Cine Contemporáneo
Ana María Romero Chaverra U00104011
Prof. Mario Pizarro Camargo
Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab) Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes Bucaramanga 2018
Una mirada a la construcción de la figura femenina en el cine de Sofía Coppola: Perdidos en Tokio Las producciones cinematográficas y televisivas han reforzado y legitimado durante largos años estereotipos sobre la mujer, quien es representada, en ocasiones, desde un papel oculto, secundario en la sociedad, como un objeto sexual y de deseo, como un personaje anclado al sistema patriarcal, dependiente y sin autonomía. Esto conlleva a que la sociedad se siente limitada a cumplir con los roles establecidos desde siempre. Sin embargo, ha sido a través del cine contemporáneo que se ha logrado reflejar la realidad que acontece el presente siglo, apoyando a movimientos y comunidades en la defensa de sus libertades y derechos, y presentando una visión diferente a la tradicional. En este caso, una visión que permite reconocer que el papel de la mujer poco a poco ha tomado un grado de importancia, tomando como espacio el cine. Pues, actualmente, es posible hablar de directoras de cine (Jane Campion, Kathryn Bigelow, Kelly Reichard) además de filmes que muestran mujeres independientes, libres y luchadoras o que presentan una visión crítica hacia los estereotipos femeninos mencionados anteriormente (Lady Bird, Todo sobre mi madre, American Honey, The piano, etc.). Debido a lo anterior, se analiza la identidad femenina que construye Sofía Coppola, desde su condición femenina, en su filme: Perdidos en Tokio. Sofía Carmona Coppola es una directora, productora y guionista nacida en Estados Unidos, hija del también director de cine Francis Ford Coppola. Desde su infancia se introdujo en la industria cinematográfica, lo que la ha llevado a conseguir un Premio Óscar a mejor guion original, 2003, Premios Globos de Oro, Mejor director en el Festival de Canes, etc. Su filmografía se compone de Las vírgenes suicidas (1999), Perdidos en Tokio (2003), María Antonieta (2006), Somewhere (2010), El seductor (2017), etc. Cabe destacar que es una de las principales figuras del cine contemporáneo y cine de autor: “la forma particular, personal e intransferible, aunque sí imitable que un creador tiene de plasmar consciente o inconscientemente su aportación personal en todos y cada uno de los elementos conformantes de ese todo que llamamos obra y que como tal nos permite tomarla como objeto de estudio” (Caldevilla, 2005. p 23). Perdidos en Tokio es un filme estrenado en Estados Unidos, en octubre de 2003. “El título original de la obra de Sofía Coppola es Lost In Translation. Se traduce literalmente como perdido en la traducción y se refiere al sentido que no se puede trasladar de un idioma al otro en el proceso de traducción – algo siempre se transforma en el camino” (Avaca, 2018). Este filme narra las vidas de Bob Harris, un actor norteamericano, y Charlotte. Harris, casado, acepta una oferta para rodar una serie de comerciales, publicidad y un anuncio para la marca de whisky Suntory en Japón. Debido a una crisis que atraviesa no puede dormir y permanece largas horas, bebiendo whisky, en el bar del hotel en que se hospeda. Una noche sentado en la barra conoce a Charlotte, una joven veinteañera que se alberga allí con su esposo, quien es un fotógrafo que trabaja diariamente mientras esta pasa tiempo sola, mirando por la ventana. Harris y Charlotte se sienten atrapados por la soledad y perdidos en un lugar que les es
indiferente. Ambos empiezan a compartir tiempo divirtiéndose en karaoke, saliendo y conversando sobre sí mismos. Estos sienten una fuerte conexión que, por el contrario, no tienen con sus compañeros. Sin embargo, Harris parte nuevamente a su hogar, pero antes se despide de su querida Charlotte. Este filme nos revela la figura de una mujer como personaje principal, interpretado por Scarlett Johansson, de la mano de un hombre, Bill Murray. El hecho de situarse en Tokio refleja un escenario lleno de luces y colores, una ciudad atestada de personas que caminan en todas las direcciones y una barrera de idioma y cultura que impide la comunicación de los personajes hacia quienes los rodean. Perdidos en Tokio destaca desde sus inicios a una mujer curiosa, con deseos de explorar y vivir nuevas experiencias, a pesar de estar casada y pasar gran parte del tiempo sola. También una dama sin temor, que se marcha al bar, baila, sale de fiesta. En los primeros segundos del filme, se muestra el cuerpo de espalda de una mujer que yace dormida de lado, a pesar de enseñar sus piernas y llevar solo unas bragas rosa traslucida, la escena no refleja morbo, sin embargo, Coppola quería mostrar que “el encuadre que mantiene el rostro de la mujer fuera de cuadro nos traslada a esa misma dimensión del inconsciente, donde la mujer es contemplada como un objeto, un cuerpo atractivo exento de identidad (...) Estamos ante una imagen aislada, creada exclusivamente para disfrute de una mirada masculina, por el simple placer de contemplar el cuerpo de una mujer” (Otero, 2010). Es esta misma mujer quien poco después está frente a un espejo, pintando sus labios y recogiendo su cabello, de igual forma, quien permanece en bragas en varios momentos de la narración. “A nivel de lenguaje cinematográfico (…) por su novedosa mirada, esta forma de cine ha sido llamado cine femenino -también cine feminista –. Sus características lo distinguen de la mirada tradicional masculina para consumo masculino. Lo más significativo es que, en este lenguaje, lo femenino no es objeto de deseo ni de diversión” (Avaca, 2018). Estas escenas reflejan más a una mujer autónoma, libre en sí y cómoda con su naturaleza, y que a pesar de la soledad que enfrenta, solo busca encontrarse a sí misma y a su verdadera vocación. Cabe destacar, que la figura que presenta Coppola es libre de excentricidades y llena de naturalidad, se ve una Charlotte que usa poco o casi nada de maquillaje, con un vestuario cómodo y apto para cada ocasión, de pensamiento libre y curioso. Además, es una joven que ha estudiado filosofía, lo que se destaca en su actitud especulativa, silenciosa, dudosa de su ser y de lo que le depara el futuro; “demuestra la existencia de una interioridad muy activa. Los numerosos planos estáticos de Charlotte en la ventana suponen una exaltación del subjetivismo. Puede que su cuerpo permanezca estático, pero su psicología se mantiene en funcionamiento y ésta le advierte que más allá de la ventana hay vida, mientras que en el interior de la habitación todo parece muerto e irreal” (Otero, 2010).
La facilidad con la que Charlotte se acerca y se expresa ante Bob, quien es veinte años mayor, refleja, bajo cuerda, una actitud que desafía a la construcción tradicional de la mujer/esposa. Aquella que estando comprometida no debe dirigirse a nadie, menos a un hombre casado y mayor, ni permanecer a solas con este, ni conversar sobre su vida privada, ni salir de fiesta con sus amigos sin su marido, etc. Sin embargo, es por culpa de la crisis y la soledad, que Charlotte y Bob terminan por encontrarse, escapar y perderse juntos en Tokio, “la ciudad adquiere importancia. Vemos a ambos, tomados de la mano, esquivando autos, cruzando casinos, cantando juntos, viendo La Dolce Vita. Y eso es lo más parecido a la felicidad en ese instante, ese es el perfecto escape, eso es lo que ambos buscan. Tirados después en la cama del hotel, sin ningún atisbo sexual, Charlotte le pregunta si las cosas se ponen peores.” (Sánchez, 2006). De igual forma, el filme ofrece otras vistas respecto a la figura femenina. En primer lugar, está Lidia quien se expone, a partir de las llamadas que cruza con su esposo Bob, como madre, ama de casa, amante del diseño y a la vez refleja un sentimiento de rechazo hacia Bob y costumbre ante la ausencia de él, lo que lleva a pensar que no tienen un “matrimonio feliz”, no obstante, también muestra una mujer independiente y capaz de llevar la crianza de sus hijos, prácticamente, sola. En segundo lugar, el personaje de Kelly presenta a la “típica chica” de Hollywood, quién además de ser rubia, bonita, alta y delgada es modelo y actriz, pero también hueca, con poco nivel de cultura, el elemento infaltable. En tercer lugar, la cantante del bar del hotel, que sin prejuicios ni ataduras termina pasando una noche con Bob, asimismo, su cabello rojo, suelto y despeinado junto a las escenas en que aparece reflejan a una mujer liberada, segura y llena de autoestima. Finalmente, es así como Sofía Coppola construye esta figura de mujer y en su filme le da la espalda a la visión estereotipada de objeto sexual o condicionante patriarcal que durante años han definido a la mujer en diferentes producciones. Cabe destacar, que Coppola incentiva a su género a crear cine: “tienes que ser fuerte para dirigir una película, hacer ver a la gente que eres capaz de decir no y mantener tu posición, seguir adelante”, además, trabaja de la mano de mujeres.
Referencias bibliográficas Avaca, F. (9 de abril de 2018). Obtenido de Cinéfilos: https://cinefilosoficial.com/2018/04/09/japonun-secreto-y-las-mujeres-en-perdidos-en-tokio/ Coppola, S. (Dirección). (2003). Pérdidos en Tokio [Película]. Oppenheimer, W. (17 de Febrero de 2004). "Mi vida y mi película son cosas diferentes". Obtenido de El País: https://elpais.com/diario/2004/02/17/espectaculos/1076972401_850215.html Otero, H. P. (2010). El cine de Sofia Coppola: la deconstrucción de la mirada patriarcal. Vigo: Quaderns. Sánchez, M. (24 de Enero de 2006). Cinencuentro. https://www.cinencuentro.com/2006/01/24/perdidos-en-tokio-2003/
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