Universidad de Chile Facultad de Filosofía y Humanidades Departamento de Ciencias Históricas
Análisis de las Memorias de Luis XIV
Curso: Historia Moderna siglos XVI y XVII Profesora: Paulina Zamorano Alumnas: Marta Apablaza Erika Cepeda Martes 05 de junio de 2007
Introducción El documento que analizaremos se titula Instrucciones para la educación del delfín, más conocidas como las memorias de Luis XIV. Este documento se inserta dentro del contexto de Francia en el siglo XVII, en el momento que, a la muerte de Mazarino, Luis XIV se hace cargo del gobierno; La Fronda, había dejado debilitado la autoridad del Rey, y la administración se encontraba con serios problemas de finanzas. La Historiografía tradicional ha señalado a Luis XIV como el máximo exponente del absolutismo en Europa. La frase "L'État, c'est moi" ("El estado soy yo") resumiría esta visión de su reinado. Luis XIV escribió sus memorias en base a las anotaciones que hacía de los asuntos del reino semana por semana. Las primeras anotaciones fueron recogidas entre 1661 y 1662, luego hizo una pausa en la redacción, para reanudar sus anotaciones hacia el año 1666. El libro esta dividido en dos partes; la primera posee principalmente una exposición de asuntos internos y la segunda parte hace alusión a las campañas bélicas y negocios diplomáticos. Desde luego el rey para la redacción de estas memorias, contó con varios colaboradores. Probablemente el principal redactor fue Perigny, quien transcribió y redactó las notas de los asuntos más importantes de los años 1661 y 1662. Otros colaboradores fueron Pellison y Colbert, siendo este último, quien aportó en contenido a la preparación de la primera parte de las memorias: El cuadro de Francia y de Europa en el año 1661 y el panorama financiero de los años 1661 a 1665. El propósito inicial de las Memorias de Luis XIV era dejar testimonio de su patria y de los acontecimientos que mas tarde conducirían al absolutismo Francés, ya que como dice al comienzo de su escrito “Los reyes deben presentar cuenta pública de todos sus hechos a todo el universo y a todos los siglos” Pero en el transcurso de la redacción, este objetivo gira hacia la preocupación de su heredero y su educación, en otras palabras, quiere que sus memorias le sirvan a su hijo como manual de política,
como se deduce del titulo
“Instrucciones para la educación del delfín”. Las Memorias tienen una importancia para la historia desde dos perspectivas: primero, por los hechos históricos que relata, es decir los sucesos más importantes después
de la muerte de Mazarino en 1661, y segundo, por la teoría política implícita en su relato, que origina reflexiones sobre el monarca absolutista, su dignidad, su gloria, su legitimidad, y sobre los mecanismos que usa para la consolidación de su poder. Este trabajo se centrara particularmente en el segundo punto.
Análisis Desde el inicio del texto Luis XIV da cuenta de su idea sobre lo que debe ser un buen monarca: trabajador, diligente y preocupado por todos los asuntos de su reino: ”Yo me imponía como ley trabajar regularmente dos veces al día, y dos o tres horas, sin contar las horas que pasaría solo en particular, ni el tiempo que podría dar extraordinariamente a los asuntos extraordinarios si surgían […]”1 y lamenta que algunos de sus antecesores hayan sido negligentes en esto: “Desde mi infancia
misma, el solo nombre de los reyes
holgazanes me causaba tristeza cuando se pronunciaba en mi presencia.”2 Respecto a la idea del trabajo del rey, Luis XIV también señala: “[…] porque los imperios, hijo mío, no se conservan sino como se adquieren, es decir, por el vigor, por la vigilancia y por el trabajo.”3 En esta primera parte, el monarca hace una revisión de la situación política y los problemas internos que tuvo que enfrentar al momento se asumir el poder, en 1641, luego de la muerte de Mazarino. Su frase “El desorden reinaba por doquier” resume su mirada de la situación. 4 Por otra parte, al asumir el poder, siente que el pueblo, o la misma Francia, lo llama a tomar el mando: “Comencé a pasear la mirada por todas diversas las partes del Estado, y no con ojos indiferentes, sino con ojos de amo, sensiblemente impresionado de no ver una que no me invitara y me apremiara a poner en ella la mano; pero observando con cuidado lo que la razón y la disposición de las cosas me podía permitir”. 5 Aquí también podemos notar que el monarca no ve su situación de poder de una forma oportunista, sino como una obligación que debe cumplir debido a su condición de monarca. Esto también tiene relación con las teorías predominantes en ese entonces, sobre el origen del poder, que señalaban que si bien su origen último era Dios, éste le era conferido al monarca no directamente sino a través de la comunidad. 6 Entonces, según esta teoría, Luis XIV estaría legitimando su poder con esta sentencia.
XIV, LUIS, Memorias, México, Fondo de cultura Económica, 1989 pag. 21 Op.cit pág. 14. 3 Op.cit pág. P.44 4 Op.cit pág., p.16. 5 Op.cit pág. 15 6 Feros,Antonio, The Power of the King pág 2. 1
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Acerca de la función del rey, también las palabras de Luis XIV dejan ver que estaba totalmente conciente de que su función era velar por el bien común de su reino, y mostraba preocupación por sus súbditos: “Todos estos males [venta de cargos públicos, problemas económicos], juntos, o sus consecuencias y sus efectos, iban a recaer principalmente sobre el pueblo bajo, cargado por lo demás de impuestos, oprimido por la miseria en varios lugares, incomodando en otros por su propia ociosidad desde la paz, y sobre todo en gran necesidad ser aliviado y ocupado.”7 La función del Rey también era vista como parte de una relación vincular entre el monarca y sus súbditos: “esas obediencias y esos respetos que nos tributan nuestros súbditos, no son un don que ellos nos hagan, sino un intercambio con la justicia y la protección que pretenden recibir de nosotros”. 8 Sobre cómo desempeñar esta función, el rey dice: “la función del rey consiste principalmente en dejar que obre el sentido común, que obra siempre naturalmente y sin trabajo.”9 Este afán del rey por servir al bien común, unido a la convicción de que su condición de rey era natural, con cualidades especiales para gobernar, lo llevaban a pensar que la mejor forma de cumplir su función, era inmiscuyéndose en todos los asuntos del gobierno, pues señala “[…] Un rey, por hábiles e ilustrados que sean sus ministros, no pone él mismo la mano en la obra sin que se note… […] no hay satisfacción que iguale la de advertir cada día algún progreso en unos empeños gloriosos y altos, y en la felicidad de los pueblos, cuyo plan y designio ha formado uno mismo”.
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Respecto a lo mismo,
aconseja a su hijo una suerte de “omnipresencia” sobre los asuntos del gobierno: “[…] consiste más que nada, hijo mío, en tener los ojos abiertos sobre toda la tierra; conocer a toda hora las noticias de todas las provincias y de todas las naciones, el secreto de todas las cortes, el humor y la flaqueza de todos los príncipes y de todos los ministros extranjeros; hallarse informado de un número infinito de cosas que creen los demás que nosotros ignoramos[…]”11 XIV, LUIS, Memorias, pág. 15 Op.cit pág. 55 9 Op.cit pág. 22 10 Ibidem. 11 Ibidem. 7 8
Como señala A. Feros, el poder real, en su más absolutista definición, no era el núcleo del orden monárquico, y en esta época, no había una distinción clara entre el rey como institución política y la persona natural del rey, entonces, para que el poder real fuera efectivo, su misma naturaleza y características tenían que llegar a ser incorporadas en la persona del monarca12. Luis XIV cumple evidentemente esta condición, lo que se nota en varios de sus dichos, por ejemplo, luego de establecer su plan de trabajo como rey, escribe: “entonces me pareció que era rey, y que había nacido para serlo”13, o sea, tenía incorporada la idea de que su condición de rey era natural, no adquirida. También se nota, desde las primeras páginas, que Luis XIV tiene un alto concepto de sí mismo, y que derivaba de la creencia de haber sido elegido: “[…] me atreveré a deciros que si carecemos de sentido ni de valor, ningún otro lo hace mejor que nosotros, porque la decisión necesita de un espíritu de amo y es sin comparación más fácil hacer lo que se es, que imitar lo que no se es.”14. Respecto a la conducta que debía adoptar un monarca, Luis XIV también aconseja a su hijo respecto que puede gozar de los placeres, pues: “[…] los placeres honestos no nos han sido dados sin razón por la naturaleza.”15. Y luego lo relaciona con la imagen que el monarca proyecta hacia sus súbditos, que siguen sus pasos a cada momento, haciendo una comparación con otras monarquías de Europa: “Un príncipe, y un rey de Francia, pueden todavía considerar algo más en esas diversiones públicas, que son tanto las nuestras como las de nuestra corte y todos nuestros pueblos. Existen naciones donde la majestad de los reyes consiste, en una gran parte, en no dejarse ver en absoluto, y esto puede tener sus razones entre unos espíritus acostumbrados a la servidumbre, a los que no se gobierna sino por el temor y el terror; pero es éste el genio de nuestros franceses y, desde tan lejos como nuestras historias pueden informarnos, si tiene algún carácter singular esta monarquía, es el acceso libre y fácil de los súbditos al príncipe.”16 En efecto, Antonio Feros llama a esta característica la “invisibilidad” del monarca, en donde el caso español sería la otra cara de la moneda. Mientras los franceses necesitaban Feros,Antonio, The Power of the King pág 1 XIV, LUIS, Memorias,pág 21 14 Op.cit pág. .31 15 Op.cit pág. 96 16 Op.cit pág. 96. 12 13
un rey visible y accesible, pues de lo contrario podrían creer que no había rey, los españoles creían que el poder de la majestad crecía cuando el rey era invisible e inaccesible.17 En este caso, Luis XIV se guiaría por la visión comúnmente sostenida en la época de que una monarquía abierta y pública ganaba la lealtad de sus súbditos, en tanto que una monarquía distante y privada crearía desconfianza y promovería facciones y rebeliones.18 La importancia de la imagen pública del rey, reiterada en varias ocasiones por el monarca a su hijo en sus memorias, tiene directa relación con lo que afirma Antonio Feros cuando señala que construir una poderosa imagen del rey fue visto como un componente esencial de una ideología política que permitió a los monarcas gobernar, controlar y ordenar el mundo, y dominar a otros hombres.19 Luis XIV estaba consciente de que no bastaba con el título de rey para asegurar la estabilidad del reino, y de la importancia de la imagen de respeto y dignidad que mantener: “En efecto, es justo sin duda conceder mucho a la reputación general establecida, porque el público no tiene ningún interés, y difícilmente se le puede imponer algo por mucho tiempo.”20
Y respecto a cómo mantenerla, señala: “[…] la reputación no se puede
conservar sin irla aumentando cada día; que la gloria, en fin, no es una amante a la que se pueda desatender jamás, ni ser digno de sus primeros favores, si no se desean incesantemente otros nuevos.”21 Respecto a la imagen autoridad, cree que es vital mantener la estabilidad del reino, por lo que aconseja para mantenerla:” […] un poco de severidad era la muestra de bondad más grande que podía yo tener para con mis pueblos, debiendo una disposición contraria producirles por ella misma y por sus consecuencias una infinidad de males”. Para manejar su gobierno, desde luego que Luis XIV sabe que aunque él gobierna, debe delegar responsabilidades, pero siempre desde una posición superior:”Las personas más hábiles escuchan la opinión de otras personas hábiles en sus pequeñeces.”22 También Luis XIV aconseja a su hijo, que si bien debe escuchar a sus consejeros y demás personas capaces y expertas en diversas materias, tenga cuidado al delegar Feros,Antonio, The Power of the King pág 10 Feros,Antonio, The Power of the King pág 11 19 Ibidem 20 XIV, LUIS, Memorias, pág. 29 21 Op.cit pag.30 22 Ibidem 17 18
responsabilidades en cargos que concentren el poder en una sola persona, que sus funcionarios sean demasiado hábiles, o que parezca que su poder se diluye entre ellos: “Para descubriros incluso todo mi pensamiento, os diré que no tenía interés en tomar gente de una calidad más alta. Era preciso, ante todo, establecer mi propia reputación, y dar a conocer al público por la categoría misma en que yo los tomaba, que mi intención no era la de compartir mi autoridad con ellos.”23 Una vez que había asumido el gobierno, Luis XIV se abocó a aliviar los principales problemas de su pueblo. Lo que más apremiaba eran los problemas económicos. Por ello, la primera medida que adoptó fue condonar tres millones sobre las tallas, un impuesto directo que pagaban los plebeyos en Francia. Otra medida en la misma línea fue repactar las deudas de los pobres de la frontera (en el Artois), a las que su acreedores oprimían cruelmente. Más adelante tomaría medidas aún más radicales, como la destitución del superintendente de finanzas para asumir sus funciones él mismo, y el establecimiento de un nuevo organismo, el Consejo Real, donde Colbert fue nombrado el intendente de finanzas. También modificó el sistema de arrendamientos de las granjas reales. Con todas estas medidas a favor del pueblo el tendría el doble beneficio
de
aumentar su reputación y de agradar y servir a Dios: “Confieso que en estos principios, al ver aumentar mi reputación de día en día, y que todas las cosas se me volvían fáciles y obtenían éxito, fui quizá tan sensiblemente afectado como jamás lo había sido, por el deseo de servirlo [a Dios] y de agradarlo.”24 Con estas palabras, Luis XIV además introduce y justifica una serie de medidas con que combate los problemas de religión. Estas medidas fueron: dar poder al cardenal Antoine y a d’Auberville, encargados de sus asuntos en Roma, para hacer una liga contra el turco ofreciendo dinero y tropas; restableció el edicto contra los juramentos y las blasfemias, se dedicó a destruir el jansenismo y las comunidades que se formaban en él, por ejemplo, dando orden de que distribuyeran limosna considerables entre los pobres de Dunquerque, para evitar que su miseria los tentara a abrazar la religión de los ingleses. Respecto a los hugonotes, Luis XIV señala que: “el mejor medio para reducir poco a poco a los hugonotes de mi reino era no hostigarlos en absoluto con ningún nuevo rigor contra ellos, observar lo que habían obtenido en los reinados precedentes, pero no concederles nada más, y encerrar, incluso su ejecución, dentro de los más 23 24
XIV, LUIS, Memorias, pág. 28 Op.cit pág. 48
estrechos límites que la justicia y las conveniencias podían permitir. Nombré para tal fin, en ese mismo año, unos comisarios ejecutores del edicto de Nantes.”25 También comenzó a regular a los nobles de la corte, ministros y funcionarios en general, tomando medidas concretas: suprimió el cargo de primer ministro y el de coronel general de la infantería francesa, les quitó el fondo de las contribuciones a los gobernadores de las plazas, renovó las prohibiciones del uso del oro y la plata sobre vestidos, suprimió los fueros del Parlamento de París (“tales funcionarios debían someterse a la ley común”, p. 34),
y redujo los aumentos de sus sueldos, por lo que tuvo que sortear tensiones y
conflictos como la Fronda, que finalmente no tuvo éxito, situación que fortaleció aún más su poder. También instauró la Cámara de Justicia, que regularía el pago de impuestos, especialmente de aquellos que buscaban motivos para eximirse de ellos. Más adelante, recuerda a su hijo más de las reformas que adoptó luego de su nacimiento: licenció a los payes mortes*, reguló la edad y la conducta de los oficiales mediante un edicto, agregó más tropas en sus plazas para moderar la excesiva autoridad de los gobernadores, reglamentó los duelos, y promovió a ocho prelados y sesenta y tres caballeros de la orden del Espíritu Santo. Por otro lado El Rey Sol consideraba vital que un regente tuviera total libertad de decisión, por lo que era necesario disminuir la autoridad de ciertos organismos que no estaban cumpliendo con sus deberes como correspondía. Se nota claramente un tono absolutista cuando señala “Se consideraban [los organismos] como otras tantas soberanías separadas e independientes. Hice saber que no toleraría más sus maniobras”.26 Más adelante, señala: “Les prohibí a todos en general, por esta disposición, dar jamás otras contrarias a las de mi consejo [...]”.27 Todas estas medidas para acrecentar el poder y la libertad de acción y decisión del rey, se fundamentaban también en las observaciones que hacía Luis XIV de sus contrapartes europeos, que tenían limitado su poder de decisión. Trae a colación el caso de los jefes y capitanes de la República de Alemania, afirmando que : “sus resoluciones más Op.cit Pag. 51Paga muerta, sueldo de retirado o de inválido, y también se dice del que la goza. 26 Op.cit pag 33 27 Op.cit pág.34 25 *
importantes están sometidas a las deliberaciones de los Estados del Imperio; se les impone, al elegirlos, las condiciones que se quieren […]”28.Esto ultimo deja entrever la velada intención de Luis XIV de elevar la monarquía francesa por sobre las otras, además de hacer explicito el orgullo que le confiere a su forma de gobernar: “no veo, pues, hijo mío, por qué razón unos reyes de Francia, reyes hereditarios, y que pueden lisonjearse de que no hay hoy en el mundo, sin excepción, ni mejor casa que la suya, ni monarquía más antigua, ni poderío más grande, ni autoridad más absoluta, serían inferiores a estos príncipes electivos.”29 Luis XIV comienza el relato del año 1666 exponiendo la disyuntiva que le provocan dos sucesos ocurridos casi al mismo tiempo; La muerte del rey de España y la guerra de los ingleses contra las provincias unidas. Estos dos hechos le confieren a Luis XIV dos ocasiones de guerra; una por los derechos de sucesión del trono español, (Luis XIV estaba casado con Maria Teresa, hija de Felipe IV) y el otro contra Inglaterra en defensa de los Holandeses. Esta situación, provoca en Luis XIV dilemas de tipo ético, sobre que posición o decisión tomar respecto a lo anteriormente pactado en estos dos asuntos (había renunciado a los derechos de sucesión española y era aliado de los holandeses) pues el mismo dice que: “No hay nada mas falto de probidad como desdecirse de lo que se había aceptado. Pero debéis saber que la única manera de mantener inviolable la palabra es no darla jamás sin haberla pensado maduramente30.” De estas palabras se desprende el inmenso cuidado que debe tener un rey al crear alianzas, tratados edictos etc., ya que según las teorías de esos tiempos los reyes eran humanos superiores que pertenecían a dinastías distinguidas por Dios para administrar sobre los hombres, se pensaba que ellos tenían un buen juicio inherente en el gobierno de sus reinos, y en la deliberación del itinerario de acción más favorable para el bienestar de su estado. Esta infalibilidad del rey es uno de los componentes más importantes a la hora de describir el absolutismo, como muy bien lo dice Antonio Feros: “Por definición, los reyes no podían fallar”31, y es por lo mismo que el Rey Sol
ahonda aun más y reconoce que es “esencial para los príncipes dominar sus
Op.cit 45 Ibidem. O P. 45 30 XIV, LUIS, Memorias, pág. 129 31 Feros,Antonio, The Power of the King pág 3 . 28 29
resentimientos”32. Y es insistente sobre este punto, debido a su importancia, a lo largo de las memorias reitera la permanente presión a la que están sometidos los monarcas “por que debéis saber como fundamento de toda cosa que no se perdona nada a los de nuestro rango33” En estas palabras de Luis XIV, se deja entrever que el también es un hombre, que tiende a dejarse llevar por las pasiones, pero que “Al ejercer en este suelo una función completamente divina, debemos parecer incapaces de las agitaciones que podrían rebajarnos (…) [y que a las pasiones] la razón debe al menos ocultarlas en cuanto perjudican al bien publico, para el cual únicamente hemos nacido.”34. Por lo tanto, un rey debe ser cuidadoso de sus palabras, y hacer uso de su razón para demostrar que es infalible y que todas las acciones que decide son por designio divino. A través de las memorias de Luis XIV se puede apreciar, una cara más humana del monarca, al menos, para el destinatario de las memorias, que es su hijo, ya que insta a su descendiente a sacrificarse “al bien general y lo más enojoso de este sacrificio es que además cuesta mucho, es por lo general muy poco estimado” 35. Además da cuenta de que nunca dejara contentos con las decisiones que toma a la totalidad de sus súbditos, ni a la gente que lo rodea, pero es esa convicción positiva hacia el bien del Estado, la que ratifica el pleno convencimiento de su deber divino. Esto se fundaría en lo que se conoce como razón de estado, y que muchas veces es incomprendida por sus súbditos. Como lo dice claramente Luis XIV: “[…] que lo que parecen hacer [los reyes] contra el bien común se funda por lo general en la razón de estado, que es la primera de las leyes, por consentimiento de todo el mundo, pero la más desconocida y la más obscura para todos aquellos que no gobiernan.”36 Para mantener el orden general, Luis XIV propone ciertos consejos para no dejarse llevar por intereses propios o particulares, entre los cuales se encuentran sugerencias como: distinguir a aquellas personas dirigidas por la vehemencia de los hombres que están gobernados por la razón y prever siempre de las consecuencias de sus decisiones y de las XIV, LUIS, Memorias, Pág. 115 Op.cit pág. 147 34 Op.cit pág. 116 35 Op.cit pág. 123 36 XIV, LUIS, Memorias, Pag.37 32 33
peticiones que le hacen sus súbditos, pues Luis XIV tiene como principio general de que “todos tienen una inclinación secreta hacia su ventaja particular”37. Y es de esto último de lo que se deben cuidar los reyes; de la ambición de los otros, de los que rodean al rey, ya sean ministros, nobles, sacerdotes, o servidores. Por eso insta al delfín a siempre observar a todos cuantos le sirven, para en su oportuna ocasión alejar a los sujetos incorregibles u acercarlos cuando corresponda. Un Príncipe inteligente para Luis XIV no se atreve a alejarse ni un poco de su camino, pues sabe que siempre lo están mirando. De aquello se desprende que el Rey Sol está siempre desconfiando de aquellos que lo rodean como un mecanismo de proteger su poder, hay una dualidad en este consejo pues el mismo realza la importancia de “escuchar”, pero siempre desconfiando. En cuanto a los asuntos económicos y las finanzas, Luis XIV en sus memorias realza la importancia de saber gastar pues los regentes deben utilizar con sabiduría los recursos del estado. Como se ratifica en esta cita: “Los soberanos a quienes el cielo ha hecho depositario de la fortuna publica obran indudablemente contra sus deberes cuando disipan la sustancia de sus súbditos en gastos inútiles: pero hacen un daño peor todavía cuando, por una economía inoportuna, se niegan a desembolsar lo que puede servir a la gloria de su nación o la defensa de sus provincias.”38 De la cita anterior se desprende que los constantes gastos militares que Luis XIV hizo a través de su gobierno, los justifica totalmente pues, la dignidad y gloria del Estado es prioridad “por que no lo hace sino para aumentar su gloria, para acrecentar su estado o por hacer el bien a sus súbditos”39 La relación de Luis XIV y la iglesia no carece de contradicciones y ambigüedades. Por un lado Luis XIV habla sobre el “(…) respeto debemos profesar a la religión y a la defensa de sus ministros, en las cosas que principalmente se refiere a su misión, es decir a la celebración de los sagrados misterios y la publicación de la doctrina evangélica” Luis XIV opina que los sacerdotes u “hombres de iglesia” están sujetos a adularse demasiado en las ventajas de su profesión y por esto cree estar obligado a darle a su heredero ciertas explicaciones, sobre la relación de la iglesia y el soberano. Insta al delfín a afirmar su posición de rey y le dice que el soberano de Francia es poseedor absoluto de los bienes tanto seculares como eclesiásticos, y puede hacer uso de estos recursos de acuerdo a 37 38 39
Op.cit, pag.130 Op.cit pag.139 Op.cit pág. 140
la necesidad del estado. Luis XIV le dice a su hijo que no se impresione con los alardes de independencia de la iglesia pues no están exentos a la sujeción del soberano ya que“el evangelio mismo los prescribe mantenerse sumisos”.40 La visión de Luis XIV sobre los Estados Aristocráticos, es bastante critica, ya que piensa que éstos están gobernados por personas mediocres y que en“Estos organismos fundados por tantas cabezas no tienen corazón que pueda ser caldeado por el fuego de las pasiones bellas. La alegría que nace de los hechos honrados, la vergüenza que sigue a las cobardías, el reconocimiento de los beneficios y el recuerdo de los servicios cuando están repartidos entre tantas personas, se debilitan finalmente a tal grado que no producen ya efecto alguno, y solo interés relativo a los particulares, lo mismo que el general del estado, puede dar alguna regla a su conducta”41 El monarca, quien era el centro del sistema, es la personificación de la voluntad de Dios sobre la tierra y quien como tal necesitaba aparecer ante sus súbditos como un Dios, o como un hombre superior en su naturaleza al resto. 42 Es así mismo como se ve Luis XIV sin alardes de pretensión o poder, él esta seguro de que hay un orden establecido para que los elementos de la sociedad francesa del Siglo XVII funcionen: “Cada profesión contribuye, a su manera, al sostenimiento de la monarquía. El labrador suministra con su trabajo el alimento de todo este gran cuerpo; el artesano procura por su industria todas las cosas que sirven por comodidad del público: y el mercader reúne de mil lugares diferentes todo lo que el mundo entero produce de útil o agradable, para procurárselo a cada particular en el momento de cuando lo necesite. Los financieros, al recoger los dineros públicos, sirven para la subsistencia del estado; los jueces, al aplicar las leyes, mantienen la seguridad entre los hombres; y los eclesiásticos, al instruir los pueblos en la religión, atraen las bendiciones del cielo y conservan el sosiego sobre la tierra.43 El papel del monarca
en este orden seria el de “padre común de todas [las
funciones anteriormente descritas, y el rey debe] cuidar de llevarlas todas si es posible a la perfección que les es propia”44. Es decir el rey se asume como el guardián de esta disposición, orden establecido por dios, y que el debe velar por que se mantenga así. Este XIV, LUIS, Memorias, Pag.152 Op.cit pag. 159 42 Feros, Antonio, The Power of the King pág. 1 43 XIV, LUIS, Memorias, Pag.166 44 Op.cit pág. 166 40 41
fundamento del poder y la función del
monarca también es compartido por otras
monarquías como la española. En el sermón predicado en el funeral de Felipe II, el fraile Alonso de Cabrera afirma “El eminente poder que el rey tiene deriva de Dios y es comunicado por Él. Aquellos quienes se resistan y rebelen contra el rey, se resisten a dios y quiebran el orden establecido por Él”45 El soberano era el depositario de todos los poderes, no por causa de su oficio sino por causa de su naturaleza divina.46, es por eso mismo que no llama la atención cuando Luis XIV sostiene que “Por malo que pueda ser un príncipe la rebelión de sus súbditos es siempre infinitamente más criminal. Aquel que ha dado reyes a los hombres quiso que se los respetara como lugartenenientes, reservando para él solo el derecho de examinar su conducta. Su voluntad [la de dios] es que aquel que nace súbdito, obedezca sin discernimiento y esta ley, tan expresa y tan universal, no esta hecha a favor sólo de los príncipes, sino que es saludable para los pueblos mismos (…) No hay en absoluto máxima más fundada por el cristianismo que esta humilde sumisión para con aquellos a quienes les han sido encargados.” En las memorias de Luis XIV, convergen infinidad de ideas y teorías políticas de la época que sustentan al monarca, legitiman su poder, naturaleza y las formas en que mantiene su gobierno. Supuestos que solo hemos logrado desentrañar parcialmente en estas páginas. Este análisis ha servido para desmitificar al rey absolutista visto como un tirano, déspota y caprichoso y verlo como un personaje imbuido con su rol, pues se ve a un hombre comprometido con su deber que es el de “velar por el bien general” y nunca un hombre antojadizo, egoísta o entregados a los placeres cortesanos. Finalmente, pensamos que el reinado de Luis XIV, junto a sus ideologías y prácticas llamadas absolutista, es bastante complejo como para ser resumido en la frase “El estado soy yo”.
“Sermon predicado en el funeral de Felipe II “ en fray Alonso de Cabrera, sermones del maestro Fray alonso de cabrera” extraido de Feros, Antonio, The Power of the King pág. 1 46 Feros, Antonio, The Power of the King pág. 1 45