENDÍAS TÚ TAMBIÉN DISPONER DE INTEGRIDAD ETERNA EN UNA DIMENSIÓN ABSOLUTA ?.

- Entonces, ¡ mi naturaleza etérica se encuentra lejos aún de ser el espejo del Yo Superior !.

- NOS ALEGRA QUE TOMES CONCIENCIA DE ELLO. DEBES SABER QUE, GRACIAS A LA ACCIÓN MECÁNICA DE LOS VEGETALES DE MARTE SOBRE TU CUERPO TERRÁQUEO, PASASTE A UNA CONDICIÓN ETÉRICA. EMPERO, TU DESARROLLO ESPIRITUAL ES AÚN INSUFICIENTE PARA PRETENDER LLEGAR A LA ILUMINACIÓN.

-

Venerables seres de luz, agradezco vuestra intervención.

Comprendo que mi falta de

modestia me iba empujando hacia la nada. Me armaré de paciencia e intentaré progresar hasta ser merecedor de un avance espiritual acorde a mi condición actual.

- ¡ ROG HELIOS !. ESTÁS A LAS PUERTAS DE LO DIVINO, PERO NO ERES DIOS. ¡ CUIDADO !.

SIN EMBARGO, SIEMPRE TENDREMOS UN PENSAMIENTO DE AMOR

HACIA TÍ.

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46 Un conjunto de luces se fue apartando alrededor de Rog Helios y desaparecieron hacia algún lugar del cosmos. Por su parte, él fue deslizándose lentamente hacia la superficie.

-o-

Capítulo Séptimo

Iluminados

La pequeña embarcación interplanetaria despegó silenciosamente. El impulsor a base de fuerzas magnético-gravitacionales le permitía hacerlo. Salir de su nicho de lanzamiento sin estruendos, sin humos ni gases, sin esparcir aceites, ni radiación ni otros contaminantes. Un observador cualquiera jamás habría imaginado que su ruta era el espacio interplanetario y su destino, el planeta rojo.

La nave Iluminados era un móvil de rescate especialmente diseñado para operaciones secretas. Sus formas eran asimétricas, incluso desde varios puntos de vista, para lograr que se mimetizara con el paisaje en caso de ser detectada por los radares. Tenía capacidad para portear hasta siete astronautas. Estaba, entre otros equipamientos, dotada de un pequeño quirófano y de unidad de tratamiento intensivo para los pacientes. Carecía de blindaje contra proyectiles y no había armas en su interior, salvo algunas antipersonales para llevar al cinto. Sus defensas eran sus formas, el dominio de la gravedad y, además, un distorsionador de autoimagen, un aparato que acentuaba el camuflaje.

La Iluminados llevaba un sólo pasajero o, mas bien, pasajera, la comandante Tierna Selene. Su nombramiento fue una sorpresa, incluso para ella, lo cual la obligó a pasar por un período de

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entrenamiento y de preparación breve e intensiva. Nunca, hasta entonces, le dieron una

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explicación por su designación. Solamente se le entregó toda la información disponible e instrucciones precisas por boca del Sr. Receptor Inferior. Sin embargo, existían motivos importantes para haberla escogido. Ello ocurrió después de haber cesado todo contacto con el Localizador Elemental, lo cual creó las condiciones para un encuentro de los altos directores. -o-

El Sr. Responsable Mayor honraba con su presencia la reunión de la Alta Dirección. Después de un intercambio de miradas con el presidente de la sesión, este último expresó:

- En este momento, iniciamos la discusión del asunto denominado "Egosum VII". Los antecedentes han sido informados previamente, antes de la reunión, a cada uno de los altos directores. En razón de lo anterior, sólo se abrirá debate para analizar las propuestas de acción.

El Alto Director Nº 1 pidió la palabra para señalar su opinión favorable al envío de una nueva expedición al Planeta Rojo, más numerosa que la anterior e integrada por naves de combate, provistas de armas atómicas, las cuales, dicho sea de paso, se encontraban con uso prohibido en el Tercer Planeta.

El Alto Director Nº 2 empleó un discurso breve y pacifista. Simplemente, era partidario de no hacer absolutamente nada y olvidarse del Planeta Rojo, por lo menos durante una generación.

El resto de los directores emitió opiniones que no eran sino variantes de las anteriores, quedando divididos los votos por partes iguales entre ambas posiciones.

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Los presentes, entonces, guardaron silencio y prestaron atención al Responsable Mayor.

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Este último dio a entender que el asunto le parecía relevante y se tomaría la molestia de compartir con ellos lo que estaba reflexionando.

- Los hermanos que han opinado que corresponde hacer nada han dado muestra de una gran sabiduría.

Hay momentos en los cuales conviene dejar que el tiempo por sí solo nos

entregue una solución, sobre todo cuando las tareas requeridas se vislumbran sobradamente superiores a nuestras fuerzas. Por su parte, los altos directores partidarios de una acción inmediata, movilizando grandes medios y recursos militares, también dan muestra de una larga experiencia en resolver en forma rápida situaciones conflictivas. Sin embargo, apreciados colaboradores, siento que existe una alternativa distinta de las anteriores. Mientras ustedes discutían animadamente, traté de hacerme una idea del escenario que pudiera haberse montado allá, lejos, donde ustedes saben. El que, lo que, o quienes han interferido con los planes de exploración y aprovechamiento de los recursos del Planeta Rojo, deben tener una conducta, una manera de reaccionar totalmente diferente a lo que conocemos o a lo que podemos concebir con nuestros conocimientos actuales. Procediendo en consecuencia con lo que acabo de señalar, correspondería que se reaccione de una manera diferente a las soluciones, digamos, de carácter tradicional. Olvidarnos temporalmente del asunto es una respuesta de corte tradicional, como también lo será si decidimos reaccionar por medio de la violencia. Les ruego que pongan frente a ustedes los hechos de los cuales se dispone. En primer lugar, las expediciones han sido destruidas, anuladas o algo semejante. En segundo lugar, tanto la expedición pacífica, a cargo del agente Rog Helios, como la de rescate de tipo militar, a cargo del Localizador Elemental, han sufrido una suerte parecida. En tercer lugar, alguno de nuestros agentes, a lo menos durante un tiempo y hasta de forma que podría calificarse de pintoresca, ha intentado comunicarse con la Estación de Seguridad Intergaláctica de la Tierra. Allá abajo, o arriba, o como quieran, nos esperan. Nos espera

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alguna de nuestras propias gentes y, además, nos espera quien aplastó las expediciones.

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Considerando estos hechos, les haré una propuesta : enviemos otra expedición. Pero no despachemos naves grandes como las anteriores, sino una pequeña, que pase desapercibida y que requiera un bajo consumo de energía. Además, que no se envíe tripulaciones como las anteriores. No será recomendable disponer de científicos bonachones,

que pueden ser

engañados fácilmente, ni tampoco comandos militares cuyo destino es ser consumidos por la misma violencia que generan. ¿ A quien enviar ?. ¿ Cómo hacerlo ?. Sugiero que nuestro buen amigo el Receptor Inferior, con algunos ayudantes, se ocupe de los detalles operativos de la propuesta general que acabo de formular.

-oEl nombre de la agente Tierna Selene era resultado de una inspiración de su padre, el General Selene. Este había sido el último de los generales sobrevivientes de la Gran Conflagración. Enviudó muy joven, por lo cual la educación de su hija era obra suya. La envió al Instituto Militar. Le enseñó el arte de mandar a los hombres, a servirse de ellos y hacerse obedecer. Se llenó de orgullo cuando su hija ingresó al Comando Intergaláctico, lo cual la transformaba en candidata a participar en las aventuras de conquista del sistema solar. No alcanzó a mantenerse en servicio activo cuando comenzó la exploración sistemática de algunos planetas, con gran alivio de las autoridades, dado que nunca vio en ello una misión trascendente, que contribuiría al desenvolvimiento del ser humano y a la paz tan anhelada durante generaciones. Siempre se imaginó a las posibles formas de vida de los otros planetas como a enanos verdes malignos, a los cuales era preciso reventar como a una plaga de insectos. El General Selene, o lo que quedaba de él, puesto que su cuerpo estaba lleno de cicatrices, deformaciones y amputaciones, resultado de los combates y de la radiación, murió cargado de medallas y satisfecho de sus victorias así como de su descendencia.

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Tierna Selene no tenía nada de tierno. En su comportamiento era perseverante, audaz y

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agresiva. En su forma de comunicarse era directa e, incluso, mordaz. En sus relaciones de trabajo acostumbraba a dominar a sus camaradas y sabía dirigir a quienes eran sus subordinados. En sus relaciones con el sexo contrario se comportaba igual que en el trabajo. Veía a los hombres como a sus iguales, si éstos eran capaces, o simplemente, como a peones para ser utilizados, si advertía limitaciones en ellos. Nunca sintió atracción por ninguno y, lo más probablemente, era frígida. Sin embargo, Tierna Selene era atractiva. Se trataba de una hembra de la especie humana de elevada estatura, de ojos grandes y oscuros, con una nariz alargada y prominente. -o-

La cosmonauta, consciente que su viaje a Marte tomaría varios meses, iba a enfrentar esa primera etapa del desafío con un detallado plan de estudio, con el cual ocuparía buena parte de su tiempo durante el viaje. Una vez que la nave puso curso definitivo hacia el planeta rojo, se dedicó de lleno a las materias que más requerían su atención.

En primer lugar, era necesario actualizar sus conocimientos sobre el planeta, los cuales no refrescaba desde su estadía en la Academia del Comando Intergaláctico. Dedicó muchas horas y días terrestres a estudiar la geografía marciana, sus cadenas montañosas, llanuras, volcanes. Además, la composición del suelo superficial, por cuanto nada se sabía aún de la composición de las rocas de las profundidades. Prestó gran atención al contenido de la atmósfera y a los movimientos de las masas gaseosas. Aquélla era muy tenue y no constituía una barrera suficiente contra las radiaciones ultravioleta, las cuales son letales al recibirlas en forma directa por períodos prolongados y más temibles que las temperaturas, siendo éstas, durante el día, en ocasiones, no tan diferentes de las de la Tierra. En las noches, el ambiente quedaría helado, bajo cero grado Celcius, salvo que hubiese calor retenido en las numerosas oquedades

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del paisaje marciano.

Otro de los grandes temas a estudiar eran las características y desarrollo de la misión que la había precedido. Se trataba de una expedición científica, cuyo líder era un tal Rog Helios, que había llegado al grado de comandante. El tipo se había graduado de ingeniero y gozaba de un gran prestigio como navegante espacial. La misión se había desplazado en una nave de tamaño mediano, sin armamento de carácter destructivo, siendo su nombre Egosum VII. La misión de Helios y sus compañeros era el primer proyecto estatal de colonización y tenía el propósito de conocer los resultados de expediciones anteriores, realizadas por grupos y empresas privadas para, a partir de su análisis, preparar una ocupación del territorio bajo control de la autoridad. El resultado, similar a las expediciones particulares, era que se había perdido todo contacto con ellos.

Cuando habían transcurrido unas tres cuartas partes de su viaje, la joven, sin haber dejado de mantenerse en comunicación con la Tierra, pasó a analizar los planes de descenso y exploración. Su predecesora, la Egosum VII, tenía proyectado descender en una planicie situada en el cuadrante noroeste de Marte, un espacio de terreno localizado entre el gigantesco monte Olimpus y la cadena de los montes Tharsis. Eso se había logrado, pues así lo demostraban los primeros y escasos informes que habían llegado al Comando. Después, nada. Tierna Selene tomó la decisión de instalar su propia embarcación en la gran llanura Amazonis, que se extiende al poniente del monte Olimpus. La nave sería acomodada en un pequeño y discreto cráter, identificado como 165W20N. Desde allí, pensaba iniciar una cautelosa pero decidida aproximación hacia los espacios donde pudiera encontrarse la Egosum o... lo que quedara de ella.

La fase final del viaje iba a comenzar. Pronto su embarcación estaría en la órbita marciana, tal como si un pequeño y rápido bote a motor siguiera la estela de un transatlántico. Tierna lanzó

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los programas informáticos y reprodujo en la pantalla del ordenador, a escala, su

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trayectoria y la del planeta, modelando día a día y hora a hora el desarrollo del acercamiento. Estos ejercicios comenzó a repetirlos con frecuencia, con el fin de tomar las medidas de corrección que fuesen necesarias. Al parecer, todo iba bien.

- Pronto estaré en mi vivienda marciana. ¡ Allá voy, cráter 165W20N ! -, gritó en voz alta, disfrutando de oír su propia voz en la soledad del navío.

En el tercer día terrestre de la fase final, cuando su trayectoria debería coincidir con la de Marte, la muchacha pudo comprobar algo nada de agradable. La trayectoria no era coincidente con la órbita del planeta en todos los planos. La nave, que algunas horas atrás había seguido detrás de Marte, comenzó a desplazarse en un plano inclinado por encima del plano orbital marciano. La joven tomó con serenidad el asunto.

- Será cosa de niños -, murmuró Tierna. - Estas situaciones las resolvimos muchas veces en los juegos de simulación en el Comando.

Haciendo reaccionar la nave mediante la alteración de la igualdad de peso en lugares opuestos de los ejes de simetría, provocó giros similares a los de un trompo, los cuales devolvieron a la Iluminados al camino programado. Sin embargo, al efectuar la comprobación periódica, se dio cuenta que su nave continuaba acercándose al planeta, pero nuevamente en una trayectoria perturbada que la conducía a pasar por encima y, en definitiva, a alejarse de su objetivo. Repitió la maniobra de corrección. Fue en vano. Sin exasperarse, la cosmonauta utilizó los programas de ayuda para búsqueda de causas e interferencias. Pronto obtuvo un indicio. Existía una fuerza adicional, no identificada aún, que atraía la nave hacia sí.

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- No puedo caer en subjetivismos -, se dijo la joven. - Debo alejar de mí la idea de una

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acción inteligente extraterrestre. Esto tiene que ser un fenómeno natural. Pero, ¿cuál ?. Estoy muy lejos de otros planetas y de la zona de asteroides. ¡ Eso es !. Esas rocas estúpidas no circulan todas como un rebaño.

La joven cargó los programas de identificación asteroidal. Al cabo de media hora, el ordenador entregaba una respuesta. La chica era valiente, pero no pudo evitar un estremecimiento. Un asteroide de trayectoria muy excéntrica y de alrededor de cinco kilómetros de diámetro, estaba atrayendo gravitacionalmente a la Iluminados y sacándola de su rumbo.

- No puede ser otro que el asteroide Love -, dijo Tierna en voz alta.

Sus pensamientos fueron rápidos y claros. Las alternativas eran pocas y precisas : podría chocar con él o ser arrastrada hasta transformarse en satélite del Sol.

- ¡ Qué ironía !. Piedra maldita... llamarte Love. ¿ Estaré destinada a que Love me cause la muerte ?.

La astronauta no se rindió fácilmente. Una y otra vez repitió las maniobras evasivas. Todo fue inútil. Cada hora que pasaba, más se alejaba de Marte y más cerca estaba de Love. Después de doce horas de lucha, decidió dejar la nave a la deriva. Se encontraba agotada. Hizo su aseo personal y se tendió a descansar.

No supo cuanto tiempo llevaba durmiendo. Un chasquido la había despertado. Resultó siniestro oír aquél ruido y en aquella circunstancia. Sin embargo, se irguió y se deslizó con serenidad a la cabina mando. En el preciso momento en que iba a ocupar su puesto, un brusco movimiento de la

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nave la hizo dar vueltas sin rumbo por la cabina. Se irguió con dificultad. La nave giraba sin

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control. Para peor, un crujido espantoso se dejó sentir a lo largo del casco. La nave gemía, torturada en toda su estructura por fuerzas ciegas e inconmovibles. De cualquier forma, Selene se instaló frente a los mandos y logró enderezar la proa y apuntarla hacia Marte.

- ¡ Menos mal !. Los ordenadores funcionan. A ver, a ver. Veamos. Ahí van simultáneos los programas de emergencia y el detector de asteroides.

Pronto pudo confirmar que la influencia de Love se mantenía fuertemente. Sin embargo, aparecía otra fuerza no detectada en las revisiones anteriores.

- ¿ Otro asteroide ?. ¡ Pronto !. A comprobarlo.

Accionó los radares espaciales. Las pulsaciones de luz de onda unilongitudinal establecieron quien era el nuevo intruso. Un segundo asteroide, de un diámetro tres veces mayor, aparecía en escena. Además, era visible al telescopio de la nave.

- ¿ Quién eres ?. Luego lo sabremos. ¡ Ah !, ahí está su tamaño, su forma, masa, composición... ¡ Es Hidalgo !. ¡ Pero si es un asteroide de trayectoria orbital aún más excéntrica que el otro !.

No acababa de murmurar su última frase cuando fuertes vibraciones provocaron aberraciones en la pantalla. Siguieron a ello chasquidos capaces de helar la sangre al más aguerrido. Pero no ablandaron a Selene. Ésta, dejó pasar la crisis momentánea e hizo una simulación de trayectoria. Lo que vio la dejó atónita y, sin embargo, más tranquila. Hidalgo venía en un plano y en un sentido completamente distintos a Love y la fuerza resultante estaba retornando a la Iluminados a su trayectoria normal. El objetivo denominado Marte volvía a ser una esperanza en

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la mente de la navegante espacial.

- Ahora me explico... La nave pasa por el punto en que estas fuerzas gravitacionales se igualan. Si la estructura resiste, sin explotar, unas dos horas más, Hidalgo, cual cumplido caballero, me habrá salvado y yo llegaré a Marte según lo previsto. ¡Yajuuu !. ¡ Te ordeno que resistas, Iluminados !. ¡ Marte, pisaré tu cochina superficie !. ¡Que me pierda en el nadir si no lo hago!.

Un sonido ronco, jadeante, cual un estertor de una garganta que se asfixia, fue la respuesta del navío. -o-

La Iluminados había amartizado en medio de la noche del Tercer Planeta. A través de las escotillas, Tierna había disfrutado de la especial coloración de esas horas cuando, al mezclarse el tono azulado de la atmósfera con los visos rojos del suelo, se generaba y difundía un color violeta en el entorno. Para iniciar su adaptación física y bioquímica al medioambiente, estaba programada una caminata exterior inicial.

- ¡ Buenas noches ! -, dijo una voz áspera, en el momento en que la cosmonauta se aprestaba a descender por la rampa-portezuela.

-o-

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Capítulo Octavo

Helios III.

Si cualquiera de nosotros se encontrara solo, aislado, en un planeta lejano, en medio de la noche, realizando una operación clandestina y, posiblemente, enfrentado a alguna agresión y que, de pronto, a su espalda le griten secamente ¡ Buenas Noches !, habría provocado en él un temor conducente a una huida despavorida o, por el contrario, a una respuesta violenta. Sin embargo, nada le causó más placer a Tierna Selene que escuchar ese saludo. Este había sido producido por la Brillante Unidad Favorecedora de Operaciones Novedosas (B.U.F.O.N.), un robot autopropulsado al cual la cosmonauta denominaba cariñosamente "Bufón".

Esta unidad tenía todo el potencial de los androides más modernos, cuya forma exterior de material sintético los hacía casi indistintos de un ser humano. Pero como Tierna Selene era de gustos conservadores, pidió que lo instalaran bajo una carrocería de las antiguas. No había posibilidad de confundirse, el robot era un robot. Sin embargo, se permitió un toque de frivolidad: hizo que le grabaran el tono de voz de su actor favorito. Aunque esto no pasaba de ser un gesto mundano, dado que los autómatas podían prescindir de la voz y eran capaces de transmitir en la misma longitud de onda del cerebro humano. Por tal razón, se podía dar órdenes y recibir mensajes de los robots empleando exclusivamente el pensamiento. Esta actividad no

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era realizable de manera automática, dado el comportamiento espontáneo y contradictorio

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de la mente humana, la cual se mantiene habitualmente en un estado de conciencia onírico. Para hacerlo de manera correcta, se requería seguir un método muy preciso y haberse preparado mediante clases teóricas así como entrenado lo suficiente en forma práctica. La condición esencial era ser capaz de relajarse, mantenerse en un estado de espíritu armónico y controlado a voluntad, lo que algunos denominan "estado alfa". El ser humano emisor debía producir imágenes mentales, dirigidas al robot. El elemento base del código de comunicación era identificar al androide. En este caso, la imagen mental inicial debía ser BUFON. Si se pensaba en otro código, por ejemplo, RT-Z o A-VII, no era posible comenzar el diálogo con "Bufón". El elemento siguiente consistía en establecer el tipo de comunicación. Para realizar preguntas, era indispensable imaginar un signo de interrogación tal como "?". Si se deseaba dar órdenes, la clave consistía en abrir el diálogo con un signo de exclamación, similar a "!". El resto de la conversación debía continuarse con imágenes, sea de palabras o con la forma del objeto de conversación. Por ejemplo, si se requería enviar al androide al banco, el concepto de dinero podía representarse mediante la palabra DINERO o el signo $. Una vivienda, mediante la expresión CASA o con la figura de un cuadrado coronado con un triángulo.

- Buenas noches, querido Bufón -, dijo Tierna suavemente, en voz baja. - Me acompañarás fielmente en esta aventura y, si no lo haces así, te convertiré en chatarra -, agregó, sonriendo de su propia broma. Luego, ingresó al estado alfa y desarrolló con su ayudante el siguiente diálogo.

... o ...

Tierna Selene :

BUFON.

57

BUFON

:

Login.

Tierna Selene :

Selene.

BUFON

Password.

:

Tierna Selene :

Tierna.

BUFON

Option.

:

Tierna Selene :

?.

BUFON

Preparado.

:

58

Tierna Selene :

Print : Temp + Humid + Wind + Hour. Exterior. Enter.

BUFON

- 10º C + 01 % + 0,1 mps + 05:00 AM. Nueva pregunta ¿Sí o Nó ?.

:

Tierna Selene :

No. Option !. Sígame exterior nave. Alerta 100 %. Enter.

BUFON

OK.

:

... o ...

La cosmonauta montó sobre su PG (patineta gravitacional) e inició la "caminata". El autómata tenía este dispositivo permanentemente incorporado en su base, lo cual le permitía seguir a

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corta distancia el avance y evoluciones de su ama.

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La adaptación de ambos, ser humana y robot, al ambiente rojoplanetáceo, no fue difícil. La tarea mayor era la que se avecinaba: descubrir rastros de las naves y expediciones precedentes. La Iluminados era una nave muy pequeña, sus detectores e instrumental tenían un alcance limitado y, además, se trataba de una operación clandestina, todo lo cual influía en que el avance del plan fuese más artesanal que cualquier otra acción abierta y de mayor envergadura.

Con el correr de los días, la exploración se fue tornando más y más penosa. Las salidas eran solamente nocturnas, con temperaturas bajo cero grado Celsius, en zonas extremadamente áridas.

Poco a poco, comenzaron a mostrarse evidencias de vida, en particular de vegetales, muy parecidos a los cactus, pero provistos de zarcillos en lugar de espinas, lo cual les daba un aspecto muy especial, pues semejaban columnas rojas adornadas con cabelleras amarillas como espaguetis.

Con el transcurso del tiempo, se hizo necesario el traslado de la nave a una nueva hondonada, puesto que los desplazamientos de la pareja, mujer y autómata, requerían mayores distancias para reabastecerse de alimentos y de energía.

Una forma de vida que se hizo frecuente y que manifestó total indiferencia por la presencia humana fueron una especie de reptiles, de unos dos metros de largo, semejantes a grandes lagartos terráqueos. La cosmonauta se vio obligada a identificarlos y a incorporar la información en los registros de su ayudante. Decidió llamarlos "otragal". A su vez, nominó a los

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cactus como "onipse". Estos nombres eran como mantener un homenaje en espejo a su

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Tierra natal. Así, pronunciados a la inversa, le recordaban las criaturas del Tercer Planeta.

Los otragal eran vegetarianos y se alimentaban casi exclusivamente de cactus. Lo curioso es que una verdadera batalla se iniciaba entre los onipse y los otragal cuando éstos últimos querían saciar su hambre. Lo habitual consistía en que varios otragal rodearan a un cactus y, a grandes zarpazos, le desprendieran los zarcillos. Posteriormente a esta limpieza, procedían a una suerte de banquete comunitario. En tanto ocurría la cena, un intranquilizador movimiento sacudía a los onipse de los alrededores. Sus tallos vibraban y los zarcillos se retorcían como serpientes. En ocasiones, tuvieron oportunidad de encontrar los restos de un otragal abrazados a un onipse, quedando de aquél tan sólo su grosera piel.

Los penosos esfuerzos de Tierna Selene tuvieron resultado. Un alerta emitido por B.U.F.O.N. dio cuenta de la presencia de una nave originaria del Tercer Planeta. Era Egosum VII.

Sobrecogía experimentar la visión de las formas difusas de la embarcación en medio de la noche marciana. Algunas escotillas y ventanales dejaban escapar luz, de lo cual se podía presumir que se encontraba bajo control. Pero, ¿ de quién ?.

Después de instruir al robot, la cosmonauta escogió la táctica de avanzar ella adelante, manteniéndolo a su retaguardia. Solamente utilizarían la comunicación mental.

Faltaba poco para el amanecer cuando se encontraron a escasos metros de la nave. Esta daba la impresión de ser atendida por una tripulación activa y no existía la más mínima impresión de abandono o descuido.

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... o ...

Tierna Selene :

BUFON.

BUFON

Option.

:

Tierna Selene :

?.

BUFON

Preparado.

:

Tierna Selene :

Print : Presencia Humana. Enter.

BUFON

Pres. Hum. No detectado.

:

Tierna Selene :

Option !. Sígame.. Alerta 100%. Enter.

BUFON

OK.

:

61

... o ...

Tierna desmontó de la PG junto a la rampa-portezuela. Tomó la PG y la puso, mediante un arnés, delante de su pecho, como un escudo o coraza.

Después de pasar por el vestíbulo de esterilización, la cosmonauta ingresó a la sala de recepción. En ésta última, se encontraba de pie un homúnculo de muy baja estatura, tal vez de un metro veinte centímetros. Tenía una cabeza desproporcionada respecto a su cuerpo, a ambos lados de la cual se erguían una especie de antenas en vez de orejas. El color de su piel lucía un

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tono verdoso claro. Su gesto trataba de ser amable.

62

- Bienvenido a bordo del Egosum VII, honorable cosmonauta. Soy el teniente de vuelo Rom Hantik -, dijo, haciendo el saludo de los exploradores galácticos.

-

Agradezco su bienvenida, teniente -, respondió Tierna sonriendo. - ¿ Habían detectado ustedes la llegada de mi nave ?.

- Así es -, acotó el hombrecillo-teniente. - La capacidad detectora del instrumental del Egosum VII tiene un alcance amplísimo.

... o ...

BUFON

:

Tierna Selene.

Tierna Selene :

Preparado.

BUFON

Información inexacta.

:

Tierna Selene :

OK.

... o ...

En la sala de la tripulación se encontraban varios hombrecillos, aparentemente concentrados en sus respectivas tareas. Como se esperaba de la rutina habitual en estos casos, se iluminó la pantalla de un viso-comunicador y en ella apareció la figura de un enano de aire amable, el cual

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lucía los galones de comandante de nave.

- Lo saludo afectuosamente en nombre de toda la tripulación, honorable cosmonauta -, dijo el enano-jefe. - Soy el comandante Helios.

- Agradezco su saludo, comandante. Reciba usted el mío y el de la Alta Dirección, expresó Tierna, de acuerdo a la cortesía establecida en estos casos, al tiempo que daba a su voz el tono más amable que la situación permitía.

-

Teniente Hantik, muestre al señor cosmonauta el alojamiento de los visitantes y luego, indíquele dónde se encuentra el transportador. Lo espero en la sala de comando, ubicada en el nivel siete. Hasta pronto.

El teniente guió a Tierna hasta el alojamiento de visitantes y, enseguida, se puso en actitud de acompañarla hasta el transportador.

Tierna Selene se encontraba a poca distancia del transportador cuando percibió el llamado de su ayudante.

... o ...

BUFON

:

Tierna Selene :

Tierna Selene.

Preparado.

63

64 BUFON

:

Información

inexacta.

Transportador

programado

para

ingresar

contenido a triturador basura espacial. Peligro máximo. Enter.

... o ...

Tierna no se molestó en dar el OK a su asistente. Se volvió rápida sobre sí misma, para enfrentar al marciano-teniente. Este último, había dado un brusco salto sobre la cosmonauta, dispuesto, al parecer, a agredirla. No pudo hacerlo. Rebotó en el campo de fuerza de la PG que Selene portaba sobre su pecho y salió despedido hacia el fondo del pasillo. En el mismo momento, aparecía el robot, el cual se hizo a un lado, pero no lo suficientemente veloz como para que el hombrecillo-teniente evitara decapitarse al chocar el cuello con uno de sus brazos mecánicos.

... o ...

Tierna Selene :

BUFON.

BUFON

Preparado.

:

Tierna Selene :

Option ?.

BUFON

Preparado.

:

Tierna Selene :

Informe sobre tripulación y comandante Egosum VII. Enter.

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BUFON

:

Tripulación aislada en su sala. BUFON ha cambiado clave accionamiento

de

accesos.

Comandante

ha

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desprogramado

el

transportador y se acerca a este nivel.

Tierna Selene :

Option !. Active programación anterior del transportador. Enter.

BUFON

OK.

:

Tierna Selene :

Option !. Señale resultado. Enter.

BUFON

Trituración positiva.

:

Tierna Selene :

OK.

... o ...

La cosmonauta no pudo evitar, casi ensimismada, decir como un susurro: - Gracias -, aunque sabía que su interlocutor no podía comprenderle y sólo los unía el estar constituidos de materia y energía, común a lo vivo y a lo inerte.

-o-

65

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Capítulo noveno

Helios IV.

Para Rog Helios había resultado interesante conocer la nave bajo una nueva perspectiva. Cuando fue humano o, mejor dicho, mientras tuvo un cuerpo denso, constituido principalmente por agua, se desplazaba en un mundo tridimensional, limitado por sus sentidos y su mente. Ahora, se mantenía (¿ vivía ?) en otra dimensión (¿ la cuarta ?), donde carecía de las sensaciones tradicionales y disponía de una capacidad de conocimiento más directo, utilizando en menor medida la racionalidad. Para desplazarse dentro de la Egosum, no le era necesario utilizar corredores, escalas o transportadores. Fluía por los conductores eléctricos o, simplemente, por todo material que tuviese una buena capacidad de conducir electrones. A diferencia de los simples mortales, podía estar en varias partes de la embarcación al mismo tiempo. Además, otra de sus ventajas era su nueva habilidad de pasar a formar parte del contenido de los chips de los ordenadores. Para él, ya se podía prescindir de pantallas y teclados. Su acceso al computador era directo. A su manera, disfrutaba de su nuevo tipo de contacto con la nave.

Al cabo de un tiempo, que fue para él un período de autoconocimiento, la paz de la cual disfrutaba vino a resultar perturbada. Sintió el acercamiento de una presencia en dirección a la Egosum.

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67 Cautelosamente, Helios se distribuyó en la red de los equipos informáticos. La ventaja de esto consistía en disponer de datos de todo lo que aconteciera en el interior de la nave e, incluso, de sus inmediaciones. Apagó los equipos, cuidando que permanecieran a la temperatura ambiente. Aguardó.

La nave fue abordada por un grupo de marcianos. Se distribuyeron en diferentes partes de la embarcación. Uno de ellos se instaló en la sala de recepción. Otro, que parecía hacer las veces de jefe, se aposentó en la sala de comando. El resto se agrupó en la sala de la tripulación. Previamente a la maniobra de distribución interna, habían recorrido diversas partes del navío. Una breve y precisa operación de limpieza fue realizada. Activaron algunos equipos. Luego, todo quedó quieto. Inmóviles, parecían aguardar a alguien.

Al cabo de pocas horas, Helios volvió a captar un segundo acercamiento hacia la Egosum. Se aproximaba un nuevo grupo, menos numeroso que el anterior. No se desplazaba sobre el suelo, sino en el aire a poca distancia de la árida superficie. Llegaron hasta un costado de la nave. Ingresaron a su interior. Eran dos individuos. Rog dejó fluir hacia él las vibraciones de los sujetos. Sólo uno proyectaba un aura a su alrededor. Era un ser humano. El otro, era un robot.

El contacto cercano entre los grupos se había producido y el cosmonauta avanzaba hacia la sala de comando, seguido, algo más atrás, por su ayudante-autómata.

Rog Helios se aventuró a captar la disposición de los seres locales. Sufrió un disgusto. Las intenciones que percibió eran fuertemente negativas. Allí se había preparado una trampa. ¿ Qué hacer ?. No tenía forma de comunicarse con el visitante terrestre.

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Los acontecimientos se desenvolvieron en forma rápida. El recién llegado, al parecer con

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apoyo de su ayudante, había salido bien librado y neutralizado a sus oponentes. ¿Quién sería ?. ¿ Alguno de los viejos camaradas ?. Rog logró conectarse a una de las cámaras de visión del navío. Fácilmente, reconoció al robot. Era un modelo B.U.F.O.N.. El cosmonauta era una mujer joven. Es valiente -, se dijo a sí mismo Helios. - Y es hermosa -, agregó. -o-

Había pasado la noche como siempre, dormitando a ratos y tiritando de frío. Había dejado escapar algunos gruñidos, para alejar de sí algunas alimañas menores. Esta vez, el temor con el cual había tenido que convivir noche tras noche de su vida se dejó sentir con menos fuerza. Eso ocurría por causa de que le encomendaron, después de tanto tiempo, una misión, lo cual la hacía sentirse útil y, ¿ por qué nó ?, importante.

Comenzaban a vislumbrarse los primeros y tenues albores del amanecer marciano. Un bostezo animal se dejó escurrir por su boca desdentada. Su cuerpo, luchando con los estremecimientos que le provocaba el frío de la madrugada, se desperezó groseramente, agitando las greñas hirsutas y sebientas de su larga y abundante cabellera, la cual le servía de cobertor. De pronto, con un gesto rápido, su mano derecha saltó sobre su propia cabeza. Los dedos apretados retiraron con violencia del cuero cabelludo un enorme piojo marciano. Con igual rapidez, lo acercó a su boca y, mordiéndolo, lo reventó. Casi con placer oía el chasquido de su lengua contra el paladar al saborear y deglutir su primer alimento del día. Momentos después, un sonoro eructo indicó que la magra presa sólo le había hecho tragar más que nada aire y estimulado innecesariamente las funciones estomacales.

Levantó un poco por encima de su cabeza la piel, reseca y dura como un cartón, de un otragal

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muerto que le había permitido protegerse del frío y de los predatores nocturnos desde tan

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largo tiempo como pudiera recordarlo. Sus orejas se crisparon un poco. Le pareció que un susurro se acercaba, semejante al de aves cortando la atmósfera con su vuelo. Su ojo izquierdo, el único útil que poseía, se agitó nerviosamente dentro de la cuenca, de un lado a otro, una y otra vez, tratando de desentrañar en el vientre de la penumbra la verdad que anunciaba ese ruido ambiguo y desconocido.

Eran dos. Contrariamente a lo esperado en ese tipo de seres, no corrían sobre sus extremidades, sino que semejaban volar o levitar a corta distancia del suelo. El que iba adelante, parecía ser el jefe. Se trataba de un cosmonauta de alta estatura. El de atrás era un ser mecánico, un autómata a las órdenes del anterior. Su pelo se erizó. Todos sus músculos se tensaron. Los había descubierto y los haría caer en la trampa, para llevarlos como regalo a su adorado. -o-

Tierna Selene continuaba con sus actividades exploratorias, con mayor cautela aún que al comienzo, al saberse detectada por los habitantes del planeta. Había dado orden a su colaborador de liberar al resto de los hombrecillos aprisionados en la Egosum VII y los hizo seguir por el autómata para informarse de la localización de sus centros poblados. Era a uno de éstos últimos donde ahora ambos se dirigían.

Comenzó el acercamiento a la ciudad por los suburbios que se encontraban en el punto cardinal más opuesto a la ubicación de su propia nave. Talvez era una medida ingenua, pero la experiencia vivida de su primer contacto de tercer tipo la determinó a extremar las precauciones.

Desde algunos kilómetros de distancia, ella y el robot pudieron identificar los primeros indicios

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de construcciones realizadas por vida inteligente, producto de un sistema de ingeniería. Su

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ayudante disponía de un radar que daba cuenta de la disposición y tamaño de las instalaciones. Al parecer, se estaban aproximando a una especie de grandes estanques, excavados en el suelo, utilizados para la acumulación de desperdicios y líquidos servidos, conectados entre sí por una red de canales o colectores que conducían los desechos originados en la ciudad y, probablemente, de varios otros pueblos cercanos.

No se detectaba ningún tipo de vigilancia. A una distancia de unos cinco kilómetros era posible sentir la atmósfera cargada de olores desagradables para los extraños. Cada estanque era de varios kilómetros de largo. Llegaron hasta el borde del primero de ellos. La cosmonauta dio orden de realizar un recorrido perimetral. Una vez completada esta maniobra, se tomó la decisión de avanzar unos centenares de metros hacia su centro por la superficie, siempre empleando las patinetas gravitacionales. Ninguno de los exploradores dio la menor señal de sentirse afectado por los gases malolientes que emanaban del reservorio de excretas. Grandes burbujas crecían en uno u otro lugar, expandiéndose hasta estallar liberando sus efluvios. La cosmonauta sabía que su exploración implicaba el riesgo de contaminación, por lo que estaba decidida a realizar un mero contacto visual breve. Además, su intuición le decía que la presencia de materiales biológicos en descomposición y los olores pútridos eran atrayentes para otros animales y sus predatores.

... o ...

Tierna Selene :

BUFON.

BUFON

Preparado.

:

70

Tierna Selene :

Option !.

BUFON

Preparado.

:

71

Tierna Selene :

Regresamos a orilla estanque. Enter.

BUFON

Preparado.

:

Tierna Selene :

BUFON. Option ?. Print : presencia vida superior + posibilidades agresión. Enter.

BUFON

:

Pres. Vid. Sup. Negativo + Posib. Agres. No detectado.

... o ...

Selene se aprestaba a detenerse en la orilla. Los visores infrarrojos eran innecesarios por cuanto la luz iba aumentando y se anunciaba manifiestamente la aurora.

- ¡ Tuiiit !, ¡ tuiiit !, ¡ tuiiit ! -, era su ayudante quien escandalizaba con su alarma.

- ¡Ataque

a su derecha !. ¡ Ataque a su derecha !

Tierna no alcanzó a escuchar el tercer tuiiit. Un objeto contundente la golpeó en el parietal, haciéndola perder el equilibrio e impulsándola hacia el espeso fango del estanque. Momentáneamente, no podía comprender lo sucedido. Luces de colores bailaban frente a sus ojos y se sentía ir y venir, hacia adentro y hacia afuera, en medio de un remolino, luchando por no perder la conciencia. Cuando pudo volver a la normalidad, constató que se encontraba

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semisumergida dentro del lodo maloliente. Una de sus primeras reacciones fue recuperar la

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PG, pero ésta se encontraba a unos cinco o seis metros de distancia de su propio cuerpo. Hizo un gran esfuerzo para localizar visualmente al robot, sin dejar de sorprenderse que éste no viniera en su auxilio. Fue decepcionante comprobar que también estaba caído en el estanque, sin moverse, igual que ella, para no estimular el hundimiento en la masa espesa de desechos y materias fecales que ahora les servía de lecho.

Mayor fue su sorpresa al ver que en el borde, en suelo firme, se encontraba bailoteando un ser bípedo, mezcla de animal y humano, el cual lanzaba aullidos como de triunfo. Saltaba desacompasadamente, tal vez era cojo. Vestía andrajos de color indefinido que alguna vez pudieron haber sido ropa. De su cabeza caía en todas direcciones una masa de cabellos grises y sucios, tan largos que llegaban hasta el suelo. Aunque la astronauta no acostumbraba a prejuzgar, tuvo que convenir que parecía una vieja bruja de la especie humana. Conscientemente decidió olvidar el dolor que florecía en su cabeza e intentó comunicarse con el robot.

... o ...

Tierna Selene :

BUFON.

BUFON

Preparado.

:

Tierna Selene :

Option ?.

BUFON

Preparado.

:

Tierna Selene :

Print : Informe agresión + identifique ser que se desplaza orilla estanque.

72

73

Enter.

BUFON

:

Ataque realizado por ser humano. Arma : piedra de 12 cm diámetro, densidad 3,0 . Lanzada manualmente + Ser orilla estanque = agresor.

Tierna Selene :

OK. Explique caída BUFON. Enter.

BUFON

Selene caer en estanque + BUFON inicia operación salvamento +

:

Proyección de brazo teléscopico a 10 m + Imán de brazo atrajo material férrico de gran tonelaje = palanca excesiva = caída BUFON por gravedad.

Tierna Selene :

OK. Option !. Inicie revisión estado BUFON. Señale resultado. Enter.

BUFON

Estado

:

BUFON

:

90

%

funciones

activas.

Función

desplazamiento. Causa : atrapado en material tipo gel.

Tierna Selene :

Option ?. Explique causa no detección ataque imprevisto. Enter.

BUFON

Agresor oculto debajo capa material biótico muerto.

:

Tierna Selene :

OK.

... o ...

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inactiva:

Tierna hubo de reconocer su sorpresa. Había esperado algo totalmente distinto. Quizá un

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engaño visual o una trampa de energía elaborados con tecnología avanzada. Incluso hubiera aguardado un ataque con armas de luz. Casi se sentía como una niña. Jamás hubiese imaginado algo tan primitivo como un piedrazo y un camuflaje de cuero de reptil.

Después de esperar algunas horas para que sus presas estuvieran un poco agotadas por el excesivo calor del día marciano, el ser se dispuso a aprisionarlas. Por sus señas, Tierna comprendió que exigía que juntara sus manos. La idea de entregarse prisionera no le agradaba, pero la alternativa era eso o perecer asfixiada por las miasmas que se evaporaban lentamente del pantano. Hizo lo que se le indicaba, y el ser arrojó un lazo con el cual amarró firmemente sus muñecas. Enseguida, comenzó a tirar con fuerza, incluso utilizando palancas ingeniosamente dispuestas, hasta extraer el cuerpo de Selene fuera del estanque. La cosmonauta no hizo ademán de huir o de defenderse. Lo habría hecho, pero estaba demasiado agotada. Su captor no manifestó la menor señal de querer atacarla. La dejó descansar e, incluso, le tapó la cabeza con vegetales secos para evitar que se insolara. Más o menos media hora después, luego de asegurar sus ataduras, le indicó que se levantara. Con severidad, pero sin provocarle daño, la obligó a caminar hasta una hendidura que se encontraba fuera del recinto de desperdicios, distante a unos siete kilómetros. Allí pasaron el resto del día, a cubierto del exceso de radiación solar.

Al fin del atardecer, se pusieron en marcha. A pesar de su capacidad física y de su entrenamiento, fue duro para la cosmonauta. Caminaron toda la noche. Su amo, gruñendo y bufando, delante de ella, tirando la cuerda que liaba sus manos. Solamente cuando algunos visos del amanecer se anunciaron tímidamente, se aflojó la marcha. A pesar del cansancio y de la certeza de encontrarse prisionera, Tierna no perdió la serenidad. Cada vez que calculaba que habían avanzado otro kilómetro, activaba la comunicación con "Bufón", de manera de tener

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contabilizada la distancia y disponer de un radio de búsqueda del robot para cuando

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lograra su libertad. De poco le sirvió. Las respuestas del autómata fueron más y más débiles, lo cual significaba que los caminantes habían sobrepasado los veintiocho kilómetros de marcha.

En el momento que una hilera de lucecitas ovaladas, dispuestas de manera uniforme en un amplio semicírculo, se presentaron frente a sus ojos, comprendió que se la haría ingresar a una nave. Reconoció el perfil de la eterna Egosum VII.

Cuando se encontraron dentro del navío, la portezuela se cerró automáticamente a sus espaldas. El ser-bruja le soltó las ligaduras, ingresó al vestíbulo de esterilización y, luego, su figura deforme desapareció en los corredores. Selene se aprestaba a seguirlo, pero las compuertas no reaccionaron. En cambio, sí lo hizo una voz de computadora.

- ¡ Atención !, ¡ atención !, ¡ atención !. ¡ Visita número dos debe pasar a la sala de asepsia auxiliar ! -, dijo el parlante.

Con alivio, la cosmonauta procedió a asearse cuidadosamente. Cambió sus ropas y, además, ingirió un germicida. Algo herida en su dignidad porque el ordenador la obligó a realizar la operación de aseo en tres oportunidades, pudo, finalmente, leer BIENVENIDO en la puerta de salida del vestíbulo.

- ¡ Diríjase al área de visitantes ! -, expresó el altavoz.

Conocía el lugar. Se detuvo al centro de la salita de distribución del área de visitas.

- ¡ Ingrese en el privado número siete ! -, voceó el ordenador. - ¡ Puede usted tomar asiento ! -,

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agregó.

Una vez sentada, espontáneamente, fijó su atención en el viso-comunicador. La pantalla se iluminó. En el visor volvió a aparecer la figura del enano de aire amable, quien mostraba galones de comandante de nave. Asombro y frustración invadieron su espíritu. Incluso su cuerpo se sintió afectado. ¿ Acaso el propio robot no había confirmado su trituración ?. Un deseo irrefrenable de aplastarlo como a un parásito invadió por un instante a la cosmonauta. Sin embargo, logró dominarse y restituir parcialmente su armonía interior.

- La saludo afectuosamente, cosmonauta Tierna Selene -, dijo el enano verdoso. - Esto lo hago en mi propio nombre, puesto que aquí no hay más tripulación oficial que yo mismo. Mi nombre es comandante Rog Helios.

-o-

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Capítulo décimo

AMOR.

Tierna Selene guardó silencio. Permaneció impávida. El enano-comandante hizo una mueca con su hocico (¿ una sonrisa ?), al tiempo que entornaba los párpados de sus ojos pedunculados (¿ una mirada de suficiencia ?). El bicho continuó dirigiendo su conversación hacia la cosmonauta.

- Es usted una persona muy hermosa, que honra con su grata presencia mi humilde nave -, expresó el enano-comandante a través de la pantalla.

- No creo que le sea útil a un prisionero dar las gracias por tales cumplidos, comandante -, respondió Tierna a los halagos del engendro.

- Permítame corregirle. Usted es una invitada, una camarada del Comando Intergaláctico a quien me he visto forzado a conducir hasta la Egosum VII por medios poco ortodoxos. No disponía de otros. Espero que pueda entender.

- Lo único que puedo apreciar son los hechos, comandante -, le contestó la cosmonauta. Ustedes han destruido a la tripulación de esta nave, que ha amartizado con fines pacíficos

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y, además, me han tomado prisionera después de un primer intento fallido.

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- Su opinión respecto de los hechos lo único que ha logrado demostrarme es que usted no se encuentra bien, camarada Selene -, dijo el enano, y agregó: -

¿ Podría decirme qué está

viendo en la pantalla del comunicador ?.

- Aunque no logro comprender hacia donde quiere llegar, puedo decirle que veo a un habitante del Planeta Rojo, inteligente, al parecer bípedo, de piel verdosa, cabeza desproporcionada a su cuerpo, quizás de un metro con veinte centímetros de estatura, ojos sostenidos por pedúnculos, que lleva insignias de comandante de nave y me está interrogando -, dijo la cosmonauta quien, tras una breve pausa, expresó: - Le recuerdo que hay normas éticas que me impiden seguir contestando a alguien que representa a una potencia extraterrestre.

El ente enarcó sus músculos superciliares y, aunque a Selene le pareció una expresión sádica, dijo con tranquilidad:

- Le ruego que conserve la calma y que colabore. Como ya esperaba su reacción, he invitado al médico de a bordo para que confirme el diagnóstico previo que he realizado. El le hará un análisis completo y programará un tratamiento.

La joven no pudo evitar un escalofrío. Detrás de ella se encontraba un Androide Médico Organizado para Rescate (A.M.O.R.), un robot que habitualmente cumplía una abnegada labor de salud interplanetaria pero, ahora estaba allí, al servicio de esos seres verdosos, ¿ con qué propósitos siniestros ?.

- ¡ Retrocede A.M.O.R. ! -, dijo en tono firme y seco Tierna Selene. - Tú no puedes hacer daño a

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un ser humano, no estás programado para eso.

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- Camarada cosmonauta, debe colaborar -, expresó el A.M.O.R. a través de su parlante. Acompáñeme a la unidad de tratamiento intensivo. Su salud está resentida.

Selene retrocedió dos pasos en el estrecho espacio disponible en el privado número siete. Pensaba jugarse por una probabilidad entre mil, cuál era destruir la célula de mando del A.M.O.R. mediante una patada de karate. Si el robot hubiera podido reírse lo habría hecho, sin duda alguna. Sin embargo, en vez de eso, un pequeño tubo sobresalió de su tórax de metal inoxidable y expulsó un dardo mediante aire comprimido. La agujilla se clavó en una de las extremidades de la joven. Tierna sintió que su pierna derecha, la que iba a impactar en el robot, era de goma, que daba decenas de botes contra decenas de androides. Y los androides no tenían cabeza de robot, sino de enanos verdes. Después, no vio nada más porque había quedado narcotizada. -o-

La niña se sentía feliz. Su papá la había enviado a la granja del abuelo. Allí, después de saborear, a la hora del té, los ricos postres preparados por la abuelita, le dieron permiso para ir a la huerta. No paró de correr hasta llegar al fondo, donde se encontraba el viejo manzano. ¡ Como le gustaba hallarse bajo el viejo árbol !. Era el lugar indicado para que su abuelo le relatara encantadoras y pintorescas historias. Se sentó al pie del manzano y miró hacia arriba. ¡ Curioso!. Quedaba colgando, allá arriba, una sola manzana de color verde. Pensó que le gustaría mucho cosechar esa manzana. No fue necesario. La manzana se desprendió y, ¡ sorpresa !, vino a dar justo sobre su boca, en medio de los labios.

- ¿ Qué has hecho ?, ¡ manzana estúpida !. ¡ Me dolió mucho !. ¡ Ojalá te devoren los gusanos ! -,

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protestó la niña.

La manzana, después de rebotar en su boca, fue a caer a dos pasos de donde se encontraba la niña.

- ¡ Ay ! -, dijo alguien. Ella miró hacia todos lados.

- ¡ Ay !, ¡ ayayayay ! -, volvió a decir alguien.

A la niña le pareció que los lamentos venían del lugar donde se encontraba la manzana. Se acercó hasta la fruta y la observó atentamente. Era asombroso. La manzana tenía una boca, la cual se abrió y dijo: - ¡ Ay !. La niña corrió a esconderse detrás del árbol.

- ¡ Eh ! -, escuchó que decía la manzana. - Ven aquí.

Sintió miedo. ¿ No será capaz una manzana de atacar a una niñita sola ?.

La manzana también sintió miedo. ¿ No será capaz una niña de atacar a una manzanita sola ?.

Pero la niña quería ser valiente. - Iré a ver a la manzana -, pensó. - Y, si me ataca, le daré un puntapié en la boca y la dejaré sin un diente.

La manzana también quería ser valiente. - Esperaré a la niña -, pensó. - Y, si me ataca, le morderé el pie y la dejaré sin un sólo dedo.

La niña volvió a acercarse a la manzana. La boca se abrió y dijo: - ¡ Hola ! -. Del susto, dio un

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salto hacia atrás. Sin embargo, la boca de la niña también se abrió y dijo: - ¡ Hola !. La

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manzana no pudo dar ningún salto, porque no tenía pies.

La manzana dijo: - No te hagas problemas, no pienso ser tu amiga.

La niña respondió: - Tú tampoco, yo no seré amiga tuya.

La boca de la manzana dijo: - Ven, acércate más. No, así no. Más. Pero más aún. Bien cerca.

La niña se acercó bastante, hasta que sus ojos quedaron muy cerca de la manzana. Asombroso. A la manzana le crecieron dos pequeños tallos y, en cada uno de ellos, apareció un ojo. Eran de color verde, pero eran ojos.

- ¡ Gracias ! -, dijo la manzana. - Ahora, párate a mi lado.

La niña se acercó mucho, hasta que sus pies se detuvieron muy cerca de la manzana. Notable. A la manzana le crecieron otros dos pequeños tallos y, en cada uno de ellos, apareció un pie. Eran de color verde, pero eran pies.

- ¡ Gracias ! -, dijo la manzana. - Ahora, acerca tu mano. No, así no. Más, pero más cerca.

La niña se acercó bastante, hasta que sus manos estuvieron al lado de la manzana. Prodigioso. A la manzana le crecieron otros dos pequeños tallos y, en cada uno de ellos, apareció una mano. Eran de color verde, pero eran manos.

- ¡ Gracias ! -, dijo la manzana. - Ahora, acerca tus orejas. - Más cerca, boba.

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82 La niña se acercó, pero no lo suficiente. Estaba de mal humor pues no le gustaba que le dijeran boba. A la manzana le crecieron otros dos pequeños tallos pero, como la niña no se había acercado lo suficiente, no pudo copiar bien las orejas, por lo cual cada tallo quedó convertido en una antena con una especie de platillo en la punta.

- ¡ Gracias ! -, dijo la manzana. - Ahora sí que estoy completa -, y dio un par de volteretas para probar el funcionamiento de sus pies y de sus manos.

- ¡ Mentira ! -, dijo la niña. - Tienes casi todo. Pero no todo. Te falta un nombre.

- Eso es muy fácil -, dijo la manzana. - Obsérvame.

Y la manzana se concentró, se concentró y se concentró, tanto, que en su barriga apareció un número uno.

- ¿ Lo ves ?. Soy la manzana número uno. Ahora estoy completita.

- ¡ Ja ! -, se burló la niña -. - Eso crees. Eres una manzana sola, totalmente sola en el mundo.

- Es verdad -, dijo la manzana -. - Pero no por mucho tiempo. Observa.

Y la niña miró con sorpresa que en el trasero de la manzana apareció una bolita pequeña como una arveja, la cual creció y creció hasta ser del porte de la manzana. Al final se despegó de ella. A la nueva bola verde también le salió de todo: boca, ojos, pies, manos, antenas. Finalmente en su barriga apareció un número dos.

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83 - Soy la manzana número dos -, dijo la manzana que salió de la anterior.

Y el asunto se repitió y se repitió, hasta que hubo siete manzanas. Las manzanas estaban muy contentas. Brincaban, bailaban, jugaron a la ronda. Cantaron un coro, así:

Somos las manzanas especiales. Somos las frutas más hermosas. Queremos estar en carnavales, brillantes, redondas, deliciosas.

De pronto, la manzana número uno dijo: - ¡ Un momento !. Quiero decir algo muy importante.

- ¿ Qué será ? -, preguntaron las otras todas juntas.

- Esa niña me pegó en la cabeza. Me dolió mucho. Además, dijo que soy tan estúpida que merezco que me coman los gusanos.

- ¿ Eso hizo ? -, preguntó la manzana número dos.

- ¡ Es mala ! -, dijo la número tres.

- ¡ Es tonta ! -, dijo la número cuatro.

- ¡ Es fea ! -, dijo la número cinco.

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- ¡ No sabe que somos poderosas ! -, dijo la número seis.

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- ¡ Al ataque ! -, gritó la número siete.

Somos las manzanas especiales. Somos las manzanas nutritivas. A la niña de actos repudiables le daremos la paliza de su vida.

Y después de cantar este himno de combate, se lanzaron en persecución de la niña. Ella corrió y corrió, corrió y corrió. Cada vez se sentía más y más cansada. Las manzanas verdes estaban a punto de alcanzarla. Sentía un gran calor y corría el sudor por su frente. - ¡ Auxilio !. ¡ Auxilio abuelita !. ¡ Las manzanas verdes me comen !. ¿Por qué nadie me ayuda ?. -oRog Helios se sintió muy afortunado de poder contar con la colaboración del robot A.M.O.R.. Anteriormente, le había podido encargar otras tareas. Por ejemplo, fue A.M.O.R. quien, siguiendo sus instrucciones, realizó las autopsias de Sánchez y Opong. Los resultados estaban guardados tanto en el ordenador central como en la memoria del robot. En esta oportunidad, lo había comisionado para que atendiera la salud de Tierna Selene, quien estaba seriamente afectada como consecuencia de los contagios adquiridos al caer en el estanque.

-

Debes

hacer

todo lo que puedas para sanarla, A.M.O.R.. Recurrirás a todos tus

conocimientos almacenados.

-

Cuente usted con ello, comandante -, respondió el autómata. - ¿ Desea que atienda

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exclusivamente las afecciones de su organismo o que me preocupe, además, de su salud

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mental ? -, agregó el médico- robot, haciéndose oír por su parlante.

- Te preocuparás por ambas -, ordenó Helios, también a través de un parlante, el del visocomunicador. - ¿ Observaste lo mismo que yo ?.

- Debo reconocer que me resultó extraño que ella le atribuyera a usted, señor comandante, una apariencia que no corresponde a la de los seres humanos -, observó el A.M.O.R.. - Además, esa apariencia tampoco corresponde a la forma que presentan los seres inteligentes que dominan en el Cuarto Planeta.

- Efectivamente. Lo cual permite deducir que su opinión no reflejaba la realidad física, sino que estaba determinada por algún tipo de fijación o visualización mental -, dijo el comandante. Este síntoma lo experimenté yo mismo en este planeta, cuando disponía de los órganos ópticos de mi cuerpo físico. También es posible que lo hayan sufrido Sánchez y Opong. Deberás informar cualquier anormalidad que se destaque en los tejidos o los perfiles bioquímicos de Tierna Selene y que presente alguna similitud con los de los difuntos.

- Así lo haré, comandante -, expresó disciplinadamente el abnegado A.M.O.R..

-o-

Tierna despertó en forma repentina. Su cuerpo tiritaba y el temblor de su barbilla parecía incontrolable. Se sentía muy fatigada, muy débil. Estaba bañada en transpiración. Aún danzaban vagamente frente a sus ojos las manzanas temibles. Molesta consigo misma, por lo infantil de su pesadilla, desechó bruscamente las últimas imágenes del sueño. - Quizás la verdadera pesadilla

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es la que he comenzado en el interior de la Egosum -, pensó la joven. Sintió un gran deseo

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de contactarse mentalmente con el A.M.O.R. e interrogarlo sobre su estado de salud, pero se encontró sin fuerzas para lograr la concentración y el alerta indispensables para la comunicación telepática con el androide. Este último no se hizo esperar demasiado. Pocos minutos después, el A.M.O.R. ingresó a la unidad de tratamiento intensivo.

Desde la camilla, lo primero que vio fue la calva metálica brillante del galeno-robot. Este elevó un poco su cuello mecánico para que la enferma pudiese ver mejor sus facciones inexpresivas. La verdad es que, salvo el parpadeo de sus unidades de visión frontal, no había ningún otro gesto que le diera algún aire humano. Sin embargo, le habían proporcionado una voz cálida, de tono seguro y convincente, la cual le permitía lograr la confianza de sus pacientes. Era un médico muy completo, como los de antes, que prestaba gran atención al bienestar síquico de los enfermos. Procuraba, más que atender a la enfermedad, influir sobre las condiciones internas y externas que generaban la dolencia. - Nuestras enfermedades son en un noventa y nueve por ciento mentales -, solía sentenciar en voz alta a sus pacientes. Aparentaba tener un dominio pleno, holístico de los males que aquejaban a su clientela.

- Es tan agradable comprobar que ha reaccionado positivamente a nuestros cuidados-, expresó el robot.

- ¿ Puedes decirme qué tengo ? -, dijo la joven, intentando, mediante el trato directo y firme, demostrar que el ser humano controlaba a la máquina.

- Trate de no fatigarse, apreciada amiga -, respondió el A.M.O.R.. - Usted se encuentra fuera de peligro. Sin embargo, ha padecido un cuadro clínico complicado y hay que prestar mucha atención a su convalescencia.

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87 - Explica detalladamente el diagnóstico y cuál ha sido el tratamiento. Ahora, robot.

El A.M.O.R. pareció (¿ o fingió ?) no darse cuenta del tono imperativo de la cosmonauta. Movió su reluciente calva de un lado a otro, hizo parpadear sus placas ópticas color turquesa y comenzó a pasearse (¿ o a deslizarse ?) por la habitación como si fuese un médico-persona.

-

Al parecer, usted estuvo sometida a una repentina y concentrada contaminación que involucraba a diversos microorganismos patógenos. Su organismo no estaba preparado para eso, dado que no había formado previamente los anticuerpos para resistir el violento ataque de bacterias y virus. Debo reconocer que, por un momento, temí por su vida -, señaló el robot. Indudablemente, esta última frase era parte de su completo bagaje de cortesía humana.

- Sé más preciso, robot -, dijo Tierna, quien no podía continuar mucho más con su juego del amo-esclavo, dado que no tenía fuerzas suficientes.

- Digamos, querida amiga, que experimentó un cuadro infeccioso bacteriano-viral, estado febril prolongado, con complicaciones en órganos vitales importantes, tales como los pulmones, intestinos, hígado y riñones. Hicimos análisis de su sangre, linfa y tejidos diversos. La gran mayoría de los patógenos son desconocidos y no están clasificados. Se realizó un tratamiento sintomático. Luego, probamos algunos antibióticos. Como dieron resultado mediocre, nos vimos obligados a realizar una transfusión completa de su sangre. Reaccionó bien. Ahora, procure descansar.

- ¿ Cuánto tiempo llevo así ? -, inquirió Selene, sin darse por vencida.

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88 - Veintiún días de este planeta. Le ruego que tome en cuenta mis indicaciones, aunque sea por esta vez, camarada cosmonauta. Descanse. Su situación era aún más complicada de lo que se imagina.

Al verse tratada como a un compañero de vuelo espacial, la joven adquirió algo de confianza. Sin embargo, no pudo evitar preguntar: - ¿ Más complicada ?. ¿ Qué quieres decir ?.

- El resto de la información ha sido clasificada como reservada por el comandante. Le suplico no insistir -, dijo el robot, introduciendo su más conmovedor tono de ruego y, girando sobre sí mismo su tórax inoxidable, salió lentamente de la unidad de tratamiento intensivo.

-o-

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Capítulo decimoprimero

Fersen.

- Ha finalizado el período de cuarentena -, oyó que decía el médico-robot. Si bien le agradó lo que oía, pues significaba una confirmación de lo mejor que se sentía de salud, la noticia no contribuyó a darle tranquilidad. Se sentía prisionera y, además, aún en peligro.

- Me llena de alegría y satisfacción la noticia que acabo de darle -, moduló afectadamente el parlante del autómata. - Ahora, usted podrá incorporarse a las obligaciones que le impone su cargo.

- Estoy muy agradecida de tus cuidados A.M.O.R. -, dijo Tierna Selene, torciendo con ironía su boca al escuchar la última frase de su interlocutor.

- Sólo me he remitido a cumplir con el juramento de Hipócrates, camarada cosmonauta -, retrucó el robot con el tono de modestia indispensable en esas situaciones. - Además, debo darle la siguiente información: el comandante desea hablar con usted, para lo cual le ruega que se presente en la sala de comando.

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Con frialdad, la joven evaluó las posibles consecuencias de la orden, así estimaba ella la

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invitación, que se le comunicaba. - ¿ Qué más da ? -, se dijo a sí misma. - Si quisieran eliminarme, ya lo habrían hecho.

A nadie vio en los corredores y dependencias que conducían a la sala de comando. En esta última, el ordenador central ocupaba parte destacada del espacio disponible. En un lugar ligeramente elevado, se encontraba el sillón del comandante. Se hallaba vacío. Alrededor, en distintas partes de la sala, se distribuían los asientos de los ayudantes. Igualmente, se hallaban vacíos. Salvo uno. Reconoció a quien lo ocupaba. Era el ser-bruja. Selene no lo miró con horror sino, con curiosidad.

El ser estaba sentado con las piernas semicruzadas, con una rodilla levantada, sobre la cual parecía apoyar la mandíbula. La enorme mata de su cabellera caía hacia todos lados, cubriendo su desnudez y sus harapos. Le faltaba un pie. Tenía los ojos abiertos y la miraba con mucha atención. Sus ojos eran muy oscuros. La boca, entreabierta, hacía una mueca que se asimilaba remotamente a una sonrisa y se destacaban en ella sólo los caninos, pues el resto de la dentadura no existía. Su mano izquierda parecía iniciar un rasquido en la cabeza. Su edad era indefinible, ¿ tendría sesenta o setenta años terrestres ?.

- ¿ Cómo te llamas, muchacho ? -, preguntó el ser-bruja. Recién en ese momento, por la entonación similar a una vieja campesina, la cosmonauta reparó que se trataba de una mujer.

- No soy un muchacho -, replicó Tierna Selene. Mi sexo es femenino. Talvez usted se engaña por el corte de mis cabellos. Mi nombre es Tierna Selene y soy una cosmonauta al servicio del Comando Intergaláctico de la Tierra. Y ¿ quién es usted ?.

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- Se nota que eres extranjera -, observó la vieja. - Soy la reina María Antonieta.

La cosmonauta se sintió ella misma con una expresión estúpida en el rostro. Hizo un esfuerzo para mantener una cara inteligente. - ¿ Dónde está el comandante ? -, preguntó en voz alta.

- Pronto aparecerá en el comunicador, querida -, dijo la reina María Antonieta.

Casi no terminaba de decirlo cuando, frente al sillón vacío del comandante, la pantalla del ordenador central se iluminó. En ella, apareció el rostro de un hombre maduro, algo tosco, de mirada serena y gesto relajado.

- Querido Fersen, te presento a Tierna Selene. Dice que trabaja como cosmonauta -, dijo la reina María Antonieta. Y agregó: - Jovencita, le presento a mi enamorado, el conde Fersen.

Por un momento, la cosmonauta se preguntó a sí misma si acaso se encontraba en un manicomio espacial. Haciendo un esfuerzo, consultó:

- ¿ Es ésta una grabación ?.

- Camarada Selene, se trata de una emisión en directo.

Lamento, por razones ajenas a lo que

realmente deseo, no presentarme físicamente en la sala de comando. Pero vamos a lo que realmente interesa. Quiero manifestarle lo importante que es para mí que recuperado.

- ¿ Ante quién me encuentro ahora ?.

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se haya

-

Soy el comandante Rog Helios y, al parecer, usted me visualiza bajo la forma que

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corresponde. Es decir, la imagen de un ser humano.

- ¿ Usted pretende hacerme creer que es el auténtico jefe de la Egosum VII ? -, replicó Tierna Selene.

- No puedo pretender otra cosa que lo que efectivamente es. Para demostrárselo, le comunico oficialmente que usted se encuentra en absoluta libertad de desplazarse por esta nave, con los derechos y deberes de un cosmonauta terráqueo. Le ayudaremos a

recuperar a su

ayudante-robot e, igualmente, trataremos que recupere su nave. Sin embargo, para desplazarse en el exterior, deberá seguir estrictamente mis

instrucciones.

- ¿ No se contradice esto último con su oferta de libertad ? -, interrumpió Selene.

-

De ningún modo -, replicó Helios. Es precisamente

sobre eso que quiero hablarle en

particular. Solamente le pido que atienda mis explicaciones. Jamás he pensado en coartar su libertad. Al contrario, podrá ir y venir en el medioambiente marciano como le plazca, pero bajo su propia responsabilidad.

- ¿ Quién es esta ... persona, que dice llamarse María Antonieta ?.

- ¡ Insolente ! -, exclamó la reina. - ¡ Atreverse a dudar de quién soy !. ¡ Fersen !. ¿ Es que acaso esta bribonzuela es uno de esos desarrapados rebeldes que pregonan la revolución ?.

- Calma, adorada reina -, dijo Fersen-Helios. - Sé como controlar a esta mujer. En cuanto a usted, camarada cosmonauta, le ruego hacer uso del tacto indispensable.

92

93 - ¿ Dónde se encuentra la tripulación, comandante ? -, dijo Tierna, moderando un poco el tono. - Las ocasiones anteriores que he estado en esta embarcación sólo he encontrado elementos no-humanos.

- Las experiencias que ha vivido usted, amiga mía, no están ajenas a lo que ocurrió con mis compañeros. Puede tomar asiento y atender a la información que estoy en condiciones de proporcionarle.

La cosmonauta hizo lo que se le sugería y se preparó a escuchar el relato del comandante.

- El viaje de la Egosum VII hasta el Planeta Rojo se realizó sin tropiezos. La tripulación siempre se encontró animada y con un espíritu de cooperación extraordinariamente elevado. Se trataba de hombres muy capaces, de una preparación técnica y científica de enorme solvencia. Después del amartizaje, se desplegó el programa rutinario de adaptación. Observé algunas desadaptaciones de conducta de mis camaradas, lo cual se podía considerar normal, por la influencia que ejerce la coloración rojiza de este planeta en el comportamiento humano, a pesar de los filtros que protegían sus ojos. En esas caminatas, los instrumentos detectores revelaron la presencia cercana de un ingenio metálico, el cual se encontraría bajo la superficie, a poca profundidad. Para mejorar la adaptación de la gente y mantener su espíritu de cuerpo, decidí darles un trabajo relativamente sencillo. Ordené operar la excavadora y establecer a qué correspondía nuestro descubrimiento. El resultado de esta actividad fue muy gratificante y creo que emocionó a la mayoría. Se trataba de un artefacto primitivo y antiestético, fabricado por el ser humano, cubierto bajo una capa de suelo de unos diez metros de espesor. No pudo ser identificado con exactitud, aunque se presumió que se trataría de un móvil no tripulado, quizá el Viking 1 o el

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Viking 2. Estas eran unas navecillas sonda enviadas por una de las potencias, a fines

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del siglo XX, mucho antes de la Gran Conflagración. Tomamos fotografías, sacamos pequeñas piezas como recuerdo y se marcó el lugar como sitio arqueológico. Una vez finalizada la Fase I, de adaptación, decidí pasar a la Fase II, de exploración. Para esto, seleccioné a mis dos mejores hombres, Sánchez y Opong. El primero de ellos era un geólogo de gran especialización, quien había adquirido experiencia en la explotación minera de la Luna. El segundo, era un zoólogo y botánico, experto en reconocimiento de especies animales y vegetales y en la adaptación de las mismas a nuevas condiciones ambientales. Eran valientes y habían logrado, entre sí, una gran amistad. Al día siguiente de darles la orden, se pusieron en marcha. Desde la escotilla del capitán, los vi alejarse. En la lejanía, se perfilaba el monte Olimpus. -o-

Sánchez iba adelante. Hombre impetuoso, siempre le gustó arriesgarse. El sólo hecho de encontrarse en el Planeta Rojo y pertenecer a esa cuadrilla de pioneros lo llenaba de satisfacción. Sus antepasados formaban parte de una antigua familia de aventureros y conquistadores. Ellos siempre habían estado entre los primeros en llegar a cualquier sitio que hubiese de ser descubierto, desde California hasta Tierra del Fuego, en el Tercer Planeta. Y allí estaba él, presto a dar su contribución al mito familiar. ¡ Cuán orgulloso se sentiría don Sancho, su lejano antecesor en la vieja Castilla, si hubiese llegado a sospechar que sus descendientes saltarían hasta los mares de la Luna y de Marte !.

Más atrás, a grandes zancadas, lo seguía Opong. Hombre mas bien introvertido, no por ello dejaba de ser expresivo y franco. También su espíritu iba impregnado de dignidad, sintiéndose parte de una privilegiada minoría que abría las puertas de una nueva era para la humanidad. Con emoción recordaba a sus hijas, que habían ido a despedirlo al cosmódromo, con sus sonrisas, sus

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grandes ojos y sus vestidos claros, que contrastaban con su piel oscura. Por un instante,

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recordó a sus ancestros, quienes talvez, en el corazón de África, habían adorado a las estrellas. En cambio, él, él era divino, caminaba sobre las estrellas.

Mientras avanzaban hacia el macizo rocoso que se erguía frente a ellos, Sánchez recordó a su prometida, la bella Mariana. Al regresar, se casarían y ya nada podría ilusionarse el estúpido de Elmer, siempre merodeando y mirándola con sus ojos de carnero degollado. Sonrió de sólo imaginar el rostro derrotado de este último. Sin embargo, pocos segundos después, estaba concentrado en sus instrumentos, en especial el funcionamiento de su martillo laser. Era excelente. Podía obtener muestras de rocas y minerales, cortándolos como si fuesen mantequilla.

Opong vio que Sánchez se volvió hacia él, para comprobar si mantenían la distancia reglamentaria. Ambos camaradas se hicieron un saludo amistoso. Opong no cabía en sí de gozo. ¡ Qué gran oportunidad !. Sería el primero en recoger e identificar oficialmente las primeras especies vivientes que se descubrirían en el Planeta Rojo. Fantaseó con el rostro amarillento y envidioso de Chips, el biólogo que quedó allá, en la Tierra. Siempre el bribón había andado husmeando en su gabinete para intentar apropiarse de información científica a costa de investigadores honestos como él. Esta vez, luego de publicados los informes, Chips pasaría a ser un ayudante de segunda clase, olvidado en un laboratorio de tercera. - Bueno -, se dijo. Pasemos al trabajo -, e inició las pruebas de sus instrumentos: el detector biótico, el contenedor de muestras y, en especial, el paralizador. Esta última herramienta servía para facilitar la captura de especies vivas.

Sánchez y Opong siempre se habían entendido de maravilla. El primero gustaba de fanfarronear y hablar hasta por los cuatro costados. Le agradaba liderar y hacer las cosas primero que el

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resto. Sin embargo, su precipitación le acarreaba errores, lo cual siempre lo había hecho

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devolverse a pedir consejo a Opong, quien era como el reverso de la moneda: callado, reflexivo, cauteloso. Desde jóvenes se había ayudado mutuamente.

Sánchez las descubrió. Eran cavernas constituídas por macrocristales de un mineral muy parecido al cuarzo cristalino. Enormes columnas de varios metros de altura servían de sostén, formando largos y complicados corredores. La capacidad de reflejar así como de retener energía solar de ese material era tremenda. La luz, al rebotar en las caras simétricas de los cristales, penetraba a raudales, tal vez kilómetros hacia el interior de la corteza marciana. Sintió el vértigo del éxito fácil. Tenía allí, ante sus ojos, algo sensacional. Ni siquiera se percató que sus pies lo llevaban a adelantarse rápidamente, pasando de uno a otro corredor, iluminados profusamente y temperados por la energía acumulada. Al ver que el material, a medida que avanzaba, no variaba en su calidad, se detuvo a obtener algunas muestras. Manipuló con destreza el martillo laser. Había iniciado los cortes de mineral cuando sintió pasos que se acercaban. No le dio importancia, seguramente era Opong que se aproximaba. Terminó un corte. Guardó la muestra y se volvió sonriendo. Sánchez crispó su rostro. No era el zoólogo. Era Elmer y venía armado. ¡ Maldito !. ¿ Qué hacía aquí ?. Seguramente se hizo pasar por personal de servicio de la nave. - ¿ Querías quitarme de en medio para quedarte con Mariana ? -, le preguntó Sánchez, atropellando las palabras. Acto seguido, disparó tres, cuatro, hasta diez veces el martillo laser, perforando en diferentes partes el cuerpo de su enemigo.

Por su parte, Opong venía siguiendo, casi con dificultad, las huellas de Sánchez. Ingresó a la caverna. ¡ Qué maravilla !. ¡ Luz y temperatura adecuadas bajo la superficie !. Si se sumara el agua, con seguridad podría existir vida en ese ambiente. Avanzó tras los indicios del paso de su camarada. - Sánchez se ha adelantado demasiado. Ojalá no se meta en un lío. Podría haber algún precipicio y caer al vacío si no pone cuidado -, se dijo. Le pareció escuchar algún rumor delante

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de él. - Menos mal. Allí está el cabeza dura -, pensó. Se acercó hasta tenerlo a la vista. El

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tipo giró hacia él con rapidez. ¿ Cómo era posible ?. ¡ No se trataba de su amigo !. El espíritu normalmente equilibrado y armonioso del científico se estremeció. Al frente se encontraba Chips, con sus ojillos rebosantes de odio, vomitando un torrente de injurias. Sintió que el arma de luz de su contrincante le disparaba varias veces. Las quemaduras que lo atravesaban de parte a parte le anunciaron los impactos. Pero Opong era un hombre vigoroso. Antes de caer, tuvo aún la fuerza para apuntar el paralizador, cuya onda dio de lleno en el pecho de su atacante.

-o-

Tierna Selene escuchaba con profundo interés el relato del comandante Helios. Casi sin darse cuenta, había dejado de lado su desconfianza así como su actitud desafiante. Lo único que vino a interrumpir momentáneamente su atención fue una especie de resoplar rítmico. Eran los ronquidos de la reina María Antonieta, que habíase dormido durante la charla que desarrollaban ambos cosmonautas. Rog Helios prosiguió su narración.

- Los dos exploradores cesaron toda comunicación con la nave. Tampoco regresaron. Ordené al resto de la tripulación ponerse en estado de alerta. Ahorraré contarle los detalles de la búsqueda, la cual dio por resultado encontrarlos en las cavernas del monte Olimpus. Ambos estaban muertos. Opong presentaba una decena de impactos, como quemaduras. Por su parte, Sánchez yacía inerte, sin heridas. ¿Quién había realizado semejante maldad ?. Debo reconocer que aquello me afectó doblemente. Por un lado, me conmovía perder a dos camaradas que no merecían esa muerte tan estúpida. Por otro, presentía que un estreno tan negativo de la misión podría conducirnos al fracaso. Me mantuve, frente a mis hombres, impasible por lo sucedido, fingiendo una serenidad que no correspondía a mi verdadero

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estado de ánimo. Di instrucciones de ingresar los cadáveres a la nave y de aplicar el

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programa de seguridad. Sin embargo, no paralicé la misión y continuamos la exploración, aunque en forma más lenta y limitada. Ahora sé que nunca debí haber dispuesto eso. En tanto mantenía al personal entretenido, ordené al A.M.O.R. que realizara las autopsias. El médicorobot presentó un informe en forma rápida. Brown había sido muerto por un arma de luz. Sánchez falleció de un paro cardíaco, causado por un arma paralizante. Quedé helado. ¿ Es que las muertes eran obra de terceros ?. O bien, ¿ se habían atacado y asesinado mutuamente ?. Instruí al androide para que iniciara una investigación acuciosa, sin limitarse en el uso del poderoso instrumental disponible a bordo.

El comandante se detuvo un momento. Notó que la joven había seguido con profundo interés su exposición de los hechos. Sin embargo, agregó: - Observo que se encuentra fatigada, lo cual es natural por haberse recuperado hace poco tiempo de su enfermedad. Proseguiremos mañana.

- Tiene razón, comandante Helios -, respondió Tierna, quien no había reparado que estaba recobrando la confianza en su interlocutor. - Pero, antes de ir a descansar, me gustaría que respondiera una de mis preguntas que quedó sin contestación. ¿Cómo encaja en lo ocurrido este personaje que duerme allí, en el suelo ?.

- La misión Egosum VII es un proyecto emprendido por la autoridad oficial -, señaló Helios. Antes de esta expedición, hubo otras, que correspondieron a iniciativas de grupos privados. La mujer que usted ha visto y que conoció en una desagradable circunstancia, es una sobreviviente de esas aventuras realizadas por particulares. Ha tenido que resistir aquí, sola, enfrentando todo tipo de adversidades. Ha vivido en las condiciones más primitivas y salvajes que se pueda imaginar. El resultado está a la vista. Ha enloquecido. Este ser, digno de amor y compasión, cree ser una reina de Francia que vivió en el siglo XVIII. La verdadera

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reina vivió sus últimos años en forma

muy desdichada y terminó su vida en la guillotina,

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condenada a muerte por los revolucionarios.

- ¿ Por qué lo llama a usted Fersen ?.

- No son muchos los que recuerdan que existió un diplomático sueco, el conde Axel de Fersen, que se había enamorado perdidamente de la reina e intentó salvarla.

- ¿ Con qué resultado ? -, preguntó Selene, casi intrigada.

- Fracasó -, se oyó al parlante del viso-comunicador.

-o-

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Capítulo decimosegundo

Paranoia.

- El comandante Helios ha resultado ser una persona..., ¡ nó !. Diría mejor un personaje. No ha querido mostrarse directamente. Como que en forma estudiada no desea que me entreviste con él y que pueda comprobar por mí misma quién es y cómo es...estrechar su mano. Parece un hombre tan franco y tan sereno. Además, tan culto. Yo nunca... Tampoco mis camaradas del Comando Intergaláctico... Nadie se preocupaba de conocer, de estudiar algo diferente de su propia especialidad. Ha tenido la paciencia... Se ha dado el tiempo de explicarme historia de Francia, biología, arte, con tanto detalle. Realmente, admiro cuánto sabe. Aunque el mismo ha dicho que no tiene mayor importancia cuánto una persona sabe, sino qué sabe y cómo lo sabe. Sí, me siento estúpida. Pero, ¿ por qué te sientes estúpida Tierna Selene ?. ¿ Por no saber nada más allá de las técnicas de navegación interplanetaria ?. ¿ Por estar aquí, aislada de la humanidad, en un planeta lejano que tal vez se convertirá en tu tumba y con el tiempo nadie se acordará siquiera que te enviaron ?. ¿ O por estar, por primera vez, interesada en una persona distinta de tí misma ?. ¿ En un hombre ?... ¿ Y quién dice que es un hombre ?... Y si es otro engaño más, otra manipulación más de las inteligencias del Planeta Rojo ?. ¿ Qué querrán ?... Que les revele información de carácter secreto ?... Pero, ¿ qué ?, ¿ cuál de toda la información que soy capaz de retener?. No

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puede ser, no podría reconocer, en este momento, que este hombre tan afable, que

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conoce tan bien su trabajo y más allá de su trabajo, sea un personaje ficticio, creado solamente para confundirme, para utilizarme. ¡ Oh, dios !. Yo, siempre que me creí tan segura de lo que veía, sentía, pensaba, opinaba... ahora no estoy segura de nada. ¡ Maldita tensión !... Alguien está jugando conmigo, como una pequeña muñeca... ¿ o soy yo, con mi propia duda, la que juega a jugar conmigo misma ?. Pero, ¿ por qué puedo dudar ?. ¿ Acaso no soy libre de ir donde quiera dentro de mis posibilidades actuales y que nadie me retiene aquí por la fuerza ?. ¿ Acaso no se me está entregando toda la información que solicito ?... Puedo acceder a los computadores de la Egosum cuando quiero... ¿ Acaso no se me ha ofrecido y está programado la recuperación de la Iluminados y de "Bufón" ?. No debería dudar. Pero, ¿ y si yo soy la carnada para que otros, que vendrán después de mí, sean dañados y traicionados ?. ¡Mierda !. Me encuentro a punto de reconocer que no estoy preparada para un contacto cercano con inteligencias extraterrestres. Tierna Selene, ¡ cálmate !. Tienes que ser la que siempre has sido. Serena. Fría.

-

El comandante me ha enviado para solicitarle que se inicie la sesión de trabajo de hoy -, dijo el A.M.O.R., interrumpiendo los pensamientos de la cosmonauta.

- Gracias, A.M.O.R. -, contestó Selene, y se dirigió hacia la puerta de su alojamiento, con el fin de impedir otra intervención del robot. No sentía deseos de charlar con alguien y menos con un autómata.

Helios la esperaba con la calidez de siempre, pero sin abandonar la pantalla como medio de comunicación entre ambos. Intercambiaron los saludos habituales. El comandante no dejó de preguntarle por su salud. Parecía interesado en forma sincera. ¿Había advertido que, en esta ocasión, ella se encontraba algo deprimida?.

101

102 - No veo por aquí a... la ... reina María Antonieta -, comentó la joven. - ¿ Es que ella no nos acompañará como en las otras reuniones ? -, agregó.

- De acuerdo a lo que programamos, debió salir en una misión de exploración, la cual incluye que observe la situación en que se encuentra su robot -, señaló Helios.

Lo que acababa de oír, no dejó de provocarle algún sosiego. Por un lado, se evitaría la presencia intranquilizadora de la demente y, por otro, le encantó la posibilidad de tener noticias de su querido "Bufón". De inmediato, propuso abordar un asunto que la intrigaba.

- El A.M.O.R. me dijo en otra oportunidad que la enfermedad que padecí al llegar aquí había sido más complicada. Además, agregó que una parte de la información de mi caso fue clasificada por usted como reservada...

- Eso es efectivo y hoy, precisamente, quería proponerle que abordáramos ese tema. Espero que no la incomode.

- De ningún modo. Al contrario. Pienso que soy la más interesada en saber esos antecedentes -, agregó Tierna.

El comandante inició su explicación.

- Cuando abordó esta nave, en compañía de María Antonieta, observé de inmediato en usted algunas alteraciones de conducta, en especial en la reacción que manifestaba al verme. Bueno, me dije, esto podría ser efecto de la intoxicación de su organismo después de caer en

102

los depósitos de excretas. Sin embargo, tanto mis extintos camaradas como yo mismo habíamos experimentado, involuntariamente,

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comportamientos que se alejaban de la

realidad. Digamos que... hubiésemos tenido... alucinaciones.

Sin embargo, nosotros no

habíamos sufrido la contaminación directa que usted tuvo que soportar. Obrando en consecuencia, tenía que encontrar, para explicar todas esas conductas extrañas, una causa común, pero diferente al contacto con los líquidos servidos.

- ¿ Y sus indagaciones arrojaron algún resultado ? -, preguntó ella.

- Camarada Tierna Selene, puede usted encender el monitor que se encuentra a su izquierda. Bien. Ahora, busque el subdirectorio SALUD dentro del directorio TRIPULACION. Allí encontrará un archivo con su nombre. Correcto. Deténgase en "Diagnóstico". Abra la ventana "Microorganismos". Seleccione la línea "Reservado". Ahora, presione "Visualización". Excelente.

La joven fue ejecutando los pasos dictados por el comandante Helios, hasta que en la pantalla apareció, con los hermosos colores del arcoiris dispuestos en forma concéntrica, la imagen de dos o tres individuos de una colonia bacteriana.

- Le presento a Paranoicum amorosi -, dijo Rog Helios.

- ¿ Por qué lo ha seleccionado dentro de mi expediente de salud ? -, inquirió la joven.

-

Lo he denominado Paranoicum porque se trata de un grupo de bacterias que provoca distorsiones en la

mente de otros seres vivos, haciéndoles interpretar la realidad

diferente a lo que es. Los impele a verla en forma prefigurada o prejuiciada. Las toxinas que

103

estas bacterias dispersan en el tejido cerebral actúan a nivel del subconsciente,

104

logrando que tanto los temores como los deseos insatisfechos y las fijaciones traumáticas sean aceptadas como visiones reales. La terminación amorosi la establecí como homenaje a su descubridor, el médico-robot modelo A.M.O.R., aquí presente.

Helios guardó silencio unos segundos y miró al autómata. El A.M.O.R. parpadeó e inclinó la cabeza con fingida modestia.

- Estos bacterios - prosiguió el comandante - se encontraban bajo la forma de un nódulo enquistado

en su cerebro. Un quiste, de las mismas características y en el mismo sitio,

había sido descubierto en los cuerpos de Opong y Sánchez al realizar las autopsias.

- ¡ Es sorprendente ! -, dijo Tierna en voz baja.

- El A.M.O.R. tiene, además, licencia como cirujano, por lo cual le dí autorización para que extirpara el nódulo mediante la técnica del bisturí laser. El hecho de que usted dejara de ver las alucinaciones ha demostrado que las conclusiones del robot y mías eran correctas.

- O sea que cuando usted apareció por primera vez en

la pantalla...

- La enfermedad la impulsaba a verme como cierto hombrecillo de tez verdosa -, sentenció Helios.

- Pero... - dijo Tierna Selene - ...yo combatí contra un grupo de seres verdes de baja estatura. ¡ Esos sí eran marcianos !.

104

- Lo eran en su aspecto concreto pero no en la forma que su mente les atribuía. Usted

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pasó por un peligro verdadero del cual yo mismo fui testigo, oculto en esta nave. Sin embargo, siento desilusionarla. Los seres inteligentes del Planeta Rojo son amorfos. Su aspecto real se parece, en cierta medida, a un molusco terrestre pulmonado, conocido vulgarmente como babosa.

- Empiezo a comprender -, dijo en voz baja la joven con la vista perdida, como recordando algo del pasado. - Esta insistencia mía en ver a los seres extraterrestres como humanoides de verde es una fijación de mi infancia. Mi padre, el general Selene, insistía en que eran así, aunque jamás había tenido la posibilidad de ver alguno.... Y la opinión de mi padre era para mí como una ley....

- No se sienta incómoda o avergonzada por ello -, expresó el comandante. - Todos, cual más, cual menos, cargamos con frustraciones, temores o deseos. La bacteria solamente logró desencadenar un caldo de cultivo que estaba preparado en nuestro yo más íntimo, con resultados trágicos para nosotros.

- Rog, ¿ usted también fue afectado ?.

- Lo fui. Cuando pude comprender médicamente su caso, pude también entender lo ocurrido a mí mismo.

Fui capaz de captar que los habitantes del Planeta Rojo no eran lo que en un

momento había creído ver, sino lo que los visitantes contagiados quieren ver. Después de un largo viaje, yo, recién llegado, esperaba paz, amistad, acogida. Quería sentir cariño, honradez, armonía. Por eso la bondad y la amabilidad que creía encontrar no eran sino adaptaciones marcianas proyectadas por mi propia mente ...

105

- ¿ Cuándo podré entrevistarme con usted personalmente ? -, dijo la muchacha.

106

- Nunca -, respondió la imagen de la pantalla.

-o-

Capítulo decimotercero

Andrómatas.

Por instrucciones de Rog Helios, el robot A.M.O.R. fue tras el rastro de la reina María Antonieta. Su misión cumpliría dos objetivos. Primero, localizar a la orate, la cual no había regresado de su exploración dentro del tiempo presupuestado. Segundo, realizar contacto con el robot B.U.F.O.N., facilitar su salida del estanque y lograr su puesta en servicio.

Pasadas aproximadamente dos horas de búsqueda, el propio A.M.O.R. despachó un mensaje a su comando. Solicitaba autorización para alterar las prioridades de las tareas encomendadas. Su propuesta era intentar, antes que nada, la activación de B.U.F.O.N. y, luego, emprender juntos la búsqueda de la mujer, con lo cual podrían cubrir el doble de área de rastreo y aumentar las probabilidades de hallarla antes. Helios no vaciló en dar su asentimiento. -o-

El A.M.O.R. llegó hasta la zona de los estanques de excretas. Sus sensores localizaron las coordenadas del punto donde debería estar B.U.F.O.N.. Se aproximó hasta el borde del depósito. Sus unidades de visión frontal no registraron nada reconocible como parte del autómata de Tierna Selene sobre la superficie del cieno. Sin embargo, el sensor de metales

106

arrojó un registro positivo. Igual respuesta entregó el sensor infrarrojo y el de impulsos

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eléctricos de bajo voltaje. B.U.F.O.N. debía encontrarse por allí, pero ¿ exactamente dónde ?.

... o ...

A.M.O.R.

:

B.U.F.O.N.

A.M.O.R.

:

B.U.F.O.N.

A.M.O.R.

:

B.U.F.O.N.

A.M.O.R.

:

Option !. Expresa claramente tu presencia, montón de chatarra contaminada.

A.M.O.R.

:

BUFON. Login Selene. Password Tierna. Option !. Contesta indicando posición exacta, escoria de cloaca.

... o ...

La respuesta de B.U.F.O.N., momentáneamente, fue sin palabras. Mediante la prolongación del eje telescópico de su cuello, la cabeza del robot-ayudante emergió del fango maloliente. Gruesas gotas de líquidos servidos caían de su rostro inexpresivo de metal inoxidable. Costras de barro espeso se desprendían de su calva metálica mientras su cráneo se elevaba hasta casi un metro por encima de la superficie.

... o ...

107

108 B.U.F.O.N.

:

OK.

A.M.O.R.

:

Así está bien, inmundicia espacial. Inicia revisión estado BUFON. Señala resultado. Confirma función señales sonoras. Enter.

B.U.F.O.N.

:

Estado BUFON: funciones activas. ¡ Tuiiit !, ¡ tuiiit !, ¡ tuiiit !.

A.M.O.R.

:

Gracias. Echaba de menos el trino de los pajarillos del Tercer Planeta. Option !. Prepárese para maniobra de salvamento. Enter.

... o ...

Acto seguido, el A.M.O.R. abrió un compartimento existente dentro de su pierna derecha. Extrajo rápidamente de allí una barra metálica, uno de cuyos extremos terminaba en forma de tornillo o gusano. Instaló la barra en el brazo del mismo costado. Apoyó el extremo tipo tornillo en el suelo y, con un giro continuo y rápido, la hincó profunda y firmemente en el terreno. Sólo quedó afuera no más de un palmo del otro extremo, donde se destacaba en forma clara una argolla. Luego, abriendo otro espacio de su pierna izquierda, obtuvo un fino cable de elevada resistencia. Enganchó una punta del cable a la argolla. La otra punta salió disparada, mediante aire comprimido, en dirección a B.U.F.O.N.. Este último no había permanecido quieto. Uno de sus brazos imanados atrajo la punta del cable, lo ajustó con un pasador y comenzó a girar como winche-fuerza. En un par de minutos, B.U.F.O.N. se encontraba afuera de la que podía haberse transformado en su tumba.

... o ...

108

109 B.U.F.O.N.

:

Gracias, matasanos. Option ?. Indicar si tienes preparada otra escenita. Enter.

A.M.O.R.

:

Desde luego. Tal como estás, eres un peligro para la salud pública. Option !. Prepárate para maniobra de descontaminación. Enter.

B.U.F.O.N.

:

OK.

A.M.O.R.

:

Espera sin moverte durante media hora. Ese tiempo es suficiente para lograr la desecación de los geles adheridos. Luego, desactívate por cinco minutos. Enter.

B.U.F.O.N.

:

Option ?. ¿ Pretendes desensamblarme, medicucho de pueblo ?.

A.M.O.R.

:

De ningún modo me pondría en contacto directo contigo. Se trata de una simple operación de limpieza a distancia.

B.U.F.O.N.

:

¿ Estás seguro que no pretendes estudiar cirugía con mi cuerpecito ?.

A.M.O.R.

:

Aprecio demasiado a la astronauta Selene para privarla de su adorado Bufón. Option !. Prepárese para operación con ultrasonido. Enter.

B.U.F.O.N.

:

OK.

... o ...

109

110 Casi de inmediato a la desactivación de B.U.F.O.N., el A.M.O.R. le aplicó una severa dosis de ultrasonidos, con lo cual se desprendieron, pulverizadas, todas las costras y materiales adheridos a su carrocería. Enseguida, proyectó aire comprimido en las extremidades y puntos articulados. Para finalizar la operación, aplicó anticorrosivo.

... o ...

B.U.F.O.N.

:

¡ Milagro !. Estoy vivo de nuevo. Option ?. ¿ Qué sigue ahora ?. Enter.

A.M.O.R.

:

Iniciar operación de rastreo de un ser humano.

B.U.F.O.N.

:

Identifícalo. Enter.

A.M.O.R.

:

Se trata de "reina María Antonieta", la agradable persona gracias a la cual caíste en la mierda, de donde nunca debiste salir. Option !. Iniciar maniobra de rastreo. Cada robot avanzará en forma paralela al otro, cubriendo una faja de catorce kilómetros cada uno. Enter.

... o ...

Tierna Selene y Rog Helios se encontraban en la sala de comando. La joven se había encargado de atender los equipos de control de la Egosum respecto de A.M.O.R..

- Rog, el A.M.O.R. está ingresando nuevamente al campo de control de la Egosum. Está pidiendo espacio para ingresar un informe. ¡ Bien !. El primer reporte señala que logró poner en

110

servicio al B.U.F.O.N.. Agrega que, después de explorar juntos, han logrado localizar a

111

María Antonieta. Está viva, pero en malas condiciones. La encontraron a poca distancia de la Iluminados, en la misma hondonada donde está mi nave. Finalmente, pide instrucciones.

- Ordénele que estudie a la mujer como caso médico y que realice la diagnosis -, repuso el comandante.

El A.M.O.R. se aproximó a la reina María Antonieta. La mujer, tendida en el suelo, no hizo ademán de huir o defenderse. Había comprendido la función del robot. El autómata utilizó su visor de rayos equis. Enseguida, realizó todo el ritual de la auscultación. Desplegó los dedos de su mano izquierda, aplicándolos sobre uno de los brazos de la enferma, y obtuvo temperatura, hidratación y presión sanguínea. Enseguida, despachó su diagnóstico.

- El médico-robot ha hecho llegar su informe, dijo Selene al comandante.

- Ya lo conozco -, dijo Helios. - Pero le solicito que lo repita. Es difícil para mí aceptar el resultado. Aprecio mucho a la loca. Durante muchos días fue mi único contacto humano en el Planeta Rojo.

- El informe - prosiguió Tierna Selene - señala que María Antonieta padece de un cáncer terminal, originado en un cáncer a la piel que nunca ha sido tratado. La causa es por exponerse a los rayos solares sin disponer de filtro o protección. La atmósfera de Marte es demasiado tenue para interceptar los rayos ultravioletas de manera efectiva. Los seres humanos no pueden resistir en estas condiciones en forma natural. Las frecuentes tormentas de arena y polvo atenúan algo esa situación adversa, pero son insuficientes.

111

112 - Mis órdenes son las siguientes -, repuso Rog Helios.

- Usted, Tierna, quedará de guardia en

la Egosum, coordinando todas las acciones. Yo me dirigiré a acompañar a la enferma. Los andrómatas deberán alcanzar hasta la Iluminados y ponerla en condiciones para el despegue.

- Comprendido, Rog -, asintió la joven.

-o-

Dejó fluir sus electrones fuera del ingenio yacente identificado como Egosum VII. Las oleadas de su ser iban batiéndose como una cascada de energía, cuyos impulsos avanzaban cual marejada invisible por la rojiza superficie. Sin hacerse preguntas, sin formularse dudas, sin manifestarse incógnitas a sí mismo avanzó hacia donde él sabía que estaba. La encontró. Sus ojos oscuros miraban sin ver. No parecía sufrir.

- ¿ Eres tú Rog ? -, preguntó mentalmente María Antonieta, cuando una dulce serenidad comenzó a invadirla. Era el fin del miedo, de la desesperanza, de la soledad. El ingreso de Helios en el cuerpo físico de la náufrago espacial había provocado un efecto armonizador en ese espíritu turbado.

- Yo soy, amiga mía -, expresó la voz interior. - He venido a acompañarte. Puedes esperar confiada lo que ha de venir. Mi presencia anulará el dolor y el sufrimiento de tu cuerpo y de tu espíritu. Tengo ese don. No sé por qué, pero lo tengo.

- Ahora sé que estuve loca. Te doy las gracias por haberme acompañado y te pido perdón por haber inventado una relación inexistente. ¿ No fue así, querido Fersen ?.

112

113 - Mi destino es amar, ayudar y proteger, sin pedir nada a cambio. Para el comandante Rog Helios eso era imposible. Para la presencia Rog Helios que yo soy, es lo natural.

Las sombras iban inundando el atardecer marciano, transformando el agresivo rojo en un dulce color violeta. Rog la acompañó hasta que el alma migró hacia la dimensión eterna. -o-

El robot-médico y el robot-ayudante se movilizaban hacia su objetivo: la nave Iluminados. Llegaron junto a ella cuando la noche cubría totalmente el lugar. Desplazamientos en diferentes direcciones y distintos sentidos, alrededor de la embarcación, fueron realizados por los androides con la finalidad de detectar cualquier anormalidad.

El sitio era rico en poblaciones de onipse, la extraña cactácea marciana. Igualmente, grupos de otragal, los toscos reptiles autóctonos, se encontraban en las inmediaciones. Al parecer, procuraban su alimento.

El A.M.O.R. se detuvo a unos quinientos metros de la Iluminados, enfrentándola. Por su parte, el B.U.F.O.N., que venía a su retaguardia y un poco a su izquierda, cruzó por detrás del robotmédico, deteniéndose un momento y, luego, se estacionó a su derecha mirando también hacia el navío. Ambos observaban, sin dejar ningún detalle del paisaje sin considerar.

Inesperadamente, se dejó oír un ruido metálico y el A.M.O.R. salió proyectado hacia delante. Contra su voluntad, cruzó el aire una docena de metros y chocó contra el suelo, dando tumbos, en medio de una nubecilla de polvo.

113

El A.M.O.R. quedó tirado en la superficie, despatarrado. Había encendido sus lucecitas

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de alarma y, por sus labios inmóviles, emitía una llamada de auxilio.

- ¡ Socorro !, ¡ socorro !. ¡ Biiip !, ¡ biiip !, ¡ biiip !. ¡ Demanda de ayuda !, ¡demanda de ayuda !. He sido atacado sin consideración a mi estatus de médico. ¡ Biiip !, ¡biiip !, ¡ biiip !.

El B.U.F.O.N. se acercó parsimoniosamente al caído. Se detuvo a su lado. Como su colega había roto el silencio, no vaciló en utilizar la comunicación sonora.

-

Silencio, hojalata histérica. Te garantizo que no volverá a ocurrirte este desgraciado accidente.

-

Camarada, solicito explicar lo que me ha ocurrido -, expresó el A.M.O.R., con obligada solemnidad.

- Has sido víctima del ataque de un otragal. Uno de sus zarpazos ha dado de lleno en tu trasero y te ha hecho volar unos instantes. Es posible que te hayas convertido en la primera ave voladora marciana.

- Mis cálculos indican que la probabilidad de que un robot sea atacado por un otragal es igual a cero -, repuso el A.M.O.R.

- Tus estimaciones son correctas, pero no has considerado una pequeña casualidad, tecnología de museo. Una rama de onipse quedo enredada en uno de tus soportes posteriores y el pobre otragal se confundió, creyó que eras digerible.

114

- Mis cálculos indican, además, - expresó flemáticamente el A.M.O.R., siempre tumbado

115

- que has sido tú quien enganchó el cactus como carnada. Te exijo que consigas a la brevedad un médico.

- Es una suerte que no tengo mandíbula -, murmuró con sorna el parlante del B.U.F.O.N. - Y es una suerte que no me hayan programado para reír, de lo contrario podría expresar la risa por tu humorada.

¿ Querrás decir que necesitas un gasfitero, un electricista o un

fontanero ?.

- Basta de bufonadas y salva mi vida, bufón.

- Mi unidad central no puede procesar tu última idea. Si la vida es natural y un robot es artificial, ¿ cómo puedes tú disponer de vida ?.

El A.M.O.R. comprendió que debía buscar otra vía para modificar el comportamiento de B.U.F.O.N.. Dotado como estaba de un archivo enorme de cultura humana, decidió hacer uso de un truco habitual entre los niños.

-

Propocepedapa depe inpimepediapatopo apa lapa reperapacionpo depe lapa upunipidadpa ropobotpotipicapa apamorpo.

Cuando B.U.F.O.N. escuchó la jerigonza guardó silencio. Su procesador universal de lenguas no fue capaz de traducir aquella simpleza.

- B.U.F.O.N. no logra ordenar la jerga de barrio -, reconoció algo irritado.

115

El A.M.O.R., continuando su táctica, desligó el parlante y pasó a comunicación

116

informática, silente. ... o ...

A.M.O.R.

:

B.U.F.O.N. Login: Selene. Password: Tierna. Option !.

B.U.F.O.N.

:

OK.

A.M.O.R.

:

Proceda reparación unidad robótica A.M.O.R.. Enter.

B.U.F.O.N.

:

OK. Option !. Analice capacidad actual de funciones. Exprese puntos de falla. Enter.

A.M.O.R.

:

OK. Programa de autoanálisis lanzado. Espere un momento. Gracias. Sistema

informático: 100 %. Energía: 100 %. Movilidad: 1 %. Falla

detectada: corte de bornes de suministro de energía a la columna central. Option !. Inicie reparación. Enter.

B.U.F.O.N.

:

OK. ... o ...

B.U.F.O.N. desplegó sus habilidades de mecánico y electricista y, en menos de quince minutos, los circuitos del A.M.O.R. estaban funcionando. Este último mantuvo el control de la situación y recordó a su homólogo que debería ejecutarse la preparación de la Iluminados para el despegue.

B.U.F.O.N. se acercó al casco de la nave e introdujo su estilete en una fina ranura. La rampa-

116

portezuela se abrió y ambos ingresaron al interior.

117

Después de algunas horas de trabajo, los andrómatas se reunieron en la sala de acceso a la unidad de fuerza de la nave. El robot-médico se dispuso a despachar un informe a sus amos. -o-

Tierna Selene se enteró por el comandante de la suerte corrida por la reina María Antonieta. Rog Helios no hizo mayores comentarios y la joven se quedó sumida en grises reflexiones. El Planeta Rojo era capaz de doblegar a los más audaces, a los más confiados en su propia solvencia, a hombres y a mujeres. Felizmente, comenzó a ser recibido un mensaje de los robots, lo cual permitió interrumpir la sensación deprimente que parecía invadirla.

- Rog, los androides informan que han revisado la Iluminados en forma completa. La nave se encuentra en perfectas condiciones, tanto desde el punto de vista estructural como funcional. Sin embargo, señalan que la carga de energía es insuficiente para generar un despegue hacia el espacio exterior.

- ¿ Será la misma causa que impide moverse a la Egosum ? -, preguntó Helios.

- El A.M.O.R. señala que los acumuladores están a media carga, debido a que las tormentas de polvo han erosionado los paneles solares.

- Si tenemos la voluntad de que usted despegue en la fecha y hora programadas, sólo queda una solución. -o-

117

- El comandante ha dado sus instrucciones. Prepárate B.U.F.O.N. -, dijo el A.M.O.R..

118

- Expresa su orden -, respondió el robot-ayudante.

- Dado que la Iluminados tiene carga de energía insuficiente, tú y yo debemos entregar nuestra energía a los acumuladores y mantenernos fuera de servicio.

- Está bien -, dijo el B.U.F.O.N., con su faz carente de expresión. - Conectaré mis electrodos al panel de la derecha. Adiós, matasanos.

- Como quieras -, acotó el A.M.O.R., parpadeando sus ojuelos color turquesa. - Haré mi parte con el panel izquierdo. Hasta nunca, epidemia estelar.

-o-

118

119

Capítulo decimocuarto

Desencuentros.

Esa mañana, Tierna estaba decidida a interpelar al comandante Helios. No tenía explicación racional la distancia que mantenía el jefe de la Egosum respecto de ella. ¿El personaje de la pantalla no era el aparentemente equilibrado hombre que parecía representar ?. ¿ Es que había otro caso más de demencia entre los expedicionarios ?.

- Rog, le ruego que me preste atención. Esta situación no debería continuar. Probablemente somos nosotros dos los únicos seres humanos que hay en el planeta. Estamos obligados a cooperar juntos para dar buen fin a lo menos a una de las misiones y usted se mantiene apartado, negándose a mantener una relación directa.

- Camarada Selene, le solicito, a mi vez, que pongamos nuestra atención en el trabajo...

- Rog -, le interrumpió la joven. - ¿ Se encuentra usted enfermo ?. ¿ Necesita que le ayude a superar alguna situación difícil para usted ?. Si es así, cuente conmigo. No tenga prejuicio por mi edad ni porque soy una oficial de menor graduación.

119

- Insisto en que nos avoquemos al programa de actividades...-, replicó Helios.

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- ¡ Señor !. ¡ Al diablo su programa de actividades !. ¡ Soy su colaboradora y también pongo mis condiciones !. ¡ O aclara esta situación o no cuenta conmigo para nada más !.

El rostro de la pantalla guardó silencio durante un minuto. Al cabo, habló: - Déme usted un cuarto de hora terrestre para reflexionar y le daré mi respuesta.

-o-

Tierna Selene estaba asombrada y tensa con el relato de Rog Helios. Al final, Rog, ¿era "él" o "eso" ?. ¿ Era uno o eran realmente dos los únicos humanos habitando en el Planeta Rojo ?.

- Después que logré alejarme de quienes me acosaban - prosiguió Helios - he podido disponer de la tranquilidad suficiente para conocer muchos aspectos de este lugar y, además, he logrado recomponer la memoria de la mayor parte de mi identidad anterior. Siempre hay cosas, productos de la cultura humana, que no puedo reconocer y, sin embargo, debería saber qué son y para qué sirven. Por ejemplo, ¿ observa esas cajas oscuras que se encuentran en la sala de estar ?. Su funcionamiento produce una onda que puede provocar en mí reacciones insospechadas.

- Se trata de un equipo de sonido -, dijo Tierna. - Su funcionamiento se basa en los principios de la radio emisión. A ver, veamos. Sí, está cargado con grabaciones de música.

- ¿ Música ?. Por fin alguien ha empleado la palabra adecuada. Gracias, amiga.

120

- ¿ Existe alguna explicación científica de lo que te ha acontecido, Rog ?.

-

121

He escarbado a fondo en los registros informáticos e, igualmente, he estrujado los conocimientos del médico-robot. No hay nada claro. Sólo puedo describir algunas características de mi estado y

barajar algunas hipótesis -, contestó el comandante. Y

agregó: - Los vegetales por los cuales fui atacado realizaron un procesamiento de mi cuerpo físico que no tiene hasta hoy explicación racional. Además, el A.M.O.R. sostiene que cualquier ser humano no habría reaccionado de la manera que mi organismo lo hizo. El médico supone que disponía yo de un gen del que otros carecerían. Es curioso, mi cuerpo denso ha desaparecido pero yo continúo existiendo, como una sola unidad, sin disiparme. Mantengo una estructura atómica sutil, de muy baja densidad, cuyo rasgo más notorio es la acentuada actividad electrónica. Diríase que es como una de las fases que envuelven al cuerpo denso, talvez cercana a la fase astral. Puedo atravesar a cualquier tipo de materia, incluso a la materia viva. Como te he dicho antes, si quisiera experimentar las sensaciones de un cuerpo vivo, ver, oír, puedo ingresar a él y disponerme en paralelo a su sistema nervioso. A veces, hasta he pensado que

mi estado pudiese tener retorno... si tan solo dispusiera de un

cuerpo...

- Pero puedes comunicarte por medio de la tecnología...

- Así es, pero solamente a través de medios tecnológicos sofisticados como los actuales. Debes haber comprendido que ingresé al ordenador y procedí a crear un programa que utiliza las ventajas del espacio virtual para proyectar en la pantalla una imagen similar a la que disponía antes de mi desmaterialización.... Un juego interesante, útil y sin embargo, dramático, querida Tierna Selene, si lo consideramos desde el punto de vista de la persona humana, en el estrecho marco de los sentidos. Por otra parte, es grandioso, puesto que he

121

122

quedado más allá de esas limitaciones, más cerca del yo superior. Además, Marte me ha revelado más rápidamente sus secretos....

- Quisiera que me relataras qué más has podido conocer de las formas vivientes de Marte -, le dijo ella.

- Los seres inteligentes que dominan la superficie, tienen la capacidad de asimilar el bagaje mental de los otros. Como todos tienen esa propiedad, el grupo comparte mentalmente los mismos conocimientos y casi no hay diferencia de personalidad entre un individuo y otro. Se diría que cada uno es como la expresión particular de una sola mente. En sí, no son ni buenos ni malos, ni pacíficos ni agresivos. Pero, al llegar desde el espacio exterior una inteligencia agresiva, la asimilaron de igual manera. ¿ Sabías que su afán de someternos ha sido inducido por los propios seres humanos ?. Las primeras oleadas de hombres que pretendieron colonizar el planeta trajeron consigo, en su cultura, la voluntad de dominar y someter. Ella fue absorbida por los marcianos, quienes la proyectan hoy sobre nosotros y sobre los que vendrán...

- ¿ Quieres decir con eso que la humanidad no estaría preparada para dar el salto por el espacio hacia el universo ? -, preguntó la joven cosmonauta.

- Una parte no lo está... Y quienes representen a la humanidad en ese salto deberán ser los mejores. No los mejores en el dominio de la tecnología, sino aquéllos preparados para vivir en armonía con el cosmos y consigo mismos.

- Todo esto me resulta tan sorprendente, tan difícil de asimilar... ¿ Y esa es toda la vida inteligente que puede brindarnos el planeta ?.

122

123 - Amiga mía, las sorpresas de este mundo no se agotan en esos seres ni remotamente. Existe una realidad submarciánea. Y, en algún lugar que me está vedado revelar, hay seres de una sabiduría infinita, comparada con la de nuestros profetas, guías y maestros venerables. Abrieron su mente hacia mí, no para absorber ni dominar, sino para dar. Después de esa experiencia me resultó difícil retornar hasta acá, a cumplir con mi deber.... A propósito de deber..., ¿ te parece, Tierna Selene, que abandonemos la Egosum y ejecutemos el programa de retorno de la nave Iluminados a la Tierra ?.

-o-

Tierna Selene asumió nuevamente la jefatura de su nave. En esta parte del programa, en cierta medida, se alternaban los papeles y Rog Helios pasaba a ser un pasajero.

La joven se instaló en la cabina de mando. Helios se había acomodado al interior del ordenador central y mantenía contacto visual con ella a través de la pantalla.

Selene inicializó el programa de verificación de sistemas antes de pasar a la etapa de prelanzamiento. Todo parecía correcto. El trabajo de mantención y preparación efectuado por los robots había sido impecable. Sin embargo, no todo parecía ser miel sobre hojuelas. El sistema de control de energía indicó que el nivel disponible era insuficiente para despegar. Había energía disponible como para alejarse del Planeta Rojo y navegar hasta la Tierra, mas no se contaba con la concentración requerida para lograr la fuerza inicial que venciera la gravedad marciana.

- Rog, solicito tu opinión sobre la situación que enfrentamos. El programa de verificación indica

123

que la energía disponible no será suficiente para despegar. Te garantizo que comprobé

124

la calidad del programa e, incluso, lo lancé por segunda vez, obteniendo el mismo resultado.

Helios indicó que trataría de buscar la causa y que propondría alguna alternativa de solución. Desapareció momentáneamente de la pantalla. Alrededor de una hora después, el comandante volvió a mostrase en el visor. Su reaparición fue breve.

- Camarada Selene, he descubierto la falla y la he controlado. Puede iniciar el lanzamiento. Me mantendré en la subunidad de computación que asiste la trasmisión de energía a los motores. Hasta que nos encontremos en el espacio.

La maniobra debía iniciarse a medianoche. Las bajas temperaturas aseguraban la quietud de la atmósfera, cielos limpios e, incluso, luz reflejada por los satélites naturales del planeta.

Tierna volvió a lanzar el programa de verificación de energía. La respuesta fue categórica y estimulante: se contaba con un nivel excelente, cercano al cien por ciento de lo requerido. Dio inicio a la cuenta de tiempo. Todo marchaba bien. Sin embargo, se mantenía alerta. En tanto se alcanzaban los niveles de temperatura, presión y electromagnetismo necesarios, la cosmonauta inicializó diversos programas computacionales para asegurarse contra cualquier sorpresa... Siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.... Algo superior la impulsó a hacerlo. Apagó los motores. Todo quedó en silencio. -o-

Habían pasado las horas. Despuntaba el amanecer. Marte enrojecía. Pronto su paisaje se transformaría en una flama. El ambiente sería propicio para la guerra.

124

La larga espera dio al fin resultado. La pantalla se iluminó y en ella se mostró el rostro

125

severo de Rog Helios.

- Explíqueme brevemente por qué razón usted no ha dado cumplimiento a la maniobra de lanzamiento.

Espero que sea algo valedero, de lo contrario, me veré obligado a dejarla

arrestada y a realizar la operación personalmente -, dijo Helios en tono cortante y elevando la voz a través del parlante.

- Yo soy quien comanda esta nave y quien tiene la autoridad para pedir explicaciones,-dijo la joven. Esta vez, curiosamente, era ella la que guardaba la calma, con una serenidad que venía de lo más profundo de su ser.

- No intentes interrumpirme - continuó ella - ni te tomes la molestia de programar caras y gestos duros para la pantalla de este artefacto. Mientras saliste de pantalla diciendo que ibas a superar la presunta falla, revisé todos los programas de control, incluidos los estados de los conductores y las conexiones de todo tipo. La falla no existió ni existe. En consecuencia, Helios, lo único verdadero es que no había energía suficiente. Después, el nivel de energía aumentó y llegamos a una capacidad sobrada para despegar. ¿ De dónde salió la energía que faltaba ?. De una sola fuente: de ti mismo. Mi nave se llama Iluminados, pero eso no significa que tenga que llevar a un iluminado como pasajero. Sé perfectamente que tú ingresaste a los acumuladores y sé también perfectamente que si hacía despegar la nave sería tu fin. Te habrías consumido en la potencia de despegue y te habrías disipado como un desecho carente de unidad y estructura. ¿ Por qué has hecho esto ? - dijo la joven con las lágrimas a punto de caer del borde de sus ojos.

El parlante no contestó ni el rostro de la pantalla se movió. ¿ Era el fin del programa elaborado

125

por Helios ?. Pasaron unos minutos. Se hicieron largos para la muchacha, quien

126

borrosamente miraba la pantalla. Al final, el Helios-computador volvió a hablar.

- Hay dos razones. La primera es el deber. Esta misión debe llegar a su destino. La segunda es un asunto reservado.

- Sé cuál es la segunda -, dijo Tierna. - Es que me amas. Hace mucho tiempo que lo he sentido. Esa sensación me ha invadido muchas veces. Una ternura infinita me llena cuando tu ser se acerca para dialogar conmigo.

- Tienes razón. Es la verdad. ¿ Para qué mentir ?. En mi naturaleza actual, tampoco podría hacerlo. ¿ Para

qué ocultar lo que ya alguien puso en evidencia ?. Pero la relación entre

nosotros no tiene destino porque nuestras realidades son demasiado diferentes. Ambos experimentamos necesidades que jamás el otro podrá satisfacer a cabalidad.

- Por mi parte - dijo ella - solamente quiero ser amada, nada más. ¿ Crees que necesito sexo, que requiero acoplarme con un macho para ser feliz ?. Desde que era adolescente me han ofrecido eso, desde la forma más grosera hasta la más delicada. Sin embargo, nunca alguien tuvo el valor de decirme "te amo" y hacérmelo sentir al mismo tiempo.

- Amiga, puedo decirte "te amo" y puedo inundar tu existencia con una atmósfera de paz y ternura. Nada más. ¿ Recuerdas a Cyrano de Bergerac ?. Un alma sensible y delicada que sucumbió bajo la desproporción de una nariz. Si me observa un ser humano, verá que estoy aplastado por la desproporción de la nada.

La muchacha se irguió y abandonó la butaca del puesto de mando. Se la veía resuelta. Se dirigió

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hacia la salida al exterior. Antes de cerrarse la esclusa que daba al corredor, se volvió

127

hacia la pantalla.

- Mi nave no puede llevar a un iluminado, pero, siendo yo su capitana, puedo autorizar a que lleve a dos. -o-

Capítulo decimoquinto

Encuentros.

Me sentía cansada. La caminata había sido larga y agotadora. Cuando tomé la decisión, dejé a un lado la patineta gravitacional. No deseaba, a esas alturas, saber nada de tecnologías. En el futuro, para mí no serían necesarias. La refulgente e implacable luz del sol me empujaba a buscar algún refugio. Sin embargo, a pesar de todo, sonreía. Sabía que me acogerían con la calidez requerida. Ellos me darían su colaboración. Me dirigí lentamente a una de las mesas y tomé asiento junto a ella. Una persona obesa, de mejillas encarnadas, que parecía ser el propietario, se me acercó con aire amistoso.

- ¿ En qué la podemos atender ?. La estábamos esperando.

- Siento mucha sed. Que me traigan un refresco.

Sin dejar su tono amable, se volvió hacia una de las meseras.

- Rosa, ven a servir a esta joven -, ordenó. Y, girando nuevamente hacia mí, expresó: - Ella le

127

128

traerá todo, todo lo que usted quiera.

- ¿ Desea usted cenar ? -, preguntó la muchacha de rostro rubicundo.

- Por ningún motivo -, le dije. - Quiero un vaso grande y fresco de jugo de fruta.

- ¿ Será de cual ? -, señaló ella. Hay de frutilla, frambuesa, granadina, sandía, cereza...

- Cualquiera -, dije con un aparente aire distraído. Mi vista miraba sin ver, hacia un horizonte no visible, en tanto mi yo intuía que me acercaba hacia la senda escogida.

Mi cuerpo se moría de sed, sin embargo, mi mente parecía no estar interesada en dar la orden de beber.

No pasó mucho rato sin que el encargado, que no había dejado de observarme, se dirigiera nuevamente hacia donde me encontraba.

- No puedo convencerme que no le haya gustado nuestro servicio. ¿ Desea que le cambiemos el jugo ?.

- De ningún modo, sé que está exquisito -, le respondí.

- ¿ Le ha agradado nuestra villa ?. Espero que sí. La mayoría de los que la conocen se queda en ella para siempre -, agregó el señor Rojas, quien se había presentado a sí mismo.

- No puedo dudar de ello, señor Rojas. Le puedo asegurar que no quisiera irme de inmediato. Lo

128

poco que he conocido me ha parecido singular -, le dije sin el menor asomo de ironía.

129

- Si usted ya ha descansado algo, puedo acompañarla hasta lo alto de la colina, al final de esta calle, desde donde podré mostrarle las bellezas escénicas de nuestro paisaje -, agregó con tono entusiasta.

- No es necesario, señor Rojas, estuve ya en la cima de la colina. Pude admirar sus plantaciones de frutos escarlata y púrpura, en el marco impresionante de las montañas de tono encendido. Desde allí vine caminando, en medio de las viviendas de color bermejo. Resultó un alivio para mí la sombra generosa de los ciruelos rojos. Este mundo es una llamarada de color. Hermoso y... aplastante.

Me miró con asombro, para mi propia sorpresa.

- Usted sabe que... -, dijo el gordo, pero lo interrumpí con serenidad y firmeza.

- Lo que es necesario saber. Puede llamar a los otros.

Los sentí acercarse. Ni siquiera los miré. Si hubiera apuntado mis ojos sobre ellos no los habría visto.

- De verdad lo sentimos -, dijo el señor Rojas.

- Hay que hacerlo, lamentablemente -, dijo otro.

- La necesitamos -, se oyó otra voz.

129

130 - Hay que conectarla a los procesadores, igual que a los anteriores -, expresó alguien.

Con tono claro, los interrumpí. - Les doy gracias a todos -, escuché que decía mi propia voz.

Se sorprendieron y se detuvieron. Sin embargo, el gordo fue el primero en reaccionar.

- Tenga la bondad de acompañarnos -, dijo el gordo, haciendo ademán de indicarme el camino, con su mano regordeta y sonrosada, casi roja.

Me condujeron hacia el jardín. La reja metálica se cerró sobre mí. Los rosales, hiedras, claveles y geranios de flores encarnadas se inclinaron sobre mi cuerpo. Extendieron sus ramillas, hojas, zarcillos, raíces.... Sus elementos de succión comenzaron a absorber... La luz sanguinolenta iluminaba los rostros lívidos de los testigos de la escena... Atardecía... -o-

Me deslicé lentamente hacia la nave. Fluí hacia su interior. Sentí su presencia instantáneamente. Él era la luz. Yo era la luz.

- Rog, ¿ eres tú ? -, pensé.

- Yo soy el que soy -, pensó él.

- Yo soy la que soy -, le respondí.

Ambas luces quedamos en éxtasis ... así ... fuera del tiempo.

130

131

-o-

Capítulo decimosexto

Metamorfosis, revela tus secretos

El señor Ayudante Ínfimo corrió a dar la noticia. Cruzó raudo los corredores, atravesó por los gabinetes, interrumpió coloquios y reuniones. En fin, hizo todo el escándalo de mal gusto inherente a su capacidad. La primicia esparcida se resumía en tres palabras: ATERRIZO LA ILUMINADOS.

No solamente fue sorprendido el Comando Intergaláctico, el cual colectivamente fue invadido por el júbilo, sino que la gente común y corriente se interesó en la novedad y dio rienda suelta a su curiosidad y alegría. La prensa, que habitualmente vendía poco y tenía credibilidad escasa, sirvió de caja de resonancia y se anotó un éxito de venta.

El señor Receptor Inferior fue designado para acoger a los exploradores. Se dirigió al cosmódromo. Allí, se erguía la nave. Hermosa, noble y brillante, a los ojos de quienes habían confiado en la empresa y habían expuesto su prestigio en ella. La verdad es que estaba fea, sucia y opaca, como resultado de su exposición a los agentes naturales del Tercer y Cuarto Planetas.

131

132 El Receptor Inferior, con el gesto solemne y la dignidad que el caso requería, se acercó hasta unos cincuenta metros de la embarcación. Allí se detuvo, pensando si debía esperar a los cosmonautas con los brazos abiertos o, al contrario, cruzados sobre el pecho. Indeciso respecto si debía gritar ¡ Salud ! o ¡ Viva !, o, simplemente, pronunciar algo así como "Bienvenidos a casa", cuando los expedicionarios descendieran y se acercaran. Entretanto, esperó. Y esperó. Y esperó....

Pasó una hora. Nadie descendió. El nerviosismo comenzó a apoderarse del viejo funcionario, habitualmente frío y distante de todo. Pasó otra hora. Hizo un gesto al Ayudante Ínfimo. Este inició un intento de comunicarse por radio con los pilotos. Nadie contestó. El Receptor Inferior hizo otro gesto al Ayudante Ínfimo, quien se dirigió a la nave, localizó una ranura e introdujo una tarjeta magnética. La rampa-portezuela se abrió, colocándose en posición de ser utilizada para el ingreso.

Todos volvieron a aguardar. Nadie descendió.

-o-

El Receptor Inferior se decidió por fin a informar al señor Responsable Mayor.

-

Gran Responsable, después de penetrar en la nave con apoyo de personal escogido y especializado, he podido constatar que carece de tripulación. No hay nadie en ella. Ni vivo, ni muerto.

El Responsable Mayor ni se sorprendió, ni pestañeó, ni se molestó. Al contrario, hasta agradeció

132

133

con cortesía la información.

- Deberá permitirse el ingreso a la nave Iluminados solamente a quienes sean autorizados por el Consejo de la Alta Dirección. Y esto se pondrá en práctica de inmediato. Informaré al Consejo una vez que visite personalmente la Iluminados. La inspección la realizaré esta noche, por lo cual no podrá haber nadie dentro del perímetro de exclusión.

El Receptor Inferior se limitó a bajar los párpados en señal de asentimiento.

-o-

Era medianoche. El Responsable Mayor se encontraba solo en sus habitaciones. Se acostó en su litera.

Relajó su cuerpo con habilidad, con una rutina dominada hacía largo tiempo. Dio paso a sus ejercicios respiratorios. Se concentró en sí mismo, desligado de la realidad tangible. Dejó venir hacia él el sentido de lo bueno y lo armonioso. Estimuló la conexión con su yo superior, ordenando y visualizando felicidad para sí mismo, para los que le rodeaban en todas sus actividades y para la humanidad toda. Su cuerpo astral se irguió lentamente, dejando en la litera el cuerpo denso, el cual yacía con una semisonrisa en sus labios. A medida que se alejaba, su velocidad de ascensión aumentó. Llegó a situarse sobre la nave.

Nada turbaba la paz del cosmódromo, salvo la brisa que movía suavemente algunos pastizales. La presencia del Gran Responsable descendió e ingresó en la Iluminados. El interior estaba también en calma. Avanzó hasta situarse en la sala de mando. Esperó, proyectando siempre la

133

bondad y la armonía a su alrededor. Fue entonces que se mostraron. Dos óvalos de luz se

134

acercaron. Los espíritus dialogaron sin palabras, sin imágenes. Su solo contacto bastó para saber lo que era necesario saber. En segundos, los años y meses de acontecimientos, los miles de páginas de información y los millones de bytes de registros fueron transmitidos y conocidos.

-o-

La sesión de la Alta Dirección había reunido a todos los directores. El presidente pidió al Responsable Mayor que presentara su informe sobre las misiones "Egosum" e "Iluminados", enviadas al Planeta Rojo.

- Los hermanos que, en su oportunidad, opinaron que correspondía realizar esas exploraciones, dieron muestras de una gran sabiduría. La última de las misiones, denominada "Iluminados" ha sido un total éxito....

-o-

FIN

134

135

INDICE Capítulos

página

1

El color

2

2

Balbuceos

10

3

El arca de la armonía

16

4

El cerco

19

5

Helios II

23

6

Sub Marte

29

7

Iluminados

46

8

Helios III

56

9

Helios IV

66

10

AMOR

77

11

Fersen

89

12

Paranoia

100

13

Andrómatas

106

14

Desencuentros

119

15

Encuentros

127

16

Metamorfosis, revela tus secretos

131

135

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