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Marv E lo u s por Creativo J
Quinta Parte Como ya he dicho, los superhéroes no hemos dejado de proteger a la humanidad, a pesar del Acuerdo y del “rencor” y “desencanto” que te ha traido hoy aquí. 10 años antes del Acuerdo, empezamos a ser cada vez más “cuestionados”, “puntualizados” más bien. Había una “moral pública” cada vez más inflexible e impermeable a nuestra “presunción de justicia”: hasta entonces, toda acción que un héroe necesitara para detener un crimen era completamente asumible, fuera la que fuera. Pero críticas cada vez más absurdas y por asuntos insignificantes iban sobredimensionando los daños materiales y consecuencias de nuestra lucha contra el crimen, adquiriendo mayor eco que el bien que hacíamos. Lo que en principio tomamos por una “racha pasajera de impopularidad”, se nos fue de las manos y llegó a entorpecer realmente nuestra forma de actuar. Como has apuntado, los supergrupos no sirvieron para conformar a esta opinión pública, y nuestras diferencias de criterio con los vengadores solitarios fueron enquistándose cada vez más. Nosotros preferíamos seguir actuando aunque fuera acatando reglas contraproducentes, pero ellos se negaban a aceptar la hipocresía de tal chantaje y prefirieron actuar a su modo de forma encubierta. Debido a las sutiles barreras en forma de prejuicios políticos y burocracia laberíntica, un día dejamos de ser mínimamente útiles. Se decidió tomar medidas radicales pero necesarias. La tendencia de descrédito y rechazo al superhéroe no tenía vuelta atrás, así que encontramos la manera de utilizarla para encubrir un plan mucho más importante. A la larga, actuar a espaldas de la ley tampoco iba a ser la solución. Este fue nuestro último conflicto con algunos vengadores solitarios que no aceptaron nuestro plan, negándose a entender la verdadera dimensión de aquella situación. El problema tenía más que ver con la evolución que con la política. Sin entrar en muchas profundidades psicológicas, resolvimos que el cerebro humano está programado para la lucha por la supervivencia. Huye tanto del dolor continuo como del placer
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continuo, porque ambos terminan llevabándole a la insatisfacción y al miedo. Te repito que esto es mucho más complicado que eso, a nosotros nos llevo años asimilar que el problema estaba ahí, pero a grandes rasgos es así. De ahí que, durante un tiempo, la “capa protectora” de nuestra presencia fue aceptada de forma entusiasta y unánime, pero al no tener que preocuparse por el crimen o la injusticia, fue creciendo, sin saber muy bien por qué, un innato recelo hacia los se habían eregido como sus “salvadores”. En el momento en el que empezaron a cuestionarnos, empezaron a desautorizarnos, a “perdernos el respeto” como tu has dicho tan acertadamente. La forma de reafirmar su papel dominante fue intentar pasar por encima nuestra, ponernos barreras y “amaestrarnos”. Era una rivalidad irreal e infantil, aunque como he dicho, inevitable. La situación no era justa para nadie. A su vez, nosotros habíamos llegado a un desarrollo que nos empujaba a seguir avanzando como colectivo independiente, con nuestras propias reglas y valores. Encorsetar tales posibilidades a la presa con la que nos teníais prisioneros era una miseria que no merecíamos. Por el bien de ambos bandos, decidimos “hacernos a un lado”, dejaros el paso libre, al tiempo que buscabamos nuestro propio espacio. − Pero, ¿qué quieres decir con “haceros a un lado”? Dejamos la Tierra, Daniel. Emigramos en busca de nuesto propio lugar en el universo. Algunos nos quedamos, por supuesto. Como “centinelas” y como “enlace” de nuestros hermanos que viven en las estrellas. Después de un lento desarrollo, han conseguido una sociedad equilibrada y optimizada, todos tienen superpoderes y todos tienen acceso a toda la información. Todo se discute y se organiza de forma abierta y consensuada. Existen conflictos y problemas, por supuesto, pero sus consecuencias son rápidamente acotadas y neutralizadas. En la mayoría de aspectos, no es muy diferente a la sociedad en la Tierra, sólo que con una capacidad de reacción y autocrítica infinitamente más rapida. Se podría decir que es una organización social que “funciona” realmente. − Caramba, describiéndome esa “sociedad útopica” me estás dando una envidia tremenda... No se trata de que nos envidieis. Hay un montón de trabajo duro que hacer allí arriba, créeme. Vivir en el espacio es bastante complicado, incluso para nosotros. De hecho, las investigaciones del Dr. Zultian Darman iban a ayudar a nuestro acondicionamiento en el espacio, por eso no podíamos dejar que Bala Perdida lo
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eliminara. No somos dioses, somos humanos con “más posibilidades”, con todo lo que eso conlleva. Y en cuanto a nuesta organización social, en el fondo todo se basa en “tomar decisiones” y ser consecuente hasta las últimas consecuencias, dejando fuera la avaricia y el “revanchismo” que desemboca en las desigualdades, que desembocan en el odio, el rechazo y todos sus problemas derivados. Cuando aprendáis a hacer lo mismo en la Tierra, seréis los dueños conscientes de vuestro propio bienestar. Hasta entonces, nosotros seguiremos velando por vuestra seguridad, e introduciendo algunos de nuestros avances tecnológicos para “acelerar” esta transición. − Entonces, las investigaciones a las que se supone que os dedicáis aquí recluidos, ¿realmente se desarrollan en esa “Super-Tierra”? Bueno, algo así – aquella expresión le dibujaba una ligera sonrisa en la cara – Aquí les damos los últimos retoques para que no se pueda “rastrear” la procedencia de tales artefactos. Ellos los desarrollan y nosotros nos atribuimos el “merito”. De cualquier forma, son avances para mejorar vuestra calidad de vida pero no para cambiarla radicalmente. − Entonces, ¿para qué tantas medidas de seguridad para acceder a esta zona de la ciudad o a estas instalaciones? Realmente, aquí no estáis haciendo “nada”, ¿no? Tales medidas de seguridad forman parte del engaño: fingimos proteger algo muy importante para que, lógicamente, den por supuesto su existencia. En realidad nos protegemos de vosotros (de vuestra curiosidad), y no al revés como dejamos que creáis. Durante varios minutos, ninguno de los dos dijo nada. Yo permanecía sentado, mirando al infinito, asimilando cada retazo de cuanto Marv Elous me había contado. Me había revelado el último plan maestro para salvar a la humanidad. Resultaba tremendo saber que era para salvarla “de sí misma”, y me sorprendí a mí mismo deseando participar con todas mis fuerzas. Inconscientemente, ya me veía dejando atrás mi trabajo gris como periodista, el rencor que sentía hacia los superhéroes y su supuesta rendición, el desencanto y la apatía que tal deserción había inoculado en la sociedad actual. Mi punto de vista respecto a todo eso había cambiado en cuestión de minutos. Sentía que todo esto era demasiado grande e importante como para salir por la puerta, dejar atrás este edificio y lo que representaba, y fingir que no iba conmigo. Lo que acababa de conocer “tiraba de mi”, necesitaba formar parte de esta misión. Después de todo, había aceptado ser “Compañero” de Marv Elous.
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− Marv, yo... lo siento, no sabía, no “sabíamos” nada de todo eso, creíamos que os habíais dejado enjaular y que nunda debimos poner en vosotros tantas esperanzas. − No hay nada que disculpar, como ya te he dicho, ahora esos prejuicios nos ayudan a mantener oculta nuestra misión. Cierto que en la Tierra nos vemos obligados a fingir una torpeza y una ineptitud que nos desacredite, y eso a veces es ciertamente desalentador. En cierto modo, soy yo el que tendría algo por lo que disculparse contigo. − ¿Por qué? Mi curiosidad inquisitiva te ha forzado a contarme la verdad. De todas formas no me habrías detenido ocultándola, con sólo saber que “ocultabáis algo” no habría parado de acosar a otros superhéroes hasta que alguno finalmente me hubiera contado lo mismo que tu. − No, Daniel, no me refiero a eso. Has de saber que tu curiosidad tiene un precio. Has aceptado hacer el Pacto de Honor y convertirte en mi “Compañero”, pero conocer nuestra misión implica algo más que participar de su secreto. − No hace falta que digas más. Intuía que lo que fueras a revelarme podría cambiar mi vida, y acepte sin reservas. A cambio me has devuelto la idea de un mundo que puede salvarse, y que estáis investigando la forma de conseguirlo, sin las cortapisas de nuestras hipócritas barreras morales. Ahora necesito que me permitáis participar en esa misión, necesito saber si puedo ayudar a “salvar el mundo” aunque suene algo grandilocuente. No es algo que vayáis a tomar de mi vida, el algo que yo os ofrezco por propia voluntad. Te confesaré una cosa Marv: reconozco que no estaba contento con mi vida, me veía asfixiado por una desesperanza, no avanzaba como persona. Todo se lo achacaba a vuestra ausencia y el vacio que dejasteis, pero todo el tiempo fuimos nosotros los que teníamos que “hacer el bien”. Ahora que conozco la verdad, estoy decidido a sacudirme el polvo de mi mediocridad. Como has dicho, hay que empezar a tomar “decisiones” y ser consecuente con ellas. La mirada de Marv expresaba su aprobación y su entusiasmo ante mi reacción. Se levantó de su sillón, me dirigió una sonrisa y extendió su mano. Ambos nos dimos la mano con la efusividad de los que están deseosos de ponerse “manos a la obra”. Me puso a la mano en el hombro y me invitó a compañarle. − Esplendido Daniel. Tenemos que preparar algunas cosas antes de nada: tu traslado aquí, tu cambio de trabajo, tus credenciales. A todos los efectos, fingirás ser otro funcionario apático e inutil de este complejo científico. − Mmm, por la forma en que lo dices, tengo la sensación de que no es la primera vez que tienes que hacer todos esos “trámites”... − ¡Ja!, tu curiosidad no tiene límites, ¿verdad? Pues si, es cierto, no eres el primero, aunque realmente, en todo el mundo no debéis ser más de media docena de
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“colaboradores”, aunque digamos que intervienen con “distintos grados” de compromiso. − ¿Trabajaré con ellos, haré lo mismo que ellos? Bueno, antes de eso, ¿cuál será mi trabajo “real”, aparte de aparentar ser otro funcionario gris más? Aquel titán caminaba junto a mi con expresión satisfecha pero algo abrumada por tanta pregunta. Avanzábamos juntos por oscuros pasillos de aquel rascacielos, y al verle a mi lado, volví a sentirme “seguro”, por primera vez en mucho tiempo.
>>> FIN <<<
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