20 Hipersensibilidad N. Ballesteros, y R. Solana INTRODUCCIÓN Los procesos inmunitarios son utilizados por el organismo para defenderse de las agresiones por agentes infecciosos. No obstante, en ciertos casos, el organismo reacciona de una forma inapropiada o excesiva de manera que se pueden ocasionar diversos tipos de daño tisular. Estas situaciones, que conocemos como hipersensibilidad, pueden tener aspectos positivos o negativos al poder causar ellos mismos la enfermedad. La respuesta del organismo para producir una reacción de hipersensibilidad depende del agente patógeno y del terreno genético del hospedador que responderá de una u otra forma al agente causal. Según la clasificación de Coombs y Gell de 1963, existen cuatro tipos de reacciones de hipersensibilidad: Tipos I-IV (Tabla20.1). La hipersensibilidad tipo I se trata en el próximo capítulo. También ha sido definido un Tipo V denominado hipersensibilidad estimuladora, mediada por anticuerpos anti-receptor que en lugar de destruir la célula produce su estimulación. En cada uno de los tipos de hipersensibilidad participan de forma secuencial diferentes tipos de células y mediadores solubles. Las características más relevantes de cada tipo de hipersensibilidad se resumen a continuación y se esquematizan en la Tabla 20-1.
TABLA 20.1 Reacciones de hipersensibilidad Tipo
Nombre
Mecanismo
Latencia
Mediadores
I II III IVA IVB
Inmediata Citotóxica Inmunocomplejos Retardada ----
IgE IgG o IgM IgG Linfocitos T Linfocitos Tc
15 min ---4-6 h >24 h ----
Histamina, LTC4 C o ADCC C5a, proteasas Linfocinas (IFNg y otros) Citotoxicidad
Hipersensibilidad tipo II. Las reacciones de hipersensibilidad de tipo II son mediadas por anticuerpos tipo IgG o IgM. Estos anticuerpos pueden haberse producido como consecuencia de una respuesta inmunitaria normal y reconocer elementos no propios (como en el caso de inmunización reiterada con antígenos extraños o en enfermedades infecciosas agudas o crónicas), o por el contrario pueden ser autoanticuerpos que reconozcan componentes propios del organismo. Las reacciones de tipo II son reacciones mediadas por la interacción de antígenos presentes en la superficie de diferentes células con anticuerpos de tipo IgG e IgM preformados y que reconocen el tejido en cuestión. El daño celular resulta de la posterior activación de la cascada del sistema complemento o su interacción con células efectoras a través de su fracción Fc. Los receptores para la fracción Fc de la IgG se encuentran presentes en células fagocíticas (neutrófilos, macrófagos), células NK y plaquetas. La activación de estos receptores causa la liberación de proteasas y radicales libres de las células fagocíticas, el proceso de citotoxicidad dependiente de anticuerpo (ADCC) mediado por los linfocitos NK y la liberación de histamina y sustancias vasoactivas por las plaquetas. Además la activación del sistema del complemento origina el depósito de las fracciones C3b y C3bi en la membrana celular. Tanto las células fagocíticas como las NK poseen receptores para estos fragmentos (CR1 y CR3) lo que favorecerá su unión a la célula diana y su subsecuente destrucción. Los ejemplos más claros de hipersensibilidad de tipo II lo constituyen las reacciones hemolíticas. En determinadas circunstancias existen anticuerpos preformados que pueden reaccionar con antígenos de membrana del eritrocito y ocasionar su destrucción. Tal es el caso de las reacciones contra antígenos de grupos sanguíneos y que pueden dar lugar a dos cuadros clínicos de gran importancia:
Las reacciones post-transfu-sionales y la eritroblastosis fetal. Entre los diferentes sistemas de grupos sanguíneos existentes, los sistemas AB0 y Rh son los más importantes. Casi todos los individuos poseen anticuerpos tipo IgM contra los antígenos del sistema de grupos sanguíneos AB0 que ese individuo no posee. En el caso de la eritroblastosis fetal son los anticuerpos contra determinantes del sistema Rh los responsables del daño ocasionado. Estos anticuerpos anti-Rh (D) no existen de forma espontánea en los individuos Rh (-), pero se sintetizan en los casos en los que haya habido un contacto previo (Figura 20.1) Figura 20.1
En el momento del parto suelen pasar glóbulos rojos portadores de antígenos Rh (+) del feto a la madre. Como consecuencia, en ésta se puede producir una sensibilización de sus linfocitos que en un contacto subsiguiente sintetizarán anticuerpos tipo IgG. En un embarazo posterior, al permanecer las células sensibilizadas en la madre, se están produciendo anticuerpos anti Rh D (+) que pasan de la madre al feto y reaccionan frente a los glóbulos rojos de éste, llegando a la destrucción de los mismos. Esto produce una bilirrubinemia muy intensa que si no es tratada pronto, puede costar la vida al feto. Para prevenir este fenómeno, actualmente existe un tratamiento específico que consiste en inyectar a la madre, después del parto, inmunoglobulinas IgG anti Rh D (+) que reaccionan con los determinantes Rh D (+) de los glóbulos rojos fetales que han pasado a la circulación materna, con lo cual se evita la inmunización de la madre por algún mecanismo no muy bien conocido todavía, pero en el cual podría intervenir la acción supresora específica de la IgG inyectada. Hipersensibilidad tipo III Las reacciones de hipersensibilidad tipo III se producen por la existencia de inmunocomplejos circulantes que al depositarse en los tejidos causan la activación de los fagocitos y el subsecuente daño tisular. Los inmunocomplejos formados por la unión del anticuerpo y el antígeno pueden ser patógenos según sus características físico-químicas (Figura 20.2). Así dependiendo de su tamaño serán eliminados por la orina si son de pequeño tamaño o captados por los fagocitos si son de gran tamaño. Por el contrario los de tamaño intermedio pueden depositarse en los tejidos y causar lesiones. Otros factores como la carga también son determinantes para su efecto patológico. Los inmunocomplejos circularán por la sangre y se podrán localizar en diferentes tejidos del organismo, como articulaciones, vasos sanguíneos, riñón, etc. En la mayoría de los casos los inmunocomplejos se forman como consecuencia de: 1.
Post-estreptocócica, o persistentes como la hepatitis vírica tipo B o C.
2.
Exposición e inhalación persistente de agentes ambientales como hongos (pulmón del granjero) o proteínas animales (enfermedad del cuidador de aves)
3.
O bien como consecuencia de la presencia mantenida de altos niveles de autoanticuerpos en algunas enfermedades autoinmunes como lupus eritematoso sistémico o artritis reumatoide. La
unión de los anticuerpos tipo IgG a los enfermedades infecciosas agudas como la glomerulonefritis antígenos solubles en el organismo causa el daño tisular por diferentes mecanismos. En primer lugar pueden inducir la activación de la cascada del complemento y la producción de C3a y C5a que atrae PMN al sitio inflamatorio lo que ocasiona un rico infiltrado de neutrófilos. La activación de estos y la liberación de enzimas lisosomales causa daño tisular. Asimismo son atraídos al foco inflamatorio mastocitos y células cebadas que liberan histamina incrementando la permeabilidad vascular. Figura 20.2
Hipersensibilidad de tipo IV La reacción de hipersensibilidad retardada juega un papel importante contra agentes patógenos intracelulares (por ejemplo, Mycobacterium tuberculosis, Listeria monocytogenes, Brucella mellitensis, Candida albicans, Pneumocytis carinii). Sin embargo, también tiene aspectos nocivos y a veces las lesiones tisulares causadas por la hipersensibilidad retardada son tan extensas que comprometen gravemente al organismo. La reacción de hipersensibilidad tipo IV se caracteriza por la llegada al foco inflamatorio de un gran número de células no específicas de antígeno con predominio de los fagocitos mononucleares. El desarrollo de una reacción de hipersensibilidad retardada requiere un período de sensibilización de 1 a 2 semanas tras el primer contacto con el antígeno. Durante este período, los linfocitos Th1 son activados por el antígeno presentado junto con las moléculas de clase II del MHC en una célula presentadora de antígeno y se expanden clonalmente. Tras un segundo contacto con el antígeno, se inicia la fase efectora de la respuesta. En general requiere unas 24 horas para que la reacción sea evidente y el máximo se produce entre 48 y 72 horas. Al cabo de unas horas de la inyección del antígeno, alrededor de las venas post-capilares se acumulan los neutrófilos. Al cabo de 12 horas, el lugar de inyección del antígeno aparece infiltrado por linfocitos T y monocitos con una distribución perivascular. Las células endoteliales se hinchan y dejan pasar macromoléculas del plasma. El fibrinógeno presente en el espacio intersticial se deposita en forma de fibrina y junto con los monocitos y linfocitos T extravasados causan la hinchazón y endurecimiento del tejido (granuloma). Las células que actúan como presentadoras de antígeno son células de Langerhans, macrófagos y células endoteliales. En la hipersensibilidad retardada, al contrario de los que sucede en la hipersensibilidad inmediata, intervienen las citocinas segregadas por los linfocitos Th1 (Figura20.3).La IL-2 actuando de forma autocrina aumenta la población de células Th1. Además, se produce IFN-g que actúa sobre los fagocitos mononucleares activándolos y atrayéndolos al lugar de la inflamación. La IL-3 y el GM CSF pueden inducir a nivel local una proliferación de los macrófagos. Además, los macrófagos activados producen a su vez M CSF, GM CSF y TGF-b que estimulan de forma autocrina su propia proliferación. Sobre las células endoteliales vasculares actúan el IFN-g y la linfotoxina, así como el TNF-a y la IL-1,
ambas producidas por macrófagos, induciendo una serie de modificaciones que facilitan la salida del lecho vascular de los neutrófilos y monocitos. Figura 20.3
BIBLIOGRAFÍA
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2. Sher A., Coffman R.L. (1992). Regulation of immunity to parasites by T cells and T cel derived cytokines. Annu. Rev. Immunol. 10: 385
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