Otro día termina, Señor. ¿Un día más? No, un día menos en espera de la muerte. Reviso estas horas tan cercanas aún, pero ya inscritas en el libro de tu juicio y mi corazón se entristece al hallarlas tan ocupadas en todo cuanto pasa y se desvanece, y tan vacías de Tí.
Perdóname Señor, por ser débil y cobarde, por conocer el bien y en ocasiones hacer mal, por tropezar cada vez en la misma piedra, por ser tan tibia y amarte tan poco. Si no hubiese puesto en las manos de Cristo, de una vez para siempre, mis faltas y mis penas, solo me quedaría el recurso de la desesperación y el hastío de mi misma. Pero sé que toda debilidad mía, es en Tí verdadera fuerza.
Señor tengo fe en Tí. Bendice mi descanso y el de todos mis amigos esta noche, protege nuestras moradas y haz que nuestro sueño, animado de Tu Presencia, esté lleno de confianza y de felicidad.