Luis Fernando Figueroa
Justicia, tolerancia, igualdad: fútbol callejero Luis Fernando Figueroa Solano, con sus veintiocho años, parece haber hecho mas cosas que los dias que ha vivido. Nació en la ciudad de Tarija en 1978. Llega a Santa Cruz en el año 1998, después de haber viajado por bastantes ciudades y pueblitos de Bolivia, acompañando a sus padres. Todo es nuevo para él en Santa Cruz, pero se ubica muy rápido, termina el colegio el 98, entra a la universidad, y se dedica al estudio de la sociología. Su experiencia de vida en San Isidro, barrio supuestamente “rojo” de Santa Cruz, al par de estudios teóricos en la universidad, lo lleva a conocer profundamente la realidad local. Desde sus primeros años en la Universidad ha participado en diferentes actividades de voluntario, realizando investigaciones, talleres, cursos, seminarios, encuentros sobre temas de medio ambiente, ciudadanía efectiva, democracia y participación, integración y fomento de la cultura, entre otros. Participó en la conformación de redes universitarias y de colegios para fortalecer lazos de solidaridad y confianza, para la construcción de una sociedad más justa. ¿Qué era lo que lo impulsó a desarrollar todas estas actividades que demandaban de él dedicación plena y por las cuales no recibía más remuneración que la gratitud de la gente que de ellas se beneficiaba? Fernando cuenta un acontecimiento que lo impactó profundamente: “Un día de esos... llega una señora, toca la puerta de casa y me pregunta si tenía algunos libros que sus niños precisaban. Yo dije que no, que no tenía estos libros... La señora se pone a llorar. Mi reacción fue preguntar que por qué lloraba, si hay solución, puede hacer fotocopias, y ella me dice que no, que en el colegio no les permitían las fotocopias.
Y que además cada texto tenía costo de 70 bolivianos y que ella tenía 4 hijos, entonces 4 por 70 son alrededor de 280, 300 bolivianos, que esto le permite vivir un mes o dos meses a una familia. Allí conversamos con los amigos del barrio y empezamos a auto-organizarnos, para pensar que actividades podíamos hacer.” A partir de este impulso, Fernando empieza a desarrollar varios proyectos que culminarían en la creación del Centro Cultural San Isidro.
Estudios Amazónicos (CEAM-España). En estas dos organizaciones suexperiencia laboral se enmarca en proyectos concretos que se orientan a fortalecer la participación de las organizaciones de base a través de la capacitación de líderes (hombres y mujeres) para que sean constructores de una sociedad justa, y promover la democracia, el poder y la gobernabilidad local, garantizando a los ciudadanos el uso pleno de sus derechos y obligaciones.
Pero antes de llegar a formar el Centro, trabajó con sus amigos de la Universidad Gabriel René Moreno en proyectos como la creación de grupos ecológicos y un grupo de teatro callejero. Todos estos proyectos tuvieron como meta la capacitación y la orientación de los jóvenes. Fernando explica la necesidad de estas iniciativas: “vimos que una de las necesidades de nuestra sociedad, y de los chicos, es que no toman decisiones, que no es por falta de voluntad, sino por falta de información... Entonces, formamos un grupo ecológico universitario, y empezamos a trabajar tres temas: formación y liderazgo, medio ambiente y desarrollo sostenible, y la creación y organización de grupos juveniles.” El grupo universitario ha trabajado en colegios, formando una red de unos 6 grupos ecológicos. El proyecto tuvo éxito, ya que los escolares mismos siguieron con los grupos ecológicos por su cuenta, perpetuando así la iniciativa más allá del impulso inicial.
Siguiendo esta misma línea, la de promover el desarrollo integral de los ciudadanos, Fernando fundó el Centro Cultural “San Isidro”. Toda su experiencia personal y laboral lo ha llevado a realizar este proyecto que ahora está en marcha. El Centro Cultural se creó como lo que Fernando llama la “suma de voluntades”. Un grupo de amigos se reunía en la casa de Fernando y planeaban unas actividades de fines de semana para los chicos del barrio. “Bueno, un 12 de abril, que es un día muy simbólico para nosotros, que es el día de niño en Bolivia, nos decidimos a organizarnos e influir en la sociedad. Decidimos trabajar por nuestro barrio, recordando la experiencia cuando la señora vino a tocar la puerta por el tema de los libros.” Organizaban actividades teatrales, artísticas, deportivas, rifas... hacían de todo, para alegrar la vida de niños olvidados por el estado y de jóvenes estigmatizados por la sociedad. Fernando comenta, con dolor: según las estadísticas, dice, hay alrededor de 60 pandillas violentas en su distrito. El término “pandilla” se asocia con la violencia, con las drogas. Pero él se empezó a dar cuenta de que él era parte de estas pandillas, porque con sus amigos tenía que organizarse para protegerse y proteger a sus familias, contra otros grupos y hasta
En el ámbito laboral, Fernando ha trabajado en diferentes organizaciones e instituciones. Desde finales del 2002 a la fecha, es coordinador de proyectos de la ONG Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD-Bolivia) y el Centro de
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contra la misma policía. Sabiendo el impacto que Fernando y sus amigos han tenido en el barrio y a escala nacional, se hace evidente cuán injustos resultan los estereotipos que los medios de comunicación a veces manejan al hablar de los barrios marginales. El encuentro con AVINA, en el año 2005, resultó ser decisivo en el desarrollo de las actividades del Centro Cultural San Isidro. Fernando dice que visitó AVINA “con la inocente intención de contar la experiencia” que habían tenido hasta el momento. En esta oportunidad, se le mencionó el tema del fútbol callejero. Él nunca había escuchado hablar del tema. Pero AVINA le ofreció la oportunidad de viajar a la Argentina para visitar a Defensores del Chaco, un club de Fútbol Callejero que ya ha estado activo hace algún tiempo. Fernando, junto a los alcaldes de los municipios con cuales él había estado colaborando, viajó a Buenos Aires. Fernando confiesa haberse sentido muy identificado con la situación de los chicos de Moreno, un barrio marginal de Buenos Aires: vio el mismo abandono, la misma pobreza, pero también el mismo deseo de cambiar las cosas. Le impactó especialmente la metodología de entrenamiento y de juego que empleaba Defensores del Chaco. Hombres y mujeres participan en igualdad de condiciones; no hay árbitros; los equipos establecen sus normas, antes de cada partido. “Se promueve otro tipo de juego, se respeta la solidaridad, el compañerismo, la paz... no se cuenta solamente los goles, sino la práctica misma del juego... Hay una discusión después del juego... se emplea mucho la crítica y la auto-crítica. Se ve si ha participado la mujer, si había egoísmo por parte de los hombres, si ha habido malas palabras o mucha violencia en el juego. A partir de eso se hace una evaluación, si han demostrado el respeto y la tolerancia...” La experiencia de Defensores del Chaco inspiró mucho a Fernando, y más aún cuando los representantes argentinos
invitaron a Bolivia a participar en el campeonato Sudamericano del Fútbol Callejero. Fernando regresó a Santa Cruz en octubre determinado a llevar a cabo este proyecto, y empezó a gestionar la organización de un campeonato local para formar un equipo que viajara a la Argentina para la Copa Sudamericana el mes de noviembre. Tiene un mes para formar un equipo, entrenarlo, gestionar fondos para el viaje y llegar al campeonato. Hubiera sido más fácil, admite Fernando, simplemente escoger a los mejores chicos del barrio San Isidro y así consolidar un equipo. Sin embargo, convocando a amigos para que se sumen a éste esfuerzo, se organiza un torneo para escoger a los/as mas destacados/as hombres y mujeres del área urbana y rural. Cuentan con el apoyo de los medios de comunicación y se inscriben 30 equipos de chicos entre 16 y 21 año. Se realiza el evento, se conforma el equipo, y empiezan a entrenar. Fernando y sus amigos tocaron puertas buscando la manera de financiar el viaje de los chicos a la Argentina. Fue duro, muy duro, a pesar de que se trataba de la suma de unos 1000 dólares. Las empresas no estaban dispuestas a apoyar a la joven organización, porque, como observa Fernando, prefieren apoyar los proyectos ya establecidos que saben que los van a beneficiar en cuanto al marketing. Sin embargo, de nuevo con el apoyo de AVINA, se alistan para viajar a Buenos Aires y el último día el Banco de los Andes también decide apoyarlos. Viajan a la Argentina, confraternizan con 26 equipos de diferentes países sudamericanos y obtienen un sitial importante en el campeonato. El resultado es motivo de orgullo y satisfacción para los chicos y los organizadores. Retornan a Santa Cruz y les espera una cálida bienvenida en su barrio. Pero el reto mayor está por presentarse: a los pocos días reciben una invitación para participar en el primer Mundial de Fútbol Callejero en Berlín patrocinado por la FIFA y de forma paralela al campeonato oficial.
Otra vez empieza la lucha. Otra vez hay poco tiempo y no hay recursos; pero otra vez Fernando y su equipo ponen empeño, creyendo que con sólo buena voluntad y entrega personal se puede mover montañas. Con el apoyo de la gente del barrio empezaron a hacer actividades, campañas, rifas. Todo San Isidro se sintió identificado con la meta de mandar el equipo boliviano a Alemania. Fernando queda muy agradecido con los vecinos entusiastas, quienes hasta se enojaban, diciendo: “¿Por qué no me avisan a mí? ¡Yo también quiero aportar a la rifa!” Mientras tanto, los chicos empezaron a entrenar. La cancha estaba en pésimas condiciones y se inundaba constantemente. Los chicos tenían que caminar cinco kilómetros para entrenar en el Parque Urbano. Pero las empresas seguían sin apoyar a los futbolistas. Otra vez van a tocar puertas. Otra vez escriben cerca de 100 cartas a las empresas pidiendo apoyo. Y nada... Al final, la gestión que Fernando y sus compañeros hicieron ante los medios de comunicación fue decisiva. Todos los canales de televisión los apoyaron. La prensa afirmaba que los chicos iban a perder la oportunidad de representar a Bolivia en el Primer Mundial del Fútbol Callejero. Finalmente, una periodista de la agencia Reuters contactó a Fernando, lo invitó a viajar a La Paz y le organizó un encuentro con el Presidente Evo Morales en el Palacio de Gobierno. Fernando no podía creer que esto fuera posible. Después de conversar con el Presidente y contarle cómo es el fútbol callejero y que éste puede llamarse realmente un deporte de los movimientos sociales, el mandatario le aseguró que el Gobierno iba a apoyar plenamente a los chicos y que Bolivia iba a participar en el Mundial. De inmediato Fernando les contó a los chicos la buena noticia. Ellos llegaron a La Paz en flota y se dirigieron al Palacio de Gobierno para el acto de entrega de los fondos. En el Palacio fueron recibidos por el Presidente, el Vocero del Gobierno y el Ministro del Gobierno. Y, como dice Fernando, los chicos rompieron todo el 2
protocolo al entregarle al Presidente una de las camisetas que elequipo llevó en la Argentina y un masajero hecho por los chicos, muchos de los cuales son artesanos. “Para que Ud. se haga masaje después de hacer deporte” le dijeron a Evo al entregarle el artefacto. Después de este gesto del Gobierno, Cotas, ENTEL, Fair Play y el Banco de los Andes decidieron apoyarlos. Con el apoyo decisivo del Gobierno y algunas empresas el equipo volvió a Santa Cruz y estaba listo para partir... pero ocurrió un accidente. Al contar lo ocurrido, lágrimas se asoman a los ojos de Fernando. Tres días antes de la partida, lo llama un compañero del Centro, Pablo, y le dice que ha pasado algo terrible. Vico, el arquero del equipo, se ha accidentado. Está en el hospital, y lo tienen que operar. El chico perdió los tres dedos de la mano derecha a causa de un accidente tallando madera. Fernando describe, conmovido, su visita al hospital: “Yo veo a Vico, a David, y está allí tendido en una camilla, y con una mano cubierta de algodón, y me dice: Perdóname, dice, perdóname, solamente quería ayudar a mi familia.” Yo me puse a llorar” Vico es artesano, hace trabajos en madera. Su madre viaja todo el tiempo por los mercados de artesanía de Bolivia para vender sus productos. Vico se queda como cabeza de familia, él tiene 22 años ahora. La pregunta era: ¿y qué hacer ahora? En ningún momento se le pasa por la cabeza a Fernando dejar a Vico. Los organizadores de Alemania le dicen que darán una bienvenida especial a este muchacho y que va a ser el jugador simbólico del Mundial, representando a todos los jóvenes trabajadores del torneo. Así, finalmente, el equipo viajó a Alemania. Dejar el barrio y el micro, subir a un avión y cruzar el mar. Otro continente, otros país, distinta cultura. Los nervios de punta y la responsabilidad de representar, ahora, a su país. Los residentes bolivianos les dieron la bienvenida. Un médico traumatólogo, casado con una boliviana, le hizo el tratamiento a Vico durante su estadía. Así califica Fernando la atmósfera del Mundial:
“Una solidaridad increíble... Nos alojaron en un colegio, los chicos impresionados...les impactaba ver a ... la gente que no hablaba su misma lengua, de todos los lugares del mundo...había un equipo judío-palestino, otro equipo de los Balcanes, de Kenia, de Polonia, de Sudáfrica, de Senegal. El día de la inauguración toda la gente aplaudió a Vico, en un estadio especialmente construido para el evento en una de las zonas más conflictivas de Berlín.” Después de varios partidos, llegó El Deber la televisión boliviana con el programa “Facetas Deportivas” a cubrir el evento. Estaban cubriendo el Mundial oficial, pero dejaron de cubrirlo y vinieron a hacer un reportaje sobre el de Fútbol Callejero. El éxito del equipo boliviano fue realmente increíble: “Allí sí se contaban los goles, pero también había la reflexión, y con tan buena suerte, Bolivia en tema de goles le ganó a Brasil 6 a 2, a Argentina 3 a 0, a Rwanda 6 a 3...tuvimos como 15 a 20 partidos, y hemos ganado a Puerto Rico, a Perú...Siempre digo que en el Mundial oficial no estuvo presente ningún Latinoamericano, y en éste estuvo Bolivia presente dando la cara por todos. Nosotros llegamos terceros. Los ganadores eran Kenia, Rwanda y Bolivia. en nuestro país, nos denominaron “Selección boliviana de fútbol callejero”, solo demostramos que en las calles, hay otro tipo de fútbol, de lenguaje, otra manera de divertirse y hacer democracia en las escuelas sin paredes. En el estadio, tenía capacidad para 1500 personas, todo el mundo apoyaba: Bolivia, Bolivia! Y nos colocamos en el mapa. Tanto así que la misma televisión alemana trasmitió un partido nuestro al vivo. No es la satisfacción de ganar por ganar. Es la felicidad de demostrar al país que podemos salir adelante y que es necesario apoyar a la niñez y juventud. Es urgente y necesario creer en nosotros mismos.”
demostración, según Fernando, de que “la diplomacia la hacen también los pueblos, no solamente los gobernantes, y los mismos chicos pudieron hacer relaciones de amistad que hasta ahora perduran, porque se escriben, se mandan fotos con los chilenos.” Cuando llegaron al mar, la primera reacción de los chicos fue una exaltación total. Gritaban: “¡El mar, el mar, el mar…!” Y luego ocurre algo cómico: “Empiezan a correr, y cuando llegan a la playa, se quedan quietos, porque la gente estaba desnuda, era una playa nudista... Pero al final se metieron, ellos mismos se sacaron la ropa. Todos estaban felices... por ejemplo estas actitudes, eso no lo harían acá, en la sociedad como la nuestra... allí mostraron su naturalidad, su entrega, viviendo su experiencia.” El testimonio de Fernando nos deja con esta imagen de los chicos corriendo hacía el mar, con la imagen de juventud, energía y esperanza. Ahora, el sueño de Fernando es reproducir esta experiencia, ampliarla y dar más oportunidades a otros jóvenes bolivianos, consolidando la escuela de fútbol en San Isidro y creando la Red Boliviana de Fútbol Callejero. El objetivo es crear el Primer Barrio Cultural y Deportivo de Bolivia.“Soñamos, --dice Fernando—pero soñamos con pies en la tierra.” Y, de verdad, literalmente: sueñan con los pies pateando una pelota por las calles de nuestra ciudad.
Después de que terminó el Mundial, los organizadores alemanes llevaron a los chilenos y los bolivianos a un encuentro al mar Báltico. Este encuentro fue la 3