Introducción El sistema inmunitario protege al organismo de sustancias potencialmente nocivas al reconocer y responder a los antígenos, que son moléculas (usualmente proteínas) que se encuentran en la superficie de las células, los virus, los hongos o las bacterias. Las sustancias inertes como toxinas, químicos, drogas y partículas extrañas (como una astilla) pueden ser antígenos. El sistema inmunitario reconoce y destruye sustancias que contengan estos antígenos. Incluso las propias células corporales tienen proteínas que son antígenos. Éstos incluyen un grupo de antígenos llamados antígenos HLA. El sistema inmunitario aprende a ver estos antígenos como normales y usualmente no reacciona contra ellos. INMUNIDAD INNATA La inmunidad innata, o inespecífica, es un sistema de defensa con el que uno nace y que lo protege contra los antígenos. La inmunidad innata consiste en barreras que impiden que los materiales dañinos ingresen al cuerpo. Estas barreras forman la primera línea de defensa en la respuesta inmunitaria. Ejemplos de inmunidad innata anatómica abarcan: • • • • •
El reflejo de la tos Enzimas en las lágrimas y en los aceites de la piel Moco que atrapa bacterias y partículas pequeñas Piel Ácido estomacal
La inmunidad innata también viene en forma de químico proteínico, llamado inmunidad humoral innata. Los ejemplos abarcan: el sistema de complementos del cuerpo y sustancias llamadas interferón e interleucina 1 (que causa la fiebre). Si un antígeno traspasa estas barreras, es atacado y destruido por otras partes del sistema inmunitario. INMUNIDAD ADQUIRIDA La inmunidad adquirida es la inmunidad que se desarrolla con la exposición a diversos antígenos. El sistema inmunitario de la persona construye una defensa que es específica para ese antígeno. INMUNIDAD PASIVA
Involucra anticuerpos que se producen en el cuerpo de otra persona, como en el caso de los bebés que poseen inmunidad pasiva, dado que ellos nacen con los anticuerpos que la madre les transfiere a través de la placenta. Dichos anticuerpos desaparecen entre los 6 y 12 meses de edad. La inmunización pasiva implica la inyección de antisuero, que contiene anticuerpos formados por otra persona o animal. Esto brinda protección inmediata contra un antígeno, pero no suministra una protección duradera. La gammaglobulina (administrada para la exposición a la hepatitis) y la antitoxina para el tétanos son ejemplos de inmunización pasiva. COMPONENTES DE LA SANGRE El sistema inmunitario incluye ciertos tipos de glóbulos blancos, al igual que sustancias químicas y proteínas en la sangre, como anticuerpos, proteínas del complemento e interferón. Algunas de éstas atacan directamente a las sustancias extrañas en el cuerpo, mientras que otras trabajan juntas para ayudar a las células del sistema inmunitario. Los linfocitos son glóbulos blancos que abarcan células B y T. •
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Las células B producen anticuerpos, los cuales se adhieren a un antígeno específico y facilitan la destrucción del antígeno por parte de las células inmunitarias. Las células T atacan los antígenos directamente y ayudan a controlar la respuesta inmunitaria. Ellas también liberan químicos, conocidos como interleucinas, los cuales controlan toda la respuesta inmunitaria.
A medida que los linfocitos se desarrollan, aprenden normalmente a diferenciar entre los tejidos corporales propios y las sustancias que normalmente no se encuentran en el cuerpo. Una vez que se forman las células B y T, algunas de ellas se multiplican y brindan "memoria" para el sistema inmunitario, lo que le permite responder más rápida y eficientemente la próxima vez que la persona sea expuesta al mismo antígeno, y en muchos casos, impide que la persona se enferme. Por ejemplo, un individuo que haya padecido o que haya sido vacunado contra la varicela es inmune a contraer esta enfermedad de nuevo. INFLAMACIÓN La respuesta inflamatoria (inflamación) se presenta cuando los tejidos son lesionados por bacterias, traumatismo, toxinas, calor o cualquier otra causa. El tejido dañado libera químicos, incluyendo histamina, bradiquinina y serotonina. Estos químicos hacen que los vasos sanguíneos dejen escapar líquido hacia los tejidos, causando inflamación. Esto ayuda a aislar la sustancia extraña del contacto posterior con tejidos corporales. Los químicos también atraen a los glóbulos blancos llamados fagocitos que se "comen" a los microorganismos y células muertas o dañadas. Este proceso se denomina fagocitosis. Los fagocitos finalmente mueren. El pus se forma debido a la acumulación de tejido muerto, bacterias muertas y fagocitos vivos y muertos. TRASTORNOS DEL SISTEMA INMUNITARIO Y ALERGIAS
Los trastornos del sistema inmunitario ocurren cuando la respuesta inmunitaria es inadecuada, excesiva o no se presenta. Las alergias involucran una respuesta inmunitaria a una sustancia que, en la mayoría de las personas, el cuerpo percibe como inofensiva. Para mayor información, ver los artículos sobre: • • •
Alergias Trastornos autoinmunitarios Trastornos por inmunodeficiencia
INMUNIZACIÓN La vacunación (inmunización) es una forma de desencadenar la respuesta inmunitaria. Se suministran pequeñas dosis de un antígeno, como virus vivos debilitados o muertos, para activar la "memoria" del sistema inmunitario (linfocitos B activados y linfocitos T sensibilizados). Dicha memoria le permite al cuerpo reaccionar rápida y eficientemente a exposiciones futuras. COMPLICACIONES DEBIDO A UNA RESPUESTA INMUNITARIA ALTERADA Una respuesta inmunitaria eficiente protege contra muchas enfermedades y trastornos, mientras que la respuesta inmunitaria ineficiente permite que las enfermedades se desarrollen. La respuesta inmunitaria inadecuada, inapropiada o excesiva causa trastornos en el sistema inmunitario. Las complicaciones relacionadas con la alteración de la respuesta inmunitaria son, entre otras: • • • • • • • • •
Alergia o hipersensibilidad Anafilaxia Trastornos autoinmunitarios Reacción a transfusión de sangre Desarrollo de enfermedad Enfermedad injerto contra huésped Trastornos por inmunodeficiencia Enfermedad del suero Rechazo al trasplante
Marco teórico El cuerpo humano posee la capacidad para resistir la agresión de sus tejidos y órganos por casi todos los tipos de microorganismos o toxinas. Esta capacidad se llama inmunidad. Una gran parte de la inmunidad es adquirida, no aparece hasta después de que el cuerpo es atacado por primera vez por una enfermedad o toxina bacteriana, y tarda a menudo semanas o meses en surgir. Otra parte de la inmunidad resulta de enfermedades generales y no de procesos causados por patógenos concretos y recibe el nombre de inmunidad innata. Comprende los siguientes aspectos: 1. La fagocitosis de las bacterias y de otros invasores por los leucocitos y las células del sistema macrofágico tisular 2. La destrucción por las secreciones ácidas del estómago y las enzimas digestivas de los microorganismos deglutidos. 3. La resistencia de la piel a la invasión de los microorganismos. 4. La presencia en la sangre de ciertos compuestos químicos que se unen a los microorganismos o toxinas extrañas y los destruyen. Algunos de estos compuestos son: • la lisozima, una enzima mucolítica que ataca las bacterias y las disuelve • polipéptidos básicos, que reaccionan con ciertos tipos de bacterias grampositivas y las inactivan • el complejo del complemento, que se describe después, un sistema de unas 20 proteínas que se activa de diversas formas para destruir bacterias • los linfocitos agresores o citolíticos naturales (en inglés, natural killer lymphocytesJ, que pueden reconocer y destruir células extrañas, células tumorales e incluso algunas células infectadas. Esta inmunidad innata confiere al organismo resistencia frente a infecciones, tales como las parálisis víricas de los animales, el cólera de los cerdos, la peste del ganado y el moquillo, enfermedad vírica que mata a un gran porcentaje de los perros que la contraen. Por otra parte, muchos animales inferiores son resistentes o incluso inmunes a muchas enfermedades humanas, como la poliomielitis, la parotiditis, el cólera humano, el sarampión y la sífilis, que resultan destructivas e incluso mortales para el ser humano.
Además de la inmunidad innata, el cuerpo humano posee la capacidad de crear una inmunidad específica muy poderosa contra elementos invasores como las bacterias, los virus y las toxinas mortales, e incluso los tejidos extraños de otros animales, esta se llama inmunidad adquirida. La inmunidad adquirida está producida por un sistema inmunitario especial que forma anticuerpos y linfocitos activados que atacan y destruyen los microorganismos o toxinas invasoras específicas. El organismo dispone de dos tipos básicos de inmunidad adquirida. • •
Inmunidad Humoral o de células B: En uno de ellos el cuerpo desarrolla anticuerpos circulantes, es decir, moléculas de globulina del plasma sanguíneo que atacan al agente invasor. Inmunidad mediada por células o inmunidad de células T: Este segundo tipo de inmunidad adquirida se alcanza a través de la formación de un gran número de linfocitos T activados y especialmente diseñados para destruir el agente extraño.
Como la inmunidad adquirida no surge hasta después de la invasión por un microorganismo o una toxina extraños, está claro que el organismo debe contar con algún mecanismo para reconocer esta invasión. Cada toxina o cada tipo de microorganismo contienen casi siempre uno o más compuestos químicos en su estructura diferentes de todos los demás. En general, se trata de proteínas o grandes polisacáridos, que son los que inician la inmunidad adquirida. Estas sustancias se llaman antígenos. La inmunidad adquirida es producto del sistema linfocitario del organismo. Las personas con una carencia genética de linfocitos, o cuyos linfocitos han quedado destruidos por radiación o sustancias químicas, no pueden generar inmunidad adquirida. Los linfocitos se localizan sobre todo en los ganglios linfáticos, pero también en los tejidos linfáticos especiales, como el bazo, la submucosa del tubo digestivo y la médula ósea. El tejido linfático se distribuye de manera muy ventajosa por el cuerpo para interceptar los microorganismos invasores o las toxinas antes de que se diseminen ampliamente. En la mayoría de los casos, el invasor entra primero en el líquido intersticial y después discurre por los vasos linfáticos hasta el ganglio linfático u otros tejidos linfáticos. Los linfocitos se dividen en dos poblaciones principales • los linfocitos T, es responsable de la formación de los linfocitos
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activados que proporcionan la inmunidad adquirida. (formados en el timo) los linfocitos B, son responsable de la formación de los anticuerpos que proporcionan la inmunidad humoral. (formados en el hígado, bazo y médula espinal)
FORMACIÓN DE ANTICUERPOS POR LAS CÉLULAS PLASMÁTICAS. Antes de exponerse a un antígeno específico, los clones de los linfocitos B permanecen inactivos en el tejido linfático. Cuando entra un antígeno extraño, los macrófagos del tejido linfático lo fagocitan y después lo presentan a los linfocitos B adyacentes. Además, el antígeno se presenta al mismo tiempo a las células T; se forman células T colaboradoras y activas que contribuyen a la activación extrema de los linfocitos B. Estos linfocitos B específicos para el antIgeno aumentan inmediatamente de tamaño y adoptan el aspecto de linfoblastos. Algunos linfoblastos se diferencian aún más para formar plasmoblastos, precursores de las células plasmáticas. El citoplasma de los plasmoblastos se expande y el retículo endoplásmico rugoso prolifera en gran medida. Entonces comienzan a dividirse a una velocidad aproximada de una vez cada 10 horas hasta completar nueve divisiones, dando lugar en 4 días a una población total de casi 500 células por cada plasmoblasto original. La célula plasmática madura produce entonces anticuerpos gammaglobulínicos de manera muy intensa (2000 moléculas por segundo y por célula plasmática). A su vez, los anticuerpos se secretan a la linfa y se transportan a la sangre circulante. Este proceso continúa varios días o semanas hasta el agotamiento final y la muerte de las células plasmáticas. Naturaleza de los anticuerpos Los anticuerpos son globulinas gamma llamadas inmunoglobulinas, con un peso molecular de entre 160 000 Y 970 000. Habitualmente constituyen cerca del 20 % de todas las proteínas plasmáticas. Todas las inmunoglobulinas están compuestas de combinaciones de cadenas polipeptídicas ligeras y pesadas; la mayor parte constan de dos cadenas ligeras y dos cadenas pesadas, como se muestra en la figura. Sin embargo, algunas de las inmunoglobulinas presentan combinaciones de hasta 10 cadenas pesadas y 10 ligeras, lo que da lugar a inmunoglobulinas de elevado peso molecular. Pero en todas las inmunoglobulinas, cada cadena pesada dispone de una cadena ligera paralela en uno de sus extremos, formando así una pareja pesada-ligera; cada molécula de inmunoglobulina dispone siempre de un mínimo de 2 y un máximo de 10 de estas parejas.
Existen cinco clases generales de anticuerpos, llamad06 respectivamente IgM, IgG, IgA, IgD e IgE. Las letras Ig representan la inmunoglobulina y las otras cinco designan las clases respectivas. Dos de estas clases entrañan una importancia particular: la IgG, un anticuerpo bivalente que constituye cerca del 75% de los anticuerpos en una persona sana, y la IgE, que sólo representa un pequeño porcentaje de los anticuerpos pero que interviene especialmente en la alergia. La clase IgM también tiene interés porque una gran parte de los anticuerpos producidos durante la respuesta primaria son de este tipo. Estos anticuerpos tienen 10 lugares de unión que les confieren una gran eficacia en la protección del organismo frente a los invasores, aunque su número sea reducido. Los anticuerpos actúan principalmente de dos maneras para proteger el organismo frente a los agentes invasores: 1. mediante el ataque directo contra el invasor 2. mediante la activación del sistema del complemento que adquiere así múltiples medios para destruir al invasor por si mismo. Dada la naturaleza bivalente de los anticuerpos y los múltiples lugares antigénicos de la mayor parte de los agentes invasores, los anticuerpos pueden inactivar el agente invasor de una de estas maneras: 1. Aglutinación: muchas partículas grandes dotadas de antígenos en su superficie, como las bacterias o los eritrocitos, se agrupan. 2. Precipitación: el complejo molecular formado por el antígeno soluble (como la toxina tetánica) y el anticuerpo alcanza un tamaño tal que se torna insoluble y precipita. 3. Neutralización: los anticuerpos cubren los lugares tóxicos del antígeno. 4. Lisis: algunos anticuerpos potentes atacan, en ocasiones, directamente las membranas de los agentes celulares y, por tanto, rompen la célula. Estas acciones directas de los anticuerpos en su ataque contra los invasores antigénicos no son de ordinario lo bastante potentes para contribuir de modo importante a la protección del organismo contra el invasor. Casi todo el efecto protector deriva de los efectos amplificadores del sistema del complemento. Complemento» es un término general que denota un sistema de unas 20 proteínas, muchas de las cuales son precursores enzimáticos. Los principales actores de este sistema son 11 proteínas denominadas C1 a C9, B y D. La vía clásica se activa por una reacción antígeno-anticuerpo. Es decir, cuando un anticuerpo se une a un antígeno, se descubre o se activa un lugar reactivo específico del fragmento constante del anticuerpo que se une directamente a la molécula de C1 del sistema del complemento. Las enzimas C1 que se forman activan entonces cantidades cada vez mayores de enzimas en los estadios posteriores del sistema, de manera que de un pequeño comienzo surge una reacción extremadamente amplificada .Entre los efectos más importantes se encuentran los siguientes: 1. Opsonización y fagocitosis. Uno de los productos de la cascada del complemento, el C3b. activa con fuerza la fagocitosis por parte de los neutrófilos y los macrófagos, de forma que ingieran las bacterias unidas a complejos antígeno-anticuerpo. Este proceso se llama opsonización y multiplica varios cientos de veces el número de bacterias destruidas.
2. Lisis. Uno de los productos más importantes de la cascada del complemento es el complejo lítico, que constituye una combinación de varios factores del complemento y se designa C5b6789. Ejerce un efecto directo de rotura de las membranas celulares de las bacterias o de otros microorganismos invasores. 3. Aglutinación. Los productos del complemento también alteran las superficies de los microorganismos invasores, haciendo que se adhieran entre sí, favoreciendo así la aglutinación. 4. Neutralización de los virus. Las enzimas del complemento y otros productos de éste atacan las estructuras de algunos virus y anulan su virulencia. 5. Quimiotaxis. El fragmento C5a provoca la quimiotaxis de los neutrófilos y de los macrófagos y determina que un número elevado de estos fagocitos migre a la región tisular adyacente al antígeno. 6. Activación de los mastocitos y de los basófilos. Los fragmentos C3a, C4a y C5a activan los mastocitos y los baso filos para que liberen histamina, heparina y otras muchas sustancias a los líquidos locales. Estas sustancias, a su vez, aumentan el flujo sanguíneo local, el paso de líquido y proteínas plasmáticas al tejido y provocan otras reacciones tisulares locales que ayudan a inactivar o inmovilizar el agente antígeno. Estos mismos factores intervienen de forma importante en la inflamación, como se expone en el Capítulo 33, y en la alergia, que comentaremos más adelante. 7. Efectos inflamatorios. Además de los efectos inflamatorios producidos por la activación de los mastocitos y de los basófilos, existen otros productos del complemento que contribuyen a la inflamación local. Estos productos determinan que: el flujo sanguíneo ya aumentado se incremente todavía más, crezca la fuga de proteínas por los capilares, y se coagulen las proteínas del líquido intersticial, evitando así el movimiento de microorganismos invasores a través de los tejidos. Se ha comprobado que existen múltiples tipos de linfocitos T. Se clasifican en tres grupos principales: 1) células T colaboradoras; 2) células T citotóxicas, y 3) células T supresoras. Cada una de ellas desempeña una función diferente. Las células T colaboradoras son los linfocitos T más numerosos y constituyen habitualmente más de las tres cuartas partes de todos ellos. Como su nombre implica, colaboran en las funciones del sistema inmunitario de muchas formas distintas. De hecho, suponen el regulador principal de casi todas las funciones inmunitarias. Para ello, forman una serie de mediadores proteicos, llamados linfocinas, que actúan sobre otras células del sistema inmunitario, así como sobre las células de la médula ósea. Entre las linfocinas importantes secretadas por las células T colaboradoras se encuentran las siguientes: • • • • • • •
Interleucina-2 Interleucina-3 Interleucina-4 Interleucina-5 Interleucina-6 Factor estimulante de las colonias de granulocitos y monocitos Interferón-y
La célula T citotóxica es una célula de ataque directo capaz de destruir microorganismos y, a veces, incluso las células del propio organismo. Por esta
razón, en ocasiones estas células se denominan células agresoras o citolíticas (killer cells). Las proteínas receptoras de la superficie de las células citotóxicas se unen con fuerza a aquellos microorganismos o células que contienen el antígeno específico. Tras la unión, la célula T citotóxica secreta proteínas formadoras de agujeros, llamadas perforinas, que literalmente taladran grandes agujeros redondos en la membrana de la célula atacada. A continuación, penetra líquido con rapidez en la célula desde el espacio intersticial Además, la célula T citotóxica libera sustancias citotóxicas directamente a la célula atacada. Casi de forma inmediata, ésta aumenta de tamaño para disolverse poco después. Algunas de las células T citotóxicas destruyen en particular células tisulares invadidas por virus, porque muchas partículas víricas quedan atrapadas en las membranas de estas células y atraen a las células T que responden a la antigenicidad vírica. Las células citotóxicas también desempeñan un importante papel en la destrucción de las células cancerosas, las células de trasplantes cardíacos u otros tipos de células ajenas al propio organismo. Las células T supresoras suprimen las funciones de las células T citotóxicas y colaboradoras. Se cree que estas funciones supresoras regulan las actividades de otras células y evitan reacciones inmunitarias excesivas que podrían resultar sumamente lesivas para los tejidos del organismo. Por esta razón, las células supresoras se clasifican, junto con las células T colaboradoras, dentro del grupo de las células T reguladoras. Quizá, el sistema de las células T supresoras limite de forma esencial la capacidad del sistema inmunitario de atacar los propios tejidos corporales, lo que se conoce como tolerancia inmunitaria.
Inmunización La inmunización se ha utilizado durante muchos años para producir la inmunidad adquirida frente a enfermedades concretas. Se puede inmunizar a una persona inyectando microorganismos muertos que ya no causan enfermedad, pero que todavía disponen de antígenos químicos. Este tipo de inmunización protege contra la fiebre tifoidea, la tos ferina, la difteria y otras muchas enfermedades bacterianas. Además, se puede inmunizar el organismo frente a toxinas tratadas con sustancias químicas para destruir su naturaleza tóxica dejando intactos los antígenos que provocan la inmunidad. Este procedimiento se utiliza en la inmunización frente al tétanos, el botulismo y otras enfermedades tóxicas similares. Y, finalmente, se puede inmunizar a una persona infectándola con el microorganismo vivo "atenuado". En otras palabras, se cultiva este microorganismo en un medio especial, o se pasa a través de una serie de animales hasta que mute lo suficiente para no causar enfermedad, aunque todavía conserve los antígenos específicos para la inmunidad. Este procedimiento protege contra la poliomielitis. la fiebre amarilla, el sarampión, la viruela y otras muchas enfermedades víricas. Inmunización pasiva Es la transfusión de anticuerpos o de linfocitos T para conferir inmunidad. Una persona puede alcanzar una inmunidad temporal sin inyectarse ningún antígeno, sino anticuerpos, células T activadas o ambos obtenidos de la sangre de otra persona o de un animal inmunizados activamente contra el antígeno. Los anticuerpos permanecen en el organismo del receptor de 2 a 3 semanas, y durante ese tiempo, la persona queda protegida contra la enfermedad invasora. Las células T activadas duran algunas semanas si se transfunden de otra persona, pero sólo entre unas pocas horas y unos días si provienen de un animal. ALERGIA E HIPERSENSIBILIDAD Un efecto adverso importante y no deseado de la inmunidad es la aparición, en algunas condiciones, de alergia u otros tipos de hipersensibilidad inmunitaria. Existen varios tipos de alergia y de hipersensibilidad, algunos de los cuales surgen en personas con una tendencia alérgica específica. REACCIÓN ALÉRGICA RETARDADA . La reacción alérgica retardada está producida por las células T activadas y no por los anticuerpos. Como un ejemplo de ello tenemos el caso de la hiedra venenosa, la toxina en sí misma no afecta demasiado a los tejidos. Sin embargo, con la exposición repetida, da lugar a la formación de células T colaboradoras o cito tóxicas activadas. Después, tras una nueva exposición a la toxina de la hiedra venenosa, un elevado nÚmero de células T activadas difunden desde la sangrecirculante a la piel en cuestión de un día para responder a la toxina y, al mismo tiempo, desencadenan una reacción inmunitaria mediada por células. Si
se recuerda que este tipo de inmunidad produce la liberación de muchas sustancias tóxicas de las células T activadas, así como una invasión extensa de los tejídos por los macrófagos y sus efectos posteriores, se comprende perfectamente que el resultado final de algunas alergias por reacción retardada consista en una lesión tisular grave. La lesión se produce normalmente en el área tisular donde está presente el antígeno instigador, como la píel en el caso de la hiedra venenosa, o los pulmones -donde se originan edema pulmonar y crisis asmáticas- en el caso de algunos antígenos transmitidos por el aire. ALERGIAS DEBIDO AL EXCESO DE ANTICUERPOS IGE Esta alergia se denomina alergia atópica porque está causada por una respuesta infrecuente del sistema inmunitario. La tendencia alérgica se traspasa de forma genética de los padres a los hijos y se caracteriza por la presencia de grandes cantidades de anticuerpos IgE en la sangre. Estos anticuerpos se llaman reaginas o anticuerpos sensibilizantes, para distinguidos de los anticuerpos IgG, de carácter más frecuente. Cuando un alergeno (definido como un antígeno que reacciona de forma específica con un tipo determinado de anticuerpo reagina IgE) entra en el organismo, tiene lugar una reacción alergeno-reagina y la posterior reacción alérgica. Una característica especial de los anticuerpos IgE (las reaginas) consiste en su gran tendencia a unirse a los mastocitos y a los basófilos. cuando un antigeno (un alergeno) que tiene múltiples lugares de unión se adhiere a varios anticuerpos IgE que ya están unidos a un mastocito o un basófilo, se produce un cambio inmediato en la membrana de la célula, Muchos de los mastocitos y basófilos se rompen; otros liberan sus gránulos sin romperse o secretan sustancias adicionales que no se encuentran preformadas en los gránulos. Algunas de las muchas sustancias que se liberan de forma inmediata o se secretan poco después son la histamina, laproteasa, la sustancia de reacción lenta de la anafilaxia (que constituye una mezcla de leucotrienos tóxicos), la sustancia quimiotáctica de los eosinófilos, la sustancia quimiotáctica de los neutráfilos, la heparina y los factores activadores plaquetarios. Estas sustancias producen fenómenos como la dilatación de los vasos sanguíneos locales, la atracción de los eosinófilos y los neutrófilos al lugar reactivo, la lesión de los tejidos locales por la proteasa, el aumento de la permeabilidad de los capilares y la pérdida de líquido a los tejidos y la contracción de las células del músculo liso local.
ANAFILAXIA. Cuando se inyecta un alergeno específico directamente en la circulación, puede reaccionar en zonas extensas del organismo con los basófilos de la sangre y con los mastocitos de los tejidos localizados junto a la parte exterior de los vasos sanguíneos pequeños si éstos se encuentran sensibilizados por la unión de las reaginas IgE. Por consiguiente, se produce una reacción alérgica extendida por todo el aparato vascular y los tejidos muy cercanos. Se trata de la denominada anafilaxia. Se libera histamina a la circulación y origina una vasodilatación en todo el organismo, así como un aumento de la permeabilidad de los capilares con la consiguiente e intensa pérdida del plasma de la circulación. Una persona que experimente esta reacción fallece de shock circulatorio en pocos minutos salvo que reciba adrenalina para contrarrestar los efectos de la histamina. Sin embargo, las células también liberan una mezcla de leucotrienos llamada sustancia de reacción lenta de la anafilaxia. Estos leucotrienos provocan un espasmo del músculo liso de los bronquiolos, con lo que se desencadena un episodio similar al asma y, a veces, se produce una muerte por asfixia. URTICARIA. La urticaria obedece a la penetración del antígeno en zonas concretas de la piel, lo que provoca reacciones anafilactoides localizadas. La histamina liberada localmente origina: una vasodilatación que induce un eritema inmediato, y un aumento de la permeabilidad local de los capilares que produce zonas locales circunscritas de tumefacción cutánea en algunos minutos. La tumefacción se suele denominar habón. La administración de antihistamínicos a una persona antes de la exposición evita estos habones. ASMA. El asma a menudo aparece en una persona alérgica. En estos casos, la reacción alergeno-reagina tiene lugar en los bronquiolos de los pulmones. Aquí el producto más importante liberado por los mastocitos parece ser la sustancia de reacción lenta de la anafilaxia, que provoca un espasmo del músculo liso bronquiolar. En consecuencia, la persona presenta dificultades para respirar hasta que se eliminan los productos reactivos de la reacción alérgica. La administración de antihistamínicos apenas modifica la evolución del asma porque la histamina no constituye, en principio, el principal factor que desencadena la reacción asmática.i
Guyton, A. Hall, J. Tratado de Fisiología Médica. Editorial: Elsevier. Decimoprimera edición 2007 pp. 439 -449 i