El Chino Rebotaban los balazos en los postes, se escuchaban las explosiones de los desodorantes tirados en el montón de neumáticos y sillones viejos que se quemaban al medio de la calle, yo tenía unas ganas grandes de bajar la escalera, agarrar un camote y tirarlo fuerte, que rebotara en la cara de algún paco o en la puerta de la zapatilla, pero estábamos ahí, abrazados en la parte de abajo del camarote, escuchando de lejos el espectáculo de esa noche del 29 de Marzo, abrazados, esperando el fin del mundo, quería yo despertar en la mañana y que todo fuera diferente, diferente o igual a antes de conocerlo. Con el Chino nos conocimos cuando entré a primero medio, en uno de los tantos colegios de San Bernardo por los que pasé, el Chino me miraba de reojo con risa molestosa, yo siempre fui medio callado, no acostumbraba a jugar a la pelota, andaba metido en otras cosas, tenía pocos amigos, el Chino no era uno de ellos, al principio habremos hablado un par de veces por cosas estrictamente necesarias, que la completada, que la disertación, nunca un cigarro a la salida ni irnos juntos en la micro, hasta mediados de segundo la cosa iba igual, el jugando a la pelota, arrancándose por la reja principal o por la muralla del fondo, yo mirándolo de la ventana sin ponerle atención, yo andaba pendiente de otras cosas. Me levante sin ganas de ir al colegio esa mañana, mi mamá a veces se iba antes y no tenía como darse cuenta si yo faltaba, me puse el uniforme, tome la micro, llegando al paradero del colegio me arrepentí, seguí por Los Morros más arriba, tenía dos lucas, me baje a comprar unos porros, camine por los laberintos apretados entremedio de unos block y doblando en una esquina me lo encontré de frente, estaba con el pantalón plomo del colegio, una polera negra, su cadena de plata colgando al cuello, el pelo rebajado a los lados y medio parado arriba, me quedo mirando fijo y me saludo, wena Camilo ¿Qué andai haciendo por aquí?, le conté que iba a comprar pitos unos pasajes más adentro, dijo que vivía ahí mismo, yo claro que no sabía si nunca habíamos conversado, se ofreció a acompañarme, sácate uno sipo Camilo culiao, me dijo riéndose, el Chino no parecía un weon pesao, no hablábamos simplemente porque no teníamos los mismos gustos, no hacíamos las mismas cosas, yo estaba metido en el centro de alumnos, iba bien seguido a las marchas que estaban empezando ese año de nuevo, queríamos tomarnos el colegio, el Chino metido en la pelota, webiando con sus amigos, joteandose a las minas de tercero, era bien bonito así que mucho no le costaba, por eso para mí era un personaje más del curso, nunca me había interesado en el de ninguna manera, aunque era inevitable mirarle el poto en educación física. Caminamos de vuelta por el pasaje después de comprar, nos fuimos a un paradero y enrolamos el primero, le había dado paja ir al colegio, me conto que vivía con su mamá no más, tenía unos hermanos pero uno estaba preso y el otro se había ido a vivir con la señora, teníamos algo en común, en mi casa igual éramos solo yo y mi vieja, también me dijo que nunca me había hablado porque pensaba que yo era un fome culiao, como siempre me veía sentado en el patio o con esos locos medios raros con los que me juntaba, oye Camilo igual disculpa la preguntita pero ¿vo eri fleto?, yo sabía que esa pregunta la iba a tirar tarde o temprano, no se lo negué, pa que se lo iba a negar si igual estaba claro que él y sus amigos me webiaban de vez en cuando, se cago de la risa, yo sabía weon la tenía clara, me dio el discurso de que daba lo mismo que el los respetaba mientras no se metieran con él, que igual tenía amigos así pero que era tolerante si no lo pasaban a llevar, cuantas veces en mi vida habré escuchado esas mismas frases, copiar y pegar, me invito a su casa, que fuéramos a tomarnos unas chelas, eran como las 9 de la mañana pero le dije que sí, entramos al
departamento y me senté frente a la tele, lo llamaron por celular, tomamos y al rato llegaron dos weones, uno era del otro segundo medio, el Nacho, le decían el Broly, ni idea porque, tenía una cara de pesao ese conchesumadre, me miro medio feo apenas entró, nos saludamos de mala gana, ¿es tu amigo este weon?, le pregunto el Broly al Chino, él le conto que me había pillado comprando porros y que yo me había sacado uno y toda la wea, pusieron música, andaban con falopa, dibujaron encima de la mesa y se pusieron a jalar, me ofrecieron pero dije que no, que además ya me tenía que ir, mentira, no tenía niuna wea que hacer pero me sentía incómodo, sabía que esos weones eran los típicos culiaos que me tenían mala en el colegio, no podía estar tranquilo, me despedí y baje la escalera rapidito, me compre un cigarro suelto y me fui a dormir toda la mañana a mi casa. En la semana el Chino me saludaba, me empezó a meter conversa de repente en el recreo, puras leseras, buena onda, nada importante, un día saliendo de clases iba caminando pal paradero, sentí que me tiraron la mochila de repente, tengo buenos reflejos así que me di vuelta y casi le pegué, era el, se puso a reír, te asustaste culiao, me preguntó si quería fumarme un pito, accedí de buena tela, siendo sincero no tenía ganas de hacerme amigo de este weon, hablaba puras weas que poco me importaban, de que quería puro pegarle a unos culiaos de cuarto medio que se habían picao a choro con un amigo, que taba chato del colegio, había repetido como dos años, ciertamente era mayor que yo, tenía 17 en ese tiempo, yo 15, si repetía este año se iba a ir a un dos por uno, yo lo escuchaba, te entiendo, te entiendo, era lo casi lo único que repetía, era bueno pal webeo sí, me daban risa sus tallas de repente, esa rutina se repitió varias veces, de repente me lo topaba en las mañanas a la entrada y nos poníamos a conversar antes de entrar, en la sala poco nos pescábamos porque el siempre andaba con la manada de amigos que tenía aunque ya muchos habían cachado que nos habíamos hecho algo cercanos, de su grupito había una loca que me tenía buena y con ella igual empecé a conversar más. Era Junio, habían marchas casi todos los jueves en el centro, muchos colegios estaban en toma, los guanacos y los universitarios se enfrentaban en la Alameda, nosotros en el colegio poco cachábamos, los de cuarto medio que eran dirigentes del centro de alumnos hicieron un llamado a participar de la marcha de esa semana, nadie pescó, solo los pocos que andábamos pendientes del tema, yo iba a ir igual por las mías, le dije a unos amigos que me apañaran pero no quisieron, la mañana de la marcha tome la micro hacia el centro, llevaba un limón, un pañuelo y los cuadernos en la mochila, cuando iba pasando cerca de la casa del Chino me fije que doblo en bicicleta justo en la esquina de un pasaje, toque el timbre apurado, fue una reacción instintiva, no la pensé, me bajé y apure el paso, quería pillarlo pa decirle que me apañara a la marcha, por un momento dudé, que soy weon, nicagando me va a acompañar este weon, no debe estar ni ahí, lo más seguro es que se vaya a volar por ahí con algún amigo, me arrepentí y camine pa los Morros de nuevo a tomar la micro, freno rápido, adelante mío, andaba de uniforme, ¿ya andai comprando pitos de nuevo culiao?, ándate pal colegio, me dijo webiando, no weon voy a la marcha, te cache en la bici y me baje pa decirte si me queriai apañar, le dije mirándole las manos, me dio vergüenza por un momento, ¿a la puleenta?, wena culiao, vamos po, igual nunca he ido a esas weas y tenía ganas pero los culiaos del colegio son más pencas, me puse contento, no pensé que iba a tener esa reacción, pensé que me iba a mandar a la chucha, fue a dejar la bici a la casa y volvió corriendo, nos subimos a la micro y conversamos de hartas cosas hasta llegar al centro, cuando hablaba con el Chino sentía que el tenia hartas cosas que decir pero no tenía a quien decírselas, se le notaba, se notaba que quería conversar de algo más que fueran las minas, la pelota, las peleas, aunque le costaba, no digo que haya sido fácil, costó mucho para que me dijera como se sentía por
dentro o que opinaba del mundo, por muy choro que intentara ser seguía siendo un pajarito medio desplumado, el mundo era más grande que él, todo era más grande que él, andaba medio perdido. Llegamos por la calle San Diego lejos de la Alameda, tuvimos que caminar varias cuadras para encontrarnos con la marcha cerca de Santa Lucia, la cosa era desde Baquedano hasta República, nos metimos y empezamos a caminar, estaba lleno de gente, el suelo se llenaba de papeles picados y el sonido de los tambores y las batucadas nos daban la bienvenida, cientos de carteles, pingüinos y universitarios, los pacos por los lados, ¡lo que el pueblo necesita es educación gratuita!, gritaban algunos, un viejo con megáfono hablaba del lucro, del poder de los ricos, Piñera conchetumare, ¡porque el pueblo está cansado de las leyes del estado!, el Chino estaba contento, no alcanzaba a escuchar mucho de lo que me decía por la bulla, avanzábamos aprendiéndonos los gritos, después de pasar por la Moneda los ojos nos empezaron a picar, me costaba abrirlos, a lo lejos subía el humo de una lacrimógena, prendían las sirenas, un grupo de gente empezó a correr pal otro lado de la calle, no sabíamos pa donde ir, vamo a donde está el bacile!! me dijo el Chino, corrimos más adelante, ya se habían formado las primeras barricadas, de repente escucho mi nombre, habían unas locas de tercero del colegio, nos saludamos, me preguntaron que andaba haciendo con ese weon del Chino, parece que a todos les sorprendía un poco que nos hubiésemos hecho amigos, tuvimos que correr, venia el guanaco, nos separamos de las locas y nos escondimos detrás de un kiosco, vamo a dar cara culiao! me decía el Chino, le había gustado la wea parece, saque el pañuelo y me tape la cara, nos fuimos a la barricada que estaba más cerca, el Chino empezó a sacar piedras de la calle, tenía unos camotes grandes, cuando pasaba el zorrillo por al frente le tirábamos los camotes, le dije al Chino que se tapara la cara pa que no lo grabaran las cámaras o alguna weá, se sacó la polera y se la puso de capucha, tenía un tatuaje en el pecho, Karina decía, un par de pelos que bajaban del ombligo y se perdían botón del pantalón plomo de colegio, su guata plana, una espalda ancha, la piel le brillaba con el pálido sol de ese Junio, morenito lindo, por eso no quería hacerme tan amigo de este weon, sabía que lo iba a empezar a mirar con otros ojos, ¡que se vayan los sopaipas! ¡Que se vayan los sopaipas!, ese canto me despabiló, los rusios universitarios, los barbones, los pingüinos con su chaquetita azul marino de liceo emblemático, cantaban a coro, ¡que se vayan los sopaipas!, justamente para quienes más se decía que necesitaban educación gratuita y de calidad estaban siendo marginados a gritos de la marcha, el Chino se dio vuelta y empezó a gritar ¡váyanse a la conchetumare cuicos culiaos! ¡Bastardos culiaos me los paso por el pico! ¡vengan a darle cara a los pacos jiles culiaos!, me sume a su frágil resistencia, aun que habían al lado de nosotros más de cien capuchas, se nos había ido a la mierda el poder popular, ya no le creíamos a ninguno, parece que el enemigo estaba más cerca de lo que pensábamos, parece que la marcha era solo para los estudiantes de primera categoría, no pa nosotros, los pungas del colegio de San Beka que se escondía entre blocks y calles entierradas, pasó un furgón cerca de nosotros, habían piquetes de paco en las esquina, de repente todos corrieron hacia el bandejon, quedamos entremedio, arriba del furgón los dos, nos agarraron de los brazos y nos tiraron, habían como 5 locos más adentro, subimos gritando y tirando patadas al aire, nos cagamos de la risa al mirarnos, nos llevaron detenidos a la 48 comisaria de menores, nos revisaron las pertenecías, el Chino seguía sin polera y yo no perdía oportunidad de mirarlo, la cadena de plata al cuello que reposaba sobre su pecho, varias veces nos pidieron los datos, los números de nuestros papás para que nos fueran a buscar, pero yo y el sabíamos que eso iba a ser un atao mayor, otro loco que estaba con nosotros en el carro nos
dijo que diéramos cualquier número y que si no podían contactarse nos iban a soltar a las horas después, eso hicimos, nos quedamos sentados esperando a que nos soltaran, estaba lleno de escolares, algunos nos metieron conversa, eran como las 2 de la tarde, nos soltaron como a las 6, cagados de hambre, yo todavía medio mojado por el guanaco, después de esa tarde sabía que el Chino ya no era un simple compañero de curso, salimos de la comisaria bien callados, estábamos chatos de esperar tanto rato, estábamos conscientes de la complicidad que se había generado ese día en la Alameda, tomamos la micro de vuelta pa San Beka, la gente iba de pie, volviendo de la pega, la luz de la micro parpadeaba de vez en cuando, el Chino me dijo que la había pasado bien, que yo era bacan igual, él tenía otra imagen de mí, le confesé que también pensaba puras weas de el antes, me dijo que teníamos que empezar a bacilar más juntos, esa noche me costó dormir, tenía pegada en la cabeza la imagen del Chino con la polera amarrada en la cabeza, tapándole la cara, con el camote en la mano, gritando, y su pecho, la espalda, el tatuaje. Llegue en la mañana al colegio, el mismo asiento de siempre, el Chino webiando al fondo, escuchando reguetón en el celular a todo chancho, le conté al Kako, mi compañero de puesto y amigo de hace años que había ido con el Chino a la marcha y nos habían llevado detenidos, quedo pa la caga, no entendía como había ido con ese weon si según él era un flaite culiao aweonao que no cachaba nada, ¿y que tiene si cacha o no cacha weon? ¿ qué importa, acaso hay que ser mateo o alguna wea pa poder luchar por tus derechos?, además aun que el weon no cache una igual dio más cara que todos los universitarios culiaos que se creen intelectuales, pasaos a mierda, me dio rabia el Kako culiao, que se creía, muy importante, el weon vive en la misma comuna, en la misma población, vamos en el mismo colegio y se cree mejor que el Chino porque en vez de reguetón escucha rock y esas weás en inglés, admito que pensaba igual que él antes pero el Chino me había hecho cambiar de parecer, tome mis weas y me fui a sentar al fondo cerca del Chino, este weon cacho que algo me pasaba y me fue a conversar, no le conté nada, me dio vergüenza, además el Chino era capaz de sacarle la conchetumare al Kako ahí mismo por haberle dicho flaite culiao y haberlo tratado de aweonao, le dije que el Kako se ponía weon no más de repente, paso el día, los dos recreos, el almuerzo, las clases de historia, un profe dijo que el director tenia avisados a los pacos por si se tomaban el colegio pa que desalojaran al toque, intentando meternos miedo quizás, daba lo mismo en todo caso porque así como iban las cosas nadie iba a apañar si nos tomábamos el colegio, salimos de clases, camine al paradero como todos los días, el Chino venia atrás, me invito un pito, ya era rutinario, nos fuimos a sentar a la plaza y lo prendimos, le pregunte que significaba el nombre tatuado en su pecho, se quedó callado un rato, había tocado terreno pantanoso, campo minado, era por una hermana que había muerto hace unos años de cáncer, no quise tocar más el tema, el me preguntó si el Kako y yo teníamos algo, como siempre nos juntábamos y además peliabamos como ese mismo día, me cague de la risa, el Kako es weon súper homofóbico, no sé ni porque éramos amigos, cuando le conté que yo era gay quedo pa la caga, aunque ahora no toca el tema, evita ciertas cosas, el Chino me dijo que no me juntara con esos weones, él le tenía mala a todos esos culiaos porque sabía que lo miraban en menos, incluso pensaba que yo antes hacía lo mismo, le dije la verdad, la verdad es que sí, un poco, pensaba que erai un flaite culiao no más, aweonao, que no cachaba nada, ahora no pienso eso sí, el Chino se sentó más cerca mío y me puso un brazo en el hombro, me dijo que era pulento que ahora no pensara así y que él se sentía bacán teniendo confianza conmigo porque podía hablar hartas cosas que con sus otros amigos era imposible.
Pasaron las semanas, hacia cada día más frio en las mañanas, los vidrios de las micros se empañaban cada vez más fácil, me levantaba a oscuras, un día miércoles llegue a clases y estaba el patio lleno de gente, se habían roto unas cañerías en los baños y estaba todo inundado, las minas le gritaban a los inspectores que arreglaran la wea o que nos mandaran pa la casa, el director brillaba por su ausencia, los profes no entendían nada, intentaban dar explicaciones entrecortadas, los locos de cuarto que llevaban el piojento centro de alumnos que teníamos se pararon al medio intentado hacer que les tomaran atención, no me acuerdo bien del discurso pero hablaron de que era necesario que nos movilizáramos, que todo el país estaba en la misma y que nosotros éramos un colegio bien penca, necesitábamos que las cosas cambiaran, mas encima con el atao del baño, no podíamos aguantar tener que estudiar entre la mierda, aun que hace rato lo veníamos haciendo, entonces fue la excusa perfecta, todos tenían algo que decir, las minas que se planchaban el pelo todo el día, con el chicle de lado a lado, los que pasaban peliando por cualquier lesera, todos estaban pendientes, pensándolo bien ahora eran las ganas acumuladas de dejar la cagá, de hinchar las pelotas un rato, las ganas adolescentes de arrancarse del colegio hediondo a cárcel, pero la causa necesitaba de esas ganas, por corporales que fueran nuestros motivos era la patada primera que nos mandaba a tomar el toro por los cuernos, esa mañana nos arrancamos todos del colegio, abrieron las puertas y nos fuimos, medio con permiso, medio a la mala, sabíamos que era el principio de algo mayor, hubieron varias reuniones esos días, en la plaza grande que estaba cerca del colegio, éramos en la mayoría los de media, aunque iban algunos de séptimo y octavo a pelusiar, la mayoría iba a fumarse un porro, mientras otros hablaban de lo importante que era tomarse luego el colegio, de que fuéramos a la marcha, iban locos de otros colegios tomados a motivarnos, al final quedaron en el acuerdo de que el viernes en la noche nos íbamos a tomar el colegio fuera como fuera, el Chino aparecía de repente, a veces no lo veía, a veces andaba con los amigos, con una que otra mina, el día que se decidió la toma del colegio hablamos por feisbuk y me dijo que el apañaba pal viernes, tenía un napoleón grande pa cortar la cadena de la entrada y sabía bien por donde pasarse, tantas veces escapándose del colegio le habían dado buena experiencia, la tarde del viernes nos preparamos, pintamos lienzos en la plaza, me compre unos porros, una cajetilla de cigarros y tenía la mochila llena de pan y jugos en polvo, sabía que nos íbamos a tener que quedar el fin de semana aguantando que no nos desalojaran. Eran como las 8, la calle del colegio estaba vacía, ese día no habían echo clases por el problema del baño, me junte con todos los locos que estaban motivados pa la toma, esperaba ver al Chino, lo buscaba, mis ojitos se perdían en la esquina, hablaban de la lucha, de la movilización, y yo con los ojos buscando la cadenita de plata que brillara en la esquina y me alumbrara la tarde, no apareció, entramos saltando la reja, habían auxiliares adentro, le dijimos a los tíos que nos íbamos a tomar el colegio en forma pacífica, que se podían ir a la casa no más, ni la pensaron, sacamos todas las sillas de las salas y las fuimos poniendo una por una apiladas, metidas, tejidas en las rejas, colgamos lienzos, tiramos unas colchonetas en el suelo, en las salas de la entrada, pusimos el hervidor, salieron unos panes, un loco encima de una mesa nos hablaba de lo importante de nuestra decisión, miraba el suelo, miraba la luz de la sala, era un cementerio, éramos 20 weones, no estaban las minas que masticaban chicle y se alisaban el pelo todo el día, no estaban los weones que iban a puro jugar a la pelota, no estaba el Chino, algo estábamos haciendo mal, acaso no éramos todos alumnos del mismo colegio, acaso si ganábamos el triunfo no era para todos, me bajonié, se agachó la cabeza, habrá sido por que esperaba ver al Chino ese día y no había
aparecido, paso un rato en que entre conversamos y compramos vino, entre fumamos y esperamos a que aparecieran los pacos con la luma y la zapatilla a buscarnos en cualquier momento, recorrimos el colegio entero, las bodegas, el casino, la inspectoría, vimos todos los libros, las anotaciones, descolgamos la foto de Piñera de la oficina del director, bajamos la bandera del mástil, hicimos un fogón grande en el patio con cartas de compromiso, condicionalidades y otro montón de papeles firmados, condenas de adolescente, se teñía por primera vez el patio de calor de niño, se sentía el alma de los de kínder, los de primero, los de octavo, corriendo, siendo felices, aunque no estuvieran ahí, aunque fuéramos 20 en ese patio, a las 3 de la mañana medio curao me fui a acostar, me sonó el celular, el Chino estaba afuera del colegio, estaba raro, hablaba mal, no entendí bien lo que me intento decir, salí de la sala corriendo, ahí estaba, parado afuera de la reja, los que estaban en la puerta me dijeron que no lo habían querido dejar entrar porque no sabían de qué curso era ni siquiera si era del colegio, les dije que era mi compañero, la reja se abrió y el Chino me abrazo, estaba volao, curao, no supe bien, hablaba rápido y mal modulado, me dijo que lo perdonara porque no había ido temprano pero se había puesto a bacilar con unos amigos y se sentía mal y no podía llegar a la casa, entonces se acordó que yo iba a estar durmiendo en el colegio, no estaba ni ahí con verme a mí, necesitaba un espacio pa dormir, se tiró en la colchoneta, al lado mío, tiramos más frazadas, se tomó un sorbo de jote, nos fumamos un cigarro, estaba volao en pastillas, ahí me cuadraba más la cosa, miraba pa todos lados, estaba medio ido, hablaba de cualquier lesera, que había peliado con un weon, se quedó raja de repente, lo mire, lo mire harto rato, las luces se habían apagado, habían como 10 personas más en esa sala, lo mire hasta quedarme dormido, no me atreví a rozarlo, podía despertar y dejarme los dos ojos morados, por pasao a tele, sentía el calor al lado, la respiración rápida, el olor a copete fresco y la cadena de plata que brillaba igual, aun con las luces apagadas. Cuando desperté el Chino ya no estaba, había dejado las frazadas impregnadas con su olor, los chiquillos que se quedaron toda la noche afuera vigilando por si venían los pacos me dijieron que se había ido como a las 8, pasamos el día adentro del colegio, llego más gente también, apareció una que otra guitarra, en el patio algunos hacían clavas, malabares, cocinamos una olla grande de fideos, el colegio era de nosotros, ya no habían inspectores, que métase la camisa adentro, que córtese ese pelo, que la falda está muy corta, sáquese la pintura de las uñas, estábamos comiendo, tomando vino, fumando, cantando al lado de la madera de las mesas que se quemaban, recién llevábamos un día y ese lugar ya era otro, el colegio era otro mundo, la toma duró harto, más allá de ese fin de semana, siempre estábamos alerta a la noticia de que nos iban a desalojar, de repente llamaban locos de otros colegios diciendo que andaban rondando, dormíamos por capitulo, nos turnábamos para hacer guardia, yo iba a la casa algunos días, llevaba comida, mi mamá lo único que me decía es que tuviera cuidado, siempre me había apoyado en todo, hicimos una tocata, llegaron hartos raperos. El Chino no se aparecía, yo iba a comprar porros cerca de su casa para ver si me lo topaba, no me atrevía a hablarle por feisbuk, me daba vergüenza, no quería que pareciera que andaba pendiente de él, lo podía espantar, no era necesario pensarla tanto, lo encontraba rico, hacerme amigo me ponía más difícil la cosa, más cerca lo tenía, aunque nunca me había llamado la atención, verlo así, verlo distinto, quizás era solo las ganas porque ahora me parecía accesible, ya no estaba tan fuera de mi alcance, me mojaba la cara, me preocupaba de mantener la fogata prendida, hacia cada día más frio, empezó a llover, el
hervidor no paraba de calentar agua, los termos se llenaban de té, mate, café, navegado, lo que viniera, comíamos arroz y fideos, sopa de repente, llevábamos casi dos semanas, yo sin noticias del morenito, morenito lindo,¿ habrá cachado esa noche que me quede dormido mirándolo, se habrá arrancado de mí?, si era así agradezco que no me haya pegado, ¿qué le cuesta venir a darse una vuelta a la toma?, pensaba a cada rato, hicimos otra tocata pero esta vez con más ganas, imprimimos flayers, incluso invitamos a todos los colegios en toma que nos apañaran, nuestro colegio por piante que fuera igual tenía un patio bien grande, cabía harta gente, además necesitábamos juntar plata y comida pa seguir resistiendo más días, se armó con escándalo, invitamos más raperos, unos grupos de cumbia, de ska, unos locos del mismo colegio que tenían sus grupos, vendimos sopaipillas, café, sabíamos que iba a durar harto rato, las chelas entraban en las mochilas, las cajas de vino, no andábamos paqueando, más de una noche me acosté raja de curao en esas salas donde había dado tantas pruebas, la gente empezó a llegar temprano, la entrada eran 500 pesos y un alimento no perecible, varios dirigentes de la comuna dieron unos discursos, yo miraba entre los que estaban llegando por si veía al Chino. Alguien me apretó la cintura como asustándome, era el, andaba con un poleron bien bonito, al lado suyo se paró una morena, la Yasmin, pantalón apretado, un anillo, su andante, así me la presento, andaba desaparecido porque se había puesto a trabajar con un tío haciendo unos pololos por mientras que estábamos en toma, le faltaba poco pa cumplir los 18, ya no me interesaba escucharlo, se perdió entremedio de la gente, me volé como pico ese día, empecé a tomar, no estaba ni ahí con la música, llegaron unos amigos al rato, seguía llegando gente, casi todos los flaites del curso llegaron, les motivaba harto el rap, estaba contento porque por fin el colegio estaba lleno pero el Chino me tenía el mate acelerao, que weon soy, que weon soy, la tocata duraba hasta como las 1, ya eran pasado de las 11, se me enredaba la lengua y caminaba de lado a lado, me había agarrado el copete, me senté cerca de la entrada del colegio con puras ganas de vomitar, de repente el Chino se sentó al lado mío, ¿Qué paso Camilito, tamos curaos?, me enderecé rápido, andaba solo, no estaba la mina pegada a él, le sonreí, ¿Qué paso wachito, se puso celoso denante cuando le presente a la Yasmin?, me preguntó burlesco, riéndose, me dio rabia, no le respondí, me agarro una arcada grande desde el fondo de la guata, se venía el witreao con ganas, me empezó a sobar la espalda, vomite todo lo que había tomado, de una, sin dolor, me acompaño al baño a enjuagarme el hocico, veis que somos amigos ahora culiao, se reía de mi a cada rato, se me mezclaban las cosas en la cabeza, como estaba curao quería agarrarle el pico, darle un beso, hacerle chupones en la guata, pero me agarraba de su hombro pa no caerme, estay pal pico culiao, vamos a sentarnos al segundo piso pa que te repongai, dijo medio preocupao, me llevo afirmado, subimos la escalera, el segundo piso estaba totalmente oscuro, había harta gente, unos weones fumándose un pito, otros tomando, unos veían los locos del escenario que habíamos armado con las tarimas del gimnasio desde ahí, nos sentamos en una esquina, saco una chela de la mochila y un porro armado del bolsillo, yo no podía más, estaba al borde del cataclismo, quería echarme y despertar renacido, un hombre nuevo, pero estaba ahí sentado en el pasillo oscuro, apoyando la cabeza en la puerta de una sala, ¿oye Chino porque dijiste esa weá de que si estaba celoso?, se cago de la risa, me dijo que estaba weando, yo pregunté con su doble intención, quería convencerlo de que me diera un beso de curao aunque fuera, la maldad del copete, la maldad, me dijo que ella no era su andante, era una weona que se culiaba de vez en cuando, la loca tenia pololo si, habían ido solo los dos a la tocata y el pololo la había llamado, lo dejo tirao, ahí me empezó a buscar pa sacarse un pito por mientras llegaban sus amigos, justo en ese momento le sonó el celular,
era el Broly, el weon que había estado la otra vez en su casa, el Chino cortésmente le dijo que se fuera a la chucha, que se habían demorado mucho y se había ido a bacilar a otro lado, les mintió, le mintió pa quedarse conmigo, eso pensé dentro de la curadera, uno piensa tanta wea junta en esos momentos, no sé si me habré equivocado, no tengo idea, la cosa es que estábamos sentados juntos, nadie más jugaba, ¿oye Camilongo pero, te pusiste celoso o no te pusiste celoso?, ahí me quede de puntitos, me saltaron cosquillas en toda la cabeza, quizá no andaba tan perdido, no weon como me voy a poner celoso si somos amigos no más, ta bien que sea fleto pero no me gustai po, el Chino me cruzo el brazo detrás de la espalda, me abrazo, me cais bien Camilo weon, dijo eso y nos quedamos callados, yo no sabía si quedarme quieto o tirarme del segundo piso, no sabía que paso venia ahora, sabía bien a donde quería llegar, pero como, ¿cómo cresta tenía que hacerlo pa poder bajarle el cierre a este weon?, pa meterle la mano debajo del poleron y tocarle el pecho, morderle un pezón, rasguñarle el cuello, que rabia, él me estaba provocando, que no se diga lo contrario, a este weon le gustaba el webeo, que no se diga jamás lo contrario, que no se me culpe a mí, después no digan que somos nosotros los colipatos los que andamos moviendo el culo por ahí, que somos nosotros lo que estiramos las manos cuando dormimos curados al lado del amigote, él me estaba provocando, había que ser muy weon pa no darse cuenta, estiré la mano y la puse cerca de su pantalón haciendo parecer el movimiento como mera coincidencia, tócalo no más si queris po Camilito, ahí llego el primer combo, me puso sobrio de una, la mano no alcanzo a darse cuenta y ya estaba metiéndose por debajo del botón, no se veía nada, el pasillo estaba totalmente en negro, los locos que estaban tomando parece que se habían ido, empecé a manosearle el pico por debajo del bóxer, no lo tenía parado, me dio un poco de susto, el Chino solo respiraba en mi oreja, le dije que mejor nos metiéramos a la sala, abrí la puerta y nos sentamos en la última esquina, entraba la luna por la ventana y se ponía naranja con los focos de la calle, pero era un miserable reflejo, no alcanzaba a verle ni la cara, solo una silueta media ploma, seguí en mi pega, le desabroche el botón y le corrí una paja, intente darle un beso, me corrió la cara, porque a un weon como el Chino le podis tragar el moco, chuparle el dedo gordo de la pata, pero jamás te van a aceptar un beso, tontera mía, nos tomamos la chela, no comento nada, prendió el porro, un cigarro, dos cigarros, la música se había acabado hace un rato, eran las 1 y media, ni cuenta me había dado, bajamos rápido, yo tenía que ayudar a ordenar algunas cosas, cuando bajamos cachamos que estaba una de las locas del centro de alumnos que llevaba la batuta peliando con unos locos, se habían robado unos parlantes después de que termino la tocata y nadie había visto quien fue porque los que tenían que estar en la puerta estaban raja de curaos, la loca gritaba y gritaba, esos parlantes había que pagarlos, como tan irresponsables, por eso no funcionan las weas, por eso nadie confía en los jóvenes, gritaba, por eso el gobierno no nos pesca, aun creo yo que le pusieron mucho color, la mina era la más enojada, a los dos segundos el Chino se había perdido, se arrancó, yo miraba medio atontao la escena, se me había pasado la curadera un poco, no quedaba casi nada de gente, empezamos a ordenar, los que se querían quedar a apañar eran bienvenidos, apenas pude tirar mi colchoneta me quede raja, en la mañana el colegio era un chiquero, tuvimos que limpiar entre todos, subí al segundo piso a ordenar el pasillo, miraba entre culpable y feliz la puerta de la sala donde habíamos estado apoyados con el Chino en la noche, la sala, la esquina de la sala, y me reía, me sonreía pa adentro, pero me abrazaba un miedo, un calorcito, el angelito del arrepentimiento sentado en el hombro izquierdo, me decía al oído la cagaste, la cagaste Camilito, el Chino no te va a hablar nunca más, ni se va a acercar por el colegio, ni el saludo te va a dar.
Dos semanas más duro la toma, estábamos a mediados de Agosto, los últimos días no iban más de 10 personas en el día, iban algunos a pasar el rato, a tomarse una chela, fumarse el ultimo cigarro de la tarde, en la noche se quedaban 4 a todo dar, yo ya estaba pasando más rato en mi casa, en mi pieza helada, viendo tele, las marchas en el centro seguían, los alcaldes ponían el grito en el cielo, los liceos de niñas, los emblemáticos, todos en toma, las imágenes del guanaco mojando escolares se repetían a cada rato en el matinal, las universidades parecían collage de carteles, lienzos, dibujos, en las calles del centro picaban los ojos, los kioskeros alegaban por los destrozos, cambio de ministros, yo iba y venía del colegio, la neblina se metía por todos los pasajes, se llamó a votación por si seguíamos o no con la toma, 10 votos, 8 no, 2 si, en la mañana ya no habían más sillas apuntadas en la reja, ya no quedaba leña en el tambor, las colchonetas volvieron a la bodega, dejamos el colegio tirado, en la tarde ya habían llegado todos, el director, unos monigotes de la municipalidad, con camiones sacando fierros quemados, basura, nunca, nunca, ni un solo día durante la toma se acercó nadie del colegio a conversar con nosotros, imagino yo que ni siquiera sabían que estábamos pidiendo, habíamos entregado petitorios en la provincial de educación, en la municipalidad, en todos lados, jamás nos invitaron a conversar, a sentarnos en la salita de la muni a tomar café y hablar de lo que queríamos, imagino que el director y todos los demás habrán disfrutado harto el mes de vacaciones que tuvieron, varios colegios se habían bajado de la toma, otros estaban en conversaciones con la directiva, pero nosotros ni por teléfono habíamos conversado con algún pelafustán, los últimos que vimos fueron a los tíos del aseo que estaban el día que nos metimos, dejamos el colegio tirado, dejamos el colegio botado, no sabíamos si quiera si íbamos a volver a clases. Intentaba no pensar en el Chino, desde el día de la tocata no sabía de él, de vez en cuando él publicaba canciones en su feisbuk o comentaba fotos de minas, yo le revisaba el perfil en las noches, me pajeaba con alguna de sus fotos, seguía sin atreverme a hablarle, un cobarde, a los dos días nos avisaron de que estaban limpiando el colegio, que iban a empezar las clases la semana que venía, que el director no pensaba arreglar nada porque según el nosotros habíamos dejado todo echo mierda, ahora teníamos que aguantarnos, estábamos enrabiados pero también desmotivados, un mes de toma y no habíamos conseguido nada, nada, no niego que la pasamos bien pero también hubieron días de mucho frio, de hambre, de dar la cara por todos los alumnos del colegio para nada, nada, nos juntamos en una plaza unos veinte, veinte que estábamos enrabiados con lo que había pasado, las minas de cuarto, los del centro de alumnos, unos del otro segundo, de tercero, fuimos al colegio, sabíamos que el director estaba allá, estaba cerrado con candado, gritamos y gritamos para que nos dejara entrar, salieron los auxiliares y nos dijeron que nos fuéramos o iban a llamar a los pacos, el director no nos iba a recibir, nos metimos por la reja, saltamos y llegamos a la oficina, un auxiliar llamaba a los pacos desesperado, ahí estaba el viejo, maldito, el diablo de terno, el bigote fruncido, las canas, la guata pretenciosa, maldito, un mes de toma y no va a arreglar ni los baños, las cañerías, las salas del segundo piso se llovieron todas, nos echaba, retírense, no voy a conversar con ustedes, salgan, van a ser todos expulsados del colegio, se quiénes son, nos amenazaba, estábamos todos funados, daba lo mismo, había algo más grande, algo más importante, en todo el país habían miles que iban a perder el año por las tomas, pero era más importante seguir, seguir de pie, seguir aguantando, sabíamos que ya vendría la recompensa, estábamos todos esperanzados, o era el deseo adolescente de darle vuelta la mano al destino, quebrarle la mano, rompérsela a combos, a patadas, romperle la cara al director, al poder, la autoridad, el hombre que no escucha al que viene
detrás, que deja en su huella olor a mierda, a mugre, era hacer las cosas diferentes, y estábamos los veinte, gritándole en la cara al hombre que las cosas no podían seguir igual, sentimos una sirena, salimos corriendo por la parte de atrás del colegio, si caíamos detenidos no íbamos a poder hacer nada, mejor arrancábamos y preparábamos el contragolpe, así fue, al otro día el colegio volvía a estar tomado, llevamos gente de otros colegios, organizamos un cacerolazo en el sector, le decíamos a los vecinos que a las nueve de la noche hicieran sonar las ollas, le contábamos a la gente que pasaba que nos querían desalojar, necesitábamos apoyo, más apoyo que antes, vimos que nuestro error fue no hacernos escuchar, en un mes estuvimos casi escondidos adentro del colegio, ahora había que gritar, había que hacer sonar las campanas, que nos escuchara la comuna, el país entero. Durante esa semana se pasearon por el colegio personas de todos lados, locos de colegios de la Pintana, otros del Bosque, dirigentes de colegios de Puente, una agrupación de apoderados de San Bernardo, algunos profes se enteraron de lo que había pasado y nos daban apoyo, nos llevaban cigarros, tarros de jurel, salsas de tomate, hacíamos colectas, pasacalles, me sonó el celular, era el, un viernes, las 4 de la mañana, estábamos todos sentados alrededor del tambor, había harta gente, unos locos que hacían malabares que venían de una casa okupa, unas locas raperas, gente de unos colegios subvencionados del centro de San Bernardo, habíamos pedido ayuda por todos lados, y era el, las 4 de la mañana, quería saber si estaba en la toma, estaba curao y no tenía donde dormir, la historia se me hacía media repetida, llego rápido y le abrí la puerta, me abrazo cuando me vio, te echaba de menos Camilo culiao, caleta que no te veía, me sentí raro, como enojado, medio melancólico, no sabría explicar esa sensación, quería preguntarle porque no se había aparecido antes, ¿qué te creis weon, que te hay creído que me tuviste como tres semanas sin saber nada de ti, que te costaba decirme hola por chat?, quería preguntárselo, pero la garganta se me apretó, no podía andar pidiendo explicaciones, me daba rabia que estuviera ahí solo porque no tenía donde más dormir, si no hubiese salido a carretear, si no hubiese tomado, si tuviera llaves de su casa este cuento sería distinto, pasarían tres semanas más de espera, Camilo en soledad, el tren que se esconde, la neblina, el colegio lleno de gente, sin él, sin él, pero no, ahí estaba, morenito lindo, apenas entramos al colegio le dije que nos acostáramos en una sala de arriba porque abajo estaba lleno de gente, arriba íbamos a estar solos, era mi venganza, todas las ganas apretadas que había tenido en tres semanas, la oportunidad pa sacármelas de encima, subimos las colchonetas, el Chino apenas se podía quedar parado, se le iban los ojos, nos acostamos, prendimos un cigarro, sin decir nada se dio vuelta y se quedó dormido, mas rabia me dio, apague el cigarro y me dormí dándole la espalda, a los minutos me abrazo, me apretó fuerte, sabia a lo que venía, te había echado de menos Camilito, me dijo susurrando, susurrando la noche, la sala helada, se escuchaba el murmullo de la gente abajo, las frazadas no capeaban el frio, pero su cuerpo pegado conmigo eran el mejor remedio para la helada, me empezó a meter la mano por entremedio del poleron, me toco la guata suavecito, se movía torpe, brusco, rápido, torpe, la mano quería entrar en mi pantalón, me agarro la tula, torpemente intentó pajearme, esa sala pa mi era la nube más alta del cielo, la playa más celeste del mundo, ni a mis ochenta, ni a mis noventa años me voy a olvidar de lo feliz que me sentí esa helada noche adentro de esa sala de colegio de San Bernardo, me saco el cinturón, los pantalones se despidieron, se quedaron vigilando la puerta, ya no se metía la luz del foco ni la luna ni ninguna luz, las ventanas se habían empañado, la frazada estaba húmeda, esa noche el beso no fue el problema, me dio tantos besos, me mordía las orejas, tres semanas, tres semanas que me
había aguantado hablarle, llamarlo, buscarlo, ir a comprar porros a su block, valían la pena, hubiese esperado cien años si era necesario, la noche se quebró de repente, ¡los pacos! ¡Los pacos cabros, hay que virar! ¡Nos vienen a desalojar!
Tiramos la frazada lejos, nos pusimos los pantalones lo más rápido que pudimos, el Chino chocaba torpe contra las mesas, no encontraba las zapatillas, abajo gritaban que había que irse, los pacos estaban entrando al colegio, iban a cortar las cadenas, iban a echar la reja abajo, eran casi las 5 de la mañana, habían esperado a que estuviéramos durmiendo, salimos de la sala y corrimos por el pasillo, yo iba a bajar la escalera pero el Chino me dijo que no, que el sabia donde nos podíamos esconder, no nos iban a pillar nicagando. Entramos a una sala chica de no sé qué curso, cerramos por dentro con pestillo, no había que hacerlo tan sospechoso, cachamos que los pacos ya habían entrado, se escuchaban más gritos afuera, ¡suéltame paco culiao, perro culiao!, una mina ladraba fuerte, quería ir y pegarles con una mesa en la cara a todos los culiaos, pero el Chino me decía que había que esconderse arriba, la sala tenía una ventana que daba justo a una parte de la muralla donde podíamos subir al techo del colegio, este weon se las sabia por libro, tenía grabado en la cabeza cada uno de los laberintos por donde se podía arrancar, me saque el loto, pusimos el pie firme en el ladrillo y llegamos al techo, había una parte plana donde podíamos sentarnos, las latas sonaban, nos pusimos de guata y mirábamos al patio, se veía la calle también, éramos espectadores preferenciales del desalojo, afuera habían dos carros, una patrulla y como 10 pacos, tanto color pa un puro colegio, el Chino quería gritarles algo, se aguantaba, se mordía el labio, vimos que se llevaron como a cinco locos detenidos, los otros se habrán arrancado por la parte de atrás, o estarán escondidos igual que nosotros, lo único que sabíamos es que teníamos que quedarnos ahí, callados, piolitas, si nos pillaban nos íbamos a ir juntos al calabozo otra vez, estaba lloviznando, me acuerdo tan bien, esa llovizna molestosa que te moja la nariz, las pestañas, y faltaban horas pa que amaneciera, el Chino me abrazo, shhh, shhh, callaíto Camilo, no metai ruido que las latas suenan caleta, ahí me escondí entre su cuello, me imaginaba que el Broly o alguno de sus amigos nos pillaba en esa escena, me iban a sacar la chucha por maricón, pero tenía un olor tan rico, a cigarro perfumado, a talco, no sé, nos quedamos abrazados harto rato, los pacos seguían en la entrada, los carros se fueron, llegaron más patrullas, unos autos particulares, queríamos que se fueran luego pa bajar del techo y poder irnos a la casa, conversábamos bajito, sabíamos que iban a revisar todas las salas pa ver si había alguien escondido, estuvimos hasta las 12, hasta las 12 del día en el techo, iba a empezar a llover, las patrullas se habían ido hace harto rato pero nos habíamos quedado medio dormidos, cuando nos dimos cuenta que los autos particulares se iban bajamos altiro, nos metimos callados de vuelta en la sala, cruzamos el pasillo y saltamos la reja sin mirar pa ni un lado, corrimos, corrimos los pasajes, habían pacos cerca, por la parte de atrás del colegio habían unas patrullas, seguramente se iban a quedar haciendo ronda pa que no volviéramos a tomarnos el colegio,
llegamos a la placita donde siempre nos poníamos a fumar, la volaita Camilo, la volaita, me decía a cada rato, estábamos cansados y cagados de frio, le dije que si quería podía ir a dormir a mi casa, mi vieja llegaba siempre en la tarde, que se podía bañar, le prestaba algo de ropa y podíamos comer algo, partimos Los Morros abajo, casi llegando a Mariscal, mi casa tenía el desorden de siempre, apenas llegamos se metió al baño, ni siquiera me pidió ropa, yo me cambie la polera y los pantalones que estaban húmedos, me hice un pan y me tire en el sillón, se demoró un rato, prendí la tele y me quede pegado, más de 20 colegios habían sido desalojados en todo el país, los alcaldes de Ñuñoa y Santiago Centro lideraban la misión, se paró al lado mío, con la toalla en la cintura, no tenía la cadena de plata pero el pecho moreno que tanto me adornaba los sueños estaba al frente mío, se tiró encima, animal enjaulao, nos comimos, ni permiso me pidió, el Chino se quedaba callado, esa vez, como muchas otras, no decía nada, ni cuando me mordía las orejas, ni cuando me metía los dedos, ni cuando terminábamos, se quedaba callado, supongo que intentaba hacer como que nunca había pasado, y yo sabía que no lo iba a dejar irse tan rápido, no lo iba a dejar que se me arrancara, me gustaba, me calentaba, me sentía seguro cuando estaba con él, pero como todo chiquillo fleto ilusionado sabía bien que ni cagando me iba a presentar como su andante, ni me iba a dedicar canciones, ni me iba a regalar un peluche pal día del amor, la rutina era que yo lo sacaba del apuro, él se entretenía hablándome de tonteras, nos fumábamos el pito en cualquier plaza, quizás lo podía ayudar con las materias, si quería hacer la cimarra lo podía acompañar, si yo quería ir a una marcha también lo iba a invitar, pero nada más, nada más, pasar la calentura y después sentarse derechitos en la sala de clases. Está demás decir que esa tarde la pasó bien, se fue como a las 6 antes que llegara mi mamá, me quede mirando la ventana sin pestañear como dos horas, no volví a saber de él hasta que volvimos a clases, estas weas son puras tristes coincidencias, cuantas historias iguales no hay por todo Chile, cuantas veces un hombrecito curao no se ha culiado a un maricon, me daba rabia pensarlo, la fantasía de todos, cuantas veces no me pajié con las fotos de weones como el, y ahora que me tocaba me sentía el escolar más triste del país, el clima no ayudaba, la lluvia, la ventana todo el día empañada, el colegio que ya no endulzaba alegre rebeldía, había vuelto a ser la misma comisaria, el mismo retén de siempre, con sus horarios normados, los uniformes cochinos, la basta, el libro que tenía tanta anotación, lo pillamos fumando marihuana en el baño, alumno conversa demasiado no permite hacer la clase, alumno que llega atrasado, alumno que se fuga del establecimiento, que rabia, que rabia sentirle el olor del perfume atrás de la sala, que rabia de mierda verle el bigote al director que nos había echado a lumazos del colegio y se llenaban la boca en el año que su única razón de ser era el futuro de Chile, los niños, las niñas, el futuro de Chile,¡ el presente viejo de mierda, el presente viejo culiao!, viejo culiao, viejo culiao, quería pararme en todas las clases y apuñalar en la guata a todos los profes, a todos los inspectores, quería salir arrancando, agarrar al Chino del brazo, obligarlo a que me diera un beso al frente de todos sus amigos, de todos los matones culiaos, de todos los flaites culiaos que tanto se reían de los mariconcitos pero andaban todo el día agarrándose el culo, refregándose las tulas entre
ellos, punteándose, tocándose los pezones, ¿me han visto a mi alguna vez, maricón asumido, tocándole el culo a otro compañero?, pero no, ellos seguían siendo los reyes de la selva, y yo el weco del segundo B. Con el odio a flor de piel empecé a faltar al colegio, no iba, me quedaba en la casa, sabía que me iban a echar de todas maneras, ese iba a ser mi último año ahí, se asomaba Septiembre, estaba a punto de repetir por inasistencia y por notas, muchos iban a perder el año luchando, y yo ahí tirado en mi cama viento la ventana, pensando en el Chino, no podía perder el año por pena de amor, por rabia, deje de faltar, me aleje de él cada vez más, lo saludaba, de repente me metía conversa, pero ya no habían porros en la plaza, ni marchas, ni dedos en el culo, ya no había nada, en ese tiempo empecé a salir con algunos locos, quería sacarme al Chino de la espalda, de todos lados, pero no resulto, al final terminaba volviendo al mismo ciclo, llegar del colegio, meterme a su feisbuk, ver las fotos que no cambiaba nunca, desabrocharme el cinturón, bajarme el cierre del pantalón gris de colegio, pajearme cambiando las fotos de sus vacaciones, las fotos frente al espejo, fumando con el Broly, y las cambiaba, cuando terminaba de pajearme me agarraba una angustia negra, densa, como petróleo, me envenenaba entero, cerraba el computador con más rabia. Un día me hablo por feisbuk, oye Camilongo, ¿Por qué tan pesao conmigo? ¿Qué te hice?, me hice el weon, le respondí que estaba chato del colegio y que sabía que me iban a echar, que por eso andaba medio bajoneao, me dijo que nos juntáramos en 20 minutos en la plaza de siempre, era sábado, atontado tome la micro y llegué antes, se veía tan rico, con un buzo apitillado, un poleron negro, sus ojitos chicos, ese intento piñufla de barba, tres pelos en la pera, y el olor a colonia sin nombre, porque nunca he podido saber que mierda de colonia usaba, se sentó en la parte de arriba de la banca, empezamos a conversar del colegio, de los ataos que habían pasado, me dijo que él estaba pensando en irse a hacer el servicio el año que venía, cumplía los 18 en diciembre y parece que ya no podía seguir en el colegio, además adentro del servicio iba a poder terminar tercero y cuarto, después seguir estudiando, no lo tenía claro, el Chino a pesar de ser un weon desordenado, molestoso y choro con los profes, se había puesto las pilas, tenía ganas de terminar el cuarto, a mí me importaba una raja, solo quería tenerlo cerca el mayor tiempo posible, cuando lo veía se me olvidaba toda la rabia que me daba a veces, probablemente terminando ese año no lo iba a ver más, a menos que me lo encontrara cuando fuera a comprar pitos, o en la micro, pero no era lo mismo, yo lo quería amarrado al lado mío pa siempre, me invito a su casa, yo supe altiro a que íbamos, yo aceptaba ese trato, aceptaba lo que era, estaba solo, pasamos toda la tarde culiando en su pieza, puso fuerte la radio para que no escucharan los vecinos porque en su block no habían secretos, ni una intimidad, menos dos weones quejándose, se iba a enterar toda la comuna, cuando terminamos me dijo que su vieja se había ido al sur o no sé a dónde, que iba a hacer un bacile en la noche, iban a ir unos amigos, que me quedara si quería, tonto yo, tonto le acepté, acaso este weon no pensaba en que cuando llegara el primer amigo iba a preguntar altiro que hacíamos juntos los dos, que habíamos hecho toda la tarde juntos, limpiar el departamento acaso, pero el Chino parecía sin preocupación, o le importaba poco o era muy weon, iban a ser casi las nueve, me pidió que lo acompañara a
comprar unos porros, cigarros y unas chelas, bajamos y fuimos a la botillería, andaba harta gente en la calle, los ladrillos rojos del block nos refugiaban un poco, me fume un cigarro como desesperado, no quería que llegaran nunca sus amigos, que no llegara nadie, que nadie nos viera comprando, esos meses tenía el revoltijo en la cabeza, en la guata, ese día no era la excepción, me sentía mareado, me sudaba la frente, los ojos me pesaban, el Chino miraba de reojo, como si no pasara nada, tenía el don de poner cara de desentendido, en la esquina nos encontramos con unos amigos, eran amigos del barrio así que no sabían de nuestra distancia en el colegio, ni de que nuestra amistad no tenía ningún sentido, subimos al departamento, la música apareció de repente, se llenó en dos segundos de humo el ambiente, siguieron llegando amigos, unas minas del curso que me caían bien, hable harto rato con ellas, les dije que me había encontrado al Chino en la tarde y me había invitado, me sentía raro, mi pinta desabrida, mi polerón desteñido, prefería tomarme una chela en la plaza con mis amigos, el Chino nunca se había interesado mucho en mí, en mis gustos, en lo que me pasaba, siempre era escucharlo a él, hablar, hablar, tirar tallas, me gustaba escucharlo, no le voy a mentir a nadie, me encantaba escucharlo, pero yo parecía pasar a segundo, tercer plano, nunca le dije que me gusta el ska, que me gustaba dibujar, que estaba aprendiendo a hacer malabares, o yo habré sido muy complaciente, perkin, eso quería el chino, un putito perkin a quien culiarse y que no alegara mucho, si pensaba eso me estaba mal entendiendo, no cachaba nada, pensaba en eso mientras miraba fijo un tajo en el sillón, las locas hablaban entre ellas, la puerta se abrió brusco, era el Broly, él y dos weones más, me asuste, nunca me había mirado con buenos ojos ese reculiao, mal culiao, me saludo de mala gana como siempre, Chino no sabía que habiai invitao a tu polola, dijo el feo culiao, el Broly era grandote, andaba con una chaqueta de cuero, arrollao huaso parecía el mono culiao, que ganas de haber sido igual de grande que él y haberle pegao su buen combo en locico, atine a ponerle cara de que la broma estaba más que fome, el Chino se cago de la risa, ya que estaba ahí tenía que aprovechar de tomar, empecé a curarme, el Chino andaba pendiente de cualquier cosa menos de mí, al final termine hablando con unos locos bien buena onda, eran tela, tiraban tallas, hablamos de las marchas, ellos no cachaban mucho, les conté que habíamos estado en toma, toda la cosa, ellos no iban al colegio, no quise preguntar mucho, paso el rato, entre que fumamos, unos weones se pegaban unos saques al lado mío, las minas que ya estaban arriba de la pelota, no sé dónde cabía tanta gente en ese departamento tan chiquitito, o a mí me parecía que era harta gente, no sé, la cosa es que no costo mucho que se pusieran a bailar, yo me quede en el sillón, el Broly se sentó al lado mío, así que ahora andai de amigo con este weon del Chino, cuidaito maricón no te lo vayai a jotear mira que mi hermanito no es ná como vo wequito, ándale vio, las palabras del Broly me resonaron cual tambor, cual batucada, cual sirena de paco, se paró del sillón y se puso a bailar, no atiné a nada, me quede quieto, quería irme, quería salir corriendo, fui a la pieza del Chino, agarre mi mochila y me fui, no se dio cuenta, una de las minas del curso me vio y me dijo que me fuera con cuidao, baje la escalera más que rápido, me fui caminando echo un peo, ya no habían micros a esa hora, las que pasaban iban apagadas, tenía que caminar hasta mi casa, era harto el pique, pero prefería eso a quedarme ahí,
aguantando tanta mierda, el Chino por su lado, andaba pelándose con una loca y más encima el Broly diciéndome esa weá, se terminó mierda, no hay más Chino, ni Chino ni ninguna wea, que se muera el culiao, muérete culiao, que se acabe luego el año, no toi ni ahí con verlo más, me repetía, me repetía y me intentaba convencer, que ingenuo Camilito, en el fondo sabía que el lunes en la sala lo iba a mirar con los ojitos brillantes, morenito lindo, morenito lindo iba a decir, pero a esas 5 de la mañana quería correr y llegar a la casa, a llorar, cual maricón derrotado. Me puse a llorar caminando, no estaba ni ahí con que fuera de noche, con lo peligroso que era irme solo, no estaba ni ahí, me demore caleta en llegar a la casa, que amarga la noche, que triste Camilito, que triste te veis tirado en la cama, no había nadie a quien contarle, no le había dicho a nadie lo que pasaba con el Chino, con quien me podía desahogar, preferí quedarme dormido, el lunes al colegio, practique la mejor cara de indiferencia, bajándome de la micro estaba el sentado en el paradero, esperándome, si, estaba esperándome, ¿Por qué te fuiste sin despedirte el otro día Camilongo?, ¡porque eri un hijo de perra culiao y yo no soy perkin de niun reculiao!, me dieron ganas de gritarle eso pero me la mordí, una vez más, la lengua ya no me aguantaba más mascadas, es que taba medio aburrio no más y tenía sueño, le dije, intente seguir hacia el colegio pero el Chino me agarro del brazo, vamos pa mi casa me dijo, no weon, no quiero ir más pa tu casa le respondí, ¿Por qué estay enojao Camilo, querí que conversemos?, suspiré, respiré, inspiré, boté todo el aire, ya vamos pa tu casa y conversamos, nos fuimos caminando, ese día alumbraba un tibio solcito, no alcanzaban a ser las 8 de la mañana, me salía vapor al hablar, el Chino dejaba su olor a colonia cuando caminaba, Chino sabí que no quiero seguir weando contigo porque tengo miedo a engancharme, esa es la pura y santa verdad y no quiero tampoco que me busquís más porfa, no toy pal webeo de nadie, no quiero tampoco ser el weon con el que te sacai la calentura, el Chino se quedó mirando al solcito, soplaba como si estuviera fumando, el vapor se esparcía, se alargó un poco el silencio y la soltó, sabí que Camilo toy cagao de susto, de hace harto que me atraen los weones pero nunca me había atrevío a hacerlo con uno, vo hay sio el primero y sabi que me gustó la weaita, pero no quiero ser weco ni que me digan que soy maricón ni ninguna de esas weás, obvio que yo lo entendía, le mire los ojitos, los ojitos chiquititos que tenía miraban a cualquier lado, se disparaban pa todas partes, me dio pena, más pena que yo mismo, por eso se hacía siempre el weon, por eso nunca me hablaba nada, se estaba callando él solito, se estaba haciendo el sordo, no se quería escuchar, le puse una mano en la espalda, saque una cajetilla de cigarros y le convide uno, subimos al departamento y cerró con llave por dentro, nos sentamos, nos quedamos mirando y le di un beso, el mejor beso, el verdadero primer beso con el Chino, ni uno de los que nos habíamos dado antes contaban, ni uno, ¿Por qué conmigo Chino, que wea me viste a mí?, le pregunté, nada Camilo weon, fue de envolao no más, sabía que tu erai así, yo siempre me dije a mi mismo que no podía sentir weas por un loco, que eso estaba mal, pero cuando tu empezaste a hacerte amigo mío no sé qué paso, además contigo puedo hablar de todo, puedo contarte mis weas, me haciai sentir bien y ese día en la toma me lancé porque sabía que no te ibai a negar, siempre cache como me mirabai, ese día en la marcha me di
cuenta que algo te pasaba también y me lancé no más. No sabía qué hacer ni decir, por un lado me ponía contento, el Chino se estaba sincerando, por fin entendía mil weas, dejaba de entender otras tantas, pero por muy linda la historia nada iba a terminar bien, podíamos hacernos los amigos frente a todos, comernos las mañanas de cimarra, y después, después qué?, cada uno en su pieza mirando la ventana, preferí dejar de preguntarme tantas cosas y entregarme, abrazarlo, decirle que adentro de esas paredes pintadas a medias nada malo nos podía pasar, así pasaron los meses, casi día por medio se iba a mi casa después del colegio, separados claro, llegaba a su casa y desde ahí tomaba la micro de vuelta a la mía, nadie iba a sospechar, yo no iba a la suya porque le daba susto que me vieran mucho sus amigos de la población y empezaran a cahuinear, en el colegio nos saludábamos, de repente almorzábamos juntos, a veces nos tocaba hacer trabajos, dejamos de faltar al colegio porque los dos estábamos a punto de repetir por inasistencia, un día mi mamá llego temprano y nos pilló, menos mal estábamos tomando once, le dije que había ido a hacer un trabajo, lo atendió como rey, empezamos a salir, nos juntábamos en la Cisterna y de ahí nos íbamos juntos pa la Bandera, al parque, nada de besos, ni andar de la mano, solo salíamos, conversábamos, me empezó a conocer, por fin podía preguntarle sin susto que opinaba del gobierno, de la educación, que quería hacer saliendo del colegio, que sentía por dentro, que cosas le daban rabia, el Chino estaba solo en el mundo, igual que yo, con amigos que solo creían conocernos, todo el día solo en la casa, pero ahora nos teníamos, a nuestra forma, pero nos teníamos, una vez fuimos al cerro Chena, subimos bien alto, se veía casi todo Santiago, eran como las 6 de la tarde, el cerro estaba un poquito menos amarillo que lo habitual, el sol se estaba anaranjado y corría un viento lento, todavía cuando me acuerdo me dan ganas de llorar, tengo la escena grabada, tan cerca, su piel brillante, el polerón negro, el olor de siempre, la cadena de plata, mis manos heladas, nadie cerca, los buses que paraban en Colón se veían a lo lejos, te amo Camilo, te quiero mucho, titubeó, se le enredó la lengua, pero lo había escuchado clarito, se le resbalo afuera de la lengua un te amo dudoso, sincero, reprimido, pal verano vamos a tomar un bus y nos vamos a ir pal sur Camilongo, bien lejos, los dos solitos.
Quedaba poco para que terminara el maldito año, íbamos a tener que recuperar el tiempo que estuvimos en toma así que lo más probable es que saliéramos casi pa año nuevo, no quedaba de otra, lo único que cambio en el colegio fue que le dieron unas manos de pintura a las paredes de afuera, arreglaron todos los baños, cambiaron unas colchonetas, cambiaron las latas viejas y los pizarreños de las salas de arriba que se llovían, nada más, nada más, entre todos sabíamos que se venían varios años de lucha por delante, sinceramente poco importaba, la desesperanza era otra compañera de curso más, acaso nos iba a alcanzar si quiera pa entrar a la universidad, era un sueño no más, eso de la educación gratuita sabíamos que a nosotros poco nos afectaba, de seguro la mitad saliendo de cuarto se iba a poner a trabajar, la otra mitad si es que terminaban el cuarto iban a entrar a algún instituto
que no pidiera puntaje, trabajar y estudiar, la historia del siglo, el cuento de tantos por el país. Además quedaban un par de año pa eso, más nos interesaba que el agua de las goteras no nos mojara los cuadernos en invierno o que la caca no se arrancara de los baños, a mí en ese entonces más me importaba que el Chino no se olvidara nunca de mi existencia, que no me dejara de querer, los ojos me brillaban todos los días, me daba lo mismo que la cuestión fuera secreta, me daba lo mismo, estaba feliz, íbamos a comer completos a Gran Avenida, nos juntábamos los fines de semana y íbamos al persa del 40 a comprar tonteras, yo le prestaba libros con la esperanza de que pescara alguno, al final los paseaba en la mochila semanas hasta que terminaba quitándoselo, a veces en las tardes yo ponía alguna película, nos quedábamos acostados, abrazados, él nunca le ponía atención a la película, me decía que eran fomes, prefería las de acción, yo ponía cosas rebuscadas, faltaban días pa mi cumpleaños, iba a cumplir 16, de vez el cuándo el Chino parecía desentenderse del mundo, volvía a hablarme como en los primeros días, con ese tono coqueto pero manteniendo la distancia, la amistad, yo le buscaba los ojos cuando hablábamos, él corría la mirada a cualquier parte, susto, se le notaba el susto en el pelo, y yo haciéndome el tonto, prefería que se muriera de susto a que se me arrancara, 16 años, el día de mi cumpleaños no se apareció por ningún lado, fue un sábado, me dejó un mensaje por feisbuk, ese día solo estuve en la casa con mi mamá, el domingo tampoco supe nada de él, en la semana inventó excusas pa no ir a mi casa, yo era bueno haciéndome el indiferente, no me costaba mucho, por dentro se me derretían los pulmones, el corazón bajaba a la guata y lo deshacían los ácidos, el hígado pal cerebro, la cabeza en el culo, se me revolvía el cuerpo entero, pero ponía mi mejor cara paliducha, tiesa y sin sentimiento, el Chino se sentía cómodo con que no le diera tanto color, a los días volvía cual curado arrepentido a mi pieza, cabros chicos los dos, intentaba no pensar tanto en lo que podía venir después, en si el Chino se iba al servicio, en si yo me cambiaba de colegio, si nos íbamos a separar, no pensaba mucho en eso, tampoco le preguntaba a él que pensaba al respecto, la cosa iba en culiar, darnos besos y tomar once viendo tele, sentarnos en los puestos de siempre, fumarnos un porro en la placita. Segundo medio pasó, no me había invitado a carretear con él desde ese día que salí corriendo de su casa, yo tampoco lo invitaba a bacilar con mis amigos porque sabía que no se tenían buena, ese día que salimos de clases me dijo que iba a ir a tomar a una plaza con algunos compañeros, las locas que me caían bien de su grupo y otros weones, le dije que si podía ir con algunos de los locos con los que me juntaba, al final fuimos casi todo el curso, compramos harta chela, vinos, los porros corrían, saltaban entre las bancas y los juegos de la plaza que nos hacían de asiento, era viernes, hacía mucho calor ese día, no costó mucho para que las enemistades desaparecieran, muchos se iban del colegio, mi futuro era incierto, nunca me dijeron si me iban a echar, poco me importaba si el Chino ya no iba a estar sentado atrás en la misma sala que yo, algunos decían que no iban a seguir estudiando, los que nunca hablaban en la sala ahora se pasaban la chela, siempre es así en todos los cursos, al final de la guerra todos tan amigos como siempre, o eso creo yo, el Chino seguía bien su personaje, lo miraba y pensaba ¿alguno de estos weones se imaginará que le chupo el pico a este culiao al menos día por medio?, la tarde siguió su camino, algunos se iban, yo estaba con el hocico prendido hace rato, una de las locas dijo que se podía sacar la casa para que carretearamos, el Kako y mis otros amigos se iban a ir a tomar piola a la casa de otro weon, yo prefería mil veces irme con el Chino, les dije que no podía, que iba a estar un rato más en la plaza y después me iba a entrar, mentira, mentira de las mentiras, iba a partir
corriendo donde fuera el Chino, aunque fuera pa mirarlo de reojo en algún living oscuro inundado de reguetón, todos empezaron a llamar amigos, la cosa se venía buena, claro, vinieron los del otro segundo, el Broly, algunos locos de tercero que se comían a mis compañeras, así iba el cuento, tomamos la micro, se me habían mareado un poco las piernas, ya me sentía más cómodo, tenía la fianza de que eran mis compañeros, no era un infiltrado como las otras veces, íbamos a la casa de la Tania, ella iba media waila, llenamos la mitad de la micro, nos pusimos a fumar, el vino jamás se acababa, como buenos cabros chicos hablábamos fuerte pa que nos escuchara la micro entera, llegamos y se llenó el patio chiquitito, el living también, me senté afuera a hablar con las amigas del Chino, a la finales todos terminaron bailando, como yo era medio ñurdo pal perreo siempre me quedaba hablando de cualquier cosa con los que tampoco bailaban, entre webeo y webeo una de las locas me obligo a bailar, intente como pude seguirle el ritmo a Don Omar, el Chino estaba a poca distancia mía tomando de la cintura a la dueña de casa, me hirvió la mierda, sentí celos, celos bien tontos, estaban bailando, nada más, el copete me agarro rapidito, llegaron unos autos, más gente, el Broly me miraba de reojo de vez en cuando con esa cara de bastardo que tiene, al rato me sentía pal pico, estaba volao y curao, el Chino no me perdía el paso, de repente se me perdió de vista, estaba en el baño vomitando, entré y le sobé la espalda, le limpie un poco la boca, tiré la cadena, una por otra, él me había ayudado en la misma hace tiempo, lo senté en el suelo, estaba pa la caga, no podía modular, te quiero Camilo, te quiero decía y cerraba los ojos, buscaba apoyar la cabeza pa atrás, preferí llevarlo a acostarse porque no podía dejarlo ahí, le pedí a la dueña de casa que me prestara una cama pa poder dejarlo, abajo todos estaban más vivos que nunca, eran recién las 3, cuando lo tire en la cama le saque las zapatillas y lo acomodé, tenía en mente bajar a seguir carreteando, total el Chino estaba en calidad de bulto, de muerto, pa que me iba a perder el webeo, me agarró fuerte del brazo y me dio un beso, le dije que se quedara tranquilo que podía entrar alguien, ¡no me importa weon, no me interesa que nos vean!, quede de piedra, estaba curao, no podía tomarlo en cuenta, pero estaba diciendo lo que quería escuchar hace tiempo, me toque la cara y volví a tierra, era solo un curao más diciendo tonteras, bajé rápido, la hora pasó, muchos se iban, otros estaban muriendo en los sillones, el suelo igual servía de cama, me apure en subir pa poder dormir con el Chino, o por lo menos cerca de él pa que nadie se aprovechara de su estado, habían varias en ese carrete que se lo querían servir con mayonesa, justo estaba solito en la cama, me senté a sacarme las zapatillas y en eso entró don Broly, perro culiao, con una loca, se iban a tirar a dormir en el suelo, a los pies de la cama, no me pregunto nada, porque iba yo iba a dormir con el Chino, nada, el culiao sabía exactamente lo que quería que pasara, me acosté, acomodé la cabeza, me zumbaban mil pitos, ya no había música, pensé que el Broly y la loca iban a culiar pero se quedaron callados altiro, la pieza se me movía, la cama me daba vueltas, tenía la boca caliente, la cara humeando copete, por la ventana entraba el reflejo azulito de la luna, unos murmullos corrían en las otras piezas, me quedé dormido, al rato sentí una mano caliente intentando bajarme el cierre, me punteaba despacio, el Chino había despertado del sepulcro con ganas de toquetearme, era zona peligrosa, con el Broly a un metro no podíamos empezar a delatarnos, le pegue como tres codazos para que se quedara quieto, lo intentaba separar con las piernas, lo empujé, el Chino insistía, me intentaba abrazar, el calor de los cuerpos moviéndose, peleando entremedio de la curadera, estaba transpirando, le murmuraba bajito, córtala Chino, date vuelta, no me hacía caso, el Broly se paró, prendió la luz sin aviso, hasta ahí llegó el webeo, ¿Qué wea están haciendo jiles culiaos?, me destapé rápido para que viera que no había nada adentro de nada, este weon del Chino que no se
queda quieto y no me deja dormir weon, le respondí, tiritando, ya veía el combo de 90 kilos, el puño del Broly enterrado entre mis cejas, claro que iba a pensar que era yo el que estaba manoseando a su amiguito, supiera el culiao, supiera, la cosa iba al revés, me paré y me fui a dormir abajo en el suelo, el Broly quedo cachúo, no dijo nada más pero estoy seguro que ese weon andaba aguja con nosotros. El primer rayito de sol me toco los parpados, esa lucecita molestosa de la mañana, la mañana en casa ajena, las colillas de cigarro repartidas por el suelo, el suelo pegajoso, las marcas de las zapatillas, una pareja durmiendo en el sillón largo, los vasos con conchos de copete encima de la mesa, el campo de batalla, todos los cuerpos repartidos por la casa, era el primero en despertar, estaba justo frente a la ventana así que el sol entro directo a pegarme su charchazo, como pude me levanté al baño a lavarme la cara, me mire al espejo pensando en que algún día la cosa se iba a salir de control, algún día lo iban a ver entrando a mi casa en la tarde, el Broly hace rato sospechaba, claro, había que ser harto weon pa no sospechar nada, quería salir corriendo, salte la reja de la casa que estaba con llave y me fui, me fui caminando a mi casa, era un pique largo, cuando llegue intente dormir y no pude, no pude, me daba vueltas, pensaba en que no había futuro, en que nada iba a resultar nunca, en que nunca debí haberle metido la mano en el bóxer, nunca debí haberle bajado el cierre, el celular me sonó a eso de las 2, hacía calor, faltaban pocos días pa la navidad, me dijo si quería acompañarlo a la feria navideña, necesitaba comprarle un regalito a su mamá, de pasá podíamos tomarnos unas chelas, había promoción en la botillería, yo me pegaba en la guata y sonreía, no podía decirle que no, su voz coqueta, ese tonito, como haciéndose siempre el tonto, y yo enojándome conmigo mismo, con nadie más que conmigo, nos juntamos, recorrimos un poco de la feria, al rato estábamos chatos del calor, el cemento derretía las zapatillas, sentía que en cualquier momento se me pegaba la polera a la piel, partimos volando a la botillería, nos sentamos en la cuneta terminando la feria, tomamos, nos reímos del carrete, le dije que me había puesto celoso de la weona, le dije que me había venido temprano porque estaba incomodo, le dije que intent culparme en la noche estando el Broly al lado, se le pusieron los ojos de plato, le costó tragarse la chela, ¿Qué wea? ¿cachó algo el Broly?, me preguntaba preocupado, según él no se acordaba de nada, lo tranquilicé, la media salvá, seguimos tomando, toda la tarde, andaba con plata, nos habremos tomado una java entre los dos, la gente pasaba y pasaba, comprando cachivaches, que las películas piratas, que las barbies pelichoclo, que el robot, todas las tonteras que después terminan arriba del techo, las viejas con coche, el olorcito a empaná de queso, tomamos y tomamos, la feria navideña parecía pasarela, todos lucían la mejor pinta, no faltaron las peleas, unas ofertas de balazo, otros ofertando puñalás, nosotros con el poto pegado a la cuneta, la mano pegada a la cerveza, mientras nos íbamos curando el Chino se ponía más cariñoso, yo lo evitaba, estábamos sentados en la calle, había que guardar las composturas, las composturas dice el lindo, las composturas, no podíamos andar dándonos agarrones ahí mismo, o yo era muy cartucho a veces o el Chino muy lanzado, me dijo al oído que se había calentado, el sol empezaba a bajar, no podíamos ir a mi casa porque estaba mi vieja, en la suya igual, caminamos y caminamos hasta la multicancha que estaba cerca, detrás de unas maderas nos pusimos a comernos, mirábamos rápido a que no viniera nadie, no se veía nada porque parece que era bueno el escondite, le baje rápido el buzo, me sabia el recorrido de memoria, no alcancé a estar ni dos minutos en la pega y se me subió los pantalones rápido, se asustó, parece que venía alguien, era un pastero, nos fuimos de ahí, se no fue la calentura, pasamos a comprar unos porros, ni uno de los dos quería entrarse, siendo sincero, bien sincero, la pasaba muy bien con mi morenito, nos reíamos de
tanta wea, sentados en la cuneta de la feria nos reíamos de la ropa de la gente, de lo ridículos que se veían comprando tonteras que después iban a terminar mordidas por el perro, de cómo se gastaban los pocos pesos que ganaban en cuestiones de plástico inservibles, en lucecitas colorinches, en petardos, pa meter bulla, pa decir aquí estoy, aquí estamos, parece que a nadie le importa, a nosotros no nos importaba, igual el weon iba a comprarle algún engañito a la mamá, pero la plata se había ido en tomar conmigo, después veo de donde saco algo decía, nos fuimos a una plaza cerca de su casa, tanta plaza testigo de nuestro amor cabrito chico, tanta micro que nos vio tomados de la mano en los últimos asientos, parece que eran los únicos que podían saber que nos dábamos besitos, las micros, las plazas, los paraderos, nadie más, y pasó la hora, se nos hizo más y más tarde, poco entendía de la vida a esas horas, tanta chela, tanta chela, nos estábamos volando, se paró a hacer pichi, paró un auto con la música a todo chancho al lado de la plaza, el diablo y su compañía, ¡wena hermanito Broly! ¿que anday haciendo?, le preguntó el Chino a satanás, andaba con dos weones más, el Chino igual los conocía, se pusieron a conversar parados, yo estaba a un metro sentado en la banca intentado no mirarlo a ojos, me podría el alma mirarle la cara a ese culiao, inevitablemente me saludó, se sentaron a orillas de la banca, nos pecharon chela y pito, estabai bien curaito anoche Chino, este weon parece que te estaba corriendo mano, soltó de la boca el perro Broly, los dientes, el olor a perfume, su gorro negro nuevecito, cruz invertida, me nació el odio desde la guata, lo miré de pies a cabeza, respire hondo y pensé en cualquier tontera, el Chino se cagó de la risa con su comentario culiao, no pasa ná hermanito Broly si yo me acuerdo de too, dijo el Chino, el Broly andaba con ganas de wear, de wearme, de wearnos, no vaya a ser que este mariconcito lo de welta Chinito, ¿Cómo que mariconcito bastardo culiao?, me paré de una, no iba a dejar que el weon me tirara tierra en los ojos como si nada, ¿a quién le decir mariconcito perro chuchetumare?, el Broly empezó a decirme weas, no quiero repetir, la escena pasa rápido cuando la recuerdo, más encima con 12 litros de chela en el cuerpo que no se me pida acordarme bien, sé que estábamos frente a frente, el Chino intentaba calmar las aguas, que no fuera a pegarme, estábamos claros que el Broly me sacaba la chucha en dos tiempos, me iba a dejar durmiendo en la gravilla, ¡tan vios que se andan comiendo los dos fletos culiaos, maricones culiaos cochinos!, eso fue lo último que escuche salir del hocico de mi querido amigo Broly, el Chino lo molió a combos, los amigos del culiao que lo acompañaban se tiraron a pegarle al Chino, lo tenía agarrado, lo habían tenido con bozal a ese perro, me acuerdo y no puedo dejar de verlo como un perro enrrabiao, con espuma en el hocico, el Chino saltó con los puños cerrado a la cara del culiao, lo molió, insisto, lo molió a combos, no hay otra forma de describir al Chino esa noche, yo como podía le pegaba a los weones amigos del Broly pa que lo soltaran, con el Broly en el suelo y el Chino al lado, le dije que nos fuéramos, los weones agarraron al Broly y lo echaron al auto, claro que las amenazas se escuchaban hasta mi casa, se fue prometiendo la muerte, las puñalás, todas las condenas, ¡anden con el cajón en la mochila jiles culiaos porque donde los pille los voy a matar!
La noche de la Navidad la pasamos con mi vieja, los dos solos, igual que todos los años, el Chino apareció a los días después a dejarme un regalo, era un vaso grande de vidrio con un monito grabado, como un pájaro, dijo que le recordaba a mi, venia en una cajita de cartón, me dijo que no sabia que iba a hacer pal año nuevo, además el 29 estaba de cumpleaños,
faltaban como dos días, casi nunca le celebraban el cumpleaños porque era mucho gasto de plata, entre todas las weas de fin de año, igual la vieja le hacia una torta y tomaban once juntos, aunque quizá iba a salir con sus amigos, claro que no con el Broly, no quería ver nunca más a ese perro, perro culiao, culiao, me repetía, ¡donde me lo tercee lo voy a masacrar al chuchesumare!, me volvía a decir, a mí me importaba un pico la pelea, estaba contento de que el Chino no se hubiera arrancado de mi después de esa noche, estaba contento porque lo tenía ahí parado al frente, con el regalito en la mano, con sus ojos de cabro chico, siempre tuve esa sensación, a pesar de que yo era menor en edad siempre lo mire como un niño, mas niño que yo, y ahora pensaba en que el Broly cachaba todo, no voy a negar mi susto, tenía miedo, miedo de que todo nuestro sistema de cariño medio escondido, medio torpe, se nos fuera a la cresta, me pasaba las manos por la cara intentando sacarme de encima esas ideas, lo volvía a mirar y me entraba la alegría, el día del cumpleaños lo quise ir a ver pero me dijo que iba a estar con su mamá así que mejor saliéramos otro día. El día del año nuevo fue sábado, la gente corría pa’ todos lados, buscando carne, petardos, salían de los almacenes cargados con bebidas, chelas, vino, las vecinas le subían el volumen al equipo, el sol quemaba los pocos árboles que quedaban por la avenida, por mientras mi mamá pelaba papas, rallaba repollo, iba a hacer unas ensaladas para llevar donde una tía, casi siempre el año nuevo lo pasábamos allá, era carrete con la familia así que se les olvidaban todas las peleas que habían tenido en el año, siempre iban más primos, mal no la pasaba, me fui a comprar unos porros pa la noche, el Chino me llamo como a las 8 de la tarde, me conto que iba a ir también a la casa de unos familiares a celebrar, así que en volá se quedaba allá, me deseó feliz año, anticipado porque en la noche los teléfonos nunca funcionan, dieron las 12 y los abrazos corrían, chorreaban las copas con champan, ¡que no se note pobreza! gritaba un tío, no costo mucho esfuerzo pa que se curaran la mitad de las viejas, una que otra sacada en cara, sonaban los petardos en la calle y los cabros chicos corrían parriba y pabajo por el pasaje, a lo lejos se vieron unos fuegos artificiales, nadie sabía bien si era algún narco o la muni la que organizaba el evento, unos primos iban a ir a carretear no se a donde, yo andaba medio dando vueltas, medio entonao, enfiestao, nunca quise ser muy arrastrao con el Chino, me daba vergüenza hasta llamarlo, pero esa noche lo quería hacer, decirle que me gustaba sentirle el olorcito a esa colonia indescifrable, que me gustaba cuando me daba besos con aliento a pallmall, que me gustaba cuando chispeaba los dedos si algo le molestaba, que me encantaba verlo llegar a mi casa, pegar ese grito, con su entonación, ¡Camiloo!, verlo parado afuera de mi casa, lloviendo o con el sol terrible, marqué el número y me tiritaba el cuello, Aló, Chino, te quiero Chino, feliz año nuevo, el teléfono se escuchaba medio cortado, me fui al baño pa poder escuchar mejor, con la bulla de afuera no se entendía nada, Chino, oye Chino te quería decir que te quiero caleta weon, eris terrible importante pa mí, la sinceridad del copete, el Chino se quedó medio callado un rato, Camilito, andai cariñoso Camilito, yo igual te quiero harto po Camilongo, eri el único que me entiende, se cortó la llamada, me miraba en el espejo del baño, con el champan zapateándome la cabeza, me preguntaba ¿Qué me vio en la cara este
weon? ¿le gustarán enserio mi cara media dormilona? Pasaron varios días calurosos, Enero no daba tregua, me da más pena el verano que el invierno, es más desolador, el cemento caliente amenazando con meterse a las casas, los grifos goteando agua hirviendo, quería arrancarme, le dije al Chino que nos fuéramos a acampar al Cajón o que nos fuéramos a la playa, cualquier wea menos estar sentados en las bancas de la plaza, un día nos juntamos temprano, tomamos un par de micros y llegamos al Manzano, llevábamos copete, pitos, unos paquetes de fideos, la carpa, había harta gente bañándose en el rio, caminamos bien adentro para encontrar un lado piola donde armar la carpa, estaba lleno igual, en cualquier momento el rio se teñía morado por tanta caja de vino que se veía aparecer, abajo de un árbol muy grande tiramos las cosas, el Chino se sacó la polera y corrió de una a bañarse, bajé solo pa mirarlo, me encantaba mirarlo de lejos, como espiándolo y me acordaba del tiempo que lo veía arrancándose por la reja del colegio, que le miraba el poto en educación física, cuando me iba a imaginar yo todo lo que estaba pasando, me parecían lejos esos días, estuvimos toda la tarde metidos en el rio, comimos pan después y tomamos, unos locos se nos acercaron, terminamos vacilando con ellos, eran dos minas y unos weones, eran de Peñalolén, nos sacamos unos pitos, hicimos fuego, me parecía la versión Santiaguina de una película añeja, el Chino alumbrando algunas hazañas del colegio, hablábamos de las tomas, de las marchas, cuando los escuchaba me sentía más distante, como si nada de eso estuviera pasando abajo en la ciudad, como si eran cuentos, cuentos de fogata, como esas leyendas del campo a medianoche, hasta el Broly me parecía más un mito de hace siglos, para mí lo único real era el Chino, el Chino y su vaso de jote en la mano, la historia de cuando chocó el auto de su tío, la historia de cuando nos desalojaron, el Chino tenía gracia, sabia caer bien, sabia también caer muy mal, el día y la noche, yo lo miraba callado, como tantas veces, no sé si habrá sido el copete, no sé si habrá sido el diablo que se sentó al lado mío, me fije que los ojitos chiquititos del Chino se iban muy seguido a la cara de uno de los locos que nos acompañaba, me pare en dos tiempo, boté mi vaso de copete a la tierra y me fui a la carpa, me imagino que nadie habrá entendido nada, el Chino no me siguió. Intenté quedarme dormido pero me sentía más weon, llevaba meses cuidándome, analizando cada detalle, cada palabra, todo pa no espantarlo y ahora me comportaba como el peor de los cabros chicos, que más se puede pedir señor, 16 años, manitos de hacha, lo estaba echando a perder todo, a las horas el Chino entró a la carpa, raja de curao, me apretó la cara fuerte, me intentó dar un beso, me solté y le pegué un codazo, era una maraña de forcejeo, ni una palabra, cada uno pa su lado, a las 10 de la mañana el sol tenía la carpa echa un horno, con dos diablos enojados adentro se parecía más al infierno, salimos sofocados, corrimos la carpa donde daba la sombra, nos miramos fijo y sin darnos los buenos días volvimos a entrar, me saco rápido la ropa, con más rabia, nos daba lo mismo que estuvieran las carpas de los otros locos cerca, le tiraba el pantalón y no se quería desabrochar, me mordía el cuello, le termine rompiendo su cadenita de plata, la tiré con rabia, me apretaba las piernas, yo le pasaba la lengua por la oreja, reconciliación divina, dios en la tierra, los ángeles tirando challas, entre que gritábamos y gemíamos la cosa iba
de pelea a casamiento, de nuevo nadie entendía nada, habrán salido volando lejos todos los pájaros de tanto aullido que pegábamos, hasta el rio se debe haber parado a copuchar, cuando terminamos nos quedamos pegados mirando la tela de la carpa, como se movía el árbol con el viento, ¿Tabai mirando al loquito ese cierto, te gustó?, le dije bajito, con susto, no quería acusarlo de un delito que no estaba seguro si había cometido, No Camilo, no me gustó el loquito, lo miraba harto porque se parece un poco a mi hermano que está preso, no le creí nada, pero después de esa mañana en los cielos ya no me interesaba, en la noche mientras tomábamos en la fogata los locos nos preguntaron si éramos pareja, me quede mudo, yo iba a responder que sí, nunca habíamos hablado con el Chino sobre que éramos, no me interesaba a mi ponerle nombre tampoco a la cosa, nos queríamos y eso era suficiente pa mí, lo veía seguido, eso era suficiente pa mí, podía darle besos, podía meterle la mano debajo de la polera, podía rozarle la nariz por el pecho, eso era suficiente pa mí, el Chino se tomó un sorbo de copete y respondió, Si, estamos andando, los locos se limitaron a decirnos “buena, piola”, ni una wea más, algo había roto el Chino, dentro suyo había una pelea, una guerra, algún vidrio se había quebrado, el Chino que iba a bajar del Cajón del Maipo no iba a ser el mismo que conocí algún día en la sala del colegio. En la micro de vuelta a San Bernardo ese día domingo el Chino no hablaba, tenía la mirada clavada a la ventana de la micro, yo escuchaba música y le miraba las manos, le iba rozando la pierna con mis dedos, no se movía, estatua de piedra, nos bajamos de la micro y se despidió, sin mirarme a la cara, ¿Chino oye, era cierto eso, estamos andando enserio?, se quedó mirándome el poleron y estiró la mano pa volver a despedirse, chocamos puños y se fue, no tuve respuesta, me estaban pinchando el culo con un tenedor, no le hable en toda la semana, no quise ni siquiera abrir el feisbuk, sabía lo que iba a pasar, iba a empezar a ver sus fotos y me iban a entrar más las ganas de pegarle su charchazo, ¿Por qué conchetumadre será así?, a veces decía justo lo que esperaba que saliera de su boca, a veces no decía nada, a veces era el mismo cabro chico pelusa que webiaba al fondo de la sala, a veces era un estoico guerrero con la mirada perdida entre los cerros, nadie podía descifrar esas miradas, quería correr a su casa a preguntarle si me amaba o si era un jueguito de cabros chicos, tenía que amarrarme a la cama pa no salir corriendo a su casa, un día viernes como a las 6 de la tarde estaba sentado tomando té, cambiaba los canales de la tele, muchos colegios seguían en toma, otros estaban en clases terminando el año, a mediados de enero, las universidades en la misma, otros cientos habían perdido el año, mi mamá ya me había dicho que me fuera buscando otro colegio, empecé a ver a donde me iba a cambiar, mis notas eran paliduchas, tristes números pegados a un papel, lenguaje 4,5, matemáticas un 3,9, me salvaban otras cosas, Historia un 5,4, no me iban a recibir en ni un lado con esas notas, por lo menos había pasado a tercero medio, el Chino igual, arrastrando los codos por el patio del colegio los dos, pero pasamos, de a poco se iban escuchando otros gritos, ¡fuerza Mapuche! ¡fuera Alto Maipo! ¡fuera Monsanto!, la gente empezaba a salir a la calle por más cosas, de forma tímida al principio, a veces con fuerza descomunal, a veces bailando, a veces peliando a palos, mientras yo me preguntaba que hacia ahí tomando té en la casa, aunque me hinchaban las weas muchas cosas en general, ¿de adonde salió eso de
tener que pedirle permiso al estado pa poder criticarlo?, es como que yo le pidiera a usted permiso para entrar a su casa y me sentara en una esquina a gritarle ¡que feas tus cortinas, que feas tus cortinas!, se me ponía roja la cara de ira cuando veía a los dirigentes entrando en la intendencia a pedir permiso pa hacer una marcha, ¿de adonde salió esa weá?, por algo no nos tomaban enserio, por algo se han demorado tanto en tomarnos en cuenta, fuera de la poesía de los lienzos, fuera de la creatividad de los jóvenes, las cosas iban entre batucada, besatón, zombis, faltaban las alianzas y la cosa se volvía un día del alumno en el patio del colegio, claro que los camotes aparecían como flores silvestres y hundían el latón verde de los furgones de pacos, las caras tapadas con poleras no flaqueaban, los oficinistas gritaban desde arriba, en sus torres, desde los cielos, ¡vayan a estudiar delincuentes!, los otros sudaban y lloraban el picor de las lacrimógenas abajo en el pantano, ¡a la calle los mirones!, empecé a ir a reuniones de una Coordinadora de Estudiantes del sector sur de Santiago, eran casi puros secundarios, hablaban mucho de cómo se venía ese año, de como muchos íbamos a entrar en Marzo y teníamos que organizarnos, buscábamos soluciones pa los que no tenían colegio aun, los que estaban con problemas, con expulsiones arbitrarias, hablábamos de todo, ese día viernes como a las 6 sonó una bocina afuera de la casa, era él arriba de un auto plomo, un Nissan v16 plomo, deje la tele prendida, él te a medio tomar encima de la mesa, cerré con llave y me subí al auto, nos saludamos como dos buenos amigos, Camilo perdón weon por no haber aparecido en todos estos días, andaba haciendo unos trámites, giró el manubrio y salimos a la avenida, se metió por el Mariscal, no entendía a dónde íbamos, le preguntaba pero no quería responder, tenía una cara media melancólica, pero me sonreía, me miraba tierno, me pasaba la mano por la cara, como acariciando un perrito, ¿ y este auto de quién es? preguntaba yo, de un tío respondía el, ¿y queris sacar licencia? cacha que un amigo tiene mano pa sacar la licencia, cobra como 30 lucas parece, así me fui todo el camino preguntándole puras tonteras pa no darle espacio a su silencio recurrente, llegamos a unos potreros, había como una construcción abandonada llena de grafitis y cachureos, unos neumáticos y latas oxidadas, se estacionó y sacó un porro, yo lo miraba con cara de Jesús perdonando los pecados, tenía ese síndrome, lo odiaba la semana entera, le deseaba mil maldiciones, pero cuando volvía sin avisar con más colonia en el cuerpo que de costumbre lo perdonaba altiro, no tenía ni que decirme, se aprovechaba de ese juego, ni recuerdos habían de la declaración en el Cajón, ni de que en casi una semana no me había dejado ni una carita en el chat de feisbuk, lo abracé fuerte, el sol estaba a medio morir, el auto reflejaba las lucecitas, unos perros vagos jugaban a la pelota a lo lejos, hablamos de cualquier lesera, le conté de que estaba buscando colegio, me dio un beso fuerte, me tiró para atrás, con la pierna apretaba la bocina de repente, nunca habíamos culiado adentro de un auto, pa cuando estábamos listos ya se había hecho de noche, nos fuimos porque se ponía peligroso después, pa que decir lo feliz que estaba de haber pasado la tarde con él, antes de doblar en dirección a mi casa tiró la bomba, me dio el escopetazo en el pecho, Camilo me voy a ir al servicio, ya tengo casi todo listo, la otra semana me voy.
Me entré llorando, escuché como el auto partía y se alejaba de la casa, mi mamá estaba en el baño, pude encerrarme en la pieza sin que me cachara, lloré los siete mares, se me iba, se iba a ir volando, a Punta Arenas dijo, era capaz de construir un muro en el peaje de Angostura para que no pudiera irse más al sur, lo iba a ir a buscar en caravana si era necesario, era capaz de matar al último general del ejército con tal de rescatarlo de ese cuartel frio, de esos camarines congelaos, más encima se iba al servicio, a servirle al país que tanto nos había quitado, que nos había comido la carne de los huesos, no sé si estaba más enojado con que se fuera al servicio o triste solo porque se iba, pretendía terminar el tercero y el cuarto adentro, no entendía bien el sistema, me imaginé altiro dos años sin verlo, no sabía cómo lo hacían los milicos, si podían salir todos los fines de semana o si tenían vacaciones, no quería saber nada, me imaginaba los dos años, los dos años llorando en la pieza. A esa edad todo me parecía más terrible, más grande que yo, se iba a olvidar de mí, se le iba a perder la mirada entre las puntas de la cordillera hundida en el mar, se le iban a echar a nadar los ojos en los lagos helados, se le iban a arrancar las ganas de quererme entre los bosques nevados, me torturaba solo, quedaba menos de una semana para que se fuera, ni siquiera le pregunté cuando iba a volver, nada, me baje del auto directo a la pieza, ni me despedí, habrá sido que me venía a buscar justo para eso, habrá sido que en la semana no me llamo pa ir preparando la catástrofe, lo veía parado, con el uniforme, con una metralla al pecho, en su cabeza uno de esos gorros negros peludos, su cara pálida, los ojos sin brillo, me lo imaginaba durmiendo muerto de frio en esos camarotes malditos, quería salvarlo, quería agarrarlo de un brazo y llevármelo a la sala del colegio donde le di los primeros besos, me paré de la cama, mi mamá me vio los ojos hinchados, no preguntó nada, le dije que iba a salir donde un amigo, salí corriendo al paradero, agarré la micro y llegué a su casa, me temblaban las manos, toqué la puerta y no salió nadie, bajé desesperado, en un almacén metí una moneda al teléfono público pa llamarlo, no me contesto, marcaba torpe, los dedos se me cruzaban, necesitaba decirle que se quedara conmigo, después de varios intentos me aburrí, volví a caminar a mi casa, fui al paradero de vuelta, ya eran como las 12 de la noche, al suelo, al suelo, quede aturdido unos minutos, sentía que me pegaban patadas en las costillas, intenté taparme la cara, la cabeza, quería pararme, ¡te pillé igual maricon conchetumare!, el Broly me había pegado un cachazo con la pistola en la cabeza, ¡agradece que no te mato bastardo chuchetumare!, quedé tirado, le vi la espalda ancha corriendo por un pasaje, arrancando, como pude me paré y me senté en el paradero, el weon me había pegado por la espalda, tenía la cabeza llena de sangre, me dolían las costillas, pasó la micro que me dejaba en la casa, intenté pararme a tomarla y me fui a tierra otra vez, me desmayé, tengo fotos entrecortadas de esos momentos, se me borran a veces, sé que una loca que paso me llevó al Hospital, al Pino, no me acuerdo como llegamos, veía las luces blancas de los pasillos, me pusieron 12 puntos, la loca nunca más la vi. Llegué en la mañana a la casa, había estado toda la noche sentado en el hospital, no me había quedado ninguna marca en la cara, el weon solo me había pegado patadas en el cuerpo, menos mal con el pelo pude taparme la cicatriz y no tuve que contarle nada a mi vieja, no me gustaba preocuparla, mandé a la chucha el mundo entero, que los capuchas, que los milicos, que el Chino, que los weones del colegio, que los secundarios, que la gente de la calle, todos se podían quemar lento en el infierno o podían quedarse vagando en el limbo eterno, me importaba una wea, los quería a todos muertos, a todos degollados, tiré el
vaso que me había regalo el Chino pa la navidad lejos, se quebró entero, tiré mi celular a la mierda, le corté los cables al computador, no quería saber de ni una mierda, ni de mí mismo, quería meterme adentro del refri y que me descongelarán en 10 años, quería irme, irme y volver cuando el Chino estuviera lejos, cuando supiera que se estaba enfriando de a poquito en el sur, quería con todas mis ganas que le cayera un balazo en algún entrenamiento, que llegara la guerra y todos los milicos se quemaran con napalm, quería que algún weon maldito matara al Broly de mil puñalás en el cuello, almorzando mi vieja me dijo que le habían dado una semana de vacaciones, que quería ir a ver a mi abuelita a Coquimbo, le dije que fuéramos, que nos fuéramos ese mismo día, que arrancáramos rápido de la población, que el sol me estaba molestando, que la bocina de las micros me deprimían, que quería ver el mar, el domingo partimos y no tuve ni un contacto con el Chino, ya ni el aire tenía su olor a colonia, estaba lejos, estuvimos hasta el otro domingo en Coquimbo, esos días se pasaron entre caminar por la playa, comer pescado frito en la Recova de la Serena, fumar por ahí, tenía una prima que vivía allá así que con ella pasaba casi todo el día, le conté toda la historia del Chino, como había empezado a gustarme, que se había ido al servicio, probablemente, claro también supo mi prima que era yo gay, cosa que hasta ese momento nadie en la familia sabia oficialmente, tan difícil no era tampoco darse cuenta, me prometió que no le iba a decir a nadie, volvimos el domingo a la casa, las cosas seguían en la misma posición, me agarró una helada terrible el cuerpo, como un abrazo de fantasma, sentía que había algo en la ciudad que ya no estaba, como pude arreglé el computador pa poder meterme a feisbuk, tenía un mensaje largo y dolido del Chino, “Camilo mañana me voy pa Punta Arenas, pueo volver a Santiago como en seis meses parece, no cacho bien, te amo caleta Camilito, yo sé que soy un chuchesumare a vece pero tai claro que te quiero caleta, vo sabi que pa mí no es fácil decir las weas, que soy ma cabro chico y que vo soy ma maduro pa tu volá pero teni que saber que te quiero y que me voy acordar de ti todo los días po Camilo, he ido a tu casa todo estos días pero tu vecina me dijo que andabai de vacacione pal norte, una volá así, a la pulenta espero que me sigai queriendo, no me agarrí odio por irme ni ninguna weá, toi entero triste ahora porque no me despedí como correspondía, no sabía cómo decirte pa que no te enojarai o te pusierai triste, te amo Camilo, teni el celu malo igual parece, cuando tengai otro celu dame el numero pa llamarte igual po, te amo Camilo a la pulenta nunca pensé que iba a sentir algo así por alguien.” La noche se hizo más helada, el brillo de la pantalla del computador no me consolaba, estaba cansado por las casi 6 horas en el bus, no había aullido ni lamento que dijera lo que sentía, me empecé a rasguñar las piernas fuertes, quería sentir lo mismo que cuando me apretaba, cuando me tocaba bruto, toque de queda en la calle, todos los perros se quedaron callados, no sabía cómo iba a soportar los días que seguían, no lloré, ni un día de esos, yo lo había querido así, yo había hecho que él no se pudiera despedir, me arranqué, me fui pa que no pudiera verme llorando cuando me dijera chao, pero ahora las calles estaban vacías, la plaza no nos iba a ver más sentados en la banca, las micros me iban a preguntar dónde estaba mi Chinito amado, por su mensaje me imagine que no tenía idea de que el Broly me había pegado un cachazo en la cabeza y me había dejado tirao en el paradero, si hubiese sabido era capaz de matarlo, me iba a quedar pa siempre en la nuca la cicatriz del primer amor, seguí yendo a las reuniones de la Coordinadora de estudiantes, intenté como pude limpiarme el barro de la cara pa poder seguir andando, un día se me acerco el Mauri, yo prefería decirle Mauro o Negro, todos le decían Negro, el Mauro tenía 18, iba en un colegio por el centro de San Beka, era uno de los más motivados dentro de la coordinadora, era
como de los dirigentes, se me acercó por el tema de que yo aún no sabía a qué colegio irme, me ofreció ayuda, dijo que su colegio era bueno igual, que habían estado harto rato en toma pero al final consiguieron hartas cosas del petitorio interno, habían cambiado al director y a muchos profes así que ese año iba a ser diferente, el Mauro era un loco entero buena onda, conocía mucha gente, era movido, tocaba guitarra, me ofreció que si quería me podía acompañar un día a su colegio para que fuéramos a ver el tema de la matrícula, tenía que llevar los papeles para ver si cumplía los requisitos y todo eso, nos juntamos y el Mauro me conversaba de muchas cosas, yo tenía la cabeza en Punta Arenas, sentía el cuerpo cerquita del Chino, acostado en su camarote, doblándole la ropa, esperando que llegara del trote mañanero. Llegamos al colegio y me dijeron que tenía posibilidades de entrar, tenía que dar unas pruebas, uno que otro tramite, al final lo más probable es que quedará ahí, el Mauro me felicitó, me decía que no podía quedar sin colegio, siendo sincero yo lo escuchaba casi de obligado, lo veía bien seguido, casi todos los miércoles cuando eran las reuniones, me mandaba cosas por feisbuk, algunos temas de rap, documentales, libros, cualquier cosa, siempre en el tono de amigos de bando, amigos de la misma trinchera, seguía sin noticias de mi morenito lindo que andaba como paseando en el sur, al final me matriculé en el colegio, el Mauro ese año terminaba el cuarto, yo iba a hacer el tercero, un día me invito a carretear, me dijo que ya que íbamos a estar más seguido juntos en el colegio teníamos que empezar a bacilar igual, le acepté de aburrido, no quería esa noche quedarme en la casa cambiando la tele eternamente, pensando en que el Chino debía estar haciendo aseo, escuchando el grito de algún general, oficial, comandante o como se llamaran esos viejos culiaos, me lo imaginaba haciendo la fila, la formación, saludando la bandera, después me acordaba del Chino con la polera tapándole la cara, con la cadena de plata colgando al pecho, con un camote en la mano tirándoselo al furgón de los pacos, invierno y verano, no me calzaban las películas, no me hacía sentido la vida, eran personas distintas, preferí salir pa dejar de pensar en eso, nos juntamos con el Mauro cerca de la plaza de San Beka, íbamos a ir a la casa de unos amigos de él, iban a estar algunos locos de la coordinadora igual, compramos copete y partimos, la cosa fue entre guitarreo, unos pitos, chela, hablábamos de lo importante que era motivar a los colegios que aún se movilizaban, que ese año había que dar más cara, que los colegios de la periferia teníamos que ponerle más, mostrar más los dientes, que la tele no se preocupara solo de los emblemáticos, pasando la noche también nos entró copete a la cabeza, el Mauro se sentó cerca mío y me empezó a hablar, me dijo que él se acordaba de mi porque una vez fue a mi colegio cuando estábamos en toma, el mismo día del desalojo, me dijo que se acordaba bien que yo estaba sentado con los demás alrededor del fuego del tambor y que en un momento me paré, después entré con un loco y nos fuimos a las salas de arriba, había visto casi toda la escena, él se fue detenido esa noche en el desalojo, empecé a ponerle más atención al Mauro, habrá sido porque me recordó la escena o porque era interesante que se acordara de mi si ni siquiera habíamos hablado ese día, me conto que después de que se los llevaron había quedado metido, había quedado con la duda sobre qué había pasado conmigo y el otro loco, el Chino, entonces le conté lo del techo, la arrancada después, que habíamos quedado todos mojados por la llovizna, se reía, se notaba que el Mauro estaba medio curao, me dijo que lo acompañara a comprar más cigarros, en el camino me ponía una mano en la espalda, me decía que yo le había caído bien desde el día que me apañó al colegio, después de comprar cigarros íbamos caminando de vuelta a la casa, no había gente en la calle, detrás de unos autos estacionados se quedó parado, ¿oye Camilo te puedo dar un beso?, me cagué de la risa, me imaginé que
hace harto rato el Mauro había cachado que se me doblaban las alitas, pero no pensé que me iba a decir eso, igual no puedo hacerme el weon, desde que empecé a hablar con el noté su mirada, el parpadeo coquetón, que me hablaba a cualquier hora para decirme mira Camilo escucha este tema o mira Camilo ve este video, o lo que fuera, entonces no podía hacerme el weon, también sabia pa donde iba el juego, demás po Mauro, le respondí, me agarro las manos y me dio el beso, fue tímido, la calle oscura, apoyados sobre un auto, el foco naranjo que zumbaba cerca, fue darle un beso a la almohada, no sentía nada, ni siquiera me acorde del Chino, no sentía nada, era mi puñal, mi forma de devolverle al mundo el cachazo en la cabeza, nos separamos y volvimos a la casa, ¿oye Camilo podemos salir un día? ¿te puedo invitar a salir a algún lado?, yo respondía a todo que sí, soltaba los sí, los tiraba lejos y le sonreía a medias. En el carrete todos sabían que el Mauro era fleto, dormimos juntos esa noche, se quedó raja abrazándome, yo no pude dormir, me quede mirando el techo, el techo que se iba a caer encima mío, por traicionero, por maricon, después pensaba que me lo merecía, el Chino me había traicionado primero, se había ido, me había dejado botado, ya no le debía ni un respeto, no le debía nada a él ni a nadie, el Mauro me fue a dejar en la mañana a la micro, se despidió con un abrazo tierno, casi empalagoso, su cara de cabro bueno, de chiquillo buena onda, demasiado buena onda, no le podía sacar el corazón a pedazos a este loco, no le podía decir que tenía la mente en San Bernardo cuando no hacía más que pensar en el Chino, tenía que explicarle que aún no estaba listo pa poder conocer a alguien más, todavía me sentía manchado con sangre, todavía me dolía la cicatriz de la cabeza, necesitaba limpiarme el cuerpo de a poco, sacarme la tierra de la ropa, olvidarme del olor a colonia indescifrable, olvidarme de que mi morenito andaba obedeciendo órdenes en Punta Arenas, tenía que buscar remedio pa las tristezas mías primero pa poder tomarlo en cuenta. Apenas entramos al colegio se lo dije, un recreo conversando le conté casi toda mi historia, le dije que era el mismo con el que me había visto subir a las salas el día del desalojo, le dije que tenía todavía el pecho llorando sangre por la partida de mi Chino, que aunque ya había pasado más de un mes todavía me costaba quedarme dormido en las noches, todavía le revisaba las fotos, pensaba en que jamás nos sacamos una juntos, en que no se había metido a su feisbuk en todo ese mes, en que no me había mandado ningún mensaje más, en que yo tampoco contesté el suyo, le dije al Mauro que no quería ser un maldito culiao, no quería ilusionarlo y después ponerle un tiro en el pecho cuando el Chino volviera del servicio, tampoco quería que me esperara, que esperara a que llorara hasta la última lagrima, que se me secaran los ojos pa después poder amarlo, no, no quería nada, ni pensar, el Mauro me puso una mano en la espalda y me dijo que entendía, me apoyaba, me daba energía, me intentaba alegrar, sabía que por dentro estaba desilusionado pero había sido a tiempo. Pasaron los días de Marzo, lentos, el paisaje me lo recordaba cada día un poco menos, ya no hacia el mismo trayecto que antes, como iba a un colegio nuevo, cambié la micro, cambié los compañeros, ya no veía la plazita reseca donde nos sentábamos a fumar, ya no veía las salas a medio pintar que nos habían escondido, deje de ir a comprar pitos a su población, cada día me daban menos ganas de pajearme con sus fotos, las mañanas se empezaron a poner más heladas, el Mauro me había dejado de meter conversa, me saludaba en el recreo, a veces nos íbamos caminando juntos, el día miércoles salíamos a las 3, era miércoles 28 de Marzo, crucé el portón del colegio y lo vi ahí, parado, apoyado en la reja verde que separa la calle, andaba con un poleron negro y unos pantalones cafés medios anchos, estaba mirando a los que íbamos saliendo, me había ido a buscar, el Chino estaba
parado afuera del colegio esperándome, me escondí entre un grupo de locos y corrí, no me había visto, entre tanto escolar, entre tanta camisa blanca no me había visto, llegue a la esquina y me tiritaba en pecho, se me iban a salir todos los órganos del cuerpo, se me iban a caer los pelos, no entendía porque estaba ahí, porque estaba parado afuera del colegio si tenía que estar en el sur, bien abajo, bien escondido en el mapa, congelándose, tenía que estar lustrando bototos, no ahí parado, no ahí con su cara de maldaoso, de cabro chico pelusón, llegue tiritando a la casa, enserio no entendía nada, no sabía quién le había dicho a qué colegio estaba yendo yo, igual mucho no creo que le haya costado enterarse, yo hablaba de vez en cuando con sus amigas, me las encontraba en la calle, en cualquier parte, demás que alguna vez se me salió, me crucifiqué, el Chino había vuelto, no sé por cuanto tiempo, no se pa que, me escondí en la casa, tocaron la bocina, era el, en el mismo Nissan plomo de su tío, el mismo auto donde me había pegado la peste cristal, donde me había lanzado la triste noticia, sentí el grito de costumbre, con la misma entonación de siempre, ¡Camiloo!, me tire al suelo para que no viera ni una silueta por la ventana, siguió gritando, se me entumió el cuerpo entero, se aburrió rápido de gritar, tuve que meterme a la ducha pa despabilar un poco, quede atontao, con el alma en cualquier parte, me metí a su feisbuk pa ver si había puesto algo, quería entender que hacía de vuelta tan luego, no había nada, ni un mensaje tampoco, me quede despierto toda la noche, ya se me habían echo costumbre las noches pasando de largo, el 29 no fui al colegio, era jueves, dormí toda la mañana, recuperando las horas que me había dejado despierto la presencia del Chino tan cerca, cuando desperté me di cuenta que tenía un mensaje, “Camilo sé que estay enojao quizá todavía, estoy en San Beka, necesito conversar contigo, juntemolo a las 4 en la plazita de siempre”, que le podía decir, que iba a hacer, que podía hacer, se me abrió un hoyo en la guata, la angustia, la angustia más terrible, podía ir a sentarme en la banca, escuchar sus explicaciones, volver a darle los mismos besos de siempre, tocarle el cuello otra vez, o podía romperle la cara de un combo, botarle los dientes a patás, me bañé y partí a la plaza, llegue mucho antes que él, me fume la mitad de una cajetilla, 10 cigarros muertos por mis penas de amor, por culpa de un canalla, tenía la guata revuelta, quería vomitar, vomitar todo lo que sentía, sentí una mano en el hombro, era el, me saludó triste, rompiendo el viento con el cuerpo, se sentó arriba del respaldo de la banca, me sobraban las preguntas. ¿Qué hací aquí weon, porque volviste? ¿Por qué no me hablaste en todo este tiempo?, también quería explicarle mil cosas, quería contarle que el Broly me había mandado al hospital, tenía la boca llena de palabras, me atoraba solo, tragaba saliva, la voz se me apagaba, me dijo Camilo vamos pa mi casa mejor, luego va a empezar el webeo, vamos pa que conversemos más tranquilos, claro era 29 de Marzo, día del Joven Combatiente, los Morros se vuelve una fiesta popular de extremo a extremo, los estallidos suenan en cada esquina, caminamos a su casa y nos sentamos en el sillón tajeado, Camilo me arranqué, deserte del servicio, salí el fin de semana de franco y no volví a acuartelarme, ósea no volví, no entré, tomé el bus y me vine, no sé qué wea va a pasar ahora, no sé si me pueden llevar preso, no tengo idea, no toi ni ahí tampoco, el Chino se había arrancado, según él la wea era terrible, lo trataban como el ultimo estropajo viejo, los obligaban a hacer un montón de weas, casi tenían que andarle besando las patas a los superiores, ese no era su mundo, el Chino no estaba acostumbrado a que nadie lo mandara, volvía a ver la luz en sus ojos, de partida nunca entendí porque se había querido ir, me dijo que había tomado la decisión de meterse al servicio porque quería superarse a sí mismo, quería demostrarse que podía ser fuerte, que podía estar lejos, que podía sobrevivir, pero no se imaginó que la wea era un desfile de chupapicos de la autoridad, que era una guarida para viejos solitarios con
complejo de dios, un galpón donde iban a parar todos los morenos de colegio municipal como nosotros que no tenían ninguna otra esperanza, locos que no tenían cabeza tampoco pa ni una otra weá, pero él era distinto, era capaz de otra cosa, no había nacido para lamerme las estrellas del uniforme a otro weon, para calentarle la comida al perro guardián de la patria, no estaba ni ahí con defender tampoco este país culiao, tenía la cara roja, estaba enrabiado, aunque se sentía el susto, no sabíamos que podía pasar, si iban a venir los pacos a llevárselo o si iba a tener que andar de prófugo toda la vida, le conté que me había arrancado yo también, que me había arrancado de su despedida, que me había ido al norte y por eso no estaba el día que se fue, de verdad ya no entendía bien que sentía por él, tenía más de cien sentimientos diferentes mezclados en la guata, se sintió el primer cuetazo, entro su mamá corriendo al departamento, eran como las 7 de la tarde, el sol se iba de a poco, la señora nos saludó media asustada, ya había empezado el jolgorio, estaba también asustada por el Chino, este cabro weon, decía, mira este cabro weon arrancándose del servicio, pa que se fue si sabía cómo era la wea, vay a tener que devolverte no má Chino y hacer la wea si son dos años, dos años pasan volando, yo me quede callado, asentía un poco con la cabeza, no quería meterme mucho, encontraba valiente la decisión, valiente el impulso, llegar y caminar al terminal de buses, agarrar el primero con destino a Santiago, mandar el cuartel a la mierda, sonaron ráfagas de balazos, mejor quédate aquí a dormir me dijo el Chino, quédate porque te puede pasar alguna wea si te vay, llamé a mi casa y avisé que estaba donde un amigo, quería ir a bailar afuera, quería ir a gritar un rato, salir del departamento que me estaba ahogando, en la tele el periodista decía que habían varios lados donde estaba quedando la cagá, el Chino me decía que la cagá estaba quedando en Chile entero, todos los días, pero en la tele se acordaban de que existían estas casas solo pal 11 y el 29, que había que agarrar las hechizas y las molotov pa que se acordaran que aquí también había gente que todos los días se bañaba, tomaba desayuno, tomaba micro, culeaba, ese era el Chino que yo creía conocer, el Chino enrabiado, que sin mucha teoría de libros añejos, sin darle muchas vueltas al asunto apuntaba las balas a donde tenían que ir, no el Chino lustrando botas en un cuartel del fin del mundo, vamo a camotear a los pacos me dijo, ¡quédate aquí pendejo culiao, no vei que si te pillan los pacos te van a mandar de vuelta pa donde los milicos! Le gritó la mamá con esa fuerza que solo las mamás tienen, tuvimos que quedarnos sentados en el sillón, escuchando como sonaban las sirenas afuera, la señora se quedó dormida al rato, nos fuimos a acostar al camarote, primero pensé que nos íbamos a dormir separados pero nos acostamos los dos abajo, le conté muchas cosas, sobre el nuevo colegio, sobre los días que había pasado intentando olvidarme de él, me dijo que esos meses habían sido una tortura terrible, aparte de sentirse enjaulado, de sentirse león de circo, me echaba de menos, quería tomar el bus y venir a abrazarme, ahora podía hacerlo, por la cabeza me cruzaban tantas cosas. Explotaban los desodorantes tirados en las barricadas, pegábamos uno que otro salto de repente, muchas veces las balas se habían metido por las ventanas de alguna casa así que era natural que tuviéramos miedo, me abrazaba fuerte, yo peliando conmigo por no volver a caer en su olorcito de nuevo, estábamos abrazados en la parte de abajo del camarote, con las luces apagadas, por la ventana se metía el reflejo azul de la luna mezclado con el de los focos de la esquina, los blocks del frente no dejaban ver las barricadas que se esparcían por la avenida, se escuchaban las sirenas retumbando el ambiente, la tierra se iba a venir abajo, iban a caer los poderosos, esas balas tenían que cruzar Santiago y entrar en las oficinas de los empresarios, entrar en los edificios, meterse en la frente de cada uno de los malditos que tenían el país saqueado, claro que en el noticiario iban a salir los 10 cabros chicos que se
metieron a robar al super, eso les importaba, me agarraba el odio desde la garganta, quería sacar los postes, quería volverme grande y aplastar los furgones de los pacos con la pata, el Chino me susurraba al oído, que ganas de ir a meterle unos balazos en las rodillas a esos pacos culiaos, me empezó a hacer cariño en el pelo, se encontró de golpe con la cicatriz de mi nuca, ¿Qué wea te pasó Camilo, por que teni está cicatriz?, habían pasado casi dos meses desde esa noche pero se podía sentir el tajo todavía, la línea pelada en la nuca, no podía mentirle, le di la declaración, el testimonio jurado, el Broly era el culpable, le conté todo sobre esa noche, se volvió loco, se paró de la cama y empezó a pegarle al colchón, ¡perro culiao, maldito culiao, lo voy a matarlo al perro culiao!, le pedía que se callara, iba a despertar a su vieja, se movía de un lado a otro, me abrazaba fuerte y volvía a repetir, ¡va a cobrar el Broly culiao, lo voy a matarlo!, se paró brusco y empezó a buscar algo en un cajón, tuve miedo de lo que era capaz el Chino, lo agarré fuerte por la espalda, ¡Chino no salgai, quédate conmigo aquí!, le pedí llorando que volviéramos a acostarnos en el camarote, que se quedara tranquilo, ya nada valía la pena, no valíamos la pena, lo mantuve agarrado unos minutos, volvió en sí y nos tiramos a la cama, nos dormimos abrazados, ninguno de los dos se atrevía a descifrar que pasaba en esa cama, cuál era el sentimiento correcto pa expresar lo que sentíamos, por mientras el festival continuaba, las horas se iban, quería comerme un puñado de pólvora y salir a explotar en la calle, quería despertar en la mañana y que todo fuera como antes de conocerlo, se sentía el silbido de las balas, cada vez con menos intensidad, la mañana apareció y me despego los ojos, lo veía dormir con cara de rabia, al rato despertó, le dije Chino me tengo que virar, eran casi las nueve de la mañana, agarré mis cosas, mi mochila desteñida, mis audífonos y el pase escolar, tome agua, el Chino como tantas veces guardaba silencio de sepulcro, el departamento tenía una estela celeste manchada por trazos oscuros, las colillas de cigarro encima de la mesa, bajamos la escalera, estaban todos los fierros escarchados por el frio de la mañana, la gente se agolpaba a esperar la micro pa la pega, los escolares atrasados, ni un solcito entibiaba el aire, por la calle se veían los restos del carnaval, los esqueletos de sillones, el carboncillo a medio humo, los restos de las latas, de botellas quebradas, algunos casquillos de bala en las esquinas, los hoyos dejados en los postes, el latón del kiosco traslucía las heridas de la guerra, nos sentamos en el paradero, respire lo más hondo que pude y recité, Chino quiero que esto se termine aquí, no sé qué decisión tomí ahora, no sé si te vay a ir de vuelta o te vay a quedar acá, pero de todas maneras prefiero que nos alejemos, no te imaginai cuanto te he llorao, cuanto te había echao de menos, somos cabros chicos, estamos jugando a algo que no entendemos bien, no nos sabemos las reglas de este jueguito, te quiero mucho Chino, el Chino miró la avenida, perdía los ojos en los ladrillos de las casas, se paró y me dijo, Camilo no te vay a olvidar nunca de mí, te amo, me abrazó y cruzó derecho la calle perdiéndose en los pasajes. Me quede con la garganta apretada muchos días, el Mauro en el colegio estaba preocupado, había faltado varios días y no sabía nada de mí, una amiga del Chino me contó que el weon había vuelto al servicio, casi al otro día del 29, me dijo también que el Broly estaba en el hospital, al tiempo me enteré que el Chino ese mismo día en que nos separamos pa siempre en el paradero agarro la pistola que tenía escondida en el cajón, fue a la casa del Broly y le pego dos balazos en las piernas, claro, un día pasé por al lado del en el persa del 40, andaba con muletas, no me vio, aunque tampoco creo que le hayan quedado ganas de seguir con el contraataque, el Chino cerro su feisbuk, no pude verle nunca más las fotos, deje de preguntar por él, se me fue borrando su olor a colonia de a poquito, se me fue olvidando su cadenita de plata, me empezaron a gustar más las guitarras, el Mauro y su guitarra, pero eso
es harina de muchos otros costales, no hace mucho supe que el morenito de ojitos chicos que me desgarró alguna vez el cuerpo ahora vivía en una ciudad del sur, no sé cuántos palos le habrán pegado los milicos por arrancarse, no sé si me habrá seguido amando por mucho tiempo más, pero su promesa fue cierta, nunca me voy a poder olvidar de él.