LOS SITETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión
Los sacramentos de la iglesia católica se dividen en 7 y son los siguientes; Bautismo que representa el inicio de un ser en la iglesia o lo que es lo mismo significa la iniciación de un individuo al cristianismo. Confirmación como su nombre lo indica, este sacramento es necesario para reforzar y confirmar nuestra alianza con dios y la iglesia, todo a través de una ceremonia donde se unta en la frente del participante aceites benditos y se le invita a la oración. Penitencia o confesión es el sacramento en el que se expían o desaparecen todos nuestros pecados, pues por medio de un sacerdote al cual revelaremos los mismos recibiremos el perdón de dios y posteriormente se pagará con una penitencia. Comunión es el acto en el que un cristiano se prepara espiritualmente para recibir el cuerpo y la sangre de cristo. Todo a través de la ostia y el vino consagrados. Matrimonio es el sacramento que une conyugalmente a una pareja ante los ojos del hombre y ante todo de dios, aquí se bendicen ambos y se santifica la unión a través de plegarias y oraciones. Orden sacerdotal este sacramento lo cumplen solo un número de hombres y solo se permite ser recibido a través de un estudio y preparación previa y en presencia de un obispo, en la misma se le concede a un individuo el poder de consagrar y perdonar los pecados de los cristianos es decir convertirse en sacerdote. Unción de los enfermos es un sacramento que solo puede realizar un sacerdote, en la misma se unta el cuerpo del enfermo con oleos y aceites bendecidos, con la finalidad de curarle o darle una entrada bendita al reino de dios.
1. Bautismo Cuando nacemos, lo hacemos con el primero de los pecados. Se llama pecado original, y fue el que cometieron nuestros primeros padres Adán y Eva. Al bautizarnos nos limpiamos de ese pecado, nos hacemos hijos de Dios y pasamos a formar parte de la Iglesia. Dios se pone muy contento cuando el sacerdote, al derramar agua bendita sobre el bautizado, dice: «Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». 2. Confirmación. Es tan sencillo como que Dios (su Espíritu Santo), por medio de su gracia, nos aumenta la fe para que tengamos la seguridad de que Él está con nosotros hasta que lleguemos al Cielo, para lo que también nos da esperanza. Finalmente, nos aumenta la caridad para que le amemos más a Él y a los que nos rodean. En este caso, tiene que ser un obispo el que imponga sus manos sobre el confirmante y nos unja con
aceite (el Santo Crisma), mientras dice: «Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo». 3. Eucaristía. Todos los días Jesús convierte el pan y vino en su Cuerpo y su Sangre en la santa Misa. Esto ocurre en un momento llamado consagración. De este modo podemos comerle y recibirle en nuestra alma. Jesús instituyó este sacramento en la Última Cena con los doce apóstoles. Este tiene un plus: perdona los pecados veniales y nos preserva de los mortales para el futuro. Es el mismísimo Jesús el que tenemos dentro de nosotros. 4. Penitencia. ¡Este sacramento es un regalazo de Dios! A través de un sacerdote que escucha nuestros pecados cuando vamos a confesarlos en confidencia con él, Dios nos perdona todo en lo que le hemos ofendido. Eso sí, tenemos que ir bien arrepentidos por el mal que hemos hecho y el bien que hemos dejado de hacer. Además, nos da una paz tremenda y nos aumenta la fuerza para ser buenos cristianos, buenos hijos de Dios. 5. Unción de los enfermos. Dios ama a los enfermos. Cuando alguien está muy enfermo, o es muy mayor y puede morirse pronto, necesita la ayuda de Dios para ese momento. La unción es una ayuda que es fuerza, paz y ánimo. Además de perdonar todos los pecados del enfermo y prepararle para el momento de la muerte. Es como si se crease una unión con la Pasión que Cristo sufrió. Así, los enfermos ayudan con sus dolores a llevar la Cruz a Jesús y a la vez, Él les ayuda a ellos en sus últimos momentos de vida. 6. Orden sacerdotal. Este lo reciben solo los que tienen vocación al sacerdocio, que luego son los que pueden administrar todos estos sacramentos. Es un obispo quien impone las manos y reza sobre el nuevo sacerdote, consagrándole. El orden sacerdotal otorga una especial efusión del Espíritu Santo y tiene una característica especial: quien recibe este sacramento, será sacerdote para siempre. 7. Matrimonio Este sacramento es la unión entre un hombre y una mujer para siempre. Cuando estos se casan en la Iglesia, es Dios quien está uniendo sus cuerpos y sus almas. Los que se casan no deben romper ese matrimonio: «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre». (San Marcos 10, 9). El modelo que los hombres y mujeres tienen que seguir es el de la Sagrada Familia: Jesús, la Virgen María y San José.
Bautismo[editar] Artículo principal: Bautismo El bautismo es entendido como el sacramento que abre las puertas de la vida cristiana al bautizado, incorporándolo a la comunidad católica, al gran Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia en sí. Este rito de la iniciación cristiana es hecho normalmente con agua en el bautismo, con la inmersión, efusión o aspersión. Utilizando otras palabras del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, «el rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o derramar el agua sobre su cabeza, mientras se invoca el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».11 El bautismo significa sumergir «en la muerte de Cristo y resucitado con Él como nueva criatura».12 El bautismo perdona el pecado original (no sostenido por la Biblia) y todos los pecados personales y el castigo debido al pecado. Posibilita a los bautizados la participación en la vida trinitaria de Dios mediante la gracia santificante y la incorporación en Cristo y en la Iglesia. Confiere también las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Una vez bautizado, el cristiano es siempre un hijo de Dios (sin fundamento bíblico) y un miembro inalienable de la Iglesia, y también pertenece para siempre a Cristo.13 Además el bautizado comparte con Él la misión de ser Profeta (predicar la palabra de Dios, especialmente a los hijos o a quienes no conozcan a Jesús), Sacerdote (ofrecer sacrificios a Dios dentro de nuestra vida diaria, dejando de hacer actividades que nos gusten mucho o bien realizando aquellas que no son de nuestro agrado, siempre ofreciéndolas por alguna intención personal, recordando que todo es para mayor gloria de Dios) y la de ser Rey(preocuparse, al igual que Jesús, por aquellos más necesitados y olvidados: pobres, enfermos, encarcelados) ocupándonos en hacer oración por ellos si es que no podemos ayudarlos físicamente. Unción de los enfermos[editar] Artículo principal: Sacramento de la unción de los enfermos La Unción de los enfermos es el sacramento por el cual el sacerdote reza y unge a los enfermos para estimularles la cura mediante la fe, escucha los lamentos de ellos y les promueve el perdón de Dios. Este sacramento Puede ser dado a cualquier persona que se encuentre en estado de enfermedad, y no solamente a personas que están en estado de fallecer en cualquier momento.
Orden Sacerdotal[editar] Artículo principal: Orden El sacramento de la orden concede la autoridad para ejercer funciones y ministerios eclesiásticos que se refieren al culto de Dios y a la salvación de las almas. Está dividido en tres grados: El Episcopado: Confiere la plenitud de la orden y torna el candidato legítimo sucesor de los apóstoles y le es confiado los oficios de enseñar, santificar y regir. El Presbiterado: Configura el candidato al Cristo sacerdote y buen pastor. Es capaz de actuar en nombre de Cristo cabeza y administrar el culto divino. El Diaconado: Confiere al candidato la orden para el servicio en la Iglesia, a través del culto divino, de la predicación, de la orientación y sobre todo, en la caridad. Matrimonio[editar] Artículo principal: Matrimonio católico El sacramento que, estableciendo y santificando la unión entre un hombre y una mujer, funda una nueva familia cristiana. Matrimonio es el casamiento entre hombre y mujer, celebrado en la Iglesia y santificado en la indisolubilidad y en la fidelidad; Es uno de los sacramentos que imprimen carácter, aunque de forma distinta del bautismo, del crisma y de la orden. Estos tres últimos dejan en el fiel que lo recibe una marca indeleble que lo acompaña por toda la eternidad. Quien fue bautizado o crismado, quien fue ordenado sacerdote tendrá esa condición independiente de cualquier cosa, inclusive de que decida después convertirse a otro credo religioso o abandonar el sacerdocio. El matrimonio imprime carácter sobre la pareja, sobre el conjunto que los dos cónyuges pasaran a formar, y es, por eso, doctrinariamente indisoluble. El carácter impreso por el matrimonio se disuelve con la muerte de uno de los cónyuges. Es un sacramento que solo existe habiendo dos participantes. Otro rasgo distintivo es el sacramento del matrimonio no es oficiado por el sacerdote, sino por la pareja que, realizando el sacramento delante de la Iglesia, piden y reciben del sacerdote la bendición para la nueva familia que está naciendo.
Las iglesias ortodoxas también celebran estos siete sacramentos. Para las iglesias reformadas, como se ha mencionado antes, dichos símbolos manifiestan la gracia, pero no la confieren. Crisma o Confirmación[editar] Artículo principal: Confirmación La confirmación del Bautismo o Crisma es cuando el bautizado reafirma su fe en Cristo, siendo ungido durante la ceremonia, recibiendo los siete dones del Espíritu Santo. La unción es hecha por el Obispo o padre autorizado, con aceite bendecido el Jueves Santo. Es un sacramento instituido para dar oportunidad a una persona - que fue bautizada por decisión ajena y que tiene, por delante de la Iglesia, compromisos asumidos por otras personas en su nombre delante de la pía bautismal – de confirmar el deseo de ser miembro de la familia cristiana dentro de la Iglesia católica y de reafirmar aquellos compromisos, después de alcanzar la “edad de la razón”. Simplemente, la ceremonia es la renovación de las "promesas bautismales", preguntas por el obispo que preside, en general, hace en voz alta y responde de la misma manera en la Confirmación de la comunidad. Como el bautismo, la confirmación también imprime carácter, pudiéndose administrar solamente una sola vez a cada persona. Debido a que es un acto de afirmación de los compromisos, la persona puede jamás recibir el crisma o, yendo a participar de la ceremonia, dejar de confirmar estos compromisos. De todos modos, el que no fue confirmado o que rehusó renovar los compromisos del bautismo, puede hacerlo en cualquier momento. El crisma es, por lo tanto, un sacramento dependiente, complementario al bautismo, ya que no tiene importancia dada a los que no han sido bautizados. Eucaristía[editar] Artículo principal: Eucaristía
Es la celebración en memoria de Cristo, recordando la Santa Cena, la Pasión y la Resurrección, en que el Cristiano recibe la Hostia consagrada.17 Es el sacramento culminante, que le da a los fieles la oportunidad de recibir e ingerir físicamente el que consideran como Cuerpo de Jesucristo, en que se transformó el pan consagrado por el sacerdote, así como el vino se transforma en su Sangre. En el sacramento de la Eucaristía, la Hostia consagrada (el pan) es distribuida a los fieles, que la colocan en la boca e ingieren lenta y respetuosamente. Para recibir la Hostia o comulgar, el fiel debe estar en “estado de gracia”, o sea, debe haber antes confesado sus pecados y recibido el perdón divino en el sacramento de la Confesión o Penitencia (se puede comulgar si los pecados no son pecados de gravedad o mortales). Normalmente, la consagración ocurre durante la celebración de la Misa, rito también llamado de Santo Sacrificio. El sacrificio es precisamente el acto de la consagración. Consiste en la recreación, durante la misa, de un momento de la Última Cena de los apóstoles con Cristo, cuando Él sirvió pan y vino a los apóstoles, diciéndoles que aquello era su cuerpo y su sangre. La Iglesia católica sostiene que, cuando el sacerdote pronuncia las palabras rituales «Esto es mi cuerpo» en relación al pan y «Esto es mi sangre» en relación al vino, sucede un fenómeno llamado transubstanciación, o sea, la substancia material que constituye el pan se convierte en el cuerpo de Cristo y la que constituye el vino se transmuta en Su sangre. En la Biblia, las palabras del Señor Jesucristo son de forma figurativa, como la mayoría al hacer una comparación o parábola para una mejor inteligibilidad, que no es este el caso ya que hablaba exclusivamente a sus discípulos y enfatizó en las palabras «esto es mi cuerpo...» y «esta es mi sangre...». El pan transubstanciado es distribuido a los fieles que, a los que ingieren la Hostia están ingiriendo el cuerpo de Cristo. La Eucaristía es considerada el sacramento de la acción de gracias, en la acepción de la palabra original griega εὐχαριστία(transc. "eukharistia"). Confesión o Reconciliación o Penitencia[editar] Artículo principal: Reconciliación
Es la confesión de los pecados a un sacerdote, que aplica la penitencia para, una vez cumplida, propiciar la reconciliación con Cristo. En otras palabras, es el sacramento que da al cristiano católico la oportunidad de reconocer sus faltas, arrepentirse y proponerse no pecar más, para así ser perdonado por Dios. El reconocimiento de las faltas consiste en su confesión a un sacerdote, que las escucha en nombre de Dios y concede a aquel fiel el perdón y la paz por el ministerio de la Iglesia. Del punto de vista formal, el confesante se arrodilla ante un sacerdote, el confesor, y a él le declara que pecó, que desea confesar lo que hizo y pedir a Dios que perdone sus pecados. Después de oírlo, cabe al sacerdote ofrecer sus palabras de consejo, de censura, de orientación y confort al penitente, recomendando la penitencia a ser cumplida. El confesado debe rezar la oración denominada Acto de arrepentimiento, después el que el sacerdote pronuncia las palabras de perdón y bendice al penitentes, que se retira para cumplir la penitencia que se le prescribió. La Iglesia católica considera el sacramento de la penitencia un acto purificador, que debe ser practicado antes de la Eucaristía, para que esta sea recibida con el alma limpia por el perdón de los pecados. Pero, se entiende también que ese efecto purificador es saludar, siendo benéfico para el espíritu cada vez que es practicado. Uno de los más rígidos deberes impuestos al sacerdote por la Iglesia es el secreto de confesión. El sacerdote está rigurosamente y totalmente prohibido de revelar lo que oye de los files en el confesionario. El incumplimiento de ese deber es considerado uno de los mayores e más graves pecados que un sacerdote puede cometer y lo sujeta a penalidades severísimas impuestas por la Iglesia.