La Orden Del Rey

  • Uploaded by: Aracelli Saldaña
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  • June 2020
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  • Words: 990
  • Pages: 2
LA ORDEN DEL REY Llega la noche y Cielo, sumida en llanto le pide a DIOS un sueño de esperanza. Solloza fuertemente sin hallar consuelo en sus oraciones y así, se queda dormida, por fin. Se ve caminando en una avenida ancha, algo así como una carretera; junto a muchas personas y en la misma dirección; no sabe a dónde se dirige, sólo camina y mira alrededor, a la izquierda del camino se pueden ver casas. Una voz grave a su derecha, como de una persona mayor de 60 años, le indica que debe seguir el camino que se abre a la izquierda. Ella dirige su rostro hacia la ruta señalada y no ve persona ni animal alguno por allí. Es un camino angosto que tiene un muro gris al lado derecho de la acera, la altura era como de tres metros aproximadamente, y al lado izquierdo un área de grass muy verde de poca altura, algo de diez centímetros. Intenta mirar a la persona que le habla pero algo le impide girar la cabeza, sólo logra ver de reojo la ropa que consiste de una túnica blanca, y la apariencia era de una persona algo alta y robusta, pero no puede ver su rostro. Su forma de hablar inspira autoridad, como de un Rey. El señor levanta su brazo y le indica el camino. Se sorprende que esa persona le envíe por aquél camino. ¿Quién es él? ¿Por qué le habla como si tuviera autoridad sobre ella? ¿Por qué le ordena que siga un camino solitario?¡Más aún, si no se aprecia nada al final del camino! Aquel hombre le dice: “Al final del camino encontrarás un castillo y en él, un príncipe. Toma este anillo (era un precioso anillo de oro), entrégaselo y dile así: ¡Él te envía este anillo y te ordena que te cases conmigo!” Cielo frunce el ceño y responde con ironía: ¡Sí, cómo no!, ¡yo le entrego el mensaje al príncipe que no me conoce, él me cree inmediatamente y luego se casa conmigo!. ¡No iré!, ¡Creerá que estoy loca!, me preguntará ¿quién es Él? ¡Me matará!. El hombre insiste, señala el camino que debe seguir, le dice ¡ve! Ella resiste a la indicación dada ¡No quiero ir por allí … no hay nadie!. Con mayor energía, el hombre le repite: ¡ve por ese camino! Ella siente que no tiene otra opción, y sin saber porqué, decide obedecer. Ingresa en el camino algo temerosa y a regañadientes, refunfuñando: ¿porqué siempre tengo qué obedecer?, ¿qué hay en este camino?, ¡nada!, ¡nada!, ¡mejor hubiera seguido por el otro camino!…Estuvo renegando un buen rato y decide mirar hacia atrás percatándose que ya había avanzado un buen trecho, así que piensa que es mejor avanzar por esa ruta. Ya no tiene sentido estar renegando sola. Continúa caminando, siempre atenta, mirando al muro por si alguien trepara por allí; mirando hacia atrás, tal vez le siguen; mirando al grass por si aparece alguien para agredirla; son tantos los temores y se encuentra sola. Algo cansada, Cielo mira al final del camino y por fin aprecia el supuesto castillo. Sólo eran tiendas de apariencia árabe pues estaba rodeada de telas o túnicas enormes y en la entrada resguardada por dos soldados con lanzas entrecruzadas, se puede leer un nombre. Se acerca para ingresar al lugar y los soldados se lo impiden. Ella refiere que debe entregar un mensaje al príncipe y le preguntan quién es el remitente y cuál es el mensaje, pero no sabe qué responder. Los soldados la cogen de los brazos e intentan sacarla a la fuerza. Cielo grita: y una voz desde el interior ordena: ¡déjenla entrar! Ella

ingresa y detrás de ella, los soldados. Se ve un hombre joven, de rostro agradable y buena figura, vestido de saco y pantalón blanco, era el príncipe. No tenía corona, ni traje espectacular de príncipe, pero era el príncipe. Alrededor de la sala se hallaban ubicados muchas personas elegantes, todas de pie, en silencio. El príncipe pregunta qué sucede y Cielo responde: Un hombre me encontró en el camino y me dio un mensaje para usted. ¿Cuál es el mensaje? Pregunta el príncipe. Cielo duda pero finalmente se decide a hablar: ¡Él te envía este anillo y te ordena que te cases conmigo!” ¿Él? Y ¿quién es Él? No sé, responde ella. Tal como Cielo lo presintió, el príncipe se ríe a carcajadas y junto con él toda la gente que se encontraba al interior de la tienda. El príncipe guarda el anillo en el bolsillo de su saco blanco, sigue riendo. Ella, sumida en sus pensamientos, se repetía: ¡Si Él me envió para entregarle el anillo y para que se case conmigo entonces sucederá! Ni ella entiende la seguridad que posee de cumplirse la orden dada en el mensaje. Pasaban los minutos e ingresa a la sala una mujer joven, coqueta, quien abraza, acaricia y besa al príncipe sin darle tiempo de reaccionar. Éste se queda quieto, parecía turbado, tal vez piensa en algo, no sabía qué. Cielo sigue pensando lo mismo: ¡Si Él me envió para entregarle el anillo y para que se case conmigo entonces sucederá! Mientras tanto los soldados al ver al príncipe ocupado, intentan sacar a Cielo fuera de la tienda. De repente el príncipe separa de sí, a la mujer que lo abrazaba y besaba sin descanso, y mira a las personas que le rodean, todos dejan de reír; se acerca a Cielo, los soldados la sueltan. El príncipe extrae del bolsillo el anillo que guardó y lo coloca en su dedo anular. Luego coge a Cielo de las manos y le dice: ¡Sí, me caso contigo! Cielo, piensa: ¡Si Él lo dijo, tenía que cumplirse!. Ahora es su turno, debe decidir si acepta casarse con el príncipe, pues no lo conoce y la orden fue dada para el príncipe, no para ella. O ¿tal vez se equivoca? Cielo despierta recordando el sueño.

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