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El “ADN” de la Cultura Humana
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Geometría Sagrada &
Geometría Estáurica
¿Qué es la Geometría Estáurica?... Sin temor a equívocos podemos afirmar que se trata del primer método, que fuera aplicado por algún antiguo ser humano, para entender la naturaleza. Naturaleza en la cual estaba inmerso, de la cual descubre ser parte y con la cual necesita interactuar. Se trata de un método absolutamente científico, por cierto, si tenemos en cuenta que parte de la observación directa de la realidad, de donde recoge los datos, los coteja, los interpreta y luego los “traduce”, según su particularísimo 2
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modo de entenderlos. Más adelante en el tiempo, a ese conjunto de „theôrias‟ −o visiones− de los antiguos, les llamaremos mitos, les quitaremos la carga de “sacralidad pagana” y, por no entender sus códigos o por creer que ya no nos eran útiles sus aplicaciones prácticas, los eliminaríamos de nuestros hábitos de vida reservándoles, ¡eso sí!, un destacado anaquel en el museo de la evolución humana. Se trata, en definitiva, del fruto de una exhaustiva observación que fue motorizada, más que por la simple curiosidad y el asombro extraordinario que todo ello produce, por la necesidad acuciante que decíamos: la de entender el cosmos −el espacio natural de vida−e integrarse a él. Por eso digo que es, por lejos, el primer esfuerzo evidente, que hicimos como humanos, en pos de encontrar nuestro lugar en el mundo y definir nuestro rol en él… El primer escenario es simple: La existencia de tres grandes áreas o planos en el cosmos aparente −el cielo, la tierra y su ámbito intermedio de relación−, es lo incuestionable para quién mira inocentemente y por primera vez. Todos los mitos −o “teorías explicativas”− de los antiguos se basan en esta evidencia primaria, y todos sus escritos (y grafías) dan cuenta de ello. Hasta hoy, incluso, lejanos resabios de esta primitiva cosmovisión suelen asomarse por los intersticios de nuestro lenguaje cotidiano. Ahora bien, sin distingos de época o lugar, los antiguos reconocieron, en los componentes extremos de esta dualidad funcional –Cielo/Tierra–, a la doble raíz ancestral de todo cuanto se pone de manifiesto aquí, en la “parte intermedia”, en la naturaleza. La „theôría‟ cosmogónica con más consenso en la antigüedad pasaba por la creencia de que el Cielo es el proveedor de las ideas formales, en tanto que la Tierra aporta la materia para –y donde– plasmar aquellas. De este modo explicaban, básica y sencillamente, el procedimiento formativo de todas las cosas: la Creación; entendida como la manifestación del orden intangible que culmina con la aparición de la vida en general y, sobre todo, con la existencia de la humanidad. Entonces, la existencia –y/o la percepción− de una dualidad cósmica, primordial y contrastante tenía todas las credenciales de axioma en el pensamiento primitivo. Y esa „certeza‟, de validez cuasi absoluta, les proveía las herramientas indispensables para atinarle a una teoría explicativa de alcance universal (mito), capaz de dar razón de prácticamente todo. Así fue que lo usaron para explicar, por ejemplo, la división habida en el seno de las sociedades humanas, entre los denominados hijos del cielo e hijos de la tierra. De este modo explicaron las grandes diferencias que veían entre los de „raíz celeste‟ (o “sangre azul”), y los de „raíz terrestre‟ o „genética terrestre‟, como diríamos en nuestros días, diferenciándolos de aquellos con „genética supraterrestre‟… Aunque, en realidad, el concepto original va mucho más allá de una insulsa cuestión biológica. Sintéticamente, la explicación de estas diferencias pasaba por lo siguiente: En la mayoría de los idiomas de las altas culturas del planeta, cuando se refieren al hombre como hijo de la tierra, las palabras que entonces se usan están relacionadas a como se diga tierra en ese mismo idioma, o bien en alguno de sus sustratos antiguos. Por ejemplo: el latín homo –hombre−, que viene de 3
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humus –tierra−. La otra “raíz” humana, en cambio, siempre ha estado identificada con expresiones tales como: los hijos del cielo, los hijos del sol, los hijos de los dioses, e ideas similares. Por ejemplo: el chino T’ien Tzu –hijo del cielo-; el sánscrito Ra-ja (también Ra-yal o Ra-yan) –hijo del sol− (como era el caso de los reyes), y el concepto incaico del Intip Churin −hijo del sol−,… entre otros. En España sobrevive una vieja expresión: Fils dal Gots (contraída en: Fidalgos, Hijosdalgos o Hidalgos) –los hijos de los dioses–. De este modo se mencionaba, en general, a los nobles o nobelios (de neo-elios: los nuevos soles). „Fils dal Gots‟ es una expresión equivalente al hebreo ben Elohim –hijo de los dioses−; un concepto bíblico que en muchas versiones se traduce por ángeles, sencillamente y sin entrar en más detalles. Decimos, entonces, que, plantados ante la Gran Dualidad primordial e interactuante, los „hombres‟ dan sus primeros pasos como observadores. Aunque cada cultura haya mantenido miradas −visiones y/o „teorías‟− diferentes sobre la misma realidad, existen, no obstante, infinitas coincidencias en lo sustantivo de ellas. Las diferencias (más que divergencias), surgen a causa de la posibilidad intelectual que tenemos los humanos de observar, simultáneamente, una misma realidad compleja desde “ángulos” (o puntos de vista) diferentes. Ello nos permite contar con más de un foco de atención para seleccionar, resaltar, comparar y remarcar algunos elementos en detrimentos de otros, para recomponerlos, a continuación, en algo más que la mera bi-dimensión (o mono-visión), de la realidad aparente e inmediata que nos entra por los ojos.
En el marco de esta habilidad es donde aparece, toma forma y se desarrolla el Método de Observación que hoy llamamos Geometría Estáurica. La Geometría Estáurica es una ciencia que parte del axioma primordial al que ya henos referido: la existencia “evidente” del Cielo, de la Tierra y de su interrelación (o comunicación), ese espacio medio, especial y esencialmente sagrado, que es la interfaz adonde ambos extremos se „re-ligan‟, luego de la primera partición de la Gran Unidad…: «En el principio creó (separó) Dios el Cielo y la Tierra» (Gn 1,1)…
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…Y la espada pasó a ser el símbolo del Verbo Creador. La GE nace de la necesidad humana de observar y entender, o bien de observar para entender, como hemos dicho, esta relación Cielo-Tierra; para poder leerla, para interpretarla, para saber a qué atenerse, para adaptarse a su ritmo fluyente y poder vivir (“danzar”), en armonía con todo ello. Los antiguos consideraron que este era un excelente recurso para dejar de lado la confusión y el desconcierto que aparecen a causa de una percepción errónea, azarosa y desenfocada de la propia naturaleza. La convicción básica era que: sólo cuando estamos bien ubicados podemos observar correctamente; y, sólo cuando hemos aprendido a observar correctamente, las reglas del juego cósmico se nos hacen evidentes… A partir de allí, si nos disciplinamos en ellas, la vida deja de ser una carga pesada (por lo azarosa y desconcertante), y pasa a ser un juego (un ritual) bastante divertido. De allí que, como resultado inmediato de la aplicación de este Método de Observación aparece el fruto dilecto de tanto esfuerzo: el Esquema Estáurico, que no es otra cosa más que una síntesis armoniosa de la capacidad de múltiple visión contrapuesta, simultánea, holística y, por supuesto, aceptada, de la realidad. Dicho de otro modo: el Esquema Estáurico nace tras los primeros intentos de fabricar Calendarios mediante la aplicación de un Procedimiento Geométrico sencillo, al que hoy le llamamos Estáurico, y es, por lo tanto, la encarnación –la síntesis perfecta– de sus mejores resultados.
Prototipo de EEB −Esquema Estáurico Básico−
Para hacer los Calendarios –instrumentos capaces de registrar y predecir (o pronosticar) el ritmo del cosmos−, el hombre primitivo se limitó a plasmar los movimientos del activísimo “Padre” Cielo sobre la pasiva “Madre” Tierra. Más precisamente, y tal como lo dirían los griegos, sobre la Γῆ-Μήτηρ /Gê-Méter/ −la Madre Tierra−; un concepto semejante, en todo, al de la Pachamama Incaica. Luego, mucho más adelante en el tiempo, se la llamaría –y se la confundiría con la− γεῶ-μτηρ /geô-méter/ (también γεῶ-μτρημ /geô5
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métrema/ o γεῶ-μτρη /geô-métresis/) -la medida o medición de la tierra-; pero eso ya es otra historia. Entonces, desde tiempos muy antiguos, la Geometría, entendida como Geonmeter-nía: «eso que es propio de hacer en, que nace y se desarrolla en, o sobre, la superficie de la Madre Tierra», pasó a ser una de las principales actividades del humano primitivo. Y si acaso no fue el primero, seguro fue su principal instrumento pedagógico e indispensable recurso civilizador. Además, del mismo modo y al mismo tiempo que cada humano observador plasmaba el Orden del Cielo sobre la “desordenada” Tierra, indefectiblemente acababa plasmándolo (absorbiéndolo) en sí mismo. Esta es una de las principales causas por la que el Esquema Estáurico se comporta, hasta hoy, como un perfecto “espejo”, tanto del Cielo como del Alma (mens) Humana moldeada a su imagen. Estructural y funcionalmente hablando, el Esquema Estáurico es un Ábaco Geométrico. Ábaco al que podemos aplicar para la resolución de diferentes cuestiones, utilizándolo desde distintos puntos de vista (criterios, concepciones, necesidades, estilos, gustos, etc.). Siendo muy simple en sus orígenes (y hasta casi diríamos ¡extremadamente simple!), luego, en los estadios más avanzados del Esquema −a medida que aparecen más y más líneas−, en el entramado Estáurico comienzan a presentarse imágenes, figuras concretas, que a los antiguos se les hicieron parecidas a algunos elementos conocidos de su entorno inmediato. Así vieron aparecer el toro (o buey Apis), el escarabajo estercolero (Khepri), el halcón (Horus) y la cara del gato, entre otros; sólo por citar algunos de los ejemplos más conocidos de la civilización egipcia.
El Buey Apis y Horus, Según abstracción Estáurica. (Cultura Egipcia).
En sus remotos comienzos, para diagramar los primeros Esquemas Calendáricos sobre la Madre Tierra bastaban unas pocas horquetas de palo −para hacer círculos perfectos−, y algún tipo de cuerda –para tender las líneas rectas–. El más sencillo de los procedimientos geométricos (que por cierto no es el más antiguo), requiere comenzar la acción partiendo desde una línea pre-direccionada (este/oeste, o bien norte/sur), lo que se consigue con 6
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métodos muy sencillos. Sobre esta primera línea se traza el primer círculo, al que hemos llamado círculo cero.
Punto, Recta y Círculo Cero.
A partir de allí, con una horqueta más grande (cuyo radio es igual al diámetro del círculo cero), se procede a hacer los demás círculos, que llamamos estándar y van a componer el Esquema Base. Pero apenas acabamos de trazar los dos primeros círculos estándar, se nos presenta, perfectamente dibujada, una figura geométrica con forma de Vejiga:
Primer y segundo Círculo Estándar, y la Vesica.
También llamada vesica piscis –la vejiga del pez- y biángula -figura con dos ángulos-, en latín, sus extremos están formados por el cruce de los dos círculos que la componen. Estos cruces nos proveen de los dos puntos que vamos a unir mediante una recta que resulta ser perpendicular a la primera línea direccionada. De este modo nos queda trazada una Cruz direccionada sobre el terreno; Cruz que es el elemento indispensable, el fundamental, para la ejecución de cualquier tipo de Calendario.
Y de aquí le viene el nombre al procedimiento: debido a que cruz, en griego, se dice σταῦρός /staurós/, es que Estáurica significa, literalmente, «relacionada con la cruz»… La Cruz es, por lo tanto, el quinto símbolo importante (o fundamental), que hace su aparición luego del punto, la recta, el círculo y la vesica… También puede decirse que es el primer símbolo/sello que aparece cuando, en la práctica, se establece −o re-establece− la unión (el “matrimonio”) entre el 7
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Cielo y la Tierra… Cualquier parecido conceptual con alguna teología todavía vigente está bien lejos de ser una mera casualidad. Hete aquí, entonces, que, utilizando un procedimiento geométrico relacionado con la cruz, se „estauraba‟ todo y cuanto debía ser formado, fundado, creado, diseñado, construid, etc., sobre la faz de la Tierra; ya sea esta yerma o en medio de la naturaleza viva. Era la más intima convicción del geómetra y su intención manifiesta que, con su labor, él estaba imitando «el mismo modo (o método) de acción que utiliza El Gran Hacedor al momento de hacer todas las cosas»... Y esta es la razón por la cual este Procedimiento Geométrico fue considerado, desde siempre, como Sagrado. Más allá de la etimología latina de sacrum –i y de su participio (sacratus), si rearmamos la etimología desde el sánscrito sa-kri tenemos que sagrado significa, literal y originalmente: «hacer igual que…», «hecho al modo de…», «hecho de la misma manera en que…»; e ideas similares. De allí que, al in-staurar alguna cosa (los templos, las plazas, las ciudades o los imperios, p. ej.), se decía que el sacerdote ejecutor imitaba al Gran Geómetra Creador al utilizar Su misma Geometría. Instaurar significa „estaurar en‟; o sea: fundar; pero lo así creado no es algo destinado a durar para siempre. Una vez cumplido el ciclo etario de lo construido (o estaurado), debía ser desmantelado para ser re-staurado. En otras palabras: lo viejo debía ser destruido para reconstruirlo siguiendo las directivas que corresponden a las formas y el procedimiento del nuevo ciclo etario (a la Nueva Era emergente). Este criterio era aplicable a todo cuanto se hiciera y es la causa principal que rige un fenómeno bastante conocido: el famoso „volteo‟ sistemático de 90° que podemos apreciar en la mayoría de los Sistemas antiguos de Escrituras. El fenómeno de volteo sistemático se explica, en parte, porque históricamente han existido dos posiciones, principales y alternadas, en el uso del Esquema Estáurico. Para distinguirlas las hemos llamado: „Posición Tauro Lunar‟ (PTL) y „Posición Aries Solar‟ (PAS). Si prestamos atención a la ojiva central del Esquema, cuando esta está en posición horizontal al observador, eso es PTL; y cuando está en posición vertical, eso es PAS. Cada posición del Esquema corresponde a una Era determinada e intermedia. Por ejemplo: en la Era de Piscis (la actual), la Catedrales Góticas (hechas a posteriori del siglo X dC), están basadas en Esquemas del tipo PTL; al igual que la mayoría de los diseños artísticos que nos llegan desde la Era de Tauro (del 4.400 al 2.200 aC, aprox.). Si continuáramos esta tradición, a la Era que sigue, la de Acuario, le correspondería un formato en PAS, equivalente al usado durante la Era de Aries (del 2.200 aC al 0, aprox.).
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Signo de Tauro (PTL) y Signo de Aries (PAS)
Para mejor entender los alcances que este tema tenía en la antigüedad, basta recordar el lío en el que se metió Akhenaton, en Egipto, cuando, ya iniciada la Era de Aries (Ammón, PAS), quiso resucitar el culto a Aton (PTL), que se había acabado con la Era anterior… Ahora bien, ¿cuál es, desde sus comienzos, el objetivo primero y casi excluyente del Procedimiento Estáurico?... Pues, el de disponer de un método sencillo para encontrar y trazar un ÁNGULO SOLSTICIAL exacto. Esto es: tras encontrar el vértice (V) del ángulo –el punto fijo de observación (y centro del círculo de referencia en el formato más arcaico)−, es menester ubicar los puntos referenciales (R) correctos para tender las líneas rectas que nos permiten trazar este verdadero „Angulus Angulorum‟ –latín: el ángulo de los ángulos–: la abertura angular que media entre el Solsticio de Invierno (que vemos hacia el norte en el hemisferio sur), y el Solsticio de Verano (que se da al sur de la línea equinoccial)…
El “círculo de la tierra”, el ángulo solsticial y la línea N/S. (El tri-ángulo alfa).
Pero en concreto, ¿qué ángulo es este y como lo ve un observador ubicado a nivel del suelo?... A ver, primero es necesario recordar que nuestro planeta tiene una inclinación polar constante de 23,5º, aproximadamente y en la 9
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actualidad (recordemos que no es un valor permanente). Segundo que, al girar nuestro planeta alrededor del sol, esta inclinación genera las estaciones (las derivas tropicales del sol). Entonces, si observamos este fenómeno parados sobre la línea del ecuador (lugar por donde el sol pasa perpendicular a la tierra durante los equinoccios), la inclinación polar crea dos trópicos –dos lugares por donde el sol pasa de manera perpendicular durante los solsticios−. Ellos son: el de cáncer (hemisferio norte, 21/06) y el de capricornio (hemisferio sur, 21/12). Esto implica que, para el observador terrestre ubicado en el ecuador, la distancia angular de los trópicos es cercana a los 47º (la sumatoria de 23,5º + 23,5º); y, por razones que veremos a continuación, siempre vamos a referirnos a este ángulo visual apelando a su nombre primitivo: ALFA… Decimos, entonces, que, cuando este fenómeno se observa desde la superficie de la tierra, y sólo cuando estamos parados sobre la línea del ecuador, el valor del ángulo solsticial –o ángulo alfa− es de casi 47° en la actualidad, y así se mantiene desde el inicio de la Era de Tauro, aproximadamente. Pero atención, porque este valor angular sólo es permanente sobre la línea ecuatorial. A medida que nos alejamos del ecuador y nos dirigimos hacia alguno de los polos, el „ángulo alfa‟ se abre paulatinamente, se incrementa. Lo interesante es que esa diferencia es perfectamente mensurable y ello nos permite, en consecuencia, determinar (medir) localizaciones paralelas al ecuador. Al hacer una comparación entre el ángulo de observación local (siempre mayor a 47º), y el ángulo de observación ecuatorial de 47° exactos, podemos determinar, con somera precisión, la ubicación (paralela al ecuador), de quienes elaboran el Calendario. Dicho de otro modo: este procedimiento no sólo les servía para informarse acerca del tiempo cronológico durante un ciclo anual (función estrictamente calendárica), también les proveía la información necesaria para conocer sobre que „klima‟ (o grado de inclinación solar), se encontraban acampados, y que clima (meteorológico) se podía llegar a esperar allí, en cada momento del año. ¿Se entiende?... ¿Y por qué le llamamos „alfa‟ a este ángulo?... Las razones se hacen obvias cuando uno observa las imágenes. Sabido es que alfa es el nombre de la primera letra del alfabeto griego; que esta alfa viene del fenicio aleph, que significa «este toro», y que su figura original representa, obviamente, la cabeza estilizada de este animal. La figura de alfa (A) tiene la forma exacta del ángulo solsticial, al que los propios griegos llamaron kephalé gonías1; lo cual suele traducirse con referencias que van desde «la cabeza del ángulo», hasta «la piedra fundamental» o «piedra angular», por cuestiones secundarias… Pero el punto importante aquí es tener en cuenta que kephalé gonías significa «la cabeza del toro»… Original y literalmente: «aquello que nace en, que se forma en y/o rige a, la cabeza del toro».
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- Recordar que Jesús dijo, de Sí Mismo, que Él era el Alfa y la Omega, y la kephalé gonías que desecharon los constructores…
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El Buey Apis (PTL), con la aleph (fenicio arcaico) sobrepuesta. „Toro‟, ideograma hitita. Y una variante de la aleph hebrea, estilo cuadrado.
Como la GE nace mucho tiempo antes que las letras y los números, las figuras que naturalmente se forman en el suelo durante el trazado pasaban a tomar los nombres de aquellas cosas con las que sus hacedores estaban familiarizados; como ya hemos dicho. De allí que esta forma angular −una A invertida (∀)−, lo primero que se consigue trazar en los procedimientos calendáricos más arcaicos (cuando todavía no se usaban las líneas direccionadas y tras haber hecho el primer gran “circulo cero” que imita a la línea del horizonte que rodea al observador), fuera asociada con la cabeza de un bovino, a falta de referencias más “evidentes”. Entonces, esta forma angular le da „cuerpo‟ a las primeras representaciones de alfa o alef, y el toro le presta su nombre a esta primera letra de los sistemas alfabéticos que, por la misma causa, pasó a ser el numeral 1… Fue hasta hacer el trazado Calendárico durante la Era de Tauro, que este ángulo se asoció directamente con la imagen de la cabeza del toro; y los ideogramas del proto-sumerio (de esa época histórica), ya daban claras cuentas de ello:
Dos maneras de hacer trazar el ideograma „gu‟ –toro, buey−. Proto-Sumerio (3.200 aC).
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Luego, en la siguiente Era de Aries, vamos a encontrar a este ángulo asociado con otras figuras, como la Cabeza del Carnero o bien a la Cabeza del Gato (por seguir con los ejemplos Egipcios).
Protoforma „Cabeza de Gato’ Esquema en PAS.
Un detalle esclarecedor de lo que venimos hablando es el siguiente: si tomamos como punto de partida la posición ∀ (de A invertida) durante la Era de Tauro, vemos que luego se voltea 90° hacia la derecha (), en la Era de Aries y da forma a la a /alef/ del fenicio arcaico. Finalmente se lo voltea otros 90°, en la Era de Piscis, para quedar en la posición de la A que todavía usamos. Es decir:
: Era de Tauro; del 4.400 al 2.200 aC; aprox. (PTL)…
: Era de Aries: del 2.200 al 0; aprox. (PAS)…
: Era de Piscis: 0 al 2160 dC.; aprox. (PTL)… … Entonces, y como decíamos antes, si nos dispusiéramos a perpetuar esta tradición deberíamos, de mínima, voltearla nuevamente (re-estaurar la A), al ingresar en la Era de Acuario:
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La Alfa de la Era de Acuario (PAS)
Bien, continuamos. En los Esquemas originarios se trazaban muchas menos líneas de las que hoy vemos en un EEB (Esquema Estáurico Básico). Este Esquema (el mismo que utilizamos aquí para hacer las ilustraciones), es una síntesis hecha a partir de la sumatoria de todas las posibilidades que, hasta el momento, nos consta que se utilizaron en distintas culturas. Traigo esta referencia a cuentas de que, este nivel de integración (o de complejidad gráfica), nos provee un Esquema cuya versatilidad nos permite navegar por la casi total diversidad de la cultura humana, sin tener que apelar en demasía al agregado de trazos extras. Y ya que hemos visto, a grandes rasgos, cómo y por qué aparece la GE, los invito a que veamos, ahora, algunos ejemplos concretos de usos y aplicaciones paralelas a la función estrictamente calendárica. Supongamos que estuviésemos ubicados en China. En el hemisferio norte, el sur es la zona del calor: del fuego o del sol (recordemos que sur o süd viene de Surya o Syria: el área del Sol), y adonde acontece el solsticio de invierno. El norte, en tanto, es la zona del frío, del agua y adonde se hace solsticio de verano. El centro es el aquí y ahora, y el área de la tierra. El oriente es el área del árbol y/o la madera. Y al oeste se lo relaciona con el metal. Ahora, hete aquí que los ideogramas que representan a cada uno de estos 5 elementos de la tradición china han sido abstraídos de los trazos que encontramos en las áreas correspondientes a cada punto cardinal y central del propio Esquema… Algo que tiene mucha lógica, por cierto.
水/shui/ agua- (norte); 土/t’u/ -tierra- (centro), y 火/fuo/ -fuego- (sur).
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木/mu/ -árbol; madera- (oriente); 土/t’u/ -tierra- (centro), y 金/ch’in/ -metal; oro- (oeste). Los 5 elementos. Cultura China.
(En realidad, la explicación completa de este fenómeno es un poco más compleja que esto, porque implica muchas alternativas de uso que no son obvias a simple vista). También los chinos giraron el Esquema −y las escrituras abstraídas de él− a su debido tiempo. Lo curioso es ver cómo se produce el paso de los sistemas arcaicos de escritura a los ideogramas modernos, sin salirse del Esquema Base. Aunque, por cierto, una de las mejores curiosidades son las coincidencias que algunos ideogramas chinos mantienen con sus pares cuneiformes de Asiria y Babilonia; tanto en las formas como en los significados; a pesar de que, a causa de los estilos de escritura −unos usando pincel sobre papel y otros el „cuneo‟ sobre la arcilla fresca, más un volteo especular del la imagen−, se nos presentan como sistemas que aparentan ser muy diferentes. Continuando sobre este mismo Esquema Básico (sin quitarle ni agregarle cosa alguna), nos traslademos ahora al Calendario Azteca: Allí hay 18 meses de 20 días, y cada uno de ellos tiene su nombre y grafías propios. Estas grafías, que también son abstracciones hechas sobre el Esquema Estáurico, tienen la precisión y la belleza que podemos observar en los dos ejemplos siguientes:
Coatl –la serpiente− y Tlaloc –dios de la lluvia−. Cultura Azteca
Según que escriba abstrajera las imágenes desde el Esquema, de un mismo dibujo podemos encontrar muchas variantes gráficas, tanto de formas como de 14
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estilos, pero sin salirse, no obstante, de los lineamientos estrictos del ábaco matriz. Algo importantísimo a tener en cuenta: En las grafías Mayas (entre otros tantos ejemplos semejantes), es posible observar la supervivencia de algunos trazos que responden a un ángulo alfa de 48°, en lugar del clásico 47° que buscamos al hacer este Esquema Calendárico. Se trata de un arcaísmo absoluto y bastante curioso. Sucede que, anterior al 4.400 aC, en la Era de Géminis y en pleno Neolítico, el ángulo alfa tenía un valor de 48° (con los trópicos a 24° por encima y por debajo de la línea ecuatorial). Por ende, para conseguir un Calendario que reflejara esa realidad angular concreta, se requería hacer un Procedimiento Geométrico diferente a aquel con el cual conseguimos elaborar a este Esquema Estáurico. Aquel Esquema anterior (para los 48°), es semejante a este (para 47º) en cuanto a sus fundamentos; pero no así en cuanto a sus desarrollos y potencialidades especiales. Por ejemplo, en aquel Esquema anterior aparece, a poco de haberse iniciado el procedimiento y con meridiana claridad, un símbolo muy caro a muchas culturas antiguas y que, curiosamente, no ha perdido vigencia hasta el día de hoy: el pentáculo o pentagrammon: la estrella de cinco puntas.
Lo cual implica que este símbolo, que aparece en el 25% de las banderas del mundo actual, es otro curioso y trasnochado arcaísmo que nos llega desde una Era anterior a Tauro (más de 60 siglos atrás), y todavía perdura… … Como también perdura la pregunta del millón: ¿Por qué parece que la Geometría Estáurica “se pierde” en los últimos siglos?... Si nos trasladamos a distintos puntos del planeta podemos comprobar que esta misma Base Geométrica se utilizó para la creación de diversos elementos culturales endógenos y endémicos; para luego, vaya uno a saber porqué, desaparecer casi tan espontáneamente como había aparecido. Europa es un buen ejemplo de esto. Tras un resurgimiento rimbombante durante la Edad Media, de la mano de los Templarios y manifestada en sus hermosas Catedrales (estilo gótico en PTL, como corresponde a la Era), luego se desvanece. Los Templos posteriores, copias entre malas y mediocres de estos anteriores, muestran, en la mayoría de los casos, algunos “yerros” absurdos en el diseño geométrico. Errores a veces tan burdos como el direccionamiento incorrecto (P. ej.: la Iglesia de los Padres Capuchinos, en Córdoba, que mira hacia el sur en lugar de hacerlo hacia el oriente). Pero si observamos mejor veremos que nunca se esfuma por completo. En el renacimiento, por ejemplo, se rescata una de las figuras geométricas más emblemáticas en la Geometría Sagrada: la Cuadratura Circuli (CC) −un 15
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cuadrado y un círculo con el mismo perímetro y el mismo centro−. La CC es uno de los resultados finales más famosos de la práctica Estáurica; a la vez que, inversamente, suele ser el punto de partida para cualquier practicante de Geometría Sagrada “normal”. Lo que aquí sucede es lo siguiente: más allá de que, por las características del número /pi/ (que significa boca), la CC nunca sea una relación matemáticamente exacta, ambas figuras mantienen una relación correcta mediante, por lo menos, un par de ángulos famosos: 1) Uno es la relación angular de 47°, que se da desde la cúspide del círculo hacia los ángulos opuestos en la base del cuadrado, y otro es… 2) el perfil de la pirámide de Keops, cuyos ángulos base de 51º 51‟ relacionan la cúspide del círculo (“el cielo”), con la línea que forma la parte media del cuadrado (sobre “la tierra”)…
Esto debería bastar para explicar, desde el vano, porqué los antiguos le confirieron tanta importancia a esta cuestión de la Cuadratura Circuli. Un detalle adicional: El ángulo de casi 52º, en la base de la pirámide, es el ángulo alfa local que uno observa cuando está parado apenas por encima del paralelo 30º… El preciso lugar que ocupa, casualmente, la meseta de Giza… Es decir: los valores de la pirámide de Keops sólo son válidos sobre ese paralelo. Construida fuera de allí (al norte o al sur), sus ángulos habrán ser necesariamente diferentes. Además, sólo cuando llegamos a la Cuadratura del Círculo mediante el Procedimiento Estáurico es cuando el Esquema nos presenta la idea (la protoforma), de un “hombrecito primordial”2 parado, con las piernas y los brazos abiertos y extendidos. Así, como se ve en la siguiente figura, o bien en otras opciones, como en la „posición de loto‟, p. ej. Depende, finalmente, del gusto y las preferencias de quienes lo dibujen; ya que cada quien puede abstraer y completar una imagen similar como mejor le parezca. Un ejemplo típico es este: si lo vemos con las piernas juntas y los brazos abiertos sobre el travesaño superior, estaremos viendo al Crucificado, cuyo ombligo (chakra 3º), coincide con ser el Centro del Esquema. 2
- Como es el caso del llamado Hombre de Vitrubio, en Europa, y el Vaastu Purusha Mandala de los Hindúes.
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Es así de claro: Esta noble imagen, ¡y su tremenda carga simbólica!, que representa la integridad humana (y/o la integración como humano), generó, a lo largo de los tiempos, algunas de las maneras más crueles de ejecutar enemigos. Una de las más famosas en la historia de la humanidad fue, sin lugar dudas, la crucifixión: Seguida por el desmembramiento del reo, era una práctica simbólica que buscaba desintegrar la personalidad desmembrando al cuerpo. Tras la ejecución, los miembros −brazos y piernas− amputados del reo eran llevados hacia los cuatro rincones del mundo; en tanto que la cabeza y el tronco solían quedar expuestos en el centro. Se suponía que con esta acción se podía acabar con la cualidad „integradora‟ (de liderazgo nucleizante), de la que hacía gala el ejecutado. Baste recordar algunas de las ejecuciones más famosas en este estilo, como la de Thupac Amaru, la de Williams Wallace y tantos otros que fueron torturados, muertos y desmembrados. Pero el verdadero sentido de la „estauración‟ (no le llamemos crucifixión), su propósito primero e inicial, no era el de desintegrar, sino, por el contrario, el de integrar, ordenadamente, todas las cosas en torno a un centro absoluto, al que siempre se identificó con la mismísima Divinidad. En el Oriente Asiático, en tanto, para hacer las obras de arte que representan íconos sagrados se sigue utilizando, en la actualidad, un diagrama de líneas someras para darles las proporciones precisas. Lo curioso es que, aunque podemos encontrar esas líneas generales dentro del Esquema Estáurico, todo parece indicar que, al igual que en Europa, el Esquema que las origina también “se esfumó”, y más o menos por la misma época.
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Base de un kalachakra e imagen de Buda. (Obsérvese el entrecejo de Buda coincidiendo con el centro de la Cruz).
Si nos detenemos a observar el rostro de Buda, las proporciones y detalles puntuales que identifican su imagen clásica, veremos que coincide muy bien con las imágenes hechas, sobre todo, con anterioridad al siglo X dC; época que, suponemos, sobrevivía la práctica con el Esquema original. Lo mismo ocurre con el Kalachakra y las figuras mandálicas en general: guardan una relación muy precisa de forma –proporción y figura− con un Esquema Estáurico típico. El punto central aquí es que, de la práctica Estáurica primitiva parece haber quedado sólo una destreza residual tras haberse „esfumado‟, hace varios siglos, el conocimiento tradicional y el procedimiento ancestral. Pero, felizmente, no fue eso lo que ocurrió en América… Al tiempo de la llegada oficial (e histórica) de los europeos, en el continente americano las cerámicas, las pirámides, las pictografías y otros elementos culturales autóctonos, todavía se hacían conservando intacto el núcleo de la tradición Estáurica. Por ejemplo, más allá de lo mencionado arriba respecto de Aztecas y Mayas, entre los Diaguitas (por nombrar genéricamente a las principales culturas estáuricas del NOA), encontramos detalles y proporciones que se abstraen desde un purísimo, muy exacto, precioso y avanzado Esquema Estáurico. Y, sinceramente, ¡es difícil explicar cómo pudieron lograr semejante nivel de perfección, en la factura del diagrama, con los escasos medios instrumentales que contaban!... Pero ahí están las grafías, las cerámicas y demás elementos culturales, mostrándonoslo con todo rigor.
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Cabeza de uturungu –puma− y figura estilizada de la Madre Tierra. Cerámicas de las Culturas Aborígenes del NOA.
¿Las causas de tal ubicuidad?... Muchas hipótesis, ¡muchísimas!; pero pocas certezas. Lo cierto es que el Esquema tiene tantos siglos acompañando a la humanidad que ya casi no cabe el asombro de encontrarlo, aquí y allá, sin modificaciones sustantivas. Por eso llegamos a la pregunta obvia que tiene que ver con la antigüedad de todo esto, ¿verdad?... Bien. Cuál sea el origen del Esquema, cuál la causa eficiente de su aparición, lo sabemos; pero ¿desde qué épocas viene y cuál fue la primera civilización en utilizarlo?… Difícil decirlo. Hasta hace unos pocos años yo pensaba que esta práctica tendría entre 8 y 10 mil años. ¿Por qué?... Por la cantidad de monumentos y grafías del neolítico que muestran un formato compatible con el uso de este tipo de Esquemas. Pero esa creencia me duró hasta que puse la atención sobre ese bellísimo bisonte, que está en las Cuevas de Altamira (España), y fuera hecho en carbonilla a finales del paleolítico. Con sólo observar el desarrollo de la cabeza de este animal (el cuerno, el ojo, el hocico, la lengua, la barbilla, la pelambre, etc.), parece, a primera vista, haber sido abstraído de una base geométrica que se corresponde con la técnica Estáurica. Aunque por entonces esa posibilidad me parecía descabellada, intenté, forzando la imagen al mínimo posible, trasladar el dibujo de la cabeza a un Esquema Básico. ¡Y el asombro no se hizo esperar!... Si bien a estas alturas ya estoy bastante habituado a este tipo de sorpresas, de todos modos ese momento fue la segunda vez que una de estas coincidencias me dejó estupefacto. Esta bella figura debió ser un reto bastante difícil para el artista, porque requería ser trasladada desde el Esquema hecho en el suelo y bajo el sol, a una pared oscura y rugosa (es decir: hacerla de memoria, a mano alzada, en penumbras y sobre una piedra despareja). Al margen de esto, la figura tiene un importante valor agregado: El Esquema que se requiere para reproducirla (para abstraerla), con detalles finos y mejor ajustados al original, es de una tipología demasiado elaborada para mi gusto lógico. 19
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„Bisonte de Altamira‟ Protoforma (EEB).
Hasta allí, y como decía antes, mi creencia personal era que hace unos 80 siglos esta técnica debía haber estado en pañales… Pero parece que no era tan así. El dilema transita, ahora, por dos puntos importantes: El primero es que este dibujo fue hecho hace 30.000 años y, por lo que se ve, se levanto de un Esquema Estáurico de Desarrollo Múltiple (EEDM), cuyo uso es algo más complicado (y completo) que el de un simple Esquema Estáurico Básico (EEB)… El segundo es que, al igual que este Esquema de hoy, aquel otro también se elaboró durante la Era de Tauro y responde a un ángulo de 47º… Pero no en la última Era de Tauro que mencionáramos antes, sino 25.000 años antes de esa, durante el ciclo astronómico/astrológico anterior3… Entonces, ¿cuál es su antigüedad?... No lo sé. Me limito a dejar en manos de quienes puedan tener, en adelante, más y mejores datos, para que sean ellos los encargados de determinar el origen temporal de este procedimiento. Volvamos al tema Escrituras. El Esquema Estáurico nos permite reproducir a por lo menos cerca de cien Sistemas de Escrituras de diferentes épocas y lugares. Al menos eso es lo que, a grosso modo, he podido chequear hasta el presente. Un botón de muestra: desde un EEB nos es posible abstraer las 36 sílabas del Persa antiguo cuneiforme (del 600 aC.). P. ej.:
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- El fenómeno se llama „precesión de los equinoccios‟, y el ciclo dura casi 26.000 años.
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Sílabas „ba’ (PTL); „a‟ (PAS), y „ma’ (PTL).
Una curiosidad es que, al hacerlo, queda al descubierto una rara e interesante peculiaridad de este sistema: Está compuesto por grafías que se corresponden a las dos posiciones del Esquema (las que llamamos PAS y PTL), que aquí son usadas de manera alternada y simultanea. Esto es: al voltear la figura de algunas sílabas, ya en la nueva posición la misma figura da origen a una sílaba diferente. Según aquí se nos muestra, el Persa antiguo también tenía letras (o sílabas) lunares y solares; una característica que la escritura árabe conserva en la actualidad.
Sílabas „pa‟ (PTL) y „ta‟ (PAS). Persa antiguo cuneiforme (S. VII aC).
El caso de los Jeroglíficos Egipcios es especial: ¡No hay mejor paradigma para ver y entender la funcionalidad estructural y secuencial del Esquema, como cuando se lo usa para diseñar este tipo de escrituras! Veamos el más clásico de los ejemplos: el cartucho „Cleopatra‟:
Esta es una copia del cartucho original. Lo que tenemos a continuación es la reproducción completa de las grafías abstraídas desde un EEB, usado en PTL y extendido −colocados en secuencia− (algo parecido, aunque no igual, a un Desarrollo Múltiple). Este método nos permite reproducir, además de los límites exactos del propio cartucho que ha de contener el nombre, los signos 21
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que van a conservar un tamaño relativo y predeterminado entre ellos, así como una posición relativa y también predeterminada dentro del „cartouche‟. Queda claro, entonces, que cada jeroglífico está bien lejos de ser un trazo hecho al azar y a más o menos según el gusto del escriba. Antes bien es proporcional al entorno de referencia y correctamente ubicado respecto de los demás signos.
Un detalle adicional, y no menor, es el valor vocálico que la ubicación original dentro del Esquema le confiere a cada signo jeroglífico. Explicado muy escuetamente: si dividimos el Esquema en las tres áreas que mencionáramos al inicio (arriba, centro, abajo), como norma general „arriba‟ se corresponde con una vocalización abierta-central-baja, a; el „centro‟ a sonidos compatibles con o y u, y „abajo‟ con sonidos similares a e, i… 22
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Bien. Aunque sea escaso lo dicho hasta aquí, les propongo tomar un poco de distancia para ver esta temática desde una óptica un tanto más alejada. Pensemos en esto: Solamente el Planeta Tierra y en la actualidad tiene este ángulo alfa de 47° (causado, como hemos dicho, por la inclinación permanente de 23,5° de nuestro eje polar). Eso implica que, por ser funcional a la búsqueda de este ángulo solsticial (entre otros varios que no mencionamos aquí, pero que en absoluto son prescindibles), la Geometría Estáurica es absolutamente propia −endógena y endémica− del planeta tierra. Dicho de otro modo: si eventualmente nos trasladáramos a otros “mundos” o planetas del sistema, e, incluso, más allá (donde los ángulos de inclinación planetarios habrán de ser necesariamente diferentes, en la mayoría de los casos), la geometría a aplicar en cada uno de ellos sería, pues, totalmente diferente a la nuestra y propia de cada lugar. Por otra parte, si consideramos a la Geometría Sagrada en su modalidad genérica, en “estado puro”4, por decirlo de alguna manera, y no en su „versión aplicada‟ –para menesteres Calendáricos, por ejemplo, como en nuestro caso−, entonces sí, esa modalidad es, de hecho, aplicable a cualquier ámbito del universo conocido. Y estimamos que para cualquier época también. Entonces, la Geometría Sagrada „no especificada‟ es omniaplicable; pero la Estáurica no. La GE es propia del planeta tierra y requiere, además, adaptaciones constantes en −y para− cada Era. Porque, como dijimos antes, hoy nos sería totalmente inútil usar el mismo procedimiento de hace 60 siglos, cuando el ángulo alfa era de 48°, por ejemplo. Ahora, algo importante a tener en cuenta y curioso de ver es como una leve variación −¡de apenas un solo grado!− modificó, drásticamente, el Procedimiento a utilizar y el Esquema resultante. Esas consecuencias son perfectamente visibles sobre el mismísimo desarrollo de la cultura humana, porque las formas y las figuras resultantes son, en cada caso, diferentes… Lo que no sé, y por ende no podría afirmarlo ni negarlo, es si esa levísima diferencia angular coincide con ser una mera casualidad o una incidente causalidad que afecta también, y de alguna manera, a la formas naturales de todas las cosas; no solo a la factura del Esquema… ¿Se entiende? Repasando, entonces, decimos que, este tipo de Geometría Sagrada (la «relacionada con la Cruz»), es endógena al planeta tierra y que podemos encontrar, en su Esquema resultante, una resolución adecuada para definir protoformas congruentes con las formas y figuras terrestres, tanto de las cosas naturales como las de los símbolos que identifican a distintas culturas milenarias. Al mismo tiempo que hoy podemos, también nosotros, abstraer signos, insignias, símbolos, ideas artísticas y protoformas de objetos varios −como cerámicas, vehículos, construcciones arquitectónicas, etc.−, del mismo modo en como lo hicieran nuestros ancestros. En definitiva, podemos hacer diseños gráficos perfectos, sobre un ábaco geométrico capaz de proveernos, de manera inmediata, las proporciones exactas –lógicas y naturales– sin necesidad de hacer cálculos numéricos adicionales…
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- Similar a lo que se conoce como: La Flor de la Vida (The Flower of Life).
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Aún por encima de todo lo dicho (¡y perdón si escandalizamos a alguien con este tema!), hay algo más: También nos es posible abstraer del Esquema las formas de algunas naves provenientes de ¿otros planetas?... Es decir −y para que se entienda bien lo que queremos apuntar aquí−, de la misma manera en que una nave aérea requiere ser equilibrada en tres ejes y aerodinámica para funcionar, otros tipos de vehículos requieren ser, llamémosle, „magnetodinámicos‟, por decirlo de algún modo. Y esto plantea un problema, ya que el tipo de geometría a usar debería ser exclusivo del y para el medio con el cual un artificio determinado debe interactuar. Entonces, ¿adónde se fabricaron estas naves?... Sabemos bien, y desde hace años, que este tipo de vehículos se construyen en base a una geometría tan perfecta como la que se pone de manifiesto en los „crop circles‟ –o agroglifos–; ya que en cuanto más se parece a un cristal tanto mejor aprovecha la energía que debe usar. Pero, de ahí a que las encontremos en (con) un Esquema endógeno terrestre…
El “Sombrero de Pitágoras”
Volviendo al origen del Esquema. Ya sea que a todo esto lo hayamos desarrollado por nuestra propia cuenta, inteligencia y habilidad natural; o bien que se les enseñara, ya elaborada, a los humanitos que habitaron la tierra en lejanas épocas,… No lo sé. Lo cierto es que esto viene siendo usado desde hace mucho tiempo y en todo el planeta. El asunto llega hasta el punto que, de ser ciertas las piedras labradas de Ica (Perú), y de ser cierta una datación hecha por arqueólogos españoles hace unos pocos años, vamos a tener que hacer bastante espacio adicional, en nuestra cabeza, para soportar un poco más de asombro. En realidad, sabemos bien que muchas cosas pueden ser coincidentes por mero azar; eso es seguro y está fuera de discusión. Pero, por lógica elemental, las coincidencias azarosas tienen un límite bastante acotado, más allá de lo cual es claro avizorar intencionalidad expresa y una consciencia puesta en acción. Por ello, ¿sería lógico llamar azar a coincidencias de semejante nivel?... Supongamos, por un momento, que dejamos de lado a los ángulos alfa −la razón de ser del Esquema Estáurico, los que forman su meollo y pululan por todo él−, y veremos que esta Geometría específica pierde su sentido práctico inmediato, sí; pero nunca deja de constituir un mandala muy lógico y muy bello. Sin los ángulos alfa, la Geometría de la Cruz produce una tipología de Esquema abierto, aplicable desde el aquí y ahora, hasta cualquier ámbito armónico –en espacio y tiempo−, del último rincón de la galaxia. Además, con la búsqueda de cualquier tipo de ángulo específico, el Procedimiento 24
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Estáurica puede producir una gran variedad de Esquemas; al menos uno por cada medida de ángulo solsticial posible. Una vez que partimos desde las formas elementales, en las cuales todo el Procedimiento se inicia (lo que decíamos de ir trazando un primer círculo y prosiguiendo, luego, en trazar círculos sobre círculos como en un entretejido de esferas), no existe, en su desarrollo, más límites que el de los medios instrumentales, las necesidades prácticas, las preferencias personales y las circunstancias propias del geómetra ejecutante. Y como hemos dicho, en cuanto deja de ser un procedimiento especificado para algo concreto (como el hecho de fabricar Calendarios buscando un ángulo determinado), la GE se convierte en un procedimiento abierto. De allí que, dado a que su pauta es naturalmente determinada (o pre-determinada), por un lado, pero abierta a múltiples opciones, por otro, sea el tipo de geometría que podemos encontrar dándole forma a millones de estrellas y galaxias, a los cristales minerales, a las primeras formas de vida –que tardaron bastante en abandonar los primeros „modelos cristalinos‟–, y hasta los elementos culturales de alguna que otra civilización; por aquí y por allá… En el caso concreto de nuestro planeta, por ejemplo, el carbono y el agua son dos de los principales ingredientes en el coctel de la vida. Por ello, la forma de los vegetales más antiguos −como el caso de algunos helechos, las hojas del ciprés y otros−, todavía conservan una forma congruente con la hexagonal del cristal de carbono y/o del hielo. Al mirar la forma de ese tipo de hojas nos damos cuenta que estamos ante supervivientes de la „primera hora‟; ajustados, todavía, a una bellísima Geometría Básica. A partir de allí todas las formas vivas evolucionaron. Lo que personalmente me llama la atención es lo que sucede a partir del momento en que los distintos seres vivos pasan de un tipo de formas (o de geometría), que juega dentro de un contexto hexagonal, a otra de tipo Estáurica. Porque los rostros humanos, por ejemplo, se abstraen perfectamente desde un Esquema preformado como el Estáurico; pero no desde una Geometría Sagrada básica (primaria o “pura”), de desarrollo típicamente hexagonal… Las formas y otros aspectos físicos de humanos y animales que hacen su aparición en el Esquema Estáurico, nos conducen a una pregunta de rigor: Si la leve modificación de un solo grado en los ángulos solsticiales hace que se modifique este Esquema −de donde, reiteramos, podemos abstraer las protoformas de, prácticamente, todo lo viviente en la tierra−, ¿se modifican, acaso, los rostros y las apariencias de las distintas formas biológicas tras cada 25
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modificación etaria?... No lo sé. Tampoco es seguro. Pero pudiera ser posible, porque en principio no sería ilógico que así fuera. De hecho, las mutaciones biológicas masivas más importantes han proliferado cada vez que hubo cambios –y/o alteraciones fuertes− en el eje magnético de la tierra. Ahora, ¿cuáles sean las fuerzas aplicadas en este proceso, para que hasta el mismo ADN se nos modifique a causa de una pequeñísima alteración angular en nuestro eje de rotación? … Vaya uno a saber, es algo para estudiar. Personalmente no dispongo de la información suficiente al respecto, ni tampoco tengo datos ciertos sobre si, en este momento, el actual ángulo alfa se está cerrando o abriendo, y si esto ya nos ha puesto, por caso, en medio de algún profundo proceso de transformación biológica. Regresemos por última vez a los Sistemas de Escrituras. (¡Se darán cuenta que es mi tema favorito!). Los invito a observar el centro del Esquema. Allí podemos ver una “boca” o, también, podemos ver la figura de un “ojo” porque tiene, precisamente, forma de ojiva.
«El ojo de la Trinidad» y «la boca» (PTL).
Pero supongamos (o convengamos) que se trata de una “boca”. Entonces, siguiendo la lógica de los antiguos, como la boca del hombre es la sede de la palabra, en esta boca estáurica deberíamos encontrar las formas de los sonidos… Es decir, letra por letra, deberíamos encontrar las figuras que dieron forma a los distintos alfabetos… Y así es, en efecto. Desde aquí nos es posible abstraer, por caso de muestra, una variante completa del Alefato Fenicio arcaico, originado en la Era de Aries (entorno del siglo VIII aC). Para quienes estén familiarizados con este tema, observar: 1) que sólo la alef está volteada, en tanto que el resto de las letras conservó una disposición congruente con la línea vertical en PTL; y 2) que es factible encontrar, sobre cada letra, las diferentes formas que estas adquirieron en distintas épocas y lugares (en distintos alfabetos entorno del Mediterráneo).
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Una variante del Alefato Fenicio arcaico.
Veamos algo más con respecto a la evolución de la letra A. Desde los ya vistos pictogramas del proto-sumerio (3200 aC), la „cabeza del toro‟ pasa a los modelos cuneiformes: el Akadio (1), hacia el 2400 aC; el Babilonio, con un „volteo‟ antihorario de 90º (2), antes del 1000 aC, y el Asirio (3) que, tras una rotación especular (4) y levísima modificación, lo vemos dando forma al chino 牛/niú/ -toro, buey; ganado vacuno- (5), posiblemente a posteriori del 1300 aC.
(1)
(2)
(3)
(4)
(5) 27
牛
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Hacia occidente, en tanto, adquiere la forma de la alef proto-sinaítica, la alef Fenicia, el ideograma „toro‟ del hitita y a la alef hebrea cuadrada que ya vimos antes. Y, obviamente, da origen a la alfa (A) griega y la A latina; la misma que todavía usamos y que ha portado, impertérrita, su ángulo correcto de 47° hasta, por lo menos, la tipografía de finales del siglo XIX…
Tipo clásico de A latina (moderna).
Sólo por curiosidad: observen el logo del diario „La Voz del Interior‟, (de la Ciudad de Córdoba). Si miden Uds. el ángulo de las letras A y V (donde dice: LA VOZ), es fácil comprobar que, hasta principios del siglo XX, algunas tipografías todavía mantenían intacta esta tradición de “ortografía geométrica” perfecta: 47° exactos… Exactamente igual que el modelo original de 50 siglos antes. Pero es claro, también, que escribimos las „Aes‟ de muchas maneras diferentes y, aún así, continuamos identificándolas como tales. Algo importante a tener en cuenta, a este respecto, es saber distinguir, en cualquier tipo de grafismos, las cualidades de geométricamente exacto y conceptualmente correcto. En nuestro caso, todo lo que abstraemos desde el Esquema Estáurico mantiene ambas características. De hecho, y por definición, ortografía es la manera correcta de trazar una grafía, y su objetivo primordial es facilitar la comunicación, logrando que lo graficado sea entendido correctamente para evitar la confusión con otras figuras. En tal sentido, la geometría exacta ayuda a que una misma grafía pueda repetirse sin errores, al mismo tiempo que conserva, intacto, el riquísimo entorno de relaciones (significaciones) no evidentes y no legibles en lo inmediato de la primera lectura. En resumen, se trata de lo siguiente: A grafías exactas, conceptos correctos y más completos… Así funcionaba originalmente. Y aquí entra una pregunta interesante: La razón de la exactitud de las formas ¿se relaciona con lo Sagrado de la Geometría?... Según yo lo veo, sí; creo que pasa por esta cualidad. Pero debemos explicar un poco esto. El punto aquí es el siguiente: qué cosa sea Geometría, según la concepción original, ya lo hemos dicho; y que cosa signifique Sagrado, más allá de su etimología inmediata, también. Entonces, al momento de darnos cuenta que físicamente somos una „forma natural‟ y que estamos inmersos en un mundo de formas naturales, es fácil notar, a continuación, la „exactitud‟ inherente a 28
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cada una, las armonías que entran en juego (extrínseca e intrínsecamente), y la correspondencia global que existe entre todas ellas… Y a esa manifestación le llamamos belleza… Creo, en verdad, que así es como podríamos definir Creación: «la capacidad de ordenar y hacer belleza», o bien «la capacidad de ponerle límites exactos y armónicos a lo indefinido»… Que, por lo demás, de eso se trata, precisamente, el hacer Geometría… Entonces, cuando copiamos, cuando artificialmente imitamos el modo natural de hacer las cosas, la práctica Geométrica tiene, o adquiere, la cualidad de Sagrada; porque es igual de exacta, igual de bella, igual de armónica, y demás cualidades que tiene todo aquello que está hecho (creado) de modo natural. Tal es el caso de las grafías egipcias, por ejemplo. Cada vez que observamos alguna de sus figuras bien logradas −humana o de animal−, estas parecieran estar a punto de moverse ¿Cuál es la causa de esto?... La exactitud, la precisión y la coordinación de sus líneas; junto a la armonía mutua y la correspondencia intrínseca de las formas. Se puede decir que nuestro ojo es capaz de reconocer una disposición natural en las formas, de la cual no solemos ser muy conscientes al momento de mirar. Cada línea que compone la figura, aunque no esté completa como lo está en el Esquema, nuestra mente se encarga de completarla por su cuenta y, al hacerlo, recompone esa cualidad que nos lleva a afirmar que es bello, porque es proporcional, porque es armónico. Este es el tipo de integración que ellos, entre otras tantas culturas, lograron establecer para su arte. Ahí es donde uno puede ver claramente la relación Belleza/Sagrado. Así es como el Arte cobra vida a través de la forma, y la propia Vida se transmite desde su invisible (e intangible) entidad, hasta la materia que la recepta, la “encarna”, la hace visible, le da existencia… Es importante volver a insistir en el hecho de que, al hablar de Geometría Estáurica estamos hablando de Geometría Sagrada aplicada, especificada, concretizada. Y que, si bien en sus comienzos sólo era empleada para la elaboración de Calendarios, de allí en más su complejidad estructural se transformó en el Esquema Estáurico, la Base Geométrica que se usó como matriz para elaborar una miríada de imágenes culturales de distintas tradiciones. Tradiciones que en muchos casos están bastante alejadas entre sí, tanto en tiempo como en espacio. Sucede que, original y esencialmente, los humanos hemos sido consuetudinarios plagiarios del cosmos que nos rodea. Sólo denle a un humano una pisca de algo que excite su imaginación y lo copia primero, lo modifica después y acaba haciendo, de esa idea primera, un desarrollo previamente impensable. Así fue que el Esquema Estáurico sirvió como Matriz de Formas, como Base de Ideas y como Fuente de Inspiración unánimes... ¡Por algo había que empezar! Como primera práctica estampaban sobre él (graficaban sobre el Esquema), lo que “veían” según las apariencias relacionadas con lo previo conocido: formas de insectos, de animales, de determinados objetos naturales, de figuras humanas, etc. De allí que, y según el punto de observación sobre el cual se encontraran ubicados (dentro del Esquema elaborado sobre el suelo, queremos decir), asociaron las figuras, que allí “veían”, identificándolas con la salida del 29
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sol, con el ocaso y algunas otras circunstancias especiales. Con el andar del tiempo, a medida en que esas imágenes se independizan del Esquema matriz, las figuras evolucionan, comienzan un proceso de modificación, similar al que vimos en el caso de la letra A. Por eso normal es constatar que muchos signos y símbolos perdieron –o modificaron– su geometría exacta conservando, empero, el concepto correcto −la asociación con la visión primera que los originó−, aunque ya sin la posibilidad de poder mostrar una etiología evidente. Lo cierto, y en concreto, es que de esta „theôría‟ –visión y conceptualización− arcaica de la realidad, parte toda la filosofía y la teología de los antiguos. Será por eso que Platón tenía un gran cartel, en la puerta de su Academia, donde recomendaba a los „ageomètretos‟ –los que no saben geometría−, que no entraran allí. El enseñaba filosofía, y esa frase me dio vuelta en la cabeza por años preguntándome que tendría que ver una cosa con la otra... Hoy resulta que, desde la Geometría Estáurica, no sólo todo tiene que ver con todo, ¡va mucho más allá de lo que en principio estaba preparado para aceptar! La GE encarna el viejo modelo pedagógico que fuera utilizado por distintos Maestros Civilizadores (también llamados Avatares –«los que descienden»-), al momento de hacerse cargo de “casi monos”, para humanizarlos a continuación. Ya desde entonces −desde un primer momento, digo−, uno de los caminos más directos para iniciar la tarea de toma de conciencia fue mediante imágenes; porque, en primeras instancias, el “mensaje” va dirigido a la mente. Cuando todas las imágenes utilizadas por una civilización responden a una misma matriz, muy pronto la mente las reconoce (las lee) con facilidad, más allá de las formas, de los tamaños y de las ubicaciones relativas. Así es como cada quien va adquiriendo (va incorporando), el orden cósmico en su propia mente. Nuestro ánimo “se formatea” en ese molde o modelo universal, al que luego vamos a reconocer por doquier. Adonde sea que miremos estaremos preparados para verlo y responder a él, consciente o inconscientemente y de manera automática, bajo la unánime precepción de belleza y naturalidad. A partir de allí «agere sequitur esse» −el obrar sigue al ser−; y el bien obrar o dharma –acción correcta−, pasa a ser una consecuencia lógica... Es esta bella y sencilla naturalidad lo que permea la GE, y lo primero que se evidencia en ella como un asunto esencial, al que ya antes hemos mencionado. Aunque siempre se trate de un procedimiento que se proyecta en múltiples opciones (cada vez que hay cambio de Era y/o se modifica la inclinación del eje polar), no existe, no obstante, la posibilidad de que pudiera ser modificado en su base fundamental. La GE es total y absolutamente determinada y determinativa. Es pura matemática sin números. Las múltiples opciones que ofrece hacen que podamos conseguir un desarrollo diferente del Esquema en sus etapas avanzadas, sí; pero la Base Estructural, el criterio morfométrico desde donde se inicia, no es algo que pueda quedar liberado al azar o al gusto y placer de lo que se nos ocurra. Quizás sea esta la causa principal por la que, a lo largo de miles de años y de culturas muy diferentes en el planeta, la resultante estructural (el Esquema) haya sido esencialmente la misma. Porque siendo el 30
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sol uno solo y el mismo, y siendo el método que se aplica al momento de medir el aumento y/o disminución de los Grandes Ángulos, prácticamente el mismo, no hace factible encontrar diferencias importantes. Pero donde sí las hay, ¡y muchas!, es a nivel de lo meramente accidental. En otras palabras: cuando la fenomenología natural que se aborda es la misma y se la trata desde una óptica similar para hacer las mediciones y los registros, los métodos matemáticos empleados habrán de ser similares y las conclusiones nunca podrían presentar alteraciones sustanciales; como tal es este caso. En realidad, las causas de las diferencias accidentales quedan claras cuando sentamos a varias personas con el mismo Esquema entre sus manos y les pedimos que grafiquen, sobre él, lo que “vean”… Lo que en principio sólo es un mero cúmulo de líneas, al poner la atención sobre él nuestra mente comienza a “ver” −a dibujar y desdibujar− determinadas figuras sobre esas líneas. Cuando reposamos la mirada sobre su centro, el Esquema pareciera adquirir “movimientos”, y es entonces cuando algún tipo de imagen, geométrica o no, comienza a “aparecer”. Pero lo cierto es que nadie puede ver aquí nada más allá de lo que ya conoce y tiene incorporado como paso previo. Es lo profundo de la mente humana lo que se refleja sobre él como en un espejo. Es lo profundo de nuestra mente lo que se proyecta sobre él y se traduce a códigos simbólicos. Simplemente exteriorizamos lo que ya tenemos y somos. Cuando nos colocamos ante un espejo común, este permite que podamos ver nuestro cercano y “desconocido” rostro; ¡porque nadie puede mirar directamente su propia cara! De la misma manera, al “miramos” en el Esquema Estáurico, lo que allí aparece es la cara “oculta” de nuestro propio rostro interior. Quizás sea correcto decir que esto de “vernos” en el Esquema se trata, apenas, de otra manera de recordar: de extraer aspectos cuasi desconocidos de nosotros mismos, desde áreas poco conocidas y/o apenas „visibles‟, para exteriorizarlos, para evidenciarlos, para hacerlos conscientes y allí mismo poderlos laborar5. Pero lo cierto es que, consciente o inconscientemente, de manera automática, lo queramos o no, los significados que le damos a las áreas que conforman el Esquema Estáurico siempre tienen que ver con el formato tripartito del omnipresente cosmos primario que le dio origen: La parte de arriba es “cielo”, lo sutil, lo intelectual, lo superior y “elevado”. La parte de abajo es la “tierra”, lo denso, lo material y “bajo”. En tanto que el medio –la parte media–, es donde se pone de manifiesto la mismísima conciencia de «yo», en el aquí y ahora...
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- No usamos aquí la palabra trabajar porque implica la idea de „hacer trabas‟; en tanto que laborar, que viene de labor (o lab-aur: „el corazón de la luz‟, „el centro del orden‟), hace referencia a ordenar y equilibrar las cosas teniendo en cuenta su (un) centro integrador.
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Debido a la perfecta concordancia habida entre las partes del Esquema, siempre podemos decir que en él: «Sicut infra sic supra» –Como es abajo es arriba−…; porque responde a una perfecta simetría axial y central. Existe, entonces y como decíamos al comienzo, una universalidad total en esto de la tridimensionalidad del espacio: del arriba, el aquí y el abajo. Así como la derecha, la izquierda y el centro, y el adelante, el atrás y el medio. Obedecemos a esto como a un “formato de fábrica”. Por esta causa, lo que sea que aparezca, tal como aparezca y según la posición que ocupe dentro del Esquema, tiene pre-establecida una relación natural con todo lo demás. Es decir: tiene un significado natural. Ahora, según de qué cultura se trate, el arriba-abajo puede ser masculino/femenino o viceversa; la derecha suele relacionarse con el/lo pasado (los recuerdos, la conservación, la tradición, la memoria), y la izquierda con el/lo futuro (lo cuasi imprevisto y modificable),… O viceversa. En tanto que el centro, el medio, el aquí y ahora, nunca deja de coincidir con ser el omni-presente «Yo»… Esta fue la causa por la que „El Lugar‟, por antonomasia, el Espacio Sagrado, sea siempre el centro, el medio y el eje; como punto de equilibrio perfecto. Ubicarnos allí es concedernos la posibilidad (u oportunidad) de existir en un tiempo no espacial y en un espacio atemporal: es meditar –estar en el medio−, y Ser, además de existir... A partir de allí nos otorgarnos la gran posibilidad de recordar u olvidar: de activar o desactivar las potencialidades para creer y crear, a elección, nuestro «jardín futuro», con las mejores semillas, las voluntariamente seleccionadas, de nuestro propio pasado (karma)…
Osvaldo R. Weilenmann
Mendiolaza; Pcia. de Córdoba; Argentina.
www.geometriaestaurica.es.tl Contactos:
[email protected] −Año 2008−
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