DELMIRA AGUSTINI
Su vida. Ella era rubia, de ojos claros, que eran tan pronto azules o celestes, e incluso verdes, según la luz, asombrados, en los que ardía un fuego secreto. No daba la impresión de ser alta, pero sí espigada y flexible. Medina habla de "una niña de quince años, rubia y azul, ligera, casi sobrehumana, suave y quebradiza como un ángel encarnado, como un ángel lleno de encanto e inocencia". La tal niña era realmente una belleza, impresionante. Los versos eran su mayor placer, pero también su tormento. A veces su tensión nerviosa llega a extremos insoportables. "Yo casi preferiría que no escribiera.", decía su madre. Delmira era una niña buena y obediente, sencilla y dulce, recatada, esa misma mujer que luego, en la alta noche, en las madrugasdas, era capaz de escribir versos inquietantes.
Su producción literaria: Formó parte de la generación de 1900, a la que también pertenecieron Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugonés y Rubén Darío( al que consideraba su maestro y tras conocerlo en 1912 en Montevideo, época en la que él estaba
en
la
cumbre
de
su
gloria,
mantuvo
una
correspondencia), y de la generación del Río de La Plata (1910-1920), dominada mayoritariamente por hombres. Sus influencias fundamentales provinieron de los simbolistas franceses y de F. Nietzsche.
Ha sido una de las voces más sinceras y brillantes de toda la lírica hispanoamericana. Es un milagro de intuición y de sonambulismo poético, pues su lirismo llega a profundidades metafísicas y originalidades de expresión que contrastan con su feminidad juvenil .Se
caracterizan por una utilización de símbolos: estatua, cirio, sello, serpiente, búho, vino, cisne... en la que el amor es concebido como un absoluto, al cual - según Barret- se arrojó como a un abismo, cerrando los ojos.De ahí a que la denomine "poetisa por sagrada fatalidad". Delmira Agustini inaugura con su obra lírica (y en un diapasón emocional no superado en cierto modo) la trayectoria de la poesía escrita por las poetisas hispanoamericanas del llamado posmodernismo: Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storne y Gabriela Mistral, las mayores. Pero la suya, aunque evolucionada y contrastada en un rápido proceso de maduración interior, cae totalmente en el modernismo, y sus deudas con éste son incluso tópicas en tramo incial de la misma.
Explosión Si la vida es amor, bendita sea! Quiero más vida para amar! Hoy siento Que no valen mil años de la idea Lo que un minuto azul de sentimiento. Mi corazón moría triste y lento... Hoy abre en luz como una flor febea; ¡La vida brota como un mar violento Donde la mano del amor golpea! Hoy partió hacia la noche, triste, fría, rotas las alas mi melancolía; Como una vieja mancha de dolor En la sombra lejana se deslía... Mi vida toda canta, besa, ríe! Mi vida toda es una boca en flor!