Ejercicios Espirituales Rey Eternal I “Desafíos para nuestra misión hoy. Enviados a las fronteras” Jeremías 1, 4-5 1. Método: Reglas de Discernimiento I [323-324]
La décima regla: Juan 12, 35: La undécima regla: Efesios 6, 13:
“El que está en consolación piense...” [323] “Anden, pues, mientras tienen esta luz...” “El que está consolado procure humillarse ...” [324] “(...)después de haberse preparado bien, mantenerse firmes”
2. Tema: Rey temporal y Rey Eternal – Decreto 3 de la CG 35ª. Contexto: Una vez hemos constatado el proyecto de Dios (PyF) y la distancia que hay entre nosotros y el ideal al cual no llama Dios (Pecado–misericordia), San Ignacio nos invita a responder con entusiasmo al llamamiento del Señor. Hoy ese llamamiento se hace concreto para nosotros en el decreto 3 de la CG 35ª.: “Desafíos para nuestra misión hoy. Enviados a las fronteras”. Se recomienda hacer una lectura sapiencial de este decreto para iluminar este momento de los EE. Decreto 3 de la CG 35ª.: La CG 35ª. comienza su reflexión confirmando la misión de la Compañía, tal como las últimas CCGG la han entendido. Junto con esto, presenta el nuevo contexto en el que se desarrolla hoy nuestra misión y la manera como el establecimiento de relaciones justas se hace un imperativo para todos nosotros en el mundo actual. En esta tarea podemos reconocerla como una misión de reconciliación con Dios, de unos con otros y con toda la creación. Por último, la CG ofrece orientaciones sobre las preferencias globales de la Compañía, que tienen que seguir actualizándose. No ser sordos: La gracia que quiere San Ignacio que pidamos es: “pedir gracia a nuestro Señor para que no sea sordo a su llamamiento, mas presto y diligente para cumplir su santísima voluntad” [91]. Esta será la gracia que pidamos y busquemos en todos los ejercicios del día. No ser sordos/as al llamamiento del Señor en estos Ejercicios. 3. Puntos Textos bíblicos: Génesis 12, 1-9: Éxodo 3 – 4, 17: Isaías 6, 1-13: Jeremías 1, 4-19: Jonás 1-3:
“Tenía setenta y cinco años cuando salió de allá…” “¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón…” “Yo, que soy un hombre de labios impuros…” “¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!” “Anda, vete a la gran ciudad de Nínive...”
Preguntas y sugerencias: ¿Cuándo nos llamó el Señor y a qué nos invitó? Desde la lectura del decreto 3 de la CG 35ª., ¿cuáles han sido las llamadas que el Señor nos está haciendo como cuerpo apostólico en el último tiempo? ¿Cómo estamos respondiendo a estas invitaciones del Señor? ¿Somos conscientes de los costos que tiene la respuesta al Señor?
El camino de la perfección “3. Es tan importante y necesario para aprovechar que haya en nosotros este deseo [de la perfección], que nos salga del corazón y nos lleve tras sí, y no sea menester andar tras nosotros en esto, que del que no tuviere esto, muy poca esperanza habrá. Pongamos ejemplo en el religioso, y cada uno podrá aplicar la doctrina a sí, conforme a su estado. Bueno y necesario es en la Religión el cuidado y vigilancia de los superiores sobre los súbditos, y menester es la reprensión y la penitencia; pero del que por eso hiciere las cosas, no hay mucho que fiar; porque esto, cuando mucho, podrá hacer que por alguna temporada, cuando andan sobre él, proceda bien; pero si ello no sale de allá dentro del corazón y del deseo verdadero de su aprovechamiento, no hay que hacer mucho caso de eso, porque no podrá durar”. “4. Esta es la diferencia que hay entre las cosas que se mueven con movimientos violentos y las que se mueven con movimientos naturales; que las que se mueven con movimientos violentos, como aquello que nace de una fuerza e impresión ajena, cuanto más va adelante, tanto más van aflojando y enflaqueciéndose, como cuando tiráis la piedra hacia arriba; mas en las cosas que se mueven con movimiento natural, como cuando la piedra va a su centro, es al contrario, que cuanto más va, más ligeramente se mueve. Pues esta es también la diferencia que hay de los que hacen las cosas por temor de la penitencia y de la reprensión, o porque les están mirando, o por otros respetos humanos, a los que se mueven por amor de la virtud y por puro deseo de agradar a Dios; que aquello no dura sino mientras dura la reprensión y el andar sobre ellos y luego se va cayendo. (...)”. “5. Este negocio de la perfección no es negocio que se ha de hacer por fuerza; ha de salir del corazón. Y así dijo Cristo nuestro Redentor a aquel mancebo del Evangelio (Mt 19,21): Si quieres ser perfecto. Pero si vos no queréis, no bastarán todas la diligencias y medios que pueden poner los superiores para haceros perfecto. Esta es la solución y respuesta de aquello que pregunta San Buenaventura: ¿Qué es la causa, dice, que antiguamente bastaba un superior para mil monjes, y para tres mil, y cinco mil, que dicen San Jerónimo y san Agustín que solían estar debajo de un superior, y ahora, para diez y aun para menos no basta un superior? La causa de esto es porque aquellos monjes antiguos tenían en su corazón un vivo y ardiente deseo de la perfección, y aquel fuego que ardía allá dentro los hacía tomar muy a pechos su propio aprovechamiento y caminar con grande fervor”. “(...) Pero cuando eso no hay, no sólo no bastará un superior para diez, sino diez superiores no bastarán para uno ni le podrá hacer perfecto, si él no quiere: claro está eso. Porque ¿qué aprovechará visitar la oración? Después que ha pasado el visitador, ¿no puede uno hacer lo que quisiere? Y estando allí de rodillas, ¿no puede estarse pensando en el estudio y en el negocio y en otras cosas impertinentes? (...).” ALONSO RODRÍGUEZ, S.J., Ejercicio de Perfección y Virtudes Cristianas, (Parte 1ª., Tratado 1º, Capítulo 2°, números 3-5), Madrid, Claune, 91974, 10-12.