de las empresas tradicionales a los negocios design thinking
Hace 20 años, el director de una empresa se valía únicamente de las prácticas comunes en su empresa, de los conocimientos que había adquirido en la escuela o de lo que leía en el periódico para llevar una junta o atender a su cliente. Esa era la forma de conducirse, de hacer negocios con las soluciones dictadas. Hoy, la manera de cerrar tratos ha cambiado radicalmente porque un empresario no se conforma con lo que ya está inventado, no quiere solamente innovar, sino reinventar o incluso dar un nuevo significado a lo que le pide el cliente. Hoy, existen cada vez más hombres y mujeres de negocios que experimentan con su propio consumidor, con su equipo, con la comunidad y con ellos mismos para encontrar algo más que el problema que se les plantea resolver. Observan detenidamente, definen la situación, crean y consideran varias opciones, redefinen y seleccionan los posibles caminos (los repiten), y ejecutan la solución… y si no les convence del todo, regresan al primer paso tantas veces lo piensen necesario. Mañana (literalmente), las soluciones que proponga en su reunión podrán ser el resultado de una manera diferente de plantearse el problema. ¿Cómo? Utilizando el design thinking, la metodología y técnicas detrás del proceso de diseñar.
¿Y de qué se trata? El design thinking no es una novedad o una moda o una táctica más para hacer más y mejores negocios. Es una forma de pensar que puede llevar incluso a analizar empresas, con la única finalidad de que sus creadores las observen, encuentren sus deficiencias, hagan pruebas y las reinventen. Tampoco es un proceso de pensamiento cuyos resultados se gestan en una sola cabeza, sino en la capacidad de un equipo (trabajo colaborativo), que juega para entender el problema y las alternativas de solución.
El mundo está cambiando y el diseño es la manera de adaptarse, sin detenerse. Recuerdo bien cómo uno de mis primeros jefes salía de su oficina a buscar nuevos negocios: llevaba una carpeta institucional para informar al prospecto o bien una presentación en papel que ofrecía los pasos a seguir en determinado proyecto. Durante el trayecto a la reunión podría repasar (volver a leer) la presentación, buscar en su cabeza algún “as bajo la manga” para cuando estuviera con el cliente o bien, se concentraba en el recorrido y, simplemente, observaba.
Adiós al actual modelo de negocios. Las posibilidades para edificar compañías que “piensen y se anticipen” al cambio requiere partir de otro modelo de pensamiento: el design thinking Por Vicente Encarnación
Ese mismo director, hoy, cuando visita a un cliente, se siente desprotegido si no lleva su celular, u olvida la presentación PowerPoint —o la memoria en la que la guardó—, o simplemente, si durante el camino no se cuestiona una y otra vez: ¿por qué hacer este proyecto?