Nefritis

  • October 2019
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Nefritis La nefritis es la inflamación de los riñones. La inflamación de los riñones generalmente suele ser provocada por una infección, como en la pielonefritis, o por una reacción inmune anormal que ataca los riñones. Una reacción inmune anómala puede producirse de dos formas: 1) un anticuerpo puede atacar directamente al riñón o a un antígeno (una sustancia que estimula una reacción inmune), adherido a las células renales, o 2) un antígeno y un anticuerpo se pueden unir en cualquier otra parte del organismo y luego adherirse a las células del riñón. Los signos que indican nefritis, como la presencia de sangre y proteínas en la orina y una función renal deteriorada, dependen del tipo, la ubicación y la intensidad de la reacción inmune. Sin embargo, numerosas condiciones capaces de lesionar los riñones, pueden producir lesiones, síntomas y consecuencias similares. Generalmente, la inflamación no afecta a todo el riñón. La enfermedad resultante depende de si la inflamación afecta principalmente a los glomérulos (la primera parte del aparato de filtración del riñón), los túbulos y los tejidos que lo circundan (tejido túbulointersticial) o los vasos sanguíneos del interior de los riñones, causando vasculitis.

Glomerulopatías Los trastornos del riñón en los que la inflamación afecta principalmente a los glomérulos se denominan glomerulopatías. Aunque las causas son múltiples, todas las glomerulopatías son similares porque los glomérulos siempre responden de un modo similar, independientemente de la causa. Hay cuatro tipos principales de glomerulopatías. El síndrome nefrítico agudo comienza repentinamente y, por lo general, se resuelve rápidamente. El síndrome nefrítico, rápidamente progresivo, comienza de forma repentina y se agrava con gran rapidez. El síndrome nefrótico conduce a la pérdida de grandes cantidades de proteínas por la orina. El síndrome nefrítico crónico, comienza gradualmente y se agrava muy lentamente, a menudo a lo largo de varios años. Cuando se lesiona el glomérulo, las sustancias del flujo sanguíneo que normalmente no se filtran, como las proteínas, la sangre, los glóbulos blancos y los residuos, pueden entonces pasar a través del mismo y perderse por la orina. En los capilares que alimentan al glomérulo se pueden formar minúsculos coágulos sanguíneos (microtrombos); éstos, junto con otras alteraciones, pueden reducir enormemente el volumen de orina producido. Además, los riñones pueden volverse incapaces de concentrar la orina, excretar el ácido del organismo o equilibrar la excreción de sales. Al principio, el glomérulo puede compensar esta deficiencia parcialmente haciéndose más grande, pero su deterioro creciente provoca el descenso de la producción de orina y la acumulación de productos de desecho en la sangre.

Diagnóstico El diagnóstico preciso de todas las glomerulopatías se establece mediante la realización de una biopsia de riñón, del que se extrae una pequeña muestra mediante la inserción de una aguja a través de la piel. La muestra se examina al microscopio antes y después de haberla teñido para visualizar el tipo y la ubicación de las reacciones inmunes dentro del riñón. Un examen de una muestra de orina (análisis de orina) ayuda a establecer el diagnóstico y un simple análisis de sangre indica en qué medida la extensión de las lesiones ha afectado a la función renal. La medición de las concentraciones de anticuerpos en la sangre puede ayudar a determinar la evolución de la enfermedad, si los valores aumentan (el cuadro se está agravando) o si disminuyen (el cuadro está mejorando).

Pronóstico y tratamiento El curso y el pronóstico de una glomerulopatía son muy variables y dependen de la causa subyacente. Aunque las reacciones inmunes que causan muchas enfermedades renales actualmente son conocidas, en la mayor parte de los casos no hay tratamiento o bien no es específico para ese trastorno inmune. Los médicos tratan de modificar la reacción inmune eliminando el antígeno, el anticuerpo o el complejo creado por la unión de ambos con

procedimientos como la plasmaféresis (que elimina las sustancias nocivas de la sangre), o tratan de suprimir la reacción inmune con fármacos antiinflamatorios e inmunosupresores, como los corticosteroides, la azatioprina y la ciclofosfamida. En algunos casos, los fármacos que evitan la coagulación de la sangre también son beneficiosos. Siempre que sea posible, debe administrarse el tratamiento específico para el trastorno subyacente, por ejemplo, antibióticos en el caso de una infección.

Síndrome nefrítico agudo El síndrome nefrítico agudo (glomerulonefritis aguda; glomerulonefritis postinfecciosa) es una inflamación de los glomérulos que da como resultado la aparición repentina de sangre en la orina, con grupos de glóbulos rojos adheridos (cilindros) y cantidades variables de proteínas en la orina. El síndrome nefrítico agudo puede aparecer después de una infección de garganta provocada, por ejemplo, por estreptococos. En tales casos, la enfermedad se denomina glomerulonefritis postestreptocócica. Los glomérulos se dañan por la acumulación de los antígenos de los estreptococos muertos a los que se han adherido los anticuerpos que los han neutralizado. Estas uniones antígeno-anticuerpo (complejos inmunes) recubren las membranas de los glomérulos e interfieren con su capacidad de filtración. En este caso los antibióticos son ineficaces debido a que la nefritis comienza entre 1 y 6 semanas (en promedio 2 semanas) después de la infección y los estreptococos ya están muertos. La glomerulonefritis postestreptocócica es más frecuente en los niños mayores de 3 años y en los adultos jóvenes. Aproximadamente el 5 por ciento de los casos se produce más allá de los 50 años. El síndrome nefrítico agudo también puede ser provocado por una reacción frente a otras infecciones, como la infección de una parte artificial del cuerpo (prótesis), la endocarditis bacteriana, neumonía, abscesos en los órganos abdominales, varicela, hepatitis infecciosa, sífilis y paludismo. Las tres últimas infecciones pueden más bien causar el síndrome nefrótico que el síndrome nefrítico agudo.

Síntomas y diagnóstico Aproximadamente la mitad de los que padecen este síndrome no tiene síntomas. Cuando se presentan, lo primero que aparece es la retención de líquidos con hinchazón de los tejidos (edema), un menor volumen de producción de orina y oscurecimiento de ésta por la presencia de sangre. El edema puede manifestarse al inicio como una hinchazón de la cara y de los párpados, luego se hace evidente en las piernas y puede agravarse progresivamente. La hipertensión arterial y la hinchazón del cerebro producen dolores de cabeza, molestias de la visión y trastornos aún más importantes de la función cerebral. Un análisis complementario de la orina muestra cantidades variables de proteínas y con frecuencia la concentración de urea y de creatinina, dos productos de desecho, está aumentada en la sangre. Los médicos investigan la posibilidad de una glomerulonefritis postestreptocócica en los sujetos que desarrollan los síntomas antes mencionados, los resultados de cuyas pruebas complementarias indican una disfunción renal tras una inflamación de garganta, infección cutánea (impétigo), o, con mayor razón, cuando un cultivo es positivo para estreptococos. Los títulos de anticuerpos en sangre contra los estreptococos pueden estar más elevados de lo normal. El síndrome nefrótico se produce en aproximadamente el 30 por ciento de estas personas. En raras ocasiones, la producción de orina se interrumpe por completo apenas se desarrolla la glomerulonefritis estreptocócica, el volumen de sangre aumenta bruscamente y se eleva la concentración de potasio en la sangre. Puede sobrevenir la muerte a menos que se inicie la diálisis rápidamente. El síndrome nefrítico agudo que sigue a una infección por microorganismos distintos de los estreptococos es, generalmente, más fácil de diagnosticar porque sus síntomas comienzan, con frecuencia, mientras la infección es aún obvia.

Pronóstico y tratamiento Los que sufren de síndrome nefrítico agudo, por lo general se recuperan por completo. Sin embargo, si los exámenes complementarios muestran grandes cantidades de proteínas en la orina o una rápida disminución de la función renal, es posible que se desarrolle una insuficiencia renal y que las lesiones sean permanentes. En el uno por ciento de los niños y en el 10 por ciento de los adultos, el síndrome nefrítico agudo evoluciona hacia el síndrome nefrítico rápidamente progresivo. En aproximadamente el 85 al 95 por ciento de los niños la función renal vuelve a la normalidad, pero tienen un mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial posteriormente, a lo

largo de su vida. Aproximadamente el 40 por ciento de los adultos no se recupera por completo y continuará teniendo alteraciones de la función renal. En la mayoría de los casos no existe un tratamiento eficaz. Los fármacos que inhiben el sistema inmune (fármacos inmunosupresores) y los corticosteroides no son eficaces; los corticosteroides pueden incluso agravar la enfermedad. Si cuando se descubre el síndrome nefrítico agudo se encuentra aún presente una infección bacteriana, se inicia una terapia con antibióticos. Si se presenta como resultado de la infección de una parte artificial del cuerpo, como una válvula cardíaca, el pronóstico es bueno, siempre y cuando la infección pueda ser erradicada. Su erradicación requiere a menudo la extracción y la sustitución de la prótesis artificial, además de la administración de antibióticos. Puede ser necesario seguir una dieta baja en proteínas y sal hasta que se restablezca la función renal. Se pueden suministrar diuréticos para ayudar a los riñones a excretar el exceso de sal y agua. La hipertensión arterial probablemente deba ser tratada con fármacos. Los sujetos que desarrollan insuficiencia renal grave pueden necesitar diálisis.

Síndrome nefrítico rápidamente progresivo El síndrome nefrítico rápidamente progresivo (glomerulonefritis rápidamente progresiva) es un trastorno poco frecuente en el que los glomérulos, en su mayor parte, están parcialmente destruidos, provocando insuficiencia renal grave con presencia de proteínas, sangre y agrupamientos de glóbulos rojos (cilindros) en la orina. El síndrome nefrítico rápidamente progresivo forma parte de un trastorno que afecta a otros órganos, además de los riñones, en aproximadamente el 40 por ciento de los casos. En el 60 por ciento de los casos en que se afectan los riñones, aproximadamente un tercio parece ser causado por anticuerpos que atacan a los glomérulos; de éste, cerca de la mitad se debe a causas desconocidas y el resto está provocado por el depósito, en los riñones, de anticuerpos y antígenos que se han formado en otra parte del cuerpo (enfermedad por complejos inmunes). Se desconoce la causa por la cual el organismo produce anticuerpos contra sus propios glomérulos. La producción de estos anticuerpos perjudiciales puede estar relacionada con infecciones víricas o con trastornos autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico. En algunos sujetos que desarrollan anticuerpos contra sus glomérulos, los anticuerpos también reaccionan contra los alvéolos pulmonares, produciendo el síndrome de Goodpasture, un proceso en el que se afectan los pulmones y los riñones. Los hidrocarburos, tales como el etilenglicol, el tetracloruro de carbono, el cloroformo y el tolueno, pueden lesionar los glomérulos, pero en cambio no provocan una reacción inmune ni la producción de anticuerpos.

Síntomas y diagnóstico La debilidad, el cansancio y la fiebre son los síntomas iniciales más evidentes. Las náuseas, la pérdida del apetito, los vómitos, el dolor articular y el dolor abdominal también son frecuentes. Aproximadamente en el 50 por ciento de los casos, un mes antes de aparecer los signos de insuficiencia renal se ha tenido una enfermedad de tipo gripal. Estas personas tienen hinchazón (edema) provocada por la retención de líquidos y, generalmente, producen muy poca orina. La hipertensión arterial es poco frecuente y casi nunca es grave cuando se manifiesta. Si están afectados los pulmones (síndrome de Goodpasture), es frecuente toser y escupir con sangre y presentar dificultad para respirar. Con frecuencia se ve sangre en la orina y también es posible encontrar grupos de glóbulos rojos en un examen microscópico de la misma. Los análisis de sangre detectan anemia, a veces grave, y generalmente también un número anormalmente elevado de glóbulos blancos. Los análisis de sangre para evaluar la función renal detectan la acumulación de productos tóxicos de desecho. Al principio, la ecografía o las radiografías pueden evidenciar un aumento del tamaño de los riñones, pero luego se van reduciendo gradualmente. A menudo, se extrae una muestra de tejido renal con una aguja y se envía al laboratorio para su examen al microscopio (biopsia) con el fin de confirmar el diagnóstico y asegurarse de que la persona no sufre otra afección que podría ser tratada eficazmente.

Pronóstico El pronóstico se realiza teniendo en cuenta la gravedad de los síntomas, que son muy variables. Debido a que los síntomas iniciales son sutiles, muchas personas que sufren esta enfermedad no se dan cuenta que están enfermas y no van al médico hasta que la insuficiencia renal se agrava. Los sujetos que desarrollan insuficiencia renal mueren en el curso de pocas semanas a menos

que sean sometidas a diálisis. El pronóstico también depende de la causa y de la edad de la persona afectada. Cuando la causa es una enfermedad autoinmune, en la que el organismo produce anticuerpos contra sus propias células, el tratamiento, por lo general, mejora la situación. Cuando la causa es desconocida o la persona es de edad avanzada, el pronóstico es grave. Generalmente, los casos no tratados desarrollan insuficiencia renal en el término de dos años.

Tratamiento Cuando los médicos sospechan un síndrome nefrítico rápidamente progresivo, se lleva a cabo una biopsia renal lo más pronto posible, de modo que se pueda confirmar el diagnóstico, establecer el pronóstico y plantear el tratamiento. También se efectúan análisis de sangre para la detección de anticuerpos y pruebas para la detección de infecciones. Cuando los resultados de la biopsia muestran una enfermedad grave de los glomérulos, se inicia inmediatamente un tratamiento con fármacos para obtener la máxima eficacia. Por norma general, se administran corticosteroides por vía endovenosa a dosis elevadas durante una semana aproximadamente y, luego, por vía oral. Se puede suministrar también ciclofosfamida o azatioprina, fármacos que inhiben el sistema inmune. Además, puede efectuarse también una plasmaféresis, procedimiento en el que se retira sangre del cuerpo, se filtra a través de un aparato que extrae los anticuerpos y luego se devuelve al cuerpo. Si la enfermedad ha evolucionado a una etapa más avanzada, la diálisis puede ser el único tratamiento útil. La alternativa es el trasplante de riñón, aunque la enfermedad original puede afectar al riñón trasplantado.

Síndrome nefrótico El síndrome nefrótico es un síndrome (un grupo de síntomas) causado por muchas enfermedades que afectan a los riñones, dando como resultado una pérdida importante y prolongada de proteínas por la orina, valores sanguíneos de proteínas disminuidos (especialmente la albúmina), retención excesiva de sal y agua y valores aumentados de grasas (lípidos) en la sangre. El síndrome nefrótico puede manifestarse a cualquier edad. En los niños, es más frecuente entre los 18 meses y los 4 años de edad, siendo los niños más afectados que las niñas. En las personas de edad avanzada, ambos sexos se ven afectados por igual.

Causas El síndrome nefrótico puede estar causado por cualquiera de las glomerulopatías o por una amplia gama de enfermedades. Ciertas drogas que son tóxicas para los riñones pueden también causar el síndrome nefrótico, como es el caso del uso de heroína por vía endovenosa. El síndrome puede estar asociado a una cierta sensibilidad de la persona para desarrollarlo. Algunos tipos del síndrome son hereditarios. El síndrome nefrótico que está asociado al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se produce principalmente en personas de etnia negra que padecen la infección. El síndrome evoluciona a una insuficiencia renal completa en 3 o 4 meses.

Síntomas Los síntomas iniciales incluyen falta de apetito, sensación de malestar generalizado, edema de los párpados, dolor abdominal, pérdida de masa muscular, hinchazón de los tejidos por el exceso de sal y la retención de líquido y orina espumosa. El abdomen puede estar aumentado de volumen por la gran acumulación de líquido, mientras que el líquido acumulado en el espacio que circunda los pulmones (derrame pleural) puede producir asfixia. Otros síntomas son la tumefacción de las rodillas y, en los varones, del escroto. Con frecuencia, el líquido que causa la inflamación de los tejidos se desplaza por el cuerpo, acumulándose en los párpados, visible al levantarse por la mañana, y en los tobillos al cabo del día. La pérdida de masa muscular puede

estar enmascarada por la hinchazón. En los niños se puede presentar un descenso de la presión arterial cuando se ponen de pie y, en general, hipotensión arterial, que puede conducir al shock. Los adultos pueden tener una presión baja, normal o hipertensión arterial. La producción de orina puede disminuir y se puede desarrollar insuficiencia renal a causa del bajo volumen de sangre y del escaso suministro de sangre al riñón. Ocasionalmente, se produce de forma repentina insuficiencia renal con una baja producción de orina. Cuando la persona visita por primera vez al médico, las concentraciones de proteínas en la orina son, por lo general, elevadas. Las deficiencias nutricionales pueden ser el resultado de la pérdida de nutrientes, como la glucosa, en la orina. Se puede retrasar el crecimiento y se puede perder el calcio de los huesos. El cabello y las uñas pueden volverse frágiles y puede haber caída del cabello. Por razones desconocidas, pueden aparecer líneas blancas horizontales en la base de las uñas. El revestimiento abdominal (peritoneo) puede inflamarse (peritonitis). Son frecuentes las infecciones oportunistas (infecciones causadas por bacterias normalmente inofensivas). Se piensa que la alta incidencia de infección se debe al hecho de que los anticuerpos que normalmente las combaten se pierden por la orina o no se producen en cantidades normales. La coagulación sanguínea se altera, incrementando significativamente el riesgo de coagulación en el interior de los vasos sanguíneos (trombosis), especialmente dentro de la vena principal del riñón. Por el contrario, puede suceder que la sangre no se coagule, lo que generalmente conduce a presentar sangrados excesivos. La hipertensión arterial con complicaciones que afectan al corazón y al cerebro es más probable que se produzca en las personas que sufren de diabetes y en las que padecen una enfermedad del tejido conectivo.

Diagnóstico El diagnóstico de síndrome nefrótico se basa en los síntomas y en los exámenes complementarios. Los análisis de orina detectan concentraciones elevadas de proteínas con agrupaciones de células (cilindros). La concentración de albúmina en la sangre es baja, debido a que esta proteína vital se pierde por la orina y su síntesis es insuficiente. Los valores de sodio en la orina son bajos y los del potasio son altos. Las concentraciones de lípidos (grasas) en la sangre son elevadas, a veces hasta 10 veces por encima de lo normal o incluso más. Las concentraciones de lípidos en la orina son también elevadas. Puede haber anemia. Los factores de coagulación sanguíneos pueden estar elevados o bajos. El médico investiga las posibles causas del síndrome nefrótico, incluyendo los fármacos. Los análisis de orina y de sangre pueden revelar un trastorno subyacente. Si la persona pierde peso o es de edad avanzada, debe buscarse un cáncer. Una biopsia de riñón es especialmente útil para la clasificación del tipo de lesiones.

Pronóstico El pronóstico varía dependiendo de la etiología del síndrome nefrótico, de la edad y del tipo de lesión renal que se haya observado en el examen al microscopio del tejido obtenido por biopsia. Los síntomas pueden llegar a desaparecer por completo cuando el síndrome nefrótico es debido a un trastorno que se puede tratar, como una infección, un cáncer, o por fármacos. Esta situación se da en alrededor de la mitad de los casos que se presentan en los niños, pero con menor frecuencia en los adultos. El pronóstico es generalmente bueno si el trastorno subyacente responde a los corticosteroides. Cuando el síndrome ha sido causado por la infección por el VIH, por lo general no se detiene. Los niños nacidos con síndrome nefrótico casi nunca sobreviven más allá del primer año, aunque unos pocos han sobrevivido gracias a la diálisis o al trasplante de riñón. El síndrome nefrótico tiene el mejor pronóstico cuando está causado por un tipo leve de glomerulonefritis, la enfermedad de cambios mínimos. El 90 por ciento de los niños y muchos adultos responden al tratamiento. La enfermedad raras veces evoluciona a insuficiencia renal, aunque es probable que recidive. Sin embargo, después de haber pasado un año sin que se produzcan síntomas, es poco probable que haya una recidiva. La glomerulonefritis membranosa, el tipo más grave de glomerulonefritis que provoca el síndrome nefrótico, afecta principalmente a los adultos y evoluciona lentamente a insuficiencia renal en el 50 por ciento de los mayores de 15 años. El 50 por ciento restante está libre de la enfermedad o tiene una presencia persistente de proteínas en la orina, pero con un funcionamiento renal normal. En la mayoría de los niños que sufren de glomerulonefritis membranosa, las proteínas en

la orina desaparecen espontáneamente en el término de los 5 años posteriores al diagnóstico de la enfermedad. Otros dos tipos, el síndrome nefrótico familiar y la glomerulonefritis membranoproliferativa, responden escasamente al tratamiento y su pronóstico es menos optimista. Más de la mitad de los sujetos que tienen el tipo familiar desarrollan insuficiencia renal antes de 10 años. En el 20 por ciento, el pronóstico es incluso peor: la insuficiencia renal grave aparece antes de dos años. La enfermedad avanza más rápidamente en los adultos que en los niños. En el caso de la glomerulonefritis membranoproliferativa el 50% de las personas evolucionan hacia la insuficiencia renal en los primeros 10 años; la enfermedad desaparece en menos del 5 por ciento de los casos. Otro tipo, la glomerulonefritis proliferativa mesangial, prácticamente jamás responde a los corticosteroides. Cuando el síndrome nefrótico es provocado por el lupus eritematoso sistémico, una amiloidosis o la diabetes, el tratamiento es principalmente sintomático más que curativo. Aunque los tratamientos más recientes del lupus eritematoso sistémico reducen los síntomas y estabilizan o corrigen los resultados anormales de las pruebas, en la mayoría de los casos se produce una insuficiencia renal progresiva. En el síndrome nefrótico de la diabetes, la insuficiencia renal grave generalmente se desarrolla en 3 a 5 años. En los casos de síndrome nefrótico provocado por una infección, una alergia o el uso de heroína por vía endovenosa, el pronóstico varía en función de la rapidez y la eficacia con que se trata el trastorno subyacente.

Tratamiento El tratamiento debe estar dirigido contra la causa subyacente. El tratamiento de una infección que causa el síndrome nefrótico puede curar éste. Cuando el síndrome está provocado por una enfermedad curable, como la enfermedad de Hodgkin u otra clase de cáncer, el tratamiento de la misma puede eliminar los síntomas renales. Si un adicto a la heroína que sufre de síndrome nefrótico deja de usar la droga en las etapas iniciales de la enfermedad, los síntomas pueden desaparecer. Los sujetos sensibles a la luz solar, al veneno de roble, al zumaque venenoso o a las picaduras de insectos deben evitar estos irritantes. Las inyecciones alérgicas (desensibilización) pueden revertir el síndrome nefrótico asociado con los tres últimos alergenos. Si los responsables del síndrome son los fár-macos, su interrupción puede eliminar los problemas renales. Si no se puede encontrar la causa, se administran corticosteroides y fármacos, como la ciclofosfamida, que inhiben el sistema inmune. Sin embargo, estos fármacos causan problemas a los niños porque pueden retardar el crecimiento y suprimir el desarrollo sexual. La terapia general comprende una dieta que contenga cantidades normales de proteínas y de potasio pero que sea baja en grasas saturadas y sodio. Ingerir demasiadas proteínas eleva los valores de proteínas en la orina. Los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina, como el enalapril, el captopril y el lisinopril, por lo general hacen decrecer la excreción de proteínas en la orina y las concentraciones de lípidos en la sangre. Sin embargo, estos fármacos pueden incrementar la concentración de potasio en la sangre, en los pacientes que padecen una disfunción renal entre moderada y grave. Cuando se acumula líquido en el abdomen, realizar pequeñas comidas con frecuencia puede ayudar a reducir los síntomas. La hipertensión arterial se trata generalmente con diuréticos. Los diuréticos pueden también disminuir la retención de líquidos y el encharcamiento de los tejidos, pero pueden incrementar el riesgo de que se formen coágulos de sangre. Los anticoagulantes pueden ayudar a controlar la formación de coágulos. Las infecciones pueden ser potencialmente mortales y deben tratarse inmediatamente.

Síndrome nefrítico crónico El síndrome nefrítico crónico (glomerulonefritis crónica, enfermedad glomerular lentamente progresiva) es un trastorno que ocurre en el curso de varias enfermedades en las cuales se lesionan los glomérulos y la función renal se deteriora al cabo de años. La causa es desconocida. En alrededor del 50 por ciento de los casos con síndrome nefrítico crónico hay evidencias de una glomerulopatía subyacente, aunque no exista sintomatología previa.

Síntomas y diagnóstico Como el síndrome no provoca síntomas durante años, en la mayoría de los casos pasa

inadvertido. Se desarrolla gradualmente, de tal modo que el médico no es capaz de decir exactamente cuándo comenzó. Puede descubrirse durante un examen médico rutinario de una persona sin problemas de salud, que posee un funcionamiento renal normal y que no tiene ningún indicio de problemas, con excepción de la presencia de proteínas y posiblemente de glóbulos rojos en la orina. En otros casos, una persona puede tener insuficiencia renal con náuseas, vómitos, dificultad para respirar, picor o cansancio. Puede haber retención de líquidos (edema) y es frecuente la hipertensión arterial. Dado que los síntomas de muchas enfermedades renales son idénticos, una biopsia de riñón es el método más fiable para poder distinguirlas en las primeras etapas. Casi nunca se lleva a cabo una biopsia en los estadios avanzados, cuando los riñones están atrofiados y endurecidos, debido a que la posibilidad de obtener información específica sobre la causa es mínima.

Pronóstico y tratamiento Aunque se han intentado muchas formas de terapia, ninguna de ellas ha impedido que la enfermedad progrese. Se piensa que puede ser útil disminuir la presión arterial por medio de fármacos y restringir el consumo de sodio. La restricción de la ingestión de proteínas es modestamente útil para disminuir la velocidad de deterioro del riñón. La insuficiencia renal debe ser tratada con diálisis o trasplante de riñón.

Nefritis tubulointersticial La nefritis tubulointersticial puede ser aguda o crónica. Puede ser causada por varias enfermedades, fármacos o ciertas condiciones que lesionan los riñones.

Nefritis tubulointersticial aguda La nefritis tubulointersticial aguda es una insuficiencia renal que comienza bruscamente y que está provocada por lesiones de los túbulos del riñón y de los tejidos que los rodean. La causa más frecuente de nefritis tubulointersticial aguda es un fármaco, al cual el sujeto es alérgico, o bien le provoca una intoxicación directa (una reacción tóxica), que puede ser provocada por fármacos como la anfotericina B y los aminoglucósidos. Una reacción alérgica puede ser desencadenada por fármacos como la penicilina, las sulfonamidas, los diuréticos y los fármacos antiinflamatorios no esteroideos, incluyendo la aspirina. Otras causas incluyen una infección bacteriana de los riñones (pielonefritis), ciertas formas de cáncer como la leucemia y el linfoma, y las enfermedades hereditarias. Los síntomas son muy variables. Algunas personas desarrollan los síntomas de una infección de las vías urinarias: fiebre, micción dolorosa, pus en la orina y dolor en la parte baja de la espalda (zona lumbar) o en el costado. Otras tienen pocos síntomas, pero los exámenes complementarios detectan señales de insuficiencia renal. El volumen de orina producido puede ser normal o inferior al habitual. La orina puede ser casi normal, con sólo indicios de proteínas o de pus, pero, con frecuencia, las alteraciones son muy llamativas. La orina puede contener proteínas con valores lo suficientemente altos como para ser propios de un síndrome nefrótico, sangre evidente a simple vista o al microscopio, o pus que contiene eosinófilos, un tipo de células sanguíneas blancas. Los eosinófilos pocas veces aparecen en la orina, pero cuando lo hacen, esta persona, casi con total seguridad, tendrá una nefritis tubulointersticial aguda causada por una reacción alérgica. Cuando la causa es una reacción alérgica, los riñones están generalmente agrandados debido a la inflamación provocada por la alergia. El intervalo entre la exposición al alergeno que ha causado la reacción y el desarrollo de las alteraciones renales varía entre 5 días y 5 semanas. Otros síntomas de una reacción alérgica son la fiebre, una erupción cutánea y un creciente número de eosinófilos en la sangre. Una biopsia de riñón es el único medio definitivo para diagnosticar este trastorno. Algunas personas deben ser tratadas por la insuficiencia renal aguda. La función renal generalmente se restablece una vez que se interrumpe el fármaco perjudicial, aunque es frecuente que se desarrollen algunas cicatrices en el riñón. En algunos casos, el daño producido es irreversible. La terapia con corticosteroides puede acelerar la recuperación de la función renal cuando el trastorno ha sido causado por una reacción alérgica.

Nefritis tubulointersticial crónica La nefritis tubulointersticial crónica es cualquier enfermedad renal crónica en la que las lesiones de los túbulos o del tejido circundante son más llamativas que las de los glomérulos o de los vasos sanguíneos. Este tipo de trastorno es el responsable de alrededor de un tercio de todos los casos de insuficiencia renal crónica. Aproximadamente el 20 por ciento de los casos de nefritis tubulointersticial crónica son el resultado de la ingestión prolongada de un fármaco o un tóxico. El 80 por ciento restante puede acompañar a diversas enfermedades. Ciertos síntomas son comunes a todos los tipos de nefritis tubulointersticial crónica. Por lo general, la hinchazón o tumefacción visible de los tejidos (edema), resultado de la retención de líquido, no está presente. En la orina se pierden pocas proteínas y es poco frecuente la presencia de sangre en la misma. La presión arterial es normal o sólo ligeramente superior a la normal en las primeras etapas de la enfermedad. Si en la orina aparece una gran cantidad de proteínas o de sangre, por lo general es señal de que la enfermedad glomerular se encuentra también presente. Cuando los túbulos renales no están funcionando normalmente, los síntomas son similares a los de la nefritis tubulointersticial aguda. En algunos tipos de nefritis tubulointersticial crónica se forman cálculos renales. Copyright ©2003 Merck Sharp & Dohme de España, S.A. Madrid, España. Todos los derechos reservados

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