Los Primeros Enemigos De La Iglesia

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Los primeros enemigos de la Iglesia Pbro. Juan Lisandro Scarabino

I Estado de la Iglesia a fines del siglo I El fecundo desarrollo lo consiguió la Iglesia gracias a la acción de los Apóstoles y sus colaboradores. Por la incesante evangelización, movidos por el soplo del Espíritu y por la fuerza de la verdad, el cristianismo había penetrado profundamente en los centros más vitales del imperio Romano. Esto es testificado por paganos y por los mimos cristianos. Entre aquellos contamos con los testimonios de Plinio el joven y de Tácito. Entre los cristianos basta con citar a san Justino, san Ireneo y Tertuliano. El mártir obispo de Lion escribe en Adversus Haereses (I,10,1) que la Iglesia está esparcida por el mundo entero hasta los confines de la tierra. Este cristianismo que crecía no solo tenía conversos de la clase pobre, sino que también penetró en todas las clases de la sociedad, inclusive entre la gente ilustrada y noble. Hasta en la corte se había propagado el cristianismo. Entre ellos se destacan el cónsul Tito Flavio Clemente y su esposa Domitilia. Esta rápida y profunda penetración, introdujo el Evangelio en múltiples territorios del gran Imperio Romano. A finales del siglo I encontramos cristianos en Italia, las Galias, Gran Bretaña, Alemania, el norte de África, Palestina, Antioquía, Asia menor, las Islas de Chipre y de Creta y la península Helénica. Hasta inclusive el Imperio Romanos quedó estrecho, ya que el mensaje de Cristo llegó a los países bárbaros. Ante lo expuesto hasta el momento, cabe hacernos una pregunta, ¿cómo fue posible que esto ocurriera? Más aún si tenemos en cuenta todas las sangrientas persecuciones, las falsas acusaciones, el bienestar que producía el imperio y el gran desarrollo de la cultura helénica. Es que había una serie de factores que ayudaron: la unificación del imperio, las vías romanas, una misma lengua, la religiosidad de los romanos y la conciencia monoteísta (propagada por los judíos). Estas son sólo causas extrínsecas, pero también había intrínsecas al mismo cristianismo: la fuerza de la verdad que se presentaba como una Revelación Divina y en ella se encontraban las respuestas a muchos interrogantes profundos de la época. Nos alcanza con recordar la figura de san Justino para probar este argumento. Otra causa interna fue la elevada moralidad de los cristianos, sobre todo el amor hacia los demás, que los llevaba a sacrificarse por ellos. También influyeron mucho los principios morales que pregonaban, sobre todo la dignidad de la persona. Y no podemos dejar sin mencionar el auxilio divino, que se expresaba por medio de carismas y milagros y la fuerza el martirio que arrasaba. Basta leer a san Ignacio para convencerse de esto.

II Persecuciones por parte del Imperio Romano Esta impresionante expansión le hizo ganar un sinnúmero de enemigos. Estos enemigos fueron de tres clases: el Imperio Romano, los polemistas paganos y los herejes.

En este pequeño ensayo profundizaremos sobre la persecución del Imperio Romano y simplemente mencionaremos a los otros dos enemigos. Vamos a intentar responder a la pregunta de por qué ocurrieron las persecuciones. Suena extraño que el imperio, que propagaba una libertad absoluta, persiguiera a la religión cristiana. Esto se debe a la naturaleza misma del cristianismo, que rechazaban a los otros dioses, a todo el culto romano y sostenía que era la única religión verdadera. Este modo de pensar de los seguidores de Cristo fue llegando a conocimiento de muchos y penetrando en las masas, con lo cual se formó un ambiente contrario. Este estado de repudio y abierta antipatía fue en aumento constante. Debido a esto se llegó a presentar a los cristianos como ateos, porque no adoraban a los dioses del Imperio y ni siquiera le reconocían su existencia. En este ambiente contra los primeros cristianos, los cuales crecían día a día, brotaron los primeros chispazos. En toda esta campaña en contra de la nueva religión, también estuvieron presentes los judíos, ya que estos lo consideraban como “suplantadores de la ley mosaica”. Y el pueblo judío ejercía una considerable influencia en el Imperio. Basta recordar la Crucifixión del Señor. Tertuliano y san Justino llaman a las sinagogas “manantiales de las persecuciones”.

II.1 Primer período de las persecuciones1 II.1.1 Nerón (54-68) Mientras él reinaba tuvo lugar el principio de la persecución violenta. Esta persecución está narrada por el historiador pagano Tácito en los Anales. Él nos cuenta sobre el incendio de Roma, iniciado el 18 de julio del 64. Este incendio duró seis días. Apenas ocurrido se empezó a sospechar de quien fuera el verdadero autor: el mismo emperador Nerón. Pero éste viendo que el furor popular crecía y que su vida estaba en peligro, hábilmente logró que tuvieran a los cristianos como los autores. Así fue como se empezó a detener a los cristianos y a castigarlos, “por haber incendiado la gran urbe”. Muchos cristianos fueron cocidos y luego descuartizados por las fieras, otros se transformaron en antorchas que iluminaban la noche… Todo esto lo encontramos en los Anales 15, 44. El mismo historiador aclara que se castigaba a los cristianos “no tanto por el crimen del incendio como por odio del género humano”. Esta es la verdadera causa de la persecución. El incendio fue un pretexto. En esta sangrienta persecución murieron mártires muchos cristianos. Entre las víctimas se encuentran los santos apóstoles Pedro y Pablo, el primero crucificado cabeza abajo junto al circo y el Apóstol decapitado en la vía Ostiense. Tanto Tácito, como san Clemente Romano (4to papa de la historia) nos dicen que murieron una multitudo ingens. A Nerón lo suceden Vespasiano y luego Tito, los cuales no persiguen a los cristianos. 1

Desde Lactancio (+ 317) las persecuciones reciben el nombre del emperador en cuyo reinado tuvieron lugar.

II.1.2 Domiciano (81-96) Sobre la persecución de este emperador, no hay muchos datos. Sólo sabemos que muchos cristianos recibieron el bautismo de sangre. No se sabe bien el motivo de la persecución, sólo sabemos que Domiciano lanzó una prohibición mucho más cruel que la de Nerón contra los cristianos. Entre las víctimas encontramos a los cónsules Acilio Glabrión y Tito Flavio Clemente junto con su esposa Domitilia. Mientras que el Apóstol san Juan fue desterrado a la Isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis.

II.2 Segundo período de las persecuciones Ya nos encontramos en el segundo siglo de nuestra era. Este siglo encontraba al cristianismo establecido en varios lugares, como por ejemplo en territorios de Oriente, Egipto, Cartago, Italia, España… Pero el fondo amenazador seguía latente. En esta época hay que ubicar a las primeras herejías que comenzaban a surgir. En este siglo habrá persecuciones, pero éstas serán esporádicas. Los emperadores no se dedicaron a perseguir a los cristianos con gran ardor, ni sistemáticamente, sino que lo hacían por el celo o el fanatismo de algún que otro gobernador. II.2.1 Trajano (98-117) Él sabía muy bien que existía una ley contra los cristianos. Pero ésta era algo nuevo que no había tenido una gran aplicación. También esta ley era algo muy general y no estaba muy bien justificada. Trajano no se dedicó a buscar a los cristianos, pero si eran acusados y estos perseveraban en su fe, se los castigaba. El emperador se dedicó a cumplir la ley. En éste período, relativamente tranquilo, hubo muchos mártires. Entre los mismos se destacan: el papa san Clemente romano; el obispo de Jerusalén, san Simeón; y el obispo de Antioquía san Ignacio. II.2.2 Adriano (117-138) Con este nuevo emperador no variaron las circunstancias para los cristianos. Seguía en vigencia la ley contra ellos y pesaba la gran amenaza de exterminio. A pesar de esto el cristianismo siguió en aumento. Adriano continuó con la misma política que su predecesor Trajano. Los martirios ocurridos durante su reinado fueron casos aislados, que dependían de algún arrebato popular o del celo exagerado de algún magistrado. Fue un tiempo de tranquilidad para el cristianismo. Incluso el mismo Tertuliano coloca a Adriano entre los emperadores que no persiguieron a los cristianos. Entre los mártires resalta el papa san Telesforo (8vo papa). II.2.3 Antonio Pío (138-161) Al igual que con los otros dos emperadores, solamente por hechos esporádicos se dio muerte a los cristianos. Inclusive Antonio Pío llevó más adelante aún la benevolencia hasta el cristianismo. Aunque no suprimió la ley que existía.

Una de las víctimas aisladas de este reinado, fue el obispo de Esmirna, san Policarpo. También hay quienes sostienen que muere mártir en roma santa Felicitas. II.2.4 Marco Aurelio (161-180) La base jurídica de las persecuciones no tuvo un cambio sustancial. Pero Marco Aurelio superó a todos sus predecesores en benignidad para con los cristianos. Pero debido al fanatismo de las autoridades locales, el número de los mártires creció mucho. Esta persecución, parte de la efervescencia hostil que había en el lugar, se explica porque Marco Aurelio era enemigo del desorden y amante de las leyes. Deseaba que se observaran las disposiciones establecidas por Trajano. Entre los mártires de la época se destacan el santo filósofo Justino y el obispo de Lion, Potino. Parecería que santa Cecilia es muerta mártir en esta época. También nos cuenta Eusebio de Cesarea, que se aplicó un nuevo castigo a los cristianos: el trabajo forzoso. El papa san Calixto fue condenado a esta clase de trabajo. II.2.5 Cómodo (180-192) Con el reinado de Cómodo termina este lago período de relativa paz, de tempestad latente, de amenaza constante, de persecuciones aisladas, de máxima prosperidad del Imperio romano y marcha ascendente de desarrollo del cristianismo. San Ireneo nos cuenta del mejor trato que recibían y hasta una cierta positiva tolerancia. Cómodo no manifestó en ningún documento su posición. Hay que tener en cuenta que los cristianos ya estaban presentes hasta en la misma corte imperial. Esto hace pensar que el mismo emperador los favorecía. Tampoco es un dato menor que su concubina Marcia simpatizaba con ellos. Pero como las leyes seguían en vigencia hubo martirios esporádicos. Entre los mártires de la época se destaca el senador Apolonio, lo cual confirma la introducción del cristianismo en la corte. II.2.6 Primeros ataques de la filosofía pagana y reacción cristiana Las persecuciones significaban el esfuerzo violento del Estado romano contra el cristianismo. Pero, como mencionamos anteriormente, no fue la única manera como el mundo pagano atacó el cristianismo. El paganismo quería destruir al cristianismo, para ello, acudió también a las armas literarias. Con esto se contribuía a avivar la persecución. Los ataques literarios sistematizados comienzan en pleno reinado de Marco Aurelio. Los primeros grandes enemigos (con esto estamos insinuando que antes hubo otros pero de menor importancia) fueron Luciano y Celso. Por supuesto que los mismos cristianos que veían atacada intelectualmente la religión que ellos amaban, la defendieron. Ya contra la fuerza de los emperadores se empleó la constancia y el heroísmo de sus mártires quienes constituyeron el primer modelo de apología cristiana. También en el momento necesario los cristianos más dotados intelectualmente echaron mano a la pluma y comenzaron a escribir. De esta manera, durante todo el siglo II se compusieron muchas apologías, las cuales le dan un carácter especial a este siglo.

Estas apologías están destinadas, primero que nada, a probar la injusticia del trato que se da a los cristianos. Y en segundo lugar, luego de haberse defendido, pasar a mostrar todo lo que de bueno tiene el cristianismo. Y por último pasan al ataque contra los paganos. El apologeta más antiguo que conocemos en Cuadrato, que escribió su obra en el año 124. Entre muchos se destaca el rey de la apología cristiana: el filósofo mártir san Justino.

II.3 Tercer período de las persecuciones (193-249) En la primera mitad del siglo III el cristianismo siguió en un progreso ascendente. Sobresalieron escritores notables. En el Occidente Tertuliano y san Cipriano y en el Oriente la escuela de Alejandría, con Clemente y Orígenes a la cabeza. Pero ni bien los emperadores romanos se dieron cuenta que el cristianismo formaba una fuerza compacta y poderosa, decidieron tomar medidas. Se propusieron destruir este gran peligro para el Estado. II.3.1 Septimio Severo (193-211) Se mantuvo sereno hasta el año 200. Cuenta la historia que en ese año, en una lucha en el Oriente contra los partos, se dio cuenta del número y de la fuerza creciente que tenían los cristianos. Y temió por las instituciones romanas. Ese año publicó el edicto general que prohibía hacerse judío y cristiano. Dicho edicto se aplicó con todo rigor en Oriente. Uno de los efectos más importantes que tuvo fue la desorganización de la escuela de Alejandría. En esta oportunidad muere mártir Leónidas, el padre de Orígenes. Esto le impactó muchísimo al gran filósofo. En el África fueron martirizados las santas Felícitas y Perpetua. El mártir más célebre e importante de la época fue el anciano obispo de Lión, el fundador de la teología católica, san Ireneo. Este emperador no quería mártires, sino que los cristianos desaparezcan. Por esta razón prohibió toda escuela cristiana y todo templo. II.3.2 Período de paz (211-222) Carácalla (211-217) En su reinado la Iglesia pudo desenvolverse sin ningún problema. Heliogábalo (218-222) Ni se preocupó por los cristianos. II.3.3 Alejandro Severo (222-235) Fue el mejor de todos los gobernantes y quien más llevó adelante la tolerancia para con los cristianos. La madre de él, Julia Mammea, recibió instrucciones de Orígenes y de san Hipólito. Esto sin duda ayuda a la ya mencionada tolerancia que tuvo. Pero igual hubo mártires. Se destacan el de los dos papas san Calixto (222) y san Urbano (230), también el de santa Cecilia.

II.3.4 Maximinio de Tracia (235-238) En su reinado comienza un período de verdadera anarquía militar. Los emperadores se suceden muy rápidos y todos son muertos por sus perseguidores. Por todo este tumulto existente se entiende que las persecuciones a los cristianos sean dejadas de lado. Maximinio sube militarmente al poder luego de derrocar y asesinar a Alejandro Severo. Y como éste amparaba a los cristianos, el nuevo emperador los hizo perseguir, aunque era totalmente indiferente. Esta persecución fue, sobre todo, contra los dirigentes del cristianismo. Entre los muchos mártires se destacan el papa san Ponciano, el antipapa san Hipólito, quienes antes de morir se reconciliaron y el papa san Antero. Una vez muerto Maximinio le sucede Papiano y Balbino (238), Gordiano (238-244) y Filipo de Arabe (244-249). Estos tuvieron una actitud tolerante hacia el cristianismo. Aquí la Iglesia gozó de tranquilidad y se fue robusteciendo y preparándose para los tiempos de las grandes persecuciones que estaban por llegar. Decio, Valeriano, Dioclesano y Maximiano, serán los encargados de hacer que la Iglesia sufra grandes persecuciones y a su vez, que muchos cristianos valientes reciban el bautismo de sangre, el martirio. Pero este duro período que comienza en el 249 tendrá su fin cuando el 313, mediante el Decreto de Milán, Constantino el grande, inicie el período de cristianización del imperio. Empresa que seguirán sus hijos Constantino, Constante y Constancio. Y tendrá su victoria con Teodocio el grande, pero esto ya escapa a nuestros objetivos.

III Breve mención de los otros enemigos Como ya mencionamos, el cristianismo, que crecía en una sociedad que ya no lo perseguía imperialmente, debió enfrentarse con dos enemigos: la filosofía pagana y las herejías. Entre los primeros se destacan las escuelas de los neopitagóricos y la de los neoplatónicos, con Porfirio y Plotino a la cabeza y sobre todo con el mayor enemigo que fue el gnosticismo, el cual es una mezcla entre la filosofía platónica, la neopitagórica y la neoplatónica, de elementos de las religiones de Egipto, de Persia y de Caldea y junto con lo que lo hacía más peligroso, los elementos del cristianismo. Cualquier parecido con la New Age de nuestro tiempo es pura coincidencia. Entre sus principales jefes se destacan: Simón el Mago, Cerinto, Saturnillo, Basílides, Valentín y Marción. Entre estos enemigos paganos, no podemos dejar de mencionar al maniqueismo, el cual atrapará por un tiempo al futuro obispo de Hipona, san Agustín. Entre los apologetas se destacan los santos Apóstoles Pedro, Pablo y Juan; también san Ignacio de Antioquía, san Ireneo, san Hipólito y Tertuliano. Pero la Iglesia tuvo que enfrentarse, como si fuera poco, con ella mismo. Mejor dicho, con sus mismas armas que brotaron de su interior: las herejías. Y esto fue el enemigo más peligroso, ya que como dice el refrán “no hay pero astilla que la del mismo palo”. Peligrosidad que se hace más fuerte si tenemos en cuenta que la Iglesia todavía no había definido oficialmente sus dogmas. Entre las herejías se destacan: el milenarismo, cuya doctrina envolvió a muchos santos padres. Esta herejía recién fue rechazada por el

Magisterio en el año 1944. También surgieron las herejías rigoristas, como el montanismo, el tertulianismo, el novacianismo y el monarquismo. Pero a pesar de estos tres poderosísimos enemigos, la Iglesia triunfó y sabe que “el poder de la muerte no prevalecerá contra ella”. Y esto es posible por el soplo del Espíritu y por la fuerza de la verdad.

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