Guia No 28 Tercera Semana Ii Lava

  • Uploaded by: Jesus María Pastoral Argentina Uruguay Jesus Maria
  • 0
  • 0
  • October 2019
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Guia No 28 Tercera Semana Ii Lava as PDF for free.

More details

  • Words: 3,144
  • Pages: 7
GUÍA No 28 TERCERA SEMANA (II) EL LAVATORIO EN SAN JUAN AGONIA EN EL HUERTO JESUS ES LLEVADO A CASA DE ANAS Y DE CAIFAS

REFLEXIONES PREVIAS Después de la transición de la Cena, en la que el Señor anticipa proféticamente, a través de gestos y palabras, su entrega al hombre, que realizará definitivamente sobre la cruz1, comienza en firme la tercera Semana que contemplaremos recorriendo «el camino pascual del Señor». El P. Kolvenbach en sus reflexiones sobre La Pasión según San Ignacio, observa que la oración no se desplaza ya de la contemplación de un misterio a otro, como en la segunda Semana. Tampoco retiene Ignacio ninguna de las indicaciones de tiempo que jalonan los relatos evangélicos. No menciona el “atardecer” de la cena, por ejemplo, ni la “noche” de la traición, ni el “día” del sábado. Más bien quiere subrayar la duración del sufrimiento de Jesús. «La Pasión del Señor -escribe- se mueve fuera de la cronología, en el eterno presente de Dios, en el hoy divino». San Ignacio propone las contemplaciones en forma de un itinerario, de un continuo movimiento: «desde... hasta...» es el recorrido de cada ejercicio, marcando así un camino que debemos recorrer con Jesús. Este camino no se inicia propiamente en la Cena. Es un sendero de trabajos y fatigas y dolores que tiene su comienzo «desde el punto que nasció hasta el misterio en que al presente me hallo» (EE 206; cf 116, tercer punto del Nacimiento). Para los siguientes ejercicios, la primera nota del texto dice que se ha de tener la misma forma de proceder, por los puntos y coloquios que se indicaron para la contemplación de la Cena, que da una pauta para toda la pasión. En esta Guía ofrecemos: 1) Repetición de la Cena, concretamente del lavatorio (según Juan, c.13), para completar las consideraciones de la Guía No. 27 2) Desde la Cena al huerto inclusive (EE 200-204 y 290) 3) Desde el huerto hasta las casas de Anás y Caifás (EE 208,291 y 292)

1

Cf MARTINI, CARLO MARIA, S.J., Ritrovare se Stessi, Edizioni Piemme, 1996, p.204.

FIN QUE SE PRETENDE «Considerar lo que Cristo nuestro Señor padece en la humanidad o quiere padecer». Se busca «comenzar con mucha fuerza y esforzarme a doler, tristar y llorar», trabajando por los puntos propuestos (EE 195), mientras imploramos la gracia de entrar en comunión con el Señor que por nosotros va a la pasión. Debemos, sin embargo, aceptar que Jesús nos conceda participar en su pasión de la manera como el Espíritu nos quiera mover. Hay bien variadas maneras de vivir la tercera Semana. La consolación para algunos será una intensa compasión y amor, con cálidos afectos, lágrimas y efusión de mociones interiores. Otros experimentarán más intensamente pena, vergüenza y confusión, reviviendo sentimientos de la primera Semana. A veces nos podremos sentir completamente secos, confundidos y desconcertados, pero es también una manera de acompañar a Jesús en su agonía y soledad; y tendremos entonces que distinguir bien entre consolación y desolación y vencer la tentación de abreviar el tiempo destinado a la oración o de cambiar la materia. GRACIA QUE SE QUIERE ALCANZAR «Demandar lo que quiero; lo cual es propio de demandar en la pasión: dolor con Cristo doloroso, quebranto, lágrimas, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí» (EE 203). Para la contemplación del huerto, pedir gracia de implicamos existencialmente en la actitud y el contenido de la oración de Jesús, como búsqueda y aceptación amorosa de la voluntad de su Padre y lucha para no obstaculizar su proyecto salvífico. TEXTO IGNACIANO •Repetición de la Cena Anotamos anteriormente que San Ignacio, al intercalar el lavatorio en la contemplación de la Cena según Mateo, tomándolo de Juan, pretendía presentar un ejemplo de humildad y que con este cambio se opacaba el significado principal de este gesto en la presentación que hace Juan. Por eso parece conveniente proponer una repetición de la Cena con el texto de su evangelio (c. 13). Juan destaca el momento en que Jesús, «sabiendo que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad», lo entrega todo, demostrando a los suyos su amor hasta el extremo. Es un momento de recapitulación en el que dirige todo hacia su Padre, precisamente por su entrega, que anticipa en la Eucaristía. Después va a pedir a sus discípulos: «hagan esto en memoria mía»: ser cuerpo entregado, ser sangre derramada por todos. Comulguen: identifíquense con esto. Algunos hablan de dos partes de la pasión: la pasión “privada”, sacramental, y la pasión “pública”, física. Estamos aquí en la pasión sacramental. Esto a Juan le parece

sumamente importante y lo presenta con especial solemnidad. Los capítulos siguientes, del 13 al 17, no son la “conclusión”, sino el corazón mismo de la vida cristiana. Contienen toda la pasión, no solo el comienzo de ella. Jesús está ya sepultado, es pan compartido, sangre bebida; se ha despojado de sus vestidos, ha dado su vida antes de que lo arresten. Porque la Cena para Juan es la celebración de la libertad de Jesús. «El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre.» (Jn 10, 17-18). Juan enfatiza en el prólogo del capítulo que Jesús es consciente de que ha llegado su hora. Categoría literaria y teológica hacia lo que todo tiende en su evangelio. Es la hora del amor hasta el fin. El momento más fuerte para mirar lo que “hace” Jesús. Y esta Hora del Amor hasta el extremo es expresada por el gesto de lavar los pies, como esclavo. Los verbos que usa el evangelista, de quitarse el manto y volvérselo a poner, son los mismos del texto de dejar la vida para recobrarla de nuevo. Antes, el evangelista había introducido otro tema: «el que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán en el día último. Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar » (12, 48-49). Esto es lo que le pasa a Pedro cuando no quiere admitir que Jesús le lave los pies. Jesús le dice: «si no te los lavo, no podrás ser de los míos». Si Pedro no entra en esa economía del Mesías servidor, de la comunidad de iguales que se lavan mutuamente los pies, será excluido de la compañía de Jesús. Lavar los pies, para Juan, no es tanto un ejemplo de humildad, sino de glorificación. Es una teofanía. El que ha visto a Jesús lavando los pies, ha visto al Padre. Ahí es donde el Padre se muestra más claro. ¡Teniendo todo el poder de Dios en sus manos, lo que hace Jesús es lavar los pies de sus discípulos! Es la manera de revelar al Padre y la más grande teofanía: la gloria del Amor es la gloria de Dios. Por eso, el lavatorio de los pies toma en Juan el lugar de la Eucaristía, cuyo contenido es darse a sí mismo. Se quitó sus vestidos: dio su vida. ¿Se esconde entonces la divinidad? No, para Juan. Al contrario, aparece más claramente que en ninguna parte. La máxima revelación del Nuevo Testamento es que la pasión es la gloria de Dios y su sabiduría secreta (cf Co l), la plenitud de amor y de lealtad. El mundo no puede comprenderlo. Es la diferencia entre los dos Testamentos. Nuestra elección, aquí, se confrontará con esta sabiduría, según la cual, la pasión por amor es gloria. Darse libremente es lo que Dios hace; así se manifiesta el esplendor de su amor. Debemos considerar la Cena como algo que al final de la vida de Jesús rubrica todo su modo de proceder. Hay que entenderla en el contexto de las comidas de Jesús con los pecadores y los pobres, que expresaban la acogida del Padre a sus hijos, hermanos reunidos en tomo a la mesa común para compartir juntos pan y vida. No es un rito ni un culto lo que celebran. Es un sacramento, un símbolo, en el que se da una presencia de lo simbolizado. Cuando Jesús lava los pies a sus discípulos, no realiza un gesto de purificación, expresa toda su vida de entrega y de servicio humilde a la humanidad y enseña a los suyos cómo hay que cumplir su mandamiento de amarse mutuamente como él nos ama. Y para hacerlos capaces de realizar esta manera de amar, les comunica la fuerza de la Eucaristía, en la que comparte su Espíritu.

•Misterios de la cena al huerto (EE. 200-204 y 290) Es el momento más oscuro para Jesús y sus seguidores. Considerar cómo la divinidad se esconde. Es un hombre el que sufre. ¿Vale la pena lo que se le viene encima? Tentación de que Dios se manifieste, que intervenga en este momento. - Jesús: «oró tres veces diciendo: «Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú». A lo largo de su ministerio Jesús había insistido en que no había venido a realizar su propio proyecto, un designio personal, sino el proyecto y la voluntad del Padre. «Yo no he bajado del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado. Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite en el día último. Porque la voluntad de mi Padre es que todos los que miran al Hijo de Dios y creen en él, tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día último» (Jn 6, 38-40); su voluntad es que todos «tengan vida en abundancia» (Jn 10, 10). Ahora, en la terrible tensión de su agonía, «vino en tanto temor que decía: “triste está mi ánima hasta la muerte”; y sudó sangre tan copiosa que dice San Lucas: “su sudor era como gotas de sangre que corrían en tierra”, lo cual ya supone las vestiduras estar llenas de sangre» (EE 290, 4). Observar el cuidado de San Ignacio de que el ejercitante atienda a los menores detalles, para “hacerse presente” al misterio que contempla. En medio de esta angustia, la actitud de Jesús frente al Padre prevalece: no se haga mi proyecto, sino el tuyo, la realización de tu Reino, aunque por juicio del mundo yo tenga que beber este trago. No podemos pensar que el Padre quería o exigía la muerte de Jesús para reparar la ofensa del pecado y dar la salvación a los hombres. Eso está en contradicción con el Dios que predica Jesús. Precisamente en la parábola de la viña y los trabajadores, Jesús presenta al dueño haciendo un último esfuerzo: «por fin el dueño del terreno dijo: “¿Qué haré? Mandaré a mi hijo querido; tal vez lo respetarán”» (Lc 20, 13). La presencia del ángel que lo anima muestra la solidaridad del Padre que así lo acompaña, sin suprimirle el dolor: «mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte; y por su obediencia, Dios lo escuchó. Así que Cristo, a pesar de ser Hijo, sufriendo aprendió lo que es la obediencia; y al perfeccionarse de esa manera, llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen» (Heb. 5, 7-9). San Ignacio hace considerar que: «estando en agonía oraba más prolijamente; y «en esto se le apareció un ángel del cielo, para darle fuerzas» (Lc. 22, 43). Esto nos recuerda los consejos que da en las reglas para discreción de espíritus: «en tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente…» (EE 318). Jesús, en medio de su lucha, ratifica su ofrenda al Padre, y al entrarle la angustia se pone a orar con más insistencia: «mucho aprovecha instar en la oración». El ángel entonces viene a confortarlo: «y piense que será presto consolado». Es oportuno aquí releer esas reglas de discreción (EE 313-336).

- Los discípulos: están «llenos de miedo», observa el texto. Levantándose de la oración, Jesús va a buscarlos y los encuentra dormidos. No han podido velar ni una hora con él. San Ignacio llama la atención sobre este punto: «despertó a sus tres discípulos». Nos hace ver a «Judas dándole la paz», a Pedro «derrocando la oreja a Malco, y Cristo poniéndosela en su lugar» (EE 201). Contemplar también el prendimiento, que el texto presenta con estas palabras: «seyendo preso como malhechor, le llevan el valle abajo y después la cuesta arriba para la casa de Anás» (EE 201). •Los misterios desde el huerto hasta las casas de Anás y de Caifás (EE 208 y 291-292) Jesús es sometido a un doble juicio religioso-político. El Reino de Dios que anuncia es cuestionado en sus dos aspectos: 1) el rostro de Dios como Padre, que no corresponde a la imagen de Dios que tienen las autoridades religiosas; 2) el reino, que denuncia y amenaza a los poderes políticos de este mundo. Jesús se va a proclamar valientemente como Hijo, ante el tribunal religioso y como verdadero Rey, ante el tribunal civil. «Desde el punto de vista religioso, los que condenan son las máximas autoridades del pueblo judío. En ellos se ha ido acentuando gradualmente el proceso de rechazo a Jesús. San Juan, con una frase, describe este proceso: «cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz» (Jn 3, 19). La luz son los milagros, la obra y doctrina de Jesús; pero se vuelven tinieblas cuando son interpretados como obra del demonio, porque no se quieren dejar las tradiciones: el descanso sabático y todo el sistema que aseguraba a escribas y fariseos un lugar privilegiado en la sociedad. El mecanismo de rechazo a la luz se perpetúa hoy, cuando se descalifica al profeta y no se escucha su mensaje»2. Recordemos las indicaciones del texto para la contemplación: «Desde el huerto hasta la casa de Anás» (EE 291): - El prendimiento: «el Señor se deja besar de Judas, y prender como ladrón». El primer punto se detiene a oír la queja de Jesús: «como a ladrón me habéis salido a prender con palos y armas, cuando cada día estaba con vosotros enseñando y no me prendistes». Los enemigos caen en tierra a la pregunta de Jesús: «¿A quién buscáis?» - «San Pedro hirió a un siervo del pontífice, al cual el mansueto Señor dice: “toma tu espada en su lugar” y sanó la herida del siervo» - «Desamparado de sus discípulos, es llevado a Anás. San Pedro que lo seguía desde lejos, lo negó una vez» - «A Cristo le fue dada una bofetada, diciéndole: “¿Así respondes al pontífice?”». Observemos otra característica de la Pasión según San Ignacio, indicada por el P. General: 2

Cf ANTONCIH, RICARDO, S:J., «Cuando recen digan Padre nuestro», Centro Loyola, Lima, 1989, p. 170.

«Más importante es el desplazamiento, en la figura de Cristo, de una actividad creadora desbordante en la Segunda Semana a la sufrida pasividad que caracteriza la Tercera. Los dieciséis misterios de la vida pública de Cristo (273-288) escogidos por Ignacio para las contemplaciones de la Segunda Semana manifiestan la gloria de Dios: cinco misterios revelan al Hijo de Dios, cinco ponen de relieve su milagrosa acción divina, dos significan el poder del Señor sobre el pecado, dos misterios se refieren a su doctrina y dos llaman a los apóstoles a seguirle. Es el icono del Pantocrátor, que se ilumina, y, en su camino, las penas casi no existen; la pasión nunca es anunciada, y sólo, precisamente en el último misterio de la Segunda Semana, se atisba una cierta oposición a Jesús: «porque no había quien le rescibiese en Jerusalem» (288). La Tercera Semana marca un cambio brusco de perspectiva, a partir del misterio del huerto: una febril actividad rodea a Jesús en el camino de la cruz. Pero en el texto ignaciano, y hasta el momento de la resurrección, este «mansueto Señor» (291) es invariablemente o el sujeto gramatical de un verbo en pasiva: «es llevado a Anás» (291), o, con más frecuencia, el complemento gramatical directo de un verbo en activa: «lo sacó fuera» (295). Es decir, son los demás los que trazan el inexorable camino que conduce a la cruz…»3.

«Desde la casa de Anás hasta la casa de Caifás» (EE 292) «Lo llevan atado desde casa de Anás a casa de Caifás, adonde Pedro lo negó dos veces. Y mirado del Señor, saliendo fuera lloró amargamente» - «Estuvo Jesús toda aquella noche atado» -«Los que lo tenían preso se burlaban de él, y le herían, y le cubrían la cara, y le daban bofetadas; y le preguntaban: “Prophetiza nobis quién es el que te hirió”» FUENTES DE ORACION PARA LA SEMANA Textos bíblicos Mt 26, 36-46; Mc 14, 32-42; Lc 22, 39-46: la oración en el huerto Mt 26, 47-56; Mc 14, 43-50; Lc 22, 47-53; Jn 18, 3-13: el arresto Mt 26, 57-68; Mc 14, 53-65; Lc 22, 54-55 y63-71; Jn 18, 12-14 y 19-24: ante el Consejo Mt 26, 69-75; Mc 14 66-72; Lc 22 56-62; Jn 18, 15-18 y 25-27: negaciones de Pedro

Textos de la Compañía Alocución final del P. General en la Congregación de Provinciales, Loyola, 26 de septiembre de 1990: VII. Sobre la celebración cotidiana de la Eucaristía. En Información S.J., 22, noviembre-diciembre 1990; pp. 199-202. Coloquios del P. Arrupe con el Señor, sobre la Eucaristía. En «La Identidad del Jesuita en nuestros tiempos». pp. 549-554; sobre la vida sacramental y el espíritu de fe, en 3

KOLVENBACH, PETER-HANS, S.J., La Pasión según San Ignacio, Decir…al “indecible”, Colección MANRESA, 20, Mensajero-Sal Terrae, p.95.

«La identidad del jesuita...», pp. 287-290. Discurso del P. Arrupe en el Congreso Eucarístico de Filadelfia: Eucaristía y hambre en el mundo, 2, VIII, 1976; Hambre de pan y de Evangelio, en el mismo Congreso, 4, VIII, 1976. Se encuentran en «La Iglesia de hoy y del futuro», Ediciones Mensajero Sal Terrae, 1982, pp.381-388 y 389-404. SUGERENCIA PARA DISTRIBUIR LA SEMANA 1) El lavatorio, con el capítulo 13 de Juan 2) La agonía en el huerto 3) El prendimiento 4) Las negaciones de Pedro 5) El juicio religioso: en Casa de Anás y Caifás 6) Repetición de todos los pasos desde la Cena hasta que lo llevan a Pilato; o traer los sentidos sobre la misma materia (EE 290-292). Ver Anexo No. 11: La Pasión según San Ignacio, del P. Kolvenbach.

Related Documents


More Documents from "stefany"

Enrique Dussel
October 2019 64
Curso_tv_chinas
May 2020 22
Cartas Del Tarot.
June 2020 27
Rec 4
November 2019 57