RUSIA COMO ENEMIGO GEOPOLÍTICO DEL CONTINENTE AMERICANO EN SU TOTALIDAD
MARIANA RODRÍGUEZ DÍAZ
PONTIFICA UNIVERSIDAD JAVERIANA PREGADO CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D.C 2019
LA GUERRRA NO ES ALIVIO Al suponer a Rusia como enemigo político de América, es necesario plantear un escenario de las condiciones de confrontación del sistema político hemisférico americano. El panorama político actual de América es el siguiente: Canadá, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Panamá, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Brasil y Paraguay, son países que se encuentran bajo un gobierno de Derecha o Centro Derecha, mientras que, México, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Uruguay, son países dirigidos por gobiernos de Izquierda o Centro Izquierda.1 Por otro lado, también hay que tener en cuenta la actual crisis política socioeconómica de Venezuela, ya que gracias a esto se han establecido 2 bandos, los que apoyan el gobierno de Nicolás Maduro (Bolivia, Cuba, El Salvador, Nicaragua, México y Uruguay, que aunque abogan por una solución democrática, también reconocen al actual mandatario venezolano, y del otro lado del mundo pero no menos importante Rusia) , y los que reconocen al autoproclamado presidente interino de Venezuela Juan Guaidó (Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, Perú, Honduras, Panamá, Paraguay, Costa Rica, Guatemala, Bahamas, Haití y República Dominicana). 2 Con todo esto, comprendiendo a Rusia como enemigo político, se puede establecer que su opositor principal en el eje americano sería Estados Unidos por cuestiones de diferencias ideológicas y de los antecedentes que trajo consigo el transcurso y desenlace de la Guerra Fría. Si se interpreta a Schmitt, “la guerra crea enemigos absolutos”. De ahí que, los países que reconocen a Guaidó como presidente interino de Venezuela, serán posibles aliados de Estados Unidos y adversarios de Rusia. Para comprender estas alianzas formadas por la crisis, es indispensable remitirnos a las propuestas y a los intereses de política exterior de cada uno de los países clave en esta coyuntura. Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, busca recuperar la influencia perdida de su país en el campo internacional desde el colapso y desintegración de la URSS mediante una mentalidad expansionista que se puede ver evidenciada cuando la Federación 1
https://cnnespanol.cnn.com/2019/01/03/mexico-a-la-izquierda-y-brasil-a-la-derecha-asiesta-el-mapa-politico-de-america-latina-en-2019/ 2 https://noticias.caracoltv.com/mundo/los-paises-que-respaldan-juan-guaido-y-los-quesiguen-del-lado-de-nicolas-maduro
Rusa intentó incorporar la península de Crimea a su territorio, de acuerdo con la Ley sobre Nuevos Territorios Federales de la legislación rusa, que establece que la península puede considerarse parte de Rusia desde el momento de la firma del acuerdo interestatal del 18 de marzo de 2014. 3 En este punto, de hecho podemos entrar a comparar a Putin con Pedro el Grande y su conquista del Báltico, ya que esta abriría las puertas a Rusia para mantener un intercambio económico, político y cultural fluido y permanente con las naciones occidentales europeas (no obstante la mirada de Putin está fija en algunos países de América Latina), que sería prácticamente lo que quiere Putin apoyando a Venezuela desde hace aproximadamente dos décadas y más aún en el gobierno de Maduro. Para realizar el proyecto, Pedro el Grande sabía que tenía que enfrentarse con la potencia hegemónica que controlaba la zona, Suecia, que además contaba con aliados importantes y muy interesados en el control del Báltico, como Polonia y Dinamarca. Concibiendo un paralelo con el contexto de la conquista del Báltico con la trama política actual, al ser Estados Unidos el hegemón de América como continente, Putin debe ser consciente de que para que su relación establecida con Venezuela, y más específicamente con el gobierno de Nicolás Maduro, perdure, le es esencial impedir que destituyan a Nicolás Maduro y por esto, tendrá que pasar por encima de Juan Guaidó, es decir, pasar indirectamente por encima de Estados Unidos quien posee a Colombia y a Brasil como aliados principales.4 Por otro lado tenemos al presidente de Estados Unidos Donald Trump quien está totalmente en contra de un viejo enemigo de su nación: el socialismo. Independientemente de que también existan intereses económicos y geopolíticos hacia Venezuela por su petróleo y su ubicación estratégica, su interés principal es erradicar cualquier gobierno que no sea democrático. Durante el Discurso de la Unión, Trump hace énfasis en que su país “nunca caerá bajo la amenaza socialista”, “Estados Unidos nunca será un país socialista. Son y serán un país libre”, no siendo esta la primera vez que en que Trump use una tribuna para propagar un mensaje que ha definido como “los horrores del socialismo”. Según un el politólogo David S. Meyer, explica en una entrevista con BBC, que esto se trata de una 3
Leer «La Duma Estatal de Rusia ratifica el tratado de la adhesión de Crimea». RT en español. 19 de marzo de 2014. Consultado el 19 de marzo de 2014. 4 Leer «Pedro I el Grande: el zar que introdujo a Rusia en la modernidad». Salvador Rus, Profesor de Historia del Pensamiento y Director de la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de León.
estrategia que ya ha sido utilizada por el país y más aún durante la Guerra Fría, y se caracteriza por difundir una psicología del miedo, siendo una retórica que fue utilizada para definir a la URSS (aún no Federación Rusa) y a su ideología socialista/comunista, como algo sombrío y que traería para las naciones consecuencias apocalípticas.5 Por consiguiente, se podría establecer que Trump también percibe una mentalidad expansionista, pero no en cuanto a anexos territoriales, sino en una expansión de pensamiento ideológico, es decir, que los demás países actúen y resuelvan sus determinaciones bajo la influencia de Estados Unidos, “Make America Great Again” (Reagan, 1980). Ahora bien, no significa necesariamente que los países hegemones establecidos en los bloques o los que hacen parte de los mismos interpongan inmediatamente el recurso de la guerra como un medio de salida de dicha crisis social, política y económica. No es imperioso desarrollar un estudio profundo de cada Estado-nación para llegar a esta determinación; solo basta apelar a las ideas de Carl Schmitt, quien establece como natural la relación de amigo-enemigo, y estipula que los enemigos son quienes definen el status colectivo de los demás y en adición condicionan su existencia, lo cual implica que destruir al otro es destruirse y por ello, se rompería el marco de la acción política entre los opuestos. Esta distinción entre los aliados y los enemigos siempre es moral y no necesariamente conflictiva, y ya que no es bélica se conserva una correlación armoniosa de los opuestos; luego entonces, el medio político para disolver la enemistad institucional se encuentra en la práctica discursiva. Sin embargo, «por guerra hay que entender que es una lucha armada entre unidades políticas organizadas, y guerra civil es una lucha armada en el seno de una unidad organizada» (Schmitt, 1932) y por esto mismo «…el político está mejor entrenado para la lucha que el soldado, porque se la pasa la vida luchando, mientras que el soldado solo lo hace excepcionalmente. La guerra no es pues en modo alguno objetivo o incluso contenido de la política, pero constituye el presupuesto que está siempre dado como posibilidad real, que determina de una manera peculiar la acción y el pensamiento humanos y origina así una conducta específicamente política» (Schmitt, 1932). Entonces, es preciso insistir que mediante la presión que ha ejercido Donald Trump hacia el mandato Maduro con sanciones económicas y en discursos como el de la Unión condenando “la brutalidad 5
https://elcomercio.pe/mundo/eeuu/donald-trump-nicolas-maduro-crisis-venezuela-siendoutilizada-estados-unidos-conservadores-atacar-socialismo-noticia-609187
del régimen”, señalando que “sus políticas socialistas hicieron que el país pasara de ser el más rico de Sudamérica a un Estado de pobreza extrema y desolación” y por último advirtiendo “tenemos un tremendo apoyo en toda América del Sur, en todo el mundo, realmente”6, ha provocado una guerra civil en la que existe un conflicto interno en Venezuela en donde Maduro atraviesa una constante lucha con los opositores de su gobierno y al mismo tiempo, con masivas emigraciones causadas por una hiperinflación en su economía, con la pobreza que esto ha provocado y la falta de servicios para la salud. 7 En conclusión, lo más probable es que Venezuela continúe en ese estado de guerra civil, ya que más allá de lo mencionado anteriormente, países como México, Uruguay y China a pesar de estar en contra de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos como medio para ejercer presión sobre Maduro y que este se disponga a “reestablecer la democracia” que tanto reclamaron los países del Grupo de Lima, no están dispuestos a apoyar y respaldar una guerra,8 en efecto, el 9 de febrero del presente año, Guaidó había autorizado una intervención militar de los Estados Unidos, a lo que el senador demócrata Ro Khanna respondió desde su cuenta de Twitter que el diputado opositor no tiene autorización para proponer dicho conflicto: "Señor Guaidó, usted puede proclamarse líder de Venezuela, pero no puede autorizar las intervenciones militares de EE.UU. Solo el Congreso de EE.UU. puede hacerlo. No lo haremos".9 Evidentemente niega la posibilidad de que el congreso apruebe una operación militar; así pues, si se llegase a una situación máxima en la cual sea inevitable no recurrir a la guerra, tendría que disponerse de un estado de excepción, según el cual "el soberano es quien decide sobre el estado de excepción" (Schmitt, 1932), en donde los instituciones quedan suspendidas en pro al derecho de intentar sobrevivir ante una condición extraordinaria en la unidad política, y con esto llegar a lo que Schmitt define como una «guerra última de la humanidad» la cual explica es «necesariamente de intensidad e inhumanidad insólitas, ya que van más allá de lo político y degradan al enemigo al mismo tiempo por medio de categorías morales y de otros tipos, 6
https://www.latercera.com/mundo/noticia/trump-intensifica-presion-maduro-discursovenezuela-miami/532677/ 7 https://es.wikipedia.org/wiki/Emigraci%C3%B3n_venezolana 8 https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46765981 9 http://diariodelcauca.com.co/noticias/internacional/no-puede-autorizarlo-le-nieganguaido-pedir-una-intervenci-499155
convirtiéndolo así en el horror inhumano que no sólo hay que rechazar sino que hay que aniquilar definitivamente; … la posibilidad de guerras de esta índole demuestra con particular claridad que todavía hoy la guerra está dada como posibilidad real, que es lo único que importa para la distinción de amigos y enemigos y para el conocimiento de lo político» (Schmitt, 1932). Viendo que se instaure una guerra, los aliados últimos de Juan Guaidó serían Estados Unidos, Colombia y Brasil, y el de Nicolás Maduro sería Rusia, dando como resultado una tragedia para Colombia ya que por ser la frontera con Venezuela sería el escenario de combate por donde ingresarían los ejércitos de Brasil y Estados Unidos y en donde se llevaría a cabo la confrontación, arraigando desplazamientos forzosos en la zona, pobreza, pérdida económica por la inversión de armas y lo más obvio pero no menos desmesurado, las vidas humanas que siempre piden como pago las guerras.