Ejercicios Espirituales Rey Eternal II “Desafíos para nuestra misión hoy. Enviados a las fronteras” Lucas 6, 12-13 Método: Reglas de Discernimiento I [325-327]
La duodécima regla: 1 Corintios 16, 13: La terdécima regla: Juan 3, 20:
La cuatuordécima regla: 1 Pedro 5, 8:
“El enemigo se hace como mujer...” [325] “Tengan mucho valor y firmeza” “Asimismo se hace como vano enamorado...” [326] “Todos los que hacen lo malo odian la luz...” “Asimismo se [ha] como un caudillo...” [327] “como un león rugiente, anda buscando a quién devorar”
1. Tema: Rey temporal y Rey Eternal – Decreto 3 de la CG 35ª. Fin que se busca: San Ignacio quiere suscitar en el ejercitante un ardoroso deseo de responder a la invitación que le hace el Rey Eternal, una vez se ha tomado conciencia del propio límite y se ha acogido con confianza a la misericordia salvadora de Dios durante la primera semana. Ejercicio de transición: Este ejercicio no es propiamente una “meditación” como las de la primera semana, ni tampoco una “contemplación” con todas las características propuestas para la segunda semana. Tiene elementos de la una y de la otra. Se le ha dado el nombre de ejercicio de transición pues nos hace retomar los aspectos de la primera semana y nos introduce en la segunda. El reinado de Dios: El reinado de Dios es el acontecer de Dios en nosotros. Es dejar que Dios sea el único rey en nuestra vida y el que señale el rumbo de nuestros pasos en cada una de las actividades que realizamos. Dios nos invita a ser “colaboradores de la misión de Cristo”; no vinimos a hacer nuestra misión, sino a co-laborar en la misión de Jesús. El Reino que el Padre quiere es una comunión de hombres y mujeres que reproduzcan los rasgos de su Hijo, el primogénito, para formar una inmensa familia de hermanos. 2. Puntos Textos bíblicos: Marcos 3, 13-19: Lucas 6, 12-15: Lucas 4, 16-30: Mateo 14, 22-33:
“(...) y llamó a los que le pareció bien...” “(…) pasó toda la noche orando a Dios” “El Espíritu del Señor está sobre mí...” “Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti...”
Preguntas y sugerencias: Habiendo leído el decreto 3 de la CG 35ª., ¿nos sentimos espoleados por el amor de Dios a recuperar el tiempo perdido y a reordenar nuestra vida por el camino de un seguimiento más estrecho de Jesús? ¿Comenzamos a sentir a Jesús como nuestro salvador y liberador? Escribamos un ofrecimiento, como el que escribió el Beato Juan XXIII durante su experiencia de Ejercicios Espirituales, cuando tenía 20 años.
“¡Salve, oh Cristo Rey! Tú me invitas a luchar en tus batallas, y yo no pierdo un minuto de tiempo. Con el entusiasmo que me dan mis 20 años y tu gracia, me inscribo animoso en las filas de tus voluntarios. Me consagro a tu servicio, para la vida y para la muerte. Tú me ofreces, como emblema, y como arma de guerra, tu cruz. Con la diestra extendida sobre esta arma invencible te doy palabra solemne y te juro con todo el ímpetu de mi amor juvenil fidelidad absoluta hasta la muerte. Así, de siervo que tú me creaste, tomo tu divisa, me hago soldado, ciño tu espada, me llamo con orgullo Caballero de Cristo. Dame corazón de soldado, ánimo de caballero, ¡oh Jesús!, y estaré siempre contigo en las asperezas de la vida, en los sacrificios, en las pruebas, en las luchas, contigo estaré en la victoria. Y puesto que todavía no ha sonado para mi la señal de la lucha, mientras estoy en las tiendas esperando mi hora, adiéstrame con tus ejemplos luminosos a adquirir soltura, a hacer las primeras pruebas con mis enemigos internos. ¡Son tantos, oh Jesús, y tan implacables! Hay uno especialmente que vale por todos: feroz, astuto, lo tengo siempre encima, afecta querer la paz y se ríe de mí en ella, llega a pactar conmigo, me persigue incluso EN MIS BUENAS ACCIONES. Señor Jesús, tú lo sabes, es el Amor Propio, el espíritu de soberbia, de presunción, de vanidad; que me pueda deshacer de él, de una vez para siempre, o si esto es imposible, que al menos lo tenga sujeto, de modo que yo, más libre en mis movimientos, pueda incorporarme a los valientes que defienden en la brecha tu santa causa, y cantar contigo el himno de la salvación”. Beato Juan XXIII, Diario del Alma. *******************
Mi Corazón está contigo Mi corazón está contigo, Padre, mi corazón está contigo. En este momento, mi cabeza piensa en Ti. En este momento, mis manos estrechan tus manos. En este momento, mi voluntad busca tu voluntad. En este momento, me decido... por tu Reino. Como Abrahám, me lavaré y echaré a andar. Como Moisés, mataré todos mis dioses. Como David, reconoceré mis yerros. Como Jeremías, oiré tu voz. Como Jesús,
lucharé por el hombre, consagraré mi vida a tu causa. Sólo Tú eres Dios. Sólo Tu eres sentido. Sólo Tú liberas. Sólo Tú eres fiel. Sólo Tú eres esperanza. Sólo Tú eres amor. Sólo Tú eres Dios. Mi corazón está contigo, Padre, mi corazón está contigo. Seguiré los pasos de Jesús. Hoy me decido por Ti. Y Jesús me dice: ten valor. Yo voy contigo.
Patxi Loidi