Vidas a medias Por Antonio Hernández Rolón La comunidad Doña Mari vive con su marido y algunos de sus hijos, en cabañas separadas, cada quien con su vida por su lado, independientes, pero viviendo juntos en el ejido. Se quieren, se protegen, así se viven unos a los otros, los otros a los unos. Otros hijos viven lejos, así lo escogieron, así decidieron; sabrá el destino, sabrá la vida misma, esa misma. El bosque El bosque es uno solo y varios a la vez, cada árbol, cada animal, cada piedra, cada vida, cada muerte, cada sendero perdido en la bruma, en la niebla, con su olor y color. La pareja Una pareja consta de dos personas, solo eso.
Acto I El cielo se estrella de repente, De repente se vuelve a cerrar. Y quiere volver a llover; así se muestra esta sierra, como la vida misma. Recorremos las veredas ‘pa rriba’ y ‘pa bajo’. Placer tras placer, más bosque aparece mecido por el viento, instigado por la niebla. Pocas veces se quiere tanto en la vida. A pocas cosas se les quiere tanto en la vida. Mira uno de repente, la vida aquí y allá. Las da por sentado, pero más tarde, ya que parece llegar el sereno, retoma uno la idea, trata de asimilarla, sentirla y comprenderla, todo a la luz del farol cuando ya no hay estrellas. Dispares en el simple sentido de ser. Dispares en la propia alma y regocijo. Dispares hasta la eternidad, según pareciera. Acto II — No maltrato a mi esposa — (no tengo). — No maltrato a mis hijos — (no tengo). — Hmmmmm… — — — — —
¿Califico? — Sometimes. — Pero ya lo he pagado, creo. — Hmmmmm… —
Acto III Las corrientes aquí, en este sillón en el balcón de la cabaña de San Pedro van y vienen, traen y quitan. Seguro que así debe ser siempre. Pero no siempre le pasa lo mismo a los mismos. Acto IV Se deben escribir las memorias de lo poco que quede.
Saber cómo ha sufrido Doña Mari en la vida y verla tan feliz; saber cómo ha sufrido el bosque y sigue tan feliz; saber cómo ha sufrido ella y sigue tan feliz; saber por qué él no sigue tan feliz (reírse de las bromas). Lo mejor es cuando se hacen bromas de las cuales solo uno se ríe. Acto V (La pareja) Pero el bosque, el bosque, sus árboles, sus plantas, sus otros seres, sus macizos y otras rocas, ese bosque, se abre con excelencia y camaradería, siempre y cuando uno esté dispuesto a escucharlo, a sentirlo. Ese mismo bosque puede perderte en su inmensidad, es el que nos dio cada día una dicha de refresco, de sorpresa y ganas de seguir una relación. (Otra escena) — El tequila está helado. — — Lo que tú digas mi amor. — — Si, ya voy querida. — (Otra escena) Apenas se empiezan a secar los tablones del piso del balcón de la cabaña. Ya no llueve, ya amainó el viento. ‘Me fui a ver las estrellas.’ Si me estuviera rompiendo el cuello, ahí me quedaría, ver la Vía Láctea, ya no todos pueden. => Doña Mari — Hacia allá se ven muchas entre las 9 y 10, ya tarde. — Doña Mari estaba viendo la Vía Láctea, bendita Doña Mari. (Otra escena) — — — — —
¿Cómo te los buscas?— Como los quieres. — ¿Cómo los quieres? — Como te los buscas. — ¿Cómo es? —
— Sin más ni más, así parece, a pesar de Madonna. — (Otra escena) Mi mejor noche en la cabaña hasta ese día, la que no llovió ni el viento me atormentó; todo esto salió. (Otra escena) Ya lo vi, mi vida es otra, en solitario, voy de compras, cocino. De acuerdo, comer pan con aceite de oliva. (Otra escena) — — — — —
¿Tienes problemas con tu forma de beber? — Sí. — ¿Tiene problemas con tu forma de beber? — Sí. — Hmmmmm… —
(Otra escena) El pato nada y otra veces ni agua toma (Doña Mari). Se nos cae la tinta, pero sigue manchando. A punto de ir por ti, pero sin saber para dónde jalará la yunta. Otro día de domingo Muy buena caminata; el bosque, excelente, como debe un buen bosque. Sin aguacero ni la menor llovizna. Solo el propio sereno sabe a qué hora llega; solo el amor sabe cuando se apaga. No hay viento y la lámpara se llena de polillas y otros insectos voladores. Parece ser la última lámpara que queda en el caserío. Parece que hoy todos los abandonados se juntaron en el mismo lugar.
(Otra escena) Doña Mari sigue echando tortillas, ya el canasto está lleno pero ella sigue rebozándolo mientras platica. La conocida que perdió al hijo por darle leche a escondidas en el Centro de Salud. El fogón, el molcajete, los chiles sobre el comal y el jitomate sobre las brazas. (Probable inicio) El bosque siempre cobija, es majestuoso y eso lo transmite. (Probable final) Gracias por todas esas cosas, al final nadie quiere salir perdiendo, nadie quiere salir lastimado, pero es un hecho, cuando la incompatibilidad vence en cruenta gresca, en sonados capítulos, a lo que quedaba del amor. (Y los perros ladran toda la noche) Se quedó esperando en su escritorio, revisaba la pantalla del monitor, trataba de hacer un garabato y una anotación que le ayudara a aclarar las cosas o decidir qué hacer con la vida. El eco del ladrido de los perros retumbaba en el pequeño vallecito en San Pedro de la Sierra. Era dominante, era total.