Balada Por Antonio Hernández Rolón
A veces,...sin aliento, con la mirada hacia las alturas, no se presta atención... a lo que el alma siente. Sin regresar sobre el rastro, las horas siguen la marcha, arrean al sentimiento, lo inducen al extremo. Así seguía el cobarde, guardado tras la maraña, blandiendo las palabras para soportar la noche. Los cirros que el viento rasga, el fantasma, el espejismo, voces que suenan añejas, sólo quedan...las palabras. Amor odiado, el beso del cobarde en la espada, su llanto, su suspiro, odio...amado.