Dignitas muscae. (La dignidad de la mosca). A lo largo de la historia, nuestros imperios se han preocupado por establecer su poder por medio de la fuerza. Tanto sus ejércitos como su cultura, han arrasado con sociedades, sin el menor respeto de sus raíces populares. Guiados por una sed de gloria, han impuesto sus leyes a cuanto pueblo han sometido. Estados Unidos no ha sido ajeno a este intento de dominio sobre las sociedades aparentemente débiles. Su estilo de vida y su expansión cultural, han ejercido su influencia en todo el planeta. No ha habido lugar alguno en donde sus dólares o sus potentes empresas pasen desapercibidas. A lo largo del siglo pasado, decenas de naciones han tolerado el imperio de su hegemonía. Pero en estos días, parece que un insecto ha permitido poner un límite a la soberbia potencia. El martes, irritado por el revoloteo incesante de una mosca durante una entrevista, el presidente Obama decidió hacer justicia por mano propia. Con una fuerte voz le dijo a la mosca: “Vete de aquí”. Pero el insecto se negó. Entonces, esperó que se posara, alzó la mano y la aplastó. Luego, como si nada hubiese pasado, el presidente preguntó al periodista: “¿De qué estábamos hablando?”. Entonces, después de unos segundos se tomó un tiempo para jactarse de la hazaña diciendo: “Impresionante, ¿no?... Cacé al bicho”. Ante semejante atropello a la dignidad del pobre díptero, la organización de “Personas por un trato ético a los animales” (PETA), le envió un dispositivo que permite a los usuarios atrapar insectos voladores, para liberarlos después. “Estamos en favor de la compasión, incluso para los animales más fastidiosos, pequeños y antipáticos”, dijo Bruce Friedich, portavoz de PETA. “Creemos que la gente, cuando pueda ser compasiva, debe serlo con todos los animales”. Friedrich dijo que su organización está contenta con los antecedentes de votos emitidos por Obama en el senado en favor de los derechos de los animales. Y además recordó que el presidente se ha pronunciado en contra de los maltratos contra al reino animal. Al parecer, el poder de nuestra potencia imperialista, puede darse el lujo de invadir al país que se le antoje, someter a tortura a cualquier individuo o masacrar a cualquier pueblo que quiera hacerle sombra. Pero resulta incapaz frente a la supremacía de una mosca. Tal vez sea porque la mosca tenga mayor dignidad que un afgano, un vietnamita o un iraquí. Será porque la mosca no cree en Alá o logró filtrase sin que la CIA logre restringirle su entrada. Es posible que sea una enviada de alguna célula terrorista que estaba perpetrando un magnicidio. Tal vez será que las moscas tienen una mayor dignidad que los niños por nacer, los hispanos sin trabajo o los condenados a pena de muerte. Sin embargo, supongo que nos estamos encontrando frente a una sociedad hipócrita. Nos estamos topando con un país que mata a sus niños en el seno materno o a los bárbaros en sus países; pero perdona a las moscas que nacen en su territorio. ¿Será que semejante potencia no se anima a enfrenarse con los depredadores que matan miles de focas y ballenas, puesto que lo hacen en nombre del capitalismo? ¿Es que aún no quieren limitar el calentamiento global que derrite los polos y destruye la capa de ozono? ¿Será que una mosca vale más que un oso polar o un pobre habitante cercano a los polos, que ve calcinar su piel por los rayos del sol? ¿Será que nuestros países incultos son un reino de bestias sanguinarias, que matan a sus insectos, pero confían en sus ciudadanos? Tal vez las madres de nuestra nación, sean unas viles asesinas que atacan a las pulgas, piojos o garrapatas que intentan abusar de sus niños. Tal vez debamos imitar los países desarrollados promoviendo las leyes del aborto, la eutanasia y la pena de muerte. Tal vez la civilización y el desarrollo dependen más de la defensa de los derechos de los animales que del respeto a la dignidad humana.
Es posible que este golpe mortal que ha padecido el pobre insecto, no sea más que un mensaje para los países pequeños. Tal vez sea sólo un aviso, para quienes buscan oponerse al despliegue mediático del imperio. Aunque hacerlos desaparecer del mapa no resultará algo tan sencillo de alcanzar con un simple manotazo. En estos casos tal vez sólo baste con presionar un botón, para generar un colapso atómico. En nuestros pobres países subdesarrollados se ve por todos lados la difusión del mosquito del dengue, las ratas con peste bubónica o hantavirus y las vinchucas portadora del mal de Chagas. ¿Será que debemos respetar la dignidad de estas nobles plagas? Mientras en nuestro país los mosquitos matan a los niños en la calle o en Bangladeh los tigres se devoran a los ciudadanos; en el país del Norte matar una mosca genera un escándalo de proporciones universales. Es de esperar que muy pronto nuestras asociaciones de derechos humanos le hagan juicio a nuestro querido Obama por mosquicidio. Es posible que los antiimperialistas salgan en defensa del noble insecto. Pero la verdad es que detrás de esa mosca se esconden millones de Gregorio Samsa. Me refiero a aquél célebre personaje de la metamorfosis de Kafka que se “despertó aquella mañana, luego de un sueño agitado y se encontró en su cama convertido en un insecto monstruoso”.1 Detrás de la simple imagen de un insecto, se esconde el dolor de miles de seres humanos que han sido víctimas de los excesos del imperio. Así como la mosca le resultó algo trivial y prescindible; para la fastuosa superpotencia, hay millones de ciudadanos que parecen no tener dignidad alguna. Ellos pueden ser los que no pertenecen a nuestra sociedad occidental y cristiana, quienes son de una etnia distinta, quienes buscan una oportunidad laboral, quienes tiene la desgracia de tener exceso de petróleo en su subsuelo o quienes están esperando la oportunidad de nacer. Es de esperar que el decadente imperio, no sólo preste atención a sus moscas, sino también a los millones de seres humanos que sólo reclaman por el respeto de su dignidad. Horacio Hernández. http://horaciohernandez.blogspot.com/
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Kafka, La metamorfosis, Cáp. I.