PERDIDO Caminando por extraños senderos, perdí el rumbo de mi destino en aquella noche sin luna, pensando en mis problemas y en las posibles soluciones que no encontraba por ninguna parte, anduve sin darme cuenta por horas en aquella campiña hermosa mientras el sol descendía y la oscuridad se apropiaba del mundo. Sin saber cómo, mis pasos se detuvieron, al fin, en el pórtico de una pequeña casa cuya única ventana se veía iluminada por el resplandor de una candela. Un enorme árbol, cuya ramaje inmenso cubría casi todo el techo de la casa, se erguía soberbio como un centinela poderoso y protector. Mi mente que hasta ese instante permaneciera desconectada de mi realidad, volvió de la inconsciencia y me hizo pensar en lo singular de mi situación. Estaba solo, en un lugar desconocido, frente a una casa extraña a una hora inusual, mi falta de atención podría ahora meterme en un problema que definitivamente no querría. De pronto, pensé en que algún perro guardían de aquella residencia aparecería ante mi presencia y alertaría a los habitantes, que sin duda pensarían que se tratase de algún ladrón que aprovechando las tinieblas pretendía hacer una fechoría. Mi constitución nerviosa, mi carácter poco dado a la aventura o a la sorpresa se hizo evidente y un temblor incontrolable me hizo su presa. Me sentía paralizado por el miedo que poco a poco me iba invadiendo, de inmediato una sensación de ser observado se hizo evidente y mi estado nervioso se truncó en pánico. Con gran esfuerzo logré dar la media vuelta y empezaba a alejarme de aquella casa cuando una voz llegó a mis espaldas desde la oscuridad del lugar. Era una voz masculina que claramente preguntó sobre mi presencia y mis intenciones. Era el dueño del lugar, que me había visto desde el primer momento, le pareció un tanto sospechoso que un extraño se detuviera frente a su casa, y se quedase quieto por varios minutos como una estatua para luego empezar a temblar como un sanbenito y dar la vuelta en franca retirada. Pero también pensó en las varias personas que aparecían por los alrededores y que habían perdido el camino en la oscuridad de la noche, confundidos entre tanto sendero, cuando volvían del lago cercano. Tartamudeando más por la vergüenza que por el temor, me disculpe con el hombre por mi comportamiento, explicándole quien era y mintiéndole al decirle que al igual que otros, había sido víctima de la falta de ubicación y que me había
perdido en el camino. A pesar de la oscuridad, pude observar que el rostro del hombre se hizo menos serio y amablemente me invitó a pasar a la casa, yo desde luego me disculpé nuevamente, diciéndole que no deseaba causarle más molestias, pero él insistió, era ya muy noche, se avecinaba la lluvia y el camino de vuelta a mi hotel era bastante largo, sus facciones ya amigables me reconfortaron lo suficiente para aceptar su amable invitación. Fue agradable advertir que dentro de la casa el ambiente era tan familiar, aunque era la primera vez que estaba en aquel lugar todo me parecia conocido, fue agradable a primera instancia y luego mi lógica arremetió contra la sensación. Al quitarme el abrigo, lo colgué justo en el gancho que estaba escondido tras una puerta falsa, como si ya hubiera sabido que estaba allí. Y el nerviosismo empezó de nuevo a invadirme. El dueño del lugar me observaba ya bajo la luz de las velas, y yo a él... Me pareció por un instante que estaba parado frente a un espejo de cuerpo entero... pero la imagen que veía era la de un hombre mucho más viejo que yo... y aquel, demostraba en sus facciones que se encontraba en similares condiciones... un zumbido fue creciendo dentro de mi cabeza, y en un instante no supe más. Dicen que me encontraron cerca de la orilla del lago... al pie del tronco de un inmenso árbol... No tenía contusiones, ni heridas, al parecer me desmayé, no había casa alguna en los alrededores, lo único que jamás volví a encontrar fue mi abrigo... Hasta este día, no logro comprender este episodio de mi vida... ¿Alucinación o sueño?