Twinkle en 16 de febrero Por Antonio Hernández Rolón
I Me calcinan el alma, ¿Hasta qué término? A la inglesa. Entonces no hay calcinación. Pero huele a chamusqueado, Se le pica y ya no reacciona. Yo creo que si la cremaron, mi alma. Pero si ya estaba hecha, ¿Para qué la regresaste a la parrilla? Pues porque no sabía si ya estaba hecha. La calcinaron, La cremaron, Duele. II Estoy frente a algo que deseo, que anhelo. Pasan días y pasa nada. Pasan los deseos y los anhelos. Los días están al frente y en la nada. III Hablando del pasado, Unas por otras, Las más, Las de aquí, Aquí mesmo. IV Se siente hambre de morir, muy adentro, muy a la vieja usanza. Así, sin lágrimas, usando algo más para lubricar los ojos, estaba esperando que pasara algo que estaba seguro que no pasaría. Son de esas cosas que hace uno, se le apuesta a lo imposible.
Al día siguiente fui a jugar fútbol con los amigos, como todos los sábados. Las patadas, los raspones y mentadas, la juerga de siempre casi, la misma para evitar estar donde no, donde siempre para seguir esperando. Pero unas cuantas bofetadas podrían hacer el cambio, tal vez, además de enrojecer las mejillas ya ancianas, de traer algo de realidad. Pero no, sabía que ese tampoco era el camino. Tenía que enfrentar el momento y no parar en la bendita realidad. Salí a comprar un paquete de cigarros, un nuevo encendedor. Solo usaría el encendedor pues ya no fumo. Qué cosas, las más por las menos. Nomás para salir. Así, siguen pasando los días sin tener en claro la situación, ¿será que me secuestraron el alma? V Me muero, Me voy, Me doy. No doy.