Mouvement Introcutif

  • Uploaded by: Caesar Augustus Santoyo Ramos
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  • June 2020
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Mouvement Introcutif.

Como nosotros, en cuanto individuos, no tenemos otra clase de conocimiento el cual no sea por medio de la razón, y este principio incluye el conocimiento de las ideas; ideas que son el fundamento primordial para los fines buscados a transmitir algo o una sustancia clara de las inquietudes del hombre. Cada una de ellas con bases claras en el medio social en donde se desarrollan. La mayoría de nuestro conocimiento es transmitida por medio de los sentidos o mejor dicho por una contemplación objetiva, dicha contemplación, con su respectiva relatividad en el tiempo, es la que nos brindará la verdad o la realidad en sus muy variadas representaciones. Estas representaciones serán objetivas para un medio en si y no para la elocuencia del espíritu humano, para encontrarse con la belleza misma del mismo; ese objetivo que nace de la contemplación del ser y que por lo mismo es un espacio mucho más tranquilo y benéfico para el conocimiento humano. En las épocas bárbaras, cuando imperaban ideas pesimistas sobre los hombres y el mundo, el individuo, confiando en la plenitud de sus fuerzas, procuraba comportarse siempre de acuerdo con dichas ideas, era más que nada lo que convenía y no requería de mucho esfuerzo, es decir, ponerlas en práctica mediante la caza, el saqueo, la emboscada, la crueldad y el homicidio, o a través de formas atenuadas de estos actos, que se toleraban dentro de una sociedad. Sucedía sin embargo que cuando decaía el vigor del individuo, al estar cansado o enfermo, melancólico o satisfecho, y, en consecuencia, sin deseos o apetitos temporalmente, se convertía en un hombre mejor en comparación, menos peligroso, y sus ideas pesimistas sólo se manifestaban en palabras y reflexiones sobre sus compañeros, su mujer, su vida o sus dioses. Los juicios que entonces emitía eran malos. En este estado de ánimo el hombre se convertía en pensador, en artista y en profeta, o si ampliaba sus supersticiones con el uso de su imaginación, creaba nuevas costumbres o satirizaba a sus enemigos. Sin embargo, imaginara lo que imaginara, todos los productos de su espíritu reflejaban necesariamente su estado psicológico, es decir, el aumento del miedo y del cansancio, la disminución de la valoración que le merecía el obrar y el disfrutar. Esta forma de pensar tenía que corresponder necesariamente a los elementos del estado de ánimo poético, imaginativo y sacerdotal; por lo que acabaron imponiéndose los juicios malos. Posteriormente, a quienes hacían de continuo lo que antaño solo hacía el individuo que se hallaba en esa disposición de ánimo, a quienes emitían juicios malos, vivían melancólicamente y actuaban poco, se les llamo poetas o pensadores, sacerdotes o soñadores. Como no obraban lo suficiente, de buen grado les hubieran despreciado e incluso expulsado de la comunidad; pero en esto se veía un peligro: esos extraños individuos estaban sobre la pista de la superstición y sobre las huellas del poder divino y no se dudaba de que disponían de secretos relativos a fuerzas desconocidas. Es por esto que en la mayoría de los comunidades, les convenía mejor llamarlos locos o poseídos.

Esta locura emitida a partir de varios puntos de vista, es la responsable en la actualidad que en diferentes campos se tome en cuenta las diferencias del mundo, ya sea visualmente o filosóficamente.; casi siempre ha sido la locura la que ha abierto el camino a las nuevas ideas, la que ha roto la barrera de una costumbre o de una superstición venerada. Esta locura en nuestros tiempos es algo insustentable, pero como lo mencionamos con anterioridad; la mayoría del conocimiento se basa en las perspectivas que tiene la historia. Es por eso que en el pasado a los locos se les buscaba una justificación práctica; ya sea desde el ámbito religioso, político o social. Y en la actualidad caemos en la idiosincrasia que la locura es símbolo de genio, no olvidando que tendremos locuras inventadas y locuras industrializadas para vender mejor las propuestas que salen a la luz. Entonces, ¿Es confiable la locura como un medio para el conocimiento o el genio? ¿Es confiable la locura como un medio para distinguir la realidad de la enfermedad? Realmente no, en la actualidad ponemos en tela de juicio la realidad o la aceptación de su verdad de la locura con ayuda de los ámbitos psicoanalíticos, pero, como menciona Foucault que: la oposición entre locura y razón es muy pequeña; tomando en cuanta que en estos días la locura se toma todavía como la antigua separación entre estas dos creaciones o facultades del ser humano. Pensamos todavía por regla social en las respectivas separaciones entre el loco y el cuerdo. Pero acaso no será todavía lo contrarío; que corresponde la razón al loco y el cuerdo es tan solo una marioneta con una estructura mental encuadrada y convenenciera para librarse de los medios y angustias que trae consigo el ponerse a pensar realmente. Es en este instante cuando caemos en el punto de la creación del discurso; ya sea por parte del loco o por parte del cuerdo en su forma estructuralista y fundamentada solo para conseguir ciertos objetivos superficiales en un contexto social, o para los discursos que tratan de buscar una crítica a la verdad misma. Y es que también se opina que la realidad en un tiempo histórico es también relativa con respecto a sus fines. Demos un paso más y veremos que todos los hombres que marcan una diferencia, impulsados a romper el yugo de una moral cualquiera y a proclamar nuevas leyes; si no estaban realmente locos, se sintieron forzados a fingirlo o se volvieron verdaderamente tales. A.S.

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