“Entonces algunos maestros de la ley y fariseos le dijeron: -Maestro, queremos ver un signo hecho por ti…” (Mt 12,38) -Jesús en Caná de Galilea convirtió el agua en vino… Tú puedes convertir la desesperanza de los muchachos que Jesús ha puesto en tu camino en confianza y afán de superación. -Jesús limpió a varias personas de las terribles manchas que les originaba la lepra… Tú puedes limpiar las manchas que a menudo ensucian a tantos jóvenes causadas por una sociedad consumista y embaucadora. -Jesús concedió la vista al ciego de Jericó… Tú puedes enseñarles a que miren a su alrededor para que aprendan el valor de la fraternidad y descubran la enorme dicha que produce un mundo de hermanos. -Jesús hizo andar al paralítico olvidado de Cafarnaún… Tú puedes convertirte en compañero de camino de tantos jóvenes que necesitan de unos pies amigos que les indiquen el camino a seguir. -Jesús calmó la tempestad en el lago de Tiberiades… Tú puedes calmar el miedo y la confusión que les acechan continuamente y que les conduce si nadie pone remedio al fracaso de sus vidas. -Jesús multiplicó los panes y los peces para que todos pudieran comer… Tú puedes multiplicar las capacidades de tus muchachos para que sean ellos mismos los que “exploten” y compartan el tesoro que llevan dentro. -Jesús expulsó al espíritu inmundo del endemoniado de Gerasa… Tú puedes echar fuera tantos tormentos, prejuicios y falsas motivaciones que padece la juventud con el fin de que descubran su verdadero yo. -Jesús curó a la mujer que padecía hemorragias… Tú puedes prevenir las heridas que enturbian la vida de muchos jóvenes que les conduce al más absoluto abandono. -Jesús sanó al sordomudo en el lago de Galilea… Tú puedes hacer posible que escuchen las palabras de Tu Maestro y se conviertan en pregoneros de la Buena Noticia. -Jesús resucitó a su amigo Lázaro… Tú puedes dar vida a esos jóvenes que Dios te ha confiado y que en ocasiones viven atrapados por el pesimismo y el desencanto, para que así vuelvan a ilusionarse y a confiar en el mayor milagro que Dios ha puesto en ellos: sus vidas.