Desde los comienzos de la historia, hombres y mujeres han deseado poder decidir si querían tener hijos y en qué momento querían hacerlo. Los métodos anticonceptivos se han usado de un modo u otro por miles de años a través de la historia humana e incluso la prehistoria. (Blundell, 1995). Los métodos utilizados antes del Siglo XX no eran siempre tan seguros o eficaces como los actuales. Hace siglos, las mujeres chinas bebían plomo y mercurio para controlar su fertilidad, lo cual muchas veces tenía como resultado la esterilidad o la muerte (Skuy, 1995). Durante la Edad Media en Europa, los magos les aconsejaban a las mujeres que lleven los testículos de una comadreja puestos sobre los muslos o que le amputaran una pata y la lleven colgada alrededor del cuello (Lieberman, 1973). También se creía que las mujeres podían evitar el embarazo si daban tres vueltas alrededor del lugar preciso en donde había orinado una loba preñada, hay algo aún más sorprendente que estos métodos extraños y totalmente ineficaces, y es que la ciencia moderna ha descubierto que muchos otros métodos de la antigüedad, en especial ciertos tratamientos de hierbas, tienen en realidad algún grado de eficacia. En 1950, Planned Parenthood financió la búsqueda inicial de un anticonceptivo oral de primera calidad , en 1965, Planned Parenthood de Connecticut salió favorecida por la Suprema Corte de Estados Unidos en el juicio Griswold contra Connecticut (1965), que finalmente y de una vez por todas hizo revertir las leyes estatales y locales que habían prohibido el uso de anticonceptivos por parte de parejas casadas; y hoy en día, Planned Parenthood continúa liderando el movimiento a favor de la planificación familiar defendiendo y ampliando positivamente los derechos reproductivos de las mujeres y sus opciones en contra de aquellos que se proponen limitarlos (Chesler, 1992).