Fundamentos aristotélicos en la crítica a las lenguas mexicanas y la defensa de Francisco Xavier Clavigero Luis Ricardo Herrera Manjarrez
[email protected] El presente ensayo tiene como propósito hacer un pequeño recorrido histórico de un tipo de pensamiento originado en Aristóteles que justifica la esclavitud con base en las disposiciones racionales y anímicas de las personas. Este argumento permanece mutatis mutandis en muchos pensadores del siglo XVIII y parece estar de fondo en varios autores que o justificaron la conquista o denigraron a los pobladores nativos de América al considerarlos inferiores cultural e intelectualmente. En el ensayo voy a centrarme en las críticas europeas al idioma mexicano y por ello revisaré algunas argumentaciones y contra argumentaciones que hace Francisco Xavier Clavigero en defensa de la lengua indios para evidenciar la ignorancia y prepotencia con la que fue tratado el nativo mexicano por muchos pensadores.
Aristóteles: Aunque el pensamiento de Aristóteles sea considerado un tesoro de la inteligencia humana y haya sido modelo y guía para el desarrollo de la ciencia, la lógica y el sentido común; también posee un lado no tan luminoso: el estagirita defendía y justificaba la existencia de esclavos. De acuerdo con él, el esclavo es aquel ser humano que no se pertenecía así mismo sino a otro.1 Y, más importante aun, hay hombres que nacieron para gobernar y otros para obedecer;2 tal es el caso de las mujeres y los bárbaros pues carecen del “elemento gobernante por naturaleza”. 3 El esclavo por naturaleza es aquel que en su propia constitución —cuerpo y alma— posee un desorden, es decir, el cuerpo impera sobre el alma. Esclavo es aquel que es dominado por sus impulsos corporales y aquel cuyo apetito manda sobre la inteligencia.4 Por esta diferencia entre disposiciones —regidos por el alma y regidos 1 “Cuál es la naturaleza del esclavo y cuál su facultad resulta claro de lo expuesto; el que, siendo hombre, no se pertenece por naturaleza a sí mismo, sino a otro, que es por naturaleza esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo hombre, es una posesión.” (Política, 1254a.) 2“Mandar y obedecer no sólo son cosas necesarias, sino también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar.” (Política, 1254a.) 3 Política, 1252b. 4 “El ser vivo está constituido, en primer lugar, de alma y cuerpo, de los cuales uno manda por naturaleza y el otro es mandado. […] Hay que observar al hombre que está mejor dispuesto en cuerpo y en alma, en el cual esto resulta evidente. Ya que en los malvados o de comportamiento malvado, el cuerpo parece muchas veces mandar en el alma, por su disposición vil y contra naturaleza. Es posible entonces, como decimos, observar en el ser vivo el dominio señorial y el político, pues el alma ejerce
por el cuerpo— es que hay hombres que naturalmente están al mando de otros.5 Pues, aunque ambos tengan razón, en un caso ésta domina y en el otro puede percibir la de los demás, pero no tiene la voz cantante en su constitución interna. Y, por ese mismo motivo, les conviene a éstos últimos ser dominados por los primeros pues así es mejor para ellos, para el que manda y para la comunidad en general. 6 Grosso modo esta es la posición aristotélica acerca de la esclavitud. Así, bajo los argumentos de imperio de la razón y dominio sobre el cuerpo es como un hombre es por naturaleza esclavo o no.
Ginés de Sepúlveda: Siglos después, durante la colonia española, muchos pensadores recuperaron mutatis mutandis la argumentación aristotélica, ya sea para describir o defender su postura de dominio sobre los indios. Ginés de Sepúlveda (1494-1573), sacerdote y jurista español, famoso por su defensa a la inferioridad natural de los indios, se subió al andamiaje aristotélico para juzgar y criticar a los nativos del nuevo mundo. Para él, los “hombrecillos” poseen servidumbre natural debido principalmente a dos motivos: torpeza de entendimiento y por sus costumbres inhumanas. Son faltos de razón pues carecen de cultura, ciencia, historia y de leyes escritas; y son inhumanos pues son antropófagos, sacrifican a otros humanos y tienen cultos impíos a ídolos. Los indios “hombrecillos” poseen servidumbre natural debido principalmente a dos motivos: torpeza de entendimiento y por sus costumbres inhumanas. Son faltos de razón pues carecen de cultura, ciencia, historia y de leyes escrita; son inhumanos pues son antropófagos, sacrifican otros humanos y tienen cultos impíos a ídolos. Además, al igual que Aristóteles, sostiene que la esclavitud recae en los necios — faltos de razón o dominados por sus impulsos— y que les conviene a éstos estar al servicio de los mejor capacitados —aquellos cuya alma tiene señorío sobre sus cuerpos—. “El que es necio servirá al sabio. Tales son las gentes bárbaras e inhumanas, (…) Y será siempre justo y conforme al derecho natural que sobre el cuerpo un dominio señorial y la inteligencia sobre el apetito un dominio político y regio. En ellos resulta evidente que es conforme a la naturaleza y conveniente para el cuerpo ser regido por el alma, y la parte afectiva ser gobernada por la inteligencia y la parte dotada de razón, mientras que su igualdad o la inversión de su reacción es perjudicial para todos.” (Aristóteles, Política, 1254b) 5 “Es esclavo por naturaleza el que puede ser de otro (por eso precisamente es de otro) y el que participa de la razón tanto como para percibirla, pero no para poseerla.” (Aristóteles, Política, 1254b) 6 “Está claro que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el ser esclavos es conveniente y justo.” (Aristóteles, Política, 1254b)
tales gentes se sometan al imperio de príncipes y naciones más cultas y humanas”7 Ginés de Sepúlveda toma la argumentación aristotélica con el añadido escolástico del derecho natural para justificar el imperio español sobre los indios. Mientras que el estagirita argumentó que los esclavos carecían de señorío de la razón y por eso era “justo que los helenos manden sobre los bárbaros” 8, Sepúlveda añade que los indios, como consecuencia de su inferioridad intelectual, carecen de cultura y cometen actos atroces que es mejor evitar mediante el dominio sobre ellos y de paso exalta su nacionalidad española: “¨[…]con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles”.9 Ginés de Sepúlveda no habla expresamente sobre el idioma de los nativos aunque es absurdo pensar que echaría flores sobre él. Es de esperarse que la lengua, al ser reflejo y base de la cultura, sea igualmente flaca y aberrante como él creía que era la cultura de los indios. Sepúlveda es relevante para esta investigación pues deja ver un poco la cosmovisión que se tenía con respecto a la colonia y que muchos otros, directa o indirectamente sostendrán sobre el nuevo mundo.
Cornelius de Pauw: Pauw es un personaje curioso porque fue considerado uno de los más grandes especialistas del Nuevo Mundo aun a pesar de jamás haberlo conocido. Pauw vivió de 1739 a 1799, fue un filósofo, geógrafo y diplomático holandés que residía en la corte de Federico el grande en Prusia. Pauw era un claro anti-americanista pues creía que el nuevo continente era prácticamente un lugar de podredumbre y depravación. Por ello, sus críticas van desde el clima hasta la biología del continente, aunque aquí solo voy a centrarme en su crítica al idioma mexicano. Los americanos no saben contar hasta veinte sin utilizar continuamente signos materiales o representativos para suplir las ideas de valor (…) La dificultad no se refiere a la falta de palabras sino a la falta de conceptos; y es claro de que, si los bárbaros hubieran tenido nociones precisas de Ginés de Sepúlveda, (Sepúlveda, 1941) (Armelia, 2014), pp. 101-102 Política, 1252b. 9 Ginés de Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, pp. 101-102) 7 8
valores numerales, hubieran inventado términos para expresarlos, igual que nosotros.10 Lo que Pauw deja ver aquí es que consideraba que los nativos no tenían capacidad de abstracción, por ello sus nociones numerales eran extraídas directamente de las intuiciones de las cosas y no del cálculo matemático. Pareciera que para él, el americano era incapaz de despegar la vista de las cosas y pensar a éstas en su esencia y con ello extraer conclusiones más elevadas y abstractas. Esto mismo se refleja en el siguiente apartado: Tiempo…duración, espacio, ser, sustancia, materia, cuerpo, Todas estas palabras y otras muchas no tienen voces equivalentes en sus lenguas, y no sólo los nombres de los seres metafísicos, pero ni aun de los seres mortales, pueden explicarse por ellos sino impropiamente y por largos circunloquios.11 Esta crítica, al operar sobre conceptos fundamentales de la filosofía y la ciencia evidencia que según Pauw, el lenguaje, y con ello el pensamiento mexicano, era una simple descripción de hechos sensibles y no un acercamiento científico y abstracto. El hecho de que haya escrito que la lengua mexicana necesitaba de grandes circunloquios y que erraba en muchos improperios es signo de que ésta estaba incapacitada para acceder a la naturaleza o esencia de las cosas. El pensamiento mexicano debió versar, de acuerdo con Pauw, en meras apariencias, pero jamás en las cosas en sí mismas. Esto mismo también es signo de la inferioridad intelectual de los nativos pues su razón no podía hacer ratio de las cosas. Por otro lado, y tal y como escribí arriba, Pauw no solo consideraba como deficientes a las criaturas del Nuevo Mundo sino perversas. Los animales no sólo eran menos perfectos sino aborrecibles y claramente eso se extendía a los seres humanos: (…) los órganos de los americanos eran toscos y su lengua bárbara (…) véase la lista de sus animales, y sus nombres son tan difíciles de pronunciar que es de admirar haya habido europeos que se hayan tomado el trabajo de escribirlos.12
Cornelio de Pauw, Recherches philosophiques sur les Américaines […] (Traducción de Dorothy Tanck de Estrada) p. 137. 11 Íbidem, pp. 157-158. 12 Íbidem, p.171. 10
Seguramente los nombres transcritos que Pauw recibió eran resultado de una mala escucha de la lengua, pereza por encontrar su fonética y una exageración en su dificultad por parte de los relatores. Más allá de que fuese difícil de pronunciar para los europeos y de su ausencia de vocablos científicos y filosóficos, la lengua mexicana, que carecía de capacidad para penetrar las cosas del mundo, tenía el principal problema de no ser un vehículo capaz de transmitir la verdad y sabiduría de la religión católica. Si una lengua, de acuerdo con Pauw, no podía transmitir el evangelio y los conocimientos de la salvación era una lengua inservible y por extensión propia de una cultura inferior y sin virtudes humanas. Esto último también fue considerado por el clero local y en 1769 cuando el obispo Francisco Fabián y Fuero publicó un edicto para la diócesis de Puebla en la que mandaba a los curas a explicar en castellano a los indios la doctrina cristiana. A continuación, transcribo un extracto de la cédula de 1754: (…) habiéndose hecho particular examen, sobre si aun en la más perfecta lengua de los indios se pueden explicar bien y con propiedad los misterios de nuestra santa fe católica se han reconocido que no es posible sin cometer grandes disonancias e imperfecciones.13 En general había un rechazo hacia la lengua náhuatl ya que se creía que esta solamente podía reflejar el imaginario mexicano y por ende siempre resultaría impropia una traducción de la sagrada escritura a esta lengua. Sin embargo, con el pasar del tiempo la necesidad de destruir la lengua mexicana dejaría de tener como motivo la correcta transmisión del conocimiento divino y pasaría a ser más bien un motivo político tal y como Carlos III dejó ver en una Cédula Real de 1770 para toda la América y las Filipinas en donde escribió lo siguiente: Se debe extender y hacer único y universal en los mismos dominios, por ser el propio de los monarcas y conquistadores, para facilitar la administración y pasto espiritual a los naturales y que éstos puedan ser entendidos de los superiores, tomen amor a la nación conquistadora, destierren la idolatría, se civilicen para el trato y el comercio … y toda la tierra podría gobernarse con más facilidad. A pesar de que el rechazo por la lengua adquirió motivos políticos, Clavigero escribió desde su exilio una defensa de tono más intelectual que político. Sin embargo, parece que lo que siempre estuvo detrás de los motivos de los detractores Richard Konetzke, Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica, 1493-1810, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1962, vol. 3, tomo I, pp. 269-270. 13
fue el ansia de conquista, más allá de genuinamente defender una deficiencia de la lengua y cultura mexicana, por ello muchos grandes críticos, como el mismísimo Pauw jamás visitaron América y sin embargo despotricaron contra ella.
Francisco Xavier Clavigero: La Historia Antigua de México de Francisco Xavier Clavigero es una obra importantísima para la identidad mexicana. En ella se reúnen muchos aspectos filológicos, económicos, filológicos y etnográficos —por decir algunos— más allá de la simple narración de acontecimientos históricos. Su obra, a diferencia de la de muchos críticos de los mexicanos, está nutrida de experiencias directas con los indios y con un conocimiento de causa real. Clavigero se ensaña especialmente con Pauw pues sus críticas quizás sean las más exageradas y falsas que haya leído o por la altanería de haber despotricado contra un mundo que jamás conoció.14 Pauw quiere persuadir al mundo que en América la naturaleza ha degenerado enteramente en los elementos, las plantas, los animales y los hombres… Todos los propios de América son más pequeños, más deformas y más débiles, más cobardes y más estúpidos que los del Antiguo Mundo, y los que se trasladaron a ella de otra parte, inmediatamente degeneraron, así como todas las plantas de Europa trasplantadas a América.15 Tal y como escribí más arriba, Pauw concebía el descubrimiento de América como un hecho horrido pues en esta la creación había degenerado y todo lo que allí había era una desviación del mundo europeo; correcto y cercano al deber ser. Clavigero, por su parte, contra argumenta muchas de las críticas que hace Pauw, tal y como la de que los mexicanos carecían de vocablo para significar un número mayor a 20. Los mexicanos contaban antiguamente por xiquipili, así las almendras de cacao de su comercio como sus tropas en ña guerra; que xiquipili valía ocho mil, y así para decir que un ejército se componía, por ejemplo, de cuarenta mil hombres, decía que tenía cinco xiquipili.
“Cualquiera que lea estas decisiones magistrales de Pauw, se persuadirá sin duda que decide así después de haber viajado por toda la América, de haber tratado con todas aquellas naciones y haber examinado todas sus lenguas. Pero no es así. Pauw, sin salir de su gabinete de Berlín, sabe las cosas de América mejor que los mismos americanos, y en el conocimiento de aquellas lenguas excede a los que las hablan.” Clavigero, Historia antigua de México, p. 544. 15 Íbid. pp. 422-423. 14
(…) Yo sabía, finalmente, que los mexicanos tenían voces numerales para significar cuantos millares y millones querían; pero Pauw sabe todo lo contrario y no hay duda que lo sabrá mejor que yo, porque tuve la desgracia de nacer bajo un clima menos favorable a las operaciones intelectuales.16 Y, siguiendo a Pauw, si ni siquiera había un término que enunciara un número mayor a 20 ¿por qué lo habría de nociones tan complejas y profundas como las necesarias para comprender la revelación? Clavigero, para exponer el absurdo del holandés escribe que la lengua mexicana ya posee entre sus textos traducidos a los evangelios, los Proverbios de Salomón e incluso un libro teológico sobre Cristo. 17 Estas mismas críticas fueron tenidas en el siglo XVI por el Padre José de Acosta quien escribió una Historia natural y moral de las indias en donde, según él, las lenguas americanas carecían un vocablo para Dios.18 Sin embargo, Clavigero le contestó con el mismo argumento tanto a Acosta como a Pauw: “[…] por otra parte, tan docto y tan exacto, no tuvo inteligencia alguna de la lengua mexicana; porque a tenerla sabría que lo mismo mismísimo significa el Teotl de los mexicanos que el Theós de los griegos y el Dios de los españoles, y que la causa de haber introducido en la lengua mexicana aquella palabra española no fue porque hubiese necesidad de ella, sino por la escrupulosa timidez de los primeros historiadores, que, como quemaron las pinturas históricas de los mexicanos por recelo que tuvieron de su superstición…así desecharon la voz mexicana teotl, porque había servido a la significación de los falsos dioses que adoraban. […] en efecto, muchos autores juiciosos de los que han escrito después en mexicano han usado sin escrúpulo del teotl… Los más altos misterios de Ibíd, p. 544. “La excesiva abundancia de semejantes voces ha sido la causa de haberse expuesto sin gran dificultad en la lengua mexicana los más altos misterios de la religión cristiana y haberse traducido en ella…los Proverbios de Salomón y los Evangelios, los cuales, así como la Imitación de Cristo de Tomás Kempis…no pueden ciertamente traducirse a aquellas lenguas que son escasas en términos significativos de cosas morales y metafísicas” Clavigero, Historia antigua, p. 544. 18 “[Los indios de Perú y México no tienen] …noticia de un Ser Supremo, creador del cielo y de la tierra, no tuviesen vocablo para nombrar a Dios. Porque si queremos hallar vocablo que responda a este Dios como en latín responde Deus, en griego Theós, en hebreo El y en arágibo Alá, no se halla.., por tanto los que predican o escriben para indios usar el mismo nuestro español Dios.” José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias en que se tratan de las cosas notables del cielo, elementos, metales, plantas y animales dellas y los ritos y ceremonias, leyes y gobierno de los indios, p.220 16 17
nuestra religión se hallan bien explicados en mexicano, sin haber sido necesario mendigar vocablos de otra lengua.”19 Clavigero, quien fue un ferviente defensor de la enseñanza de la historia y de la correcta interpretación del pasado era muy consciente de que la ausencia de un vocablo para Dios en el idioma mexicano no era un defecto de éste sino una decisión deliberada de tomar el vocablo español en sustitución de Teotl, especialmente por razones políticas pues haber mantenido el vocablo original pudo haber significado que en el imaginario de los indios esa palabra evocara a sus deidades y pudieran seguir manteniendo una identidad colectiva, hecho que convenía en lo más mínimo a los nuevos gobernantes que pretendían mantener sometida a la población de las nuevas tierras.
Conclusión: La desinformación acerca del nuevo continente durante el siglo XVIII estaba bastante extendida. Las pretensiones de los europeos eran naturalmente mantener el imperio sobre los indios y por eso había que justificar religiosa y filosóficamente su estadía en las nuevas tierras. El eco de Aristóteles es perceptible en los autores que aquí mostré y es debido a que su pensamiento es del tipo del sentido común. El griego no requiere hacer grandes circunloquios para justificar la esclavitud. Basta decir que hay hombres que interiormente son gobernados por la mejor parte de ellos mismos —la razón— y otros que están a merced de sus impulsos. De este modo, basta justificar que la cultura y lengua de los pueblos conquistados es un reflejo del comportamiento visceral e incivilizado que tienen para justificar su sumisión. Por eso muchos críticos, como Pauw, aun a pesar de jamás haber visitado las nuevas tierras, decían todo aquello que cuadrara dentro del esquema de la esclavitud y sometimiento planeados por Aristóteles para que los dirigentes europeos pudieran tener la conciencia tranquila o al menos, compatibilizar sus acciones con el pensamiento católico bajo la enmienda de la evangelización. Aunque claro, como casi todo en esta vida, las intenciones eran políticas y de poder y, lo que en primera instancia parecía un problema filosófico sobre la compatibilidad entre culturas distintas acabó convirtiéndose en una conquista y exterminio de las raíces de los indios que garantizaran que estos no iban a sublevarse.
Bibliografía Clavigero, F. X. (1968). Historia antigua de México. Porrúa. 19
Francisco Xavier Clavigero, Historia antigua de México, pp. 239-240.
Acosta, J. d. (1962). Historia natural y moral de las Indias en que se tratan de las cosas notables del cielo, elementos, metales, plantas, y animales dellas y los ritos y ceremonias, leyes y gobierno de los indios. Fondo de cultura económica. Aristóteles. (1988). Política. (M. G. Valdés, Trad.) Madrid: Gredos. Armelia, V. A. (2014). Las disertaciones de Clavijero y su supuesta disputa en contra de los ilustrados europeos. Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida, 185-209. Herceg, J. S. (2011). Filosofía de (para) la Conquista. Eurocentrismo y colonialismo en la disputa por el Nuevo Mundo. Atenea, 165-186. Konetzke, R. (1962). Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica. Madrid: Consejo superior de investigaciones científicas. Mercado, M. Á. (2008). El problema de la esclavitud en Aristóteles. PENSAMIENTO, 64(239), 151-165. Pauw, C. d. (s.f.). Recherches philosophiques sur les Américaines, ou Mémoires intéressants pour servir à l´histoire de léspece humaine. (D. Tanck, Trad.) Londres. Sepúlveda, G. d. (1941). Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios. México: Fondo de cultura económica.