Suplemento 4, Marzo de 2009; 50 céntimos ÓRGANO DE EXPRESIÓN DE LAS JUVENTUDES ANARQUISTAS DE LEÓN Federación Ibérica de Juventudes Anarquistas
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MONOGRÁFICO ANTINACIONALISTA DIVIDE Y VENCERÁS: Introducción (3) Orígenes del Estado (3) Orígenes y definición de nacionalismo (4) Pilares del nacionalismo (4) Tipos de Nacionalismo (6) Nacionalidad (7) Nacionalismo en la Península Ibérica (7) Nacionalismo y Anarquismo (10) Federalismo libertario (11) EL NACIONALISMO COMO RELIGIÓN POLÍTICA (12) LA CULTURA COMO FORMA DE OPRESIÓN: CONTRA EL “ANARCO-INDEPENDENTISMO” (15)
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EDITORIAL Hemos querido dedicar este número monográfico al anatinacionalismo por dos cuestiones: la primera de ellas es el comienzo de una serie de charlas por diferentes puntos del Estado español contra el nacionalismo, la segunda es la edición, por fin, del texto Nacionalismo y Anarquismo del Sindicato Único de Irún de la CNT (redactado en 1979 para el V Congreso de la CNT). Por esta segunda razón, hemos incorporado el dossier editado por las Juventudes Libertarias de Madrid sobre nacionalismo, “Divide y vencerás”. Este texto recoge de una forma muy resumida las ideas más fundamentales que exponen los textos editados por nuestra Federación sobre nacionalismo. Otro texto que hemos considerado interesante editar es un breve apartado de la extensa obra de Rudolf Rocker “Nacionalismo y Cultura”, un libro que lleva mucho tiempo agotado y que consideramos una obra básica. Esperamos poder aportar con nuestra campaña antinacionalista un debate productivo para el Anarquismo. Salud y Anarquía Para evitar un uso sexista del lenguaje, las marcas de género (-o, -a) han sido sustituidas por una marca de género neutro e, facilitando un uso no sexista del idioma, tanto escrito como hablado. Los artículos no son responsabilidad de las Juventudes Anarquistas de León, a no ser que vayan firmados como tal, sino de quien los escribe; Germinal Libertario pretende ser una publicación abierta a la difusión y debate del ideario anarquista.
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MATERIAL DISPONIBLE Las Doctrinas Anarquistas (extracto de La Ideología Anarquista) de Ángel J. Cappelletti. Anarquismo y Nacionalismo, Juventudes Libertarias de Bilbao, 1998. La Anarquía de Errico Malatesta. Anarquismo y Organización de Rudolf Rocker. Anarquismo y Federalismo de Juan Gómez Casas. Nacionalismo y Anarquismo, SU de Irún CNT-AIT, 1979. Canciones de Lucha (CD Recopilatorio)
SUSCRIPCIONES A GERMINAL LIBERTARIO Una vez que el proyecto de Germinal Libertario parece que se ha afincado con este tercer Suplemento Monográfico, que supone en realidad el quinto ejemplar de Germinal Libertario, creemos que es el momento de hacer un llamamiento a todos aquellos que estáis interesados en la continuidad de nuestra revista y es por ello que lanzamos una campaña de suscripción al Germinal Libertario. La suscripción es anual, de doce números por doce euros, en el número de cuenta: 2038 9415 88 3000624500 (Caja Madrid) Contactar con nosotros tras el ingreso, por e-mail o correo postal.
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Suplemento 3, Febrero de 2008
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DIVIDE Y VENCERÁS Introducción El interés creciente de los movimientos nacionalistas por calar hondo en la gente joven, y el creciente confusionismo ideológico reinante, que ha llevado en multitud de ocasiones a relacionar anarquismo con nacionalismo, nos ha llevado a preocuparnos por éste tema. Son dos los objetivos que perseguimos con la edición de éste escrito, por un lado aclarar las dudas acerca de cual es nuestra postura en un tema tan polémico corno el que tratamos. Por otro ampliar el debate dentro de las organizaciones para llegar a la raíz de las motivaciones de los distintos movimientos políticos que nos rodean y evitar así el desconcierto y actitudes ambiguas en nuestra relación con ellos. Nos proponemos pues, demostrar porque todos los movimientos nacionalistas llevan en su esencia el germen del autoritarismo y son en esencia contra-revolucionarios en el sentido anarquista de la palabra. Al abordar el tema nos encontramos con un problema fundamental, la terminología. Las relaciones de poder existentes entre las personas, han hecho que uno de los medios de control sea la manipulación en los significados de las palabras hasta ocultar su sentido original, bien vaciándolo o bien tergiversando su contenido social y político. Así hemos tratado de llegar hasta la esencia de algunos términos y entrecomillado otros tratando de dejar claro su significado o por lo menos dejando claro que lo usamos rechazando su significado actual. En otros casos simplemente son términos con los que no estamos de acuerdo pero que son necesarios para explicar las posturas nacionalistas. Orígenes del Estado Después de la decadencia del Imperio romano, surgieron por toda Europa las primeras instituciones estatales. Fueron los dos grupos dominantes, la nobleza y el clero los que trataron, por la fuerza, de imponer una estructura muy jerarquizada que en su punto mas alto tendría al monarca. Sin embargo durante mucho tiempo (del siglo IX al XV) no consiguieron implantarla con total éxito, la razón fue la Suplemento 3, Febrero de 2008
llamada “rebelión de las comunas”. El levantamiento en armas de muchos municipios en defensa de su autonomía y por un cambio en las estructuras de funcionamiento social y económico. Así comenzó la época de las ciudades libres y del federalismo, en la que la influencia de la realeza naciente quedó restringida en unos casos y eliminada en otros durante mucho tiempo. Surgió una densa red de asociaciones, alianzas y comunidades que partiendo de la independencia de cada grupo englobaba a otros muchos en tomo a temas de oficios, productos, ordenes religiosas, defensa común, etc. El habitante de dichas ciudades se sentía integrante de una misma cultura y miembro de una gran comunidad que se extendía por todos los países, en el que encontraban su puesto todos los pueblos. Pero estas condiciones de vida cambiaron radicalmente, las causas fueron varias: - El progresivo fortalecimiento del capital financiero, que debía su aparición principalmente al comercio exterior. - La economía monetaria y el desarrollo de determinados monopolios proporcionaron al capital comercial una influencia cada vez más grande dentro y fuera de la ciudad (vieja ciudad) y esa influencia conducirá a grandes modificaciones. Las crecientes desigualdades económicas hacen que el principio de arreglo mutuo y la unidad interna de la comuna se vayan resquebrajando, así se empiezan a estructurar castas y se empiezan a crear centros de poder en manos de las minorías más poderosas El capital comercial necesitaba la existencia de un cada vez más fuerte poder político y militar que protegiera sus empresas. Así se convirtieron las ciudades en pequeños Estados que preparaban el camino para el futuro Estado nacional. - Las invasiones de mongoles y turcos en los territorios europeos y la guerra de los siete siglos entre cristianos y árabes en la península ibérica favoreció el fortalecimiento final de los estados del este y oeste del continente. Los pueblos habían sido instrumentos inconscientes de los intereses privados y principescos, éstos últimos habían rodeado determinados idiomas y tradiciones locales de un
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velo místico que luego aplicaron al rey. Convirtiendo al monarca en un semidiós, que interpretaba a su antojo la “voluntad divina” con la ayuda de las altas esferas eclesiásticas. Orígenes y definición de nacionalismo Si bien es en el siglo XV cuando los Estados se instauran de manera consolidada, no será hasta la época de la revolución francesa cuando se les dé un contenido ideológico para justificar su existencia. Se tratará pues de implicar a la población en el fortalecimiento de las instituciones estatales. El nacionalismo basa su fuerza en la confusión entre dos sentimientos: El cariño por “lo conocido”, es un sentimiento natural y espontáneo. La manera de comunicarse con las personas que te rodean (no solo el idioma sino el acento, la gesticulación, etc.), las costumbres, el clima, el entorno físico. En definitiva la devoción por el entorno que ha rodeado la existencia de cada une desde niñe, (que no abarca ni mucho menos la extensión ni variedad de un Estado) es algo propio de todas las épocas y lugares. Y la necesidad ficticia de una autoridad superior, que controle la vida de las personas. La creencia en la idea de que sin la existencia de un poder encarnado en la figura del sacerdote, monarca o político, los humanos nos despedazaríamos unos a otros. De esta manera la eficacia del nacionalismo estriba en identificar el sentimiento por “lo cercano” con la idea de nación o Estado. Se transforma así algo innato en las personas en una necesidad por algo artificial corno son unas instituciones. Esta es la razón por la cual los nacionalismos tienen en la mayoría de los casos tintes irracionales, pues se transforman emociones en luchas políticas, sin dar pie a la meditación y al sentido crítico. El amor a la tierra donde se ha nacido no conduce a la política práctica y menos aún persigue objetivos que tengan relación con la conservación del estado. Pilares del nacionalismo Les teóriques nacionalistas apoyan sus tesis en cuatro aspectos que, según elles son propios de “su patria” y legitiman la creación de una nueva nación. Esas cuatro características son; la cultura, el idioma, el grupo étnico y en muchos casos la religión. Pasaremos a continuación a analizar pormenorizadamente cada una de ellas.
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- Cultura. Se define como: el esfuerzo del ser humano por superar el “estado de cosas”, tanto interviniendo sobre el entorno físico que le rodea, corno superando los problemas que se crea a si mismo. Entendemos que ningún avance o cultura surge de la nada; todo lleva un proceso evolutivo que ha sido llevado a cabo por distintos pueblos. Decir por tanto que una cultura solo puede llegar a su plenitud si no se mezcla con otras, es como afirmar que para adquirir conocimientos, lo esencial es leer a un solo autor. Pero aunque quisieran (y lo intentan continuamente), ni los gobernantes ni los nacionalistas han podido, ni podrán, poner fronteras a las culturas pues éstas se mezclan y funden continuamente. Los intentos de mostrar que existe una determinada “cultura nacional”, no son más que esfuerzos totalitarios que tratan de homogeneizar la variedad y riqueza de la cultura en una zona, eliminando las diferencias internas, para darle un aspecto uniforme frente a “las demás”. Poniendo como ejemplo el arte, Scheffler afirma que no es patrimonio de uno u otro pueblo o época sino que es un proceso al que han contribuido todos los pueblos; “el conjunto de los estilos son arte”. Además en el arte también influyen los materiales, el clima, etc. y ninguno de estos parámetros es exclusivo de un pueblo. Otro factor importante a señalar en este punto, es la relación existente entre cultura y poder. Nietzsche dice: “La cultura debe lo mas sublime que posee a los tiempos de debilidad política”. El ejemplo más claro lo tenemos en la historia clásica, en las polis griegas se tuvo poco en cuenta la necesidad de la existencia de un poder, la cultura floreció como no lo había hecho ninguna otra hasta entonces (ni en mucho tiempo después). En Roma sin embargo la necesidad de poder se manifestó muy pronto y fue en aumento a medida que pasaba el tiempo, de esta manera ni la República ni el Imperio romanos aportaron gran cosa a la humanidad en materia cultural. Lo poco de interés que se conserva de aquella época son o reproducciones de obras griegas o hallazgos y obras culturales arrebatadas a otros pueblos durante las conquistas, que eso sí, gracias a su potencial económico los romanos explotaron abundantemente. - Idioma. El lenguaje verbal utilizado en cada zona, ha sido y es una de las razones que se esgrimen para la justificación de la existencia de las naciones. La primera de las preguntas que nos asalta es; ¿Cuál es la razón de que unas formas de Suplemento 3, Febrero de 2008
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comunicación sean consideradas idiomas y otros dialectos? ¿Por qué esa jerarquización? La razón primordial es que no se delimitan por razones lingüísticas sino políticas. Por lo general cuando una determinada zona se convierte en un Estado es cuando aparece el idioma, o bien cuando un determinado grupo quiere que se cree un Estado es cuando, de manera artificial, imponen un idioma a una determinada zona tratando de homogeneizar para dar aspecto de unidad. Para realizar éste proceso hay dos maneras tradicionales; se puede hacer una mezcla de los dialectos existentes o se puede escoger uno de ellos y “ascenderlo” a la categoría de idioma. En cualquiera de los dos casos se está tratando, de manera autoritaria, de imponer una nueva manera de comunicarse a los habitantes de la zona. Se argumenta que el idioma es la “esencia inmutable” de una nación, sin embargo no hay mas que leer escritos de cualquier idioma hace unos siglos para darse cuenta de que esto es mentira. “El lenguaje no es el resultado de una unidad étnica especial, es una creación en cambio permanente” dice Rudolf Rocker, a esto se podría añadir también que, como en el caso de la cultura; está en mezcla permanente con los que le circundan. Por último cabe añadir que el idioma que se conserva de épocas antiguas, y a partir del cual fundamentan sus teorías los nacionalismos, no es el que hablaba la gente, sino una mezcla de idiomas que escribían los escasos “intelectuales” de la época, y que por lo general era incomprensible para el resto de la población. - Etnia. Se define de una manera bastante etérea y vaga como “conjunto de personas que tienen unas características diferenciadas de las circundantes”, pero éste término de reciente utilización constituye de nuevo una gran trampa. En realidad éste concepto viene siendo utilizado desde el final de la segunda guerra mundial, debido principalmente a las connotaciones negativas que la palabra “raza”, a la que sustituye, acarrea consigo. Más claramente, el término “etnia” es utilizado como una tapadera de “raza”. De ahí que en la mayoría de los diccionarios no recientes, no aparezca definida. Les teóriques racistas han tratado de delimitar durante muchos años el número de etnias existente; de cuatro pasaron a ocho, a ciento veinte y más según se “investigaba” más y más. Lo cierto es que hay tantas razas como individuos en el mundo o lo que es lo mismo hay sólo una raza: la humana. Las diferencias externas que podemos Suplemento 3, Febrero de 2008
tener unes con otres se deben exclusivamente a condiciones externas de vida (alimentación, clima, costumbres, etc.) pues todos los seres humanos parten de un mismo origen en la evolución. La muestra es que continuamos mutando de generación en generación (por ejemplo en la estatura). Nadie puede delimitar donde empieza y donde acaba una etnia, sobre todo por que no existen (ni han existido) razas puras. La unión de personas de cualquier parte del mundo es completamente natural y sana. Sólo las relaciones entre personas de un círculo consanguíneo muy estrecho, producen problemas en la reproducción. Por último destacar que la “etnia” de procedencia (siempre según las teorías etnológicas), no condiciona nuestra cultura, nuestro idioma o nuestras costumbres, de ahí que sea absurdo basar en supuestas diferencias étnicas la existencia o no de una nación. - Religión. Toda religión significa implícitamente dominación, y toda dominación es, en cierto modo religiosa. La obediencia implica casi siempre devoción por alguien que pensamos que nos va a gobernar mejor que lo haríamos nosotres mismes. Todo esto ya lo dedujeron consciente o inconscientemente los primeros sacerdotes. Para dominar a un grupo de personas no se pueden utilizar siempre medios físicos de presión, hace falta que ésas personas crean que es necesario que las gobiernen, para que así sean más sumisas y fáciles de manejar. Así la religión como el nacionalismo ha basado siempre su fortaleza en el miedo, en sus dos vertientes: a) miedo a no tener alguien que dirija nuestros actos y enfrentarnos así a la dura tarea de dirigir nuestras propias decisiones y asumir sus consecuencias; b) miedo a lo desconocido, lo extraño, “lo de fuera” que es algo que no conocemos y de lo que por naturaleza desconfiamos. Cabe decir por último que tradicionalmente las religiones y los Estados han luchado entre sí por ostentar el poder. Pero que esa lucha ha sido siempre temporal y que el resto del tiempo desde sus orígenes han estado aliados y han controlado “a dúo” a las poblaciones. Tipos de nacionalismo En la siguiente clasificación se incluyen términos con los que generalmente no estamos de acuerdo (entrecomillados), pero
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que son necesarios para la comprensión de las diferencias existentes entre las distintas variedades de nacionalismos. Si situamos a todos movimientos nacionalistas con carácter e pre-independencia en un continuum, tendremos: en un extremo del mismo a los llamados movimientos étnicos con elevado grado de especifidad cultural; en el otro, a los movimientos territoriales unidos sólo por ciertas aspiraciones y por una base territorial y política común. En el medio se sitúan los movimientos mixtos. Esta división fundamentas contiene las siguientes variedades: 1° Movimientos territoriales o coloniales. Esta amplia categoría puede subdividirse en los tipos “heterogéneo” y “transcultural”. Constituyen el grupo heterogéneo los movimientos que aspiran a tomar el poder en la unidad de los colonialistas en nombre de una nueva identidad, que es más amplia que cualquiera de las identidades de grupo existentes. Se trata de una identidad modelada políticamente y orientada también políticamente. El “grupo” proyectado no tiene lazos preexistentes, se compone de una multiplicidad de pequeños grupos étnicos, por ejemplo: Tanzania, Senegal, el Congo. Los casos transculturales corresponden cuando el “grupo” proyectado es culturalmente homogéneo, pero comparte esta cultura, o parte de ella, con sus “opresores”, a diferencia del caso anterior. En esos movimientos, la aspiración a la independencia del poder colonial hace hincapié en las diferencias geográficas y políticas. Ello se debe a que la cultura, o parte de ella, extiende la frontera política existente entre la colonia y la metrópoli, siendo así que la lengua (inglesa) unía a Irlanda, EE.UU., y los dominios con Gran Bretaña; a Haití con Francia, a Brasil con Portugal y a los restantes países sudamericanos con España. 2° Movimientos mixtos. En estos movimientos el “grupo” proyectado se compone de uno, o más, grupos culturalmente “estratégicos”, y de algunos grupos minoritarios como en los casos de la India, Kenia o Nigeria. 3° Movimientos “étnicos”. Toman las formas siguientes. a) Secesión. El rumbo más común de un movimiento que dice hablar en favor de un grupo culturalmente homogéneo situado dentro de una unidad política- mayor, es separarse de él y formar un Estado propio.
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b) Diáspora. Es semejante al tipo de “secesión” al resolver el problema de “incorporación” mediante la división y la separación. Pero aquí el dilema es mucho más grave desde el punto de vista nacionalista. Mientras que los grupos del tipo de “secesión” formaban una unidad territorialmente compacta dentro de un área hostil más grande, un oasis en un vasto desierto, el tipo de “diáspora” se componen de una serie de pequeñas comunidades esparcidas en muchas grandes unidades y que reciben un tratamiento diferencial. En una o más de esas surge un deseo de autogobierno, pero ninguna de ellas es lo suficientemente compacta o fuerte para formar un núcleo de un Estado separado en la anterior área hostil. El único modo de asegurar la supervivencia de la cultura de sus portadores es la emigración de las comunidades hacia un territorio situado fuera de las áreas hostiles, preferiblemente a uno que atraiga un celo de autoregeneración. Los casos clásicos son el sionismo, los libaneses, los griegos, los armenios... c) Irredentismo. En este movimiento nacionalista el “grupo” proyectado es culturalmente homogéneo, pero está a la vez incorporado a diferentes unidades “opresoras” y dividido entre ellas. Un ejemplo puede ser Polonia. Además de sus fines separatistas tiene el impulso opuesto de unificación de todos los connacionales en una sola nación. Los miembros del “grupo” proyectado viven dentro de las fronteras de otras unidades políticas distintas de aquella en que reside el cuerpo principal de “nacionales”, pero los movimientos “irredentistas” no se detienen en propugnar la incorporación de los connacionales en el área principal, al estilo de los nacionalismos en “diáspora”; asimismo desean la agregación del territorio en que sus allegados separados residen, que normalmente es adyacente al área “base”. d) Pannacionalismo. El “grupo” proyectado es una entidad culturalmente definida cuya escala es mucho mayor que la de las unidades políticas existentes, “contenidas” en el mismo. Los estados existentes forman un conglomerado que divide la unidad cultural. Como ejemplos podemos citar las zonas de habla árabe o turca, las áreas culturales y continentales sudamericanas, las áreas de ascendencia negra o eslava y la zona religiosa panislárnica. La diferencia entre éste tipo y el anterior es que, aunque ambos aspiren a la unidad cultural, Suplemento 3, Febrero de 2008
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el pannacionalismo opera solo después del logro de la independencia por las unidades constitutivas; puede dirigir su atención a las provincias separadas de un imperio (o mas de uno), a colonias adyacentes pero gobernadas separadamente o a una red de principados separados como en Alemania o Italia. Acabamos de ver las variedades del nacionalismo al que podríamos calificar de pre-independencia, ahora pasamos a ver los principales tipos de movimientos de “postindependencia” que siguen estrechamente las respuestas a la necesidad percibida de mantener la “independencia”. Conviene aclarar que el término “independencia” hoy en día, en la era del imperialismo económico y político está relativizado al máximo. En las naciones, es decir en las unidades político-territoriales gobernadas por Estados, desde hace tiempo, existen dos variedades, los nacionalismos de “preservación” y los de “renovación“. En el primero, un grupo gobernante culturalmente delimitado aspira mediante una mezcla de medidas discriminatorias y homogeneizantes a perpetuar su dominación de casta, arrogándose el papel de defensores de toda la unidad política en oposición con el mundo exterior. En contraste, los nacionalismos de “renovación” se dan en grupos culturalmente homogéneos. Generalmente se inician, en oposición con los del tipo de “preservación” fuera de los centros principales de poder, y se alían con los descontentos sociales, se dirigen al gobernante o régimen establecidos, corno sucedió en las revoluciones francesa, china, persa, suiza (siglo XVIII) y turca. Todos estos movimientos operan en marcos de independencia, al menos nominal, desde los tiempos antiguos y en grupos étnicamente (casi) homogéneos. ¿De que se quejan pues los nacionalistas? Simplemente de que la “independencia” y la “homogeneidad” de grupo están en peligro. Las dislocaciones sociales producidas por los inicios del capitalismo, y más tarde del industrialismo, conjugadas con las políticas de los gobernantes de concesiones y privilegios a los extranjeros, han ocasionado la parálisis de la voluntad colectiva y la pérdida de los objetivos y de la integridad comunitaria. Esto sólo puede remediarse mediante la infusión de un nuevo espíritu y de propósito moral en el “cuerpo político” y en la sociedad que implique su modernización y su reintegración. Suplemento 3, Febrero de 2008
En los grupos que acaban de alcanzar recientemente la “independencia se dan tres tipos de nacionalismo. Como cabria esperar, tienden a ser la continuación de la fase de “pre-independencia” del movimiento. El primer tipo es el movimiento de “integración” el sucesor en la postindependencia de la variedad “heterogénea territorial”. Su objetivo es forjar una “nación” a partir de los grupos culturales dispersados que constituyen la unidad ex-colonial. Por supuesto, los nacionalismos “étnicos” tras obtener la “independencia”, están ansiosos por integrar a los connacionales, o incorporarlos, pero los movimientos de “secesión” y de “diáspora” están más interesados en la individualidad y supervivencias culturales y económicas, mientras que los movimientos “pannacionalistas” e “irredentistas” se preocupan más por el poder y el prestigio a través de la expansión. El tipo “heterogéneo territorial” es el que está primariamente interesado en la cohesión y la “fraternidad” como antídoto de la disgregación nacional. La segunda clase de nacionalismo, el de “proteccionismo”, aparece con frecuencia en los movimientos “territoriales transculturales”. Incapaces de reivindicar la individualidad cultural, pero fervientemente deseosos de mantener una “independencia” difícilmente conseguida, estos movimientos ponen de relieve la necesidad de autosuficiencia económica en contra de la competencia de las potencias extranjeras mas poderosas. De esta forma, los nacionalistas de “protección”, como en algunas de las naciones sudamericanas actuales, definen más exactamente las fronteras y la identidad de grupo, haciendo conscientes a los nacionales de la conveniencia de la propia autonomía con los sacrificios que ello entraña (para les trabajadores claro).
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Finalmente existen los nacionalismos de “expansión” que son principalmente la continuación de los movimientos “irredentistas étnicos/secesionistas”. El deseo de satisfacer las aspiraciones de poder y de prestigio atribuidas al grupo corre pareja con la intención de incorporar el territorio, así como sus habitantes connacionales al nuevo Estado de grupo. Se trata de casos de agresión frustrada que alimentan mejor la ideología y la táctica fascistas, como sucedió en Italia y Alemania después de la independencia. Difícilmente constituyen una ideología separada, a menos que incluyamos el “imperialismo” bajo este apartado. La disputa entre Marruecos y Argelia es un caso de nacionalismo de expansión. Los movimientos de “renovación” suelen tener fuertes tendencias secesionistas. Nacionalidad Un término utilizado frecuentemente entre les polítiques nacionalistas es el de ‘nacionalidad” diferenciándolo del de “nación, así: Nación sería la agrupación política que, reunida por la comunidad del idioma y la cultura se habría consolidado en un organismo estatal independiente. Nacionalidades serían aquellos grupos étnicos, que estando sometidos al dominio de un estado extranjero se esfuerzan por obtener su independencia política y nacional. Desde nuestro punto de vista esta distinción es falsa pues no hay nacionalidad sin nación, la diferencia surge pues solo en el fragor de la lucha entre nacionalistas centralistas y nacionalistas secesionistas. Desechamos pues éste término por entender que, una vez más, se esta utilizando el vocabulario para manipular conceptos e ideas. Nacionalismo en la Península Ibérica Haremos aquí un breve recorrido, por los nacionalismos que mas inciden actualmente en la vida política de nuestro entorno. Será más a modo de ejemplo que de un análisis profundo de las particularidades de cada uno. - NACIONALISMO CATALÁN. Por el territorio comprendido entre la parte oriental de los Pirineos y la desembocadura del Ebro han circulado fenicios, tartesios, ligures, griegos, romanos, visigodos, sarracenos y en definitiva la mayoría de
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los pueblos que han tenido contacto con el Mediterráneo. Cataluña se une, junto con Aragón, a Castilla con el reinado de Isabel y Femando. Permanecerá fundida con el resto de España durante todo el tiempo siguiente, aunque por su situación estratégica y su comercio gozará de cierta autonomía según las épocas. Será en tomo a 1885 cuando, al calor de la aparición de la pequeña burguesía urbana catalana, comiencen a surgir intelectuales que reivindiquen la lengua y las “particularidades catalanas”. Su primer teórico será un ex-republicano, Valentí Almirall, quién fundará el primer centro pro-catalanista; el “Centre Catalá”. La primera formación política nacionalista se constituirá en 1892, la “Unió Catalanista” que exigirá mayor autogobierno y mayor autonomía a nivel económico. No se debe olvidar que su base la formaba la pequeña y no tan pequeña burguesía, surgida a partir de la creciente industria textil. Actualmente el abanico político nacionalista lo constituyen básicamente Convergencia i Unió (coalición demo-cristiana) y Esquerra Republicana de Catalunya (la izquierda nacionalista). Sus reivindicaciones de mayor independencia política y económica y su defensa de la primacía de la lengua catalana sobre el castellano, son prácticamente las mismas con las que comenzó el movimiento. Pertenece a los nacionalismos secesionistas en situación de pre-independencia. - NACIONALISMO VASCO, La legislación existente en el País Vasco y Navarra hasta 1876 estaba enfocada principalmente a la economía pre-capitalista y fundamentalmente rural que imperaba. El poder político lo ostentaba la nobleza terrateniente (jauntxos). Fue a raíz de la participación de gran parte de los vascos del lado de los ultra-tradicionalistas católicos carlistas frente a los liberales cuando perdieron sus fueros. Con la victoria de éstos últimos, Cánovas del Castillo eliminó las peculiaridades legislativas vascas. La industrialización brusca y a manos de los ingleses y franceses de la zona, y la llegada de mano de obra andaluza y extremeña fomentaron aun más el sentimiento nacionalista. Fue de una familia de carlistas burgueses, de donde partió el primer ideólogo del nacionalismo vasco; Sabino Arana Goiri. Reaccionario, clerical, racista y anti-obrero, éste individuo inventó una bandera de connotaciones ultra-religiosas (ikuriña), el nombre de un país (Euskadi) y un himno para así lanzarse a una cruzada para formar un nuevo Estado. El Partido Nacionalista Vasco fue su siguiente creación, que Suplemento 3, Febrero de 2008
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apoyada por la naciente pequeña burguesía urbana se alió con los sectores de la nobleza (ya adaptados al capitalismo) para no perder las riendas de la incipiente industrialización. Actualmente el abanico político nacionalista lo forman: los democristianos (PNV), los socialdemócratas (Euskadiko Eskerra) y los sectores residuales del marxismo-leninismo unidos a los nacionalistas “más convencidos” (Herri Batasuna). La tipología del nacionalismo vasco es étnicoirredentista en fase de pre-independencia, pues pretende unificar las provincias divididas entre España y Francia para formar el nuevo Estado. - NACIONALISMO VALENCIANO. En el ámbito de la denominada Comunidad Valenciana podemos encontrar tres tipos diferentes de Nacionalismo: el españolista, el catalanista o cuatribarrado (de la senyera) y el valenciano o blavero (la voz blavero hace referencia a la actual bandera de la Comunidad Valenciana, Blau es azul en valenciano). 1.- El nacionalismo catalanista o cuatribarrado: Abarca una amplia gama de grupos y organizaciones que se sitúan en la llamada izquierda nacionalista. A nivel de Partidos la UPV (Unitat del Poble Valenciá) de carácter extraparlamentario y de ideología nacionalista burguesa representa esta porción aunque en algunos sectores del PSOE-PSPV y EUPV (Izquierda Unida) existe esta tendencia. Más aún a nivel extraparlamentario se sitúa ERC (Esquerra Republicana de Catalunya), Maulets y Catalunya Lluire, estos últimos reivindican los Países Catalanes independientes del Estado español y “socialistas”, en la línea de HB en Euskadi. Existen grupos de presión catalanistas sobre todo a nivel intelectual y educativo: ACPV. (Acció cultural del País Valencià) y Bloc de Progrés Jaume I son organizaciones que disponen de grandes fuentes de financiación (muchas de dinero público) para realizar campañas tales como reclamar la unidad de la lengua catalana, por la instalación en Valencia de repetidores de TV3 y Catalunya Radio... En la universidad el BEA (Bloc d’Estudiarites Agermanats) y en menor medida el AEN son predominantes dentro del escaso asociacionismo universitario. El BEA es nacionalista y la Asociación de Estudiantes Nacionalistas es independentista. Por último decir que este nacionalismo se basa en la utilización de la Comunidad lingüístico-cultural que une a Valencia, Catalunya y las Islas Baleares con fines políticos. Suplemento 3, Febrero de 2008
2.- El nacionalismo valencianista o blavero: Se basa en la reivindicación de la identidad valenciana diferenciándola de la Comunidad lingüística de los llamados Países Catalanes, con fines evidentemente políticos. Tiene un carácter más bien regionalista y se localiza fundamentalmente en la ciudad de Valencia y en las comarcas más cercanas a la capital. El partido que abandera este movimiento es Unión Valenciana con representación parlamentaria en Madrid. Tiene una ideología burguesa de derechas que utiliza la identidad cultural valenciana de manera folklórica con fines electoralistas. Su principal baza electoral es la reivindicación de la lengua valenciana como deferente a la catalana. Existen grupos blaveros fascistas como el G.A.V. (Grup d’acció valencianista) o el colectivo Vinatea. El blaverismo está muy presente en la vida social de la ciudad de Valencia y alrededores: la Junta Central Fallera, la Federación de Bandas de Música, las asociaciones de vecinos y de amas de casa, son claros ejemplos. Últimamente han surgido elementos blaveros izquierdistas. El este ámbito se sitúan E.N.V. (Esquerra Nacionalista Valenciana) y la J.N.E. (Jóvenes Nacionalistas de Esquerra). Son organizaciones minoritarias. - NACIONALISMO GALLEGO. El primer ejemplo moderno que podemos encontrar en Galicia que manifiesta el inicio de una conciencia particularista gallega es el de la denominada “Asamblea Federal de Lugo” celebrada en 1843 para “estudiar la reorganización de Galicia” y en la que Antolín Faraldo planteó la necesidad de que ésta se declarase independiente. Su postura quedó en minoría, pero tres años más tarde, estuvo presente en el levantamiento gallego que comenzó la guarnición de Lugo el 2 de abril de 1846 contra los impuestos y el Gobierno despótico de Narváez. La revolución liberal y con rasgos autonomistas gallegos fue aplastada y sus líderes fusilados en la villa de Carral. No será hasta febrero de 1936 cuando comenzó de nuevo la agitación por un Estatuto gallego. El Partido Galleguista, junto con el Ayuntamiento de La Coruña, consiguió que se convocase un plebiscito pendiente en el que se consiguió por una amplia mayoría el voto a favor del Estatuto de Autonomía. Actualmente los partidos nacionalistas son básicamente: Bloque Nacionalista Galego (izquierda nacionalista) y E.U.E.G. (Izquierda Unida).
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- NACIONALISMO ESPAÑOL. Con la unificación de Castilla con Aragón, se constituye oficialmente el reino de España. Coincidiendo con esta aparición se intenta expulsar todo vestigio de cultura musulmana “judía” (expulsando a aquellos individuos que no se convertían al cristianismo) y se empiezan a colonizar territorios fuera de la península. El nacionalismo español estará desde ése momento presente en el poder, en todo momento aliado con la iglesia católica. Ni siquiera la tardía industrialización española impulsará nuevas relaciones de poder, pues la burguesía naciente se aliará rápidamente a la nobleza (al contrario que en otras zonas de Europa). La indisolubilidad de la nación española ha sido la base del nacionalismo hispano, que sin estar representado por ningún partido concreto ha sido asumido por todos los que han detentado o aspirado al poder. En este sentido el nacionalismo español ha sido de preservación. En los momentos en los que los nacionalismos regionales han adquirido cierta importancia, ha surgido un nacionalismo de renovación desde los sectores más pudientes de la nación española, cuyo objetivo fundamental ha sido hacerles frente y “homogeneizar por la fuerza a ésas regiones (imponiendo el castellano, prohibiendo costumbres e incluso ropas propias de cada lugar). Actualmente desde el poder se centran los ojos más en la futura nación europea y, por tanto, la reivindicación españolista se hace desde sectores de la llamada extrema derecha. Estos reivindican la unidad a ultranza del territorio y fomentan el rechazo a la inmigración africana y sudamericana y al nacionalismo independentista. - NACIONALISMO EUROPEÍSTA. El interés por la creación de cada vez mayor cantidad de instituciones de ámbito europeo, la supresión de las fronteras internas (sólo para les propies europees, claro), junto al fortalecimiento de las externas son las primeras consecuencias de un proceso que lleva fraguándose desde hace décadas; la formación del macroestado europeo. Geográficamente Europa es una península asiática; climática, idiomática y culturalmente posee una variedad tan amplia que es difícil justificar por éstos motivos su unidad en un solo ente. Son otro tipo de lazos en los que se apoyan los promotores de la “empresa europea”. La alta densidad de población y comunicaciones, la alta renta per capita (en comparación con los países circundantes), la existencia de democracias representativas y la historia común colonizadora son los nexos de unión de la “gran Europa”.
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Aunque la idea proviene de antiguo fue después de la guerra de 1914 cuando surgen los primeros pan-europeístas, el más destacado; el conde Coudenhove-Kalergi. Un seguidor suyo propondrá en 1920 durante una reunión de la Sociedad de Naciones, la creación de los estados unidos de Europa. A esta propuesta seguirán otras, hasta que por primera vez se ensaye la fusión a nivel aduanero y económico de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. No es difícil deducir quién estaba detrás de ésas uniones, serán los mismos grupos de presión que años después inducirán a los políticos a la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE), y más tarde promoverán el tratado de Maastrich. Actualmente la unidad europea se centra en el aspecto económico (moneda única, aranceles para terceros países, etc.), de cierre de fronteras externas y reforzamiento de la represión en el interior frente a “la inmigración, el terrorismo y el narcotráfico” (literalmente). A nivel político, los gobernantes son todavía reticentes a ceder poder a manos de estructuras supranacionales, de ahí que el proceso no vaya todo lo rápido que los nacionalistas pan-europeos quisieran.
Nacionalismo y Anarquismo Trataremos de aclarar en este punto cuales son las diferencias, a nuestro parecer insalvables, que existen entre nacionalismo y anarquismo. 1.- Todos los nacionalismos ocultan tras de sí el germen del poder y el Estado. Las formaciones nacionalistas aspiran a conseguir suficiente poder como para formar un Estado propio. El anarquismo sin embargo lucha por la abolición de todos los poderes y autoridades, sean estos centralizados o descentralizados. Suplemento 3, Febrero de 2008
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2.- Todos los nacionalismos fundamentan su ideología sobre la base de las naciones, esto actúa como cortina de humo para ocultar las relaciones de poder y explotación existentes dentro y fuera de “su nación”. El anarquismo busca la toma de conciencia de la población para que se libere de sus explotadores y dominadores. 3.- Todos los nacionalismos mantienen aisladas a las personas dentro de sus fronteras (existentes o potenciales), esto genera actitudes xenófobas y además divide (y muchas veces enfrente) a poblaciones vecinas lo que resta fuerza a la lucha contra las instituciones políticas y económicas, El anarquismo aboga por la eliminación de todas las fronteras y los Estados. 4.- Todos los nacionalismos son causa o pretexto psicológico del militarismo y los ejércitos; ningún nacionalismo es antimilitar. El anarquismo lucha contra el militarismo y los ejércitos, sean éstos verdes, azules, rojos, de liberación, nacional o populares; pues éstos sólo sirven a los intereses de les poderoses. 5.- Todos los nacionalismos unen a las religiones ya existentes; el culto a la nación todopoderosa, a la sagrada bandera, al sacrosanto himno, y a los representantes de la diosa “voluntad general” que son les politiquees. 6.- Todos los nacionalismos tienen en la lengua nacional uno de sus pilares principales. La utilizan para diferenciarse del resto de los pueblos y para impedir una buena comunicación entre estos. El anarquismo tiene en la unión y en la solidaridad internacional uno de sus principales argumentos. Para ello a lo largo de su historia ha utilizado el esperanto (idioma internacional, creado por Zamenhol) como instrumento de unión frente a los Estados. El Anarquismo es ateo, racionalista y lucha contra la creencia en la necesidad de un ser superior que nos domine en la tierra o desde cualquier otro planeta. En definitiva la lucha anarquista y la nacionalista parten de fundamentos ideológicos totalmente distintos. Por ello no se debería confundir una con otra, y por eso mismo no se debe potenciar de ninguna manera la ideología ni movimientos nacionalistas, por muy revolucionarios que se auto-denominen. Suplemento 3, Febrero de 2008
Federalismo libertario Les anarquistas propugnamos una política de liberación, en cuyo proceso, la estructura orgánica federalista es utilizada como medio y como fin. Un ejemplo claro lo tenemos en la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), que no es otra cosa que la federación libre y voluntaria de grupos de individuos con un interés común; difundir por medio de la lucha diaria la ideología anarquista. El federalismo libertario no es un federalismo de carácter “político” que implica el menoscabo de la libertad individual, como es el caso de EE.UU., Suiza, Alemania, etc. Tampoco es el republicanismo federal (Pi i Margall, etc.) entendido corno independencia del poder central, en contradicción con el “internacionalismo”. Creernos en una vasta federación de colectividades, teniendo por base el trabajo, en la que desaparezcan todos los poderes autoritarios. La sociedad libertaria futura debería disponer de una doble estructura: ECONOMICA, la federación de asociaciones obreras de autogestión; ADMINISTRATIVA, la federación de comunas. Para articular el edificio, una concepción de envergadura, susceptible de ser extendida al mundo entero. EL FEDERALISMO, el cual evita la fragmentación de la sociedad en microcosmos. La unión es indispensable. Nos oponemos a la centralización, pues no desarrolla la unión entre las personas, sino que organiza división. El concepto y la práctica del federalismo libertario llevarían a una amplia organización, abarcan conjunto de las actividades y de los hombres que a ellas se entregan. Implicaría una cohesión general de individuos y de las diversas colectividades, las responsabilidades recíprocas, la ley de la solidaridad dominante, al mismo tiempo que el respeto y la práctica de la libertad creadora. Nuestro federalismo no es separatista. Federarse es “hacer alianza, liga, unión o pacto entre varios. Más sencillamente, repetimos desde hace un siglo: “Federarse es unirse”. Unirse de abajo arriba, y libremente. Cuando varias entidades, comunas, comarcas o regiones se federan, se unen. Cuando se dividen o se separan no practican el federalismo. Por todas estas razones el federalismo es libertario y voluntario. Toda entidad organizada de manera federativa tiene linderos pero no límites (ni fronteras). Juventudes Libertarias de Madrid, década de los 90
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EL NACIONALISMO COMO RELIGIÓN POLÍTICA La idea de la nación -dice el filósofo poeta indio Tagore- es uno de los medios soporíferos más eficaces que ha inventado el hombre. Bajo la influencia de sus perfumes puede un pueblo ejecutar un programa sistemático del egoísmo más craso, sin percatarse en lo más mínimo de su depravación moral; aún más, se le excita peligrosamente cuando se le llama la atención sobre ella. Tagore denominó a la nación como egoísmo organizado. La calificación ha sido bien elegida; sólo que no se debe olvidar nunca que se trata aquí siempre del egoísmo organizado de minorías privilegiadas, oculto tras el cortinaje de la nación, es decir, tras la credulidad de las grandes masas. Se habla de intereses nacionales, de capital nacional, de mercados nacionales, de honor nacional y de espíritu nacional; pero se olvida que detrás de todo sólo están los intereses egoístas de políticos sedientos de poder y de comerciantes deseosos de botín, para quienes la nación es un medio cómodo que disimula a los ojos del mundo su codicia personal y sus intrigas políticas.
Cada país se asemeja a un campamento armado y acecha, con miedo y mortífero celo, todo movimiento del vecino; pero está dispuesto en todo momento a participar en cualquier combinación contra él y a enriquecerse a costa suya El movimiento insospechado del industrialismo capitalista ha fomentado la posibilidad de sugestión nacional colectiva hasta un grado que antes no se hubiera siquiera soñado. En las grandes ciudades actuales y en los centros de la actividad industrial viven millones de seres estrechamente prensados, privados de su vida personal, adiestrados sin cesar moral y espiritualmente por la prensa, el cine, la radio, la educación, el partido y cien medios más, en un sentido que les hace perder su personalidad. En los establecimientos de la gran industria capitalista el trabajo se ha vuelto inerte y automático y ha perdido para el individuo el carácter de la alegría creadora. Al convertirse en vacío fin de sí mismo ha
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rebajado al hombre a la categoría de eterno galeote y le ha privado de lo más valioso: la alegría interior por la obra creada, el impulso creador de la personalidad. El individuo se siente solo como un elemento insignificante de un grandioso mecanismo, en cuya monotonía desaparece toda nota personal. Se adueñó el hombre de las fuerzas de la naturaleza; pero en su lucha continua contra las condiciones externas se olvidó de dar a su acción un contenido moral y de hacer servir a la comunidad las conquistas de su espíritu; por eso se convirtió en esclavo del aparato que ha creado. Es justamente esa enorme carga permanente de la máquina lo que pesa sobre nosotres y hace de nuestra vida un infierno. Hemos perdido nuestro humanismo y nos hemos vuelto, por eso, hombres de oficio, hombres de negocio, hombres de partido. Se nos ha metido en la camisa de fuerza de la nación para conservar nuestra característica étnica; pero nuestra humanidad se ha esfumado y nuestras relaciones con los otros pueblos se han transformado en odio y desconfianza. Para proteger a la nación sacrificamos todos los años sumas monstruosas de nuestros ingresos, mientras los pueblos caen cada vez más hondamente en la miseria. Cada país se asemeja a un campamento armado y acecha, con miedo y mortífero celo, todo movimiento del vecino; pero está dispuesto en todo momento a participar en cualquier combinación contra él y a enriquecerse a costa suya. De ahí se desprende que debe confiar sus asuntos a hombres que tengan una conciencia bien elástica, pues sólo ellos tienen las mejores perspectivas de salir airosos en las eternas intrigas de la política exterior e interior. Lo reconoció ya Saint Simon cuando dijo: Todo pueblo que quiere hacer conquistas está obligado a desencadenar en sí las peores pasiones; está forzado a colocar en las más altas posiciones a hombres de carácter violento, así como a los que se muestran más astutos. (Saint Simon, “Du Systeme industrial”, 1821) Y a todo esto se agrega el miedo continuo a la guerra, cuyas consecuencias se vuelven cada día más horrorosas y más difícilmente previsibles. Ni los tratados y convenios mutuos Suplemento 3, Febrero de 2008
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con otras naciones nos alivian, pues se conciertan con determinados propósitos, ocultos generalmente. Nuestra política llamada nacional está animada por el egoísmo más peligroso; y por esa misma razón no puede nunca conducir a una disminución o a un arreglo integral, por todos anhelado, de las divergencias nacionales. Por otra parte, hemos desarrollado nuestros conocimientos técnicos hasta un grado capaz de influir y estimular de modo fantástico en nuestra imaginación; pero sin embargo, el hombre no se ha vuelto por ello más rico, sino cada vez más pobre. Toda nuestra economía ha caído en un estado de constante inseguridad, y mientras se abandonan al exterminio de una manera criminal valores por millones y millones, a fin de mantener los precios al nivel más conveniente, viven en cada país millones de seres humanos en la miseria más espantosa y sucumben vergonzosamente en un mundo de superabundancia y de supuesta superproducción. La máquina, que debía haber aliviado el trabajo del hombre, lo ha hecho más pesado y ha convertido poco a poco a su propio inventor en una máquina, de tal modo que debe adaptar cada uno de sus movimientos a los de las ruedas y mecanismos de acero. Y, como se calcula la capacidad de rendimiento del complicado mecanismo hasta lo más ínfimo, se calcula también la energía muscular y nerviosa del productor viviente de acuerdo con determinados métodos científicos, y no se comprende, no se quiere comprender, que con ello se le priva del alma y se mutila profundamente su dignidad humana. Hemos caído cada vez más bajo el dominio de la mecánica y sacrificamos la existencia humana viviente ante el altar de la monotonía de las máquinas, sin que llegue a la conciencia de la mayoría lo monstruoso de ese comienzo. Por eso se pasa por sobre estas cosas generalmente con tanta indiferencia y frialdad como si se tratase de objetos inertes y no del destino humano. Para conservar ese estado de cosas ponemos todas las conquistas técnicas y científicas al servicio del asesinato en masa organizado; educamos a nuestra juventud para asesines uniformades; entregamos los pueblos a la torpe tiranía de una burocracia extraña a la vida; ponemos al hombre desde la cuna a la tumba bajo la vigilancia policial: levantamos en todas partes prisiones y presidios y poblamos cada país de ejércitos enteros de confidentes y espías. Semejante orden, Suplemento 3, Febrero de 2008
de cuyo seno enfermo brotan continuamente la violencia brutal, la injusticia, la mentira, el crimen y la podredumbre moral como gérmenes venenosos de endemias devastadoras, ¿no convencerá poco a poco, incluso a los espíritus más conservadores, de que se compra a precio demasiado elevado?
El dominio de la técnica a costa de la personalidad humana, y especialmente la resignación fatalista con que la gran mayoría se acomoda a esa situación, es también la causa por la cual es más débil en el hombre de hoy la necesidad de libertad, siendo sustituida en muchos por la necesidad de seguridad económica. Ese fenómeno no debe extrañarnos; todo nuestro desenvolvimiento ha llegado hoy a un punto en que casi todo ser humano es jefe o subalterno, o ambas cosas simultáneamente. Por ese medio ha sido fortalecido el espíritu de la dependencia; el hombre verdaderamente libre no está a gusto ni en el papel de superior ni en el de inferior y se esmera, ante todo, por desarrollar sus valores internos y sus capacidades personales de una manera que le permita tener un juicio propio en todas las cosas y le capacite para una acción independiente. La tutela continua de nuestra acción y de nuestro pensamiento nos ha debilitado y nos ha vuelto irresponsables. De ahí justamente proviene el anhelo de un hombre fuerte que ponga fin a toda miseria. Ese afán de un dictador no es un signo de fortaleza, sino una prueba de nuestra inconsistencia interior y de nuestra debilidad, aun cuando los que la ponen de manifiesto se esfuerzan a menudo por aparecer como firmes y valerosos. Lo que no posee el hombre mismo es lo que más codicia. Y como se siente demasiado débil pone su salvación en la fortaleza ajena; porque somos demasiado cobardes o demasiado
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tímides para hacer algo con las propias manos, y forjar el propio destino, ponemos éste a merced de los demás. Bien dijo Seume cuando afirmó: La nación que sólo puede o debe ser salvada por un solo hombre, merece latigazos.
Hay que librar al ser humano de la maldición del poder, del canibalismo de la explotación, para dar rienda suelta en ellos a todas las fuerzas creadoras que puedan dar continuamente nuevo contenido a su vida. El poder les rebaja a la categoría de tornillos inertes de la máquina, que es puesta en marcha por una voluntad superior. Lo cultural da al hombre la conciencia de su humanidad y de su potencia creadora, mientras el poder ahonda en él el sentimiento de su sujeción esclava. No; el camino de la superación sólo puede estar en la ruta hacia la libertad, pues toda dictadura tiene por base una condición de dependencia llevada al extremo y no puede beneficiar nunca la causa de la liberación. Incluso cuando una dictadura ha sido concebida como etapa transitoria para alcanzar un cierto objetivo, la actuación práctica de sus jefes -suponiendo que tenían la honesta intención de servir a la causa del pueblo- la aparta cada vez más de sus objetivos originarios. No sólo por el hecho que todo gobierno provisional, como dijo Proudhon, pretende siempre llegar a ser permanente, sino ante todo porque el poder en sí es ineficaz y ya por esa causa incita al abuso. Se pretende utilizar el poder como un medio, pero el medio se convierte pronto en un fin en sí mismo, tras el cual desaparece todo lo demás. Justamente porque el poder es infecundo y no puede dar de sí nada creador, está obligado a utilizar las fuerzas laboriosas de la sociedad y a oprimirlas en su servicio. Debe vestir un falso ropaje, a fin de cubrir su propia debilidad; y esa circunstancia lleva a sus representantes a falsas apariencias y engaño premeditado. Mientras aspira a subordinar la fuerza creadora de la comunidad a sus finalidades particulares, destruye las raíces más profundas de esa energía y ciega las fuentes de toda actividad creadora, que admite el estímulo, pero de ninguna manera la coacción.
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No se puede libertar a un pueblo sometiéndolo a una nueva y mayor violencia y comenzando de nuevo el círculo de la ceguera. Toda forma de dependencia lleva inevitablemente a un nuevo sistema de esclavitud, y la dictadura más que cualquiera otra forma de gobierno, pues reprime violentamente todo juicio contrario a la actuación de sus representantes y sofoca así, de antemano, toda visión superior. Pero toda condición de sometimiento tiene por base la conciencia religiosa del hombre y paraliza sus energías creadoras, que sólo pueden desarrollarse sin obstáculos en un clima de libertad. Toda la historia humana fue hasta aquí una lucha continua entre las fuerzas culturales de la sociedad y las aspiraciones de dominio de determinadas castas, cuyes representantes opusieron firmes barreras a las aspiraciones culturales o al menos se esforzaron por oponerlas. Lo cultural da al hombre la conciencia de su humanidad y de su potencia creadora, mientras el poder ahonda en él el sentimiento de su sujeción esclava. Hay que librar al ser humano de la maldición del poder, del canibalismo de la explotación, para dar rienda suelta en ellos a todas las fuerzas creadoras que puedan dar continuamente nuevo contenido a su vida. El poder les rebaja a la categoría de tornillos inertes de la máquina, que es puesta en marcha por una voluntad superior; la cultura les convierte en amo y forjador de su propio destino y les afianza en el sentimiento de la comunidad, del que surge todo lo grande. La redención de la humanidad de la violencia organizada del Estado, de la estrecha limitación a la nación, es el comienzo de un nuevo desarrollo humano, que siente crecer sus alas en la libertad y encuentra su fortaleza en la comunidad. También para el porvenir tiene validez la sabiduría de Lao-Tsé: Gobernar de acuerdo con la ruta es gobernar sin violencia: produce en la comunidad un efecto de equilibrio. Donde hubo guerra crecen las espinas y surge un año sin cosecha. El que es bueno no necesita violencia, no se arma de esplendor, no se jacta de fama, no se apoya en su acción, no se fundamenta en la severidad, no aspira al poder. La culminación significa decadencia. Fuera de la ruta está todo fuera de ruta. Nacionalismo y Cultura. Rudolf Rocker, 1936 Libro primero, Capítulo XV Suplemento 3, Febrero de 2008
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LA CULTURA COMO FORMA DE OPRESIÓN: CONTRA EL ANARCOINDEPENDENTISMO El anarco-independentismo es una corriente que surge del intento de unir las teorías del anarquismo y las del nacionalismo. Esta extraña unión parte de una particular concepción del nacionalismo (también del anarquismo), concibiéndolo de una forma no estatista; en términos suyos, nacionalismo nacionalista frente al nacionalismo estatista. Esta forma de nacionalismo conllevaría la no necesidad de creación de un Estado y sería la conservación de las tradiciones, las culturas y los idiomas por el propio pueblo. Esta particular visión del federalismo, federalismo nacionalista podría llamarse, entra en contradicción con la particular visión del federalismo libertario; esto es, el que parte desde el propio individuo independientemente del espacio geográfico en el que se haya desenvuelto. Es cierto que no existe un Estado que centralice y someta al individuo, pero es que la centralización no es particular del Estado sino que puede darse desde diferentes entes. Si se delimita un espacio geográfico y se somete a todos los individuos a una cultura en particular, se está convirtiendo a esa cultura en una forma de opresión (lingüística, cultural…) hacia el individuo. Las dos tendencias más conocidas en el Estado español son el anarco-independentismo y el anarcoabertzalismo. Éstas reclaman la liberación nacional de los “Països Catalans” y de “Euskal Herria” respectivamente. Esta reivindicación parte de una concepción unitaria que poco tiene que ver con la realidad. En cuanto al idioma, no hay una realidad idiomática única y natural en esos territorios: en el caso de los “Països Catalans” se dan diferentes variedades, el català, el valecià o mallorquín, en el caso de “Euskal Herria” el lapurtano, el guipuzcoano o el navarro. De esta forma, la necesidad de mostrar una realidad cohesionado conlleva la imposición (sea o no a través de formas estatales) de un idioma único; el català o, más claramente, el euskara batua (euskara unificado). ¿Cuál es la cultura de la que se está hablando? De la que se está imponiendo para defender unos intereses. Al contrario de lo que parece que nos quieren hacer entender los defensores del nacionalismo (pretendiendo establecer vínculos entre las personas, los idiomas, las culturas con la tierra), los idiomas no están anclados en este o en aquel Suplemento 3, Febrero de 2008
territorio, sino que lo están en las propias personas, y viajan y se mueven con éstas, se transforman y evolucionan por su acción; y negar esto es negar tanto el idioma como al ser humano. Según algunos lingüistas, territorios que supuestamente estarían entroncados en los “Països Catalans” estuvieron habitados por euskaldunes, como podría demostrar la toponimia de algunos puntos de Cataluña: Valle de Arán, Barcelona o Badalona. También es conocida la teoría de que la lengua vasca cohabitó en algunas zonas de Burgos y también de la Rioja. Es decir, los movimientos migratorios de los euskaldunes conllevaron que el idioma se fuera desplazando durante siglos por todo el noreste Peninsular. El estancamiento, siempre artificial, se debió a la imposición del castellano, por lo que el euskera fue perdiendo progresivamente terreno (en aquel momento, siglos XIII-XIV, ocupaba prácticamente todo el noroeste, desde Lérida hasta Burgos). La oposición al centralismo que pretenden hacer los movimientos nacionalistas, sean o no estatistas, no es diferente a su propuesta cultural. Porque, además de ser ambas formas de centralismo, el efecto para con la cultura es siempre el mismo: paralización y artificialidad. Independientemente de que se reclame o no un Estado, la idea de Pueblo siempre es autoritaria; porque deja de colocar como protagonistas a los individuos que lo componen. Los Pueblos no hablan idiomas, los hablan los individuos que componen aquellos. No tiene sentido el aferrarse a una cultura colectiva definida, porque la cultura es un producto de la interrelación; y no se puede defender más que la cultura individual, cosa que corresponde a cada une de nosotres. Esta forma de entender la cultura, ayuda al enriquecimiento de la cultura humana, no existe ninguna forma cultural pura, porque todas surgen de la interrelación. No existen los Pueblos. Existen los individuos. Es imposible delimitar la existencia de un Pueblo de manera perfecta, porque su interrelación no va a estar cohibida por una frontera sino que la traspasará, y la cultura que de ello surja será diferente a la del resto del Pueblo delimitado. No se puede encadenar a los pueblos al centralismo nacionalista. Juventudes Anarquistas de León (FIJA)
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