El Problema Nietzsche. 1ra Parte

  • Uploaded by: Caesar Augustus Santoyo Ramos
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  • June 2020
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El problema Nietzsche es un problemazo como bien saben. Se demoraron décadas para introducirlo en el pensamiento occidental fundamentalmente porque un escritor que no tiene sistema o una arquitectura de pensamiento es difícil de asimilarlo en una historia tradicional de la filosofía; además incluso, aquellos que se dejaron atrapar por su encanto: los grandes escritores, artistas, las vanguardias intelectuales y artísticas de la Europa del siglo XX percibieron el peligro Nietzsche. Me limito a dos citas: una de Thomas Mann. Ustedes saben bien que Thomas Mann devoro toda la obra de Nietzsche, se inspiro mucho en la obra de Nietzsche; desde sus ensayos teóricos, consideraciones sobre lo apolítico, hasta el “Doctor Fausto”. Sin embargo al final de este largo enfrentamiento con el pensador de Rockeen, Thomas Mann dice: “Quién toma en serio a Nietzsche, quién le cree al pie de la letra esta perdido”. Al mismo tiempo, otro testimonio de este encanto Nitzcheano podría ser Mussil; con su gran novela inacabada “El hombre sin atributos”. Mussil que recibe mucho de la obra de Nietzsche ya que en su novela se reconocen muchos rasgos Nietzscheanos; Mussil escribe algo muy interesante desde el punto de vista metodológico y muy, muy contundente según Jung, escribe: “Hay pensadores como Kant que son verdaderos o falsos; Epicuro, Marx y Nietzsche no son ni verdaderos ni falsos; o son vivos o están muertos”. Y en este sentido creo que Nietzsche esta mas vivo que nunca. El problema es que los temas que nos brinda son a la vez encantadores y peligrosos. Me limito a algunas publicaciones. El catador es su diagnostico del Nihilismo: vive del análisis al temor de la vida anónima y cosmopolita del mundo moderno occidental. Es encantadora toda su enseñanza de la sospecha, todo el análisis a la lucidez. A este ejercicio constante del pensamiento que es semejante a la tentativa de mirar a través del vidrio, como a su vez poder ver él mismo. Es encantador su teoría de lo apolíneo y dionisiaco, es encantador El Zaratustra: una obra chamanica por así decirlo. Al mismo tiempo hay algo como -lo quiero plasmar de una manera políticamente correcta - el derecho a la excelencia o mejor dicho al superhombre. Uno tiene derecho a la excelencia. Hay al mismo tiempo esta idea que quisiera formular así: “los hombres son mucho menos iguales de lo que dicen y mucho mas de lo que piensan”. Esta idea no es políticamente correcta y Nietzsche es un triturador poderosísimo de esta idea (los limites de la democracia). Entonces, ¿Qué hacemos con este monstruo? Creo que lo que se ha visto en la historia de la fortuna de Nietzsche es que la cara destructora, descontorsionista, la doctrina de la sospecha, la excepción francesa ha dominado esta misma; lo difícil en el caso de Nietzsche es apropiarse de sus rasgos positivos; de la pax controir, esto me parece que choca en contra de la sensibilidad del hombre moderno y por eso tomo el aforismo de Nietzsche para ver si es posible recuperar no solo el destructor, sino también el Nietzsche que intenta un contra movimiento: contra el agotamiento de los valores tradicionales, de los recursos simbólicos del hombre contemporáneo. En este sentido Nietzsche es un diagnostico muy lucido de nuestra situación: “El hombre contemporáneo se encuentra en una situación de incertidumbre y precariedad. Nuestra condición es similar ha un viajero que ha caminado tan solo por la superficie del agua, pero que con el cambio de temperatura advierte que la tranquilidad desaparece y se va despedazando en miles de pedazos”. Ergo. La superficie de los valores y los conceptos tradicionales esta hecha añicos y la continuidad del camino resulta difícil. Nietzsche en este sentido nos ayuda mucho en el diagnostico del camino que nos espera y nos brinda intuiciones, nos sugiere perspectivas a través de la cual podemos encontrar otras nuevas alternativas y recursos simbólicos de la cual la tradición se ha quedado con nada.

Creo que hay un punto fundamental que él elige como subtitulo en su autobiografía que nos brinda una educación interesantísima. Espero que la mayoría conozca Ecce Hommo “Wie man wird, was man ist” (Cómo se llega a ser lo que se es”). Entonces, me permito tomar esta máxima “Llega a ser lo que eres” como punto de partida para algunas consideraciones en torno de la obra de Nietzsche y de la posibilidad de sacar provecho de sus aforismos. Además, este Sauro raptado por la demencia en el camino a Damasco la toma como filigrana para su desesperada autobiografía, escrita en el febril año de 1888 y publicada póstumamente en el año de 1908. Sin embargo, como es bien sabido, no fue Nietzsche quien acuño la máxima, la cual se encuentra más bien en Vinder; un poeta de Ostia que en el siglo V a.C. celebra el real transito de la valentía moral y estética. Asimismo en una obra posterior en el año de 1472 a.C. dedicada a los atletas que se entrenan cotidianamente para llegar a la forma, para superar sus límites, desarrollar todo su potencial en los juegos, Vinder dice: “llega a ser el que eres aprendiendo”. Es suficientemente mencionar que los clásicos griegos: Sócrates, Platón en “La Republica”, en “La Gorgia”, Aristóteles en el ultimo libro de la “Ética Nicomaco” y más tarde Los Estoicos; retoman la máxima y la universalizan como regla de la existencia en su conjunto, para una regla en la estética de la existencia interpretando de nuevo la vida “agonisticamente" en el sitio griego de Agon, como una competición al que es menester prepararse y explicando en qué sentido el hombre si quiere conseguir su cantidad, la cantidad del alma y su felicidad debe; cito: “coincidir consigo mismo”. La autorrealización del hombre consiste en atenerse a si mismo, consiste en seguir su propia naturaleza; “propiam nostram secura secualom”; nos incita hacer esto Cicerón en el Neofitis. La parte conceptual en metafísica para semejante doctrina es otra teoría fundamental; las así llamada “Doctrina de la Oiqueyosis”; un concepto de “la Oicos: la casa propia”, que indica la tendencia connatural en cada ente a mantenerse en su sitio; mejor dicho: “aconsejar su propio carácter”, lo que viene a expresar una tendencia a la auto conservación y autoafirmación propia de cada ente. Por supuesto, esta idea de “llegar a ser lo que uno es” implica más que la sencilla conservación del propio ser; alude a un querer ser, alude a una elección de vida, a una forma de legislación de la propia existencia, a completar la naturaleza que tan solo uno potencialmente tiene y que como tal no es una posesión conquistada una vez para todas, sino una tarea por cumplir. La pregunta es: ¿Cómo llega uno a ser él o lo que es? ¿Quién y qué somos? ¿Cómo podemos saber lo que somos? ¿Y si somos aquellos que somos sin poder elegir y decidir lo que cada vez somos, cómo podemos encontrarnos a nosotros mismos arrogados en la vastedad en la que nos encontramos? En la filosofía que precede a Nietzsche hay autores interesantes que se ocupan de esta regla; Herder por ejemplo; en el marco de su doctrina de “la perfectibilidad del hombre”, en sus cartas para “la solución de la humanidad”. Después Kierkegaard en “la costilla conclusiva no científica”; plantean el problema de la autorrealización del hombre en un acercamiento permanente a si mismo poniendo esta cuestión en el centro de la Ética. Nietzsche elige a comienzos de su carrera filosófica este principio como se puede leer en una carta emitida a principios de 1867; la máxima como máxima de su vida y al final en Ecce Homo la pone como subtitulo de su autobiografía.

En realidad, desde el primer momento, Nietzsche aplica la máxima a su vocación de escritor; en tan solo a la misma y cuando descubre poco a poco esta vocación trabajando en su estilo para después en su fase de la Filología Clásica a La Filosofía (Filología Clásica en la que pone sus juveniles esperanzas de renovar la cultura Alemana de la época), reflexionando sobre el sentido filosófico del “llegar a ser lo que es”. Si nos atenemos a sus declaraciones de la época, debemos minimizar la importancia del precepto, sin embargo, es posible también universalizarlo aplicándolo a la vida como máxima general del comportamiento; si tomamos en cuenta otras declaraciones al respecto; por ejemplo: en “Humano Demasiado Humano”, donde escribe en un sentido más general que del sentido estilístico: que “cada uno tiene un talento innato, pero tan solo pocos tienen el grado de resistencia y energía para transformar el talento potencial en un talento efectivo”. En este sentido, el motivo del “llegar a ser lo que uno es” suscita consideraciones filosóficas de principio y la máxima puede ser interpretada en el marco, digámoslo así; con tres conceptos para mí fundamentales de: filosofía práctica, sabiduría de la vida y finalmente de una estética de la existencia. “Si el hombre es un animal no capturado, todavía no definido, todavía no determinado”, como escribe Nietzsche en un fragmento de la primavera de 1884 y retomado posteriormente; se abre un espacio de posibilidades de acción en las que hay que tomar una elección de vida y sus decisiones correspondientes. “Siendo el hombre un animal imperfecto”, como ya Platón nos explica, “Siendo el hombre un animal pobre en instintos” como también nos indica Herder; en el sentido de que no tenemos una guía natural reciente para orientar su comportamiento; el hombre experimenta cada situación de su vida, cada decisión, cada circunstancia en la que debe actuar como problema. Su comportamiento esta expuesto simultáneamente a dos extremos igualmente peligrosos: la espantosa naturaleza de sus funciones y la infinidad de sus agonizaciones. La vida humana entonces debe tomar posición frente a si misma, ser responsable de si llegando a ser lo que potencialmente es, pero en el momento no lo es. Debe hacerse cargo de la insoportable levedad del ser. Siendo algo la vida humana que todavía no es; siempre abierta, siempre inacabada. Es posible pensar a algo como la perfección de lo imperfecto, del acabarse de lo que por naturaleza es inacabado. Este ser que mientras es, todavía no es. En este sentido, la vida que cada vez se proyecta más allá de lo que justamente se encuentra, y se caracteriza por una particular exposición al futuro de decidir y una exposición a una inclinación connatural a caer. La vida tiende a mentirse a si misma y a perderse mas bien que a encontrarse, pero a la vez, según una conducta de vida que ella misma elige. A.S.

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