Luis Fernando Arean Álvarez Luis Fernando Arean Álvarez neix a Mèxic Districte Federal, fill de Marroquí i mexicana Els seus pares són Fernando Arean Carrillo- marroqui- i Rosa Álvarez González -mexicana- els seus avis paterns Gumersindo Arean –gallec- i Amalia Carrillo -andalusa- i els avis materns Luis Álvarez –madrileny- i Rosa González –cubanaEl seu avi patern va ser aviador de la República, va arribar a ser comandant, anava molt al Marroc i a Melilla on coneix a l'àvia paterna, es casen i el pare de Luis Fernando neix a Tetuán. Més tard es traslladen a Barcelona, l'avi viatja a Rússia i quan torna a Barcelona, coincidint amb els bombardejos, van decidir que l'àvia paterna Amalia que tenia una germana a Orà viatgi amb el pare de Luis Fernando i els seus germans a Orà per Air France. L'avi es queda a Barcelona i surt exiliat a França on es internat a un camp de concentració, al conèixer la família d'Orà on estava el reclamen i posteriorment surten tots junts d’Orà, cap a Mèxic en 1942. L'avi matern Luís va arribar a Cuba abans de la guerra civil i va organitzar vagues contra la dictadura de Machado, més tard va conèixer a l'àvia materna Rosa amb qui es va casar i es va anar a Mèxic. Luis Fernando va estudiar en el Colegio Héroes de la Libertad y desprès en el Colegio Madrid. Luis Fernando resideix a Barcelona des de l'any 2000. Luis Fernando Arean Álvarez nació en México Distrito Federal, hijo de marroquí y mexicana Sus padres son Fernando Arean Carrillo -marroquí- y Rosa Álvarez González -mexicana-, sus abuelos paternos Gumersindo Arean –gallego- y Amalia Carrillo -andaluza- y los abuelos maternos Luís Álvarez –madrileño- y Rosa González – cubana-. Su abuelo paterno Gumersindo fue aviador de la República y llegó a ser comandante, iba mucho a Marruecos y a Melilla donde conoció a la abuela paterna Amalia, y se casaron, el padre de Luís Fernando nació en Tetuán. Durante la guerra los abuelos paternos se trasladaron a Barcelona, Gumersindo viajó a Rusia y cuando regresó, coincidiendo con los bombardeos aéreos sobre Barcelona, deciden que la abuela paterna Amalia, que tenía una hermana en Orán viaje con el padre de Luís Fernando y sus hermanos a Orán por Air France. El abuelo se quedó en 1
Barcelona y salió exiliado a Francia. Fue internado en un campo de concentración, al conocer la familia de Orán donde estaba lo reclamaron i posteriormente salieron todos juntos de Orán hacia México en 1942. El abuelo materno Luís llegó a Cuba antes de la guerra civil y organizó huelgas contra la dictadura de Machado, más tarde conoció a la abuela materna Rosa con quien se casa y se traslada a México. Luís Fernando estudió en el Colegio Héroes de la Libertad y después en el Colegio Madrid. Luís Fernando reside en Barcelona desde el año 2000
Entrevista ¿El nombre de tus padres y de tus abuelos y su lugar de nacimiento? Mi padre es Fernando Arean Carrillo y mi madre Rosa Álvarez González, mi padre nació en Tetuán y mi madre en ciudad de México. Mis abuelos Gumersindo Arean Rodríguez, nació en Rodeiro, Galicia y mi abuela, la que se casó con él, es Amalia Carrillo y nació en Erga, Andalucía. Por el otro lado están Luis Álvarez Pastor y Rosa González, ella nació en la Habana y él nació en Madrid. ¿Tienes conocimiento de la vida de tus padres y de tus abuelos tanto de la época de la República como de la Guerra Civil? Se hablaba poco de la guerra en general, la guerra eran recuerdos desagradables, no les gustaba esa época. Mi abuelo materno emigró mucho tiempo antes de la guerra, primero se fue a Cuba, se casó y después se fue a México. A la familia que le tocó realmente el tema de la guerra fue a la paterna y muy de cerca porque mi abuelo tenía la carrera militar, era aviador de la República y cuando empezó la guerra permaneció leal al bando republicano y pasó toda la guerra como aviador. Hay un historiador que ahora está en la Asociación de Aviadores de la República y está investigando lo que fue su vida y su hoja de servicios. Nos hemos ido enterando, tal vez, de más cosas por fuera, por este tipo de fuentes secundarias que por experiencia directa. A él le gustaba mucho volar y hablaba de todo lo que hacía antes de la guerra, que prácticamente era el servicio postal entre, me imagino que Madrid y el norte de África, iba a Tetuán, a Melilla, a Ceuta. Te contaba lo que era volar, lo que sentía, se sentía muy libre, de cómo se orientaba. Me acuerdo que decía que hoy en día, -y esto lo decía hace 30 años-, volar ya no tiene gracia, cualquiera puede hacerlo con los instrumentos, mientras que en sus tiempos tenías tres o cuatro cosas para orientarte más los ríos y las montañas. Otras cosas que hemos sabido son por cartas, por ejemplo en diciembre pasado, el hijo de su mejor amigo,Isidoro Gimenez, nos dio unas copias de unas cartas que le había escrito mi abuelo. Él se quedó aquí en España de hecho no pudo salir, lo tomaron prisionero y por consejo de guerra lo condenaron a muerte pero después le conmutaron la pena y estuvo años en la cárcel. Perdieron el contacto por completo y al cabo de 20 2
años lo retomaron a través del hijo, entonces empezaron escribirse. Estas cartas son interesantes porque ahí mi abuelo dice cosas que no decía en persona, habla un poco de su amargura por la guerra y sobre todo del tema del 45, cuando pensaban que terminando la Segunda Guerra Mundial se iba a poder hacer algo, se iba a poder derrocar la dictadura de Franco, eso tal vez fue un desengaño peor que la propia derrota de la Guerra Civil. ¿Tuvo algún puesto relevante tu abuelo? Nosotros no sabíamos, pero este historiador de la Asociación de Aviadores Republicanos nos ha comentado que sí tuvo un puesto bastante relevante, llegó a ser comandante. La forma en que se organizó el ejército en los últimos años de la guerra fue: el ejército de tierra, la marina y el ejército del aire. En el ejército del aire tenían la parte de bombardeos de cazas y de logística, y al final de la guerra él estaba dirigiendo esta parte de logística, un puesto bastante importante. ¿En qué momento conoce a tu abuela y cómo se conocen? Esto no lo tenemos muy claro, mi abuelo nació en una aldea que se llama Pedroso, en el conseillo de Rodeiro que es un pueblo más o menos pequeño y más en aquel tiempo, la aldea serían cinco casas. Él salió del pueblo para hacer la mili pero se ve que ya en el mismo pueblo tenía inquietudes, tocaba el clarinete en la banda municipal, y hacía giras para las fiestas de los pueblos. Yo creo que una vez que sale de ese pequeño pueblito olvidado de Galicia ve que hay una vida afuera. El abuelo Luis Arean Hace la mili en Marruecos en tiempos de la guerra. Iba subiendo rápidamente, o sea no tenía estudios formales pero aún así llega a ser oficial. Primero estaba en el ejército de infantería y se presenta como voluntario para entrar en la aviación, originalmente como ametrallador y después de piloto. Parece ser que era bastante bueno y bastante arrojado, de hecho en la guerra de Marruecos llega a tener, si mal no recuerdo, cuatro medallas de guerra. En África debe haber conocido a mi abuela, ella nació en Erga y recordaba mucho que tenían un huerto al lado de una ermita, que por cierto la ermita existe, ella se fue muy joven a Melilla, incluso le tocó el desastre de Annual, recordaba mucho esto que decían
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“ahí vienen los moros”, bueno la ciudad estaba prácticamente desprotegida ante el crimen. ¿Después que más sabes de la familia? Lo que sé es que el alzamiento como tal le sorprende en Madrid, en el aeródromo, creo que estaba en Cuatro Vientos, la mayoría de los aviadores que estaban allí permanecen fieles a la República y unos pocos se van, cruzan las líneas y pasan al enemigo. Sé que tiene bastante acción en el frente de Aragón, por ejemplo en una ocasión es derribado, era piloto de bombardeo, un caza lo derribó y alcanzó a aterrizar salvando la mitad de su tripulación, la otra mitad murió por el impacto, por las propias balas, porque eran aviones prácticamente de madera y estabas desprotegido. Después de esto se va a Barcelona y en el ínterin es nombrado uno de los cuatro comandantes que van a Rusia, es el primer viaje a Rusia junto con una serie de aviadores para entrenarse en lo que serían las nuevas armas en los nuevos aviones que los rusos dieron a la República, los chatos, los moscas. Fue toda una experiencia, un compás de espera en lo que era la guerra, era ir a un país que entonces todavía estaba en paz y una oportunidad de aprender nuevas cosas. El país le gustó mucho, incluso aprendió algo de ruso. En fin, de ahí sí que contaba anécdotas y se le alegraba el rostro cuando hablaba de eso. ¿Y después cómo salen? Barcelona estaba sometida en ese momento a unos bombardeos tremendos, entonces se pasa la familia a Sabadell, que era por cierto donde estaba el aeródromo, con la mala suerte de que empezaron a bombardear Sabadell cuando se mudaron allá. Finalmente salen mi abuela y mi padre en el último vuelo de Air France que salió de Barcelona. Mi abuela tenía una hermana que se había casado con un francés, estaban viviendo en Orán, Argelia, al norte de África. Mientras, mi abuelo se queda con sus obligaciones de la guerra, después ya viene todo esto del paso por los Pirineos y los franceses lo encierran como a muchos otros, en el campo de concentración de Argelès Sur Mer. Isodoro Jiménez, amigo ¿Cuándo se vuelven a encontrar tus abuelos? Al saber donde están, lo que empezaron a hacer fue una gestión, los tíos como franceses, le reclamaron. Sé que primero lo trasladaron a un campo de concentración cercano a Orán, que también era bastante duro porque ahí los obligaban a trabajar en un
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ferrocarril que se estaba haciendo, creo que a Tumbuctú. Mi abuelo se salvó porque tenía el pie plano y entonces no tuvo que hacer trabajos forzados. Pero mi padre dice que la primera vez que lo vio después de mucho tiempo le impresionó el verlo detrás de las rejas. Bueno, finalmente lo liberan y se va a vivir con la familia.
Argeles sur Mer Es una época de muchas privaciones porque obviamente salieron sin nada de España como tantos otros, se tienen que ganar la vida de alguna forma. Mi abuelo lo que hacía era ir al campo a comprar cosas y tratar de revenderlas. Una de las cosas que hacían por ejemplo, era deshuesar dátiles. Mi padre recuerda eso muy bien porque odia los dátiles hasta el día de hoy. Luego también hacían jabón y lo vendían. También lo que hacían los chicos era ir a la cárcel, se subían a una farola que estaba cerca de la pared de la cárcel, subían trepando con los pies en el muro, llegaban hasta las celdas, y los presos les daban dinero para que fueran a comprarles tabaco o caramelos y les daban una propina. ¿Cuándo salen a México? Tengo entendido que en el Nyassa, en su último viaje, creo que es el año 42. Aquí hay una historia interesante que yo no sabía, me lo contó el historiador con el que he hablado, mi abuelo intentó reengancharse en la RAF, Royal Air Force, en el Reino Unido, porque quería seguir peleando, su vida era ser aviador y bueno nunca le contestaron. Yo creo que él se esperó hasta el último momento porque sentía que las cosas podrían cambiar y cuando vio que no podía esperar más, entonces ya se fueron en el barco a México. En México la Junta de Ayuda a los Republicanos españoles creo, les daba una cierta cantidad de dinero para que se establecieran. Llegan a Veracruz, también el viaje como tal tiene sus incidencias porque recalan en un puerto, en una isla del Caribe, que
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supongo sería inglesa y en esa isla recuerda mi padre que había un convoy de éstos que cruzaba el Atlántico, iban los barcos mercantes pero tenían que ir rodeados de cruceros y acorazados para protegerlos, para que no los hundieran los marinos alemanes y bueno, le impresionó mucho eso. Además, justo al salir en el barco, los paró un submarino y creo que incluso los abordaron para inspeccionar, ellos tenían mucho miedo porque era un submarino alemán, en plena guerra y ellos republicanos españoles, tenían miedo a que los hundieran, finalmente los dejaron y llegaron sin mayores problemas a Veracruz. Esto es por tu lado paterno. ¿Por tu lado materno? Por mi lado materno es más una historia como dicen de indiano, mi abuelo madrileño, era un tío muy interesante con muchos intereses, poeta, vendedor de libros, hizo de todo. En Cuba se metió a organizar huelgas contra la dictadura, -creo que era de Machado-, por las condiciones que había en las explotaciones de azúcar. Estuvo en la Sierra Maestra oculto durante un tiempo, le pusieron precio a su cabeza. Ahí conoció a mi abuela, era bastante más joven que él y bueno sentó cabeza, se casó, se fue a México y ahí se dedicó básicamente al negocio editorial, nunca volvió a España, pero no fue por motivos políticos. ¿Tienes idea de cómo vive el exilio tu abuelo? Lo pasó muy mal, era un hombre como buen gallego muy taciturno, no expresaba sus sentimientos, leyendo las cartas vemos que hay mucha amargura y mucha tristeza. A Isidro Jiménez, su amigo, le habla del gran desastre, de la catástrofe que nos ha sucedido y esto en todas las cartas, son cartas muy agridulces porque tienen por un lado la tristeza, y por otro lado es muy socarrón el tono con el que se dirige a su amigo, dice cosas como “tú sabes que yo soy mejor piloto que tú” o “tú sabes que yo puedo aterrizar en menor distancia” y cosas así. También le habla de su familia, le dice que ya tiene una ferretería, porque eso es lo que terminó haciendo.
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Colegio Madrid ¿Tu abuelo pensó en volver? No, yo creo que ya llegó un momento en el que no, en el que pensó que su vida estaba en México y ya está. Yo creo que se adaptó razonablemente bien, no se adaptó tanto como mi padre por ejemplo, porque mi padre yo creo que tomó una decisión consciente de decir “yo soy mexicano y nada más” y empezó a cambiar. Mi abuelo, yo creo que adaptado, adaptado, no lo estuvo del todo, simplemente era como decir “aquí me tocó vivir y tal”. ¿En tu casa se hablaba de las cosas de la guerra? Sí se hablaba aunque no me acuerdo cuándo empecé a interesarme por esas cosas, bueno, desde que eres pequeño supongo que preguntas cosas como “¿cómo es que mi abuelo habla distinto?” o “¿qué es español?” y pues “¿cómo es que llegó aquí?” y esas cosas y ahí es cuando te empiezan a hablar de la guerra. ¿Iban sus amigos a tu casa, hacia reuniones? No, él era más de salir de casa, del café, eso sí, iba con la familia o con los amigos y sobre todo se reunía mucho con ellos a jugar dominó. Otra cosa que hacía mucho era ir
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todas las mañanas al Parque Asturiano a nadar. Y bueno ahí tenía sus amigos, su círculo, algunos de ellos aviadores republicanos que se siguieron viendo por lo menos una vez al año, hasta que uno de ellos moría. ¿Tú a fuiste?
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Fui primero a uno que se llamaba Héroes de la Libertad y después al Colegio Madrid donde hice la prepa. ¿Qué significaba o qué fue para ti el colegio? Por un lado era un ambiente de mucha libertad, estudiaba en un colegio que, aunque era laico y se supone que estaba basado en principios republicanos mexicanos y todo esto, era mucho más represivo. Del Madrid, es curioso, porque corrían todo tipo de leyendas como “éstos comunistas degenerados y amorales etc.” y bueno yo tenía muchas ganas de experimentar ese ambiente de libertad en aquel tiempo y creo que para mi fue importante, una liberación. También el trato que había entre profesores y alumnos era mucho más igualitario.
¿Cómo era un día cotidiano para ti, en México? ¿Qué hacías? ¿A dónde ibas? ¿Cómo eran tus amigos, eran mexicanos o no? En primer lugar no hacíamos muchas distinciones entre si eres hijo de exiliados o no, mi ambiente era bastante integrador. Algunos de mis amigos más cercanos son, digamos, mexicanos de toda la vida y otros no, son hijos de exiliados. Supongo que me movía en distintos círculos, de acuerdo a las circunstancias, el grupo de exiliados por ejemplo, estaba más politizado, hablaba tanto de política española como mexicana.
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¿Tu inserción mexicana fue más rápida por haber ido a una escuela pública de México? La escuela era privada, aunque yo creo que hasta cierto punto siempre hay un ‘perteneces o no perteneces’, ves que en la familia que hay cuestiones de inadaptación, o sea, ves que tu abuelo que no está del todo integrado en la cultura. Hay cosas tan tontas en un momento dado como la comida, yo veía que en casa de mis amigos mexicanos ponían tortillas por ejemplo, mientras que a mi me ponían en casa siempre pan. A lo mejor nosotros hacíamos tacos por ejemplo, alguna vez hacía mi madre, pero era algo excepcional, era algo así como “hoy comemos mexicano”, mientras que mis amigos pues comían eso todo los días. ¿Cuándo entra la gastronomía mexicana en tu casa? Pues gradualmente y de vez en cuando pero no era algo integrado en la cultura. Es cuando te vas dando cuenta de que aquí hay algo que es diferente. También estaba el típico problema de ‘la conquista’ en el colegio, de que los españoles vinieron, conquistaron México y jodieron a los mexicanos. Y bueno, te quedas con que yo soy de aquí, pero también soy de allá y entonces como que te tratan de obligar a tomar partido. Me acuerdo de una vez en este colegio que una profesora que empezó a hablar de Francis Drake y al comentar que asaltaba los barcos españoles la clase estalló en un espontáneo aplauso. Yo me quedé muy extrañado y dije “finalmente éramos los mismos, Drake llegó a atacar Campeche, atacó México”, pero bueno, era un poco esto en lo que te sentías extraño con respecto a los demás. ¿Cómo fue tu paso por la universidad? La UNAM me enseñó a relacionarme con un arco mayor de gente, gente con la que yo no había tenido relaciones, por lo que quieras, por ejemplo porque yo era de clase media y en la UNAM pueden llegar hijos de obreros, y entonces se te abre otro mundo cuando te relacionas con ellos. Por lo demás, intelectualmente fue muy estimulante. ¿Conocías Cataluña previamente? Sí conocía, mi mujer es hija de catalanes y dentro de mi propia familia, mi tío se casó con una catalana, por lo cual la cultura catalana no me era desconocida. Nos gustaba mucho Serrat en aquellos tiempos, fue un punto fundamental en el nexo con la cultura catalana. Luego con mi mujer ya fue total la inmersión porque incluso en su casa, sus padres normalmente hablaban catalán y por una razón lógica yo empecé a entenderlo y a medio hablarlo, y por el círculo de amigos también, todos catalanes. Había estado antes, había viajado aquí por trabajo. Tenía inquietudes desde hace algún tiempo y hubo un momento en el que dije “ahora o nunca” y se dieron una serie de circunstancias. En ese momento la situación en México era complicada, desde el punto de vista económico, social, de crimen, a nivel político tampoco se veían muchas salidas y tenía la oportunidad y dije “bueno, vamos para allá”. ¿Por qué exactamente a Barcelona? Pues tuve la suerte de que es precisamente aquí donde tenía operaciones la compañía en la que estaba trabajando y que necesitaban a alguien.
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¿Cuándo llegas a Barcelona, cómo es tu vida? Yo creo que me adapte muy rápido, por esto mismo, porque la cultura ya la tenía, no hubo nada que me sorprendiera, ya conocía Barcelona y la cultura de alguna forma es la misma que yo tenía desde la niñez.
Policarpov ¿No encuentras diferencias entre lo que te habían contado de Barcelona con el venir aquí a quedarte a vivir? Una de las cosas que yo creo nos pasa a algunos, es que tenemos una visión de España que va más allá de ser el sitio del que salimos por la fuerza, y volver, de alguna forma, es una reivindicación de decir “mira, hemos vuelto, querían sacarnos pero hemos vuelto y no van a poder sacarnos más”. También hay, gracias a eso, una idealización, dices “bueno allí las cosas van muy bien, el sistema democrático es perfecto” y llegas aquí y te das cuenta de que las cosas no son así, que hay mucha crispación y bueno no hablo específicamente de Cataluña, habló más bien de toda España pues yo creo que en Cataluña las cosas funcionan desde ese punto de vista, bastante mejor. ¿Te has puesto buscar tus raíces, tu origen al llegar aquí? Sí, hice un par de peregrinaciones, una al pueblo en Galicia, me interesaba mucho además entrar en contacto con la familia que hay allí todavía, es muy conmovedor ir
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allá, es gente simpatiquísima, muy abierta, cariñosa, es totalmente de campo, siguen siendo vaqueros y aunque evidentemente han mejorado económicamente, es un poco lo mismo que cuando mi abuelo salió de aquí. Ahí tengo un primo lejano que reactivó el interés por mi abuelo, ha hecho algunas investigaciones y promovió que le hicieran una placa conmemorativa en su casa natal. Gracias a todo esto entramos en contacto con Isidoro Gimenez, el gran amigo de mi abuelo. La otra visita que he hecho fue por parte de mi abuela en Erga, Málaga. De ahí tengo menos historia pero se puede identificar la ermita que estaba al lado del huerto de su abuelo. ¿Te reconocen aquí como hijo de exiliado? Buena pregunta. No es algo que esté diciendo, evidentemente cuando estoy en el círculo sí, porque hablamos de eso, pero vamos a ver, alguna de la gente con la que hablo en el trabajo sí que me pregunta a veces, cuando tienes una relación un poco más cercana “¿y tú cómo llegaste aquí?” y cuento un poco la historia de que soy hijo de exiliado, es algo de lo que tengo mucho orgullo. ¿Para ti qué ha significado ser hijo de exiliados, qué te ha dado en tu vida? Yo creo que me marca mucho, marca toda mi vida y es algo en lo que pienso con mucha frecuencia. Yo creo que da una serie de valores éticos y muchos de los valores que creo tener son herencia de mi abuelo. Cuando uno, por ejemplo, descubre cosas de cómo se comportó ante ciertas circunstancias, de que era un hombre que tenía mucho valor, que la gente le quería muchísimo, cosas que hemos ido descubriendo, que se preocupaba mucho por sus tropas, creo que esos son los valores que nos han heredado y que los hemos mamado. Y cuando confirmamos que estos valores están en nuestra familia, pues es siempre conmovedor y muy enriquecedor. También, el estar marcado por una derrota es algo que normalmente te marca, te hace pensar que las cosas se pueden perder en cualquier momento, te hace valorar las cosas, te hacen ser un poco menos soberbio, yo creo, has visto los derrotados, tienen una cierta tristeza que no les abandona, una melancolía y eso también lo mamas, una falta de arrogancia, parece también que uno vive la vida con cierto desencanto, no con demasiado optimismo, con un poquito de cautela, yo creo que eso definitivamente me ha marcado. Tienes una familia republicana y un colegio republicano. ¿Qué sientes cuando llegas aquí, con una monarquía y con una bandera que no es para ti la que tú conocías, la que tú hubieras querido? Yo soy muy pragmático y creo que por un lado si comparas la constitución del 31, la constitución republicana, con la constitución del 77, pues hay muchísimos puntos en común, hay cosas que no me gustan evidentemente, soy republicano y lo seré siempre, y no me gusta la monarquía, me parece que es un una forma de gobierno totalmente caduca, obsoleta.
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Por otro lado pues lo acepto porque la gente hoy en día no es republicana, la mayoría de la gente no lo es, espero que algún día sí lo sea, que haya un cambio y que haya una tercera República. La bandera, pues, es una bandera con la que nunca me he identificado, evidentemente, ni con el himno ni nada, yo tengo mi bandera, la tengo guardada, la saco el 14 de abril, la pongo en el balcón y ésa es mi bandera y mi himno es otro, eso son cosas emotivas con las que no puedo identificarme. Tampoco puedo identificarme con todo ese patriotismo español tan desagradable que cree que hay en España, bueno en fin sigue siendo un resabio del franquismo, que son estos tíos de la España grande y libre, que salen a la calle con banderas y que a mi me dan miedo ¿no? Son los hijos de los mismos que no han cambiado nada, no son capaces de aceptar la diversidad, no son capaces de aceptar que pueda haber un concepto que sea distinto del suyo, o sea, son gente intolerante y te dan miedo. Una de las razones por las que me gusta Cataluña es que no veo esa gente aquí. ¿Para ti qué significa la ley de la memoria histórica? Para mi significa recuperar parte de lo que soy, es muy importante y es algo a lo que le quiero dedicar buena parte de mi tiempo, tanto en pensarlo como en dejar algún testimonio. La siguiente generación, en el caso particular de mi hijo, ya no lo siente así, dice “las batallitas del abuelo son historias que sucedieron”, pero ya no hay esa conexión emocional. Es una pena porque yo quisiera que esto continuara y no se perdieran estas historias que son muy importantes, hay que reivindicar cosas que estuvieron calladas. Cuánta gente habrá muerto sin poder contar su historia o seguirá con miedo en los pequeños pueblos, cuánto dolor y cuántas cosas les debemos a ellos, es, pues una forma de recuperar las historias y honrarlos, por eso cosas como las que hacen con mi abuelo me emocionan muchísimo.
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