TEXTO 5: MANIFIESTO DE ALFONSO XIII AL PAÍS. He aquí el texto del documento que el Rey entregó al presidente del último Consejo de ministros, capitán general Aznar: 1 Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. 5 Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra Patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, 10 resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa. Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la 15 conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos. También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.» ABC, 17-IV-1931
Nos hallamos ante una fuente primaria, un documento de carácter político, ya que se trata de un fragmento del Manifiesto de despedida del rey Alfonso XIII. La fecha es la de 13 de abril de 1931, aunque fue publicado posteriormente. Un día después de celebradas las elecciones municipales en que las candidaturas republicanas han resultado ganadoras en las principales ciudades españolas, venció en 41 de las 50 capitales de provincia ( a pesar de que la República nunca dio los resultados) . El gobierno y el propio Rey se ven sorprendidos por los hechos ocurridos en el transcurso del día, y las medidas son rápidas y contundentes. Su autor es el rey Alfonso XIII, hijo y sucesor de Alfonso XII. Durante su minoría de edad ejerció la Regencia (1885-1902) su madre, Mª Cristina de Habsburgo. Su reinado personal transcurrió entre 1902 y 1931. El rey leyó el Manifiesto ante su Consejo de Ministros la tarde del 14 de abril antes de marchar al exilio; al día siguiente fue publicado en el periódico monárquico ABC y posteriormente en los principales periódicos del país para conocimiento de todos los españoles. Por tanto es un texto público, destinado a la difusión general. Es un texto subjetivo que el rey escribió con el propósito de dar a conocer al pueblo español las razones que le han llevado a tomar la decisión de marcharse: no contar con apoyo popular y evitar una guerra civil. 2. Las ideas y el resumen. Ya en la primera línea, el rey hace referencia a las elecciones "celebradas el domingo"- o sea las municipales del 12 de abril- que le han demostrado que "ya no tengo el amor de mi pueblo". La verdad es que en el conjunto del país ganaron los concejales monárquicos, pero se interpretó que el voto republicano, ganador en las capitales y las grandes ciudades del país, era de mayor calidad que el del mundo rural por ser uno culto y libre mientras que el otro era inculto y caciquil. El rey reconoce errores -"sin duda erré yo alguna vez"- y admite que pudo equivocarse en sus decisiones - se refiere, sin decirlo, a su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera pero trata de justificarse diciendo que actuó siempre con buena intención, "sin malicia", movido por su amor a España e intentando servirla, incluso en las "malas coyunturas". “Soy el rey de todos los españoles”. Con esta afirmación pretende no dejar lugar a dudas acerca de lo que debe ser la Monarquía. Una monarquía moderna, parlamentaria, donde el Rey está por encima del juego político y es el representante de todos y cada uno de los españoles, tal como lo entendemos ahora. Sin duda el deterioro de la Monarquía se había debido a que el Rey había tenido que “intervenir” demasiado en política, había tomado partido, y por eso ahora se identificaba a la Monarquía con una determinada tendencia o sistema. La Monarquía se identificaba con un sistema político caciquil anticuado, que no dejaba participar a la mayoría de la población en el sistema de elecciones y donde todo estaba “amañado” de antemano por los “ricos”Quizá estas coyunturas se refieran a las tres graves crisis en su reinado: la Semana Trágica, de 1909, la crisis de 1917 y el desastre de Annual en 1921. El monarca había actuado en las dos primeras defendiendo los intereses de la oligarquía dominante frente a las clases populares. La oposición republicana consideraba también responsable al rey del desastre de Annual, donde el caudillo rifeño Abd-el-Krim había derrotado al ejército colonial español, causando más de 13.000 muertos, un hecho que había conmocionado al país, en su mayoría contrario a una política colonial de prestigio. Alfonso explica que, para evitar una fratricida guerra civil, tiene la intención de suspender el ejercicio de sus poderes, pero sin abdicar de sus derechos al trono, que considera depósito acumulado por la Historia, siguiendo la vieja doctrina canovista. Dice que marchará al exilio pero confía en volver cuando se celebren elecciones generales y se exprese la auténtica voz de la nación, que posee la soberanía -"única señora de sus destinos"-. Se puede observar en el texto el desánimo del rey ante la situación creada en España tras las elecciones municipales. Se encontraba solo, ya que intentó buscar apoyos pero todos le abandonaron, incluidos los militares; el general Sanjurjo le aconsejó que se marchara. Alfonso XIII no regresará de su exilio, muriendo en Roma (1941).
Termina con una llamada a todos los españoles para que, igual que él, cumplan con su deber, que no debe ser otro que procurar el bien común: “Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles”. Del texto emana una gran tristeza; no sólo por tener que abandonar España, sino quizá por no haber podido hacer más de lo que está haciendo en ese momento; o, tal vez, intuyendo que al final, y pese a todo, ocurrirá lo que él está, con su autoexilio, intentando que no ocurra: una guerra civil.
3. Comentario histórico: Alfonso XIII, de talante europeísta y moderno, inició su reinado entusiasmado e intentó llevar a cabo una política regeneracionista, modernizando el país desde arriba. Pero se encontró con muchos problemas heredados que no supo ni pudo resolver; pese al papel relevante que le otorgaba la Constitución de 1876: Se mostró incapaz de realizar las profundas reformas necesarias para acabar con la división entre la España oficial y la real de la Restauración. Su reinado significó la crisis del sistema de la Restauración, iniciado por Canovas del Castillo durante el reinado de su padre Alfonso XII. Sus planes fracasaron por la crisis del turnismo político, el pesado dominio de la oligarquía y el caciquismo, que generaban un creciente malestar social, el aumento de la oposición republicana y por su intervencionismo desafortunado, como en el desastre de Annual (1921). Probablemente dice la verdad en el Manifiesto cuando afirma que actuó siempre con buena intención, incluso en su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera, que trataba de salvar a la monarquía y los privilegios de la oligarquía dominante; era una solución autoritaria de moda por entonces en otras partes de Europa y que fue muy bien acogida al principio por el pueblo español, que estaba harto de desórdenes. En un primer momento todo el mundo vio con esperanza el cambio de régimen. El orden público se restableció con la Dictadura, pero las ansiadas reformas no llegaban. Se terminó con la Guerra de Marruecos; pero, poco a poco, los logros económicos de los primeros años, debidos a la coyuntura favorable, dieron paso a tiempos peores. La crisis de 1929 agravó los problemas sociales y económicos, y todos los sectores sociales le retiraron su apoyo al dictador: sindicatos, nacionalistas, intelectuales, estudiantes, ejército, y finalmente la burguesía. Primo de Rivera tuvo que presentar su dimisión el 28 de enero de 1930, y con él arrastró al régimen monárquico. El rey confió al general Berenguer la tarea de restablecer la normalidad constitucional de 1876, como si no hubiera pasado nada, pero la excesiva lentitud de sus medidas le atrajeron críticas, tachándose al periodo de "dictablanda". La oposición (republicanos, socialistas, nacionalistas catalanes y gallegos) firmó el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930) para acabar con la monarquía. El 12 de diciembre fracasó un pronunciamiento militar en La Granja. Berenguer dimitió, formándose en enero de 1931 un Gobierno monárquico de concentración dirigido por el almirante Aznar, que anunció la convocatoria de elecciones, primero municipales y luego a Cortes Constituyentes. En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 triunfaron los republicanos en las principales ciudades -aunque en el conjunto del país lo hicieron los monárquicos- y se hundió el régimen de la Restauración. Tras el triunfo republicano en las ciudades, se exige la marcha del Rey. Alfonso XIII estaba cansado y harto de política; además, el ejército y la Guardia Civil dicen a Romanones que aceptarán la voluntad popular. Romanones va a Palacio a informar al Rey y, ante el temor de que ocurra algo similar a lo ocurrido en Rusia con los zares, el Rey convoca el Consejo de Ministros esa misma tarde a las 5 y lee el manifiesto que estamos analizando. Este manifiesto se reproducirá en la portada de ABC al día siguiente. Esa misma noche se marchó el Rey, llegó a Cartagena y, al día siguiente, se embarcó hacia el destierro. El 14 de abril se proclamó la II República, en medio del entusiasmo y la alegría populares. La gente aceptó la República como el fin de todos sus males; de la misma forma que había aceptado la Restauración tras el Sexenio, y del mismo modo en que había aceptado la Dictadura. No hubo violencias. Se formó un Gobierno Provisional, presidido por Alcalá Zamora y formado por los partidos del Pacto de San Sebastián, que convocó elecciones generales a Cortes Constituyentes que se celebraron el 28 de junio de 1931 por sufragio universal. En ellas los partidos republicanos - el Partido Radical de Lerroux y Acción Republicana, más tarde Izquierda Republicana, liderado por Azaña- y el PSOE obtuvieron la mayoría de los escaños. Esta mayoría de izquierdas formó un gobierno presidido por Azaña, con Alcalá Zamora como presidente de la República. Las Cortes iniciaron sus sesiones el 14 de julio, presididas por el socialista Julián Besteiro, y promulgaron en diciembre la nueva Constitución de 1931, que establecía un Estado democrático y laico, con sufragio universal, por primera vez con incluídas las mujeres, y con amplios derechos y libertades. El gobierno progresista pretendía modernizar al país con reformas pacíficas y llevará a cabo múltiples reformas en dos años (bienio reformista, 1931-33): militar, autonómica, educativa, agraria... Pero desde el principio tuvo la oposición los sectores más conservadores del país que estaban molestos con las reformas que atentaban contra sus intereses. En las elecciones de 1933, los excesos de las izquierdas y su división propician el triunfo de la derecha que se presente unida a las elecciones, iniciándose el periodo radical cedista. En 1934 los sectores revolucionarios no aceptaron la victoria cedista de noviembre del año anterior sublevándose en la Revolución de Asturias lo que desautorizaría la virtud democrática de este sector. En las elecciones de 1936, el turno de no aceptación democrática fue para los sectores conservadores del ejército provocando que el 18 de julio de ese mismo año se sublevaran los oficiales Sanjurjo y Mola — a la que más tarde se uniría Franco — en un levantamiento con caracter de golpe de Estado que no triunfó por igual en toda la península provocando una intensa guerra civil que duraría hasta 1939.
La Segunda República es uno de los momentos clave de la historia contemporánea española. El proyecto de democratización y modernización que se abre en 1931, y que tantas esperanzas despertó en amplias capas de la población española, concluyó con una cruenta guerra civil. El debate sobre las razones de ese fracaso histórico sigue siendo uno de los elementos clave de la historiografía española. La Constitución de 1931 y el bienio reformista El triunfo de las candidaturas republicanas en las grandes ciudades precipitó el 14 de Abril de 1931 la proclamación de la República. La amplitud del movimiento popular llevó a que el rey Alfonso XIII, aislado y sin apoyos, se exiliara. Inmediatamente se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y formado por republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas. El gobierno debía dirigir el país hasta que unas nuevas Cortes Constituyentes dieran forma al nuevo régimen. No obstante, el nuevo gobierno tuvo que responder desde un principio al ansia general de reformas. Adoptó las primeras medidas para la reforma agraria, inició reformas laborales, emprendió la reforma militar, aprobó legislación educativa y puso en marcha el Estatuto provisional de autonomía de Cataluña. El ambiente social, sin embargo, se encrespó inmediatamente. A la vez que la CNT anarquista promovía una amplia campaña de huelgas, los enfrentamientos entre la Iglesia y el nuevo gobierno fueron inmediatos. El sector más conservador de la Iglesia, encabezado por el Cardenal Segura, puso todo tipo de trabas al nuevo ejecutivo. El viejo anticlericalismo afloró de nuevo y en mayo de 1931 diversas iglesias y conventos fueron asaltados y quemados. La opinión pública católica se alejó desde un primer momento del nuevo régimen republicano. Finalmente, en junio de 1931, tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes en un ambiente de relativa tranquilidad. Las urnas dieron una clara mayoría de la coalición republicano-socialista. La nueva Constitución, aprobada en diciembre de 1931, reflejó las ideas de esta mayoría. Estos son sus principales rasgos: •
Soberanía popular. Se declaraba al nuevo estado español como una "República democrática de trabajadores de todas clases".
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Sufragio universal masculino y femenino. Tras un largo y complejo debate en las Cortes, las mujeres españolas obtuvieron el derecho de voto.
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Extensa declaración de derechos y libertades. o Derechos civiles: divorcio, equiparación hijos legítimos e ilegítimos. o Derecho a la educación.
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Poderes del Estado o Poder legislativo quedó en manos de unas Cortes unicamerales. o Poder ejecutivo Presidente de la República con escasos poderes. Jefe de Gobierno, nombrado por el Presidente pero que debía contar con la aprobación de las Cortes. o Poder judicial en manos de los tribunales de justicia.
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Por primera vez en nuestra historia, se establece el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía.
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En lo relativo a la "cuestión religiosa" se establece un estado laico: o Separación de la Iglesia y el Estado o Desapareció el presupuesto de culto y clero o Prohibición de ejercer la educación o Libertad de conciencia y cultos
El Bienio Reformista (1931-1933) Tras aprobarse la Constitución, se inició un nuevo período con un gobierno presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierda y socialistas. En diciembre, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República. El gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas en un contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro. Estas fueron sus principales medidas:
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Reformas laborales, iniciadas desde el Ministerio del Trabajo por el socialista Largo Caballero, que favorecían la posición de los trabajadores y sindicatos y encontraron la cerrada oposición de los empresarios.
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Reforma educativa:
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Amplio programa de construcción de escuelas y contratación de maestros: 6750 escuelas y 7000 maestros con mejores salarios. Enseñanza mixta La Religión dejó de ser asignatura obligatoria lo que agudizó el enfrentamiento con la Iglesia
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Reforma militar. Buscando garantizar la fidelidad del Ejército al nuevo régimen republicano y propiciar la reducción del excesivo número de jefes y oficiales, se exigió el juramento de fidelidad al nuevo régimen republicano, pudiendo optar los que se negaran a ello al retiro voluntario con paga completa.
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Reforma agraria:
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Se aprobó en 1932 la Ley de Bases de la Reforma Agraria. Con ella se buscaba el reasentamiento de campesinos sin tierra en latifundios insuficientemente explotados. Su aplicación fue un fracaso y muy pocos campesinos se beneficiaron de la ley. Esto provocó un decepción generalizada entre el campesinado en un contexto económico de paro creciente.
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La oposición al gobierno La derecha tradicional quedó desorganizada tras la proclamación de la República en los primeros meses del nuevo régimen. La oposición conservadora quedó restringida a las Asociaciones Patronales como la Unión Económica Nacional y el Partido Radical de Lerroux. Este grupo de centro-derecha dirigió la oposición al gobierno en las Cortes. Por otro lado, la izquierda revolucionaria no dio tregua al nuevo gobierno. La Confederación Nacional del Trabajo (CNT), con más de un millón de afiliados, siguió la línea extremista marcada por los militantes de la Federación Anarquistas Ibérica (FAI). El minoritario Partido Comunista de España (PCE) se hallaba también instalado en una línea radical, defendida en aquel momento por la Komintern y Stalin. Las tensiones sociales y políticas La crisis económica, la línea radical propiciada por la CNT y la negativa de la patronal a las reformas llevaron a un marco de fuertes tensiones sociales. Los enfrentamientos entre huelguistas y la Guardia Civil fueron frecuentes y a menudo violentos (Castilblanco, Arnedo, Baix Llobregat). El debate en Cortes del Estatuto de Cataluña y la Ley de Reforma Agraria provocaron un oposición cerrada en las fuerzas de derecha. De nuevo, las fuerzas conservadoras recurrieron al tradicional método de la insurrección militar. El general Sanjurjo intentó un golpe de estado militar en Sevilla agosto de 1932. La "Sanjurjada", mal preparada y con desigual apoyo en el ejército, fracasó. La reacción de las fuerzas que apoyaban al gobierno fue inmediata. Las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y del Estatuto de Autonomía de Cataluña. En este territorio, la Esquerra Republicana de Catalunya, dirigida por Francesc Maciá, triunfó en las primeras elecciones autonómicas. Pese al fracaso de Sanjurjo, el gobierno republicano-socialista daba muestras de claro desgaste. En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas, en los que la Guardia de Asalto sitió y mató a un grupo de campesinos anarquistas. El escándalo consiguiente llevó al gobierno a la decisión de convocar nuevas elecciones en noviembre de 1933. Para estas elecciones, la derecha se había reorganizado. Tres nuevos grupos se presentaron a los comicios: • • •
La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por Gil Robles, grupo mayoritario auspiciado por la Iglesia Católica. Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, en la que se agruparon los monárquicos. Falange Española, la versión española del fascismo, dirigida por Jose Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador.
Mientras la izquierda se presentó fragmentada en múltiples grupos y los anarquistas llamaron a la abstención. Las elecciones dieron la victoria de los grupos conservadores: Partido Republicano Radical y la CEDA.
El triunfo conservador fue contestado por una insurrección anarquista que fue tuvo como resultado más de cien muertos.
El bienio radical-cedista (1933-1936) Tras las elecciones, Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por miembros de su partido. La CEDA apoyó al gobierno desde el Parlamento. Lerroux se vio así obligado a iniciar lo que los grupos de derecha reclamaban, una política de rectificación de las reformas del bienio anterior. Esta nueva política se concretó en la paralización de las reformas iniciadas: • • • • •
Paralización de la reforma agraria, con la consiguiente expulsión de las tierras que habían ocupado de miles de jornaleros. Paralización de la reforma militar y designación para puestos clave de militares claramente antirrepublicanos como Franco, Goded o Mola. Esta nueva política fue completada con un amnistía para los participantes en el golpe de Sanjurjo en 1932. Conciliación con la Iglesia Católica. Paralización de las reformas educativas. Parón en el programa de construcciones escolares y anulación de la enseñanza mixta. Enfrentamiento a los nacionalismos periféricos. Freno al proyecto de Estatuto de Autonomía vasco, presentado por el PNV y enfrentamientos con la Generalitat catalana, que presidía Lluis Companys, dirigente de ERC, desde enero de 1934.
Radicalización del enfrentamiento político En un contexto de crisis económica internacional y de triunfo de los extremismos en Europa con el triunfo de Hitler en 193 y la consolidación de la dictadura de Stalin en la URSS, la lucha política se radicalizó en nuestro país. España se polarizó entre las "derechas" y las "izquierdas". Derechas: • • •
La CEDA de Gil Robles agrupaba a las clases medias y populares católicas. Las Juventudes de Acción Popular (JAP), organización juvenil del partido, tenían ya en aquel momento rasgos claramente fascistas. En Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, se agrupaban los monárquicos con posturas cada vez más extremistas y antidemocráticas. Finalmente, la Falange Española de Jose Antonio Primo de Rivera se fusionó en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ledesma. Quedaba así constituido el núcleo político de ideología fascista en España.
Izquierdas: • • • • •
La Izquierda Republicana de Manuel Azaña agrupaba el centro-izquierda que había optado por una política de reformas y de alianzas con el movimiento obrero. El PSOE, el mayor partido obrero, estaba dirigido por un grupo de líderes a menudo enfrentados. Indalecio Prieto y Largo Caballero representaban el ala más moderada y más radical del partido. En general, el PSOE vivió un claro proceso de radicalización. El PCE seguía las nuevas directrices de la Komintern y buscaba una alianza de la izquierda contra el fascismo. La experiencia alemana y el ascenso de Hitler en enero de 1933 habían hecho rectificar a Stalin y buscar alianzas con todas las fuerzas de centro-izquierda. La CNT seguía ligada a la acción revolucionaria, aunque había quedado muy mermada tras el fracaso de la insurrección de diciembre de 1933. Los continuos enfrentamientos del gobierno de la Generalitat catalana con el gobierno de derechas de Madrid habían propiciado que la Esquerra Republicana de Catalunya dirigida por Lluis Companys girara a la izquierda en sus posiciones políticas.
Revolución de Octubre de 1934 La creciente tensión entre los dos polos políticos culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934. Esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo inminente del fascismo en nuestro país. La cada vez más radicalizada izquierda, PSOE, UGT, CNT, PCE, llamó a la huelga general contra el gobierno. El seguimiento fue muy desigual. El movimiento fracasó en Madrid. El gobierno acuarteló a las tropas y detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas.
En Barcelona, Companys, desde la presidencia de la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz independentista. La revuelta fue rápidamente reprimida por del Ejército. Lo peor ocurrió en Asturias. Aquí la huelga general triunfó y degeneró en una verdadera revolución organizada por la UGT y la CNT. La persistencia de la insurrección llevó al gobierno a optar por la represión más brutal. La Legión, dirigida por el general Franco, fue la encargada. El balance de la Revolución de Octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos, entre ellos Companys, Azaña, que no había apoyado el levantamiento, y los principales dirigentes del PSOE como Prieto o Largo Caballero. La reacción del gobierno de derechas fue el endurecimiento de su política: se suspendió el estatuto de autonomía de Cataluña y se redactó una nueva Ley de Reforma Agraria, que en la práctica era una verdadera contrarreforma. Sin embargo, las disensiones en el seno del gobierno eran crecientes. Las diferencias entre el Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA eran evidentes. Un ejemplo de la orientación de la CEDA fueron los nombramientos que hizo Gil Robles, como nuevo ministro de Defensa. Militares claramente contrarios a la república y la democracia fueron designados para puestos clave en la estructura del Ejército. Franco, por ejemplo, fue nombrado jefe del Estado Mayor. La crisis definitiva vino con un escándalo de corrupción, el escándalo del Estraperlo, que afectó a altos cargos gubernamentales. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito total. La aparición de nuevos escándalos precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones a Cortes en febrero de 1936. Las elecciones de 1936 y el Frente Popular En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a las elecciones de febrero de 1936: Frente Popular: pacto electoral firmado en enero de 1936 por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y Esquerra Republicana de Catalunya. Este pacto agrupaba a todas las izquierdas. La CNT, con muchos presos en la cárcel, no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de izquierdas. La coalición de los grupos de derecha, formada por la CEDA y Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a la revolución social. La Falange y el PNV se presentaron por su cuenta. La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país. Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República. El objetivo era que Indalecio Prieto, hombre fuerte del ala más moderada del PSOE, ocupara la jefatura del gobierno. Sin embargo, la negativa del Partido Socialista, dividido en diversas tendencias, llevó a que se formara un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente por republicanos de izquierda, sin la participación del PSOE. Así, el nuevo gobierno nacía debilitado. El nuevo gabinete inició rápidamente la acción reformista: • • • • •
Amplia amnistía para todos los represaliados tras octubre de 1934. Restablecimiento del Estatuto catalán. Alejamiento de Madrid de los generales más sospechosos de golpismo. Franco, Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares. Reanudación de la reforma agraria. Esta medida fue rápidamente desbordada por la acción de los jornaleros que se lanzaron a la ocupación de fincas. Tramitación de nuevos estatutos de autonomía. El Estatuto de Galicia, fue aprobado en plebiscito en junio de 1936, y el del País Vasco estaba prácticamente terminado en julio de 1936.
Mientras, el ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había optado por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático. Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas. Mientras la conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular avanzaba. Por un lado, había una trama política conformada por los principales líderes de los partidos: Gil Robles, Calvo Sotelo, Jose Antonio Primo de Rivera. Por otro lado, crecía el número
de generales implicados: Franco, Goded, Fanjul, Varela... Emilio Mola, destinado en Pamplona, se convirtió en el jefe de la conspiración, el "director" del golpe. La salidad antidemocrática tenía valedores internacionales. Muy pronto se iniciaron los contactos con Mussolini y Hitler. El 12 de julio era asesinado por extremistas de derecha un oficial de la Guardia de Asalto, teniente Castillo. La respuesta llegó la siguiente madrugada con el asesinato de José Calvo Sotelo por parte de un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad. El enfrentamiento era inevitable. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra el gobierno de la República. El triunfo parcial del golpe desencadenó la guerra civil. Comentario del Manifiesto del comité de huelga El documento de tipos político, escrito por el comité organizador de la huelga de agosto de 1917, aunque recogido por uno de sus miembros y miembro del PSOE, Andrés Saborit. El texto , público, recoge, alguna de las razones que el comité organizador en particular y el movimiento obrero en general, alegan a la hora de justificar la convocatoria de huelga del 17. Entre dichas razones se encuentra el estado de corrupción política de las instituciones (línea 3) y del sistema; corrupción que ya fue criticada por el ejército.(línea 4). Dicha situación política, ha llevado al país y al pueblo, a una situación de miseria (línea 14) Ante tal situación del pueblo, el movimiento obrero amenaza con una huelga general indefinida (línea 20) que obligue a un cambio de régimen (linea 22) que se hará a través de elecciones generales a Cortes Constituyentes. (línea 27) Estamos oyendo la voz de los actores de la crisis de 1917, y quizá del que llevó la lucha más lejos que todos los demás. En 1917, el mundo se haya inmerso en la Primera Guerra Mundial, y aunque España se ha mantenido neutral, ha padecido las consecuencias, especialmente gravosas para el pueblo. Y es que debido a la alteración de las relaciones comerciales, las exportaciones se incrementan hacia los países beligerantes, lo que benefició a los empresarios, aceleró la industrialización y produjo una gran inflación , que incrementó los precios , haciendo disminuir los ingresos de los obreros, los empleados públicos, los militares y en general los asalariados, ante la pasividad del Estado que no intervino ni impidió la especulación. Por ello no serán extrañas las protestas populares, los motines, disturbios, y posteriormente huelgas, como es la que aquí asistimos. Además durante la guerra se ha producido la revolución bolchevique , cuyo triunfo ha alentado al resto de movimientos obreros europeos, que ven factible una sociedad más democrática. En cualquier caso, decíamos que el movimiento obrero es uno de los actores de la crisis de 1917, crisis de enorme calado en la sociedad española, debido a la confluencia en el tiempo de tres actores relevantes en la vida española, tales fueron El ejército, mencionado como argumento de autoridad en nuestro texto, elemento de defensa del sistema , pero que desde 1916 había organizado juntas militares de defensa para conseguir mejoras profesionales y salariales, que finalmente en junio de 1917 consiguieron, y desde ese momento volvieron a convertirse en el brazo defensor del sistema. Otro actor había sido la oposición política encabezada por la LLIga, que ante la no convocatoria de Cortes, deciden convocar una asamblea de parlamentarios en Barcelona en julio de 1917.en la que participan catalanistas, republicanos y Pablo Iglesias. Se exige la autonomía para Cataluña y la convocatoria de Cortes Constituyentes. No consiguen sus objetivos, pero observamos coincidencia entre las demandas de la asamblea de parlamentarios y el movimiento obrero. En cualquier caso se da en ambos el mismo diagnóstico. El sistema está tan corrupto que es necesario regenerarlo con un cambio del mismo y la redacción de una nueva Constitución que se adapte mejor a la realidad española y que tenga en cuenta a grupos marginados en el sistema de la Constitución de 1876, y en especial a los nacionalistas, a los republicanos y al movimiento obrero. Los obreros, llegan a la convocatoria de huelga general con unos previos, de campaña de solicitud de abaratamiento de las subsistencias, huelgas de protesta, pero finalmente se ven abocados, el movimiento obrero en su conjunto (UGT y CNT de manera conjunta) , La huelga, iniciada en Barcelona, el 13 de Agosto, se extiende durante una semana por Andalucía, Madrid, Asturias, País Vasco..., paralizando los núcleos industriales. La convocatoria era indefinida, pero no fue apoyada ni por la Asamblea de Parlamentarios, que defendía los intereses de la burguesía, ni por las Juntas de Defensa, ni del resto de los militares. La intervención del ejército fue rápida y dura (aceptada por las Juntas de Defensa). Hubo muchos presos, exiliados y muertos. Sin duda la crisis de 1917 es un eslabón más en un largo proceso de crisis del sistema de la Restauración. Y es que tras la muerte de Canalejas, la división de los partidos que apoyaban al régimen, fracasado el regeneracionismo de los partidos políticos dinásticos y su revolución desde arriba, era la hora de los otros regeneracionismo. Y aunque los tres actores repreentaron de alguna manera una regeneración, no demandaban las mismas cosas. Sin duda el sistema padecía una crisis profunda y estructural que afecta a las bases del sistema (turnismo basado en manipulación electora, caciquismo, marginación de sectores de la sociedad ) y ante la que ya se ha detectado la necesidad de regenerar. Estos grupos marginados van a ir creciendo y radicalizándose a lo largo del primer cuarto del siglo XX, en las sucesivas “crisis” que vamos a presenciar.
Así estallan en 1909, en la semana trágica, y volverán a surgir posteriormente al 17, en 1919-1920, cerrando el ciclo con el triunfo del golpe de estado y el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera Conclusión La triple crisis del 17, aunque aparentemente había sido superada por el sistema canovista, lo dejó herido de muerte. Ante la inestabilidad y la radicalización progresiva se recurre a los gobiernos de concentración, con la inclusión de los políticos más importantes de las distintas tendencias (Maura, Romanones, Cambó...) pero las disputas internas y las presiones externas hacen imposible su consolidación. En 1918 al llegar las noticias del éxito de la revolución comunista en Rusia las huelgas y el enfrentamiento con el gobierno, las fuerzas de orden público y los patronos aumentan sensiblemente, produciéndose lo que se ha denominado el trienio bolchevique, especialmente en Andalucía. En 1920, al terminar la primera guerra mundial, aparece la recesión económica. Esta crisis económica va a recrudecer la tensión social, radicalizándose aun más el movimiento obrero. En el campo andaluz las revueltas son continuas y en Barcelona la situación es extrema. Después de la huelga de la canadiense, aparecen el Lock out y el pistolerismo catalán ( los patronos forman los sindicatos libres que eran grupos de pistoleros y sicarios a sueldo que se enfrentan con los anarquistas, con el apoyo tácito del gobierno que aplica la ley de fugas. Mueren líderes anarquistas moderados, patronos y Eduardo Dato) El desastre de Annual y la conmoción de la derrota de las tropas española en Annual fue muy importantísima en España. El rey y el ejercito son atacados como culpables. El informe Picasso que adjudica la responsabilidad del desastre al rey y al ejercito va a ser debatido en el congreso, no dio tiempo. El general Primo de Rivera, capitán general, con el apoyo del ejercito, la burguesía catalana y el consentimiento tácito del rey da un golpe de estado, enviando simplemente un telegrama. Es la dictadura de Primo de Rivera. Las fórmulas para regenerar el sistema dentro del sistema se habían agotado. Tocaba el turno a fórmulas “fuera” del sistema, así primero será la dictadura y posteriormente la República.
TEXTO 6: EL PROBLEMA AGRARIO El nuevo régimen se instauró sin causar víctimas ni daños. Una alegría desbordante inundó todo el país. La República venía realmente a dar forma a las aspiraciones que desde los comienzos del siglo trabajaban el espíritu público, a satisfacer las exigencias más urgentes del pueblo. […] […] La sociedad española ofrecía los contrastes más violentos. En ciertos núcleos urbanos, un nivel de vida alto, adaptado a todos los usos de la civilización contemporánea, y a los pocos kilómetros, aldeas que aparecen detenidas en el siglo XV. Casi a la vista de los palacios de Madrid, los albergues miserables de la montaña. […] Provincias del noroeste donde la tierra está desmenuzada en pedacitos, que no bastan para mantener al cultivador; provincias del sur y oeste, donde el propietario de 14.000 hectáreas detenta en una sola mano todo el territorio de un pueblo. […] […] La República, como era su deber, acentuó la acción del Estado. Acción inaplazable en cuanto a los obreros campesinos. El paro que afectaba a todas las industrias españolas, era enorme, crónico, en la explotación de la tierra. Cuantos conocen algo de la economía española saben que la explotación lucrativa de las grandes propiedades rurales se basaba en los jornales mínimos y en el paro periódico durante cuatro o cinco meses del año, en los cuales el bracero campesino no trabaja ni come. Con socialistas ni sin socialistas, ningún régimen que atienda al deber de procurar a sus súbditos unas condiciones de vida medianamente humanas, podía dejar las cosas en la situación que las halló la República. […] Manuel AZAÑA: Causas de la guerra de España, Collonges-sous-Salève, 1939. 7