Daniel Medvedov
El PODER Ciertas consideraciones sobre la energía desde las profundas alturas del silencio
Madrid 2009
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PODER : Tener tiempo, lugar y facilidad de hacer alguna cosa. Así fue, durante siglos como hemos sido enseñados e ilustrados en el sentido de la palabra poder. Pero la definición es preciosa: sólo el saber nos da tiempo, lugar y facilidad para hacer lo que queramos. El problema aparece cuando analizamos con calma este querer. Casi nadie nos dijo que el auténtico poder es saber. Si no sabes, no tienes poder, eres un mequetrefe. No es por nada, ni es para denigrar a nadie, pues somos todos atletas en este estadio, pero si no sabemos, aún teniéndolo todo, llega un momento en el cual nos asaltarán las dudas de las cuatro preguntas cruciales: ¿Qué hago yo aquí, en este mundo mío? ¿Quién soy yo? ¿De dónde he venido? ¿Adonde voy a ir, si acaso iré en alguna parte? El saber, el entender la razón y causa de estas cuatro preguntas te ofrece un remanso de paz indescriptible y la libertad de ser, el poder de hacer, la dicha de dar, la alegría del estar en el medio de las cosas. ¿Y qué es el saber? El saber es único, total, máximo. No alcanzamos el saber con el estudio, no se emocionen. Tampoco vamos a saber, luego de largos viajes. Ni la vejez nos dará sabiduría. ¿Entonces qué? ¿Entonces cómo? ¿Cuándo? Me produce un estado de plácida ironía el oír la expresión “poder económico”. El verdadero poder es el poder del hombre realizado. Este sujeto está contento consigo mismo, contento con lo que tiene, porque siempre se “tiene” algo, está contento con lo que hace, pues se hace “algo” siempre, y está contento con quien es, no estoy diciendo que está contento con el “cómo es”. El poder es la energía misma, el vapor del arroz cocinándose en el fuego. 2
Ni es el agua, ni es el fuego, ni es el arroz, ni la tapa, ni la olla, sino el vapor de este bello proceso que se llama “cocinar el arroz”. El hombre realizado percibe el gusto de cada uno de los granos de arroz que está cocinando, como el poeta Santoka, percibe la única realidad, y no una “realidad” particular, pues ha despertado. ¿Cuántos individuos así conocéis vosotros? Para un sujeto que vive un estado de tal naturaleza, ni el dinero, ni la gloria, ni la fama, le dicen nada. Es libre, independiente, autónomo. Libre-pensador, libre-sentidor, libre-hacedor. Los AFECTORES, los CONFECTORES, los DEFECTORES, los EFECTORES, los INFECTORES, los PERFECTORES, los PREFECTORES, y los REFECTORES, potencias invisibles de las cuales la gente ni tiene idea, son entidades energéticas que acompañan y configuran las acciones humanas para la realización de los preceptos del destino ya configurado en la esfera genética del individuo y en el entorno natural de las cosas. Estas potencias respetan y ayudan al hombre libre en todas sus tareas del diario convivir. El verdadero poder es la CRISOLEDAD, una soledad alquímica, acrisolada en el fuego, intocable, refinada y libre de escorias. Una vez conseguido, tal estado es eterno, continuo, intocable. ¿Cómo alcanzarlo, cómo conseguirlo? A través de la renuncia. Por medio de un entrenamiento continuo en las adversidades menores, como el hambre, la sed, el frío, el calor, el miedo y la melancolía. No hay cosa más dañina que la comodidad. Habría que huir de ella como de la peste. Luego, hay que saber que el diálogo interior, esa continua cháchara que nos consume diariamente, es la fuente del cansancio y del desorden interno. 3
La meditación es una consecuencia, no una práctica. Estar en silencio, reducir las obligaciones, los compromisos y el número de proyectos que se nos pasa cada momento por la cabeza, produce un estado de ecuanimidad que se define como “meditación” - estar en el medio. Es bueno estar en medio de las cosas y en medio de ti mismo. Desde ese ángulo, las cosas se perciben bajo otra perspectiva. He aquí unos ejemplos de poder: • Si deseo viajar en alguna parte, el poder es renunciar al deseo de viajar y, en consecuencia, no viajar a tal parte • Si deseo comprar algo, el poder consiste en renunciar a comprar tal o cual cosa, y , por ende, no comprarla • Si quiero algo, el poder consiste en anular el deseo de tenerlo, y en consecuencia, renunciar a ello, pues no conviene tener todo cuanto uno desea • Tengo poder cuando logro resistir, aguantar, y sufrir las injusticias de la vida que, hoy por hoy, me corresponden • Tengo poder cuando entiendo con claridad los obstáculos que se asoman por doquier y realizo la estrategia más conveniente para aplicarla en mis tácticas de resolución de problemas • Y con una palabra verdadera se caen las espadas de las más violentas manos, más poderosamente que con la violencia del rayo
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Con el poder llega la fuerza y, acto seguido, todo se transforma en una poderosa cascada de energía que se traduce en silencio y libertad. De la terna - “quiero”- “tengo”- “puedo”- , debo eliminar el “quiero” y el “tengo” y quedarme sólo con el “puedo”. Con tan solo “puedo”, basta. Tampoco interesa el “hago”. Podría “hacer”, pero no hago nada. No sé nada, no quiero nada, no hago nada, el estado perfecto de las cosas, que ni quieren ser deseadas, ni quieren ser “hechas”, ni quieren ser poseídas. Así son las cosas, como hurañas, austeras, secas. Prefiero no hacer nada a ser un hacedor de todas las cosas. A veces, el estado de las cosas me obliga y me presiona a actuar, y yo, actúo pues, resuelvo en la medida de mis posibilidades, me muevo hasta más no poder y luego ¿Qué? Luego, no hago nada, sigo sin nada hacer. Muy poca gente puede estar sin hacer nada. Y este es mi poder, el poder del no-hacer. Cada acción tiene un “no-hacer”. No voy a hacer aquí una lista de acciones ni de sus claves del “no-hacer”. Hay que buscarlas por si solo. Hay que descubrirles el punto de equilibrio. Y desde este punto, todo se vuelve posible, pues allí está el poder. En algunas ocasiones “puedo” hacer algo, lo que sea que haga, digamos caminar, pero no “quiero” hacerlo, pues, tal vez me disguste, como por ejemplo responder a una llamada inoportuna. Otras veces, aunque “quiera” y “pueda”, no “tengo” – tiempo, dinero, qué sé yo, mil cosas que deben estar allí para “poder hacer” algo.
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La verdad es que no sé cómo se alcanza el saber. Puede que sea un premio no-merecido, un regalo casual, un “khar”, el “kharis” de lo griegos, un carisma. Quién sabe. . . “Él” sabe mejor. . . ”Ello” sabe mejor. . . ¡Qué lindo es oír a los niños diciendo “Yo sabo”!
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